BOLETÍN
HBAIv ACADEMIA EB l^JL HISTORIA
BOLETÍN
DE LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
TOMO XL.II
MADRID
ESTABLECIMIENTO TIPOGRÁFICO DE FORTANET
IMPRESOR I>E LA REAL ACADEMIA OE LA HISTORIA
Calle de la Libertad, núm. 29
I <)o3
«En las obras que la Academia adopte y publique, cada autor será res-
ponsable de sus asertos y opiniones; el Cuerpo lo será solamente de que
las obras sean acreedoras á la luz pública.
I
£07831
Es/ a /ufo xxv.
tomo xlii. Enero, 1903. cuaderno i.
BOLETÍN
DE LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
INFORMES
i.
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. CENSURA POR LA ACADEMIA
DE SU .HISTORIA DEL NUEVO MUNDO».
Antecedentes.
Nombramiento de Académico de D. José de Guevara Vasconcelos.
A propuesta del Director, limo. Sr. D. Pedro Rodríguez Cam-
pomanes, del Consejo de S. M., Fiscal en el Supremo y Cámara
de Castilla, fué admitido como Académico supernumerario, en
Junta de 31 de Agosto de l/JO, D. José de Guevara Vasconce-
los, clérigo, doctor en Sagrada Teología, natural de Ceuta, cole-
gial en el de Jesuítas y en el inglés de Sevilla, y en el Sacro-
monte de Granada. Tomó posesión en 7 de Septiembre.
El mismo Director volvió á proponerle para ocupar vacante
en la clase de numerarios, y se posesionó en 1 1 de Agosto de
1 775. Designósele al mismo tiempo para desempeñar las funcio-
nes de anticuario, y habiéndose instalado por entonces la Aca-
demia en la Real Casa Panadería, se le arregló habitación en e!
edificio. Al discutirse el informe de la Comisión encargada de
examinar la «Historia del Nuevo Mundo», de Muñoz, formuló
voto particular y lo sostuvo con empeño, pronunciándose en
contra de la impresión de aquella historia.
6 boletín de la real academia de la historia.
Nombramiento de Académico
de D. Ramón de G nevara Vasconcelos.
También le propuso para Académico supernumerario el Direc-
tor Campomanes, tomando la posesión en II de Abril de 1777.
\ poco tiempo, el 8 de Agosto, leyó en Academia la traducción
castellana que había hecho de algunos lugares de la Historia de
América, que acababa de publicar en inglés, en dos tomos en 4. ,
el I)r. Robertson, Rector de Edimburgo y Cronista de Escocia,
advirtiendo que este célebre escritor hacía elogio del Director
de la Academia.
Diéronse al Sr. Guevara gracias por su trabajo y se le estimuló
á emprender por completo la traducción de la obra, considerán-
dola muy útil y gustosa al público.
En sesión del 5 de Septiembre notició el Director haber he-
cho el Sr. Guevara la traducción recomendada, y le encargó co-
men/ara la lectura en la Junta siguiente. Así se verificó, conti-
nuándola en las consecutivas, y el referido Director fué hacien-
do observaciones para formar las notas con que se había de ilus-
trar la versión castellana.
Se concluyó esta lectura en 14 de Noviembre, Junta en la que
se nombró una Comisión para que, reunidas las observaciones
hechas, redactara las notas.de ilustración.
Gestión del Director Campomanes.
Propuso en sesión de 19 de Diciembre que la Academia con-
sultase á S. M. sobre impresión de la traducción castellana hecha
por D.Ramón de Guevara Vasconcelos de la «Historia fiel descu-
brimiento de la América» del Sr. Guillermo Robertson, y acep-
tada la idea, lo fué asimismo la minuta como sigue:
Señor: La Real Academia de la Historia, para desempeñar el
largo de Cronista mayor de las Indias, está obligada á promo-
ver por todos los medios que pueda la instrucción pública, y
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 7
perpetuar la memoria de las acciones ilustres de los españoles en
aquellos vastos dominios de V. M.
No son menos recomendables la equidad, acierto y justicia
con que establecieron y consolidaron su Gobierno los augustos
progenitores de V. M.
Los historiadores regnícolas refieren aquellas acciones célebres
y sabias providencias con gran naturalidad y orden: con todo,
sufren la injusta nota de interesados en las glorias y la política
de su nación.
Los escritores extranjeros circunspectos, instruidos y juicio-
sos, están libres de aquella censura, si por otro lado se han im-
puesto en los monumentos originales de nuestra historia de In-
dias y han sabido con imparcialidad hacerse cargo de los hechos
y de las causas coetáneas.
Estas cualidades se ven unidas en el Dr. Guillermo Robertson,
y hacen recomendable su «Historia del descubrimiento de Amé-
rica», que acaba de publicar en idioma inglés.
La Academia la ha juzgado digna de ser traducida al castella-
no, y ha encargado este trabajo á D. Ramón de Guevara Vas-
concelos, uno de sus individuos.
En ella se verá elogiado el mérito verdadero de los varones
insignes que dieron pruebas de su valor, de su celo por la reli-
gión, y aumentaron tan grande espacio de país á la obediencia
de sus soberanos. Se ven aplaudidas las ordenanzas que fué ne-
cesario promulgar para su nuevo gobierno y población, de don-
de ha resultado el cuerpo legal en que está arreglada la Admi-
nistración de justicia á aquellos vasallos, la integridad y sabidu-
ría de sus tribunales, el estado actual de su comercio, sin olvidar
Robertson. lo que puede contribuir á extenderle y mejorarle.
En esta obra se hace el debido elogio al Gobierno de Indias,
desde que subió al trono de España la augusta Casa de Borbón
y al comercio libre de las islas y península de Yucatán, debido á
las consumadas experiencias de V. M., de que se ven felices y
rápidos progresos, no siendo menos digno de nuestra gratitud el
establecimiento del correo marítimo con que se ha facilitado el
tráfico y allanado el camino á los recursos de aquellos vasallos.
8 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Las naciones cultas han conocido el juicio y solidez de esta
obra, y han procurado traducirla en el idioma propio, y mayor
es el interés de la nuestra en que se comuniquen sus noticias y
reflexiones.
I). Ramón de Guevara ha concluido la traducción: se ha visto
en la Academia, y puede afirmarse que el traductor no cede en
- elegancia ni en la pureza del estilo al inglés, y podrá mirarse
como si originalmente la hubiese producido nuestra Academia.
La Academia añade sus notas en aquellos pasajes históricos,
cuya puntualidad no era dable al Dr. Robertson por falta de do-
cumentos.
Aunque este docto escritor observa mucha exactitud, la tra-
ducción se aventaja en esta parte, y nada omite la Academia
para que salga completa bajo de los soberanos auspicios de V; M.
Para dar á la nación la Academia un constante testimonio de
su celo, suplica á V. AI. se digne permitirle imprimir esta tra-
ducción con las notas y adiciones correspondientes, ó resolverá
\ . AL lo que más sea de su agrado. — Madrid y Diciembre \J
de i;;;.
Para que acompañase á la consulta entregó el Director un
papel que dice:
Excmo. Sr.: Muy señor mío: en 17 de Agosto de este año
manifestó á V. E. como se estaba haciendo la traducción de los
dos primeros tomos de la «Historia del descubrimiento del Nue-
vo Mundo» hecho por los españoles á fines del siglo xv.
Y. E. se sirvió decirme en 18 del mismo, en contestación á mi
oficio, con aquel deseo que tiene de adelantar la instrucción pú-
blica, facilitaría se diesen por esa Secretaría de Estado y del
Despacho universal de Indias del cargo de V. E., por las del
Consejo y su Contaduría general, las noticias que se necesitasen
para rectificar las notas de Robertson.
lia llegado este caso por haberse concluido la traducción de
esta obra y estar en estado do empezarse á imprimir, como lo
v-rá Y. E. por la consulta de la Academia, que va adjunta, para
obtener el Real permiso y licencia.
Para que sean conocidas las personas destinadas por la Acá-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 9
demia para recoger estas noticias, se ha nombrado átres Acadé-
micos, que son, D. Ignacio Hermosilla, D. Antonio Mateos Ma-
nilo y D. Ramón de Guevara Vasconcelos, que ha hecho la tra-
ducción.
Por este mismo orden, estando D. Ignacio de Hermosilla en
la Secretaría del Despacho de Indias, puede desempeñar en ella
este encargo.
D. Antonio Murillo acudirá á solicitar las noticias oportunas
en las dos Secretarías del Consejo de Indias, y D. Ramón de
Guevara á la Contaduría general, sirviéndose Y. E. expedir sus
órdenes respectivas para que tenga cumplimiento, en el supues-
to de que no se intenta sacar de las Secretarías ni Contaduría pa-
pel y documento alguno original, quedando el modo y la forma
á la instrucción que V. E. se sirva prescribir.
Ea calidad de las noticias que se desean es bien conocida de
V. E., pues está reducida á las especies que contiene en sus no-
tas la Historia de Robertson, en que se advierte disminución y
error algunas veces por falta de documentos en lo geográfico,
político, económico y comerciable, y mucho más en el cálculo
de población.
Como D. Ignacio Hermosilla sigue las jornadas, convendría que
V. E. autorizase á D. Manuel de Ayala, que puede facilitar mu-
chos documentos, por su curiosidad en recogerlos de todas partos.
Y como la Academia desea hacer el mejor uso de ellos, es
digna de la protección de S. M. en todo esto, y acreedora á que
se le suministren, como Cronista mayor de las Indias, los docu-
mentos necesarios para puntualizar las obras que vaya produ-
ciendo tocantes al desempeño de su instituto; pues sin hechos
bien averiguados, mal puede acrisolarse la verdad.
Con ellos, la traducción de Robertson parecerá original y ga-
nará la preferencia, sin duda, á las que se están haciendo en otras
partes, esto es, en París y Florencia.
Y ofreciéndome á la disposición de V. E. , ruego á Dios guar-
de á V. E. muchos años. — Madrid y Diciembre 2/ de I JJJ. —
B. L. M. á Y. E. su más atento servidor D. Pedro Rodríguez
Campomanes. — Excmo. Sr. D. José de Gálvez.
10 boletín de la real academia de la historia.
Nombramiento de Académico correspondiente del Dr. William
Robcrtson .
Cuando se dio cuenta en Academia de la aparición de esta
obra de Robertson, el Director Campomanes, notando la predi-
lección que al autor merecía nuestra historia nacional, le propu-
so para Académico correspondiente, y la Academia acordó la
admisión en 8 de Agosto de 1777-
Encargóse el mismo Director de comunicar la noticia, verifi-
cándolo en carta transcrita á continuación:
Muy señor mío: Sería inútil extenderme en manifestar á V. S.
cuánta estimación hacen los españoles literatos de sus obras y los
motivos que me obligan á escribir esta carta.
Después de haber escrito V. S. la historia de su patria con tan-
ta concisión y acierto, emprendió la de Carlos Quinto en la más
delicada crisis de la Europa.
Desempeñóla Y. S. con admiración compenetrando los mayo-
res arcanos de la Constitución de nuestra monarquía española.
Pero ¿qué mucho á vista de su excelente discurso sobre el go-
bierno feudal desde la decadencia del imperio occidental hasta
el tiempo del mismo Carlos?
En él se ven desenvueltas por otro aspecto aquellas particula-
res costumbres que mezclaron la barbarie tártara con un despre-
cio alto de los vencidos y un descuido de todas las clases de los
pueblos, á excepción de pocas privilegiadas; ningún verdadero
amor á las artes, y un general abandono de las investigaciones
útiles, sustituyendo en su lugar las sutilezas escolásticas dictadas
en las celdas de los solitarios ó cenobitas, trasladadas después á
las universidades literarias.
Es cierto que los nuevos descubrimientos al Oriente y al Oc-
cidente fueron parte para sacar la Europa del espíritu feudal.
\ ' . S. da á estos descubrimientos en sus dos primeros tomos
de la América aquella serie y enlace de la historia antigua y mo-
derna á que pueden alcanzar pocos hombres.
Yo he leído el primer libro con admiración y un gusto indeci-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. I I
ble. El mismo he advertido en la célebre controversia del obis-
po de Chiapa, cuya disputa resuelve V. S. con un juicio supe-
rior.
Yo pensaba escribir á Y. S. por más extenso, pero no puede
ser en esta ocasión; ahora me reduzco á remitir á V. S. el título
de Académico que la Real Academia de la Historia, con univer-
sal aclamación, me ha encargado de dirigirle por mano de My-
lord Grantham.
Espero en breve, y según lo permitan los muchos negocios que
me rodean, remitir á V. S. algunas observaciones, y la primera
será acerca de si el derecho, y espíritu feudal ha tenido propia-
mente lugar en España.
La traducción que se está haciendo por D. Ramón de Gueva-
ra de la «Historia de los descubrimientos de América», á vista
de la Academia, tiene una frase que parece original, y al parecer
exprime con mucha propiedad la fluidez y la elocuente dicción
del autor original.
Yo, en mi particular, le doy gracias por las honras que me
hace V. S. en sus escritos. Mis ocupaciones son tales, que no me
dejan tiempo para vacar seriamente á aquellas detenidas compa-
raciones de las edades, de las costumbres, de la diversidad de los
gobiernos y de las causas que han influido en las catástrofes po-
líticas de las naciones más dignas.
Esto es lo que sabe V. S. desempeñar desde su gabinete como
si estuviese entre nosotros, sin declinar en parcialidad.
Yo me ofrezco á V. S. con todas veras, y puedo asegurarle sin
lisonja que pocos libros han podido granjear una estimación tan
sólida entre las gentes de letras de este país. Entretanto, pido á
Dios guarde su vida muchos años. — Madrid y Septiembre 29 de
1777 '• — Sr. Guillermo Robertson.
La contestación de este caballero, traducida del inglés, se con-
signó en acta.
Del Colegio de Edimburgo, 31 de Enero de 1778.
Señor: Mylord Grantham tuvo, la bondad de remitirme la car-
ta que Y. S. I. tomó la molestia de escribir para darme parte de
12 BOLETÍN de la real academia de la historia.
la muy distinguida y no esperada honra que la Real Academia
de la Historia se había servido hacerme. La opinión favorable de
varones de discernimiento y de candor es una de las más agra-
dables recompensas de sus trabajos literarios que un autor puede
recibir. Una prueba de aprobación de una Sociedad tan justa-
mente estimada por el mérito y habilidad de sus individuos, debe
ser todavía más lisonjera y gustosa.
Cuando yo me hallé en precisión de dar alguna noticia de la
antigua Constitución de la monarquía española en mi «Historia de
Carlos Y», y después me atreví á describir el estado interior y la
política de las colonias de España en el Nuevo Mundo, muy bien
veía las muchas dificultades á las cuales un extranjero está pre-
cisamente expuesto mientras hace semejantes indagaciones. Yo
procuré vencerlas buscando la verdad en los A. A. originales y
en las leyes de vuestro país, con una industria paciente, deci-
diendo con mucha cautela y guardándome con grande atención
contra aquellas preocupaciones que podrían levantarse en la
mente de un hombre criado bajo una forma de gobierno y un
sistema de religión muy diferentes de los de la nación que esta-
ba describiendo. La sanción de su aprobación que la Real Aca-
demia se ha dignado dar á mis obras me lisonjea con la espe-
ranza de que, ó los yerros en que he caído han sido menos de lo
que recelé, ó las personas respetables que se han servido dar-
me un lugar entre sí habrán mirado mis errores con ojos de in-
dulgencia, en atención al cuidado con que yo me había esforzado
á evitarlos.
Si Y. S. I. tendrá la bondad de apuntarme como yo podré
contribuir en algún grado á promover los loables importantes
lints de vuestro Instituto, yo estimaré una honra el cooperar con
tales socios, y una felicidad si puedo hallar una nueva ocasión de
manifestar mi celo por el honor de una nación que yo he respe-
tado más que algunos otros escritores extranjeros, porque he
procurado conocerla mejor.
Me permita V. S. I. el decir que yo siento mucho gusto en re-
flexionar que ahora tengo la honra de estar puesto en una rela-
ción tan cercana con V. S. I., y de hallarme inmediatamente de-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 1 3
bajo la dirección de una persona cuyos talentos yo ya por mucho
tiempo he admirado, y de cuyos escritos he aprendido mucho.
Se sirva V. S. I. añadir á sus otros favores el de asegurar á to-
dos los miembros de la Real Academia las afectuosas disposicio-
nes de respeto, estima y gratitud que yo tengo por ellos.
Tengo la honra de ser, con la más perfecta estimación, ilustrí-
simo señor de V. S. I. el más obediente y obligado humilde ser-
vidor. — William Robertson. — limo. Sr. D. Pedro Rodríguez
Campomanes.
Acusó el Director recibo diciendo:
Muy señor mío: He leído la carta de V. S. de 3 1 de Enero de
este año á nuestra Academia. La oyeron con gusto todos sus in-
dividuos, y hacen justicia á su mérito y á la sinceridad de sus ex-
presiones, habiendo causado las que se leen en su carta á los
concurrentes la más patética impresión,- ya que la distancia no
permite el personal trato.
Yo tengo una verdadera satisfacción en que el título de Aca-
démico nos una en un mismo gremio, así como la lectura de sus
obras había engendrado en mí una estimación particular de un
hombre honrado que discierne con igual perspicacia sucesos pre-
sentes y los que han pasado siglos há; distingue la diversidad de
las costumbres y de las leyes para aplicarlas á los mismos su-
cesos.
La historia, á la verdad, cuando no nos acerca las cosas pasa-
das y distantes presentándonos de ellas un retrato ñel de que
podamos tomar enseñanza en los casos nuevos ó mejorar nues-
tro siglo ó nuestra propia conducta, la miro como nuestra serie
de hechos ó cuentos que pueden conducir á la diversión de gen-
te ociosa.
Batallas, catástrofes de personas públicas, conquistas y destro-
zos de ciudades, provincias ó imperios, son cosas comunes y pro-
ductos de la ambición humana: se representan diariamente, al
modo de las obras dramáticas, en el teatro de Marte. Si el histo-
riador las refiere con poca crítica, sin reflexión política, sin la
ciencia necesaria de las causas que influyen en tales mutaciones,
14 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
y una imparcialidad superior á las pasiones vulgares de. todo país,
en lugar de representar ordenadamente como en unas galerías
progresivas los acaecimientos humanos, formará un oscuro de-
pósito de hechos, incapaz de agradar ni de instruir.
La concisión de Tácito no se pierde en relaciones menudas;
nunca omite las necesarias, y siempre lleva adelante el sistema
político que guiaba los hechos de que trata.
Nuestras lenguas modernas no dan igual facilidad para escri-
bir obras tan precisas. Lo que yo puedo asegurar á V. S. con
verdad es que la «Historia del descubrimiento de las Indias occi-
dentales» da en dos tomos más noticias importantes, y dichas con
más pureza, que una multitud de colecciones de libros de histo-
riadores particulares ó generales, cuya lectura ofuscaría á los
más, y serían muy raros los que pudieran sacar de ellas tanta
enseñanza.
En la Academia se está acabando de reveer la traducción que
ha hecho nuestro socio D. Ramón de Guevara, y espero se acer-
que á imitar la elegancia del original.
La Academia ha estimado mucho los- ofrecimientos de V. S. y
me ha encargado el manifestarle su agradecimiento y el deseo de
corresponder en cuanto dependa de su posibilidad. Yo digo lo
mismo por mi parte.
Dios guarde á V. S. muchos años. — Madrid y Marzo 6 de
1/88. B. L. M. de V. S. su más atento y seguro servidor, I). Pe-
dro Rodríguez Campomanes. — Sr. D. Guillermo Robertson.
Autorizó S. M. la búsqueda de documentos que la Academia
había solicitado, por Real orden de I.° de Enero de 1 7/8, en la
que expresaba estar dispuesto á permitir la impresión de la His-
toria de Robertson traducida, y aun á dar auxilios para realizar-
la, cuando se concluyeran las notas y se le enviaran originales.
Empezaron, por tanto, las investigaciones; mas antes de concluir-
las, en 8 de Enero de 1/79, expuso el Director en Junta haber
recibido comunicaciones relativas al particular, que tenían ca-
rácter reservado y se referían á las circunstancias generales de
Europa.
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. I 5
No volvió, pues, á tratarse del asunto.
Pasados ocho años, empezando el de 1787, se dio cuenta en
Academia, de orden Real, haciendo saber que, enterado el Rey
del fruto producido por los viajes é investigaciones de D. Juan
Bautista Muñoz y de la gran copia de documentos que había
juntado, deseando facilitar el pronto y feliz éxito de la «Historia
general de Indias», que estaba á su cargo, mandaba se le franquea-
sen cualquier impresos y manuscritos existentes en las reales
bibliotecas, debiendo hacerlo la de la Academia y permitir lleva-
se á su casa todo lo que juzgase conveniente, mediante recibo,
y obligación de devolverlo luego que hubiese sacado copias ó
apuntamientos.
Se acordó desde luego el cumplimiento de lo ordenado, de-
signando Comisión compuesta de los Académicos Murillo, Gue-
vara (Ramón) y Flores, para facilitar al Sr. Muñoz noticias que
pudieran servir á su objeto; pero quedó pendiente representar
á S. M., y se acordó también que deputase el Director algu-
nos individuos que con su asistencia formalizasen el procedi-
miento.
El censor recordó este acuerdo en Octubre de 1 788, y en su
virtud se designó nueva Comisión de los Sres. Murillo, Jovella-
nos y Alcedo, para que lo cumplieran, concurriendo á la posada
del Director. Prontamente lo hicieron, mereciendo asentimiento
su trabajo, del tenor siguiente:
Representación que la Real Academia hizo al Rey nuestro Señor.
Señor: En Real orden de V. M. comunicada á esta Academia
por el difunto Marqués de la Sonora con fecha 23 de Enero de
este año, se le manda franquear á D. Juan Bautista Muñoz, Cos-
mógrafo de las Indias, los papeles y documentos que hubiese en
su archivo pertenecientes á la historia general de aquel Conti-
nente, de cuya extensión está encargado Muñoz por especial
comisión de V. M.
La Academia obedece con toda prontitud esta Real orden, y
no solo se halla pronta á prestar los auxilios que se la pidan»
1 6 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
mas también los demás que estén en su arbitrio y lucren nece-
sarios para el desempeño de una empresa tan útil y tan análoga
á la esencia de su instituto.
Pero al mismo tiempo no puede dejar de representar á V. M.
con el debido respeto, que hallándose distinguida con el empleo
de Cronista de las Indias, que le confió el augusto Padre de V. M.
por decreto de 5 de Octubre de l/44> se le ha agregado perpe-
tuamente por Real cédula de 18 de Octubre de 1 75 5> y cuando
lejos de poner en olvido la obligación en que esta gracia la cons-
tituye, no ha dejado desde entonces de recoger memorias, noti-
cias y documentos para ilustrar los varios artículos que abraza
tan vasta Comisión, no le es lícito mirar con indiferencia que se
haya fiado su desempeño á una persona particular que ni aun es
del número de sus individuos, encargándole, con desaire suyo, las
más esenciales y preciosas funciones de su empleo.
Sabe también la Academia que con el mismo objeto se ha
autorizado á Muñoz para reconocer el Real Archivo de Simancas,
los de la Contratación de Cádiz y Sevilla, el de la Torre del Tum-
bo de Lisboa y otros varios archivos y bibliotecas, ya de Comu-
nidades, y ya de particulares, de los cuales sacó todas las copias
y apuntamientos que juzgó necesarios y tenían relación con su
encargo; y siendo un derecho incontestable del Cronista, por la
Ley 3. a , tít. xii, lib. 1 de la Recopilación de Indias, la participa-
ción de esta especie de documentos para que pueda aprovechar-
los en sus relaciones históricas y usar de ellos con la circuns-
pección y reserva que exige la materia y previene la misma ley,
tampoco puede la Academia dejar de sentirse desairada cuando
no solo se la defrauda de este derecho, sino que se pretende en-
riquecer la colección de Muñoz con los mismos documentos de
su archivo, que son su peculiar patrimonio y fruto de su aplica-
ción y Sus tareas.
No pretende la Academia menguar el mérito ni la suficiencia
de 1). Juan Bautista Muñoz, de cuya laboriosidad y literatura
tiene muy buen concepto; pero sean las que fueren sus luces y
cimientos, juzga la Academia que trabajando á su vista y
bajo su dirección y auxilios, deberían estar más seguros del buen
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 1 7
desempeño, no solo el Gobierno y el público, sido también el
mismo autor.
Parece, por lo dicho, que agregando á Muñoz al número délos
Académicos de la Historia, y subordinando su comisión al voto
y dirección de la Academia, quedarían conciliados el honor é
jnterés de aquél con el decoro y justa consideración que se debe
á ésta. Entonces se podrían depositar en el Archivo de la Aca-
demia los documentos recogidos por Muñoz para que estuviesen
allí con la reserva y seguridad que previene la ley de Indias; se
nombrarían algunos individuos que trabajasen con Muñoz en la
misma empresa; se reconocerían, extractarían y ordenarían, tan-
to los materiales debidos á la diligencia de Muñoz como los que
posee la Academia, de la misma clase; se arreglaría el plan gene-
ral de la Historia, y se daría principio á ella por una descripción
geográfica de aquellas dilatadas regiones que fueron teatro de
los descubrimientos y grandes hazañas de nuestros mayores, y
forman la principal materia de esta Historia; objetos todos de la
mayor dificultad é importancia, y que solo se podrán desempe-
ñar trabajando Muñoz bajo la dirección de la Academia y con el
auxilio de las luces reunidas de sus individuos.
La Academia, Señor, á quien tantos y tan distinguidos testi-
monios hacen recordar con la más tierna gratitud la augusta
protección con que V. M. la ha distinguido desde su elevación
al trono, tiene la más fundada esperanza de que Y. M. se dignará
mandarlo así, y á este fin pone á sus reales pies esta reverente
súplica, muy confiada de que, defiriendo benignamente á ella, la
reintegrará en el uso de los preciosos derechos que ha debido á
la piedad de los augustos Reyes padre y hermano de V. M.
Real orden.
limo. Sp: Habiendo dado cuenta al Rey de la representación
que la Real Academia de la Historia hizo á S. M. acerca de la
Comisión con que se halla D.Juan Bautista Muñoz, oficial de la
Secretaría de mi cargo, de escribir la «Historia general de Indias»,
con las demás reflexiones que en ella hizo presentes, y tratádose
TOMO XLII. 2
1 8 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
de antemano este punto con la atención que se recomienda, se
ha servido S. M. resolver que, sin embargo de lo expuesto por la
Academia, continúe Muño/ la comisión que lo está conferida de
escribir la «Historia general de Indias». Que para su decoro le
despache el título de Académico que le ofrece ose Cuerpo; que
como á tal le franquee los libros y papeles que necesito de su
archivo para dicho fin, v últimamente, que promueva y fomente
la Academia tan útil empresa, do la que le resultará el honor de
ver que uno do sus individuos so aplique á desempeñar una obra
tan deseada en todos tiempos y que tanto puede conducir al ho-
nor de la nación v á vindicarla de las groseras calumnias con que
la han pretendido infamar algunas plumas extranjeras. Y de
orden do S. M. se lo participo á V. S. para su inteligencia, la de
la misma Academia, y que disponga su cumplimiento. Dios, etc.
San Ildefonso, 23 do Septiembre de 1/88. — Antonio Porlier. —
Sr. Conde de Campomanes.
Ningún acuerdo so tomó on el particular.
D. Ramón do ( iuevara, traductor de la obra de Robertson, ocu-
pó plaza de numerario dosde principios de I/87, y falleció en el
año 1790.
Al tratar de cumplir la indicada orden de 9 de Septiembre de
1 79 1, mandando censurar los seis primeros libros de la Historia
del Nuevo Mundo., ya escritos por Muñoz, se dividió la opinión
do los Académicos, siendo una de las consecuencias que el Con-
de de Campomanes, Director desde 1 764, reelegido por acla-
mación ó voto unánime veintisiete veces, dejase de serlo en di-
cho año 1 791, si bien volvió á elegírsele en I79&.
La censura.
En Junta celebrada el viernes 9 de Septiembre de 1791 se
leyó un oficio de I). Silvestre Collar, Secretario del Real Con-
sejo do las Indias, con focha 25 de Agosto, en que de orden de
este Supremo Tribunal, y cumplimiento do otra de S. M., remitía
á la Academia dos tomos de la Historia del Nticvo Mundo, cscri-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 1 9
tos por el cosmógrafo de aquellos reinos D. Juan Baptista Muñoz,
para que expusiera con la mayor brevedad su censura, á fin do
que no hallándose reparo ni inconveniente sustancial, se pudie-
ra proceder á la impresión y publicación.
El Director, D. Pedro Rodríguez de Campomanes, encargó el
examen de la obra á una Comisión, compuesta de los Sres. Duque
de Almodóvar, Conde del Castillejo, D. Tomás Antonio Sánchez
y D. Joaquín de Flores, previniéndoles se reunieran dos veces
por semana en el Palacio de la Panadería.
Presentó dictamen la Comisión el / de Octubre y lo leyó en
la Junta ordinaria de este día D. Joaquín de Flores, de conformi-
dad con los demás comisionados. Expuesto sucintamente el or-
den, distribución y materia de cada uno de los seis libros que
formaban la obra, y de lo que contenía y describía cada uno de
los tres mapas que la acompañaban; después de referir el plan, su
método, la precisión y rapidez del estilo y la pureza del lenguaje,
propios de las buenas calidades de un historiador, opinaban su
trabajo digno de toda recomendación; pero creían conveniente
añadiese el autor al fin de cada reinado ó época un apéndice de
los documentos inéditos en apoyo de la verdad de sus narracio-
nes, y que asimismo al principio de cada libro pusiese un sumario
do lo contenido en él.
La Academia, en vista de lo expuesto y de ciertas dudas so-
bro la idea general de la Geografía, que ocupaba el primer libro,
acordó que éste se leyera en la próxima Junta, para mayor ins-
trucción y más solemne examen de la obra en esta parto, á fin
de que con tal requisito se pudiera dar al Consejo Real de las
Indias el juicio pedido de orden de S. M.
El referido Sr. Flores leyó, pues, el 1 4 de Octubre el libro pri-
mero de los seis que contenían los manuscritos de Muñoz; y
aunque la Academia quedó satisfecha del orden, método y estilo,
se objetó por algunos individuos impropiedad en la apreciación
hecha por el autor respecto al viaje á Oriente del judío Benjamín
de Tudola, y no pudiéndose conciliar los pareceres se recurrió
al medio do recoger los votos de los asistentes por nómina. La
pluralidad convino en que el Sr. Muñoz podía anunciar el viajo
20 BOLETÍN de la real academia de la historia.
de Benjamín de un modo que salvase los insinuados reparos, y
en cuanto al informe sobre el mérito de la Historia, que se arre-
glase al juicio que habían emitido los cuatro censores, inclusos
los elogios que hacían del desempeño de su autor.
En la sesión siguiente, celebrada el 2 1 de Octubre, después de
leída el acta, manifestó el Académico D. José de Guevara Vascon-
celos no hallarse conforme con el favorable juicio de la obra, y
en especial con los términos de recomendación que se habían
'acordado, y anunció que extendería por escrito su disentimiento,
formulando voto particular, que le fué admitido. Lo presentó y
leyó en Junta extraordinaria el 10 de Noviembre, como sigue:
Voto singular y nuevas reflexiones criticas sobre la obra
de D. Juan Bautista Mufwz, por D. José de Guevara.
«Excmo. Sr.:
1. »Haría yo un grandísimo agravio al mérito y literatura
de D. Juan Bautista Muñoz si hubiese creído que en la Historia
del Niievo Mundo, que, con orden expresa del Roy X. S., remite
al examen de la Academia el Supremo Consejo de indias, había
errores substanciales en orden á los hechos históricos. La noto-
ria instrucción del Sr. Muñoz, sus grandes conocimientos, su
infatigable aplicación á este objeto, la diligencia y cuidado que
ha puesto en recoger la preciosísima colección de documentos
que ha hecho copiar de los Archivos y Bibliotecas, sus viajes, y
finalmente, el haber dedicado la obra á S. M., forman una pre-
sunción tan favorable del desempeño de esta comisión, que sería
temeridad dudar de ella; poro estas mismas circunstancias y el
temor de que no se comprometiera la Academia en su dictamen,
fueron los únicos motivos que me obligaron á separarme del jui-
cio casi uniforme de este Cuerpo, pareciéndome que el asunto
era de suma importancia, y que por ser la Academia cronista
mayor de las Indias pedía un examen más detenido.
2. »En efecto, la obra del Sr. Muñoz no puede ni debe con-
siderarse como de un simple particular: es una historia que se
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 21
escribe por encargo especial del Rey padre, costeada por su
munificencia, anunciada á la nación y á la Europa muchos años
há, y que tiene en espectación á los sabios, así nacionales como
extranjeros, y por consiguiente debe mirarla la Academia como
una obra de la nación.
3. »Bajo estos respetos, en que yo la he considerado, expon-
dré sencillamente y con entera imparcialidad las observaciones
que he hecho sobre los cuatro primeros libros, que son los úni-
cos que he leído, no dándome las ocupaciones, que sabe la Aca-
demia tengo en el día, tiempo para otra cosa.
4. » Desde luego echo de menos un prólogo en que se ex-
ponga el motivo, idea, plan y método de esta obra. Es tan nece-
sario este prólogo, que siendo una Historia general del Nuevo
Mundo, como anuncia su título, y no habiéndose presentado más
que seis libros en dos tomos, no se puede saber de qué número
de tomos se compondrá, y por consiguiente si guardarán la de-
bida proporción unas partes con otras, y éstos con los restantes,
objeto que me parece no debe ser indiferente á una Academia
de la Historia, cuando informa sobre una obra de esta naturaleza.
5. »Si se ha de inferir por los presentados, no podrán dejar
de ser muchos volúmenes, porque si en los dos viajes de Colón,
y tiempo que medió desde el descubrimiento hasta la muerte de
la Reina Católica, y en que la materia es muy escasa, se han
ocupado dos tomos con seis libros, cuando la materia sea más
abundante se aumentarán necesariamente, como ya se observa
en el tomo n, que solo contiene dos libros, y el primero consta
de cuatro; de suerte que si siguen en esta proporción en los
trescientos años, no será temeridad pronosticar que ascenderán
á IOO tomos ó más; á que debe añadirse que los libros no están
divididos en capítulos, ni tienen epígrafes para saber de qué tra-
tan, ni poder encontrar con facilidad algún punto que se busque.
Tampoco debo omitir que hasta ahora no es la Historia del Nuevo
Mundo, sino la Historia de los españoles en el Nuevo Mundo. Por
el contexto de este informe se verá que no son voluntarias estas
observaciones.
6. »Echo también de menos un discurso preliminar, porque
22 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
si en muchas obras no es necesario, en ésta le tengo por indis-
pensable. Son tantos los puntos controvertibles, tantas las difi-
cultados y cuestiones, que es necesario desembarazar al lector
antes de que (Mitre en la historia y relación de los hechos. La
población de la América, su descubridor, el origen de los indios,
su gobierno, sus leyes y otros puntos semejantes, deben entrar
en el discurso preliminar, adoptando el autor con buenos funda-.
montos la opinión más probable, porque debiendo tocarse estos
puntos, ó se ha de hacer en el contexto de la obra, lo que inte-
rrumpiría la narración por las dificultades y opiniones que sería
necesario exponer, ó un discurso preliminar, disertaciones ó no-
tas que sería conveniente precedieran á la narración. El mismo
Sr. Muñoz lo ha creído así, pues en el libro primero toca alguno
de estos puntos, pero superficialísimamente y sin ninguna prueba,
como se verá más adelante.
/. »Echo asimismo de menos los documentos, así los publi-
cados como los inéditos, los unos á lo menos citando sus edicio-
nes y los otros en toda su extensión, para ver si se les ha dado
la inteligencia y aplicación convenientes que afiance y confirme
los hechos ó lo que se dice; sin esta circunstancia me parece que
es anticipada y expuesta la aprobación, como se verá en el dis-
curso de este dictamen.
8. »Es de notar que habiendo querido el autor dar una idea
de la navegación antes del descubrimiento de la América, nada
habla d<>l estado de la Astronomía en Europa, que tanto influyó
en el descubrimiento, y aun de la navegación trata tan rápida y
superficialmente, que solo indica los viajes de los portugueses,
sin decir cuáles fueron, cuando el orden pedía que se especifica-
ran estos viajes, pues prepararon el de Colón, como lo confiesa
su mismo hijo I). Fernando.
g. »l\>r el mismo hecho de haber hablado, aunque con tanta
brevedad, del estado de la navegación, so echa de monos que
nada diga del estado político de la Europa, pues uno y otro co-
rrespondían al historiador del Nuevo Mundo.
10. »No os menos de admirar que no haga ninguna reflexión
filosófica sobre la generosidad, buena fo, afabilidad y otras virtu-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 23
des morales de los isleños; sobre el cuidado que tenían las mu-
jeres de cubrir sus partes, y no los hombres, en algunas islas;
sobre la construcción de sus embarcaciones ó canoas, que las
había hasta de /O hombres, con las que hacían el comercio de
unas islas á otras; sobre sus armas, su gobierno; sobre no estar
permitida la poligamia sino á los príncipes, punto que no toca;
sobre que las mujeres trabajaban más que los hombres, de que
tampoco habla; sobre la generosidad con que daban á otro cuanto
tenían, de suerte que Colón llegó á dudar si tenían bienes pro-
pios; sobre los adornos de las mujeres de los caribes, y otros
puntos que constan del primer documento de la Historia de
Indias, que en mi juicio es la carta que, apenas llegó Colón á
Lisboa, de vuelta de su primer viaje, escribió con lecha de último
de Febrero á D. Rafael de Sánchez, y que tradujo en latín Ale-
jandro Cosco con el título ad Magnificum Rafaelcm de Sauxis.
No sé si ha visto este documento que de letra de Tortis se con-
serva entre los manuscritos de la Real Biblioteca, y que impri-
mió Scoto en el tomo n de la Hispania Yllustrata. No parece
probable que haya dejado de verlo; pero es de admirar que nada
diga de la poligamia de los caciques, régulos ó príncipes, que
podían tener hasta veinte mujeres, contentándose los particula-
res con una. De cualquier modo, lo cierto es que este documento
ofrecía materia abundante para reflexiones juiciosas é instructi-
vas, que no hubiera omitido un historiador como Tácito.
11. »Nada habla del comercio de unas islas con otras, ni
cómo se hacía, ni con qué frutos antes del descubrimiento ni
después de él, en lo que he leído, siendo este el objeto principal
de Colón en el descubrimiento, pues lo único que en esta parte
dice es qlie cuanto hallaba Colón le confirmaba en que el país
descubierto era la India.
12. »Esta misma carta de Colón daba materia para tratar de
la Historia natural, y apenas se refieren algunas producciones,
pero sin describirlas científicamente, y no sería cargar la histo-
ria de menudencias detenerse en puntos tan substanciales como
los que dejo notados, y de que tanta instrucción puede resultar
al lector.
24 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
13. »Habiendo expuesto en general lo que echo de menos
en esta obra, paso á poner algunos ejemplos de estos defectos,
que me parece necesitan corrección.
14. »Ya observó la Academia que califica de curioso el viaje
de Benjamín de Tudela. Sospecho que este nombre lo tomó el
autor de M. de la Roche en su Voyage de Sirie et dn Mont Liban,
en que dice que.se leen en él noticias muy curiosas y ciertas]
pero en el dictamen de los hombres más sabios y juiciosos el
itinerario está lleno de patrañas y de errores gravísimos en la
geografía y en la historia, que no merecían el nombre de curioso;
pero además de esto, Baratier, entre otros sabios, es de opinión
que Benjamín no hizo tal viaje, y lo prueba con los lugares
del mismo itinerario, que publicó para • consolar á los de su
nación.
15. » Además de esta observación tan juiciosa de la Acade-
mia, yo apuntaré algunas de las muchas que he hecho.
16. »En el párrafo 1/ de] libro 2.° dice: «tal pudo ser el
»Mapa Mundo, que se dice haber trahido de Roma el Infante
»D. Pedro de Portugal, para auxiliar á su hermano D. Enrique,
»donde suponen diseñados tanto tiempo antes de conocerse el
»cabo de Buena Esperanza y el estrecho de Magallanes, con los
» nombres de Erontera del África y cola de Dragón. Igualmente
» fundada debió de ser la Carta que traxo de la misma capital
»Martin Alonso Pinzón, la que Paulo Físico invió á Lisboa, y la
»que hizo Martin Behem, ó de Bohemia. Ni por conservar esta
» tienen gran tesoro los Archivos de Nuremberga, ni es de la-
» mentar que la del Infante D. Pedro haya desaparecido de los
»de Alcobaza».
17. »Sin detenerme en que llame Carta á la de Martín de
Bohemia, no puedo menos de notar que esto se dice con gran
confianza, pero no se prueba. Martín de Bohemia tiene á su favor,
además de los documentos de Nuremberga, historiadores del
mismo tiempo, confirmados por los coetáneos españoles y otros
posteriores de las demás naciones. En 1493 se imprimió en Ro-
buger la Crónica de Hernán Schcdl, en que se asegura que Behem
descubrió antes que Colón la América, y esta noticia la insinuó
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 25
Gomara, y los comentadores de Eneas Silvio insertaron el texto
de Schedl.
18. »Una opinión, apoyada con estos documentos coetáneos,
que quita á Colón la gloria del descubrimiento y á los reyes de
España el derecho á las Indias occidentales, me parece que no
ha debido tratarse con tanta ligereza, cuando es muy difícil que
el lector pueda por sí mismo dar solución á tan grave dificultad.
19. »Además, que la exactitud que debe guardar todo histo-
riador no permite que el Mapa Mundo, como llama el autor,
aunque en mi juicio impropiamente, que trajo el infante D. Pe-
dro de Roma para auxiliar á su hermano D. Enrique, el que do
la misma capital trajo Martín Alonso Pinzón, y el que envió á
Lisboa Paulo físico á su amigo Colón, se confundan con el de
Martín de Bohemia, que regaló al rey de Portugal, y en que es-
taban señalados los descubrimientos en que él se había hallado.
Aquéllos pudieron ser imaginarios, pero no se puede juzgar de
ellos porque no existen; pero el de Martín de Bohemia confiesa
ol autor que se conserva en el Archivo de Nuremberg, y yo
añado que el que se halla en Nuremberg es copia del de Portu-
gal, hecho por el mismo Behem. A fines del reinado de Alonso V
de Portugal dice que fué Colón á Lisboa, y siendo éste el héroe
principal de estos descubrimientos, y refiriendo muchas menuden-
cias, debió señalar el año, que no es difícil.
20. »En el párrafo I O del mismo libro dice el Sr. Muñoz:
«por que las Islas de Puerto Santo y Madera, halladas casual-
»mente por Capitanes suyos. (de D. Enrique) en ese medio tiem-
»po, bien que prometiesen desde luego grandes utilidades, ni
»hacian al nuevo plan, ni acaso eran desconocidas de Navegan-
tes Castellanos».
21. »Esta aserción es aventurada, porque el mismo infante
D. Enrique, en el plan que formó de descubrimientos, no sabía
qué tierras había de hallar, ni los navegantes qué rumbo debían
seguir, pues se engolfaban en mares desconocidos; y es muy di-
fícil que el Sr. Muñoz presente el plan que formó el Infante, ni
tampoco podrá probar que los españoles acaso no desconocían
dichas islas. '
26 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
22. »En esto mismo párrafo llama al infante D. Enrique
Joven é inexperto, sin embargo ele que ya había estado en las
guerras de África como valeroso capitán, y si mal no me acuer-
do mandando las tropas, según consta de la crónica de Bello
Septensi, escrita el año do 1460 y publicada últimamente por la
Academia de Lisboa; pero á pocos renglones le llama sagaz y
observador, y en el párrafo inmediato, 12, dice que desde la
tierna edad se dedicó á la cosmografía y navegación. En prueba
de que no era inexperto, aunque fuese joven, particularmente
en punto del descubrimiento de nuevas tierras, hay historiadores
portugueses que dicen que el Infante tuvo noticia de muchas de
ellas, y en particular de la línea que seguía la costa de África,
de ciertos moros instruidos con quienes consultó sus expedi-
ciones.
23. »\o sé con qué fundamento, dice el Sr. Muñoz, libro 1,
párrafo 3. , que de haber protegido los Reyes de Castilla á prin-
cipios del siglo xv la población de las Canarias por europeos, se
siguió que se hiciesen osadas expediciones en el Océano Atlán-
tico á distancias notables de la tierra, que de esto resultaron sos-
pechas de nuevas islas hacia el Occidente, y que dio también oca-
sión á las contrataciones con los pueblos bárbaros del África, en
que se adquirieron frutos ó metales preciosos por fruslerías de
ninguna estimación entre nosotros; porque además de no infe-
rirse estas aserciones de la protección que los Reyes 'de Castilla
dieron á la población de las Canarias, ellas en sí mismas no son
ciertas.
24. »Si por osadas expediciones no entiende los viajes hechos
á las Canarias, no será fácil que señale el Sr. Muñoz otros que
pasasen de las Canarias; porque las expediciones que se llamaron
osadas fueron en las que se descubrieron las islas de la Madera,
Azores, Cabo Verde, etc., y aquellas en que se dobló el cabo de
Non, que por su incertidumbre y riesgo se le dio este nombre,
y todas estas que fueron desde mediados del siglo no tienen co-
nexión alguna con la protección que los Reyes de Castilla dieron
á la población de las Canarias.
25. »Es asimismo poco cierta la segunda aserción, porque
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 27
las sospechas de nuevas islas hacia el Ocidente era muy anterior,
pues venían desde Platón, Aristóteles, Séneca, etc., como el
mismo Sr. Muñoz lo dice en el libro n.
26. »La tercera me parece un error histórico y cronológico,
porque ni los portugueses ni ninguna nación europea hizo estas
célebres contrataciones y rescates hasta después de mediado el
siglo xv; á lo menos este modo de expresarse no es exacto.
27. »Supone el Sr. Muñoz que estos viajes fueron anteriores
á los de los portugueses y á las expediciones del infante D. En-
rique, pues dice Émulos los Españoles de las glorias de sus veci-
nos, etc.
28. »Si eran tan gloriosas á los españoles, debió citar el do-
cumento en que se funda para satisfacción del lector. Yo á lo
menos lo ignoro; pues si estas contrataciones, viajes, etc., se en-
tienden hechos á la parte occidental de África ya conocida hasta
las cercanías del Cabo de Xon, ya lo era antes de la segunda
conquista de las Canarias, y siempre se echará de menos que
el autor no diga qué pueblos bárbaros del África eran estos con
que se contrataba.
29. »En el párrafo 20 del libro i, dice: «derramado (el géne-
»ro humano) por lo más septentrional de la Europa, por donde
»quizá están unidos los continentes, ó hasta el extremo oriental
»del Asia, por donde hoy dia se hallan separados por un corto
» estrecho, que acaso fué menor, ó ninguno, en aquella Era, Una
»porcion de gentes de las más rústicas al parecer transmigra á
»la América, y luego por varios accidentes á las islas del mar
»del Sur».
30. »Vese aquí cómo trata la grande y difícil cuestión de la
población de la América y sus islas, aun las distantes del conti-
nente, sin otra prueba, fundamento ni conjetura probable, que
accidentes, acasos, etc.
31. »Todo lo que dice el autor de los' americanos hasta el
siglo xv, se reduce á estas pocas expresiones: «sin duda corrie-
ron no pocos siglos desde el dilubio antes que formasen sus pri-
» meros imperios; siguen hasta el siglo xv separados del resto de
»las hombres, y corriendo varias fortunas, experimentando tal
28 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
»vez más inundaciones, guerras más continuas y sangrientas, y
»otros infaustos accidentes, llegan al estado en que son descu-
biertos», etc.
32. »A la verdad, me parece que este modo de tratar los
puntos más esenciales no es . propio de las luces del siglo xvm.
33. »En el párrafo 18 dice: «si la especie humana procede
»de un solo principio, si pereció toda en una inundación univer-
»sal, salvo la familia de Noe», etc.
34. »Aun cuando ésta se tenga por una hipótesis, me parece
que el dogma del diluvio universal no debe exponerse con esta
condicional, para evitar el peligro del lector incauto.
35. »Solo me resta que hablar de estilo, y á la verdad no
puedo darle denominación, porque no tiene carácter, expresiones
pomposas, locuciones de construcción difícil, voces anticuadas,
defectos en la Gramática castellana, desigualdad, obscuridad, etc.
36. »De todo pongo la lista siguiente:
» Libro 1, § 2. Después de las celebres expediciones cruzadas se
hubieron nociones mas extensas y menos equivocadas. Haber no-
ciones no se usa el día de hoy.
» Libro 1, § 16. Mientras no se apoderase de los Principes el
espíritu de descubrir nuebas tierras. Ni es francés ni español.
»§. Protegiendo la población Europea de las Islas Cana-
rias. Presenta un sentido equívoco, porque no se sabe si era la
población ya establecida en aquellas islas ó la que de nuevo se
enviaba, y siempre es obscuro.
»§ 11. Esta pequeña parte de la tierra engreída con mil pre-
tensos privilegios halló por todo la misma naturaleza con aquella
7iniforme variedad que forma su carácter. Locución francesa:
trouva par tout.
»§ 12. Extiéndese (la América) hacia el norte hurtándose á la
observación cerca de los So grados, y corre por el sur obra de
2.J00 leguas. El hurtarse á la observación y el obra de 2.700
leguas, no nacieron en un mismo país. Siempre que ha de usar
del como ó de poco más ó menos, usa de la voz obra, v. gr.: obra
de 15 leguas, obra de 8 grados, obra de tantos días, obra de
tantos hombres.
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 29
»§ 21. Solamente han prevalecido algunos edificios de varia
antigüedad, algunas sombras débiles de ciertos sucesos distingui-
dos, en tradiciones. Acaso querrá decir que la tradición ha conser-
vado algunos sucesos notables; pero distinguidos en tradiciones,
ó no se entiende ó peca contra la Gramática castellana.
»§ 25. Ya raros (los puros americanos) ó ningunos en cier-
tas islas y provincias donde eso no obstante provienen frutos y
géneros con que se mantienen mucho mayor numero de gentes. Si
provenir lo entiende por producir, no se usa; si por venir, falta
á la Gramática.
» Libro iv, § 21. Viven una vida salvage.
»Libro m, § 27. Autorizados Aíitores. Las- voces anticuadas
Enpero, Enpos, liviandad, acatar al través, etc., son muy fre-
cuentes; también lo es el usar del infinitivo por el substan-
tivo.
» Libro 11, § 21. De entre las tinieblas de los siglos barbaros
salió la luz, etc., que dirigió á los Navegantes por el grande
Occeano donde estaban encerradas, y oailtas las dilatadas regio-
nes. Este es un estilo muy metafórico y muy hinchado para la
historia, y no se le disculpa á Tito Libio ni aun en las arengas.
»§ 27. Hizo fastidiar en gran parte las sutilezas estériles.
Fastidiar las sutilezas no tiene gramática.
»E1 mismo defecto de gramática hay en aplicar artículos mas-
culinos á nombres femeninos y al contrario: como despreciando
los continuos señales en el § 3 1 del libro 111, las continuas sinsa-
bores; lib. ni, § 48, los entretenidas y sinsabores pasadas, el Ar-
mada del Artillería del América, frecuentísimamente.
»Libro 11. Iufimdió espíritus. Por decir espíritu, confianza ó
valor.
y>La Nao mayor procurada para el intento, en vez de que se
procuró; pero es frecuente en esta obra usar de los participios:
salido el sol, amanecido el día, vuelto de la universidad de Pavía,
llevado, conducido, visto, etc.
» Concluye el libro 11 con decir que confesaron y comulgaron
para esforzar sus espíritus d imitación del Pió General, en lugar
del piadoso.
30 boletín de la real academia de la historia.
» Libro ni. Después de haber deliberado si en lugar de ella
tomarían otro Navichuelo de 4.0 toneles, por toneladas.
s>§ 2. Suspiraron y lloraron desconfiados de volver jamás en
tierra) ya había dicho antes sacar en tierra, por volver á tierra,
sacar á tierra.
» Un Medico llamado Maestre Alonso Físico. Si físico no es ape-
llido, que probablemente no lo es, es una repetición, porque á
los médicos se les llamaba físicos.
» Animólos el General con largas esperanzas, largos ofrecimien-
tos, proveyó largamente. No so usa de este adjetivo en el sentido
del autor.
»Todo prometió- notable población, por mucha ó grande po-
blación.
»Por el día que era fue llamado de San Nicolás, asi el Puerto
como el Cabo que le demora al Norte. Los cabos no demoran.
» Libro ni, § 42. Con algunas contezuelas de vidrio, porcuen-
tezuelas, y no es descuido de pluma, pues se repite en el § 49,
con tez uelas coloradas.
»Doude acaeció llevar algunas Canoas con naturales de otras
Islas á la usada permutación de oro, á varatijas, en vez de por
ó con.
»Libro 111, $ 27. Hacia tiempo que Colon traia esta máquina
en su mente = se dejó correr la Caravcla á Dios y á la ventura
1 iv-20) al romper del dia (iv-51) con pocas esperanzas de que arri-
base á Puerto de salvación: un negocio de tanto gasto y tomo.
Lstas y otras semejantes expresiones son muy familiares y de
estilo bajo.
»Libro 111, v; 45. Se despachó un Mensagero á toda furia, por
á toda pris 1.
s> Abrazó Colon esta cuenta que frisaba con sus ideas = cada
dia se iba poseyendo de su especioso plan; poseerse de su especio-
so plan, no lo entiendo.
» Apuran todos los medios de un examen sabio y detenido; apu-
rar los medios de un examen, no se entiende.
» Libro [ii, >; 30. El qual (Colon) parece haber hecho presa de
esta indicac: n para disponer el rumbo de su viage. 1 íacer presa
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 31
solo se dice de los perros ó de las embarcaciones en tiempo de
guerra.
»Libro iv, § 2. Para decir que continuaba el mismo viaje,
dice: el ó insistiendo en la empezada ruta.
» Disimuló sus sentimientos temeroso délos espíritus délos
Pinzones, no moviesen alguna sedición. Xo sé qué quiere decir
aquí espíritus, si será el genio, carácter, valor.
»A esta causa deseaba salir de su Compañía, en lugar de por
esta causa deseaba.
»§ 3. Reservándose para otra vez seguir el rastro de las mi-
nas. Las minas, no tienen rastro.
»§ 4. Había (Martín Alonso) llevado á fuerza 4. hombres y
dos mugeres mozas. En lugar de traído ó robado.
»§ 5- Llegados á ella encontraron algunos naturales de arte
y parecer muy diverso de lo pasado. De arte muy diverso, no lo
entiendo.
»§. Únicamente salió cierta la noticia de las Islas de Cari-
bes. Falta el artículo los.
iLa fiereza del rostro, su hablar bronco todo conformaba con
las señas que la gente de lo pasado daba de sus crueles enemigos.
La gente de lo pasado, por la de las otras islas.
»§ 10. Hasta el ultimo de Enero andubo cosa de 4.00 leguas.
En lugar de como unas 400 leguas.
» A poco mas de legua por hora compensando en variedades fa-
vorables algunas calmas. Compensar las calmas en variedades
favorables es obscuro.
»§ 17. Le afea (Colón á Castañeda) su traición. Cominale
la indignación del Rey. Cominar la indignación no sé que se
diga en castellano, y será amenazarle con la indignación del
Rey.
»§ 22. Arboles y yerbas nacidos y crecidos hasta dentro en el
agua, por dentro del agua.
»§ 23. Las raridades que traía Colon, por curiosidades ex-
trañas.
»§ 28. Por vía temperada, en lugar de por rumbo ó camino
templado.
32 boletín de la real academia de la historia.
»§ 29. Gozó Colon esta gloria sin ninguna mella. Gozar la
gloria sin mella no sé que lo diga nadie.
»Por de contado se le saluda (á Colon) por los Reyes Catholicos
con los títulos de Don, de Almirante, de Virrey, y de Gobernador.
No sé qué quiere decir aquí saluda. Lo cierto es que estos títu-
los se le habían dado en la contrata, como el mismo autor con-
fiesa, y que Colón había usado ya de ellos con el Rey de Por-
tugal.
»§ 49. Sin embargo quedó firme el tratado (entre Castilla y
Portugal) que á los principios estubo á pique de abortar una san-
grienta guerra. El tratado estar á pique de abortar, no lo en-
tiendo.
»§ 5 O- A Fonseca se le mandó estar alerta, y en el caso que
saliese armada de Portugal aprestar otra doblada', querrá decir
otra al doble mayor.
»§ 53. Poblczuclos, por aldeas ó pueblecillos.
»§ $6. Varias observaciones hechas de priesa con poco saber,
y menos exacción] por exactitud, prisa y sabiduría.
»Concluye el libro iv diciendo: Antes de anochecer se avistó la
Española en Comarca del Golfo de Samaná, etc.
»Además de la impropiedad de llamar comarca en el Golfo,
no se sabe si era la isla ó la armada la que estaba inmediata al
Golfo de .Samaná.
^Finalmente, no permitiéndome la brevedad con que se me
ha mandado presentar mi voto particular detenerme en otras
observaciones, concluyo mi dictamen diciendo: Que esta obra
nada contiene contra la fe, buenas costumbres, ni contra las leyes
del reino, que impida su publicación, pero que nada substancial
añade á lo que dicen los historiadores de Indias, así nacionales
como extranjeros; antes, bien, falta no solo lo que dejo notado,
sino muchas otras especies que podrían señalarse después de una
lectura y examen más detenido; que carreo de autenticidad, por-
que no trae los documentos ni las citas que confirmen ó prue-
ben los hechos; que le falta el interés, porque se han omitido las
reflexiones que pueden instruir al lector: que está escrita sin la
filosofía propia del siglo y á que daban lugar y abundante mate-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 33
ria los mismos hechos; que el estilo es desigual y poco correcto
el lenguaje; pues aunque hay párrafos de estilo más sublime, se
pueden considerar como la púrpura de Horacio cosida con el
paño bajo; por consiguiente, le falta la dignidad correspondiente
para que se publique dedicada al Rey N. S. y como una obra de
la nación.
»En este juicio, que sujeto gustosamente á la sabiduría y luces
de la Academia, me parece que no podrá encontrarse expresión
alguna que ofenda la persona del autor, á quien estimo particu-
larmente, y cuyas satisfacciones y felicidades deseo muy de ve-
ras, ni al informe de los censores, ni últimamente al juicio de la
Academia. Solo he creído que una obra de esta importancia
pedía un examen más prolijo para no comprometer el augusto
nombre de S. M. y el decoro de la nación; cualquiera otra inter-
pretación será siniestra, contraria á mis intenciones, y desde
ahora la protesto.
» Madrid 10 de Noviembre de 1 791. — José de Guevara Vas-
conzelos-».
Las dudas suscitadas por la lectura de este papel acerca de la
puntualidad y exactitud de la referida Historia promovieron
nueva votación para determinar si, no obstante el juicio emitido
por los cuatro censores que tuvieron la comisión de su examen,
convendría leer y reconocer de nuevo toda la obra en Academia
plena con preferencia á otro cualquiera trabajo, lo cual por vota-
ción también se decidió, determinando celebrar, á más de la ordi-
naria, otra sesión todos los lunes, empezando el 1 4 del mes
corriente. Asistieron á la votación los Sres. Director Campoma-
nes, Guevara, Ortega, López, Rivero, Celada, Palomares, Duque
de Almodóvar, Conde de Castillejo, P. Banqueri, Vargas y Ponce,
Manuel y Rodríguez, P. Cáñez, Antonio Gillemán, P. Montejo,
P. Cuenca, Cornide, Fernando Gillemán, Posada, P. Centeno,
P. Traggia, Capmany, Secretario, total 22.
Reunida por consecuencia la Academia el lunes 14, antes de
empezar la lectura se ventilaron dos puntos á propuesta de algu-
nos de los asistentes, á saber:
TOMO XLII. 3
34 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
i .° Si la Historia del Nuevo Mundo debía llevar prólogo en
que el autor manifestara la idea y plan de ella. Habiéndose votado
por nómina decidió la mayoría: «Que era preciso prólogo, y que
éste se había de presentar previamente al examen de la Aca-
demia».
2.° Si debía preceder al cuerpo de la obra un discurso preli-
minar en que se tratasen las grandes cuestiones, así geográficas
como políticas y morales, que tenían divididas las opiniones de
los historiadores y literatos de Europa.
En votación nominal igualmente se decidió: «Que no era nece-
sario este discurso», siendo el número de votos ocho por la afir-
mativa y seis por la negativa; pero los Sres. Rivero, López,
P. Banqueri, P. Cáñez, Gillemán y Capmany, reservaron su pare-
cer hasta después de la lectura de los dos tomos presentados.
El Duque de Almodóvar llamó la atención sobre el voto par-
ticular del Sr. Guevara, estimándolo poco fundado, contradicto-
rio y demasiado crítico contra la práctica de la Academia, y la
intención del Real Consejo de las Indias, según los términos
en que había encargado la censura. Sin embargo, se procedió á
leer la obra según el anterior acuerdo.
Continuando esta lectura, en la sesión del 1 8, fué el Sr. Gue-
vara particularizando las observaciones y reparos de su voto par-
ticular; promoviendo largas discusiones y variedad de pareceres
sobre algunos puntos, que se prosiguieron en la junta del 21, y
en la inmediata del día 25 se dio cuenta de la siguiente disposi-
ción comunicada por el Sr. Conde de Floridablanca, Secretario
de Estado del Despacho Universal, fecha en San Lorenzo el 24.
Real orden.
El Rey ha entendido las diferencias y disputas ocurridas y que
aún penden en esa Real Academia, con motivo del examen y
censura de los seis primeros libros que de su Real orden está
escribiendo D. Juan Bautista Muñoz, y mandó pasar al Supremo
Tribunal de las Indias para que expusiera su dictamen, oyendo
antes á la Academia. Para tomar S. M. conocimiento y resolver
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 35
lo conveniente en una materia de esta naturaleza, quiere que con
la mayor brevedad informe la Academia con copia auténtica de
todo lo ocurrido en el particular desde que recibió del Consejo
los seis expresados libros hasta el presente. Lo participo á V. S.
de orden del Rey, para inteligencia de la Academia y para su
pronto y debido cumplimiento. Dios, etc. San Lorenzo, 24 de
Noviembre de 1791. — El Conde de Floridablanca. — Sr. D. Anto-
nio Capmany.
Acordado el inmediato cumplimiento, se prosiguió la lectura
y discusión de la obra en esta misma Junta, así como en las de los
dias 28 de Noviembre, 2, 5, 9, 12 y 16 de Diciembre, en que se
concluyó la de los seis libros y la de reparos que se habían ido
haciendo. Volvió á presentarse la proposición de «si debía llevar
la obra un discurso preliminar», y la pluralidad decidió que sí.
Seguidamente se preguntó si había ó no inconveniente en que
los referidos seis libros leídos de la Historia del Nuevo Mundo se
dieran á la luz pública, y acordado que la votación fuera secreta,
resultaron diez votos en pro y siete en contra. Por consecuencia,
se resolvió devolver el original al Real Consejo de las Indias con
certificación del acuerdo.
A las referidas sesiones, desde la de 1 4 de Noviembre, no asis-
tió el Director Campomanes, presidiéndolas el Sr. Guevara, autor
del voto particular, lo mismo que la de 23 de Diciembre, en
la que el P. Fr. Juan de Cuenca presentó por escrito protesta
contra la votación de la precedente, calificándola de contradic-
toria y nula, entre otras razones por haber emitido voto indivi-
duos que no habían asistido á todas las Juntas en que se hizo la
lectura, y acordó la Academia que este escrito pasara con urgen-
cia á informe del censor.
Lo era D. Felipe de Rivero, y cumplió la encomienda el 28 de
Diciembre leyendo su dictamen. Consideraba preferible que la
Academia trabajara en unión y paz, lejos de discordias y espí-
ritu de partido enemigo de todo bien, y por tanto, que en vez
de llevar adelante el acuerdo del día 1 6, se comunicaran á Don
Juan Bautista Muñoz todos los reparos puestos á su Historia para
que hiciera de ellos el uso más conveniente á la mejora y perfec-
36 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ción de los trabajos, y que de lo que practicase se volviera á dar
vista á los primeros cuatro censores, á cuyo juicio se confiara la
Academia, pasando el manuscrito sin más examen al Supremo
Consejo de las Indias.
2.° Que sería oportuno y útil que se representase á S. M. sobre
las dudas y reparos que se habían ofrecido con motivo de la gra-
cia de Académico hecha al Sr. Muñoz (en 14 de Septiembre
de T 788 ), dudas que habían detenido la posesión y ejercicio,
defraudando todo ese tiempo al Cuerpo de un individuo tan digno.
3. Oue la Academia procedería noble y generosamente si
<Mi la elección de Director (i) siguiese la costumbre de tantos
años á favor de un personaje que renunció la perpetuidad por-
que conservase su libertad la Academia; que sería inesperada
novedad el primer ahóndela exoneración de sus empleos y reci-
biría la ofensa en una sesión en que las dos terceras partes, lar-
gamente, eran Académicos á propuesta suya.
En fin, que no había circunstancia que no reclamase para rec-
tificar un hecho que se oponía á la correspondencia, memoria y
honradez, y que volverían las cosas al pie de concordia y unifor-
midad, en cuya conservación solo se interesaba el censor.
Alabó la Academia la discreción y buen celo del Sr. Rivero;
v aunque hubo discrepancias, acordó aceptar su dictamen en
punto á comunicar al Sr. Muñoz los reparos hechos á su obra, en
la forma que indicaba, y en el de que se diera al mismo posesión
de la plaza de Académico que tenía concedida por orden de Su
Majestad, de 23 de Septiembre de 1/88, en clase de supernume-
rario.
En la elección de Director no quedó complacido: ocho escru-
tinios fueron necesarios para reunir número suficiente de votos,
y esto, en el último, después de haber eliminado la candidatura
(1) Se había verificado en la sesión anterior del día 23, obteniendo diez
votos el Conde de Campomanes, nueve el Duque de Almodóvar, uno Don
Tomás Sánchez y uno el Conde de la Roca. No dio resultado en razón ;i
no haber obtenido ninguno de los candidatos las dos terceras partes de
los votos, requeridas por los Estatutos.
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 37
del conde de Campomanes. Así obtuvo mayoría el duque de Al-
modóvar.
Tomó posesión el 13 de Enero de 1792, y en la primera se-
sión de su Presidencia se dio cuenta de regia determinación que
ponía término al asunto de la Historia del Nuevo Mundo, suscri-
biendo el Académico de la Historia D. Antonio Porlier, Marqués
de Bajamar, Secretario de Estado y del Despacho de Gracia y
Justicia de Indias, la siguiente
Real orden.
Excmo. Sr.: He dado cuenta al Rey de una representación
que han dirigido á S. M. por mano del Sr. Conde de Florida-
blanca, con fecha 20 de Noviembre del año próximo pasado, los
censores que la Real Academia de la Historia deputó para el
examen que de Real orden se la cometió por el Consejo de In-
dias, de la Historia del Nuevo Mundo, escrita por D. Juan Bau-
tista Muñoz, Cosmógrafo de Indias y Oficial de la Secretaría de
Estado y del Despacho de Gracia y Justicia de aquellos domi-
nios de mi cargo, en la cual, con otros individuos del propio
Cuerpo, se quejaban de que á pesar de la honorífica aprobación
que habían -dado á dicha obra por su exactitud, buen método,
pureza de lenguaje y demás prendas que la hacen muy recomen-
dable, se habían suscitado diversos pareceres, y contra la cos-
tumbre de la misma Academia, y con desdoro de los cuatro in-
dividuos censores, en quienes había comprometido todas sus fa-
cultades, se mandó leer y examinar de nuevo en sus Juntas ordi-
narias y en las extraordinarias tenidas á este fin, en las que tam-
bién se leyó el dictamen particular que formó el Académico Don
José de Guevara Vasconcelos, y dio motivo al nuevo examen y
dilaciones que se han seguido.
Asimismo he hecho presente al Rey la representación de la
Academia de 29 de Noviembre del citado año, en que satisfa-
ciendo á la Real orden de 24 del propio mes, comunicada por el
ministerio de Estado, acompañó copia auténtica de todas las ac-
38 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
tas celebradas por la expresada Academia y demás ocurrido des-
de que por el Consejo de Indias se le pasó para su censura la
Historia de Muñoz.
Enterado de todo S. M. muy particularmente, y deseando cor-
tar disputas y opiniones, se ha servido resolver, conformándose
con el uniforme dictamen de la Suprema Junta de Estado, que
la Academia cese en la revisión de toda la obra de Muñoz que
tenía acordada, por estar ya vista, examinada y aprobada con
elogios por los cuatro censores á cuyo juicio la confió, y que en
cumplimiento de lo que se la ha prevenido por el Consejo de
Indias, le devuelvan los dos tomos de la mencionada Historia,
acompañados de la censura de los cuatro Académicos comisiona-
dos, para que en su vista tome aquel Tribunal la determinación
que hallare justa acerca de su publicación. Todo lo cual preven-
go de Real orden á V. E. á fin de que, haciéndolo presente á la
propia Academia, disponga el más puntual y debido cumplimien-
to de la soberana determinación. Dios, etc. Palacio, 8 de Enero
de 1/92. — El Marqués de Bajamar. — Excmo. Sr. Duque de Al-
modóvar..
Cumplido el precepto, dispuso el Consejo de Indias la publi-
cación, y salió de las prensas de la Viuda de Ibarra el año 1793
un tomo en 4. , conteniendo el manuscrito leído ante la Acade-
mia, sin otra variación que la de agregar al final Sumarios de los
libros de este tomo por el orden de sus secciones. El Cuerpo no
volvió á tratar del asunto, ni el autor, posesionado de su plaza
de Académico, hizo en lo sucesivo alusión á los escritos que se
le habían comunicado. Escribió, sin embargo, respuesta al voto
particular del Sr. Guevara, reservándola en uso privado, al cono-
cimiento de sus amigos, por curiosidad de alguno de los cuales
ha llegado á su natural destino, transcurridos más de cien años,
en esta forma (i) :
(1) Perteneció el documento original, ron anotaciones de mano de
Muñoz, al general de Marina D. Jo.-^c de Mazarredo, y ha sido remitido á
la Academia con otros varios, como obsequio del Sr. D. Antonio de Maza-
nedo y Allende Saladar, en el año «le 1902.
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 39
Respuesta de D. Juan Bautista Muñoz al voto
del Sr. D. José Guevara sobre la «Historia del Nuevo Mundo».
Resumen del hecho.
«Presentados al Rey, nuestro señor, los seis primeros libros de
mi obra en dos tomos manuscritos, se remitieron con Real orden
al Consejo de Indias para que informase si había en ellos reparo
ó inconveniente substancial que impidiese su publicación, oyen-
do antes á los Fiscales y á la Academia de la Historia. Pasó mi
escrito á este cuerpo literario á fines de Agosto antecedente, y
se nombró para el examen una Junta compuesta de los señores
Duque de Almodóvar, Conde de Castillejo, D. Tomás Sánchez
y D. Joaquín de Flores; éstos presentaron su dictamen, muy
favorable á mi Historia, en la sesión* de 7 de Octubre. Todos los
Académicos se dieron por satisfechos. Solamente el Sr. Guevara
hizo oposición, diciendo haber oído que la parte geográfica era
copiada de Munster. Bastó este escrúpulo para que el Sr. Direc-
tor mandase suspender la aprobación hasta la sesión próxima,
en que, para satisfacción del Cuerpo, se leería públicamente el
libro primero, donde, según decían, estaba mi sistema geográfico.
En efecto, se leyó este libro con general aplauso, y á consecuen-
cia se confirmó la honorífica aprobación de la Junta por votación
unánime. Disipóse el escrúpulo del Sr. Guevara, y aun se le hizo
confesar que no había visto la Cosmografía de Munster. Sin em-
bargo, repugnó los elogios, aunque no quiso asistir á la lectura, y
convidado á tomar conocimiento de la obra, se negó entonces
constantemente. No asistió el Sr. Director á esta sesión. En la
siguiente del 21, al tiempo de ratificar el Acta, dijo el Sr. Gue-
vara que había sido de voto singular y lo quería dejar por escri-
to. Bastó esto también para que se detuviese la certificación, que
debía remitirse al Consejo conforme á lo acordado, hasta ver el
voto singular. Para extenderlo tomó el Sr. Guevara los tomos,
y aunque ofreció devolverlos con su voto en la sesión próxima,
no lo hizo hasta el 30 de Noviembre. Leído el papel se suscita-
ron varias disputas; y so color de cortarlas, dispuso el Director,
40 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
sin respeto á todo lo actuado, que se leyesen los dos tomos en
Academia plena y se fuesen criticando menudamente. Así se ha
hecho, y empleando en ello dos días cada semana, se ha concluí-
do la lectura en 1 6 del corriente Diciembre, día en que, á pesar
de varias maquinaciones, se ha decretado nue\-amente la apro-
bación á pluralidad de votos» .
Respuesta de D. Juan Bautista Muñoz al voto particular
del Sr. D. José de Guevara sobre la «.Historia del Nuevo Mundo».
«Empieza el Sr. Guevara confesando que en mi obra no hay
errores substanciales en orden á los hechos históricos. «La noto-
ria instrucción del Sr. Muñoz (dice), sus grandes conocimientos,
su infatigable aplicación á este objeto, la diligencia y cuidado
que ha puesto en recoger una preciosísima colección de docu-
mentos, y el haber dedicado la obra á S. M., forman una presun-
ción tan favorable del desempeño de esta Comisión, que sería
temeridad dudar de ella. Pero estas mismas circunstancias y «"1
temor que no se comprometiera la Academia en su dictamen,
fueron los únicos motivos que me obligaron á separarme del
juicio casi unánime de este Cuerpo». Pudiera quitar el casi, pues
fuera de él todos los Académicos juzgaron que yo había imitado
felizmente á los antiguos clásicos, y llenado dignamente las
buenas partes de un historiador; así en el plan, la distribución y
orden, y las oportunas descripciones geográficas, como en la
precisión y rapidez del estilo, la propiedad y pureza del" lengua-
je. Este fué el dictamen de los cuatro Censores que examinaron
la obra con la debida atención y diligencia, con que se confor-
maron todos los individuos del Cuerpo en la sesión del 14 de
Octubre, después de leído en ella el primer libro, según el acuer-
do de la sesión antecedente. Solo el Sr. Guevara, que no quiso
asistir á la lectura, llevó á mal los elogios que oía en boca de
todos sus compañeros, y se obstinó en que la obra sería un libro
más en el mundo, al mismo tiempo que protestaba no tener de
ella ningún conocimiento ni quererlo tomar. Una conducta tan
ajena de un hombre sensato, y las expresiones preñadas que so
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 41
le han oído , dan una presunción vehementísima de que el origen
de la censura que después hizo es muy distinto del que significa.
Será, en realidad, lo que quiera el Sr. Guevara; ni juzgo de su
corazón ni me opongo á que hay cosas ciertas que son suma-
mente inverosímiles. Vengamos á sus reparos.
»Los defectos que el Sr. Guevara pone á mi escrito se redu-
cen, según dice, á pecados de omisión y de comisión. De los
primeros tenía yo largas noticias, y las personas que saben ante-
cedentes señalan, como con el dedo, al autor de este capítulo.
Se me culpa que no haya dividido los libros en capítulos, ni
puesto epígrafes; que falta un prólogo en que se exponga el
motivo, idea, plan, método y extensión de esta obra; que se
echan de menos los documentos, las citas y las pruebas. Yo echo
de menos, en los que así censuran, ó la noticia de los mejores
libros históricos de todos tiempos y países, pues todos los más
carecen de tales circunstancias, ó el juicio y gusto con que se
pretende imponer unas leyes desconocidas en la república lite-
raria. Los que conocen á Herodoto, Tucidides, Jenofonte, Poli-
bio, Livio, Salustio, Bucaman, el Presidente de Thou, Grocio,
Mariana, Mendoza, etc., deben mirar como nuevas y extrava-
gantes las reglas del Sr. Guevara, y despreciar como se mereco
el dictamen de los que á su contemplación dijeron que aquellos
autores ya no rigen en el día. Y de hecho es así, que por nues-
tra desgracia se estudian y se imitan muy poco los modelos de
la antigüedad. Aunque en la presente acusación no tiene tanta
parte la ignorancia cuanto el prurito de notar á diestro y sinies-
tro. No ignora el Sr. Guevara que tengo ofrecidos los documen-
tos, las pruebas é ilustraciones, y también el prólogo. Ale he pro-
puesto hacer más de lo que se me exige, confiando en Dios y en
mi aplicación satisfacer al Rey, al ministerio, al público y par-
ticularmente á los doctos y juiciosos, bien que sin esperanza de
contentar á mi antagonista.
»Desde luego no sabré decirle qué número de tomos conten-
drá toda la Historia. Su merced se mete en cálculos que cierta-
mente no entiende, pues yerra en los datos más obvios. Mis seis
libros finalizan con el gobierno del primer Almirante: el calcu-
42 boletín de la real academia de la historia.
lador dice que con la muerte de la Reina Católica, confundiendo
los tiempos y precipitándose vergonzosamente. No es esto lo
peor. I'or semejantes datos saca que la obra entera tendrá loo ó
más tomos. Mótala de prolija al mismo tiempo que entre tantas
censuras arbitrarias, pueriles y ridiculas, no hay una siquiera
sobre superfluidad de palabras ó cosas. Muy al contrario, echa de
menos tal multitud de entrambas, que si la obra hubiera de dis-
ponerse según su fantasía, sería la más larga y monstruosa del
mundo. Juzga indispensable el Sr. Guevara un discurso preli-
minar, disertaciones ó notas que precedan á la narración. En
estos aparatos previos quiere se traten tantos puntos controver-
tibles, tantas dificultades y cuestiones, que es necesario desem-
barazar al lector antes que entre en la historia. Asimismo «orde-
na y manda» se trate en los preliminares sobre la población de
América, su descubridor, el origen de los indios, su gobierno,
sus leyes y otros puntos semejantes, exponiendo innumerables
dificultades y opiniones y adoptando el autor con buenos funda-
mentos la opinión más' probable. Manda otrosí se exponga lar-
gamente el estado político de la Europa, el de la Astronomía y
el do la Navegación en los tiempos anteriores al descubrimiento».
Ni le satisface que tales puntos se toquen y orillen rápida y li-
geramente, como hago yo en muchos de ellos en el primer libro:
deben extenderse /r0 dignitate. «No fué Aristarco tan severo, ni
pidió tantas leyes como pides» (Lup. Argensola). Quien haya visto
un buen tomo en folio empleado en uno solo de estos puntos, y
otro tal bajo el título de Ensayo sobre la cuestión, cuándo y
cómo fué poblada el América, «podrá tantear el número de vo-
lúmenes que ocupará el discurso preliminar del Sr. Guevara. ¡Qué
picado tan gordo haber tratado esta grande y difícil cuestión en
pocos renglones! Las luces del siglo xvm (dice) pedían otra cosa.
¡Qué 1 bárbaros no serán en su concepto los ingleses, autores de
la Historia universal, que en la de América, no obstante su título
tan general y pelado con el mío, pasan por alto todos esos pun-
tos, que su merced llama los unís esenciales] y en cuanto á la
cuestión gratule solo se dignan advertir en una nota» que dejan
á los académicos y especuladores ociosos la inútil fatiga de in-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 43
vestigar cómo fué poblada la América; porque esta materia pa-
rece ajena de un historiador. ¡Qué mal corresponde Robertson
á las luces del siglo, pues que en su Historia general de Amé-
rica omite ó toca á la ligera todos los más asuntos que el señor
Guevara echa menos en la mía; y en la de su país abandona la
primera época á las investigaciones y credulidad de los compila-
dores de viejas crónicas, porque no ofrece mas que fábulas y
conjeturas; y aun la segunda cree deberse tratar muy ligera-
mente! Pero Robertson es para el Sr. Guevara un autor lleno de
disparates cuando se le arguye con su autoridad. Lo mismo Livio
y cualesquiera otros que se le citen. Es singular en todo el buen
señor.
» Además de las omisiones previas señala otras concomitantes.
¿Por qué no he de tratar yo la Historia natural, siempre que los
hechos dan ocasión á ello? ¿Por qué he de referir solo algunas
producciones? ¿Por qué no he de describirlas científicamente?
Que esto no sería cargar la Historia de menudencias. Conten-
tóme con responder que desearía ver una historia civil de su
mano, donde se fuesen insertando, por partes, todas las artes y
ciencias. ¿Qué gusto no sería ver repartida en la del Nuevo
Mundo la enciclopedia metódica por un nuevo método? De allí
sacaría todo literato cuanto hubiese menester; señaladamente
los Predicadores tendrían un tesoro en las innumerables refle-
xiones del Sr. Guevara. Sobre la primera carta de Colón haría
su merced un comentario como el que echa de menos en mi
escrito, donde campearían el arte de la construcción de las na-
ves, la maniobra, la religión, la legislación, la moral, la agricul-
tura, el comercio de los indios, con sus reflexiones filosóficas á
cada punto. El abad de Mably observa que cuanto los historia-
dores son más sabios y de gusto más delicado, tanto más son
breves y rápidos en sus reflexiones, las cuales quiere se usen
con mucha parsimonia, y generalmente disimuladas y embebidas
en la narración. Lo contrario, dice, no puede perdonarse sino en
quien escriba solo para niños. Nada reprueba tanto como el pru-
rito de ostentar erudición y filosofía; ostentación, á su juicio,
ajena de la historia y muy propia de los que por el mismo caso
44 BOLETÍN de LA real academia de la historia.
de no tener la verdadera filosofía, quieren hacer del filósofo fuera
de tiempo y lugar. Y añade, que en esto convienen los mejores
historiadores modernos con los antiguos clásicos. Mas para el
Sr. Guevara, que piensa de otro modo, el abad de Mably será
indigno de las luces del presente siglo.
»Nada es tan gracioso, en el lugar de que vamos hablando,
como el que mi antagonista afecte instrucción en documentos de
América, y descubra su miseria por quererlo lucir. Entre los
puntos que pedían de justicia reflexiones filosóficas pone «las
»embarcaciones de los indios, que las había hasta de /O hombres,
»los adornos de las mujeres de los caribes y otros, que consta
»(dice) del primer documento de la Historia de Indias, que en
»mi juicio es la carta que, apenas llegó Colón á Lisboa de vuelta
»de su primer viaje, escribió con fecha de último de Febrero á
»D. Rafael de .Sánchez, y que tradujo en latín Alexandro Cosco
»con el título ad magnificum Rafaelcm de Sanxis. No sé si (Mu-
Ȗoz) ha visto este documento, que de letra de Tortis se con-
»serva entre los manuscritos de la Real Biblioteca». Quien no
ha visto ese documento impreso en 1 493 con letra de Tortis es
el Sr. Guevara, y se convence por los errores que copia de la
reimpresión de Schot, poniendo Rafael Alejandro Sanxis en lugar
de Gabriel Leandro Sánchez. Aún da motivo para dudar si ha
visto la reimpresión, pues trae errado lo que copia: no dice Ra-
faelcm de Sanxis y Cosco, sino Rafaelcm Sanxis y Cosco. Perdo-
nóle que llame título á la dirección; pero no es perdonable el
que tenga esta carta por el primer documento de la Historia de
Indias, siquiera por estar antes la relación que Colón escribió
durante el viaje. Ni lo es el suponer que en dicho documento se
habla de los adornos de las mujeres de los caribes, no hablándose
sino solamente de sus armas. Utuntur arcubus ct spiculis... mu-
niunt seré laminis acncis quarum máxima apud eas copia; y aun
en esto último se engañó Colón, porque, no tenía noticias sino
de oídas é inexactas. Mi buen antagonista se lo cree todo. Tra-
góse el error de la reimpresión donde dice speculis, y de ahí, sin
duda, se le ofreció 1<> de los adornos. 1.a impresión de letra de
Tortis dice Spiculis. Otra prueba de que no la ha visto. Tampoco
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 45
es exacto en cuanto á la capacidad de las embarcaciones, pues
en la tal carta se dice haberlas no solo de hasta JO hombres, sino
de hasta 8o. Lo más notable es que yerre la fecha y haga en Lis-
boa á Colón muchos días antes de tomar tierra. Confunde las
idus con las calendas, y así, donde leyó pridie idus Martii, inter-
pretó el último de Febrero, siendo el 1 4 de Marzo. Si no enten-
día bien el latín ó la cuenta romana, ¿por qué no registraba mis
libros, donde en números y palabras vulgares hubiera visto y
aprendido lo que necesitaba para no confundir los tiempos?
Tantos y tan crasos errores comete el Sr. Guevara por querer
afectar erudición en materias que le son desconocidas.
»Aún, si cabe, son de más bulto sus alucinaciones en orden á
los descubrimientos de Martín de Bohemia, ó sea Behem. Re-
prende el que toque yo ligeramente la opinión de algunos que
atribuyen á ese navegante el descubrimiento de América; opi-
nión, á su parecer, apoyada en varios documentos é historiado-
res coetáneos. Si he de decir lo que pienso, no tanto es este el
parecer de mi antagonista cuanto el de un Académico de Fila-
delfia, con cuyos trapos feos y mal zurcidos pretende engala-
narse nuestro Académico, ocultando el dueño de ellos y la mano
por donde le han venido. ¡Qué ha de hacer el pobre una vez me-
tido en el empeño de presentarse delante de gentes, sino cubrir
su desnudez como quiera que sea! Mas vamos al asunto. «Martín
»de Bohemia (escribe) tiene á su favor, además de los documen-
tos de Nuremberga, historiadores del mismo tiempo confirma-
idos por los coetáneos españoles». ¿Quién creería que no hay ni
sombra de todo eso ? quiero decir, ni un solo autor ó documento
coetáneo que exima de la nota de imaginario el mapa de Behem
en la parte del Océano occidental, donde pone tierras por pura
fantasía, á imitación de los miserables geógrafos de su era. Los
documentos se reducen por todo á un papel mojado de los Ar-
chivos de Nuremberga, que sobre carecer de autenticidad, es de
tiempo muy posterior, pues habla ya, y no como de un hecho
reciente, de los descubrimientos de Magallanes. En cuanto á los
supuestos autores coetáneos, no se producen otros que Pedro
Matei, el cual habla manifiestamente de las expediciones portu-
46 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
guesas sobre la costa de África; y Hartman Schedl, en cuya cró-
nica, según la rara inteligencia del Sr. Guevara, se asegura que
Behcm descubrió antes que Colón la América. Vea el lector las
palabras de Schedl: Auno Do/u. T4S5: Joannes II. Portugalliae
rex... certas galeas ómnibus ad victum necesariis instruxit, eas
que ultra columnas Herculis ad meridiem misit. Praefecit autem
his patronos dúos, Iacobum Canum portugallcnsem, et Martinum
Behemum homincm germanum... Ili dúo bono Dcorum auspicio
mare meridionale saleantes, a litorc non longe evagantes, superato
circulo aequinoctiali in alterum orbem delati sunt. Aperuere igitur
sua industria alium orbem liactcuus nobis incoguitum , et multis
a unís a nullis quam a Ianucnsibiis fi-ustra tentatum. Xo son me-
nester grandes luces para conocer que en este lugar, asimismo
como en el de Matei, solo se trata de una navegación al Medio-
día por junto á las costas de África, en que pasado el ecuador se
llegó al hemisferio antartico, el cual fué llamado otro orbe, así
por Schedl como por otros muchos escritores del tiempo ante-
rior al descubrimiento de Colón. ¿Dónde está la aseguración de
que Behem descubrió la América, dónde los fundamentos de una
opinión, que, si creemos al Sr. Guevara, quita á Colón la gloria y
á los Reyes de España el derecho á las Indias occidentales? Pero
Gomara insinúa la misma noticia. Xi Gomara insinúa tal dispa-
rate, ni es escritor coetáneo. Buenos andarían los derechos de la
nación si se pusieran en manos del Sr. Guevara. En lugar más
oportuno diré otras cosas sobre Behem y su carta ó globo, como
quiera su morced, que ambos nombres se le dan en la diserta-
ción de Mr. Otto, de quien se aprovecha; sino es que se aprove-
che solamente de los apuntamientos de un amiguito, según oigo
y lo indican las equivocaciones de Hernán por Hartman, y de
comentadores por copiantes de Eneas Silvio.
Acabo con los pecados de omisión por la del año en que fué
Colón á Lisboa, el cual no es difícil de señalar en dictamen del
Sr. Guevara. Confieso que no he podido averiguarlo á punto fijo,
v por tanto me contento con decir que fué á fines del reinado
de Alonso V de Portugal. El Sr. Guevara, por su bondad, nos
favorecerá quizá con noticias más puntuales cuando estudie la
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 47
materia. Por ahora le basta vender por fácil lo que, á mi parecer,
no sabe si es fácil ó difícil.
»Pasemos á otras pruebas de su ligereza y falta de instrucción.
Hállanse muy copiosas y evidentes en lo poquísimo que dice
mi antagonista de los pecados de comisión acerca de las cosas.
Uno de los más graves consiste en llamar curioso al itinerario
de Benjamín de Tudela. Contra esto se trae únicamente que
algunos dudan si Benjamín viajó, y que se le notan crasos erro-
res en Historia y Geografía. Concedo uno y otro. ¿Luego el iti-
nerario que escribió no es curioso? Estudie el Sr. Académico el
significado de esa palabra y use de mejor lógica. Conozca tam-
bién que no la usó muy buena Baratier, Barthio, L' Empereur,
Pinedo, Spanhemio, Baile y otros; hombres doctos y de maduro
juicio enseñaron á ese niño los errores de Benjamín y aun las
patrañas fabricadas de industria sobre el estado y número de los
judíos en el Oriente; mas no por eso se propasaron á negar sus
peregrinaciones, como nadie osa negar los viajes de Polo, Man-
deville, Rubruquis y otros mil viajeros de todos tiempos, por
ver sus relaciones atestadas de sueños y errores groserísimos. Ni
Robertson, ni los autores de la enciclopedia metódica, ni otros
muchos sabios del día, hacen caso de la niñería de Baratier, ni
le hicieron los Académicos más instruidos cuando oyeron ese
escrúpulo en boca de un compañero. El Sr. Guevara lo adoptó
desde entonces por su ansia de criticar.
» Adoptadas son también, á mi juicio, las especies que expone
acerca de las, navegaciones de españoles y portugueses en el
Océano antes del descubrimiento de América. Hallo parte de
ellas en el comentario que el Director de la Academia publicó
sobre el Periplo de Hamon, donde se advierten trastornadas
todas las ideas, en el particular, ni más ni menos que en el voto
singular del Académico. En ambos escritos se pretende quitar á
nuestros navegantes la gloria de haber precedido y estimulado á
los de Portugal en orden á dichas navegaciones. Ignoran la his-
toria de una y otra nación, y particularmente la de las Canarias.
Nuestra gloria es cierta y confesada por los mismos portugueses;
tan cierta como la ventaja que éstos hicieron luego á sus precur-
48 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
sores y maestros. Ignora el Sr. Guevara los tiempos en que se
fueron reconociendo las costas é islas del África ; ignora lo que
es el cabo de Xon y cuándo se pasó; ignora las noticias de las
islas de Madera, que se tenían en España primero que diesen en
ellas, por casualidad, los capitanes del infante I). Enrique; igno-
ra el plan que se propuso esto ilustre Infante y cuanto se hizo
por su industria y protección en la primara mitad del siglo xv.
Sirva para muestra de sus ignorancias el lugar siguiente: <sLas ex-
»pediciones que se llamaron osadas fueron en las que se descu-
brieron las islas de la Madera, Azores, Cabo Verde, etc., y
» aquellas en que se dobló el cabo de Non, que por su incerti-
»dumbre y riesgo se le dio este nombre, y todas estas que fue-
»ron desde mediados del siglo (xv), no tienen conexión alguna
»con la protección de los Reyes de Castilla, dieron á la pobla-
»cióñ de las Canarias». ¿Qué extrañeza, que alharacas no serían
las del Sr. Guevara si hubiera visto, como Dios mediante verá
en mi obra, que por. autores del principio de aquel siglo consta
que ya un español había reconocido antes las tierras de la otra
parte del cabo Bojador? Si hubiera leído siquiera á Barros, sabría
que todas las más expediciones que dice haber sido desde media-
dos de dicho siglo fueron anteriores; sabría que antes del
año 1450 hicieron los portugueses mucho más de lo contenido
en los documentos que logró ese historiador; sabría que antes
del expresado año no solo habían navegado los portugueses
mucho más allá del cabo Non, sino tal vez más allá de la equinoc-
cial; sabría, por fin, dónde está el cabo del -Rescate, cuándo y
por qué causa se le impuso ese nombre, cuándo eran ya consi-
derables los rescates y negociaciones con los bárbaros de África,
y cuándo se hizo gracia de su quinto y diezmo al infante D. En-
rique. I >e otros libros y papeles pudiera haber aprendido las osa-
das navegaciones de castellanos, aragoneses, genoveses, norman-
dos y otros en el ( )céano, antes de la época en que su merced
las pone; cómo renacieron las antiguas y ya olvidadas sospechas
de nuevas tierras hacia el Occidente; el influjo y parte que en
todo olio tuvieron el favor de los Royes de Castilla, la población
europea de las Canarias y la conquista de ellas por España. El
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 49
Sr. Académico extraña todo eso, y se atreve á censurar mis
dichos, sin exhibir prueba alguna de sus aserciones arbitrarias y
erradas, porque no ha visto documentos, porque no sabe, por-
que ignora, según confiesa en los números 23 y 28 de su papel,
y según añado yo, porque la precipitación acompaña de ordina-
rio á los que se meten- á censores en materias de que apenas tie-
nen una ligera tintura.
»La falta de lógica en este paso es lo más notable. Censura el
Sr. Guevara que en un párrafo se llame al infante D. Enrique
joven é inexperto, y en el siguiente sagaz y observador, sin adver-
tir que lo primero se le atribuye cuando concibió y empezó á
poner en obra, con espíritu superior á su edad, un plan de impor-
tantes descubrimientos; y muchos años después se le dice de
ánimo sagaz y observador, cuando á consecuencia de haber pasa-
do sus capitanes el cabo Bojador hizo construir naves mayores y
más sólidas para que pudiesen navegar sin zozobra los mares
profundos y tempestuosos de adelante. Llámase al Infante, en
contraposición de los marinos ejercitados, inexperto en la náu-
tica; y el Sr. Guevara juzga inferirse lo contrario dé haberse
hallado antes en la guerra de Ceuta, como valeroso capitán, y
adquirido noticias de las costas de África y del rumbo que se-
guían. La consecuencia es como suya. Omito la afectación de
citar impertinentemente la obra intitulada Gesta ill regis Ioan-
nis de bello septensi denominando crónica á la relación de un
hecho de pocos días. ¿Si querrá escudarse con los Anales de
quince días de Quevedo ?
»Y hé aquí las estupendas censuras de Sr. Guevara en orden
á las cosas. Dignísimas, por cierto, para que el Director de la
Academia se empeñase en trastornar el orden y práctica recibi-
da, y sin respeto al dictamen de los cuatro comisionados, y á la
aprobación unánime de todo el Cuerpo, mandase examinar otra
vez la obra de un modo inaudito. Ahora el Sr. Guevara, ufano
con las alabanzas que su papel ha merecido al Director, y con
haber prevalecido él solo contra una Junta de tantos literatos, ha
depuesto los temores que antes tenía, y va se atreve á entrar en
los asuntos propios de la obra. Como ilustrado de una ciencia in-
TOMO xlii. 4
50 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
lusa habla divinidades acerca de la Historia del Nuevo Mundo.
«Colón no pudo atravesar de las Canarias á las Lucayas, desvián-
dose poco del paralelo de la isla del Hierro. La conquista de
Méjico y los hechos del gran Cortés fueron en tiempo de Feli-
pe II». Estos y otros tales reparos pone de repente en las sesio-
nes académicas, sin acobardarse porque le saquen los colores á
la cara.
»Pero vamos á la última parte de su papel. En la proposición
de ella ofrece el Sr. Guevara manifestar que «mi estilo no tiene
carácter, expresiones pomposas, locuciones de construcción difí-
cil, voces anticuadas, defectos en la Gramática castellana, des-
igualdad, obscuridad», etc. Acaso habrá quien dude si el etcétera
quiere decir algo. Quiere decir mucho, y tanto, que es suficiente
á compensar las vaciedades de las notas antecedentes. Ni para
verlo es necesario esperar á que el Censor, libre de los graves
negocios que le ocupaban al tiempo de alargar su voto, exponga
otras muchas faltas que podría señalar. Sirva de ejemplo la terri-
ble censura puesta en el epílogo: «esta obra nada substancial aña-
de á lo que dicen los historiadores de Indias». Verdad es que el
Sr. Guevara no ha visto más del primer tomo. Lo es también
que en eso que ha visto halla cosas nuevas que ignora de dónde
se hayan tomado, y por tanto me culpa de no haber presentado
los documentos. Esto, en fin, según lo visto en varias sesiones
Académicas y en el voto singular, que su merced no ha leído las
historias de Indias, que si carease con ellas mis libros encon-
traría muchísimas especies nuevas en todo punto, y todos los
hechos ó rectificados ó referidos con novedad. Pero se trataba
de acumular notas, y no de dar las pruebas.
»Segundo ejemplo del mismo epílogo: «Está escrita (mi His-
toria) sin la filosofía propia del siglo». El Sr. Guevara reserva
las pruebas de esta censura para cuando las dé de su instrucción
filosófica. Entretanto basta que lo diga. Si no es que tenga por
prueba el que no haga yo del pedante á cada paso, afectando
filosofía; prurito, como dice un sabio, en los que no la saben, que
corrompe la historia enemiga de toda ostentación y de todo
adorno que no sea de absoluta necesidad. Procure el Sr. Cueva-
I>. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 5 1
ra entender á fondo el quid decead, quid non, con otros consejos
de Horacio, señaladamente el que empieza ordiuis Jtaec virtus
erit.
»Otro ejemplo de lo que encierra el preñado, etc. Entre los
elogios dados á mi escrito por los cuatro censores y por los de-
más Académicos que oyeron el primer libro, ninguno parece
haberle sentado peor que el celebrar la precisión y rapidez del
estilo, la propiedad y pureza del lenguaje', y así contra esto diri-
gió sus principales baterías. Concibió su plan, y cuando iba de
parto dijo en la Academia que mi obra era un puro galicismo.
Rieron los oyentes y anunciaron el ridiculus mus que han
visto ya en el voto singular. Leyó cuatro libros, agotó el cau-
dal de su crítica, y al cabo encontró un por todo que le pare-
ció galicismo. Véase el lugar. «Esta pequeña parte de la tierra
que decían el mundo habitable, engreída con mil pretensos pri-
vilegios, halló por todo la misma naturaleza con aquella unifor-
me variedad que forma su carácter y hermosura». El Sr. Gue-
vara ve el trouva par tout en el halló por todo, engañado de la
correspondencia material de las voces, sin advertir que los sen-
tidos son muy diferentes. El par tout francés es nuestro donde
quiera. El español por todo es el latino per omnia. Así decimos
atropcllar por todo, pasar por todo. Ouien entienda el latín Natu-
ram per omnia secum consentientem ¿uveuit, penetrará la fuerza
de mi expresión. Si yo me hubiera explicado así: hallo tina misma
por todo á la naturaleza, ya separado el por todo del verbo hallar,
no vería galicismo el Sr. Guevara, mas quizá vería dureza. Si
hubiera escrito halló en todo y por todo, sin duda se abstendría
>de censurar el lenguaje; pero yo no quería decir tanto. Quise
indicar la uniformidad de la naturaleza de un modo vago y gene-
ral, y escogí el por todo para indicarla en cuanto se descubría
con relación así á los lugares como á las cosas en su totalidad.
Aun cuando mi por todo equivaliera al par tout francés, no por
solo eso sería galicismo, como no lo son otras innumerables fra-
ses en que ambas lenguas convienen y se parecen como hijas de
una misma madre.
Estos son todos mis galicismos. Vengamos á otras notas muy
52 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
propias de los que hablan el castellano solo por uso, y le estu-
dian en los libros franceses, abandonando á nuestros autores
clásicos. En éstos se hallan frecuentemente los infinitivos
substantivados, los participios y los ablativos absolutos; hallán-
se también las expresiones y voces liviandad, en pos, al través,
acatar, contczucla, poblezuclo, trocar oro á baratijas, obra de, á
toda furia, dentro en el agua, echar en tierra, y otras que mi
antagonista llama antiguadas. Pero sepa que no han dejado de
usarse enteramente esas y otras palabras y frases muy propias,
muy expresivas, muy hermosas; si bien se oyen menos que antes
en el común de las gentes y en el vulgo literario. Estos gustan
más de cualesquiera voces y maneras de hablar corrientes, por
más que sean bárbaras y mal adoptadas, que de las que proferían
sus abuelos; las cuales han dejado perder ó enmohecer, por ig-
norar la riqueza que tenían dentro de casa. Así manchan la pu-
reza de la lengua, la empobrecen y quitan su vigor, su variedad
y su gracia. Ouintiliano se lamentaba de este vicio entro los ro-
manos, y á su imitación se han lamentado y lamentan en los
tiempos últimos cuantos aman y cultivan con esmero sus idio-
mas. Todos los doctos convienen en la necesidad de renovar y
repulir con el uso ciertas partes del lenguaje antiguo, nada me-
nos que en la sobriedad é inteligencia con que debe procederse
en ello. Esta ha sido la práctica de cuantos se han esmorado en
dar á sus escritos la propiedad y majestad conveniente. Salustio
fué en esta parto menos tomplado que yo, y no obstante mereció
ser llamado el Príncipe de los historiadores latinos. Nuestro
Mariana declinó tal vez al mismo extremo. Tito Livio y IX Diego
de Mendoza guardaron un cierto medio. Yo procuro guardarlo
también, esforzándome cuanto alcanzo por satisfacer al gustodel
pueblo y al do los verdaderos sabios. De los fastidiosos semi-
eruditos no me curo.
»Por lo que haco al Sr. Guevara, no sé qué género de len-
guaje podría satisfacerle. Lo antiguo y lo del día todo lo lleva
por un rasero, (irán copia de vocablos y locuciones que su mer-
ced reprueba se hallan hoy en uso, y se traen como corrientes
con el mismo significado que yo los doy en los últimos dicciona-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 53
ríos (le nuestra lengua. Tales son, pío, insistir, provenir, apurar,
llevar, frisar, haber, hurtarse, raridad, exacción, tonel, doblado,
priesa, empero, espíritu, largo, largamente. Pues ¿por qué se
censura? Permítaseme que, obligado de las quisquillas á que des-
ciende nuestro Académico, me detenga un momento en demos-
trar lo fútil y arbitrario de ellas.
»Sin decir por qué, se nota la expresión vivir una vida sal-
vaje, siendo esta manera de hablar comunísima en todas lenguas.
Bart. do Argensola dice:
«Vida ya diligente, ya remisa,
como lo habéis probado, agora vive .
en otro lugar:
«Vive, pues, vida digna de memoria».
» Mella en sentido metafórico no gusta al Sr. Guevara, aunque
lo dice todo el mundo.
»A esta causa, en lugar de por esta causa, es de Coloma, Cer-
vantos y otros; no obstante se reprueba.
» Hacer presa no puede decirse sino de los perros y las em-
barcaciones.
»Bart. de Argensola:
«Todos los vicios
De ánimos juveniles hacen presa».
»Y Fr. de León: «¡Oh, qué vida será la de aquel en cuyo
ánimo hace presa todo aquello que se le pone delante!».
i>Los cabos no demoran. — Si el Sr. Guevara hubiera leído nues-
tras obras de viajes marítimos sabría que demoran los cabos,
las puntas, los montes, las islas y cuanto puede arrumbarse.
Pedro Sarmiento le proveerá de ejemplos, y los presentes mari-
nos hablan aún como Sarmiento.
»Las minas no tienen rastro. — Tiénelo cuanto se rastrea ó busca
por indicios. ¿Por qué llamaron alcaldes del rastro á los del
crimen?
54 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
»No sabe de qué lengua sea: apoderarse de los Príncipes el es-
píritu de descubrir. De la misma que esto verso del M. León:
«Circe del corazón apoderada».
»E1 mismo en prosa: «Pone Christo en nosotros una pequeña
semilla de su espíritu... para que viva... y vaya pujando y exten-
diéndose hasta apoderarse de nosotros del todo». Y más ade-
lante: «El mismo espíritu... va subiendo y haciéndose señor de
nosotros».
»Afecta no entender ciertas expresiones clarísimas. Por ejem-
plo, en una carta de los Reyes á Colón «se le saluda con los títu-
los de Don, de Almirante, Virrey y Governador». Hasta los
niños saben lo que es la salutación de una carta. Tampoco en-
tiende qué cosa sea apurar todos los medios de un examen. Menos,
entenderá lo de Cervantes: Bien apurada lo cosa, burla fue, etc.
Menos lo de León:
«Por más que se conjuren
el odio y el poder y el falso engaño,
y ciegos de ira apuren
» lo propio y lo diverso ageno extraño».
»Son famosas las afectaciones del Sr. Guevara. Digo yo pro-
vienen frutos; con abrir el Diccionario se sabría que ese verbo
se toma por nacer, proceder; y se duda si lo tomaré yo por pro-
ducir. Quiérese fingir obscuridad en esta expresión: «El estudio
de la naturaleza hace fastidiar las sutilezas estériles». Copiando
las palabras de un papel antiguo, escribo por vía temperada, su
merced enmienda por rumbo ó camino templado. Aquí, en verdad,
no entiende la expresión. ¿Si será tan inocente otra siniestra in-
teligencia? Escribo yo* «Quedó firme el tratado (entre 1 Portugal
y España) y compuesta una disensión que á los principios estuvo
á pique de abortar una sangrienta guerra». Aquí el censor: el
tratado estar á pique de abortar, no lo cutiendo. Salvo sú buena
fe con la posibilidad de faltar palabras en la copia por error del
escribiente. La misma posibilidad veo en la frase comiuar la in-
dignación. Yo escribí con la indignación.
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 55
»¿En qué hará consistir el Sr. Guevara la dignidad del lenguaje,
cuando nota por faltas de ella unas expresiones usadas por auto-
res gravísimos? Llama familiares, y de estilo bajo, las siguientes:
Traer una máquina en la mente, al romper del día, correr un
bajel á Dios y á la ventura, arribar á puerto de salvación, em-
presa de mucho gasto y tomo. Aunque en la última suplió su falta
de razón un amigo, diciendo que es baja la locución de tomo y
lomo. Por donde nos enseña que cualquiera vocablo puesto en
una locución baja es bajo donde quiera que se ponga. Por esta
regla serán de hoy más faltas de dignidad las voces puerto, mente,
Dios, salvación. De los nombres de Christo del maestro León se
quitará la palabra tomo, so pena de pasar por un escrito chaba-
cano. De este libro y otros tan malos como él, así antiguos como
modernos, aprendí á usar muchas veces el artículo él con varios
femeninos que comienzan por A. De los mismos otras locuciones
y voces que he puesto muy de intento cuál por- énfasis, cuál por
eufonía, cuál por variar y enriquecer el lenguaje. El Sr. Guevara
se muestra muy poco versado en los maestros de la lengua, y
desconoce su variedad y riqueza. Así nota arbitrariamente, y sin
dar razón, ya obscuridad, ya falta de gramática, ya un modismo
menos usado; y en todo se parece á las claras su poquísima lec-
tura y observación.
»Demos fin á las quisquillas del Sr. Guevara, por su infeliz ob-
servación sobre estas palabras: Si la especie humana procede de
un solo principio, si pereció toda en tina inundación universal,
salvo la familia de Noe, etc. «Aun cuando ésta se tenga por una
hipótesis (dice) me parece que el dogma del diluvio universal no
debe exponerse con esta condicional para evitar el peligro del lec-
tor incauto». Yerra en que ésta se mire como una hipótesis, y tam-
bién en que la proposición sea condicional. Es una aserción ab-
soluta, donde el si equivale á siendo así que. Y así es preciso que
sea para verificarse lo que el censor mismo reconoce y confiesa,
que no hay error contra la fe en ese ni otro algún lugar de mi obra.
Lo que se hace muy reparable es que exprese temer peligro en
orden á la universalidad del diluvio, y no en orden á si la especie
humana procede de un solo padre. Esto segundo es un dogma
56 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
católico, mas no así lo primero; quiero decir no está declarado
por de fe que el diluvio fuese universal, tomada esta voz en toda
su extensión, por manera que se hubiese inundado por entero el
globo terráqueo. Esta es una opinión muy conforme, sin duda,
á la letra del texto sagrado, tanto que níe parece aventurado, y
mal seguro, defender lo contrario. Pero es mucho peor vender
por dogma lo que no lo es. Si el Sr. Guevara estuviera bien ins-
truido en su facultad teológica, sabría que, habiendo publicado
Isaac Yosio que el diluvio no inundó toda la tierra, se delató en
Roma esta doctrina, y no se procedió á su condenación por las
razones que puede ver en un voto dado por el célebre Mabillon,
que á la sazón estaba allí, y fué consultado. Estudie más el señor
Guevara, y, entretanto, absténgase de tocar puntos delicados.
» Trate de palabritas que en esto va poco, y por ventura dirá
alguna cosa buena. En este mismo papel, á vueltas de tantos des-
propósitos, nota con acierto que señal es femenino y sinsabor
masculino. Eso es lo común, eso lo que sigo y he seguido siem-
pre, aunque tal vez se halle lo contrario en mi obra, sea por error
del copiante ó por inadvertencia mía. Cada día procuro enmendar
varias menudencias del lenguaje, aprovechándome tnmbién de
las advertencias de los inteligentes. Ojalá el Sr. Guevara hubiera
sabido censurar mejor, que le daría mil gracias; pero empeñado
en hacer un largo catálogo de censuras, ha tenido poca cuenta
con su honor y mi provecho.
y La censura que menos honor le hace es la de mi estilo. Dice
que no puede darle denominación porque no tiene carácter. Cali-
fícalo de metafórico y muy hinchado para la historia, de falto de
dignidad, aunque en parte sublime. Por toda prueba de tan for-
midables censuras, no produce más de esta cláusula: «De entre
las tinieblas de los siglos bárbaros salió, como casualmente, la
luz que ha dirigido á los navegantes en sus expediciones por el
grande Océano, en cuyo seno estaban encerradas y ocultas las
dilatadas regiones del Nuevo Mundo». El lector juzgará si es su-
ficiente la prueba. Lo más gracioso es que, reconociendo haber
en Livio períodos como ("1 mío, añade: «No se le disculpa á
T. Livio aun en las arengas». Como si dijera, que el historiador
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 57
nunca debe levantar su estilo, y Livio es reprensible por ha-
berlo hecho. No temo la reprensión de los doctos, si desprecio
los preceptos de mi antagonista; y acomodándome á los que han
dado los maestros del arte, no pretendo dar gusto á quien no
gusta Livio. Este historiador interrumpe muchas veces la mono-
tonía de la narración y varía su estilo por todos los caracteres
del decir, según los tiempos, los sucesos y las materias. Cuantas
personas introduce hablando, otros tantos son los tonos de su
estilo. Va es un río que corre lento y majestuoso, ya un torrente
que se precipita con ímpetu. Erit rebus ipsis par et aeqiíalis ora-
tio, dijo Cicerón. Parezca yo en buen hora en este lugar templa-
do, en. aquel sublime, unas veces filósofo, otras orador ó poeta.
No parezca narración de historiador el estilo de mi libro primero,
como dijo un Académico queriendo auxiliar al Sr. Guevara, con-
fundido por otros compañeros. ¿Qué hombre de seso reprobará
el edificio de un excelente arquitecto, por no parecerse la fachada
y lo interior? El buen orador ¿guarda el mismo tono en el exor-
dio y las demás partes de su oración? No es para censores desti^
tuídos de humanidades y buen gusto el conocer la unidad entre
infinitas variedades. El Sr. Guevara ha dado pruebas palpables
de no entender qué cosa sea carácter de estilo, ni las diferencias
de los caracteres del decir. Esto pide más estudio de lo que su
merced piensa. Fácilmente demostraría su ninguna disposición
para juzgar en esta como en las otras partes de mi obra. Lea
cualquiera su voto singular, siquiera los seis primeros párratos,
y quedará bien convencido. Pero lo está todo el público por la
Gaceta (i), ló están principalmente los literatos, en vista de las
pocas menudencias de su mano que han visto la luz. Baste, para
muestra, el siguiente título: «Vida de Flavio Josefo, compuesta
en griego por el mismo y tradujo en latín Juan de Hudson, edi-
ción de Habercampos, y de ésta al castellano por Juan Martín
Cordero».
(i) D. José de Guevara fué primer redactor de la Gaceta con sueldo
de 12.000 reales. Véase Bosqmjo //isto'rico-documental de la Gaceta de Ma-
drid, por D. Juan Pérez de Guzmán y Gallo. Madrid, 1902, páginas 98-1 10.
58 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
«Vcote santiguar con maravilla
desto que voy diciendo; pues no dudes,
que fábula serás en esta villa».
Ya (]uo no dentro de la Academia, no dejaron de ocuparse de
la Historia del Nuevo Mundo ante mayor concurso los que la
veían con ofuscados ojos. En 1/9/ se publicó Carta crítica sobre
la Historia de América, del Sr. D. Juan Bautista Muñoz, escrita
de Roma por D. Francisco Iturri, con pasión nada disimulada.
.Asentábase que la tal Historia, traducida servilmente de la do
Robertson, era la peor de cuantas han salido á luz.
Otra Carta de D. Antonio Alemán, impresa en Valencia por
Joseph de Orga en 1 798, ponía correctivo á la primera, calificán-
dola de libelo. Declaraba que los que forjaron el papelón fingían
un nombre barrueco y suponían haberse escrito en Roma, pero
que la superchería estaba descubierta, y que su juicio podia com-
pararse con el emitido en el Magasin cncyclopédique de París,
que insertaba íntegro en francés acompañado de la traducción.
Sin acabar el año apareció Carta segunda en que se continúa
la crítica de la Historia del Nuevo Mundo de D. Juan Bautista
Muñoz, por M. A. R. F., y, en efecto, continuaba ó repetía que
«la historia es la peor de cuantas han salido al público».
No hay que decir lo que distaban de semejante apreciación
las de Sempere en los Escritores del reinado de Carlos III; de
Fuster, en la Biblioteca valenciana; de Fernández de Navarrete,
en la marítima. Estas, y las más. formuladas en España en tiem-
pos ele serenidad de juicio, son bien conocidas. Quizá no lo es
tanto la que en nuestros días ha manifestado en aquel nuevo
mundo I). Eduardo Madero al redactar la Historia del Puerto de
Buenos Aires (Rueños Aires, 1892), por lo que no me parece
ocioso transcribirla.
I ). Juan Bautista Muñoz — dice — nombrado en 17/0 Cosmó-
grafo mayor de Indias por el gran rey Carlos III, fué comisiona-
do el 17 de Julio de 1 779 para escribir con entera libertad la
historia de América, franqueándole todas las bibliotecas y ar-
chivos públicos, de las comunidades y de particulares para que
los utilizara sin reserva. Era digno del encargo: filósofo v geó-
D. JUAN BAUTISTA MUÑOZ. 59
grafo esclarecido, docto en historia, laborioso y metódico para
recopilar y organizar materiales, amante de la verdad y escrupu-
loso en buscarla, ingenuo y fiel para decirla, severo con el mal,
«en lo que basta para detestarlo», hábil para encadenar los su-
cesos y hacerlos bien inteligibles, de maduro criterio para apre-
ciar á los hombres é imparcial para juzgar sus acciones, tenía
además ciencia para estimar las cosas y elegancia, claridad y pu-
reza ejemplar en el lenguaje para exornar las grandes historias.
La colección en 93 volúmenes que contienen las copias, extrac-
tos, referencias, manuscritos diversos, documentos originales y
mapas — publicados é inéditos — que recopiló en cinco años de
asiduo trabajo y organizó metódicamente en dos años más, for-
ma un tesoro histórico que, con razón se ha dicho, bastaría para
honrar su nombre.
»Pensó Muñoz dividir en tres épocas la Historia del Nuevo
Mundo, comprendiendo la primera el reinado de los Reyes Ca-
tólicos, la segunda el del Emperador Carlos V y la tercera el de
Felipe II y sus sucesores. Presentó á la censura el primer tomo
en 1 79 1, pero por varios incidentes se difirió su publicación has-
ta el año 1793. Después del prólogo (que á lo que parece era eJ
prólogo general de toda la obra) y de relatar las diligencias he-
chas por Colón ante las cortes europeas, Muñoz estudia sola-
mente los tres primeros viajes del glorioso almirante, hasta la
época que precedió al golpe fatal que acibaró el resto de sus días.
Tan arduas tareas debilitaron durante cinco años la salud de
Muñoz. Recobrada ésta en 1 798, dedicóse con ardor á su obra,
y tenía casi concluido el segundo tomo, en que terminaba la épo-
ca de los Reyes Católicos, cuando el 1/ de Julio de 1799 — día
en que casualmente hacía veinte años que Carlos III le comisio-
nara para escribir — un ataque apoplético extinguió tan ilustre
talento. Por todo esto, el título del tomo publicado de la Histo-
ria del Nuevo Mundo contiene para la república de las letras una
melancólica palabra: escribíala D. Juan Bautista Muñoz!».
Cesáreo Fernández Duro.
ÓO BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
II.
TABLAS DE REDUCCIÓN DEL COMPUTO MUSULMÁN
AL CRISTIANO Y VICEVERSA.
Excmo. Sr.: Para los efectos expresados en el Real decreto de
I.° de Junio de 1900, el Ministerio de Instrucción pública remite
á informe de esta Academia el libro manuscrito de D. Eduardo
Jusué, titulado «Tablas de reducción del cómputo musulmán al
cristiano y viceversa».
El Sr. Jusué es persona ya conocida por sus excelentes traba-
jos relativos á la cronología cristiana, y ahora acomete la empre-
sa de dar las concordancias de ésta con la musulmana. La tarea
no es nueva, y corresponde á nuestro P. Mariana el mérito de
haber sido el primero que diera á la estampa una tabla de co-
rrespondencia de las fechas de ambas Eras, trabajo reproducido,
enmendado y aumentado por varios autores nacionales y ex-
tranjeros, hasta el alemán Wüstenfeld, quien á imitación de
Masdeu, rio se limitó como los demás á dar la correspondencia
de la entrada de cada año musulmán, sino que la extendió á la
(Mitrada de todos los meses.
La obra del Sr. Jusué se distingue de las anteriores por dos
condiciones especiales. La primera nace del estudio singular y
detenido que ha hecho de la sucesión de las entradas y corres-
pondencias de los años musulmanes, los cuales, por períodos
de 33 corresponden á diferencias de 32 en los años cristianos,
con otras diferencias también constantemente repetidas en el
día del mes latino y en la feria ó día de la semana. Esto le ha
conducido á disponer la tabla general de entradas de años en
columnas de 33 cifras, con lo cual, calculada cuidadosamente la
primera de dichas columnas con arreglo á las fórmulas de Sán-
chez Cerquero, todas las demás columnas se deducen de aquélla
por simples sumas practicadas en las líneas horizontales. Este
método, que excluye todo error de cálculo, y es muy semejante
TABLAS DE REDUCCIÓN DEL CÓMPUTO MUSULMÁN. 6 1
al que se emplea para formar las tablas de las funciones mate-
máticas, ha permitido al autor descubrir las equivocaciones par-
ciales en que han incurrido varios de sus antecesores, los cuales,
bien sea determinando una por una las fechas buscadas, bien
realizando la suma de los años sucesivos desde el principio de la
hégira hasta cada uno de los siguientes, no han tenido medio de
hacer á simple vista una comprobación de la exactitud de sus
resultados.
La segunda novedad de este libro consiste en la voluminosa
colección de tablas destinadas á determinar directamente la co-
rrespondencia de las fechas día por día. Los que se ocupan en
estudios históricos de la dominación árabe tenían necesidad do
calcular por una operación aritmética, aunque sencilla, enfadosa
y expuesta á error, las fechas intermedias de cualquier mes, y
el Sr. Jusué ha conseguido por medio de un trabajo inmenso y
minucioso que tal averiguación quede hecha con la simple lectu-
ra de dos.de sus tablas y sin necesidad de tomar la pluma en la
mano. '
En cuanto á la determinación de las ferias no ha hecho mas-
que seguir el plan adoptado para el mismo objeto en su obra an-
terior de cronología cristiana.
Compone así el libro una colección de 369 tablas, con una in-
troducción explicativa sobre la manera de contar los años mu-
sulmanes, la organización de su calendario, la historia de los tra-
bajos análogos y el cuadro demostrativo de los errores que en
cada uno de ellos ha hecho descubrir el empleo de su método
verdaderamente matemático. No cabe dudar, por consiguiente,
del mérito extraordinario del libro que nos ocupa y de la utili-
dad que ha de prestar á cuantos se dedican á estudios de histo-
ria arábiga, tan favorecidos en el día por personas eminentes de
dentro y fuera de España. Por otra parte, es ésta una de las
obras cuya impresión ha de costar una suma de que difícilmente
podrá reintegrarse un particular,, no obstante el lustre que de
ello ha de recibir la nación en que se publique. Estas considera-
ciones mueven á la Academia á mostrarse favorable á que so
concedan á esta obra los beneficios del Real decreto de i .° de
62 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Junio de 1900, aun cuando cree- que se podría aconsejar al autor
alguna mejora que le diese todavía mayor importancia. Una de
ellas sería que en las tablas se escribieran en latín los nombres
de los meses cristianos, para que pudieran ser manejadas cómo-
da é indiferentemente por los eruditos de todas las naciones, sin
hacer más que una sola tirada de ellas. Con el mismo objeto
convendría escribir en árabe los nombres de los meses musul-
manes encima de sus transcripciones á la española, con todo lo
cual, para que el libro tuviera aceptación en el extranjero, bas-
taría hacer una edición especial latina ó francesa del corto núme-
ro de páginas de la introducción.
No vendría mal en una obra de tal importancia una noticia de
las fuentes de conocimiento de la cronología musulmana, ni tam-
poco estaría de más un cuadro de fechas concordantes sacadas de
documentos diplomáticos, de los cuales es evidente que el señor
Jusué ha tenido muchos á la vista.
Por todo lo expuesto, la Academia entiende que la obra obje-
to de este informe es original, de relevante mérito y de gran
utilidad para el estudio de la Historia, por lo cual se halla de
lleno comprendida en las disposiciones del Real decreto de I.°
de Junio de IQOO.
Madrid, 3 de Octubre de 1902.
Eduardo Saavedra.
III.
DOS ANTIGUAS RELACIONES DE LA FLORIDA.
Don Jenaro ("jarcia es un vecino de México, más ó menos afi-
cionado á las letras y á la Historia, y que ha publicado reciente-'
mente en aquella culta capital Dos antiguas relaciones de la Flo-
rida. Ya lo conoce de antes la Academia, porque hace poco
DOS ANTIGUAS RELACIONES DE LA FLORIDA. 63
tiempo publicó también una obra, titulada Carácter de la conquis-
ta española en América y en México, de cuyo trabajo, del espíritu
profundamente anti-católico y anti-español en que está inspirado,
del criterio soberanamente injusto que en todo él campea, dio
en su día buena y debida cuenta nuestro eminente compañero,
el Secretario perpetuo de esta Real Academia D. Cesáreo Fer-
nández Duro, en un informe, como suyo, que de seguro los seño-
res Académicos no han olvidado. El escritor mexicano hace á la
Academia lo que en aquel antiguo juego, tan frecuente en mi
mocedad, un favor y un disfavor; nos hace el favor de regalar-
nos sus libros, pero haciéndonos en ellos el disfavor de injuriar
y de maltratar á España. No queda lugar para agradecerle lo
primero, doloridos como nos deja la injusticia de lo segundo.
Hoy, animado siempre de iguales sentimientos, vuelve á la
palestra D. Jenaro García, publicando las dos antiguas Relaciones
de la Florida, sobre cuyo libro nuestro digno Director ha que-
rido que fuera yo quien informara ala Academia, sin fijarse acaso
en que cualquiera otro de nuestros doctos compañeros hubiera
cumplido muchísimo mejor esta comisión, por ser tan escasa mi
competencia en asuntos de América, como confieso sin rubor
ante vosotros. Afortunadamente, no es el nuevo libro del señor
García tan importante que escape á mi poco dominio de la ma-
teria, como trataré de hacer ver á la Academia en los cortos
renglones que constituyen la presente noticia.
Por de pronto, las dos Relaciones en cuestión, que pomposa-
mente anuncia D. Jenaro, son publicadas por primera vez por él,
nada dicen que no se sepa ya, principalmente la más importante,
concerniente á la vida y hechos del insigne asturiano Pedro
Menéndez de Aviles, por fortuna tan conocidos después de los
notables estudios del difunto Académico D. Jacobo de la Pezuela
y de la obra especial de D. Eugenio Ruidíaz, por esta sabia Cor-
poración premiada.
Toda la novedad, casi la única novedad de la última publica-
ción del Sr. García está en las 102 páginas primeras, que son en
la mayor parte de su propia cosecha, en el Proemio ó Prefación,
que se compone de los tres capítulos siguientes: i.°, Noticias
64 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
bio-bibliográficas, donde se contienen las de los dos autores de las
Relaciones, Bartolomé Barrientes y Fr. Andrés de S. Miguel;
2.°, La Florida, con breve noticia de la vida de cada uno de sus
descubridores primitivos; y 3. , Los naturales de América bajo la
dominación española, reducido á páginas sobrado escasas para
materia tan interesante.
Nada en realidad nuevo dice el Sr. García, ni de los dos auto-
res de estas Relaciones antes, ni de los descubridores de la Flo-
rida después; y desde luego malhumorado con Barrientos, cuyo
hondo sentido religioso y cuyo absoluto españolismo no pueden
ser de su gusto, aunque confiesa á regañadientes que con razón
lo calificó Quevedo de doctísimo maestro, cierra con pueril enojo
contra la ortografía de aquél, acusándole con inconcebible can-
dor de que la descuidara totalmente, por el enorme pecado de
que el escritor usaba la ortografía de su tiempo.
Y aquí el Sr. García, olvidándose de que ha de ser
el que ha de reprender, irreprensible,
queda convicto y confeso de no estar en poco ni en mucho fami-
liarizado, no ya con los manuscritos, pero ni aun con los impre-
sos de aquella época, desconociendo, al parecer, el significado de
la constante tilde con que se marcaba la letra ausente, y aspi-
rando, por lo visto, á que Bartolomé Barrientos escribiera en
pleno siglo xvi con la ortografía que en el siglo xx nos enseña el
Diccionario de la Real Academia Española.
Más benévolo y hasta amable con Fr. Andrés de S. Miguel,
como que su Relación de los trabajos de la gente de la Nao La
Merced no se roza para nada con el recuerdo del descubrimiento
y conquista di- aquellos países, que parece ser donde más duele
al Sr. García, échale en cara, sin embargo, como al anterior, su
mala ortografía, que á pesar de que escribió cincuenta años más
tarde, no iba en zaga á la de Barrientos, como era natural.
I tejando de lado estas mínimas y anacrónicas censuras, que
demuestran bien la poca autoridad de D.Jenaro para recopila-
dor v publicador de códices antiguos, y entrando en el fondo de
DOS ANTIGUAS RELACIONES DE LA FLORIDA. 65
las ideas que aquí y allá, á través de las innumerables citas y
párrafos ajenos, esmaltan dicho prefacio, lo que en primer tér-
mino aparece es una ciega pasión contra la nación descubridora,
un rencoroso desvío contra la España de todos los tiempos; con-
tra la España del siglo xvi, representada por sus conquistadores,
sus misioneros, sus soldados y sus gobernantes; contra la España
presente, representada por los que hoy cultivan entre nosotros
los estudios históricos y tratan noblemente de vindicar á la patria
agraviada y escarnecida de tan injustificados ataques.
El dice que solo se guía por el amor de la ciencia y de la ver-
dad, y cierra á tambor batiente contra los historiadores españo-
les, á quienes declara culpables de violarlas frecuentemente, solo
movidos con (esta es la preposición que emplea) sentimientos
mezquinos de necio y retrógrado patrioterismo.
Para sostener su tesis, resume á su manera los hechos de los
principales héroes de aquella conquista, Juan Ponce de León,
Lucas Vázquez de Aillón, Panfilo de Xarváez, Hernando de Soto,
Podro Menéndez de Aviles, truncando textos y entretejiéndo-
los á capricho, olvidándose de que en todas partes está desacre-
ditado este sistema de escribir la Historia, desde que alguno se
fijó en lo que dice el Credo cuando se comienza en Poncio Pilato.
Pero sin poder evitar que aun así aparezcan en el fondo de su
relación, más ó menos veladas y confusas, las verdaderas hazañas,
las energías sobrehumanas, los trabajos y los sacrificios de aque-
lla generación de gigantes, á quienes se debe la conquista y la
civilización del Nuevo Mundo.
Para tratar de esta nobilísima cohorte de matadores de indios
• — así los llama — de hombres rudos y crueles por raza, que ni
poblaron ni conquistaron la tierra, sino que la asolaron y la
devastaron, sin duda por amor al arte, según ha descubierto el
culto ciego á la verdad del Sr. García, prescinde generalmente
D. Jenaro hasta de las apreciaciones de los escritores anglo-ame-
ricanos, muchas veces imparciales, sin perjuicio de acoger amo-
rosamente sus conceptos cuando son de censura para nosotros.
En cambio, la imparcialidad más austera, el más vivo amor de la
ciencia, llegan á las más grandes alturas en el prefacio de que
tomo xlii. 5
66 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
trato, cada vez que hay que juzgar á los hugonotes franceses que
intervinieron en las expediciones de aquel mismo tiempo. Inspi-
rados por el Almirante Coligny, ardiente patriota, más deseosa
del bien público que del suyo propio, aparecen ante los ojos del
Sr. García Jean Ribaut y Rene de Laudonniére, hombre el uno
de corazón y de consejo, austero y probo personaje el otro, y
hasta el célebre John Hawkings, hombre de bien y caritativo
negrero, especie de D. Juan de Robres inglés.
Todos estos caballeros cumplidísimos, que no cabían en su
propio país, donde los esperaban la horca ó el presidio, resulta-
ban del lado allá del Océano inmejorables sujetos, verdaderos
patriarcas, dulces y paternales con los indios, recibidos en cam-
bio, por éstos con franco regocijo y muy cordial agasajo; hombres
de alto nivel moral, contraste vivo y chocante con los bandidos
españoles; culpables cuando más de faltas ligerísimas y menudas,
nunca de los enormes crímenes con que se manchaban á cada
paso los soldados de Castilla. Cuando el Embajador de la Señoría
de Venecia Donato calificaba á los hugonotes de la Florida de
venturieri, per non dir vagamondi; cuando otros los tenían por
gente condenada en Francia á muerte, á galeras ó á presidio, y
los mismos escritores franceses no protestantes los consideraban
como perturbadores en su tierra y piratas en la mar, de quienes
aquellos gobernantes solo deseaban verse libres, fuera como fuera,
¡cuan distantes estaban, aunque coetáneos, de estas verdades his-
tóricas que nos han revelado á estas alturas la absoluta imparcia-
lidad y el solo amor de la ciencia de D. Jenaro García! Por fin,
para no dejar nada en el tintero, hasta la figura única y venerada
de la Reina Católica merece las amargas censuras del escritor
mexicano, en cuanto á sus opiniones y á su conducta con los indí-
genas de América, negando la suma bondad y rectitud, la dul-
zura y la entereza de aquella mujer admirable y soberana sin
igual, que en su testamento y en su codicilo dictaba á sus here-
deros la suprema recomendación para que «non consientan nin
den lugar que los yndios vecinos e moradores de las dichas
yndias e tierra firme ganadas e por ganar, reciban agravio alguno
en sus personas nin bienes, mas manden que sean bien e justa-
DOS ANTIGUAS RELACIONES DE LA FLORIDA. 67
mente tratados, e si algund agravio han recibido lo remedien».
No; hay que juzgar de más arriba toda aquella maravillosa
epopeya de la obra española en América, aplicándole más que á
empresa alguna el distingue témpora et concordabis jura, que no
han de olvidar jamás los que honradamente se consagren al estu-
dio de la Historia. ¿Quién desconoce que aquellas brillantes pági-
nas están en muchos momentos oscurecidas por hechos lamen-
tables, hijos de la condición humana, inevitables en la guerra,
inseparables de toda conquista, huella forzosa de toda invasión y
de toda lucha? ¿Oué historiador español contemporáneo, de esos
á quienes tan malamente juzga el Sr. García, asegura que todo
es perfecto, y acabado, y sin sombras, en el cuadro grandioso de
la obra de los españoles en América? En medio de esa labor ex-
traordinaria, que será eternamente la honra de la gran familia
española en los anales de la humanidad, hubo necesariamente
faltas, hubo manchas, hubo crímenes, que, según la frase de
nuestro inmortal poeta, •
culpa fueron del tiempo, y no de España;
pero ¿qué digo del tiempo? ¿Es que acaso en nuestros días las
guerras de conquista, hasta sobre otros pueblos civilizados, se
hacen á nuestros ojos en otra forma, cuatro siglos después de que
vivieran esos Narváez, esos Sotos y esos Aviles, objeto de los
furiosos anatemas del Sr. García?
No; entre lo constantemente laudatorio y la censura injustifi-
cada y acre, entre la apología y el libelo, hay un término medio
prudente y mesurado, donde tiene su sitio el historiador que se
respeta. Censuremos, si se quiere, el detalle sombrío y triste,
casi siempre inevitable, y descubrámonos con admiración ante
la obra grandiosa, que solo los espíritus mezquinos pueden en
absoluto desconocer.
Y además, ¿por qué esa pasión contra los conquistadores espa-
ñoles en el ánimo de un hombre que se apellida García? Debe-
mos á nuestros padres en la Historia todo respeto, como se 1<>
debemos en la vida. Esos indios tan admirados del escritor mexi-
68 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
cano, esos franceses por quienes siente tantas simpatías, ¿qué tie-
nen (¡ue ver con él? Sangre española corre seguramente por sus
venas, y esas glorias de los conquistadores españoles serán pro-
bablemente glorias de su raza y hasta de su nombre. Lo que la
epopeya del descubrimiento de América representa de heroico
y de grande constituye un patrimonio moral, común á los habi-
tantes de España y á los de la América presente: los pueblos no
se componen solo, como ha creído el grosero individualismo de
nuestra época, ya entre todos los pensadores en derrota y en fuga,
de los seres vivientes en cada país en momento determinado de
su historia, sino siempre con ellos de los que fueron y de los que
serán. Vivimos á toda hora con los que pasaron y con los que
han.de venir, sin lo cual todo concepto de patria fuera vano y
sin significación alguna.
Levanten, pues, un poco el espíritu y el corazón esos que se
llaman allí amantes de la verdad, de la Historia y de la ciencia,
y. sacrifiquen en sus altares pueriles rencores y odiosidades injus-
tas y trasnochadas. Piensen en el profundo concepto que se
encierra en aquellos famosos versos que les consagró el Duque
de frías:
... odio, venganza,
nos juraréis cual pérfidos hermanos;
mas ya del indio esclavos ó señores,
españoles seréis, no americanos!
F: Eernáxdez de Béthencourt.
Madrid. 21 Noviembre 1902.
IV.
DOS BASÍLICAS ALAVESAS.
En concepto del que suscribe son de relevante mérito las Mo-
nografías escritas por D. Manuel Díaz de Arcaya, Cronista de
Álava, é intituladas: Armentia, su obispado y su basílica de San
Andrés; la basílica de Nuestra Señora de Estibaliz. Aunque la
INSCRIPCIÓN ARÁBIGA DE BENIMACLET. 69
materia histérico-artística de la que tratan haya sido objeto de
notables estudios en diferentes obras de renombrados autores,
todavía en las presentes tal cúmulo se ofrece de datos inéditos,
tan buen criterio, precisión y elegancia de selección y de estilo,
tanta copia de pinturas y esculturas monumentales, examinadas
y en parte descubiertas por el autor, y, finalmente, tanto esmero
en fundar las apreciaciones con claridad, distinción y solidez, re-
alzándolas con escogidos fotograbados que esmaltan el texto,
que, á no dudarlo, deben estimarse una y otra Monografía en su
ramo sobresalientes, y darse por acreedoras á los más favora-
bles efectos del Real decreto de I.° de Junio de 1900, salvo el
superior dictamen de la Academia.
Madrid, 5 de Diciembre de 1902.
Fidel Fita.
V.
INSCRIPCIÓN ARÁBIGA DE BENIMACLET.
Benimaclet es un lugar situado sobre la ribera izquierda del
Turia, distante un cuarto de legua de la ciudad de Valencia. Figura
en varias partidas del repartimiento hecho por D. Jaime el Con-
quistador (i). Básteme citar la primera (3 Octubre 1237):
«Monasterium de Benifaga: domos in Vaíentia et v jo(vatas) in termino
de Valentía in alquería de Benimaglet».
Una inscripción arábiga de este lugar halló refugio en la casa
del Dr. D. Agustín Sales, ilustre epigrafista valenciano, con cuyos
escritos se ha honrado más de una vez nuestro Boletín acadé-
mico (2). El Dr. Sales, en una de sus cartas (3), escribió:
(1) Bofarull (D. Próspero), Colección de documentos inéditos del Archivo
general de la Corona de AragJn, tomo xi, páginas 157, 158, 186, 221, 235,
241, 261, 264, 266, 276, 288. Barcelona, 1856.
(2) Tomo ni, páginas 51-62; iv, 1 15-144.
(3) Citada por D. Rodrigo Amador de los Ríos, Memoria acerca de algu-
nas inscripciones arábigas de España y Portugal, pág. 220. Madrid, 1883.
70 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA. .
«Sobre todo atrae la curiosidad una rarísima inscripción sepul-
cral árabe que me agenció el licenciado Francisco Sales, mi primo
hermano, curioso en todas materias raras, la cual, trasladada do
una quinta muy antigua inmediata á Benimaclet, lugar que fun-
daron los moros en la vega de Valencia, hice colocar á la puerta
de mi casa».
1 .a lápida se conserva en toda su integridad, y ha permane-
cido hasta nuestros días «en el muro exterior de la puerta de la
entrada de la casa, que en la calle de la Cruz tenía el núm. 3,
donde la puso el Dr. Sales; pero, dislocada hoy de su primitivo
asiento, y ocultada por sus dueños á los ojos de los transeúntes
para evitar todo percance de quebranto ó de deterioro, ha sido
coaveniente sacar de ella fotografías, una de las cuales me ha
sido enviada por I ). Francisco Bárbara, ilustrado y rico fabri-
cante de Barcelona, para ponerla, como lo hago, á disposición de
esta Real Academia. Con ella se podrán mejor estimar y dirimir
las cuestiones de lectura é interpretación, que andan pendientes,
y acrecentar el tesoro paleográfico del Corpus iuscriptionum semi-
ticarum en la parte comprensiva de la Península.
Don Rodrigo Amador de los Ríos expuso la inscripción así (i):
<Jr- J \J (^ 9-..
.X_^_*_, % 1__¡j.J! üL_Jl ._x^_*_;
__,, ^ ¿si ^Ul ,,1.,^ ,LxJI .1
- cr* ójfi ^W ^ ^ lT*^ IO
i — >' — ■ >>■ — * X ..y
«ti!
(1) O/. £■//., pág. 218.
INSCRIPCIÓN ARÁBIGA DE BENIMACLET.
71
72 boletín de la real academia de la historia.
«En el nombre de Alláh, el Clemente, el Misericordioso! Nues-
tro Señor es Alláh! ¡Oh vosotros hombres! Creed que las prome-
sas de Alláh son ciertas y no os dejéis seducir por los halagos
del mundo, ni os aparten de Alláh las falacias (del demonio).
Este es el sepulcro de Mohámmad ben Abdil-lah ben Said-Bau-
láh Al-Anssary." Confesó que no hay divinidad fuera de Alláh
único, para quien no existe compañero; que Mahoma es su siervo
y su enviado; que el paraíso es dogma; que el fuego eterno es
dogma, y que la hora (de la muerte) ha de llegar, no hay duela
en ello. Murió, apiádese de él Alláh y le perdone, en la noche
del jueves en la luna de Chumada, primera del año tres y cin-
cuenta y cuatrocientos. Apiádese de él Alláh».
La fecha corresponde al jueves, 24 de Mayo de IOÓI. Del pro-
pio año IOÓI, y del miércoles, 24 de Octubre, es el epitafio
arábigo hallado en Castellón de la Plana y fotograbado en la
página 49 del tomo 111 del Boletín.
Sobre esta inscripción de Castellón de la Plana advirtió Don
Pascual de Gayangos dos variantes en el texto del Alcorán
(Sura xxxv) por ella reproducido.
I^jU en lugar de 1$->J o
5 La. » ^-rr 3 -
Las mismas variantes aparecen afectando á la inscripción de
Benimaclét, grabada en la misma región de Valencia y en un
mismo año, con el mismo tipo de escritura ó carácter paleo-
gráfico.
A la fotografía, que nos ha remitido D. Francisco Bárbara,
acompaña la nota siguiente:
«Esta lápida que se veía en Valencia y en la calle de la Cruz,
empotrada en la fachada de la casa que fué propiedad de Don
I [< «norato Valentí y Bonaplata, hoy está en poder de los Sres. Ta-
rín hermanos, por efecto de haberse derribado la casa y haberse
convertido en plaza el terreno que ocupó. El mármol epigráfico
mide aproximadamente So centímetros de alto por 40 de ancho .
Madrid, 12 de Diciembre de 1902.
Fidel Fita.
VARIEDADES
HAGIOGRAFÍA.
EL SANTO ASALTO DE LA DUQUESA DE ALBA EN 1603.
RELACIÓN CONTEMPORÁNEA É INÉDITA.
Libro de los anales del monasterio de nuestra señora de la laura lunda-
do en el instituto de n.tro p. Santo domingo. Capitulo 31. De como a costa
de muchos peligros grangeao Reliquias de mucha debocio7i para la laura.
«Tenia la patrona de la laura, mui insignes rreliquias que el
santo pontífice sisto quinto la havia embiado í su primer desierto,
donde estando un dia en un oratorio mirando como no tenia rre-
liquias acordóse de las muchas que en alúa abia degado: y aunque
los estados y todo lo demás de bienes libres, que heran suyos
habia holgado mucho de degar: de las rreliquias se acordaba mu-
cho con soledad, y pudiera no degarlas pues no hera del mayo-
razgo, y estavan depositadas en ella para la yglesia, donde los
Duques se enterrasen: estando en esto y con deseo de otras bió
entrar por la puerta del oratorio artos criados de un cavallero
cargados con fuentes de rreliquias, que aquel cavallero que benia
de rroma en nombre de su Santidad a consolarla de la muerte
del duque la traya: estubo con tenerlas muy consolada todos
aquellos años antes que fundase el monasterio: mas después pa-
recíale que parra onrrarle y Santificar los altares, fuera bueno
tener algunos cuerpos de Santos: estando pues con este deseo
en billafranca un dia mate en una Camilla y con ella en el apo-
sento los padres maestros Fray diego de yanguas su confesor y
Fray geronimo de llamas, natural de la billa de San clemente que
fue mui Santo y escribió una suma de casos de conciencia muy
74 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
docta, rreligioso del convento donde estava el cuerpo del duque;
digoles no sé qué es que después que estoy en hillafranca me
parece que tengo cerca cuerpos Santos; y no sé donde: Respon-
dióla el maestro llamas, once ay, a una gomada de aqui, en
los montes aquilianos, en Santiago de peñalva, y en San pedro
de montes: todos canonigados al uso de su tiempo: diole deseo a
la duquesa de traer a la laura especialmente huno que se llamaba
San osteban: Santo que por serlo abian hecho venir de Francia,
cuando mucho florecía allá la Santidad, a gobernar aquellas aba-
días. El negocio se encomendó mucho a dios; enbiose por licen-
cia en el ínterin que en su casa y en la laura mucho se encomen-
daba la enpresa a nuestro Señor, con horacion y penitencias.
Abiendo hocupado en esto algunos días partieron de billafranca;
y la misma duquesa que le tomo devoción por la rrelacion que le
avian hecho de A - isitar aquel yermo: y para que lo que pretendía
no le pareció decente, degar de ir en persona: y fue la primera
y última vez que en toda su bida por su boluntad salió de casa
ni una legua: porque aunque andaba muchos caminos fueron por
boluntad agena, y obediencia: acompañáronla el marques su her-
mano, y su santo confesor, y no mas que huna docena de cria-
dos dentranbos, y una sola criada, y otra biuda devota señora
de basallos muy faborecida de la duquesa: llevaban tragado de
acer el santo asalto en secreto por no alborotar un lugarillo de
Cabreros y un cura que el abad de peñalba dignidad de la ygle-
sia mayor de astorga alli tenia puesto: y de velar la duquesa en
la yglesia una noche y en ella sacar el santo cuerpo: y asi avia
mandado que en la misma litera en que yba pusiesen una palan-
ca para levantar las losas y llevar un cofre muy bien aderegado
con olandas y tafetanes: y un ornamento para dar á la yglesia, y
cargas de achas para sacar con solenidad las Reliquias. Al tiempo
que yba a entrar en su litera mandó sacar acaso la palanca, que
si alli fuera parece tornara con huna compañera menos: la gor-
nada hora toda de ocho leguas y tardaron asta bolber a billa-
franca cuatro dias: porque según pareció, el enemigo pretendió
quitar en aquel camino la bida a la que entendía en los negocios
de la laura. Ycieron noche en rrimor lugarillo del marquesado;
partieron el siguiente dia para San esteban de balduega con in-
tento de Comer alli y llegar a la tarde a la yglesia de peñaba:
yba la duquesa leyendo en el libro de San doroteo; y queriendo
que lo hoyóse doña madalena Sarmiento, aquella biuda que la ha-
hagiografía. 75
compañaba, ygola pasar de otra litera adonde yba a la suya, y
en ella llevaba aquella imagen del Cristo glorioso que la Santa
madre Teresa de Jesús, su gran amiga ygo cuanto pudo el
arte ymitar (y) Sus palabras, y (con) ellas al bivo Señor quen la
horacion avia bisto: yban atrás el marques y el maestro en otra
litera y al pasar la primera por un camino, — que toda su lon-
gitud acia pendiente acia un Rio que se pasaba por un pontón
de un arco tan escuro con los peñascos que del otro lado abta,
y la misma agua del rrio hera tan negra, que parecía abitacion
de los del infierno. Era muy cerca de San esteban donde helios
tenían tanta mano como se dirá — la huna bestia de las dos que
llevaban la litera, no tenia acemilero siendo tan necesario huno
para cada huna, como las dos para la litera, arrodillóse la que
yba a la banda, de la duquesa y por aquella parte bago al suelo
la litera. La doña madalena hera muí medrosa y púsose como
muerta: estábala consolando y animando la duquesa cuando llego
un gentil onbre y la digo V. X. a salga questá en mui gran peli-
gro, digole hella: qué peligro? levanten esa acémila. El criado an-
tiguo que la tenia amor holvidandose del rrespeto y diciendo buesa
excelencia me perdone, ybala a hasir de los brazos para sacarla.
Digole: teneos! que si asi a de ser yo saldré; y salió, y al mismo
punto mando sacar á doña madalena que no tenia animo para
salir y el que llegó á sacarla, se quedo con una parte de su toca
en las manos: y la bestia que estava de rrodillas al mismo tiempo
que salió la duquesa, se colgó; y como havia grande altura del
camino al rrio y hera enpinada como huna pared derecha, no
tuvo en qué se detener; y en colgándose, como peso mas que la
que estava, entranvas cayeron con la litera y la que quedó den-
tro: y toda la litera se ygo Ragas y ningún mal doña madalena.
Asi como cayo, púsose de rrodillas la duquesa, y con harto dolor
digo: Madre de Dios ayudalda; y luego sentada en huna losa
mando mirasen de lo alto, qué se avia hecho? y digeronla muerta
está: asomóse y digoles no, que hun brazo mueve, bagad esa ca-
milla por ella: ygoles buscar una bagada y se la trageron con solo
el mal del miedo y espanto que hen ella no hera poco; llegaron a
San estevan y paro alli para acería curar del espanto: y degan-
dola en casa de un primo suyo que avia sido el huésped partie-
ron al amanecer para subir hunas cuestas, que ni las de Monse-
rrate, ni las de monseni no serán mas ásperas ni enpinadas, ni
de tan estrechas sendas, que no cavia ningún cavallo por ella:
76 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
([insiéralas subir a pie por su devoción la duquesa, mas sus con-
tinuas enfermedades no la tenian con fuerzas que lo pudiese acer.
Fueron ella y su criada rn unas sillas: y los criados, maestro, y el
marques a pie con hunos báculos. Son aquellos montes admira-
bles de altos, ásperos y fértiles de arboles y buenas yerbas: que
se nacen entre las garcas, y malegas, y muy abundantes de aguas
de arroyos, que sacándolos el arte de los rromanos de los Rios
de que también ay artos en aquella soledad, por entre las peñas
como por condutos aciendo las hunas aguas y las otras un rru-
mor y estruendo como de mar enbravecido, los trayan para la-
brar gran cantidad de minas que por alli ay: ni faltan también
bestigios, de las que los Santos que abitaban aquellos montes
grangeavan y descubrían con su oración en unas hermitas que
por alli se ven echas de arboles i yerbas; por donde pasando la
duquesa allava a su santo confesor arrimado a su báculo descan-
sando en oración: no benia el marques, tan descansado porque
sobre ser tan baleroso y bravo soldado estava tímido en algunas
ocasiones: que no temia su ermana siendo muger, y el temblavá
pensando que al sacar los santos habia de caer algún rrayo del
Cielo, fio tragarlos la tierra: y benia no menos melancólico
que arrepentido de aberse encargado de aquel camino : disi-
mulaba su ermana la moyna quel ama mostrava, esperavala a
la puerta con mucha y como la puso en su asiento, salióse. Ella
se rreconcilio y digo a su confesor que antes de atreverse a ha-
brir los santos sepulcros tuviesen en comulgando huna ora de
oración, en que él de nuebo lo encomendase a dios, aciendo
quenta que no avian benido a trasladar Santos, sino a solo bisi-
tarlos y le ordenase qué arian: oyeron tres ó cuatro misas; digola
el maestro y comulgóla; pusiéronse en oración, y estando en ella
entro el marques con mui gran alegría diciendo; sus! señora aga-
mos lo que hemos de acer oy y agame merced questa noche la
tengamos en San pedro de montes ques abadia de benitos, y no
aqui, que esta humedísimo; ya tengo guardas a tres puertas de esta
yglcsia. Fuimos, pareciendo al maestro questa mudanca hera la
rrespuesta del Cielo, al sepulchro de San esteban abad con gran
deseo de sacarle; porquestava a la entrada de una puerta; en el
arco estava un onrrado lietrcro; y con ser mas fácil que sacar los
domas, nos fue tan inposible que tubimos por voluntad del Cielo
que no ]<■ llebasemos de alli. Esta yglesia (es) de obra mui particu-
lar do pylastras y arcos tan rredondos que casi acaraba el circulo,
hagiografía. 77
y de obra mosayca, toda de una nabe. Tiene una capilla del Santí-
simo Sacramento al un testero, y al otro hotra en questaban en
dos ermosos y muí grandes sepulchros de gruessisimas losas do
marmol los cuerpos de San genadio y de San Urbano confeso-
res anacoretas y obispos antiguos de astorga: que aun los santos
en aquel tiempo que, a mas de setecientos años que murieron,
por Reberencia del Santísimo Sacramento, los ponían a los pies
de las yglesias y asi a los rreyes. Tenia el cuerpo de la yglesia
dos Capillas por banda adonde por ella se sale por puertas de
arcos y colunetas de alabastro y en ellas otros cinco cuerpos con
el del abad esteban: Fue esta yglesia una de las abadías que san
genadio fundo, cuyas Ruinas allí parecen y aunquel monte en que
se edifico, y se abia subido, es altísimo, de aquella altura se leban-
ta otro que parece dexa las 1 nubes debago, y que les queda supe-
rior: y llamase asta oy el silencio; que gano el nonbre del mucho
que los Santos en el guardavan sin ablar gamas palabra sino las
de la misa y Oficios divinos muchos tiempos que en el se rreti-
raban: i oy dia se ven las ermitas de pobre fabrica, y sin faltar-
les una piedra y todas cubiertas gunto con una yglesia, que en
el medio esta de malezas que parecen echas de yerbas las er-
mitas.
A este monte del silencio no pudimos las mngeres subir por
su aspereza grande: Mas solo mirarle infundia devoción y amor
de la soledad. Bolbiendo a la yglesia, aquella losa del sepulchro
de san genadio que cierto parecía heran menester cinquenta
honbres para moverla: después de aver quitado huna Rega que
la cubría, y estaba cubierta de atadillos con tierra, de gunto a
las losas, quentodo el bierco se le atan al cuello para las calen-
turas, y en quitándoseles, que dicen es infalible la tornan allí.
Solos el marques y tres criados, quitada la cal de las gunturas, y
la lebantarori y abierta la tenian, todos quatro de rrodillas con
palancas: el maestro rrebestido y de rrodillas y con achas blancas
encendidas; lloravan de devoción y suavidad del grande y suave
olor que del sepulchro salió; y no falto alli quien vio salir Res-
plandor. Sacóse el cuerpo, que estaba compuesta toda el armadu-
ra de los huesos: y a la rredonda la carne convertida en un pol-
billo pardo: y alguna en su ser pegada a las canillas: degaronse
los huesos pequeños; porque no ydolatrasen los que alli acuden
ciertos pocos dias en el año, con procesiones. Sacóse asi también
el cuerpo de san urbano degando algo, y el de san fortes. Y en
7§ BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
comiendo y abiendo limpiado la yglesia y adornado los altares se
partieron, seria el medio dia, y asta muí noche tardaron en solo
una legua, que caminaron por una sendilla, no usada desde la
muerte de los Santos que por alli yban de una avadia a otra:
mui mas áspera que lo pasado, y tan estrecha que pareció mila-
gro dellos no nos despeñar, porque las sillas nocavian. Cuando
pararan para mudarse, los que las llebavan, quedava sin duda lo
mas en el aire, sobre hun avismo de ondura ha donde las acé-
milas a cada rrato rrodavan por no caver en lo angosto de la
sendilla. Saibó la que traia la Santa arca que esa gamas cayo; y
al sacar los .Santos, sucedieron tres milagros que no quento por
abreviar algo esta larga Relación. Llegamos a san pedro: y en
san esteban.nos tenian llorados por muertos, quando supieron
nos avian encaminado por alli: donde a San fructuoso le tiraron
unos ballesteros como a fiera no creyendo que hombre umano
alli estubiera: aquella noche tubo mui buen aposento la duquesa
que fue la misma yglesia, donde no osava arrimarse a las pare-
des que por sus manos fabricaron los Santos. Bueltos al dia si-
guiente a san esteban, y tomando ala conpañera, y aciendo com-
posición alli en unos bandos de todos los becinos, cavegos dellos
dos mugeres onrradas, y asi fue fácil conponer las mugeres; aun-
que no poco, porquel mismo cura fomentava los bandos, y ubo
la duquesa menester mas animo para rreprenderle que para
meterse en la pendencia que rrebolbian aquellos malos espíritus
que abitavan en el pontón, donde ygo poner huna gran cruz, y
enbio predicadores a san esteban; que los mas viegos no seacor-
davari haver oydo Sermón en su vida: tanta falta ace la palabra
de dios. Después desto se tornaron a billafranca parando el sil tan
crecido que pareció milagro no se aogarse: hunos esclavos de
mui alto tamaño trayan la silla de la duquesa, y otros ocho o
diez para que no se la llevase la corriente y sobre sus ombros, y
con todo eso benia la duquesa mirando al agua dentro de su
misma silla que le llegava a las rrodillas. Los santos cuerpos se
entregaron este año en la laura por inbentario y con la solenidad
debida que ser pudo, el dia del mártir san Cipriano (i); y se saca-
ron de sus sipulchros a los setecientos}?' tantos años de su depo-
sición. Tratan dellos el Obispo de Tuy, y agora escribirá en la
crónica de san benito el avad del- rreal de Valladolid; i después
(ii [6 de Septiembre.
hagiografía. 79
le dio dios a la duquesa otros de mártires: San gynes el repre-
sentante, San timoteo y San suero».
Sigue á continuación el capítulo 32, que empieza así: «Por
poner en primer lugar la traslación de los santos, se queda para
el segundo un suceso y mudanca de perlada que la laura ubo
luego en el principio deste año de 1603 y tercero de su funda-
ción...»
A esta narración sencilla y animada, cuanto verídica, hecha
por una señora del acompañamiento de la Duquesa, y testigo
presencial del suceso, debió remitirse el clarísimo Flórez en la
España Sagrada. Hablando de los cuerpos santos que se llevó la
Duquesa, escribe (i): «Colocólos, cerca del año 1603, en su nue-
vo Convento de Villafranca, donde perseveraron, hasta que poco
después fué trasladado el Convento y las santas Reliquias á Va-
lladolid, donde existe, conocido con el título de la Laura-».
Tres mujeres tan solamente tomaron parte en la expedición:
la Duquesa Doña María de Toledo y Colonna; la viuda y señora
de vasallos Doña Magdalena Sarmiento; y una dama de servicio,
ó criada de la Duquesa. De una de ellas es la frase que se lee en
la narración: «A este monte del Silencio no pudimos las mujeres
subir por su aspereza grande; mas solo mirarle infundía devo-
ción y amor de la soledad». ¿Cuál de las tres esto escribió? Xo
fué Doña Magdalena Sarmiento, que se quedó transida de es-
panto en San Esteban de la Valdueza, por haberse despeñado con
las muías de su litera al río, y no subió á San Pedro de Mon-
tes, ni á Santiago de Peñalba. Bien es verdad que la Duquesa
(-j- l.° Diciembre, 1612) pudo escribir ó hacer escribir el relato
hablando de sí en tercera persona; con todo, parece natural que
debamos atribuirlo á su dama de servicio ó de honor, que pinta
más que describe lo que presenció con tan gallardo estilo como
pésima ortografía, y que por modestia calló decorosamente su
nombre. Lo cierto es que tan importante relación (2) se trazó
entre el año 1607, cuando empezó á ser obispo de Tuy Don
Fr. Prudencio de Sandoval y el año 1613 en que imprimió el
P. Fr. Antonio de Yepes el tomo iv de su Crónica general de la
Orden de San Benito.
F. F.
(1) Tomo xvi (2. a edición), pág. 147. Madrid, 1787.
(2) Debo su copia al R. P. Galo Iglesias S. J.
NOTICIA
Ei. anillo Marcosiano de Astorga. — Tomamos su descripción del Bo-
letín de la Comisión provincial de Monumentos históricos y artísticos de
Orense (i), donde el antiguo correspondiente de nuestra Academia en
aquella ciudad, D. Marcelo Macías, expone el epígrafe y conjetura el des-
tino de tan precioso objeto.
Anillo de oro, liso, de forma octogonal, de 19 mil. de diámetro inte-
rior, 4,50 de ancho y 5 gramos de peso. Apareció en Astorga. en una here-
dad del arrabal de Rectivia, y lo posee el rico industrial y comerciante
D. Juan Panero.
Las letras están distribuidas de manera que corresponden dos á cada
lado del octógono, sin puntos que las separen, ni señal alguna que indi-
que donde empieza ó donde acaba la inscripción, y ni leídas seguida-
mente, ni de dos en dos como si fuesen siglas, dan un sentido cabal y
adecuado.
TP I o)0 I TP I wA I HO I YP I toH | TO
La identidad de lengua y caracteres con la descubierta en Ouintani-
11a (2) inducen fuertemente á creer que procede, como ésta, de los gnós :
tico-priscilianistas, que tanto abundaron en la antigua Astúrica».
Según el sistema del egipcio Marcos (3), que á fines del siglo 11 infestó
á la España y las Galias con su herejía, predecesora ó raíz de la Priscilia-
nística, las letras del anillo Asturicense se permutan con las siguientes
s9 I ax. I eO I iw I nv. | sO | zi | s/., cuya suma numeral (4) equivale ala del
eón avQpo^o; (5), á quien el heresiarca llamó cuerpo de la Verdad. No es de
hoy ni de ayer el humanitarismo de las sectas secretas en España.
F. F.
(1) Tomo 11, núm. 29, páginas 86-88. Noviembre-Diciembre 1902.
(2) Véase el fotograbado de esta lápida gnóstica en el tomo x de nuestro Boletín,
pág. 244.
(3) San Ireneo, contra Aaereses, libro l, cap. 14.
(4) 14 4- 21 4- 14 ■+- 801 4- 220 4- 14 4- 201 4- 25 = 1310.
(5) 1 + 50 + 9 4- 100 + 800 -f- 80 4- 70 + 200 — 1 3 10.
tomo xlii. Febrero, 1903. cuaderno ii.
BOLETÍN
DE LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
ADQUISICIONES DE LA ACADEMIA
Durante el segundo semestre del año 1902.
REGALOS DE IMPRESOS.
DE SEÑORES ACADÉMICOS DE NUMERO.
♦Carrasco y Sayz (Excmo. Sr. D. Adolfo). «La guerra», por el coronel Don
Eduardo González Velasco. Madrid, 1893.
«La calle de Temprado en Teruel», por el teniente coronel de Artillería
D. Ricardo Pascual de Quinto.
¡Historia del primer regimiento divisionario de Artillería desde su
creación hasta el i.° de Julio de 1891», por el teniente coronel del
mismo D. Arturo Arnaiz y Garralda. Valladolid, 1891.
«Monografía político-militar de Mfndanao», por D. Francisco J. de
Moya. Madrid, 1895.
«Biblioteca de la Dirección general de Artillería. índice por orden de
materias y alfabético de autores. Madrid, 1887.
.«índice general del Memorial de Artillería desde su íundación, en Junio
de 1844, hasta fin de la tercera serie en Diciembre de 1893». Tomo 1.
Madrid, 1902.
Catalina García (Excmo. Sr. D. Juan). ¡Catálogo de la Exposición nacio-
nal de retratos celebrada en Madrid en 1902».
Fernández Duro (Excmo. Sr. D. Cesáreo). «Cinco opúsculos de Mr. Kon-
rad Haebler ■.
«Apontamentos numismáticos?, por Sousa Viterbo. Lisboa. 1902.
«Memoria del monumento que se erige en Madrid á la patria española,
personificada en el rey D. Alfonso XII». Madrid, 1902.
-Álbum de Minerva. Fiestas escolares de 1901». Guatemala.
tomo xlii. 6
62 boletín de la real academia de la historia.
«Arte nova de Algarismo» (em verso). Inédito do seculo xvi, dado á
estampa por A. F. B. Evora.
«D. Luís de Requesens, Comendador Mayor de Castilla y Gobernador de
los Países-Bajos por Felipe II», por D. Francisco Barado. Madrid, 1902.
Cristóbal Colón» (rectificaciones é hipótesis), por R. Monner Sans.
Buenos-Aires, 1901.
«La Argentina y Cataluña>. Discurso por R. Monner Sans. Buenos-
Aires, 1900.
«Estudos bistorico-archeologicos-, por el Sr. Philotheio Pereira d'An-
drade. Bastora, 1901.
«Discurso leído en el Congreso Católico de Compostela por el Exce-
lentísimo Sr. D. Andrés Manjón». Madrid, 1902.
«Algumas achegas para a Historia da Tinturaría em Portugal», por
Sousa Viterbo. Lisboa, 1902.
«Estudios de estrategia y organización del Ejército y Armada», por el
capitán de Caballería D. Francisco de Francisco y Díaz, Doctor en
Derecho y en Ciencias. Valladolid, 1899.
«El Ferrocarril de Pennsylvania y la Exposición Colombina». Philadel-
phia, 1892.
Fernández de Béthencourt (Excmo. Sr. D. Francisco). «Historia genealó-
gica y heráldica de la Monarquía española, Casa Real y Grandes de
España». Tomo iv. Madrid, 1902.
Gómez de Arteche y Moro (Excmo. Sr. D.José). «Guerra de la Indepen-
dencia. Historia militar de España de 1808 á 1814-. Tomo xm. Ma-
drid, 1902.
Herrera (D. Adolfo). «Medallas españolas». Personales, tomo 11. Militares,
navales y político-militares, tomo vn. Bodas Reales, tomo 11. Madrid,
1 90 1.
Laurencín (Excmo. Sr. Marqués de). «Comedia llamada difcordia y queí-
tion de Amor, compuerta por Lope de Rueda». Reimpresa en Madrid,
Viuda é hijos de Manuel Tello, Julio de 1902.
DE ACADÉMICOS HONORARIOS.
Loubat (Excmo. Sr. Duque de).'«Codex Fejérváry-Mayer». Berlin and
London, 1901-1902.
«Codex Vaticanus Nr. 3.773». (Codex Vaticanus B). Berlín, 1902.
DE CORRESPONDIENTES NACIONALES.
Aledo (Excmo. Sr. Marqués de). «Anuario de la Cuna de Jesús». Año 1..
1901. Madrid, 1902.
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Alvarez de la Braña (D. Ramón). -¿Apuntes para la Historia del Puente
del Castro». León, 1902.
«Catálogos de la Biblioteca provincial de León». Tomos 1 y 11. León,
1897.
Cáceres Pía (D. Francisco). «Lorca. Noticias históricas, literarias, estadís-
ticas, etc., de la antigua Ciudad del Sol-». Madrid, 1902.
Canella (D. F. y Bellmunt (D. O.) «Guía general del viajero en Asturias».
Gijón, 1899.
Cola y Goiti (D.José). «Guía de Vitoria». Vitoria, 1901.
García de Quevedo y Concellón (D. Eloy). «Excursiones por la provincia
de Burgos». Madrid, 1899.
«El Abad Maluenda y el Sacristán de Vieja Rúa (poetas burgaleses)».
Madrid, 1902.
López Ferreiro (D. Antonio). «Galicia histórica». Revista bimestral.
Tomo 1. Año 1902. Núm. vi. Mayo-Junio.
Pardo de Figueroa (D. Mariano). «Nombramiento de Comisario del Santo
Oficio de la Inquisición de Granada, hecho á favor del Licenciado
D. Francisco Antonio Belmonte y Serrano, vecino de la ciudad de
Vera y Beneficiado de la villa de Antas». Granada, 17 de Febrero
de 1685.
«Juramento prestado por D. Pedro de Lorca y Valero sobre guardar
fidelidad y obediencia á la Iglesia Católica y al Pontífice Benedic-
to XIII y sus sucesores». Año 1625.
«Cuarta ración de artículos del Doctor Thebussen». Madrid, 1902.
Walls y Merino (D. Manuel). «La Alemania Imperial», por Sidney Whit-
man, traducción del inglés por Manuel Walls y Merino. Madrid.
DE CORRESPONDIENTES EXTRANJEROS.
Ayres (Sr. Cristovam). «Pela Patria! A conquista de Portugal». Lisboa,
1902. „
Chavero (D. Alfredo). «La piedra del Sol». Estudio arqueológico.
«Calendario de Palemke. Los signos de los días». México, 1902.
Dbdgson (Mr. E. S.) «Catalogue of Books printed at the Clarendon press,
Oxford » .
«Guide to the casts of sculpture and the Greek and Román antiquities
in the Ashmolean Museum, Oxford». Oxford, 1901.
«A provisional catalogue of the Paitings exhibited in the University
Galleries Oxford >.' Oxford, 1891.
«Additions to the Libray of the Taylorian Institution». July, 1901-1902.
Oxford.
«Oxford University Calendar, 1902».
84 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
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nell' alma citta <li Roma per la felicissima noua della destruttione
della setta Ugonotana . London.
Dognée (M. Eugéne M. O.) «Un Officier de l'armée de Varus». Bruxelles.
Ganare! (M. Paul); «Le Corsaire Jean Fleury». Rouen, 1902.
Haebler (Dr. K.) «Le soi-disant Cisianus de 1443 et les Cisianus Alle-
mands». Besancón. 1902.
Ilamy (M. E. T.) «Le Capitaine Rene de Laudonniere, nnuveaux rensei-
gnements sur ses navigations (1561-1572) . Taris, 1902.
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(16 1 3- 1674)». Dole, 1902.
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entre los puertos de la Península é Islas Baleares en 1900, formada
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«Resúmenes mensuales de la estadística del comercio exterior de Es-
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Producción y circulación de azúcares, achicoria y alcohol industrial».
Segundo y tercer trimestre de 1902. Números 10 y 11.
«Estadística del impuesto de transportes por mar y á la entrada y salida
por las fronteras». Números 9-10, i.°-3.° trimestre de 1902.
Dirección general de Contribuciones. «Estadística del impuesto sobre los
transportes de viajeros y de mercancías por las vías terrestres y flu-
viales». Año 1901. Madrid, 1902.
«Estadística del impuesto sobre el consumo de luz de gas, electricidad
y carburo de calcio». Año 1901. Madrid, 1902.
Dirección general de Sanidad. «Sobre la mezcla de pimentón y aceite»,
por el limo. Sr. D. Ángel Pulido, Director general de Sanidad. Ma-
drid, 1902.
«Sanidad pública en España y ministerio de las clases médicas», por
D. Ángel Pulido y Fernández, Director general de Sanidad. Madrid,
1902.
Ministerio de Gracia y Justicia. «Discurso leído por el Excmo. Sr. D. Juan
Montilla y Adán, Ministro de Gracia y Justicia, en la solemne aper-
tura de los Tribunales, celebrada en 15 de Septiembre de 1902». Ma-
drid, 1902.
Estadística de la Administración de Justicia en lo criminal durante
el año 1900 en la Península é islas adyacentes, publicada por el Mi-
nisterio de Gracia y Justicia. Madrid, 1902.
DE GOBIERNOS EXTRANJEROS.
Dirección general de Estadística de la provincia de Buenos-Aires. La
Plata. «Boletín mensual». Año 1, núm. 5, Diciembre 1901. Año 11,
núm. 6, Enero 1902.
Dirección general de Estadística Municipal de Buenos-Aires. «Anuario
estadístico de la ciudad de Buenos-Aires». Año xi, 1901. Buenos-
Aires, 1902.
«Boletín mensual de Estadística municipal de la ciudad de Buenos-
Aires». Año xvi, números 5-9, Mayo-Septiembre, 1902.
Dirección general de Estadística de la República del Uruguay. «Comercio
86 BOLETÍN de la real academia de la historia.
exterior y movimiento de navegación de la República Oriental del
Uruguay y varios otros datos correspondientes al año 190 1 , compa-
rados con 1900». Montevideo, 1902.
Estadística municipal de la ciudad de Santa Fe. República Argentina.
«Boletín». Año 1, números 2-3, Abril-Septiembre, 1902.
Ministerio de Guerra, de Colombia. Nueva Geografía de Colombia», por
F. G. Vergara y Velasco. Tomo 1. Bogotá, 1901.
Ministerio de Obras públicas de la provincia de Buenos-Aires. La Plata.
Memorias presentadas por las oficinas dependientes del Ministe-
rio». Año de 1895 á 1896. La Plata, 1898.
«Memorias descriptivas sobre el proyecto de ensanche del puerto de
La Plata . La Plata, 1898.
Memoria presentada á la Honorable Legislatura por el Ministro de
Obras públicas, Dr. Emilio Frers». La Plata, 1898.
«Memoria presentada á la Honorable Legislatura por el Ministro de
Obras públicas, Dr. Adolfo Saldías». La Plata, 1901.
< Memoria presentada á la Honorable Legislatura por el Ministro de
Obras públicas, ingeniero Julián Romero». La Plata, 1902.
Oficina Demográfica Nacional Argentina (Ministerio del Interior). Buenos-
Aires. «Boletín Demográfico Argentino . Año m, Marzo-Septiembre,
1902.
DE ACADEMIAS Y CORPORACIONES NACIONALES.
Asociación Artístico-Arqueológica Barcelonesa. Barcelona. «Revista».
Vol. ni, año vi, números 31-33, Mayo-Octubre 1902.
Asociación de Arquitectos de Cataluña. Barcelona. «La Catedral de Bar-
celona». Ligeras consideraciones sobre su belleza arquitectónica, por
D. Augusto Font y Carreras.
Ateneo de Madrid. «Discursos pronunciados durante las conferencias
marítimas celebrados en estos últimos meses por los Sres. D. Damián
[sera, D. Joaquín Sánchez de Toca y D. Antonio Maura». Madrid, 1902.
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Catedrático de la Facultad de Farmacia». Santiago, 1902.
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Beitrage zur Verglcichenden Anatomie des Durchlüftungssystems»,
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Vermogensrechtliche Anstande bei der Trennung von Religionsge-
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21 de Octubre de 1805 (Trafalgar) entre la escuadra combinada de
España y Francia y la de Inglaterra, por un oficial de marina español
que se halló en él. Carta en contestación á este escrito por A. de E.
(Antonio de Escaño) desde la Isla de León á 8 de Septiembre de
1806, y juicio de los papeles que anteceden, sin firma». Copias.
Tratado de paz y amistad ajustado entre Su Magestad Católica y el
Dey y Regencia de Argel en 14 de Junio de 1786». Impreso en 4°
«Censura del tratado de paz hecha con Inglaterra en 1750 dirigida al
Marqués de la Ensenada desde Cádiz á 8 de Marzo de 1 75 1 , por Don
Isidoro Pérez, de la Vega». Minuta.
«Exposición á S. M. del Conde de Aranda en 27 de Mayo.de 1788, abo-
gando por las preeminencias de los Capitanes generales del Ejército
y Armada». Copia.
«Carta del Conde de Aranda á D. Jerónimo Caballero en 25 de Julio de
1788, recomendándole la exposición que elevaba á S. M. sobre pre-
eminencias de los Capitanes generales del Ejército y Armada». Copia.
«Diario del viaje que D. Joaquín de Olivares y Centeno, Comandante
de la fragata de S. M. San Antonio, ha hecho desde el Río de la Plata
hasta el Río Gallegos al reconocimiento de la costa del Sur en 1746».
•Relación del combate naval de 20 de Octubre de 1782, copiada del
diario de D. José de Mazarredo, Mayor general de la escuadra com-
binada hispano-francesa».
«Noticia de los trabajos literarios del Instituto de la Academia de la
Historia emprendidos por su individuo Josef de Vargas y/Ponce desde
Junio de 1793 á Diciembre de 1797». Original.
«Respuesta de D.Juan Bautista Muñoz al voto particular del Sr. D. Jo-
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seph de Guevara sobre la Historia del Nuevo Mundo». Sin fecha ni
firma.
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rredo en París en los años de 1799 á 1801. Remitidas por D. Antonio
de Mazarredo por complemento de las anteriores».
«Carta de Luís Vaez de Torres al rey Felipe III desde Manila á 12 de
Febrero de 1607, dando cuenta de sus descubrimientos. Copia envia-
da al general D. José de Mazarredo por D. Juan Bautista Muñoz, con
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«Glosa á la obra de D. Jorge Manrique. Hecha por Diego de Barabona:
dirigida al muy ilustre Sr. D. Gaspar destuñiga de auellaneda, abad
de castro».
«Cartilla para enseñar á leer á los niños, con la doctrina christiana que
se canta, amados hermanos».
«Vias contra Fortua, hecho por coplas por el marques de Santillana,
enderezado al duque dalua».
«Relación de la salida que hizo desta villa de Madrid el serenísimo
Principe de Gales a nueue de Setiembre deste año de 1623, acom-
pañado del Rey N. Señor y del Infante Carlos, y el Cardenal su her-
mano, hasta S. Lorenzo el Real del Escurial, etc.»
«Cartilla» y «Luz en la verdadera destreza» sacada de los escritos de
D. Luís Pacheco y Narváez y de los autores que refiere, por don
Nicolás Tamariz.
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Tomo xviii, entregas i. a -5. a , Julio-Noviembre, 1902.
Memorial de Ingenieros del Ejército». Madrid. Año lvii. Cuarta época,
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Monumenta Histórica Societatis Jesu nünc primum edita a Patribus
, Ejusden Societatis». Madrid. Fasciculus 104. Mense Augusto.
Razón y Fe . Revista mensual, redactada ppr los Padres de la Compañía
de Jesús. .Madrid. Tomo rn¡ números 3-4, Julio-Agosto 1902. Tomo iv,
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«Revista general de Marina >. Madrid. Tomo li, cuadernos i.°-6.°, Julio-
Diciembre 1902.
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«Analecta Bollandiana >. Bruxelles. Tomus xxi. Easc n-iv, Juin-Octobi c
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«Boletín Salesiano». Turín. Año xxm, números 8-10, Julio-Noviembre
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«Bulletin Historique du diocése de Lyon>. Lyon. 3 e année. Nos 16-18,
Juillet-Décembre 1902.
«Études». Revue fondee en 1856 par des Peres de la Compagnie de
Jésus. Paris. 39 e année, tome 92 e de la collection,' 5 Juillet-5 Octobre
1902; tome 93 e de la collection, 20 Octobre-5 Décembre 1902.
«KwartalnikHistorycny». Organ Tovvarzystwa Historycznego. Rocnik xvi.
Zeszyt 2-3.
«La Civiltá Catholica». Roma. Serie xvín, vol. iv, quadernos 1. 248-1. 252,
21 Giugno-16 Agosto 1902; vol. vn, quadernos 1. 253-1. 255, 6 Set-
tembre-4 Ottober 1902 ; vol. vm, quadernos 1. 256-1. 259, 18 Ottobre-
6 Dicembre 1902.
«La Ouinzaine*. Paris. 8 e année, nos 185-195, I er Juillet-Décembre 1.902.
«Napoli nobilissima». Napoli. Rivista di topografía e d'arte napoletana.
Vol. xi. Fase, vi-xi, Giugno-Novembre 1902.
«Polybiblion». Revue bibliographique universelle. Paris. Partie littéraire.
Deuxiéme serie. Tome cinquante-sixiéme, xcv e de la collection. Pre-
miére-cinquiéme livraison, Juillet-Novembre 1902.
«Partie téchnique ». Tome vingt-huitiéme, xcvi e de la collection. Sep-
tiéme-onziéme livraison, Juillet-Novembre 1902.
«Revue Bénédictine». Belgique. Dix-neuviéme année. Nos 3-4, Juillet-Oc-
tobre 1902.
«Revue Celtique». Paris. Vol. xxm, nos 2-3, Avril-Juillet 1902.
«Revue Historique >. Paris. Vingt-septiéme année. Tome soixante-dix-
neuviéme. 11, Juillet-Aoüt 1902. Tome quatre-vingtiéme. 1-11, Septem-
bre-Décembre 1902.
«Rivista di Storia, Arte, Archeologia della provincia di Alessandria .
Alessandria. Anno xi, fase, vi-vn (serie 11), Aprile-Settembre 1902.
«Rivista di Storia Anticá». Padova. Nuova serie. Anno vi, fase. 3.°-4.°
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DE LAS REDACCIONES Y POR CORREO.
«Bulletin des livres relatifs a l'Amerique de A. Lesouef». Paris, 1902.
«Esperanto». Año 1, núm. 3. Santander, 17 de Mayo de 1902.
«Euzkadi . Revista trimestral. Bilbao. Año 1, núm. 4, Diciembre 1902.
«Fiftieth annual Report of the trustees oí' the Public Library of the City
of Boston, 1 901 -1 902». Boston, 1902.
«La Alhambra». Revista quincenal de Artes y Letras. Granada. Año v,
núm. 1 12, 31 de Agosto de 1902.
«L : Art et l'Autel >. Paris. 2 année. Juillet-Décembre 1902.
«La Semana Católica», de Barcelona. Año xiv, números 650-669, 29 Junio-
9 Noviembre 1902.
«Notes oí a trip to the veddahs of Ceylon», by Dr. H. M. Hiller.and
Dr. H. F.
«Revista de bibliografía catalana». Barcelona. Any 11, número 4 , Janer-
Juny 1902.
«Revista de Derecho, Historia y Letras». Buenos-Aires. Año v, tomo xm,
Agosto-Septiembre 1902.
«Revista del Instituto Paraguayo». Asunción. Año iv, núm. 36, 1902.
«Revista de Obras públicas . Madrid. Año l, números 1.397-1.421, 3 Julio-
18 Diciembre 1902.
«Revue Épigraphique». Paris. Vingt-quatriéme année, nos cent-quatre-
cinq, Janvier-Juin 1902.
«Revue mensuelle du Paraguay». Asunción. 2 e année, nos 2-6, Février-
Septembre 1902.
ADQUIRIDOS POR SUSCRIPCIÓN Y COMPRA.
«Boletín de la Librería. (Publicación mensual.) Obras antiguas y moder-
. ñas. Librería de M. Murillo, Alcalá, 7, Madrid. Año xxix, núm. 12,
Junio 1902. Año xxx, números 1-5, Julio-Noviembre 1902.
Supplément aux Acta Sanctorum pour des vies de Saints de l'époque
mérovingienne, par L'abbé C. Narbey». Paris. Tome 11, 1 i e et i2 e li-
vraison.
«The Imperial and Asiatie Ouarterley . Woking. Third series, vol. xiv,
nos 27-28, July-Oetober 1902.
EL HOSPITAL DE LA LATINA. 99
INFORMES
1.
DOCUMENTOS DESCONOCIDOS SOBRE EL HOSPITAL
DE LA LATINA, EXISTENTE EN MADRID.
Por ser el Hospital de la Concepción de Nuestra Señora, co-
munmente llamado de La Latina, de las fundaciones más anti-
guas y notables de esta corte y uno de sus más preciados mo-
numentos, merece sin duda alguna que se ilustre su historia y se
aclaren algunos puntos desconocidos de ella. Bien sabido es que
sus fundadores, así de ésta como de otras obras piadosas, fueron
el noble y valeroso caballero Francisco Ramírez de Drena, se-
cretario y afamado general de artillería de los Reyes Católicos,
y su segunda mujer la señora Beatriz Galindo, más conocida por
La Latina, camarera mayor y consejera estimadísima de la
reina Doña Isabel, en virtud de bula concedida á sus instancias
por Alejandro VI, á 7 de Octubre del año 1500. Poco después
de esta fecha se comenzaron las obras de tan loable institución,
impulsadas por el ardiente y vehementísimo celo cristiano de
aquel modelo de matrimonios ; mas no llegó, por desgracia, á
verlas terminadas el insigne caudillo, porque habiéndole encar-
gado el rey D. Fernando que sometiera y rindióse á los moros
rebeldes de la Serranía de Ronda, murió heroicamente comba-
tiendo con ellos el día 1/ de Marzo de 150L Acabó, pues, de
construir este hospital su viuda, y cuando se disponía á poblarle
de religiosas para mejor contribuir al benéfico fin que ella y su
marido se habían propuesto, un obstáculo firmísimo é inespe-
rado se opuso á su realización. ¿Cuál podía ser éste, contando,
como contaba, con el más decidido apoyo del Rey Católico, de
sus ministros y de toda la Corte?
Ni el venerable Gerónimo de Quintana, rector que fué do esto
1 00 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Santo Hospital, y autor de la reputada obra Historia de la anti-
güedad, nobleza y grandeza de la villa de Madrid, publicada en
1629; ni Gil González Dávila, ni Alvarez Baena, ni Mesonero
Romanos en su Antiguo Madrid, ni los diligentes historiadores
do Madrid, Sres. Ríos y Rada, refieren lo más mínimo acerca de
esta oposición. Acaso en los archivos de protocolos se encuen-
tren algunas escrituras sobre este punto, por los pleitos á que
dio lugar.
Mas quiso mi buena suerte que examinando un registro, de
cartas del Rey Católico, de letra de su tiempo, me encontrase
con la explicación clara y detallada de este suceso, dada por tan
autorizado testimonio, como lo es el del mismo rey D. Fernando,
en carta escrita en Burgos á 21 de Marzo de 1508 y dirigida á
sus embajadores en Roma. Dice así:
«El Rey. — D. Enrique de Toledo, pariente, e Gerónimo de
Vich e licenciado Fernand Tello, todos del nuestro Consejo ó
nuestros embaxadores en Corte de Roma. Beatriz Galindo, cria-
da. que fué de la Serenísima Reyna doña Isabel, mi muger, que
haya santa gloria, hedeficó una casa extramuros de la villa de
Madrid junto, á un hospital que ella y el secretario Francisco de
Madrid, su marido, ya defunto, ficieron para poblar de religio-
sas de la Orden que á ella pareciese, y estando la dicha casa así
hedificada, el Guardian y frayles del Monesterio de Sant Fran-
cisco de la dicha villa, le pusieron impedimento en la dicha po-
blación, diciendo que la dicha casa estaba hedeficada dentro de
las trezientas canas (i) que ellos tienen por previlegio que no se
edifique monesterio cerca de sus casas, no embargante una
licencia que de su General ella hobo para la hacer y poblar, y
sobre ello litigaron y fué declarada la dicha casa estar hedificada
dentro de las dichas canas; y aunque la dicha Beatriz Galindo
tenia causas y títulos para apelar de la dicha declaración y sen-
tencia y seguir la dicha causa, eonsintió en ella por no distraerse
1 1 1 Según Covarrubias, cana era una medida así llamada porque se to-
maba con una caña. Kl Diccionario de la Academia afirma que consta d<-
dos varas, con corta diferencia, variando algo según los países.
EL HOSPITAL DE LA LATINA.
en pleitos e por no litigar con los dichos religiosos; y cesado
esto, por continuar y efectuar su buen propósito, tiene acordado
de trasladar la advocación y población del dicho monesterio á
unas casas de morada principales que el dicho secretario Fran-
cisco de Madrid, su marido, y ella tenían é tienen en el arrabal
do la dicha villa ( I ), y que la dicha casa que se hedeficó para el
dicho monesterio, sea casa de morada para ella y para sus fijos
y decendientes, así como era é habia de ser la otra dicha casa; y
porque aquella estaba inclusa en el mayorazgo de Fernand Ra-
mírez, fijo mayor del dicho Secretario Francisco de Madrid e de
la dicha Beatriz Galindo, la Serenísima Reyna mi muy cara e muy
amada hija, ha dado licencia para separar del é incorporar en su
lugar la dicha casa que estaba edificada para el dicho monesterio;
y agora la dicha Beatriz Galindo querría que. nuestro muy Santo
Padre lé diese licencia y facultad para que en la dicha casa del
arrabal, que así se ha sacado del dicho mayorazgo, pudiese facer
y trasladar el dicho monesterio y poblarlo de religiosas de la.
Orden de Santiago del Espada, y que las personas y casa y bie-
nes del dicho monesterio gocen de los privilegios é gracias é in-
dulgencias de que gozan las otras casas de la dicha Orden, y que
les conceda la reservatoria que tienen el Maestre y caballeros y
conventos della y que para la conservación del dicho moneste-
rio, sobre las constituciones que tienen en el recibir de las reli-
giosas y las que han de guardar para su clausura y para la forma
de su visitación, que la dicha Beatriz Galindo pueda facer cons-
tituciones y que no se reciban más religiosas de las que ella de-
xare en la institución, y que todo lo que ella ordenare en este
caso sea firme; y que demás de los conservadores que son y se-
rán elegidos por la dicha Orden, puedan elegir cada vez que les
lucre necesario conservador cual quisieren para sus casas y per-
sonas; y que el dicho monesterio y bienes del- sean esentos de
todo tributo 6 décima, si en algund tiempo se echare ó repar-
tiere, y que las bullas y letras que desto se concedieren y espe-
dieren vengan con las mayores fuercas y censuras que ser pue-
(i) En la Concepción Gerónima.
102 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
dan, para que todo lo susodicho que así se concediere se guarde
y cumpla y no se pueda añadir ni menguar cosa alguna dello.
Y porque esto es obra pia y meritoria y de que Dios nuestro
señor será servido, nos vos mandamos que de nuestra parte su-
pliquéis lo susodicho á su Santidad, y todo lo otro que para más
información y favor dello vos escribiere ó enviare por memoria
la dicha Beatriz Galindo, y fagáis cerca dello toda la instancia
que convenga con la diligencia y cuidado que de vosotros con-
fiamos: que en ello nos hareys mucho placer y servicio. De la
ciudad de Burgos á xxi dias del mes de Alargo año de mil e qui-
nientos e ocho. — Yo el Rey. — Por mandado de su alteza. — Mi-
guel Pérez dalmagan».
Y para que mayor efecto obtuviese la petición de los emba-
jadores al Pontífice, la apoyó el Rey Católico con la siguiente
carta á Su Santidad :
«Muy Santo Padre: Vuestro muy humil é devoto hijo etc. A
la cual plega saber que yo escribo á mis embaxadores que resi-
den en essa su Corte, que de mi parte hablen y supliquen á
vuestra Santidad ciertas cosas tocantes á un monesterio de mon-
jas que Beatriz Galindo, criada que fué de la serenísima Reyna
doña Isabel, mi muger, que haya santa gloria, quiere facer y
y trasladar en unas casas de morada de la villa de Madrid. Muy
humilmente suplico á vuestra Santidad les dé entera fe y creen-
cia, y aquello mande conceder: que demás de ser cosa en que
nuestro Señor será muy servido, yo lo recibiré en muy singular
gracia y beneficio de vuestra Beatitud, cuya muy santa perso-
na, etc. Scripta en la ciudad de Burgos á xxi dias del mes de
Margo año de mil e quinientos y ocho. — De vuestra Santidad —
muy humil e deuoto hijo que vuestros santos pies y manos besa,
el Rey de Aragón, de las Dos Sicilias, de Ierusalem, etc. — El
Rey. — Almagan».
Con el mismo ardiente deseo de favorecer en todas sus partes
la pronta realización del humanitario proyecto de La Latina, es-
cribió también desde Burgos al párroco de la iglesia de Santa
María de esta villa de Madrid para obviar dificultades que por
todas partes, increíble parece, se suscitaban en este asunto.
EL HOSPITAL DE LA LA/TINA. 103
«El Rey. — Arcipreste Per Alvares de Montoya, cura de la
iglesia de Santa María de la villa de Madrid: Por parte de Bea-
triz Galindo me es fecha relación quel préstamo del aldehuela
de la diócesis de la cibdad de Cibdad-Rodrigo y el medio prés-
tamo de la iglesia de Santa María de la Puebla de Alcocer de la
diócesis de Toledo, que fueron puestos en cabeza vuestra en
nombre del hospital que en esa dicha villa hicieron el secretario
Francisco de Madrid y la dicha Beatriz Galindo, nuestros cria-
dos, fasta tanto que se le diese facultad para los tener y poseer,
diz que vos los queréis renunciar en el dicho hospital, segund
fue asentado entre vosotros, pero diz que ponéis en ello algún
impedimiento fasta ver la dicha facultad. E porque yo quiero
enviar suplicar á nro. muy Sancto Padre gela conceda, la cual
se podrá fazer muy mejor y más brevemente con la dicha vues-
tra renunciación: yo vos ruego y encargo deis poder á la per-
sona que la dicha Beatriz Galindo os señalare para que la faga en
vuestro nombre, que demás de facer lo que sois obligado, en ello
me hareys mucho placer y servicio. De la cibdad de Burgos
á xviii dias del mes de abril de mil quinientos e ocho años. — Yo
'el Rey. — Por mandado de su alteza. — Miguel Pérez dálmagan.»
Seguían, sin embargo, los frailes de San Francisco oponién-
dose á los nobles designios de Beatriz Galindo, y aprovechando
el Rey la ocasión de celebrarse en Barcelona Capítulo general
de la Orden, escribió al Vicario general de ella la siguiente per-
suasiva y preciosa carta para que procurase en aquella solemne
ocasión hacer justicia á La Latina y un buen servicio á Dios y
al Rey. Dice así:
«El Rey. — Venerable e devoto padre Vicario general é devo-
tos padres diffinidores é religiosos del Capítulo general de la
Orden de Sant Francisco de observancia. Beatriz Galindo, criada
que fué de la Serenísima Reina mi muger, que haya santa gloria,
me ha fecho saber que habiendo ella ediñcado un monasterio de
monjas junto al hospital que el Secretario Francisco de Madrid,
su marido, y ella ficieron en el arrabal de la villa de Madrid, con
licencia que para ello vos el dicho vicario general le concedistes
aunque fuese dentro de las canas que esa orden tiene privilegio
104 boletín de la real academia de la historia.
que no se pueda facer monasterio de otra orden; y habiendo
gastado en él muchas quantías de mrs., diz que el guardián e
frayles del Monasterio de San Francisco de la dicha villa,
le movieron pleito sobre la labor del dicho monesterio , so
color de las dichas canas, porque diz que supieron que lo
queria poblar de religiosas de la Orden de Sant Jerónimo:
y que olla por no se distraer en el dicho pleito dexó de le
seguir, aunque recibía en ello mucho agravio e danio así por
haber fecho los dichos gastos como por no poder efectuar
su propósito; é me envió suplicar sobre ello vos escribiese ó
le proveyese de remedio con justicia. E yo habiendo respecto
á la justa causa que hay para ello, y porque he visto la dicha
licencia, helo habido por bien; e porque como veis parece gran
cargo de consciencia estorbar obra tan pia é meritoria como es
esta que la dicha Beatriz Galindo facia, specialmente consin-
tiendo ella con autoridad apostólica que las dueñas é doncellas
que en el dicho monasterio quisiesen servir á Dios fuesen reci-
bidas sin dote alguna, lo cual demás del proposito principal es
de mucha ayuda y beneficio para las tales doncellas y para sus
padres, y también es sin razón haberle hecho gastar tantas quan-
tias de mrs. con esperanza que la dicha licencia le seria valiosa
y después estorbarle la población del dicho monasterio por se-
mejante razón, cá que entre religiosos no se debe mirar; y porque
así por servicio de Dios como porque la dicha Beatriz Galindo
no reciba semejante daño, antes se cumpla su propósito, pues es
bueno; y porque las dueñas y doncellas que quisieren servir á
Dios, tengan casa, mantenimiento y disposición para ello: yo de-
seo que dicha licencia se le guarde y acabe de facer y poblar el
dicho monasterio, mucho vos ruego que considerando lo susodi-
cho hayays por bien que así se haga, y mandéis que adelante no
la molesten ni fatiguen sobre ello en pleito ni diferencias algu-
nas: porque no se faciendo así, seria forzado proveerla de justi-
cia cerca de los gastos y edificios que en el dicho monasterio ha
fecho, pues lo fizo con vuestra licencia y con esperanza de la
observación della; pero porque cosa alguna desto no haya lugar,
vos encargo mucho que por contemplación mía proveays en el
EL HOSPITAL DE LA LATINA. IO5
remedio desto, que en ello me haréis mucho placer y servicio.
De Burgos á xxm de Mayo de mil quinientos y ocho 'años. — Yo
el Rey. — Almazan secretario.
No satisfecho todavía con esto el monarca, escribió al lugar-
teniente general de Cataluña y al gobernador del Rosellón, para
que con toda decisión y solicitud trabajasen cerca de las más
altas dignidades de la Orden de San Francisco allí congregadas
en capítulo, para conseguir lo que tan ahincadamente deseaba
La Latina.
«El Rey. — Spectable, noble e amado conseiero e lugarteniente
nuestro. — Con la presente va una carta que yo escribo al Padre
Vicario general de la Orden de Sant Francisco y á los diffinido-
res y religiosos del capítulo general de la dicha Orden, que se
hace en essa ciudad de Barcelona, rogándoles que dexen poblar
á Beatriz Galindo, criada que fue de la sereníssima Reyna mi
muger, que haya santa gloria, un monesterio que hizo para mon-
jas en el arrabal de la dicha villa de Madrid con licencia del di-
cho General, segund más largamente os informará el padre que
esta os dará, y veréis por la copia de la dicha mi carta que él
lleva. E porque yo querría que lo que les escribo hobiese efecto,
yo vos encargo e mando que si cuando el dicho capítulo se cele-
brare, os fallardes en esa dicha ciudad, deis la dicha mi carta al
dicho Padre Vicario general y trabajéis con él y con el dicho ca-
pítulo que fagan lo en ella contenido; y haced de nuestra parte
cerca dello la instancia que os pareciere ser necesaria, que en
olio seremos servido. Dada en la ciudad de Burgos á xxm días
de Mayo de mil quinientos y ocho. — Yo el Rey. — Almacan se-
cretario».
A continuación se lee esta nota:
Fuit expedita similis etiam pro Gubernatore Rossillionis.
No debió el Capítulo de la Orden franciscana celebrada en
Barcelona resolver plenamente el asunto con tanta eficacia reco-
mendado por el Rey Católico, contentándose con escribir á éste
en términos ambiguos y generales, que tenían mucha voluntad
de hacer justicia á Beatriz Galindo, cuando de nuevo tuvo nece-
sidad de insistir D. Fernando en carta al Vicario general de la
IOÓ BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
( )rden para que se resolviese definitivamente esta querella en el
Capítulo que en Burgos se iba á celebrar en el próximo mes de
Septiembre:
«El Rey. — Venerable e denoto Padre Vicario general. Ya sa-
beys lo que cscreví al Capítulo general de vuestra Orden y ob-
servancia que en dias pasados se celebró en la ciudad de Barce-
lona, sobre la población de monjas del monesterio que Beatriz
Galindo, criada que fue de la serenísima Reyna mi muger, que
haya santa gloria, edificó en el arrabal de la villa de Madrid, con
licencia del Vicario general vuestro antecesor, el qual y el dicho
capítulo general me respondieron á ello, de que he habido pla-
cer, porque he entendido que tienen mucha voluntad de le guar-
dar su justicia sobre ello; y al tiempo que el otro día venistes á
mí, quisiera tomar conclusión en ello pero con los muy grandes
negocios y ocupaciones que. á la sazón me ocurrieron, no se pudo
facer. E porque agora he sabido que para el dia de Nuestra Se-
ñora de Setiembre primera que viene, tornáis á facer otro capí-
tulo de la dicha vuestra Orden y observancia en la ciudad de
Burgos, y querría que en todo caso se determinase en el fin y
conclusión deste negocio, por manera que la dicha Beatriz Ga-
lindo no reciba agravio, antes pueda efectuar su buena devoción
y gana que tiene de servir á nuestro Señor y de alimentar las
dueñas y doncellas que quisieren ser religiosas: por ende yo vos
ruego afectuosamente que assí por lo susodicho como por con-
templación mia deis orden cómo en el dicho capítulo se acabe
este negocio, por manera que la dicha Beatriz Galindo quede sin
perjuicio de su derecho y razón y daño de sus espensas,. antes
sea en todo lo que hubiere lugar muy ayudada y favorecida, pues
es para obra tan pia y meritoria: que en ello me fareis muy agra-
dable placer e servicio. — De Arcos á xm dias del mes de Julio
de mil y quinientos y ocho años. — Yo el Rey. — Por mandado de
su alteza. — Miguel Pérez Dalmagan».
En el registro de cartas del Rey Católico, de donde he sacado
los antecedentes documentos, no existen otros posteriores sobre
este particular; mas á juzgar por las Constituciones para el go-
bierno del Hospital que en 1 8 de Agosto de I5 2 5 hi zo I a ilustre
LA INQUISICIÓN. IO7
fundadora (i) para el gobierno del benéfico establecimiento, en
virtud de la facultad que para ello había dispensado Alejandro VI
al ilustre matrimonio, se deduce claramente que fueron inútiles
todas las gestiones practicadas por el rey D. Fernando para con-
seguir tan justo y caritativo propósito. Demuestran, sin embargo,
estas documentos una vez más la templanza y prudencia con
que en todos los negocios, así grandes como pequeños, procedía
el Rey Católico, tachado por muchos de monarca tirano y des-
pótico. Hase visto cómo procuraba en los casos de discordia
apurar todos los medios de Concordia y armonía; cómo rogaba
afectuosamente á los que, usando de su potestad real, podía man-
dar con absoluto imperio, cuanto más estando convencido de la
bondad y de la justicia que á su antigua criada asistía. En
cuanto á esta inmortal española, á quien consultó el rey D. Fer-
nando después de viudo sobre algunos negocios, y á la que en
persona visitó el gran Carlos V, recién venido de Flandes,
atraído por la fama de su discreción y de sus virtudes, diremos
con Lope de Vega:
«Célebre vivirá de gente en gente
con nombre de Launa eternamente».
A. Rodríguez Villa.
II.
LA INQUISICIÓN, LA COMPAÑÍA DE JESÚS
Y EL P. JERÓNIMO ROMÁN DE LA HIGUERA.
Entre los papeles procedentes de la Inquisición de Toledo
que cuidadosamente se conservan en el Archivo Histórico Nacio-
nal, hay una causa, ó por mejor decir, un fragmento de causa,
(1) Falleció el 23 de Noviembre de 1535.
IOS BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
una simple denuncia casi, que no tanto por ella misma cuanto
por atisbarse á través de sus escasas páginas la tirantez mal encu-
bierta entre dos poderosísimas instituciones, y por la calidad del
denunciante (de lamentable y sonadísimo renombre en los anales
de la erudición histórica de nuestra patria), creo digna de pre-
sentarla á la consideración de la Real Academia de la Historia.
Es el denunciador el P. Jerónimo Román de la Higuera, el
denunciado el P. Pedro de Carvajal, vicerrector y .prefecto de
estudios del Colegio de la Compañía en Ocaña, y el motivo de la
denuncia cierta especie de resistencia por el P. Carvajal opuesta
á que, en cumplimiento de reciente decreto de la Inquisición, se
diese á ésta cuenta de una afirmación, á todas luces errónea, pero
sin mala intención lanzada en el calor de la controversia por un
escolar de la Compañía en el Convictorio del Colegio de Ocaña.
No creemos pecar de ligeros al afirmar que no fué éste sino
un pretexto aprovechado por el P. Román de la Higuera para
desquitarse de los disgustos que, por causas que no podemos afir-
mar pero sí maliciar, venía teniendo de tiempo atrás con sus
superiores, sin excluir al P. General, que lo era por entonces el
M. R. P. Claudio Acquavivá.
Basta, efectivamente, pasar la vista por el memorial que á con-
tinuación publicamos (que es un autógrafo del nefasto urdidor de
cronicones) para convencerse de lo que decimos. Apenas si hace
hincapié en el hecho concreto que lo motiva: todo él se enca-
mina á hacer resaltar, exagerándolos acaso, el desvío, la repug-
nancia si se quiere, con que la Compañía de Jesús se doblegaba
ante la Inquisición, cuyo omnímodo poder se extendía á todo y
á todos, sin tener en cuenta exenciones de ningún género, é
imposibilitando aquel ideal de directa y exclusiva dependencia
de Roma, que ha sido y es el principal secreto de la incontras-
table fuerza de las órdenes religiosas, y muy especialmente de la
Compañía de Jesús.
Todo en él respira la misma pasión contra sus superiores: pone
de relieve la cualidad de extranjero y la excesiva autoridad del
P. General, indicando la conveniencia de ponerle coto, restau-
rando al electo el antiguo cargo de Comisario general en España,
LA INQUISICIÓN. 109
tal como lo había ejercido el P. Jerónimo Nadal; refiere cómo
llamó al P. Antonio Mareen «martyr de la compañía», por lo que
la Inquisición le había hecho sufrir, añadiendo que por ello
«merecía mejor ser general que él»; pondera las vejaciones de
que él fué objeto cuando volvió de Plasencia de declarar ante el
Santo Oficio, tanto por parte del Provincial, Luís de Guzmán,
que le privó del oficio de consultor y de otros que 'tenía en el
Colegio de Ocaña, como por la del Rector de éste, P. Manuel do
Arceo, quien «me amenazó — dice— que si dijera en el S.° Officio
avia de tener miserable vida y me la darían...» «y con ser cos-
tumbre en la conpañia a todos los que vienen de largo camino
regalalles tres dias, ami se me negó de cenar un viernes (cenando
yo antes aun en la quaresma)..» «y por averse sabido que yo
denuncie del p. p benavides poderoso en esta provincia están las
provincias llenas dello y el general muy avisado, y estoy con
harto temor que me han de hundir»; en suma, apenas cita á un
padre que ejerciera ó hubiera ejercido autoridad (salvo el P. Dá-
vila á quien alaba y propone para el cargo de Comisario), sin
que, ó por las palabras que les dedica, ó por el tono con que los
nombra, no nos revele que no vivía con ellos en la más frater-
nal armonía; más aún, si de alguno habla con cariño, habrá de ser
otro perseguido, como el P. Diagómez, desposeído del cargo de
Confesor de los de la Compañía en Ocaña, por ser su amigo y
consejero, ó el P. Juan de Mariana, cuya especialísima situación
dentro de la Compañía es sobradamente conocida.
Ahor.a bien, ¿á qué obedeció esta singular actitud del P. Román
de la Higuera con respecto á sus superiores todos? ¿Cómo expli-
carnos que un sacerdote, á quien no tenemos motivo alguno para
dejar de tener por buen religioso (aunque la invención de sus
diabólicos cronicones sea un verdadero estigma para su memo-
ria), se manifestara al cabo de más de cuarenta años de vida
religiosa, y siendo por añadidura profeso de cuatro votos, es
decir, de los escogidos entre sus hermanos, en abierta rebelión
con ellos, delatándolos ante la Inquisición, redactando memoria-
les y más memoriales en que, más que faltas individuales, se esfor-
zaba por denunciar defectos colectivos, orgánicos del Instituto
I I o boletín de la real academia de la historia.
que Ubérrimamente había abrazado, hombre ya y doctor en Teo-
logía, después de haber leído Filosofía en la Universidad alcalaina,
y en el que ocho años más tarde había de morir en santa paz?
No podemos — lo repetimos — contestar Categóricamente á esta
pregunta, aunque sí nos es lícito sospechar que todo ello obede-
ció en gran parte á las dificultades con que tropezaba para lan-
zar á la publicidad sus escritos, ninguno de los cuales vio la luz
durante su vida. Con entera claridad lo da á entender él mismo
cuando dice: «temo que cuando este padre benavides venga de
Roma con orden del p. e general no me destruya, que ya pasava
con tenerme aquí arrinconado y empantanados algunos libros
que creo serian de servicio de Dios y de algún lustre de mi
nación, como la historia de Toledo asi en lo que toca á la ciudad
como a la s. iglesia y vidas de los arzobpos. que en ella ha ávido
(como fundaciones, historia Eclesiástica despaña, geographica de
este tpo. y de los Romanos. El itinerario de Antonio pió emmen-
dado y declarado) muchos trabajos sobre los concilios despaña
que sin duda si yo no me ubiera aventurado a descargar mi con-
ciencia y hacer el officio devido a buen christiano y temeroso reli-
gioso de Dios se lograran mejor que han hecho»
Esta debe ser la clave del enigma: sus disgustos debieron ser
de origen exclusivamente literario. Dada su afición, su prurito,
por intervenir en cuantos asuntos históricos y arqueológicos se
debatían en su tiempo (lo que, á falta de otros expedientes, le
arrastraba hasta á inventar las mayores falsedades); dada su ver-
dadera manía por aparecer en toda ocasión como una especie de
providencia histórica que todo lo esclarecía, el no haber podido
lograr, ;í pesar de sus repetidas y hasta pesadas súplicas al Arzo-
bispo do Granada, que sus superiores le permitieran ir allá á
fallar en última instancia, como era su anhelante deseo, en la tan
traída y llevada cuestión délos plomos del Sacro-Monte, le debía
traer fuera de sí; pero lo que más debía exacerbarle era el con-
templar de continuo en su aposento, inéditos, en aquella su pér-
fida letra menuda de aparente belleza, tantos y tantos trabajos,
producto de su enfermiza actividad.
Era muy grande á la sazón la severidad de la censura para la
LA INQUISICIÓN. I l I
publicación de libros en la Compañía de Jesús, severidad tal vez
nacida por el «De Rege et Regis institutione», que cuatro años
antes había dado á la prensa el P. Juan de Mariana, y era natu-
ral que, si el eminente historiador encontraba obstáculos en sus
superiores para la publicación de nuevos trabajos, que siempre
habrían de redundar en honra de la Compañía, no los encontrara
menores el P. Román de la Higuera. Y en efecto, desde 1 599,
en que se editaron en Toledo el tratado antes dicho y el «De
ponderibus et mensuris», hasta 1609, en que aparecieron en
Colonia otros siete tratados, entre los que figuraba el «De mone-
tae mutatione» (que habría de proporcionarle aún más disgustos
que el «De Rege et Regis institutione»), no se publicó — que sepa-
mos—obra alguna del P. Mariana. Y en este lapso de tiempo es
cuando precisamente se agitaba más el P. La Higuera por bullir
y lanzar á los cuatro vientos de la publicidad sus históricos
engendros.
Este y solo este fué, á nuestro juicio, el motivo de que apare-
ciera como un hueso desencajado en la Compañía un sacerdote
de vida en lo demás ejemplar: en la lucha entablada entre el
escritor — -mejor diríamos el grafómano — y el religioso, venció
durante largo tiempo aquél, aunque la victoria definitiva la
ganara por fin el religioso.
Mas, á su vez, ¿qué papel desempeñó en este asunto la Com-
pañía de Jesús? ¿Se negó á dar á la estampa las obras del P. La
Higuera por constarles á sus superiores la falsedad de la historia
de los hallazgos que aquél decía haber realizado en Worms el'
para entonces difunto P. Torralba? ¿Fué aquella oposición un acto
de consciente y muy laudable probidad literaria? No lo creemos,
porque si bien es cierto que no estuvo solo en contra del
P. Higuera el sabio obispo de Segorbe, limo. Sr. D. Juan Bau-
tista Pérez, pues el P. Mariana no creyó nunca en sus invencio-
nes, y terminantemente las condenó, no lo es menos que el
sapientísimo P. Gabriel Vázquez, eximio lector de Teología en la
Universidad complutense, se aprovechó — y desde luego quere-
mos suponer que de buena fe — de la histórica superchería del
cronicón de Dextro, Máximo y Eutrando en sus «Disputationes
I 1 2 BOLETÍN de la real academia de la historia.
duae contra errores Foelicis ct Elipandi de servitute et adop-
tione Christi in concilio Francofordiensi damnatos», que dio á luz
en I594i en que de pasada dice de él: «Hieronymus Higuera
nostrae societatis theologus, et antiquitatum diligentissimus in-
vestigator», y que el P. Alegambe, en su «Bibliotheca scripto-
rum Societatis Jesu», le alaba sin restricciones de ninguna clase,
como «vir de Ecclesiastica ántiquitate bene meritus, et dignus
eruditissimis nostri saeculi accenseri», y líneas después acepta
como inconcuso que «Vormatia a Patre 'Porralba exemplar
M. S. Cronici Flavii Lucii Dextri repertum». Esto, sin contar con
que los escritos todos del P. La Higuera se conservaron durante
muchos'años con religioso cuidado, sin higiénicas mutilaciones,
en la Casa Profesa de Toledo.
Todo hace, pues, suponer que no Fué esta la causa del reto
impuesto á la publicación de las obras del P. Jerónimo Román
de la Higuera por sus superiores, quienes es más verosímil per-
tenecieran al número de aquellos bondadosos lectores, de quie-
nes con fina ironía dijo Nicolás Antonio: «Plañe industriam ejus
(de Higuera) et diligentiam summis in coelum usque landibus
efferunt vulgo nostri homines, qui, cum fallere nesciant, falli se
ab alus posse haud facile credunt».
Ignacio Olavide.
«En ocaña onge de mayo 1604 anteel Sr. Inq. 1 ' don ir."' de
Muxica dio este memorial en quatro hojas El p. e Gerónimo de
la higuera de la conp. a q. juro en forma ser verdad lo q. alli dice.
»hago este brebe memorial por aver meló v. m. mandado y
por entender q. se servirá ntro. señor del, puesto queyo como
escarmentado de muchos trabajos que he pasado en mi religión
deque tengo dados memoriales alsupremo consejo de la s. a inqui-
sigion y a el s. officio de la villa de Uerena. digo pues señor como
dije á v. m. que es más penosa y trabajosa cosa aun pobre reli-
gioso (i ) de la compañía de jesús aver de acudir aquese tribunal
(1) Al margen de las siguientes líneas:
• mayormente q. avece-, las cosas deque se ha de hacer la denunciación
LA INQUISICIÓN. I I 3
del s.° officio, porque como se aya de salir con licengia particu-
lar diziendo a el superior donde van y aque van y los compañe-
ros den de ello cuenta nose puede hacer tan secreto que no lo
vean los superiores, y luego se escriven cartas a el provincial
ael general y a otros y los tales son tenidos acosados y como
dicen sobre ojos cosa que quita la libertad de poder acudir y si
el s.° officio con su mucho zelo y prudengia no cierra la puerta
aeste inconveniente sesiguen de aqui también en cierta manera
cerrarla aque tarde con difficultad acudan los de la compañía a
ese santo tribunal, siendo cosa de muchos inconvenientes (como
algunos officiales han querido decir q. se acuda por via de me-
moriales y cartas lo qual tiene este inconveniente q. no se mues-
tra en esto tanta obediencia y sujeción como es debido a tan
santo tribunal no se puede acelerar el que asi escrive como es
menester y se hace con las preguntas y repreguntas, y asi suplico
a v. m. se mire que medio se tendrá para que enninguna manera
el superior que supiere que subdito suyo va ael santo officio ma-
yormente quando se sabe que va adeponer depersonas de la
conpañía para que ni haga plato escriviendo ni comunicando,
ni amenazando a la tal persona que asi va de todo esto yo daré
exemplos palpables, ntro. p. e general como estranjero y que no
ha hecho concepto de la grandeza auctoridad sanctidad entereza
y peso del s.° officio despaña no advierte a las cosas de acá (como
reprehendiéndole le dijo el p. e Bartolomé Andrés de Olivenza
consultor que fue en el collegio de quenca de aquel tribunal y
esto siendo provincial de cerdeña q. a esto y a otras cosas paso
a Roma) antes tubo para si y dicen que lo dijo quando fue el p. r
mareen a Roma por procurador desta provincia que por lo q.
avia padecido por la compañía (y fue en materia de jurisdicción)* 5 '
merecía mejor ser general que el) a otros he oydo decir que le
llamo martyr de la compañía aunque por aver mucho tpo. no
me acuerdo de las personas, temóme que deste principio no se
son públicas como al presente paso en este collegio de Ocaña y si es
contra superiores mas difficultosa cosa y lo mismo contra persona grave
y poderosa de la compañía».
tomo xlii. 8
114 boletín de la real academia de la historia.
pegue por los miembros de acá (o que lo hacen con la poca es-
periensia y advertencia q. devian tener en este particular, y mé-
teme- q. el hablar algunos con menos respeto del que se devian
,1 les ministros del S.° officio no nazca algo de aqui aunque no lo
affirmo.
•ya he dado memorial a los que tengo dicho de muchas veja-
ciones que pase el año pasado en el collegio de placeñgia q. se-
gún tubo carta el doctor Villalobos, con quien tratava mis cosas
por aver sido consultor dése s.° tribunal y ser familiar del s.° offi-
cio, antes que venga a tratar masen particular lo mando suplico
a v. m. si fuese necesario se informe de fran. de quero como y
conque voluntad y cuydado he acudido en muchos a. s que he
vivido en este collegio al serv. y cosas del santo officio y de el
doctor Villalobos lo mismo y que yo no pretendo sino fuese en
caso que me viese mas apretado que derecho natural es mirar
cada uno por si quando Ir hiciesen alguna sinrazón.
»yo fui el año pasado por orden del supremo consejo de la
s.' 1 inquisición a el santo offi. de llerena como de papeles que
alli están podra claramente constar dijome don al. de cárcamo
corregidor que fue de toledo y dicen que al presente esta seña-
lado para la misma ciudad que por el camino a la yda y buelta
rnbiaron del collegio de placcncia espías tras mi. a la buelta (des-
pues déme aver hecho muchas mds. el señor liedo. blanco que
entonces presidia y el s. 1 ' don femando alva y el sr. don simeon
de gazela y darme dos cartas para don d.° de carvajal las quales
mandaron a el fiscal me leyese y por ellas mandava que me mu-
ríase '-I provincial a el collegio de'madrid con officio de prefecto
destudio que tenia quando sospechio que yo tenia cosas de que-
dar cuenta a el s.° tribunal de la inquisición y con decir el fiscal
en su carta q. aquellos señores ordonavan lo uno y lo otre sola-
mente fui mudado a Madrid y no esenvio aunq. se lo pedi lo del
officio mandóse alli leer el edito en el collegio y sin orden leyó
las cartas suplicándole y requiriendole que no lo hiciese por sa-
ber yo la expresa voluntad de esos señores como después consto
resulto de el leer las cartas q. publicamente decían todos los del
collegio que yo (pieria destruyrla compañía, y agraviándome de
LA INQUISICIÓN. I I 5
esto a el rector el dice que hige yo no vi nada ni menos el pro-
vincial antes aviendose de hacer ciertas diligencias q. yo avia do
enviar a llerena me andavan acechando como me aviso el secre-
tario y el rector me dijo que no me dejarian mientras yo no de-
jase las diligencias, halle a la vuelta del camino de llerena q. el
provincial me avia quitado el offi.° de consultor y otros q. tenia
en el collegio y con ser costumbre en la compañía a todos los
que vienen de largo camino regalallcs tres días, ami se me negó
darme decenar un viernes (cenando yo antes aun en la quares-
ma). El dicho rector que se llama Manuel de Arceo me amenazo
q. si dijera en el s.° officio avia de tener miserable vida y me la
darían y sealabo de desto aun p. e llamado Juan bautista pacheco
q. vive en Madrid y por sospecharse que tocava mi denuncia-
ción a el padre fran. co de benavides que fue nombrado en el ca-
pitulo provincial q. se tubo el año pasado en Madrid, por procu-
rador general desta provincia y ser padre que vandea toda la
provincia y ser su grande amigo el p.' ! Juan gama prepósito de
la casa de Toledo, aquion avian ya escrito que el s.° officio de la
inquisición general le mandava parecer en Valladolid trayendo
yo cartas para mi provincial en Toledo, no me dejo pasar alli
sino trato muy ásperamente de obras y palabras con gran colera
yo le signifique que lo hacia por lo q. de mi le avian escrito y le
requerí me tratase bien por medio del p. e doctor Mariana, hable
a el provincial aqui en Ocaña y le pedí q. pues avia escrito el
comisario don d.° de Carvajarthesorero de plazencia me embiase
a Madrid, adonde poco después de yo ydo ubo una gran junta
en q. se hallaron ol p/' provincial luis de guzman, su compañero
gabriel de vega el p. e fran.'° de porres el p. e fran. 00 Rodríguez
q. vive en Alcalá ol p. e doctor esteban de ojeda, el p. e fran. co
Antonio, p.'- Sebastian hernandez do Madrid p. e lucero p. e alma-
can p. e gabriel vazquez de alcalá y a lo q. me dijo don al.° de
cárcamo y allegado que se trato alli de mi, y que decian q. yo
me queria subir a mayores y que se quejarían al consejo supre-
mo délo que los señores inquisidores de llerena avian mandado
en plagengia y q. mirase que me trayan espiado. Sucedió que
vino por rector de aquel collogio el p. e fran. 00 de benavides des-
Il6 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
pues de aver estado en el consejo do Valladolid déla s. a inquisi-
cion y M uc P or pedir su cuñada mujer de don albaro de benavi-
des a el señor duque de lerma y no se si la reyna al señor inqui-
sidor mayor se le avia dado licencia para yr a Roma, quando
vino este p. e benavides a madrid higo trato con el padre pro-
vincial q. no me dioso el officio y viéndome desfaborecido y que
avia de ser perseguido podi al p." provincial me mandase donde
quisiese y el me mando aqui con condición que haria partir con-
migo do los libros del collegio por ser muy dado a buenos es-
tudios.
«dcsta yda del p. e benavides me temo vehementemente so ha
tomado atrevimiento a no mirarse tanto en el devido comedi-
miento a ol s.° officio en puntos de jurisdicción más que un
p. e <]. avia sido secretario on un negocio en que manifiestamente
se atropellava la auctoridad y jurisdicción q. si fuere necossario
lo esp'ecificare como tengo especificado on el s.° tribunal de la
general de valladolid y^de llorona, lo 2.° que sientiendo los se-
ñores inquisidores do llerena mucho lo que conmigo / ó por me-
jor decir contra ella higo el p. ft manuel de arceo -acabado de ser
rector como en premio de las vexaciones q. me higo, lo hagan
compañero del confesor de la reyna y confesor de las damas de
su mag. d y por acabar a el viccrector que aqui esta le darán otro
mejor y mas honrrado puesto, y esto es causa de gran desmayo
viendo que los q. han tratado las cosas del s.° officio con la ver-
dad, entereza q. yo he tratado como si v. m. juzga ser necessa-
rio hagorse informagion do mi pobre vida lo podra hallar y los
q. so doscuydan en ol officio devido con el s.° officio son asi
premiados honrrados y mejorados, e también que la compañía
os poderosissima religión q. tiene entrada con todos los princi-
pa ecclesiasticos y seglares q. ay en el mundo, tiene ganadas
muchas voluntades puede destruyr no digo a mi q. soy un gu-
sano sino a personas muy poderosas y temo q. quando este pa-
dre venabides venga de Roma (con orden del p.'' general no me
destruya q. ya pasava con tenerme aqui arrinconado y empan-
tanados algunos libros que croo serian de servicio de Dios y do
algún lustre de mi nación / como la historia de Toledo asi en lo
LA INQUISICIÓN. I 17
que toca á la ciudad como a la s. iglesia y vidas de los arzobpos.
q. en ella a ávido / como fundaciones / historia Ecclesiastica des-
paña / geographica de este tpo. y de los Romanos. El itinerario
de Antonino pió enmendado y declarado / muchos trabajos sobre
los concilios despaña que sin duda si yo no me hubiese aventu-
rado a descargar mi consciengia y hacer el officio devido a buen
christiano y temeroso religioso de Dios se lograran mejor q. han
hecho, todo esto no estimo en nada conque aya salido del re-
mordim.° q. con tpo. hube, y plega á Dios q. con bien salga de
lo presente q. como fue publico lo q. yo he dicho en este colle-
gio y- la persona del vicerector reprehendido temo algunas ma-
chinas: que como los de la compañía son de buenos ingenios sa-
ben y pueden inventar muchas cosas, y plega adiós que assi Dios
me favorezca como procure descargar mi conciengia por los me-
dios mas suaves q. yo pude y supe governandome siempre por
la dirección de un conpañero q. se llama el p. e diagomez profeso
de quatro A-otos q. entonces estava en plagengia gran servidor y
zelador del s.° officio y porque se supo q. me avia aconsejado la
ida á llerena y descargo de mi conciengia le privo el provincial
luis de guzman del officio de confesor de los de casa y aviendole
prometido por algunas cartas le sacaría de alia el verano por ser
tierra muy enferma para el le dejo alli donde por poco se mu-
riera y pidiéndole muy ahincadamente le sacase de alia quando
le vine á buscar a este collegio, me respondió que pasase y llego
al punto de morir y al fin del principio deste yvierno le saco y
trujo a toledo / esto senti yo mas q. otra cosa ninguna que con-
tra mi se haya hecho / otras algunas cosas no me acuerdo pero
no dejare de decir con q. cejo y mala cara me recibiéronlos pa-
dres q. dije se juntaron a consultar a Madrid, di fin aeste memo-
rial Domingo X de mayo de 1604 estando en el collegio de
ocaña de donde al presente soy morador.
T
/ger m0 Romano \
\ de la higuera /
«y lo de la plana pr. a puede
venir antes de la firma.
1 1 S BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
«-J- por los ardides que tienen los superiores para que nadie
acuda con cosas del buen govierno de la compañía ael sumo pon-
tífice, q. son muchos, severa lo quede secreto hacen para avisar
de todo a el general sin exceptuar cosa ninguna q. fuera de con-
fesión se sepa, y por averse sabido que yo denuncie del p. e be-
navides poderoso en esta provincia están las provincias llenas
dello y el general muy avisado, y estoy con harto temor q. me
han de hundir 1 )¡os me favorezca con la intención q. me movió
a denunciar y con la verdad que en todo he seguido, buscando
los medios mas blandos y suaves que yo pude y desto son bue-
nos testigos los señores inquisidores de llerena adonde esta el
proceso desta causa, q. sino me engaño es mas atrevida q. el
atrevimiento que tino el p. e mareen en castilla la vieja, pues
acá se puso un visitador a querer hacer información como con-
tra hereje contra el doctor hsbreo q. entonces era de la compa-
ñía por q. hablava mal de una extravagante de la s. a memoria
de gregorio xm. y esto con ánimo de se la enbiar a su s.' 1 no me
acuerdo de que papa, y esta avia de estar en el archivo de Ma-
drid q. es el archivo desta prov. a y si no se hallo sin duda se
traspuso por quanto se supo antes q. llaman ael dho. p. e al con-
sejo de la s. a inquisición de Yalladolid adonde sabe Dios quanto
me quisieran descomponer y yo digo q. soy un demonio pero
que impide silo denunciado es verdad y passo assi. el q. denun-
cia con mala intención peca gravemente, pero si dice verdad
q. perjudica al s.° tribunal mayormente en cosas q. no dependen
de circunstancias o sospechas sino del hecho de verdad.
■j- temóme q. estas libertades de algunos en no acudir no naz-
can de una santa soberbia q. los ciega cjue viendo la buena fama
que tienen de ordinario los desta religión de virtudes y letras y
ser generalmente recebidos ayudados y favorecidos de todos no
les aya sido ocasión de parecerles que todo les es licito, y abuel-
tas se llega aesto alguna punta de ambición y asi tienen tomados
todos los puestos de principes seglares y eclesiásticos y aver de
registrarse todo a el general hombre extranjero y q. no conoce
el braco de la s. a inquisición despaña abre puerta a esto. Si a
v. m. y a los señores con quien v. m. ha de comunicar estos bo-
FRANCISCO CÁSCALES. IH)
rrones les pareciese seria de mucha importancia para todo que
como antiguamente ubo en españa comissario general déla com-
pañía le ubiese, el qual con el poder grande q. tendria seria un
freno para el general y este respetaría con la devida reverencia
las cosas del s.° officio, animase a todos a ello, facilitase á todos
el acudir aestos santos tribunales, y a los que acudiesen los am-
parase y honrrase. porq. si se me da licenqia para decir esto
quando se acuden a algunos tribunales ay tanta dilación en el
remediar agravios y malos tratamientos q. primero abra bien pa-
decido qualquiera q. acude q. sea remediado, y de mas de 40
años q. ha q. estoy en la compañía no he hallado superior q. asi
acuda ni aiude como el p. e gonzalo davila quando íue provincial
desta provincia de T.° lo higo es este p. e hermano de don R.° del
águila cavallero natural de Avila, y torno a suplicar a v. m. q. si
no se ataja con medios efficaces el escrevir a los provinciales y
al general de los denunciadores y denunciados en este s.° tribu-
nal no queda camino llano sino muy difficil y fragoso para po-
der acudir a el y q. estos no sean murmurados ni en caso nin-
guno maltratados, sino q. se sepa q. ay toda libertad y se en-
tienda y desmenuce el mandato del Edicto cerca del enbiar y
acudir los q. supieren o oyeren de que me temo ay ignorancia,
plega a dios no sea no quererlo entender.
t
/Ger m0 Romano \
\de la* Higuera»/
III.
MONUMENTO ERIGIDO AL HISTORIADOR MURCIANO
FRANCISCO CÁSCALES.
En la sesión celebrada por esta Comisión provincial el día 25
de Septiembre próximo pasado, su digno é ilustrado Vicepresi-
dente, Excmo. Sr. Conde de Roche, dio lectura á un erudito (•
120 BOLETÍN de la real academia de la historia.
interesante informo (ya publicado en El Diario de Murcia de 3
de Junio), demostrando documentalmente que el insigne histo-
riador murciano Francisco Cáscales ni murió en Cartagena, ni
fué enterrado en el convento di' PP. Franciscanos de dicha ciu-
dad, como erróneamente venían afirmando algunos historiadores,
siiio que su fallecimiento tuvo lugar en Murcia el día 3° de No-
viembre de IÓ42, según consta en el libro 7. de la Colecturía de
la parroquia de Santa María, y que con arreglo á lo dispuesto
en el testamento que otorgó ante el escribano Diego López
Abarca en ió de Noviembre de dicho año, fué sepultado en la
iglesia del convento de Santo Domingo de esta ciudad, en el en-
terramiento propio que tenía en la capilla mayor junto á la bó-
veda que servía de panteón á los religiosos. Terminaba el señor
Conde de Roche su excelente trabajo proponiendo á la Comi-
sión que, puesto que ya se sabía con certeza dónde estaban las
cenizas del gran maestro, se sirviese acordar que en aquel sitio se
colocase una lápida conmemorativa (que el Sr. Conde ha cos-
teado de su bolsillo particular), con una inscripción que dijese
así, poco más ó menos: «En las antiguas bóvedas de la capilla
mayor || fueron sepultados los venerables restos || del Licenciado
francisco Cáscales || insigne historiador || notable filólogo y es-
clarecido humanista. || Murió en esta ciudad de Murcia el 30 de
Noviembre de 1642. || R. I. P. || A su eterna y feliz memoria. ||
La Comisión provincial de Monumentos, 1902».
La ( omisión oyó con especial complacencia este informe que,
á más del testamento de Cáscales, contiene otros muchos datos
curiosos referentes á la persona y familia del ilustre autor de los
«Discursos históricos»; lo aprobó en todas sus partes, acordó que
se archivase un ejemplar de El Diario, y que el Sr. Secretario se
en< argase de lo relativo á la ejecución de este acuerdo, otorgán-
dose plácemes y un voto de gracias al Sr. Conde.
En su consecuencia, el día 22 del corriente, á las diez de la
mañana, tuvo lugar en la iglesia de Santo Domingo el acto de
descubrir la lápida con las solemnidades de rúbrica, y después
dijo una misa en sufragio del alma de Cáscales el señor cura de
Santa ( atalina, I). Antonio José González, vocal de esta Comi-
FRANCISCO CÁSCALES.
sión, asistiendo el señor gobernador civil de la provincia, D. José
Contreras, vocal de la Comisión de Monumentos de Córdoba, los
señores correspondientes de ambas Reales Academias y muchas
personas distinguidas de esta localidad, que creyeron rendir así
merecido tributo al primer historiador de Murcia.
Tengo el honor de participarlo á V. E., remitiéndole un ejem-
plar de El Diario de Murcia, donde se publicó dicho informe.
Dios guarde á V. E. muchos años.
Murcia, 26 de Diciembre de 1902. — El Secretario , Joaquín
ÍU<;uena. — Excmo. Sr. Director de la Real Academia de la His-
toria.
«A la Comisión de Monumentos históricos y artísticos
de esta provincia.
Cuando hace ya bastante tiempo leí yo por primera vez el
«Pantoja sobre Comedias» del limo. Sr. D. Simón López, y
cuando años después, en los debates histórico-literarios sosteni-
dos por el cartagenero Sr. González y otros escritores, hallé gra-
bada en letras de molde la especie de que nuestro historiador y
humanista el Licenciado Erancisco Cáscales murió y fué ente-
rrado en la vecina ciudad de Cartagena, no sé por qué razón se
me puso en la cabeza que la tal noticia no debía tener más fun-
damento que el dicho gratuito del impugnador dé la supuesta
doña Pantoja.
He dicho «no sé por qué razón» y debo rectificar, pues que
alguna tenía: la de que naciendo Cáscales, según común sentir,
en virtud de fundadísimas conjeturas, por los años ó alrededor
de los años de 1565, y sabiendo yo que residió en Murcia y re-
gentó su cátedra de Gramática y Retórica hasta 1 638, en qué á
propuesta del Coadjutor de Maestrescuela D. Dionisio de Esqui-
vel, acordó el Cabildo jubilarle de la Preceptoría para encomen-
darla al Licenciado Cervellón, catedrático á la sazón de Alcalá
de Henares, no me parecía muy verosímil ni muy conforme á un
discurrir prudente, que nuestro humanista, con ya más que un pie
en la sepultura y á la avanzada edad de 72 años, se resolviese á
122 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
abandonar de pronto su patria para ir á morir entre extraños.
Vacilé, no obstante, ante la afirmación rotunda del autor de
la «Biblioteca histórica de Cartagena», Sr. Yicent, quien dice
terminantemente que á nuestro Licenciado «diéronle caritativo
enterramiento los PP. de N. P. San Francisco de Cartagena en
su iglesia... poniéndole una losa sepulcral que marcó el sitio
donde yacía... la cual se conservó hasta 1 834» (!).
Dedicaba entonces algunos días á visitar el archivo de nuestra
Catedral y algunos otros (costumbre que ya el estado de mi sa-
lud me impide continuar), en busca de noticias y papeles sobre
hijos ilustres de Murcia, y en una de estas visitas, hojeando el
libro 7. de la Colecturía de la parroquia de Santa María, cata
con que la suerte puso ante mis ojos la siguiente partida de de-
función:
«En Murcia en treinta de Noviembre de mil y seiscientos y
quarenta y dos, murió el Ldo. Franc. Cáscales, Catedrático de
Humanidad en la dha. ciudad, hizo testam. ante Diego López
Abarca, Scriv.° Fueron sus albaceas D. Diego González de To-
ledo, su hierno, y Juan Ferrer Muñoz, su cuñado. Se enterró en
S. t0 Domingo; dejó las misas siguientes... etc.»
Rn seguida, como es natural, pasé á registrar el Protocolo de
escrituras públicas del citado escribano, correspondiente al dicho
año, y efectivamente al folio 1. 1 86 me tropecé con el testamento
de nuestro humanista, que á continuación copiamos, y por el
cual, no solo se comprueba su verdadera y hasta ahora. descono-
cida sepultura, sino que se viene en conocimiento de la familia
del anciano testador, de su mujer, de sus hijas, de sus yernos y
de sus cuñados, que indudablemente lo fueron, como hermanos
de D. Juan Ferrer Muñoz, los Licenciados Pedro y Bartolomé
Ferrer Muñoz, Alcalde de la Justicia de S. M. en Córdoba el
primero (i), y beneficiado de las villas de Illar ó Instinción el
(1) Posen copia de su nombramiento certificado por el Secretario del
Consejo de Su Majestad, D. Sebastián Antonio de Contreras, en 5 de Fe-
brero de [626, y en la misma fecha acatado y reconocido por el Ayunta-
miento de Córdoba.
FRANCISCO CÁSCALES. I 23
segundo, ambos poetas citados por Jacinto Polo, y sujetos ambos
á quienes el esclarecido autor de las «Cartas filológicas» dedica
las dos de ellas que tratan respectivamente sobre Instrucción
para bien gobernar y Sobre la cría y trato de la seda.
Hé aquí la copia exacta de tan precioso documento:
«In Dei nomine amen. Sepan cuantos esta carta de testa-
mento última y final voluntad vieren como yo el licenciado
Francisco Cáscales catedrático de letras umanas en la santa ygle-
sia de Cartagena y becino desta ciudad de Murcia, estando en-
fermo del cuerpo de grave enfermedad que Dios nuestro señor
fue servido de me dar, creyendo como firmemente creo en el
misterio de la Santísima Trenidad padre, hixo, y espiritu santo
tres personas y un solo Dios verdadero y en todo lo demás que
cree y confiesa la Santa madre yglesia Católica rromana, to-
mando como tomo por mi intercesora á la gloriosa siempre Vir-
gen Maria, madre de Dios para que interceda con su precioso
hixo perdone mis pecados y me lleve á gozar de su santa gloria
para do fui criado, ago y ordeno este mi testamento en el qual
y del qual dexo y nombro por mis albaceas y meros executores
del á don Diego González de Toledo mi yerno y á Juan Ferrer
Muñoz, mi cuñado á los dos juntos y á qualquier dellos yn soli-
dum doy poder cumplido para que aunque sea pasado el año del
albaceazgo entren y tomen de mis bienes los que les pareciere y
los vendan en publica almoneda ó fuera della y de su valor cum-
plan y paguen este mi testamento que ordeno en la forma y
manera siguiente:
»Lo primero ofrezco mi ánima pecadora á Dios nuestro Señor
que la crió y redimió por su preciosa sangre, muerte y pasión y
el cuerpo á la tierra de cuyo elemento fué formado, el qual
mando sea sepultado en el convento de Santo Domingo el rreal
desta ciudad en el entierro que tengo en el dho. Convento en la
Capilla mayor junto á la bobeda donde se entierran los rrelixio-
sos y vaya mi cuerpo en un ataúd aforrado y vestido con el
• abito del señor San Fran. co y le lleven los hermanos de la horden
de San Juan de Dios y le acompañen los veinte i cuatro capella-
nes del número y en cuanto á lo demás que se ofreciere y fuere
124 boletín de la real academia de la historia.
necesario para en cuanto á mi entierro lo dexó á disposición de
mis albaceas.
Mando que el dia de mi entierro vengan á absolver sobre mi
cuerpo á las casas de mi morada los conventos de Santo Do-
mingo y San Fran.'"
[ten se aga por mi alma honrras nobcna y caodaño (cabo de
año) como se acostumbra y se dé de ofrenda lo que pareciere á
mis albaceas.
Mando que el dia de mi entierro si fuere ora y si no el si-
guiente se diga una misa cantada con diácono y subdiacono y
ocho rrezadas, en los altares reserbados.
» Mando se digan por las animas de purgatorio diez misas rre-
zadas.
»lten se digan por mi ánima otras ciento y noventa misas rre-
zadas las quarenta y siete de San Vicente Ferrer — seis de las
llagas de nuestro Señor Jesuchristo — tres al ánima sola — cinco
las del Señor San Agustín — quarenta y una de la emperatriz —
trece las de los freyes — siete las de San Nicolás — trece las de la
Luz — siete las de Santa Monica — treinta y tres las de San Ama-
dor — siete las del destierro de nuestra Señora y tres de la rreyna
doña Catalina — y quince de los quince misterios, las cuales de
mi voluntad se digan la tercia parte en la parroquial de señora
Santa María donde soy parroquiano que es la parte que le toca
v no mas, y la otra tercia parte en la parroquia del señor San
Nicolás, y la otra tercia parte al Convento de el señor Santo Do-
mingo — y quiero no puedan ser apremiados mis albaceas y he-
rederos hasta que aya pasado un año después de mi fin y muerte
al cumplimiento deste mi testamento.
»I)eclaro que tengo entregados á D. a Alejandra Cáscales mu-
xer de J ). Diego González de Foledo, y D. a Feliciana Cáscales
viuda del licenciado Jósef Granados mis hixas los bienes que
ubieron de abcr por herencia de D. a Juana Ferrer Muñoz mi
muger v los que pudieran heredar mios de forma que á mi no
me quedan bienes que di- mi puedan heredar, si solo los mue-
bles y libros que saben mis hixas quales son, los quales es mi
voluntad los aya y lleve para si la dha. D. a Alexandra Cáscales
FRANCISCO CÁSCALES. I 25
mi hixa con calidad y condición que quede por su qüenta y car-
go el pagar mi entierro y cumplir este mi testamento y si alguna
cosa montaren mas los bienes le hago gracia y mexora clellos.
»Declaro que quando entraron por monxas en el Convento ele
Santa Clara la rreal desta ciudad á D. a Juana y á I). a Leonor
Cáscales mis hixas pagué sus dotes, alimentos, ajuar y propinas,
y gasté por cada una mil y trescientos ducados con cuya canti-
dad les pagué y satisface los bienes que obieron de aber de la
dicha D. a Juana Ferrer Muñoz s"u madre, y de los bienes que
pudieren heredar mios y ansi conforme á lo que tengo entregado
á las dhas. D. a Alejandra y D. a Feliciana Cáscales mis hixas están
satisfechas. Declarólo para que en todo tiempo conste y que no
aya pleytos ni diferencias.
»Y cumplido y pagado este mi testamento, si pareciere perte-
necerme algunos derechos y acciones en qualquier manera y por
qualquiera causa nombro por herederos de todo ello á las dichas
D. a Alexandra y D. a Feliciana Cáscales mis hixas para que lo
ayan y hereden en la forma que mexor aya lugar de derecho.
»Y rreboco y anulo otros testamentos que antes deste haya
fecho y otorgado que quiero que no valgan salvo este que de
presente otorgo que quiero que valga por tal mi testamento en
la forma que mejor ha lugar de derecho en cuyo testimonio lo
otorgué en la ciudad de Murcia en diez y seis dias del mes de
Noviembre de mil y seiscientos y quarenta y dos años, siendo
testigos Andrés de Montasdid, Antonio García de Cardenal.
Gines de Llanos vecinos de Murcia. — Y estando en este estado
el dho. licenciado Fran.' Cáscales otorgante mandó se diese un
luto de bayeta al dho. su cuñado y fueron testigos los dhos. y 1<'
firmó el otorgante que doy fé conozco. — El Lid." hran. " Cas-
cales — ante mi Dg.° López Abarca».
Dicha copia saquéla yo de mi puño el 20 de Junio de 1 888.
Después he adquirido varios otros documentos relacionados con
nuestro historiador é individuos de su familia, siempre con «1
propósito de escribir una biografía del mismo, que aunque mal
perjeñada, contuviese noticias más exactas que las que por mu-
cho tiempo han circulado; pero los achaques por un lado y mis
1 26 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ocupaciones por otro, me hicieron desistir de mi intento, ó por
mejor decir, me inclinaron á conferirlo á nuestro ilustrado amigo
y colega D. José Pío Tejera, que á la sazón empezaba á ordenar
y poner en limpio sus trabajos bio-bibliográficos para su Biblio-
teca del Murciano, que, como sabemos, ha sido recientemente
premiado en uno de los concursos públicos de la Biblioteca Na-
cional.
Los datos principales que para este fin hube de franquearle
fueron: la partida de defunción y testamento ya transcritos, filia-
ción de las hijas del testador, noticias sobre la toma de hábito,'
profesión y muerte de las que fueron monjas (i), antecedentes
sobre las familias, heredades, pías memorias y demás circunstan-
cias di- las que vivieron en el siglo, y últimamente una nota en
(i) He aquí las que me fueron facilitadas en 1892 por la amabilidad de
la señora abadesa de Santa Clara, Sor Francisca de los Remedios Ji-mgnez:
«En 10 de Julio de 1 63 1 , siendo provincial el R. P. Fr. Diego Carrasco-
sa y Abadesa la R. M. Sor Leonor Sorio. Tomó el hábito D. a Juana Cásca-
le-, hija legítima del Licenciado D. Francisco Cáscales y de D. a Juana
Ferrer. Trajo de alimentos 25 ducados y 12 fanegas de trigo.»
«En 1 1 de Julio de 1632, siendo Provincial el R. Pr. Fray Diego Carras-
co-a y Abadesa D. a Leonor Sorio, profesó en este convento D. a Juana Cas-
cales, hija del Licenciado D. Francisco Cáscales y de D. a Juana Ferrer, ve-
cinos de Murcia. Trajo por dote nuevecientos ducados sin renunciación
y esta dote se encargó al Mayordomo en las cuentas del año 1632.»
Murió y se enterró en este Convento Real de N. M. Sta. Clara de Mur-
cia, la M. Sor D. a Juana Cáscales, Religiosa profesa en este Convento y
Abadesa actualmente en 23 ele Febrero de 1653.»
«En 15 dias del mes de Agosto de 1635, siendo Provincial el R. P. Fray
Pedro Guerrero y Abadesa la R. M. Sor Gerónima de Berdú, entró para
Religiosa D. a Leonor Cáscales, hija legítima del Licenciado D. Francisco
Cáscales y D. a Juana Ferrer. Trajo de alimentos 25 ducados y 12 fanegas
de trigí >.
«En 27 de Diciembre de 1639, siendo Provincial el R. P. Fr. Juan de
Moya y Abadesa la'R. M. Sor Micaela de Lison, Profesó en este nuestro
convento D. a Leonor Cáscales, hija del Licenciado D. Francisco Cáscales
y de D. a Juana Ferrer. Trajo de dote nuevecientos ducados sin renuncia,
1 tsque dio en una casa y recompensa de más valor de ella sola y en gra-
cia del favor y alimentos desde 15 de Agosto de 1639 hasta el día de la
profesión.»
«Murió y se enterró en este Convento Real de N. M. Sta. Clara de Mur-
cia, D. a Leonor Cáscales, Religiosa profesa, en 27 de Septiembre de 1658,
siendo Abadesa la M. Sor D. a Luisa Vaeza.»
FRANCISCO CÁSCALES. 127
que le hacía observar, que en las siguientes cláusulas ele la se-
gunda edición de los Discursos históricos (Discurso de los lina-
jes, página 422) donde se dice: «El Licenciado Guardiola, Señor
del estado de la Guardia, casó en Granada con D. a Violante del
Pulgar, y tuvo por hijos... á I). Cristóbal Guardiola, Capitán de
caballos, que en la conquista de León Saoni en Borgoña, estando
yo presente, murió con tanto valor y honra, que con solo su
compañía detuvo el paso á más de mil franceses... > etc.; la ex-
presión «estando yo presente», que dejamos subrayada, no se
halla en el mismo discurso de la primera edición. Circunstancia
chocante que nosotros nos explicábamos con la siguiente con-
jetura, que por cierto mereció la conformidad de D. Marcelino
Menéndez y Pelayo, á quien hube de consultar el caso por es-
crito.
«En la primera edición de los Discursos históricos hecha por
Luis Berós, no se halla la expresión que elejamos subrayada; mas
como no es posible imaginar que la inventara el ilustrado editor
de la segunda, Francisco Benedito, no yéndole en ello beneficio
alguno, antes por el contrario mucho descrédito, más fáci el
creer que, acaso, en el antiguo ejemplar que él al estamparla
tino presente, y que, según nos dice, hubo de facilitarle don
Joaquín Saurin (principal director de la edición), se contendría
aquella frase ó nota interlineal ó marginal de puño y letra de
Cáscales; frase que pudo bien comerse Berós, y que aquel no
añadió en los moldes por razón, sin duda, de que, como persona-
lísima, no afectaba en nada á lo esencial de su historia ni á la
noble casa de los Guardiolas murcianos» (i).
Dije que esta conjetura mereció el asentimiento del Sr. Me-
néndez y Pelayo, y así es la verdad; pero, sin embargo, bueno
sería que quien en vista de mis noticias prestadas al Sr. Tejera,
y que pronto, sin duda, verán la luz pública, con otras nuevas
que se adquieran, hoy que con tanta diligencia y tan buen fruto
(1) Como quiera, es lo cierto que Cáscales estuvo en aquellas tierras
antes de restituirse á su patria, como consta por otros pasajes de sus
obras.
I2S BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
so 'hacen los rebuscos, quien, en vista do tocio ello, digo, quiera
decidirse á escribir una extensa y acabada biografía del ilustre
historiador murciano, dilucídase más cumplidamente este impor-
tante punto de la diferencia entre las dos citadas ediciones:
punto iv dicho sea esto de paso) en que no me extraña no hayan
reparado algunos aficionados, pues son muy pocos los que tienen
un ejemplar completo de la primera edición; y por lo que á
Murcia so refiere, no sé que exista mas que el mío, que, por no
faltarlo nada, ni aun carece de la portada de Cartagena; bien
así, como tampoco he visto sino en mi librería el ejemplar de la
segunda edición hecha en gran papel de folio marquilla.
Por ahora, y entretanto no aparece quien quiera echar sobre
sus hombros aquella magna empresa, lo que yo propongo y rue-
go, como objeto principal de este ya pesado artículo, á la docta
y celosísima Comisión de Monumentos á que tengo la honra de
pertenecer, es que, sabiendo ya, como sabemos con certeza, dón-
de estuvieron por mucho tiempo depositadas las venerables ceni-
zas del gran maestro, se sirva acordar que en aquel sitio se pon-
ga una hermosa lápida de mármol, que yo en tal caso costearía,
sobre la cual so grabo una inscripción que en sustancia venga á
decir, poco más ó menos lo siguiente:
«.En las antiguas bóvedas de esta Capilla: fueron sepultados los
venerables restos: del Licenciado Francisco Cáscales: Insigne
historiador, notable filólogo y esclarecido humanista: Murió en
osta ciudad do Murcia el 30 de Noviembre de 1 642: R. 1. P.: A
su eterna y feliz memoria: La Comisión de Monumentos de esta
Provincia».
Es cuanto tongo el gusto de exponerá repetidas instancias de
varios amigos, uno de ellos perteneciente al seno do osa ilustrada
Corporación.
Murcia, 31 <l<- Mayo de 1902.
P. — -El Conde de Roche.
NUEVAS ANTICUEDADES DE CARTAGENA.
129
IV.
NUEVAS ANTIGÜEDADES DE CARTAGENA.
En esta ciudad se han hecho días pasados, dos notables descu-
"brimientos. El primero es el de un busto de mármol amarillo,
alto 18 cm., cuya fotografía acompaño.
Lo hallaron unos operarios al construir los cimientos de una
casa, propiedad de D. Erancisco Barrera, núm. 2/ de la calle
Larga de San Cristóbal. Con este busto fué descubierta una lá-
pida epigráfica, quizá conmemorativa del numen ó del personaje
representado por ella. Los operarios la hicieron añicos, ó la des-
truyeron bárbaramente.
TOMO XLII. 9
130 boletín de la real academia de la historia.
E! otro es una estampilla en letra cursiva, que se halló en los
desmontes de la calle de Gisbert, á espaldas de la plaza de toros.
Tiene unos 1 3 cm. (i).
^a
Está en una boca de ánfora, que conservo, y es resto de una
respetable cantidad de este género de vasijas que .se hallaron en
otra excavación, de la cual y de la otra he dado cuenta en el
reciente número, que acompaño, del periódico de esta localidad,
titulado El Mediterráneo, número del 8 del mes corriente.
Cartagena, 26 de Noviembre de 1902.
Diego Jiménez de Cisneros.
V.
NUEVAS INSCRIPCIONES.
Beja.
Lo que llevo dicho (2) acerca de la Sede episcopal Pacense,
que ocupó el ilustre Apringio á mediados del siglo vi, y que no
estuvo en Badajoz, sino en Beja, capital de la provincia portu-
guesa del Alentejo, va recibiendo de año en año nueva confir-
mación ante la luz que la infatigable Arqueología hace brotar de
(1) Léase O f (fitina) Ba(ssi). Otros ejemplares de la misma leyenda se
conservan en Tarragona y en Elche.— Nota de la R.
(2) Tomo xli, pág. 357.
NUEVAS INSCRIPCIONES. I3I
los monumentos. La Revista Archcologo Portugucz, que nues-
tra Academia recibe á cambio de su Boletín, ofrece en su cua-
derno postrero (i), un buen artículo firmado por el Sr. Leite de
Vasconcelhos, donde se da noticia y explicación de cinco lápidas
romanas, que no figuran en la colección de Hübner.
Las cuatro primeras aparecieron en Beja, al derribarse en 1900
una porción de la antigua muralla de la ciudad. Con ellas se re-
cogieron varios objetos de arte escultórico, cuales fueron un
busto varonil marmóreo labrado en el primer siglo, restos de
frisos, capiteles, fustes de columnas, etc. Todo ello se trasladó,
como tesoro público de historia y de arte, al Museo municipal,
que es uno de los mejores del reino y abunda en antigüedades
cristianas anteriores á la dominación de los árabes.
1.
Ara de mármol, alta 0,85; ancha 0,47,' gruesa 0,27. Neto de
la inscripción 0,36 X042. Altura de las letras 0,05.
D'M-S
Q CASSIVS VETTO
NIANVSPACENSIS
ANNOR
XXVI
H-S'E-S'T'T'L
D(is) M(anibus) s(acrum). Q(uiníus) Cassius Vettonianus Pacensis, an-
nor(um) XXVI, h(ic) s(itus) e(st). S(it) t(ibi) t(erra) l(evis).
Consagrado á los dioses Manes. Quinto Casio Vettoniano, natural de
Beja, de edad de 26 años, aquí yace. Séate la tierra ligera.
El cognomen Vettonianus, que no aparece en las colecciones
de Hübner, se forma regularmente de Vettonius, adjetivo geo-
gráfico usado por Prudencio en el himno que dedicó (2) á Santa
Eulalia de Mérida:
(1) Año vil, números 10 y 11, correspondientes á Octubre y Noviem-
bre de 1902.
(2) Peristephano?i, m, 186-190.
I32 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Nunc locus Emérita est túmulo,
Clara colonia Vetfoniae,
Quam mémorabilis amnis Ana
Praeterit, et viridante rapax
Gurgite moenia pulchra lavit.
Pasan do veinte las inscripciones romanas 'de Beja, donde
campean sus títulos al nombre y á la dignidad de Colonia Pax
Julia; siendo así que ninguna bajo este concepto, ni bajo el de
Pax Augusta, conviene á Badajoz. Acaso el busto marmóreo de
estatua varonil últimamente descubierto, figuró sobre el pedestal
en que se leía la inscripción siguiente (i): L(ucio) Marcio Piero\
Pace iis i I augustali col(oniaé) Paccnsis \ et municipii Eborcnsis,\
amici oh merita eius \ aer(e) conlato posuerunt. \ L(ucius) Mar-
cius Pierus \ honor e contentas \ impensam remisit.
Al asomar el siglo iv las ciudades de Evora (Ebora) y Faro
(Ossonoba), estuvieron representadas en el concilio de Ilíberis
por sus obispos Quinciano y Vicente. Reconocían á Beja por
capital de su convento jurídico, y no es creíble que esta gloriosa
ciudad careciese 'entonces de cristiana grey ni de propio pre-
lado. Nuevos monumentos que se descubran, despejando la in-
cógnita, resolverán el problema.
2.
En un fragmento de sarcófago cupiforme. El cuadrado de la
inscripción mide 0,20x0,21. Letras altas 0,02 5. ¡Puntos trian-
gulares.
D«M'S
1VL-CLEOPATR-
ANN • XXXIII •
FERENPRI.SCVS-
ÍARIT • PIISSI/VG •
H'S'E-S'T-TL
(1) Ephemeris epigraphica, vol. vin, pág. 357. Berlín, 1897.
NUEVAS INSCRIPCIONES.
133
D(is) M(anibus) s(acrum). Tul(ie) Clcopatr(e), ann(orum) XXX1IJ, Heren-
(nius) Priscus marit(e) pus sime. H(ic) s(ita) e(st). S(ii) i(ibi) ¿(erra) l(evis).
Consagrado á los dioses Manes. A Julia Cleópatra, de edad de 33 años,
á su mujer piadosísima Herennio Prisco erigió este monumento. Aquí
yace. Séate la tierra ligera.
La ligatura de la H con la E, al principio del cuarto renglón,
se evitó, produciéndose en la aspirada el tipo de F.
Fragmento de sarcófago cupiforme.
D M s
/,/ • P • ORICLIO
FLORICEAGATI
A1ARITE PIENT
I S S I M E C V M
Q_VAM VIXIT
COMMVNIS
ANNOS XXX X
I I • MENSE • I
En los renglones primero y tercero han padecido desgaste la
D y la F. La A carece siempre de travesano, y en el renglón
tercero se figura como una lambda griega (A) minúscula. En el
renglón segundo hay un punto delante de la P, indicando que
fué cortada ó ha desaparecido la sigla del prenombre.
D(is) M(ambus) s(acrum) . [T(itus)}} P(ompeius) Oriclio Flor i ce Agatí,
marite pientissime, cum quam vixit commftnis afinos XXXXIf, mease I.
Consagrado á los dioses Manes. ¿Tito? Pompeyo Oriclión á su esposa
piadosísima Flórica Ágata, con la cual hizo vida común 42 años y un mes.
El cognomen Oriclio, genitivo Oridionis, parece derivarse de
os, oris, como Florica de f/os, f/oris, y dar pie para formar ori-
culiun (=oscu/w/t), oriclum y Oriclio. En dos epígrafes de Lis-
boa (288, 4994) salen respectivamente nombradas Florilla y
Florica. El dativo Agati, correspondiente al griego 'AyaSf, hace
134 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
sonar la iota suscrita, al paso que el nominativo (544-6, 6137) se
escribe Agathe , mostrando cómo la pura n se pronunciaba e
(larga). Con el presente epitafio se compagina otro de Beja (i):
D(is) M(anibiis) s(acrinn). \ Cocccia Cl \ arillo, vix(it) an-
n(os) LXXX. H(ic) s(ita) e(st). P(ompeius) Commitnis m(aritae)
p(ientissimae) b(enc) me(renti).
Ara, alta 0,69; ancha 0,27; gruesa 0,17. Letras altas, 0,025.
Puntos triangulares. En el renglón cuarto el grabador omitió
la S.
T>- M«S
IVL «CRYSIS
ANN • XXIII
HS-ET-T-L-
D(is) M(anibus) sfairum). lul(ia) Crys/s ami(orum) XXI II h(ic) s(ita)
e(st). [S(¿iJ] t(ibi) ¿(erra) l(evis).
Consagrado á los dioses Manes. Julia Crisis, de edad de 23 años, aquí
yace. Séate la tierra ligera.
Crysis, tomado del griego Xpuarjí; (hija de Grises), se escribe
Chruseis en una lápida de Játiba (5981), Cruseis en otra de Ta-
rragona (6107), Chrisis en otra de Cazlona (3289), Ckrysis en
otras muchas (374, 1 790, 3571, 4361, 4577, 5770), y se repite
en una de Adra (1993) y en otra de Guimaráes (55°9).
Lisboa.
Cupa funeral, marmórea, descubierta en Mayo de 1902 en el
jardín del palacio del Duque de Palmella. Larga 0,93; alta 0,29.
Altura de las letras 0,02. Puntos triangulares.
(1) Epliemcris epigraphica, t. vin, pág. 357.
NUEVAS INSCRIPCIONES. 335
D M S
COGITATA ni N
NORV • V • FIRMI
DIVS PERE&RINV
FIL-FC H-SE-ST-TL
D(is) M(anibus) s(acrum). Cogitata \a\miorum V. Firmidius Peregrinu(s)
fil(iae) f(aa'endum) c(uravit). H(ic) s(ita) e(st). S(it) t(ibi) ¿(erra) l(evis).
Consagrado á los dioses Manes. Cogitata, de edad de 5 años, aquí yace.
Séate la tierra ligera. Firmidio Peregrino hizo labrar este monumento
para su hija .
En Tarragona suena otra Cogitata (4150) y en Sevilla un Co-
gí taus (1 201).
La forma de cupa (cuba ó tonel), que tiene el monumento es,
ajuicio del Sr. Leite de Vasconcellos, indicio de que se llevó á
Lisboa desde la provincia del Alentejo. Sospecho que provino
de Mértola, de donde fué transportado á Lisboa el sepulcral del
padre de Cogitata, cuyo epitafio decía (17):
L'FIRMIDÍVS
P E RE GRI N VS
VTICENSIS
VIXIT'AN «LX
H-S« E'S«T«T- L
Lucio Firmidio Peregrino era africano y natural de Utica. No
de otra manera el ínclito Apringio pudo más tarde emigrar de
Berbería y venir á morar en la comarca de.Beja.
San Pedro de Arcos.
Hoy se llama Nuestra Señora de Arcos esta feligresía, perte-
neciente al concejo de Arcos de Yaldevez, junto al río Vez,
afluyente del Limia. Dista la villa de Arcos tres leguas al Norte
de Braga, en la provincia portuguesa de Entre Duero y Mi-
136
BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ño (i), no lejos de la frontera española. Sobre un monumento
epigráfico de dicha feligresía, encontrado en su vetusta necrópo-
lis, ha disertado, no sin exquisita erudición, el distinguido arqueó-
logo portugués I). Félix Alvos Pereira (2), intitulando su docto
artículo Epigraphia chistiano-latina. Urna inscripto inédita.
1 Té aquí la descripción que hace del monumento (3):
«Essa pedra, scnsivelmente trapezoide, se completarmos o
canto que lhe falta, mede no seu maior comprimento apenas
O m ,8/ e na largura da cabeceira O"', 14. É urna lage granítica de
tosca superficie, em que s? abriram no sentido da sua maior ex-
tensivo tres linhas de caracteres, profundamente gravados. Na
posigáo em que se acha embutida na parede, a pedra offerece
leitura normal; mas, se a suppusermos posta sobre urna sepul-
tura, a leitura tinha que se fazer lateralmente. Assim collocada,
urna pequeña cruz, chamada grega, encimava a campa c o epi-
tafio.»
El Sr. Alvos so vale de interesantes documentos para poner
en claro la historia de la localidad, donde á principios del si-
glo xii, reinando Alfonso VI, existía un monasterio benedictino,
(1) Véase el tomo xxvi del Memorial histórico, publicado por La Aca-
demia, tomo xxvi, pág. 219. Madrid, 1893.
(2) En la revista O Arclicologo Portuguez, año vil, números 14 y 5) de
Mayo y Junio de 1902. — El autor me ha enviado un ejemplar de la tirada
aparte que hizo del artículo, y cuyas páginas citaré.
(3) Pág- 4-
NUEVAS INSCRIPCIONES. I 37
que edificó Doña Teresa, hija de aquel monarca. En 1 782 el
monje cisterciense Fr. José de San Lorenzo, practicó diligentes
excavaciones , y puso de manifiesto numerosísimas sepulturas ,
que dieron un resultado análogo al obtenido recientemente den-
tro del término de la villa de Dueñas, junto al río Pisuerga en el
ameno pago de Miravete (i). En las necrópolis de San Pedro de
Arcos se codean los restos de los sepelios paganos por incinera-
ción y de los cristianos de inhumación, cuya forma trapezoidal
se ajusta á la integridad del cadáver, dirigidos ó mirando los pies
hacia el Oriente.
En balde ha rogado el Sr. Alves Pereira á los actuales dueños
de la preciosa lápida que permitieran su traslación al Museo et-
nológico de Lisboa. La baja situación en que está colocado el
epígrafe (2), se habrá también resistido al empeño de fotogra-
fiarlo; y de aquí la necesidad de presentarlo ú ofrecerlo grabado
exactamente en madera.
Prevaleciéndose de un minucioso estudio paleográfico, que harto
le honra, el Sr. Alves Pereira se inclina á pensar que la inscrip-
ción pertenece á la segunda mitad del siglo xn (3) y la lee así (4):
[]>i] lioc locumrequi \ esset f(a)m(u)l(u)s chr(ist)¿ Ordo \ nius confr(ater) in
era...
Con todo, á mi entender y salvo mejor aviso, es anterior á la
dominación é invasión musulmana , y probablemente del si-
glo vil ú viii, debiendo añadirse á la colección de las inscripcio-
nes -visigóticas y leerse de esta mañera:
f [j]n hoc locum requi \ esset f(a)m(u)l(u)s Chr(ist)i Ordo \ nius confíe-
so) r in era...
En este lugar descansa el siervo de Cristo, Ordonio, confesor en la era.
(1) Boletín, tomo xli, páginas 476-4S0.
(2) «A lapide conserva-se embutida numa parede baixa á direita do
portal da quinta, e baldados teem sido os meus esforcos para conseguir
que os seus actuaes donos enriquegam com ella o dito Musen, nobilitan-
do-se a si mesmos com esse acto de justa generosidade.» Pág. 19.
(3) D'este estudo parece-me resultar que teria sido no seculo xn, e
mais plausivelmente na sua segunda meacao, que este epitafio foi lavra-
do. Pág. 1 1.
(4) P-g- 6.
138 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Del numeral de la era pueden quedar algunas huellas, aunque
se hubiese grabado con letras de menor profundidad que las an-
teriores. El roce, la picadura ú otros accidentes, gastan con el
tiempo las letras ó las borran completamente. Ejemplo de ello
veremos en la inscripción de San Pedro de Vivero, de la que
pronto hablaré. Para esclarecer cuestiones de esta índole, fun-
damentales de la investigación, y llevar el convencimiento al
ánimo de los lectores, hay que echar mano de la fotografía. Bien
es verdad que algunos epitafios se labraron en vida del nom-
brado por ellos, quedando en blanco el numeral indicativo del
año del fallecimiento, y no llenándose después de "haber éste
ocurrido; pero semejante excepción no se debe asentar sin pro-
banza evidente. Después del vocablo ERA, queda bastante es-
pacio para escribir DCC ú DCCC y pico.
Descartada esta cuestión, las tinieblas de la época, destituida
de su principal elemento, pueden combatirse y cedernos en
parte la explicación de su enigma ante el examen de las fórmu-
las, de las palabras y de los caracteres paleográficos.
La expresión faniulus Christi ó fámula Christi no comparece
<mi ninguna inscripción posterior á la Edad visigótica. Sale, y
muy rara vez, desde el siglo v hasta el vn inclusive (i); al paso
que el dictado famiilus Dei ó fámula Del, tan frecuente en aque-
llos siglos, va prolongando su eco en los siglos posteriores ó me-
dioevales. El perímetro de aquella fórmula se circunscribe, por
ahora, á la faja occidental de la Península, limitada al Norte por
el Miño. No es, pues, de extrañar que se nos dé á conocer por
un letrero de San Pedro de Arcos.
El nombre Ordonius no debe ser óbice contra el tiempo que
asigno. No se leía en la colección Hübneriana de los epígrafes
visigóticos; pero en el mismo caso está Froila, que con toda cla-
ridad hemos advertido en la inscripción de Dueñas (2), y que
fué propio de un obispo y de un procer que firmaron las actas
(1) Hübner, 3, 14, 31, 45, 46, 47, 66, 68. 93, 98, 99, 120, 122, 180, 303,
309,324, 328, 329, 333, 378.
(2) Boletín, tomo xli, pág. 477.
NUEVAS INSCRIPCIONES. 139
del Concilio Toledano VIII en el año 653. En la colección de las
medioevales se repite más de una vez el nombre Ordonins (i),
que fué impuesto en la primera mitad del siglo ix al hijo y su-
cesor de D. Ramiro I. En la escritura del rey D. Alfonso II (28
Enero 835), que concede á Froila, obispo de Lugo, la adminis-
tración de la Sede metropolitana de Braga, y fué publicada por
Contador de Argote (2), firmaron Ordonius Egani y otro Or-
donius. Provino, si mal no pienso, del latín ordo, no de otra ma-
nera que Homonius (3) de homo, y Celedonius de c/jXiSú-j (golon-
drina), que en una lápida gaditana y en otras (4) de la Bética y
Lusitania se escribe Chelido, equiparable por su raíz al vocablo
hirundo.
El Sr. Alves Pereira, para robustecer su cálculo cronológico,
se fija en cuatro consideraciones que, respetando su criterio, no
creo ser concluyentes.
1. a El uso neotérico del nombre Ordonius (5). He apreciado
ya la nulidad de este argumento.
2. a La lengua rústica, ó el romance de la inscripción, cargado
de cuatro solecismos: concordancia vizcaína de hoc con locnm
regido de la preposición de ablativo in; mudanza de c en s y de
i en e en reqniesset, que está en lugar de requiescit (6). Con todo,
bueno es decir que el erudito arqueólogo portugués no hace
(1) Números 242, 250, 259, 267. — La variante Ordinüís del número
275, si bien puede admitirse, parece haber provenido de una equivoca-
ción de lectura, en que incurrió Ambrosio de Morales.
(2) Memorias de Braga, tomo m, pág. 395. — Cf. España Sagrada,
tomo xl, pág. 380. Madrid, 1796.
(3) Hübner, I. H. L., núm. 6340.
(4) Ibid., números 196, 1422, 1789, 19 14.
(5) Nenhuma epigraphe traz Hübner pertenecente a um Ordonius,
nome que alias seria commun ñas populacoes do oeste da península do
seculo ix e seguintes. Veem apenas referencias aos reis d'aquelle nome.
Ainda em documentos do sec. xn apparece e por ventura em mais recen-
tes. Pág. 13.
(6) «De barbarismos gramaticaes, o epitafio de Santa María de Valle
dá-nos exemplo da troca do ablativo pelo accusativo, com o aggravante
da ma concordancia ni hoc loaim; do c pelo s (requiesset); do i pelo c
Página 13.
140 boletín de la real academia de la historia.
hincapié en este argumento (i); el cual si fuese decisivo daría al
traste con la verdadera época de muchas lápidas, no solo visigó-
ticas, sino también romanas. Ya hemos visto en una de las ro-
manas (3 1, recién hallada en la ciudad de Beja, el solecismo aun
(jiiam vi.xit, que debe achacarse menos á la barbarie que á la
pronunciación característica de los idiomas lusitano y gallego.
Pónganse en una boca gallega los tres vocablos in hoc loco, y la
última vocal sonará u con cierta resonancia seminasal que ex-
presa la m de locum. A un procedimiento análogo se ajusta re-
quiesset (2). I lübner no ha notado la mudanza de la c delante de
de e ó de i (pronunciada c ó z) en s, pero sí la de la z (3), es de-
cir Soili por Zoili (de Zoilo), que lo mismo da bajo el concepto
fonológico.
3. a La forma rectilínea de la S no penetró en España, traída
de Francia, hasta el siglo xn (4).
4. a La C inversa y marcada, ó no, con un punto en el seno,
tampoco es anterior al siglo xn (5).
Estas dos razones paleográficas (3. a y 4. a ) son las que más han
pesado en la opinión del Sr. Alves Pereira, pero creo que no
encierran la gravedad que les atribuye.
Por de pronto en el facsímile de la inscripción por él publica-
do, ni es la S enteramente rectilínea, sino desmochada ó cepilla-
da en sus ángulos, ni la C inversa está marcada con un punto,
ni tiene por sí sola el valor de la sílaba con. L T na o pequeña se
ve representada en el hueco de la C inversa, y encima campea
un trazo horizontal, tendido hacia esta consonante y la F si-
guiente, indicando el sonido de u y el nexo de la primera sílaba
con lo restante del vocablo. En segundo lugar nada se opone á
que semejante disposición de los caracteres deba ó pueda atri-
(1) «Casos semelhantes se veem em Hübner, menos <> $ por c (Htib-
111 r, oh. ai., n." 99, 101 e 174), em Rossi (ob. á/., n.° 798, pag. 346) e na
Revista Archeologica (pág. 25, 1). > Pág. 13.
(2) Véase lo dicho en el tomo xli del Boletín, páginas 499 y 504.
■ (3) I. II. C. núm. 448.
(4) Páginas 8 y 9.
(5) Página 10.
NUEVAS INSCRIPCIONES.
buirse á la edad visigótica, y mucho menos á siglos medioevales
anteriores al xn. En ambas épocas reconoce el docto editor nu-
merosos ejemplos de la forma rectangular que toman la C y la
O. ¿Por qué no podría hallarse alguna vez en el mismo caso la S?
Sobre la arena paleográfica de aquellos tiempos se ven luchar,
y aun codearse en una misma inscripción las formas curvilíneas
y rectilíneas de la D, la E, la G y de otras letras; y precisamente
para la S ó para sus dos senos, ¿hubade ser absoluta la exclusión
de la recta? ¿Ni qué necesidad tenía la caligrafía española, de que
solomente en el siglo xu viniesen con este motivo á realzarla
los franceses? ¿Acaso no conocíamos durante la época romana la
forma de la C inversa? ¿No comparece la S inversa durante la
dominación visigótica? (i) Si alguna dificultad puede haber, resulta
de la figura de la M en el presente epígrafe; mas luego se
resuelve con el de Mérida (31), fechado en 10 de Marzo del
año 662.
El Sr. Alves Pereira interpreta confrater la abreviatura cofr;
mas no puede citar de ella ningún otro ejemplo. Nosotros pode-
mos alegar la de conf(cssor), que sin disputa alguna se debe su-
plir así en la inscripción 57 de Hübner. Sobre la significación de
este vocablo discurrí en otro lugar (2). Dado caso que el epita-
fio se labrase en vida de Ürdoño, y que por esta razón omita el
numeral de la era, no negaré que confessor podría denotar el
empleo de cantor que tuviese aquel personaje en la iglesia de
San Pedro de Arcos, propia quizá de un monasterio erigido por
San Fructuoso de Braga.
La cruz griega del epitafio, colocada en el centro de la cabe-
cera, formada por los tres renglones, ofrece un carácter pecu-
liar, digno de atenderse. Hállase con esta misma disposición en
un monumento sepulcral antiquísimo de San Eusebio de Peroja,
sobre la derecha del Miño, en la provincia de Orense (3), del
cual epitafio D. Arturo Vázquez Núñez me ha enviado excelen-
(1) Hübner, núm. 22.
(2) Boletín, tomo xxx, pág. 499-504.
(3) Boletín, tomo xli, pág. 510.
142 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
té fotografía (i), y que ahora estimo puede leerse: -+- Avilas f(aj-
m(u)\l(u)s Ckr(ist)i\ XXXVII ann(is) mortaus fuet.'Lz. línea verti-
cal, tirada desde el centro de la cruz á lo interior del sepulcro,
bajaba al centro de la frente del cadáver, que tendido boca arriba
con los pies hacia el Oriente, aguardaba la final y gloriosa resu-
rrección de la carne. La cruz puesta sobre la frente era, como
es sabido, emblema preferido de los primitivos cristianos, y á
su anagógica significación alude expresamente el Apocalipsis
(xiv, I).
Hübncr (núm. 328) se quejó de no haber conseguido una foto-
grafía de la inscripción, que se halla en Celorico da Beira y salió
á luz en nuestro Boletín (2). Está fechada (3) en el mes de No-
viembre del año 666; y la revisión de su texto y su estudio paleo-
gráfico, que no se ha hecho aún, bien podrían recomendarse
á los arqueólogos portugueses para ilustrar las cuestiones que
suscita el monumento ¿visigótico? de San Pedro de Arcos.
San Pedro de Vivero.
Esta feligresía está situada sobre la derecha del río Landrove,
y no muy distante del Océano Cantábrico en la provincia de
Lugo, en el partido judicial y ayuntamiento de Vivero, cuatro
kilómetros al Suroeste de esta villa, hacia lo interior del gran
valle de Galdó. Su antigua iglesia parroquial conserva el hermoso
ábside de estilo románico, rodeado por la parte de afuera por
un cementerio, en el cual descubrió, hace años, nuestro corres-
pondiente D. Federico Maciñeira, una laja de piedra arenisca,
que mide 0,30 X 0,50, y estaba arrimada á un nicho. Es histó-
rica de la restauración de la iglesia en la segunda mitad del
siglo x; restauración que sin duda hicieron necesaria las irrupcio-
(1) El Sr. Vázquez Núñez la insertará fotograbada en el próximo nú-
mero del Boletín de la Comisión de Monumentos de Orense.
(2) Tomo xxviii, pág. 269.
( 3 ) _|_ Rcqiiicvit fámula \ Chr(¿st)i in pace Svinthi \ liaba sub menee No-
vembres era \ DCCII11.
NUEVAS INSCRIPCIONES.
143
nes de los piratas normandos en aquel tiempo (i). Hübner pro-
dujo en su colección (núm. 531) la fotografía del monumento, no
del todo perfecta, que le suministró nuestro correspondiente
D. Federico Maciñeira; mas no se atrevió á precisar la fecha,
que dejó vacilante entre los siglos x y xi (2). Me ha escrito el
Sr. Maciñeira (3), que cuando estuvo á fotografiar la piedra, la
sacó del asiento en que descansaba, y la colocó «sobre el pretil
del atrio, en sitio de buena luz», la que vigorizó poniendo enci-
ma del pretil y debajo de la laja epigráfica un pañuelo blanco,
como lo muestra el ejemplar de la fotografía:
4- Ob honorem sa(nc)t(i) Petre apostolus Pelagius pr(e)sb(iie)r a(bba)s
restauravit ccc(les)i(am)ista vir praest (ans) efraj M.
Para honor del apóstol San Pedro, el presbítero abad Pelagio, varón
excelente, restauró esta iglesia en el año 962.
Al fin del renglón 3. hay ligatura de R A S. Son muy nota-
bles las diversas formas de la S, pareciéndose una de ellas á la
(1) Dozy, Recherches sur Vhistoire el la litteralure de /' 'Espague pendanf
le Moyen-Age, tomo 11 (3. a edición), pág. 293. París. — Leyde, 1881.
(2) «Litterae videntur esse saec. x vel xi».
(3) Carta fechada en Ortigueira á 19 de Enero de 1903.
144
boletín de la real academia de la historia.
del 8. En la inscripción de Santa María ele Bretona (Hübner,
381), cuya fotografía me ha prometido el Sr. Maciñeira, aparece
también un presbítero, nombrado Pelagio, como restaurador de
aquella insigne basílica. No es diverso el estilo de ambas inscrip-
ciones, que parecen ser del mismo tiempo y referirse á una
misma persona.
El anillo gnóstico de Astorga.
Ks de oro macizo, octogonal por defuera y circular por den-
tro; su diámetro interior, 19 mm.; su peso, 5 gramos. Cada faceta
exterior, cuadrilonga, tiene grabadas dos letras griegas, separa-
das una de otra, que pueden atribuirse al comienzo del siglo m
dé la era cristiana. Los fotograbados adjuntos, que amplifican
las dimensiones del natural, se han tomado de ejemplares' saca-
NUEVAS INSCRIPCIONES.
«45
dos directamente del anillo original por el fotógrafo de Astorga,
D. José Cordeiro, y se han obtenido á petición de D. Marcelo
Maclas, Correspondiente de la Academia, en Orense, bajo la di-
rección de D. Matías Rodríguez, distinguido arqueólogo.
El anillo fué descubierto en 1890 por un labrador al arar una
tierra próxima al arrabal de Rectivía, extramuros de Astorga.
Acerca de su autenticidad no hay duda.
En carta del 26 del corriente, me escribe desde Astorga don
Matías Rodríguez: «Secundando deseos de mi querido amigo Don
Marcelo Alacias, de Orense, tuve el gusto de copiar á pluma las
letras que en sus ocho lados contiene extériormente el anillo
misterioso, que posee aquí el industrial D. Juan Pañero. Dichas
letras, que luego las he visto reproducidas en el Boletín de la
Comisión de Monumentos de Orense (Diciembre, 1 902), las copié
-con la posible fidelidad, y el Boletín las reprodujo bien. Por in-
TOMO xlii. 10
I46 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
dicación del referido Sr. Macías y con anuencia del Sr. Pañero,,
presenté el anillo al único fotógrafo que hay en esta ciudad, para
que de él hiciese una fotografía. Dicho señor ha dedicado verda-
d< :ro deseo á complacernos; pero dice que el brillo del oro da
tales reflejos, que no permito copiar la pieza con detalles. La
forma angular que los lados del anillo presentan no da lugar á
enfocar con precisión, como se lograría si las letras apareciesen
en un solo plano. A pesar de repetir unas cuantas veces la prue-
ba, solo hemos logrado lo que le envío directamente».
El epígrafe, que resulta de las ocho facetas, es el siguiente:
u p I b o ¡u í I u a t 3 U •' to » íi 3
La leyenda, circular, es indeterminada cuanto á su dirección
y punto de arranque. Ni en griego, ni en aljamiado de hebreo,
ó de otra lengua semítica, combinadas de cualquier manera, dan
las dieciseis letras un sentido cabal y satisfactorio. Tres veces se
repite ov> que parece fónica transcripción del hebreo iix (Ur luz).
Tres veces asoma también ovtu (luz de él?); pero la síntesis de
toda la inscripción se esconde y se evapora ante el que la persi-
gue por este camino.
Si recordamos que en Astorga estuvo el foco principal de la
herejía de Prisciliano, nacida de la gnóstica, Marcosiana, pronto-
llegaremos á un eficaz resultado. Astorga, capital de los Astures,
augustanos y transmontanos, ó de un distrito casi tan dilatado
como el de los reinos de León y Asturias, que son como dos ra-
mas de su tronco antiguo, temprano hubo de recibir la luz evan-
gélica y formar el núcleo de una cristiandad vigorosa. En toda
la primera mitad del siglo m los mártires de León que alabó
Tertuliano y los obispos y clero de Astorga conocidos por una
célebre carta de San Cipriano, dan motivo fundado para creer
que' la región Asturicense no se escapó á la invasión de la here-
jía gnóstica, que trajo á España el egipcio Marcos, hacia el pro-
medio del siglo 11, después de haberla difundido en las Galias,
recorriendo las márgenes del Ródano y del Garona ( i).
(1) Véanse los textos que alegue sobre esta materia en la Revista ma-
drileña Razo'ny Fe, tomo m, pág. 476 y siguientes. Madrid, Agosto, 1902-
NUEVAS INSCRIPCIONES. • 1 47
Nadie mejor que el mártir San Ireneo, obispo de Lyon (i), ha
dado á conocer el fondo y la contextura, las varias transforma-
ciones y los matices de la gnosis, monstruoso parto del sincre-
tismo greco-egipcio-hebraico, que so color de interpretar las di-
vinas Escrituras del Antiguo y del Nuevo Testamento, deslum-
hraba y pervertía á los incautos é ignorantes y minaba por su
base la ortodoxia. No he de cansar á la Academia con la expo-
sición del pleroma con sus treinta Eones desde Bu8d; hasta Spofa
hija de "AvOpw^o; (hombre), madre virgen de 'A/aufóS denomina-
da 'Iaró, sus dogmas fantásticos de la caída y reparación de una
gran parte del mundo ideal y de la creación, lucha y restaura-
ción final, no menos fantásticas del mundo real, obra del ciego
Demiurgo. Todo ello es harto sabido. Mas lo que importa á mi
objeto es recordar la forma especial que dio al sistema gnóstico
el heresiarca Marcos, y proceder desde este punto de vista á la
explicación del enigma ya propuesto.
Retería que una vez se le apareció en figura de hermosa mujer
la primera tétrade del pleroma, compuesta de BjOó; (profundo),
"Ewoiai (percepción), Noü? (entendimiento) y 'AXr¡Qsia (verdad).
Forma la tétrade dos conjugaciones andróginas, derivándose la
segunda de la primera, clasificándose así los cuatro elementos
que pueden distinguirse en la idea pura, ó simple percepción del
espíritu intelectual, cuando esta percepción pasa del no-ser al
ser. Toda percepción ó evidencia, en cuanto tal, se resuelve en
la verdad ó en la ecuación de lo ideal y lo real, el aprensor y lo
aprendido. De la segunda conjugación ó pareja, dimanaba otra,
que en lenguaje gnóstico se dice Ao'yo; (Verbo) y Zun\ (Vida); por-
que en efecto el acto intelectual de la razón ó del juicio, se sigue
al de la pura percepción, y en él singularmente se ejerce y se
conoce la vida. De esta pareja brotaba otra: "AvOpto^o; (hombre)
y 'E-/./.X7¡a:x (iglesia), es decir, el acto de la conciencia individual y
social.
Tal era la primera ogdóade del pleroma divino, constituida
por cuatro parejas ideales que llamaban los gnósticos ápxépvov
(1) Migne. Patrología graeca, tomo va., París, 1857.
I48 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
'Oyooáoa, óTav /al facáffTouTiv xt3v návTwv (principio de toda generación,
raíz y sustancia de todas las cosas). La forma octogonal del ani-
llo que examinamos provino de aquel concepto.
El heresiarca Marcos, sin variar el fondo de un sistema, tan
abstruso como ininteligible á los pueblos, arbitró un medio de
hacerlo sensible al vulgo y seductor por la ciencia del cálculo y
el arte de la simetría. Narraba, según ya dije, que se le apareció
la primera tétrade, y le mostró cómo en el nombre de cada una
de las letras griegas hay un semillero de otras innumerables;
porque el nombre, verbigracia de la d, tiene cinco (o, s, X, -, a), y
el nombre de cada una de estas cinco, descompuesto de la misma
manera, va produciendo otros nombres, que desarrollan la serie
hasta multiplicarla en número de letras infinito. Por aquí expli-
caba la condición de profundo é inagotable que tiene el primer
Eón Bu0óc, padre y generador de todos los seres; porque si una
letra, tan mezquina como es, tiene capacidad de producir una in-
finidad de otras, ¿cuál no será la fecundidad del Ser absoluto,
progenitor (IIporaéToip) inefable y anterior á todo conocimiento?
Para manifestar su arcano secreto el cuarto Eón de la primera
tétrade, es decir la Verdad ('AXrJOí-.a), se apareció á Marcos pura
y hermosísima entre dos fajas de luz donde centelleaban las 24
letras del alfabeto griego, simétricamente distribuidas. Combiná-
banse sobre una misma línea horizontal la primera letra con la
última, la segunda con la penúltima, etc., y se apropiaban armo-
niosas á doce regiones del cuerpo.
A Cabeza Q
B Cuello W
T Hombros y manos. . X
A Pechos <1>
E Diafragma 1'
Z Dorso T
H Vientre X
Muslos P
I Rodillas II
K Piernas O
A Tobillo- Z
M Pies N
NUEVAS INSCRIPCIONES. 1 49
Tal es el organismo fonético, tales los elementos característi-
cos, ó la complexión adecuada del cuerpo de la Verdad. Su nom-
bre místico es "AvOpojro; (hombre). El representa la fuente de toda
palabra, el principio generativo de toda voz humana, el habla de
lo inefable y la boca del Eón segundo, ó de la taciturna Ennoia.
Veamos ahora si el anillo áureo de Astorga, cediendo á los re-
sortes de la guematria y themura cabalísticas, empleadas por
Marcos, nos hace penetrar en el fondo del enigma, ó de la pa-
labra mágica que oculta. Esta palabra es SyOp&wros.
Con efecto. La leyenda del anillo
up I (do I up ¡ wa I rp I up I o.)?] I 'jo
se transforma por medio de la themura, significada en el cuerpo
de la Verdad, ó se muda en
e8 I ax I e8 I aw | <r/. | e8 | aa ¡ £•/.
cuya suma numeral es
i4-f-2i-r- I 4 + 8oi+22o-f-i4H-2oi-j-25 = 1310
La suma total es la misma que resulta del valor numérico de
oív8pw7:o;:
1 -f- 50 — f- 9 -f- 1 00 + 800 -\- So -f- 70 -f- 200 = 1 3 1 o
Esta equivalencia no es casual, sino elaborada cuidadosa-
mente para corresponder á otra que pone aún más en evidencia
el sistema distintivo de la gnosis Marcosiana.
Refería Marcos que después que hubo contemplado, tal como
queda descrito, el hermoso cuerpo de la Verdad, aprendió de la
primera tétrade qne se le había aparecido, ser todo aquello em-
blema del Eón "AvOpw-o;. No te baste eso, le dijo la tétrade. Le-
vanta el ánimo á mayores. Vas á oír de la boca de la Verdad la
palabra interior que produce en el espíritu el ser y la gracia del
Padre. Los ojos de la Verdad resplandecieron y se fijaron en los
de Marcos; los labios, divinos se abrieron y emitieron un concepto
racional, que se hizo sensible modulando un nombre, y este nom-
bre es el que todos conocemos y del que todos hablamos, Xpiotó;
150 boletín de la real academia de la historia.
'l7]<joD; (Cristo Jesús). La Verdad lo nombró y al punto se calló.
Mas como pensase Marcos, que iba Ella á decir algo más, aguardó
á que lo hiciese. Fué en balde; porque la Verdad había vuelto á
sellar sus labios. «Marcos, le dijo entonces la tétrade, no vayas
á tener en poco la palabra de la Verdad pensando que se refiere
á un personaje del vulgo de los humanos, yo te explicaré su
secreto».
Lo esencial del secreto es general y común á la descabellada
teoría de los gnósticos, y no lo ignoraba Marcos, ni rehusaba ad-
mitirlo, pero lo revestía de nuevas formas y aparatos del alfabeto
griego, distinguiendo y combinando los valores numéricos de las
Letras, con tal arte y profusión de cálculo y simetría, que los ini-
ciados lo admirasen y los profanos no lo entendiesen.
La letras visibles del anillo de oro, hecha la cuenta de sus va-
lores numéricos, producen la suma, ó un total muy considerable,
del número 4527'-
oupw !37°
oupo) I 37°
<*r, 9 }
O'joo) 1370
7¡'J 4O8
Sin duda alguna, deben encerrar el valor numérico de los vo-
cablos Xo'.cjto; 'IrjToü; que decía Marcos habérselo revelado por
boca de la Verdad. Para descubrir el complemento de las pala-
bras griegas necesarias á la integración de la suma, bastará re-
cordar el papel que hacían los Eones Cristo y Jesús en el pie-
roma divino, según el sistema general de la gnosis, que con toda
precisión y claridad explica San Ireneo (i). En el Eón Jesiís se
juntaron, como en la caja de Pandora, las perfecciones de todos
los que le habían precedido: flor, fruto, estrella, armonía y her-
mosura perfectísima del pleroma, mereció Jesús los dictados de
EwtiJp (Salvador), Xpiatói (Cristo), A<fyo; naTptüvujxixñs (Verbo pro-
cedente y manifestativo del Padre), en todo y por todo, porque
(.) 1,2.
NUEVAS INSCRIPCIONES. I 5 I
«en él se refunden todos los Eones y todas las cosas (i). A seme-
jantes conceptos corresponde la fórmula numérica del anillo; la
cual, si mal no juzgo, abarca los vocablos siguientes:
Jesús 'It)<joG; 888 \
Salvador Somjp 1408 j
Cristo XpLOTo's 1480 > 4527
Verbo Ao'yo; 373 \
(2) 'AvOr¡X..o; 378 I
Los cuatro primeros vocablos están sacados de la fórmula su-
ministrada por San Ireneo; pero es muy posible que los dos pos-
treros, cuya suma numeral equivale á 751, se expresasen de otra
manera, por ejemplo ó Buflo's (El Bythos, ó el primer Eón), ó bien
siguiendo el pensamiento íntimo de la gnosis por návTT] 3r ( Xo; (del
todo patente, enteramente luminoso), ó quizá por otros nombres
aljamiados del hebreo, que figuran en los ritos de la iniciación
Marcosiana, tales como Baas^á (en el nombre), pouá xaSouatá (Espí-
ritu Santo), Mea<jL<x (Mesías), Na£apta (vastago de Jehová, Naza-
reno), etc.
Cifra de tres series misteriosas, según lo explicó á Marcos la
tétrade soberana, ha de estimarse el nombre 'IrisoQ?. Su número
es 888, compuesto de 8 unidades, 8 decenas y 8 centenas. Com-
prende todas las letras del alfabeto; y así Jesús en el Apocalip-
sis, denomínase a y w. Esto mismo, añadía Marcos, la anuncian
místicamente los Evangelios, narrando cómo al ser bautizado
Jesús en el río Jordán, descendió el Espíritu Santo sobre él en
figura de paloma; ave cuyo nombre griego (rcepicrtepá) forma el
número 8oi, equivalente á la suma del a y «. I^a primera letra
del nombre 'Ir^oD; vale 10. Combinándose por multiplicación con
(1) "Eva exokjtwv t¿5v Atcóvtov (cprjutv), 'ór.zp eí-/ev ev ;jj:w xóAXtarov xai
xvOrjpÓTaTOV, (TUVEVEYxafxÉyo'j; xai ipav'.iauivo'j:, xai xaüTa Íz\íwjmz -).3;avia; xa''.
:[/;;.:/.f'j; Ivtóaayxac, JtpoPaAe'aSat J/popXTfjjLaira sí? ttfiíjv xa''. oo;av toü BuOoO,
teXeiotoctov xáXXo^ te xai Sdtpov toO TlArjoajijiaTo:, téXsiov xapTcóv, tóv 'It)ao3v,
ov xai StüTTJpa ^poaayopsuG^vat, xai Xpiaxóv xai Aóyov 7iaTptüvup.ix¿Ss za't Kaxá-
~ávTa, oía to á-ó -ávTwv Eivai.
(2) Nombre de varia significación según la raíz de que se deriva: avOo;
(flor) y rJAios (sol) precedido de ávxí.
I52 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
la segunda que vale 8, produce 80; y elevándose á su cuadrado
para multiplicarse otra vez, produce 800, resultando así con solo
dos letras la suma total á que asciende todo el nombre. Podría-
mos sospechar que los ocho pares de letras distribuidos simétri-
camente en las facetas del anillo, obedecen á esta última combi-
nación, siendo representado por cada par un vocablo entero,
verbigracia ¡Jpov (colmena) por up, ¿><fo (huevo) por too, ¿ioaaí (ay) por
'■>*, etc.; pero sobre lo infecundo y vano de este método, trope~
zaríamos con que las dos letras de cada faz del anillo separadas y
;í buena distancia una de otra, excluyen la suposición antedicha.
Lo peculiar del sistema de Marcos no está solamente en la
aplicación del vocablo 'IrpoO; á la introspección que hizo del alfe-
beto griego, sino también en la del nombre Xpirrd;, que fingió ó
creyó haber oído de la boca de la Verdad. Es cierto que las
24 letras de la tabla alfabética se distribuyen, como antes que él
lo habían notado los gramáticos;, en
9 mudas [i, r., cp , y, /, y , o, x, 0.
8 semivocales X, (i, v, p, <j, £, £, <|».
7 vocales a, e, tj, t, o, j, w.
observación preliminar que debe hacer quien quisiere penetrar
y dominar el mecanismo del lenguaje helénico. Marcos, partiendo
de este principio, ideó lo siguiente: dio por supuesto que la con-
textura de "Av0sro7:o; y 'ExxATjoía es perfectísima, porque cada uno
de estos nombres consta de ocho letras. A esta conjugación ó
par de Eones atribuía las siete vocales, que suenan por sí solas
y dan la vida, ó el alma, á las consonantes. De éstas, las nueve
mudas se adjudican á la primera tétrade inefable, y las ocho
semivocales á la conjugación de Ao'yo; y Zt»r¡, cuyos nombres jun-
tos dan 8 letras. Para nivelar por un mismo rasero del número 8
las tres series de 9 mudas, 8 semivocales y 7 vocales, entendía
que la '/. de la primera serie descendió á la segunda y se puso en
lugar de la ,-, la cual á su vez se metió entre las vocales, al lado
y como sustituible de la vocal t. Hagamos la prueba do semejante
procedimiento en el letrero del anillo, y al momento toda su
oscuridad se disipa. Xo se ven sino vocales, que son la vida y
NUEVAS INSCRIPCIONES. I 53
los cielos del sistema del heresiarca; los números 8, 8o y 800 se
destacan combinados en disposición armónica, y no se ocultan
los nombres del uló; (ávOpw-ou) y de 'IaoS, que se refieren al nom-
bre del Redentor *l7¡<?oü;. El de 'Iaoí es bien conocido por otra
inscripción griega de Astorga.
El adepto de la secta, cuando era bautizado según su rito, pro-
nunciaba la fórmula sacramental, cuyo tenor nos ha conservado
San Ireneo (i): «He sido confirmado y redimido, y redimo mi
alma de la esclavitud del mundo presente y de todas las cosas
que al mundo atañen, por virtud del nombre de Iao, la cual redi-
mió su alma para completa redención (de tinieblas) en Cristo,
el (Eón) viviente». Tan pronto como el neófito había pronun-
ciado la protestación de su fe Marcosiana, y antes que fuese un-
gido con el crisma de opobálsamo, decían en coro todos los asis-
tentes á la ceremonia: «La paz sea con todos en quienes descansa
este nombre».
La redención que obtuvo 'Aya;j.wQ, sobrenombrada 'latió, por
gracia del Salvador Paráclito que Cristo le envió, pertenece á la
realidad cosmogónica que se obró fuera del pleroma, según la
explicaban los gnósticos. No he de llevar mi excursión más lejos;
porque lo dicho basta para dar cabal idea de la significación del
anillo. La cabala themúrica, que Marcos bosquejó describiendo
el cuerpo de la Verdad, tiene mil otras aplicaciones conforme á
su sistema. Así el número 888 directo del nombre 'Ir ( ?oü; es el
themúrico del segundo Eón S'.yiñ. La suma themúrica de los nom-
bres 'Ir^oü; -f- 2wir¡f + Xp'.-jTo;, conviene á saber, el número 68 1,
es el directo, ó gemátrico, del primer Eón BuGo'.-.
Madrid, 30 de Enero de 1903.
Fidel Fita.
(1) 'E'JTrío'.yij.a'. xat XsXÓTpa>¡Aat, xái XurpoSfiat ríjv '-¿-j/v fxou xr.o roO sciwvo?
TÓÚTOU XOl -ávTOJV TWV ~X0 'aÜ7Ci3, ÉV ÓvÓjlCCTI 'Iaco, ó'; ¿X'JTp'óaaTO 777/ Y J í~'i' zv'oü
eu; á-oX'jTp(jj;tv ev Xp-.aTtp :w ¡JwvTi. Contra haer. 1, 21.
VARIEDADES
i.
LA INSCRIPCIÓN ARÁBIGA DE BENIMACLET.
En la transcripción de la leyenda contenida en la lámina pu-
blicada en el número anterior se han pasado algunas erratas de
imprenta, que es bueno corregir: 1^.j u por 1$jL> — S~> y*J por
JCAjD — >:.^l J^sr^ por íJ-^í !j^s- j - — ¿sLJi por icLJi — -¿~>!
por Li'l — ^y por ,¿J — ¿JU por Í.U — ¡r^' P or j-^ip-l y
Al final de la primera línea, donde se ha leído t&\ Uj ,, no
dice eso, ya que para ello faltan trazos, distinguiéndose en la
fotografía, y mejor en copia bastante buena de tamaño natural
que tenemos á la vista, los trazos J! l> , ; en la segunda palabra
podría admitirse que hay un trazo más ¿J!, y aun pudiera supo-
nerse que este trazo es solo un fragmento por i: pudieran quizá
esos trazos interpretarse por ¿J ' b , ai une lítense los servidores de
él, que aunque parezca fórmula rara y quizá no se encuentre en
otra parte, consignándose en Freytag, que se emplea la locución
i&\ J' familia ó pueblo de Dios, ya no parecerá tan violenta la
fórmula: la primera palabra podría interpretarse ti., en cuyo
caso tendríamos mire con amor (Dios) á su pueblo: si se admite
que hay un trazo más y que no ha habido ruptura de una letra
diferente, cuestión que solo podría decidirse en vista del origi-
nal, entonces pudiera la segunda palabra transcribirse ¿J1 y
decir mire con amor (Dios) á sus pueblos, á los que le siguen, en
cuya acepción pudiera tener esta forma de plural.
Erl la línea quinta, dónde se ha leído ¿J«j j , parece que
deba leerse jJ»j _\~_, sobrenombre de varios individuos que men-
cionan Abenalabar y Abenaljatib, con la particularidad de que
el primero vocaliza varias veces la segunda palabra jJ<j, indu-
ciéndonos á leer Sidbono (Señor-bueno): no puede ser inconve-
ANTIGÜEDADES DE ORENSE.
'55
niente para esta interpretación el que el trazo del J sea muy
largo y pueda tomarse muy bien por í, ya que en otras palabras
de esta misma inscripción las letras : y; en *~=vJI, ^-^1 y
L^¿! aparecen con la misma prolongación.
En la línea penúltima en vez de j^L r /> debe leerse J^x—>»,
resultando que el Mohámed hijo de Abdala hijo de Sidbono,
murió en la noche del jueves, principio de chumada primero, que
efectivamente era jueves 24 de Mayo de 1061.
Aprovechando la ocasión, rectifiqúese una palabra de la ins-
cripción publicada en este Boletín, tomo xli, pág. 144; donde
se leyó ¿s^ con duda, el Dr. Seybold, sabio profesor de la Uni-
versidad de Tubinga y correspondiente de la Academia, propone
que se lea^sr 2 ', en cuyo caso el sentido es muy natural, diciendo
que Sir había muerto al medio día del domingo, en vez de supo-
ner que había muerto de alguna enfermedad especial, cuyo sig-
nificado no constase en los Diccionarios: la lectura propuesta es
muy aceptable, aunque lo retorcido del último trazo haga algún
tanto violento el suponerla 1 ra en vez de J? ya: la intercalación
de la letra ~ cabe sin violencia. — Francisco Codera.
II.
ANTIGÜEDADES DE ORENSE
El pliego impreso, que con el título Arqueología, publicó en
1841 D.Juan Manuel Bedoya, Deán de la catedral de Orense,
ha sido reproducido por el Boletín de la Comisión de Monumen-
tos de aquella provincia (i), merced á un ejemplar rarísimo del
original que posee D. Eugenio Marquina, catedrático de Arqueo-
logía sagrada en el .Seminario conciliar. Dice así:
«Léese en las Memorias de la Real Academia de la Historia
(tomo v, pág. xxn), que en Orense no se conocía otro monu-
mento del tiempo de la dominación romana sino la piedra de la
dedicación á las ninfas presidentas de las fuentes, de que hace
allí mérito aquel ilustre cuerpo literario, y á que alude el señor
Ceán Bermúdez en su Sumario de Antigüedades romanas im-
preso en Madrid en 1832 (pág. 22l). Es la que se halla coro-
(1) Tomo 1 i, núm. 29. 'Noviembre-Diciembre de 1902.
156 BOLETÍN de la real academia de la historia.
nando la fuente de la huerta sobre las burgas en la fábrica de
curtidos de D. Santiago Sáenz, rico comerciante de esta ciudad,
cuya inscripción, que comunicó en 1802 á la Academia el señor
I). Juan de YillamM, después su Director, con su explicación y
reflexionas dice así:
NYMPHS
CALPURn
IA ABANa
AEBOSO
EX VISV
V S L.
Recientemente el señor canónigo D. Pedro Telmo Hernández
descubrió otra dedicación votiva á la Tierra en una piedra de
tres cuartas y media de alto que servía de pedestal á una mesa
también de piedra en la huerta llamada del Caneiro, propia del
cabildo catedral, que lleva en arriendo la familia del difunto don
Pedro Sánchez Toca, caballero comendador de la real orden
americana de Isabel la Católica. La inscripción que se lee muy
claramente en ella, es como sigue:
TELLVRI
C SVLP
FLAVVS
EX VOTO
En 1836, hallándome en Madrid, di parte de este hallazgo á
dicha Academia de la Historia, que lo apreció mucho, por ser
poco comunes en España estas dedicaciones á la Tierra. Luego
la copió y publicó el académico D. Miguel Cortés en su Diccio-
nario geográfico histórico de la España antigua (tomo n, pá-
gina 14o), sobre la voz Aqitcc Occrenses del Ravenate que aco-
moda á ( )rense. Por aquí se ve el aprecio con que se miraba la
agricultura entre los Gallaicos, y que no les era desconocido el
culto de la Tierra, á la que los gentiles veneraban con el título
de madre
Terra Ceres cunctis mater dans omnia large,
como el de padre á su esposo Urano (el cielo), por lo que influ-
yen ambos en la producción y mantenimiento de todo lo que
vive.
Esta piedra acaba de trasladarse ahora para su conservación
y mejor vista á la oficina construida en el patín nuevo de la ca-
ANTIGÜEDADES DE ORENSE. I 57
tedral para guardar las piezas del catafalco del Excelentísimo se-
ñor Quevedo, y otros enseres de la iglesia, empotrándola en la
parte superior de la pared del norte contigua á la capilla de las
Nieves, de modo que se puede cómodamente leer desde la calle.
También en la provincia se han hecho recientes descubri-
mientos muy apreciables de antigüedad cristiana. D. Francisco
Taboada y Vasadre, actual abad de San Juan de Baños de Bande,
á la raya de Portugal, al derribarse la iglesia parroquial para cons-
truirla nueva, ha hallado una como lápida sepulcral que cubría
toda la mesa del altar mayor con la inscripción siguiente:
RECES STE TALE PIUS IN NOMENE . XP ANNO
RVM X5II X KL NOVEMBRIS ERA DXL5II
Parece ha de leerse : Recessns saneta? Tala? pins in nomine
Christi annorum septendeein décimo kalendas novembris erra
quingentésima, qnadragesimá séptima. Y significará que el lugar
donde primeramente se puso esta memoria era el de la piadosa
muerte en Cristo, ó bien el del sepulcro, ó del retiro que esco-
gió para hacer vida eremítica la santa á los 17 años de edad el
IO de las calendas de Noviembre de la era 547> c ] ue corresponde
al 23 de Octubre del año del Señor 509.
En el primer renglón la 7" y ¿"del sancta' están enlazadas, y
puede estarlo una / en la L de Tale, y contraída la A inicial en
el nombre, siendo el de esta santa Tala Talia Atalia ó Átala. En
el segundo nos parece extraña entre las numerales romanas la
figura del 5 arábigo. Acaso sea una V mal figurada. La piedra
volvió á colocarse en el mismo sitio, cubriendo la mesa del altar;
y hubiera sido bien ponerla al descubierto en otro paraje más vi-
sible.
En esta población de Baños de Bande suele fijarse la segunda
mansión de la tercera vía militar de Braga á Astorga en el iti-
nerario de Antonino. A 39 millas de Braga Aqnis Oríginis, ó
más bien Origínis ó Auriginis como quiere el maestro Sar-
miento. La denominación de AqncF Anrigina: viene del nombre
de la ciudad Aureginm, de donde los Aurigenses de Idacio ó los
Aobrigenses de la famosa inscripción del puente de Chaves sobre
el Tamega.
Sirva lo dicho para avivar la afición de los curiosos á nuevas
investigaciones para el progreso de las letras y mayor gloria de
la patria. Orense y Abril 12 de 1 84 1. — J. M. Bedoya.»
NOTICIAS
S. M. el Rey de Portugal se sirvió recibir en audiencia al señor Direc-
tor de la Academia que, acompañado de los Sres. Sánchez Moguel, Sua-
rez Inclán y Fernández Duro, fueron en comisión á felicitarle por su pre-
sencia en esta capital, y hacerle presente el homenaje que, como acadé-
mico honorario, le ofrecían. Añadió el señor Director que la Academia
hubiera celebrado con mucho gusto en su obsequio una Junta solemne y
pública, si no fuera tan rápido su paso. Noticióle además que el señor
Sánchez Moguel, presente, le tenía dedicado un trabajo especial acerca
de las memorias que en Marruecos se conservan déla desgraciada batalla
de Alcázarquivir.
S. M. el Rey de Portugal se manifestó complacido y deferente con la
Comisión, expresando que estaba muy reconocido á la Academia por
sus atenciones, y que lo estaba también, muy especialmente, á la pobla-
ción porel recibimiento de que le había hecho objeto.
Armada española desde la unión de los reinos de Casulla y de Aragón, por
D. Cesáreo Fernández Duro.
El Secretario de la Academia la ha obsequiado con el tomo vm de la
historia de nuestra marina, que acaba de salir de la prensa, aunque en la
portada señala el año 1902.
Abraza este libro el reinado de Carlos IV, ó sea el período breve, pero
accidentado, de diecinueve años, comprendido entre los de 1789 á 1808;
durante el que por la influencia del tratado de alianza con la República
francesa, mejor dicho, por la dependencia aceptada por nuestros gober-
nantes, estuvo la nación trabajada por incesante guerra.
Las funciones del Cabo de San Vicente, de la isla de Trinidad, de
Mahón, de Finisterre, y últimamente de Trafalgar, fueron marcando el
NOTICIAS. 1 59
rápido descenso del prestigio y de la reputación naval y militar, agravado
con sensibles pérdidas de territorio y con dolorosos incidentes que más
afectaban al espíritu de la nación. Todas las contingencias relata la obra,
crítica é imparcialmente, sin dejar en silencio las leves compensaciones
obtenidas por las armas en Puerto Rico, en Santo Domingo, en Ferrol, en
Tenerife y en el Río de la Plata especialmente, donde historiadores y
poetas tuvieron amplia materia para enalteeer hechos gloriosos.
El autor, consecuente en el plan seguido desde el principio de la obra r
apoya sus juicios con gran copia de documentos de probanza y con ilus-
traciones bibliográficas de no vulgar conocimiento, extendidas, lo mismo
que á las operaciones de guerra, á los servicios hechos durante la paz , al
progreso de la ciencia y- de la cultura, á los adelantos conseguidos en la
navegación, en la hidrografía, en la mejora de los navios y de su arma-
mento.
Partida de matrimonio de los padres del autor dramático D. Juan Ruiz
de Alarcón. — «Tengo el gusto de enviar á la docta Corporación de que us-
ted es digno Secretario, y por su conducto, copia literal de la partida de
matrimonio de los padres del insigne autor dramático D. Juan Ruíz de
Alarcón y Mendoza, gloria de México, por haber aquí nacido y hecho sus
estudios, así como por haber desempeñado algunos cargos con celo é in-
teligencia, y gloria también de España, pues en ella floreció y ahí murió;
legando al mundo joyas de inestimable precio.
Esta partida, hasta hoy inédita, escapó á la paciente y eruditísima inves-
tigación del más diligente de los biógrafos de Ruíz de Alarcón, D. Luís
Ferrnández Guerra y Orbe, y ella rectifica el nombre del padre de D. Juan
que consignó en su precioso libro, y contiene el nombre de la madre y
los de los abuelos paternos y maternos del gran poeta.
Si á la Academia le parece conveniente, y juzga de interés el documen-
to que le envío, sería mi mayor deseo verlo publicado en su Boletín, y que
usted tuviese la bondad de favorecerme con el número en que se im-
prima.
De usted atento s. s. q. s. m. b. — Luís González Obregón. »
La partida dice así:
En el libro primero de matrimonios de la Catedral de la ciudad de
México, que comienza en el año de 1568 y concluye en el de 1574, á fo-
jas 59, se encuéntrala partida siguiente, que al pie de la letra dice:
«en domingo | nueve dias del mes de marco de mili y quinientos y se-
tenta y dos años | yo el cura ynsfrascrito despose por palabras de présete
según orden de la S. a madre yglesia | a p.° Ruiz de alarcón hijo de Gar-
cía Ruiz y de doña m. a de valencia | vz.os de alvaladejo. con doña leonor
I ÓO BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
de mendosa hija de her. d0 de mendoca | y de m. a de mendoca vz.os de las
minas de tasco | fueron presentes por tes. cs el illeS.or doctor luis de vi-
llanueva j oydor desta Real audiencia | y don fr. c0 de velasco | ydonluys
de velasco | y al. de villaseca.=fn. cu moreno.=Cura.»
Al margen: p.° Ruiz de alarcon.=doña leonor de mendoca.»
Me comunicó esta partida mi erudito amigo el distinguido bibliófilo
D. José M. a de Agreda y Sánchez, á quien debo la copia que existe en mi
poder.
México 5 de Enero de 1903. — Luis González Obregón.»
D. Joaquín Argamasilla de la Cerda ha publicado el cuaderno 2. de su
Nobiliario y Armería general de Navarra, que ha sido recibido con aprecio
por la academia. Compónese de 276 páginas, en las cuales se enumeran
todos los títulos de aquel antiguo Reino y muchos de Castilla concedidos
á naturales suyos hasta el año 1800, y se insertan varias genealogías de
sumo interés, como son las de la familia de los Mariscales de Navarra,
línea de su Casa Real, de los Garzos, Vizcondes de Zolina, de los Maga-
llones, Marqueses de San Adrián, de los Armendariz, Marqueses de Cas-
telíuerte, de los Peraltas, Marqueses de Falces y Sres. de Valtierra, de
algunas líneas de los Beaumont y Gramont, igualmente famosos, de los
Eguía y otras menos importantes.
Nada había escrito hasta ahora de historia genealógica navarra: lo que
hace aún más difícil y más meritoria la labor del Sr. Argamasilla, quien
además escribe de esta complicada materia sujetándose de todo punto á
las exigencias de la crítica moderna, siguiendo lo que comprueban los
documento- y prescindiendo de todas las fantasías de la antigua escuela.
Si el Sr. Argamasilla continúa como hasta aquí, hasta dar fin á su tra-
bajo, habrá hecho una obra verdaderamente útil y de indispensable con-
sulta y guía para todo el que después aborde en cualquiera forma el es-
tudio de la historia, de la genealogía y de la heráldica navarras.
Dictiotinaire d' Archéologie chrétienne et de Litttrgic, publié par le R. P. dom
Fernand Cabrol, Bénédiétin de Solesmes, Prieur de Farnborough (An-
gleterre), avec le concours d'un grand nombre de collaborateurs.
Paris, 1903.
El primer fascículo de tan importante obra, puesta al nivel de todos los
adelantos modernos, llega hasta el artículo Aaiisations contre les chréticns.
Lo realzan numerosos fotograbados.
F. F.— A. R. V.— F. F. de B.
tomo xlii. Marzo, 1903. cuaderno iii.
BOLETÍN
DE LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
INFORMES
i.
HISTORIA DE ESPAÑA.
REPAROS SOBRE LA TRADUCCIÓN DE LA ECLESIÁSTICA
ESCRITA POR EL CARDENAL ORSI.
Ii/L. mo Señor
Por orden- ele V. S. Ilt. ma hemos visto un libro cuyo título es:
Historia Eclesiástica del Emin. m0 Cardenal Josef Agustín Orsi,
proseguida por el P. Fr. Felipe Ángel Bequeti; traducida del ita-
liano por el P. M. Fr. Julián Sainz, ambos del mismo Orden de
Predicadores. Tomo primero: contiene la primera parte del Siglo
7. de la Iglesia. Esta primera Parte comienza en el año 601, y
da fin en el 630. Comprende los libros 46 y 47, de los quales el
l.° consta de 145 números ó §§, y el 2.° de 183. Y los primeros
28 §§ son los mismos 28 primeros del' libro 46 que se publicó
en Madrid año 1 763 en el tomo 23 de la Historia del Cardenal
í )rsi; y los únicos que son trabajo de su Emin. a en el tomo dicho,
obra de un amigo de este Eminentisimo.
Las cosas que en él hemos observado, nos ha parecido con-
veniente distribuirlas en ciertas clases, para escusar repeticiones
y prolixidad, y para que puestas en algún orden hagan ver mas
breve y claramente el mérito del libro, y lo que del ha de juz-
TOMO XLII. 1 1
1Ó2 BOLETÍN DE LA REAL' ACADEMIA DE LA HISTORIA.
garse. Y como la líistoria se compone de Narración, y de Ins-
trucción', y la Narración debe poner delante los tiempos, los lu-
gares, las personas, las costumbres, las acciones; y la Instrucción
debe inspirar máximas que nos hagan mejores para con Dios,
con el Estado, y con nosotros mismos; y la una y la otra debe
hacerse con tan buen estilo, que deleytando enseñe: seguiremos
esta división, exponiendo lo que hemos notado sobre cada uno
destos puntos. Pero porque la Instrucción es la parte mas esen-
cial de la Historia, aunque debiera ser la segunda en el orden;
lo invertiremos, y la pondremos la primera, para que primero
se vea lo que mas importa; y dexarémos para lo último lo que
pertenece á la Narración, para exponer, sin tocar al autor del
original, lo que hemos advertido en sola la traducción.
Es la Instrucción la alma de la Historia, la qual en vano con-
servaría la memoria de lo pasado, si no diera enseñanza á los
venideros; pues aprovecha poco á los hombres saber el número
de los que antes dellos fueron célebres y gloriosos, si no saben
y aprenden las máximas ni el camino por donde, siguiendo sus
huellas, alcancen igual renombre. Veamos como en esta obra se
desempeñan las principales, que son las pertenecientes á la Re-
ligión y al Estado.
En quanto á lo primero en el § 12 del libro 47 dicen el A. y
T. que Dios según los altos decretos de su justicia se queria servir
(de Mahoma y de los Cali/es) para llevar en gran parte de la
Asia y África el conocimiento de un solo Dios verdadero, Criador
de todas las cosas (i). Con estas palabras quieren por equivocación
hacer que Dios, cuya maravillosa providencia en la promulgación
del Evangelio se había sen-ido de flacos y desvalidos ministros
que lo anunciasen, mudase con Mahoma de conducta, y lo nom-
bra Apóstol que por la espada sujetase á su ley los que no ha-
bían oido las dulces y amorosas voces de la Predicación. Dicen
que llevaron á la Asia y á la África el conocimiento del solo
(1) Pag. 215, de' quali Iddio secondo gli alti decreti della sua giustizia
si voleva serviré... per portare in una gran parte dell' Asia, c dell' África la
cognizionc d' un solo vero Dio, creatore di tutte le cose.
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 63
Dios verdadero, quando es cierto que en donde lo habia, lo borra-
ron; y donde no lo "había, no lo introduxéron. Porque aunque
Mahoma en su Alcorán enseña que hay un Dios, criador del
mundo, pió, misericordioso, remunerador de los buenos, castiga-
dor de los malos; no habla del Espíritu Santo, y niega que este
Dios tenga hijo y que Jesu-Christo lo sea: el qual, dice que fue
reprendido de Dios porque se mandó adorar como tal. ¿Pues
qual Dios verdadero enseñó Mahoma á los pueblos que sujetó,
negando las Personas de la Santísima Trinidad, y la divinidad de
Jesu-Christo?
En el § 117 del libro 46 dice el A. (i) que los Monjes que vi-
vían baxo la obediencia de S. Teodoro, habiéndolo hecho pintar le
presentaron su retrato, para que lo bendixése; y que conociendo el
Santo que llevaban la intención de que se hiciese milagrosa aquella
imagen, para recoger de los fieles abundantes limosnas, dixo son-
riendose: vosotros habéis hecho esto con ánimo de robar después al-
guna cosa: y con todo eso la bendixo. Asi el A. Este hecho además
de parecer inverosímil, por serlo el que S. Teodoro quisiese san-
tificar con su bendición una imagen hecha con animo de robar;
puede ser ocasión de mal, sirviendo para autorizar en el ánimo
de los fieles los artificios y estratagemas aparentemente pios,
con que se les sacan abundantes limosnas con imágenes, estam-
pitas y cosas semejantes. El Tr. fue mas cauto; pues donde el
A. pone: con ánimo de robar, lo moderó diciendo: con ánimo de
ganar. Solo faltó que añadiera: injusta ó ilícitamente.
En el § 35 del libro 47 dice, tomándolo de Leoncio (2) autor
(1) Pag. 161, i suoi Frati avendolo fatto dipingere, gli presentarono il
suo ritratto, accioché lo benedicesse: onde egli accortosi della loro inten-
zione di rendere prodigiosa quella imagine per raccogliere abbondanti
limosine da' Fideli, sorridendo disse: voi avete íatto questo con animo di
poi involare' qualche cosa: e con tutto cío la benedisse.
(2) Pag. 244, era di un cuore talmente duro verso de' poveri, ohe fino
al giorno della sua conversione non aveva dato per elemosina che un solo
pane, e questo ancora nella maniera la piü impropria. II perché caduto
infermo gli parue d'esser condotto avanti al tribunale del supremo giudi-
ce a render contó delle sue azioni: e che da una parte della bilancia
fossero poste tutte le sue iniquitá, e dall' altra quel solo pane da lui donato
ad un povero, e que questo solo equilibrasse il peso di quelle.
1 64 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
tic l.i Vida de S.Juan Limosnero, que S. Juan Teleonario antes
de convertirse era tan duro de corazón con los pobres, que hasta
el dia de su conversión solo bahía dado de limosna un, pan; y este
con un modo muy impropio: y que habiendo enfermado, le pareció
que lo presentaban ante el tribunal del Supremo Juez, para que
diese cuenta de sus acciones: y que poniendo en una balanza todas
sus iniquidades, y en la otra aquel solo pan, este solo igíialaba el
peso de sus maldades. Este caso, aunque tomado de A. antiguo,
debiera haberse puesto con mas circunspección y con mas corta-
pisas, porque da muy falsa idea del verdadero valor do la limos-
na, la cual es verdad que puede mucho, que redime la alma de
pecado; pero hecha sin amor á los pobres, sin agrado, sin com-
pasión de su miseria, no puede ser grata á Dios en tan alto gra-
do que en la balanza de su justicia, que mira al ánimo del que
da, y no al don, un solo pan dado de mala manera pese tanto
como muchos pecados. V asi esta relación solo sirve para fomen-
tar la ignorancia y la tibieza de los malos y falsos devotos, con-
solándolos en sus vicios con la vana confianza de poder aplacar
la ira de Dios con pocas obras é imperfectisimas.
En el £ 14(5 del libro 47 dice, que viendo el rey Dagoberto
que de las muchas mugeres y concubinas con quienes tenía un
continuo ilícito comercio, no habia tenido el consuelo de tener
hijos: qué para esto eran inútiles todos los medios humanos; y
que era necesario esperar solamente del cielo esta gracia: recu-
rrió á las oraciones de los siervos de Dios, para que con sus mé-
ritos le alcanzasen de Dios un hijo que le sucediese en el reyno.
Estas oraciones, dice el \. I 1 1, tuvieron el deseado fin: y al prin-
cipio del año de 630 de Ragnetrudes que un año antes habia en-
trado en el numero de sus concubinas, le nació Sigeberto, el qual
por parte de sus. padres fue fruto de sus desórdenes; pero por parte
(1) Pag. 368. Queste orazioní otteBner.0 il bramato fine, e al principio
di quest' armo 630, gli aaeque da Ragnetrude, aggiunta 1' ap.no scorso al
numero <\<- le sue concubine, Sigeberto, il quale per parte de' suoi genito-
ri tu frutto delle loro sregolatezze, ma per parte di quelle multe persone
dabbene, 1 he avevano preséntate fervoróse suppliche all 1 Altissimo, per-
che si degnafse di propagare la Real famiglia, fu un frutto di vita &q.
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 65
de las muchas personas piadosas que suplicaron fervorosamente á
Dios que se dignase de propagar la Real familia, fue fruto de
vida, &c. Sobre la relación deste hecho no me detengo á refle-
xionar, y solamente pregunto: ¿podrán sacar provecho los leto-
res que vean en ella que se tiene por fruto de vida, y por fruto
de las oraciones de los santos el fruto de un continuo ilícito co-
mercio? y de que se llame prosperidad de la Familia Real el que
el Rey tenga hijos solamente de la concubina?-
La Instrucción que en orden al Estado de este tomo, mira
principalmente á establecer las máximas de la Corte de Roma, y
destruir las mas asentadas regalías de los Soberanos. Asi nos lo
asegura el Trad. en el Prefacio de la Continuación, cuyas pala-
bras son estas: «No será desagradable al letor saber el motivo
»que tuvo el Eminentísimo Orsi para escribir de planta la Histo-
ria Eclesiástica en el idioma vulgar toscano.
» Cerca del fin del pontificado de Clemente XIII con el motivo
»de haberse empezado á imprimir en Venecia en el idioma ita-
liano la Historia Eclesiástica del Abad de Fleuri, se formó en
»Roma una particular Congregación compuesta de dos Cardena-
les, y de varios hombres doctos y de singular probidad, para
» examinar si era ó no conveniente que se prosiguiese la impre-
»sion de Venecia. Examinada la materia, todos se convinieron
»en que no se debía permitir, y se dio orden para que cesase, y
»quedáse suprimido el primer tomo, que ya se hallaba fuera de
»la prensa. Pero en el modo con que se podia proceder en este
»asunto, hubo varios dictámenes: á unos les pareció que quitadas
»de la Plistoria de Fleuri aquellas máximas y discursos opuestos
»á el modo de pensar de los Romanos, se podía dar al público,
»para que el común del pueblo no quedase privado del gran
»deséo que tenía de emplearse en la lecion de la Historia de
»Fleuri.
»Nuestro Orsi, que era uno de los que componían aquella
»congregacion, fue de parecer de que para dar satisfacion a el
»comun de los fieles, era mucho mejor que se escribiese de plan-
»ta en lengua toscana una Historia Eclesiástica, purificada de
»todos los discursos y máximas que no aprueban los Romanos
1 66 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
»cn la de Fleuri. Este dictamen fue aplaudido de toda la Congre-
gación. Pero contemplando que era muy difícil encontrar sujeto
»que pudiese desempeñar con acierto un asunto tan vasto y de
tan suma gravedad, prevaleció el dictamen de que, purificada la
» Historia de todos los discursos y doctrinas que notó la Congre-
»gacion poco ó nada conformes á el modo de pensar de los Ro-
»manos, se podía proseguir la impresión de Fleuri en el vulgar
»toscano.
» Reflexionando nuestro Orsi que la única causa que tuvo la
»Congregacion para que no prevaleciese su dictamen, consistía
»en la gran dificultad de hallar sujeto que pudiese desempeñar
»con acierto una empresa tan ardua como difícil: quiso examinar
»sus fuerzas, y ver si la podía vencer. Á este fin para poder adqui-
»rir un estilo claro, puro, y que sin ninguna afectación, al mismo
»tiempo que instruyese ael letor, lo 'deleytáse y moviese á la
»lecion de la Historia: se exercitó en escribir varios tratados en
»el vulgar toscano. Después de haber dado este primer paso, se
»aplicó á examinar el modo con que debe proceder el que desea
» escribir historia con acierto, así en la relación de los hechos y
»modo de proponer las noticias como en el orden de los tiem-
»pos y propiedad en proponer y escribir los hechos; que son las
»tres reglas que prescriben así los antiguos como modernos Es-
critores, para escribir una historia.
» Movido con este dictamen dio a luz el primer tomo de su
»Historia; y viendo que todos los hombres doctos aplaudieron
»el método que habia elegido, se determinó á proseguirla en el
»mismo estilo. Es verdad que su ánimo fue dar á el publico una
» Historia eclesiástica conforme á el modo de pensar de los Ro-
» manos. Pero sin defraudar el mérito de Fleuri, dexó en su pro-
babilidad las máximas y distinta inteligencia que da á varios
»hechos históricos este docto escritor. Los expresados Historiado-
res mutuamente se exceden: uno, en ponderar las máximas de
»Roma, dando á los hechos históricos una inteligencia muy con-
» forme á su modo de pensar; otro abatiendo sus máximas, é in-
terpretando los hechos en distinto sentido. Pero mereciendo
»uno y otro los aplausos que son muy debidos á los que se toman
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 67
3>el trabajo de dar á el público los mas famosos hechos de la
» Iglesia: podrá llegar tiempo en que algún sujeto de singular ta-
píente y doctrina quite de la historia de Fleuri ciertas máximas
»y discursos, opuestos á el modo de pensar de muchos escrito-
»res; y de la de Orsi.la estension de autoridad que no todos con-
ceden á el Papa, y la interpretación de varios hechos histori-
aos: pueda poner sn el claro orden lo que es mas conforme á
-»la razón desnuda de toda preocupación y particular afecto ó
»bien á los escritores Italianos ó á los Franceses, que por lo co-
»mun se suelen empeñar en seguir las doctrinas de sus autores,
¿Mientras llega este caso: á fin de no privar á el público de
»una lecion tan gustosa como lo debe ser para todos la Historia
:» Eclesiástica, asi como me apliqué á traducir quanto escribió de
apropio puño su Eminentísimo Autor, también ahora me veo en
»la obligación de practicar lo mismo con los tomos que va dando
»á el público su ilustre Continuador».
Hasta aquí son palabras del Traductor, cuyo parecer es tan
verdadero que solamente en este tomo tiene muchas y muy cla-
ras pruebas: pues todo él está lleno de máximas contrarias á los
derechos de los Príncipes. Propondré algunas.
En el lib. 46 § 44 se cita y defiende por auténtico el Privile-
gio de S. Gregorio al Monasterio de Autun, en que á los que-
brantadores, sean Reyes, ó de qualquiera grado eclesiástico ó
seglar, amenaza según piensan el A. y el Tr. con la privación de
su dignidad por estas palabras (i): Si alguno de los Reyes, Sacer-
dotes, Jueces, ó alguna otra persona seglar, teniendo noticia desta
nuestra constitución, intentase proceder contra ella, sera privado
de su grado: y sepa que deberá dar estrechísima cuenta en el juicio
de Dios de la iniquidad que hubiese cometido.
Movidos destas rigurosas clausulas Launoi, Maimburg, y otros
(1) Pag. 73. Se alcuno de' Regi, de' Sacerdoti, de' giudici, o alcun' altra
persona secolare avendo notizia di questa nostra contituzione, tenterá di
procederé contro di essa, sia privato della dignitá del suo grado; e sappia,
che della iniquitá che sará da lui commessa, dovrá rendere strettissimo
contó nel divino giudizio.
1 68 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
críticos, han tenido por apócrifo esto privilegio y de tiempo pos-
terior á S. Gregorio. No obstante, el A. y el T. lo defienden
como legítimo. Yo no entraré derechamente en la disputa; sola-
mente diré lo que debo y entiendo de las palabras citadas.
Aunque estas sean verdaderamente del santo Pontífice; no-
juzgo como el A. y el T. que en ella haya un decreto que prive
de reynos y dignidades á los contraventores; sino que es una
cláusula imprecatoria, en que para mayor terror se ponen aque-
llas amenazas, y que el santo representó con los castigos eternos
los temporales, que suelen no amedrentar menos á los hombres
poco espirituales.
Muéveme á pensar desta manera (demás de otros instrumentos-
y escrituras antiguas que á lasque cita Bosuet pudieran añadirse)
el testamento de S. Genadio Obispo de Astorga, hecho en la
er <i 953 ° ;mo de Christo 915. En él, después de haber distri-
buido diversas tierras y libros á sus monasterios: para hacer per-
petuamente valedera su disposición, pone 'estas amenazas. vSV al-
gún trasgresor, sea Principe ó Juez, Obispo, Abad, Presbítero,
Monje, Clérigo, ó Lego, quisiere quebrantar, ó mudar esta mi vo-
luntad, ó intentaste obrar contra ella; que primeramente ciegue y
no goce desta luz que nos alumbra: que sea por la divina venganza
castigado con las mas malas llagas desde los pies d la cabeza: que
bañado en los arroyos que destilen sus heridas, y comido de gusa-
nos cause d todos terror y horror; y en el otro siglo envuelto con
los impios y malvados sea echado en las llamas vengadoras: y ade-
más sea imdtado con penas temporales, y obligado del juez á que pa-
gue á la Iglesia once por uno de lo que la hubiere quitado.
Aquí se ve que el santo Obispo igualmente amenaza á los tras-
gresores, sean Principes, Obispos, ó Jueces, penas eternas, que
pecuniarias: y no con autoridad de superior, sino como particu-
lar con imprecaciones, cuyo fin era atemorizar los eme las leye-
sen, y asegurar la duración de su testamento; pero no ejercer
sobre Reyes, Obispos y Jueces, facultades que no tenía. Lo mis-
mo entiendo de otros muchos privilegios; y del de San Gregorio;
ni pueden entenderse de otra manera.
Este doctísimo Papa envió su carta para dar fuerza en quanto-
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 69
dependía de su autoridad, á lo que la Reyna Brunequilde y su
nieto Teodorico habían dispuesto, y le habían escrito é insinua-
do. Ni pudo venirle á su pensamiento que podía con justicia pri-
var de sus estados á un Rey que promoviese algún Abad á obis-
pado sin que renunciase la abadía: que es una de las cinco cosas
prohibidas con tanta severidad en el privilegio.
Porque escribiendo el santo á Félix obispo de Mecina, muestra
quan lejos estuvo de pensar con tan poco respeto de los sobera-
nos. Dice en la carta, que David el más justo de los Reyes no se
atrevió á poner las manos en Saúl, á quien, constaba que Dios
había reprobado y desechado: que Alaria porque murmuró de
Moysés su hermano, se cubrió de lepra: que en el Psalmista
manda Dios que no toquen á sus ungidos; y en el libro de la ley:
no maldecirás al Príncipe de tic pueblo. Los qualcs lugares, aun-
que el santo los aplica á los Obispos, es evidente que hablan de
los Reyes, y no pierden la fuerza que en su sentido natural tienen;
antes la reciben nueva con las razones con que los ilustra.
Porque así como Moysés, Capitán y Principe del pueblo, le
decia que sus murmuraciones y hablillas no eran contra si ni con-
tra su hermano, sino contra Dios: asi S. Gregorio dice que las
que se hacen contra los Obispos, son contra Christo, de quien
son vicarios en la tierra: que hablando mal dellos y deprimiendo
su autoridad, se hacen mas atrevidos para despreciarlos: que de-
linquiendo contra ellos se resiste al decreto del que los hizo nues-
tros superiores. Razones todas c{ue valen igualmente en los Re-
yes, vicarios de Dios que nos los da: y que hacen ver que el glo-
rioso Papa no pensaría en dar con sus cartas ocasiones á que en
los vasallos se disminuyese el obsequio, fé, y obediencia debida
á sus Señores.
Y aun quando esta sólida doctrina del Santo no demostrase lo
que sentía acerca de la depresión y deposición de los Reyes hizo
ver otras veces que no juzgaba que los delitos fuesen justa causa
de quitar un reyno; pues no reputó por tal la herejía, que es uno
de los mas graves. Porque hablando de san Hermenegildo, da á
entender que obró mal y sin razón en hacer guerra á su padre: y
que solo volvió en sí y pensó cuerdamente después que Leovi-
170 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
gildo lo habia encarcelado: entonces, dice, comenzó á despre-
ciar el reino de la tierra, buscando con vivos deseos el del
cielo.
Y en esto se conformó S. Gregorio con la doctrina cons-
tante de la Iglesia, con las razones con que defienden Ter-
tuliano y S. Agustín á los Christianos de la tacha de traydo-
res que les ponían: haciendo ver que se dejaban pasar á cuchillo
antes que rebelarse á sus Principes Gentiles y Perseguidores. Por
esto S. Isidoro, I). Lucas de Tuy, el Abad de Valclara, el Arzo-
bispo I). Rodrigo, y otros llaman á Hermenegildo hijo rebelde y
desobediente; y S. Gregorio Turonense dice del estas notables pa-
labras: no sabiendo el desgraciado que tramando tales cosas con-
tra el padre aunque hereje, le amenazaba el divino castigo.
Tampoco los Papas, y doctísimos Obispos de España creyeron
dignos de ser depuestos los Reyes Godos Arríanos, que desde
Ataúlfo hasta Recaredo ocuparon el trono.
Todo esto, y mucho más que pudiera añadirse, debiera haber
tenido presente el Trad. para no persuadirse a que hiciese San
Gregorio una ley en virtud de la qual por la ligera trasgresion de
un privilegio de poca importancia al bien universal de la Iglesia
y del Estado, puedan ser privados de la corona los Monarcas,
que la recibieron de Dios, que á él solo la rinden, y a quienes él
solo puede quitársela de la cabeza.
Verdades son estas que ha reconocido constantemente nuestra
nación con todas las demás en todos los siglos: y así padeció el
Trad. muy notable equivocación quando en un discurso aparte
con que alteró y añadió al citado § 44 del lib. 46 dice: «Algunos
»Criticos modernos, contra el común consentimiento deloscódi-
»gos manuscritos que se conservan en las librerías de Francia, In-
»glaterra, Italia y Roma, han tenido poragenas é impropias de un
»tan sabio y moderado Pontífice las rigurosas penas que impuso
ȇ los violadores de los privilegios de un monasterio y hospital
»en particular, hasta amenazar á los Reyes con la privación de
»su grado. Pero si se hubieran querido hacer cargo de la disci-
»plina que reynaba en PTancia en el tiempo que el santo Pontí-
»fice impuso tan graves penas, y tenido presente que en el si-
HISTORIA DE ESPAÑA. I 7 I
»glo vil dominaba la barbarie é ignorancia, que las naciones del
» Septentrión trajeron consigo quando se apoderaron de todos los
»reynos y provincias del Imperio Romano: conocieran que si de
»presente un Pontífice tan sabio y moderado como S. Gregorio
»el Magno, no podia imponer tan graves penas, las pudo poner
»en el tiempo de su pontificado sin la menor nota de su gran
» nombre. Por aquellos siglos solo dominaba el valor de las ar-
»mas, y los soberanos nunca pensaron en averiguar si su autori-
»dad era ó no independiente, ni en si los subditos en ningún caso
»se podían oponer á los Príncipes. Estas disputas tuvieron prin-
cipio quando la Divina Providencia, que gobierna el mundo se-
»gun la diversidad de los tiempos, dispuso que desterrada la ig-
norancia y supersticiones de los siglos bárbaros, empezaran los
»hombres á ilustrar sus entendimientos con superiores luces, y á
»salir de la ignorancia y barbarie en que los pusieron sus con-
quistadores. Desde aquel tiempo, estimulados en el exceso de
»autoridad que en algunos casos solían practicar los Papas, se
»aplicaron á averiguar el origen de la autoridad que tienen los
»Principes Soberanos; y con el proceder de los siglos han mani-
»festado y puesto en el mas claro conocimiento que la autoridad
»de los Príncipes Soberanos es independiente, y que como tal
»solo á Dios es á quien deben dar cuenta de sus acciones. Si los
» modernos críticos hablasen destos últimos siglos, gustosos le con-
cederíamos que un Pontífice tan sabio y moderado como San
»Gregorio el Magno no hubiera usado de semejante expresión;
»pero en su pontificado lo pudo practicar sin ningún reparo. En
»el siglo vil no se había tratado esta materia, y por entonces era
»práctica común en FYancia usar de semejantes amenazas contra
»los violadores de los bienes dedicados á los lugares sagrados y
»pios. De esta práctica son testigos de mayor excepción los Pa-
»dres de los Concilios de Orleans, Paris y Tours. Estos en los
»Cánones que, á petición de los Soberanos, establecieron contra
»los violadores de los bienes eclesiásticos sin distinción de perso-
»nas ni dignidades, pusieron las mismas amenazas que expresó
»S. Gregorio en los privilegios que concedió á instancia de Bru-
»nequilde. A esto se añade, que esta imperiosa Reyna en su sú-
[72 boletín de la keai. academia dk la historia.
plica sol. 1 pidió ;í el santo Pontífice (como comunmente se cree)
>que en sus privilegios pusiese las mismas terribles amenazas que
los* obispos de Francia acostumbraban establecer en sus sínodos.
Por loque no estando por entonces tan claray manifiesta la inde-
ndencia délos Soberanos, como lo está después que con las dis-
cutas se puso en el nías claro orden el origen de su autoridad:
- tuvo dificultad el Giran Gregorio en condescender á la peti-
»cion de la mencionada Reyna, ni en estender sus amenazas hasta
»la persona de los Reyes. Porque escribiendo, no como Profeta,
-ni como quien difine un dogma de fee, sino como un Pontífice
»que arreglado á la disciplina de su tiempo prescribe en un punto
»puramente gracioso las mismas amenazas que en semejantes
»casos eran comunes en los sínodos de Francia: se infiere que
dos modernos Críticos, sin querer tener presente que lo que se
practica sin reparo en un siglo, no se puede practicar en otros
porque antes no se había disputado ni puesto en claróla ma-
teria, >'i porque se comtempla por un punto de pura disciplina
»sujeta á la variedad de los tiempos, solo la preocupación á favor
>de su modo de pensar les pudo mover á censurar á S. Grego-
»rio en un punto de pura disciplina».
1 lasta aquí el Trad. en donde se ve la poca justicia que hace
á la Iglesia Galicana, cuyo doctísimo clero ha demostrado que
siempre se ha defendido y practicado en Francia la doctrina de
su Declaración del año 1 682.
Ni debiera proponer á los españoles como ciertas é indubita-
bles del tiempo de S. Gregorio, máximas que nunca han tenido
por verdaderas; pues desde los primeros siglos ha creído cons-
tantemente nuestra nación que solo Dios da, y solo Dios quita
los imperios; y ninguno otro sobre la tierra.
El gran ( Miispo ( )su> en su celebrada carta al emperador Cons-
tancio le dice, Que Dios puso cu sus manos el imperio: que quien
so lo quite, contradice al divino ordenamiento.
El católico Rey Recaredo claramente dijo en el III Concilio
Toledano, que Píos había puesto d su cuidado el gobierno de sus
pueblos.
S. Isidro fie Sevilla enseña, que los pueblos tienen por jueces
HISTORIA DE ESPAÑA.
'73
á los Reyes; pero que estos no tienen otro freno que el temor de
Dios, y el miedo del infierno.
El IV Concilio de Toledo cap. 75 amonesta al Rey Sisenando,
que rija con justicia y con piedad las gentes que el Señor Dios
le ha entregado, y corresponda bien á la confianza que la liberali-
dad de Christo le ha hecho.
A D. Pelayo y á sus Descendientes no puso el cetro en la
mano Breve alguno del Papa enviado por el Arzobispo de To-
ledo Sinderodo desde Roma, á donde huyendo de los Moros se
había retirado; pusiéronselo nuestros mayores, ó Dios por su me-
dio, para rescatar debajo de su conducta las provincias perdidas:
y de los Romanos Pontífices recibían como Tesoro preciosísimo
las indulgencias que para animar á tan heroyea recuperación les
concedían.
El Papa Juan VIH escribiendo al Rey D. Alonso III le dice,
que Dios lo ha constituido Rey de Galicia-.
Quando los Aragoneses y Navarros determinaron tener Re-
yes para sacudir el pesado yugo de los Sarracenos; aunque (se-
gún creen falsam. te algunos) consultasen al Papa y á los Longo-
bardos sobre las leyes con que debían fundar y gobernar sus
reynos, nadie há dicho que lo consultaron sobre el nombra-
miento de Soberano.
En el año 11-34, habiendo por la muerte de D.Alonso Rey de
Navarra y de Aragón, quedado sin sucesor la Corona, los Nava-
rros nombraron á D. García, y los Aragoneses á Don Ramiro I.
El año I412, las Cortes de Caspe declararon legítimo Rey de
Aragón al Infante D. Fernando, sin que el Papa tuviese parte
alguna ni en la declaración, ni en el examen del derecho de los
Pretendientes.
El Rey D. Bermudo se llamó Emperador de Galicia. D. San-
cho Conde de Castilla tomó el título de Emperador; y lo mismo
hicieron D. Fernando el Grande (Ti, y D. Alonso VI después de
la conquista de Toledo, sin consulta del Papa. Y pudieron muy
(1) V. Concil. Coianc. ann. 1050, constituí. 13.
174 boletín de la real academia de la historia.
justamente, aunque con malicia lo duda Mariana declarado
opresor de la suprema autoridad y sagrada persona de los
Reyes.
También quiso distinguirse con este título D. Alonso VII el
dia que fue coronado en León. Sobre lo qual el Dr. Francisco de
Pisa cita y aprueba lo que dice Sandovál, quepara semejante im-
perio hay opiniones que no era necesaria la autoridad y aprobación
del Papa, siendo cosa puramente temporal.
Y no solamente opiniones, sino clara y asentada justicia de los
que se llamaron Emperadores; pues habiéndose quejado el Em-
perador Enrique, favorecido en su pretensión del Papa, de que
D. Fernando el Grande sin su consentimiento se llamase Empe-
rador: las Cortes de Castilla, y en ellas el célebre Rodrigo Diaz
de Vivar el Cid, se ofendieron de que el Pontífice y Enrique in-
tentás-n privarlos de su derecho y libertad, y poner sebre su
cuello el duro yugo de sujeción y dependencias, que con el va-
lor de su brazo habían sacudido de los bárbaros; y declararon so-
lennemente que nuestros Soberanos no reconocen otro superior
que al Rey de los Reyes, Señor de los Señores.
Pero nunca mostró mas claramente nuestra nación lo que
entendía sobre su libertad e independencia, que quando se vio
mas combatida de aquellos que ineptae religionis siiuulatione,
como hacen hablar al Cid en dichas Cortes, han creído hacer
obsequio á Dios y á S. Pedro trastornando el orden de las po-
testades establecidas por la divina, y estendíendo los límites que
Christo puso á la de sus vicarios.
La época de esta estension fue el pontificado de S. Grego-
rio VIL I >eseoso este Papa de aumentar el resplandor y poder
de su silla, cuidó mucho de darla nuevos privilegios que la hicie-
sen mas distinguida. 1 Iabíanse llamado los Obispos antes de su
tiempo Papas: S. ( iregorio VII les quitó este nombre , y lo hizo
propio del Pontífice Romano. Había conservado la Iglesia de
España el oficio gótico en medio de su esclavitud y persecucio-
nes, con aprobación de muchos Concilios y Papas. S. Grego-
rio VII, para introducir el Romano, lo reprueba y declara inficio-
nado de errores manifiestos contra la Fe; y á los que lo defienden,
HISTORIA DE ESPAÑA.
175
llama lobos fieros, carniceros y que con encantos intentan inficio-
nar los hijos de la Iglesia. Y en otra parte dice, que en tiempo
del Rey Ramiro de Aragón, repudiados los errores de la supers-
tición toledana que estendida entre las gentes había imbuido de
necia creencia los ánimos de los hombres, se había introducido
en España la magestad del rito romano, que había sacado los es-
pañoles de tinieblas.
Pero no se contentó con aumentar su poder dentro de los
términos de la jurisdicción eclesiástica; propuso y defendió má-
ximas desconocidas hasta entonces, y encaminadas á poner en
manos del Papa las facultades de regir y gobernar los reynos, de
poner y quitar Reyes á su arbitrio.
Siempre se había creído, y cree todavía, que toda potestad
viene y ha sido establecida y ordenada de Dios: que por él rey-
nan los Reyes y hacen leyes justas; pero S. Gregorio VII esta-
blece otros principios diciendo, que nadie ignora que Reyes y
Emperadores tuvieron principio en los que no conocían á Dios;
y por instigación del diablo, y su codicia, ambición, y otros vicios
quisieron hacerse superiores á los demás hombres, que eran sus
iguales. Desacreditado asi el origen de las potestades tempora-
les, quiere darlas otro mas a propósito para sus designios: y así
en la carta al Rey D. Sancho de Aragón dice, que Jcsu Christo
constituyó á S. Pedro sobre los reynos del mundo: y en carta á
D. Alonso de Castilla, que á S. Pedro sujeto' todos los principados
y potestades de la redondez de la tierra, y le dio poder de atar y
desatar en el cielo y en la tierra.
Destos principios saca conseqüencias muy acomodadas á su
intento de sujetar á la disposición del Papa la administración de
todos los estados. Hablaré solamente de lo que toca á nuestra
España.
Año 1073 escribe á todos los Príncipes españoles, que cree
que no ignoren que el reyno de España desde tiempos anti-
guos fue del derecho de S. Pedro; y si después fue ocupado de
los Moros, todavía por ley de justicia á ningimo pertenece sino á
la Silla Apostólica. Y mas abajo les avisa, que en virtud deste
derecho ha concedido al Conde Enulo de Roceio, que pueda
176 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
venir á España á hacer guerra á los Moros, y tener para si, ele
parte de S. Pedro, todo cuanto terreno conquistase.
\ esfuerza de tal modo sus pretensiones que no repara en
declararles que, si alguno quisiese entrará parte de la conquista
destinada al dicho Conde, sin el pacto de pagar á S. Pedro el
derecho que en aquel reyno tiene, antes quiere prohibirles con
autoridad apostólica el que hagan la guerra, que permitir que
nuestra Madre la Iglesia reciba de sus hijos el mismo daño que
de sus enemigos.
¡Sentencia estraña y muy notable! ¡Que el daño que los Chris-
tianos harían no pagándola un tributo imaginario fuese igual al
que causaban los Moros, que tiranizaban nuestras provincias! ¡y
que por no perder aquel, quisiese mas dejar estas en las tinie-
blas y esclavitud de la ley de Mahoma! ¿Quien no esclamaría
entonces como esclamó después S. Bernardo: Quis mihi det, au-
tequam moriar, viderc Ecclesiam Dei sicut iu diebus antiquis)
quando Apostoli la.xabant retia iu capturam, non in capturam
argeuti ve/ auri, sed iu capturam auimarum? ¿Y quién no podría
lamentarse con las palabras del mismo Santo, hablando do los
Legados Apostólicos: Quid boui adhuc cum illis égerint needum
audivimus, et fórsitan audivissemus, uisi prae auro Hispanicé
salus popuü viluisset?
Pasó todavía adelante en sus designios este santo Papa. El
Rey I'. Alonso de (astilla no había hecho á un Legado suyo la
acogida que deseaba el Pontífice, ni dádole crédito en cosas de
que tenía el Rey informes contrarios. Irritado desto Grego-
rio Vil manda á 1 íugon que haga saber á D. Alonso que ha in-
currido en la indignación de S. Pedro y provocado contra si y
contra- su reyno la venga urja, por haber tratado mal al Legado de
la Iglesia Romana, y haber dado mas crédito d la mentira que a
la verdad: y le encarga que intime al Rey que, si no enmienda
su culpa, lo descomulgará, y revolverá contra él para su confusión
ai/nautas vasallos tiene S. Pedro cu España. Y que si no obede-
ciese, dice, á mis preceptos , no tendré por gran trabajo el ir á
lis paña, y tramar contra él cosas duras y ásperas, como contra
un enemigo de la Religión Christiana. Asi este santo Pontífice
HISTORIA DE ESPAÑA. 177
se olvidaba de rescatar nuestras provincias, que todavía gemían
bajo el yugo de los Moros, y pensaba venir en persona á ven-
garse en quien las redimía, de una injuria acaso imaginada, pero
que, por grande que fuese, nunca podia merecer demostración
tan ruidosa.
No obstante todo el empeño del glorioso Papa en establecer
el ejercicio de su jurisdicion sobre imperios y reynos, los Mo-
narcas españoles y sus vasallos se esmeraron á porfía en mani-
festar por su parte al mundo, que en lo temporal de ninguna
manera dependía su corona de la Silla Apostólica.
Deseando Pasqual II separar la Reyna D. a Urraca y D. Alonso
de Aragón del incestuoso matrimonio en que estaban unidos,
escribió á D. Diego Gelmirez, Obispo de Compostéla en estos
términos: Para esto determinó Dios que presidieses á su pzieblo,
para que corrijas sus pecados, y anuncies la voluntad del Señor.
Procura, pues, según la potestad que de Dios has recibido, enmen-
dar con el debido castigo el gran delito que ka cometido la hija
del Rey: para que ó desista de su temerario intento, ó sea privada
de la comunión de la Iglesia y de la potestad secular.
Severino Binio y el Cardenal Aguirre sobre esta carta dicen,
que por no haber obedecido á ella los Reyes, los castigó Dios:
a D. a Urraca con muerte repentina, abriéndosela las entrañas; y
á D. Alonso por mano de los Sarracenos, que lo mataron en
una batalla. Pero ni es verdad que dejaron de separarse, ni que
se separaron en fuerga de la carta.
Doña Urraca veneró los avisos y amonestaciones del Vicario
de Christo, y de los Sucesores de los Apóstoles, como dice el
P. Berganza ; pero la causa que la movió á separarse de Don
Alonso fueron los malos tratamientos, las injurias, las befas que
este la hacía, las profanaciones de las iglesias, los desafueros
contra los Obispos, eclesiásticos, y toda clase de personas. Ni
necesitaría de muy graves motivos paro ello, habiéndose casado
contra su voluntad, como ella misma confiesa en carta al conde
D. Fernando. Y asi abierta la puerta al divorcio por las altera-
ciones del reyno declaró nulo su matrimonio, sin acordarse de
la privación de los estados con que la amenazaban. Los severos
TOMO xlii. 12
178 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
castigos que cuentan dolía, ha hecho ver el P. Bcrganza que son
falsos, y forjados por los que ó tramaron, ó sin diligencia copia-
ron errores que nos pintan escandalosa la vida, y desgraciada
la muerte de aquella gran Reyna.
D. Alonso su marido no esperó el beneplácito del Papa para
llamarse Emperador después de la batalla de Yaltierra, en que
desbarató el ejército de Abuhasalem. Y si en una de las cin-
quenta batallas que dio á los Moros y le ganaron el renombre
de Batallador, perdió la vida; no es prueba de que murió por
castigo, sino por aquel orden de providencia con que # murieron
peleando contra bárbaros muchos piadosos y valerosos Capitanes.
El Papa Adriano 1Y, consultado por los Reyes Luis VII de
Francia y Enrique II de Inglaterra, sobre la expedición que in-
tentaban hacer contra los Moros de España, les responde, que
no tiene por prudente ni seguro consejo el ir á tierra y señorío
ageno sin consulta ni súplica de sus Señores y Príncipes: que si
estos aprueban su resolución, él la aprueba también, y no de otra
manera. En lo qual mostró contra el sentir de San Gregorio VII,
que ni España era tributaria de S. Pedro, ni sus Vicarios podían
disponer de sus reynos.
Llamado á juicio I). Rodrigo, Señor de los Cameros, por el
santo Rey D. I^ernando, se escusaba con que había recibido del
Papa la cruz para ir á Tierra Santa: que era lo mismo que decir,
que por privilegio suyo estaba esento de comparecer en tribunal
seglar. Pero el santo Rey no creyó faltar al respeto debido al
Santo Padre, usando con un vasallo de su legítima autoridad, de
que no podía el Papa privarlo: y asi lo obligó a presentarse en
Vallado! id, y l'' formó proceso, y lo condenó, y quitó sus tierras
y castillos.
Bonifacio VIH escribió á Felipe el 1 lermoso, que no casase sus
hijas sin participárselo: y poco después en una Bula le prohibió
casar hijas, hermanos y hermanas con D. Sancho de Castilla, ó
con sus hijos^ sin su licencia. No obstante la prohibición, Marga-
rita de Francia, hija mayor del Rey, casó con D. Fernando IV
de Castilla, hijo de Sancho, sin pedir á Bonifacio licencia que no
necesitaba.
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 79
Descomulgó el Cardenal Guillelmo, Legado Apostólico, al Rey
D. Pedro el Justiciero, lo multó en una gruesa suma por viola-
dor de los tratados firmados con el Rey de Aragón, y mandó
-que ningún Príncipe hiciese Liga con él por estar descomulgado.
Pero el Papa mismo desaprobó su atrevida y temeraria resolu-
•cion, y revocó la Legacía: y el Rey despreció el decreto, que
por malicia y manejo del Rey de Aragón se había hecho con
designio de desacreditar mas al Rey, y enagenar el ánimo de los
vasallos, como dice Mariana.
Y acercándonos mas á nuestros tiempos, habiendo por los
años de 1 49 1 el Obispo de León Presidente de Valladolid, y
quatro Oidores, admitido una apelación á Roma de una causa
en que no debían, los Reyes Católicos los depusieron, y quita-
ron los empleos como á Ministros que no sabían defender la So-
beranía é independencia de sus Monarcas.
En el reynado de Carlos V descomulgó Paulo III al Arzobispo
Elector de Colonia, dispensando sus subditos del juramento de
fidelidad; pero el Emperador no quiso aceptar la sentencia, aun-
que para ello le hacía el Papa grandes instancias.
Ni tampoco se tuvo por descomulgado quando el mismo Pon-
tífice lo declaró incurso en la Bula de la Cena, y mandó que el
Viernes santo, en que se ruega, como dice Felipe II, por los
Judíos, Moros, y Cismáticos, dejasen la oración en que se ruega
y debían rogar por aquel nunca vencido Emperador, escudo y
amparo de la Iglesia.
Pero el invencible ánimo suyo no se amedrentó de las vanas
amenazas; antes bien mandó castigar al que imprimió la dicha
Bula, y que no se aceptase en sus dominios como contraria á la
preeminencia Real.
Felipe II su hijo nos dejó repetidos ejemplos de igual cons-
tancia y firmeza en defender sus derechos. En el año 1578, es-
cribe al Marqués de las Navas que pida á su Santidad reforme
la Bula de la Cena, y le dé á entender, que por relaciones que
tiene de su Consejo... no es obligado el Principe seglar á cumplir
los mandamientos del Papa sobre cosas temporales.
Con ocasión de la sucesión á los Reynos de Portugal por
1 8o BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
muerte del Rey D. Sebastian, envió el Papa un Nuncio á Es-
paña para solicitar que el negocio se remitiese á su juicio; y el
prudentísimo Rey (dice un grande Historiador) respondió, que
no era necesaria la mediación de su Santidad en tan justa causa:
temiendo (añade el mismo) perjudicar en lo venidero a la Digni-
dad Real poniendo en manos del Pontífice estas cosas, y hacerlo
con este ejemplar arbitro y como juez de los Reynos.
Habiendo su Santidad querido legitimar á D. Antonio Prior
de Crato, lo impidió el Rey, como cuenta el Conestagio.
Entrado después en la posesión de Portugal, y para quitar
todo escrúpulo y satisfacer también á los flacos, consultó los
Teólogos sobre si debría someterfe al juicio del Santo Padre.
Y le respondieron que no tenia obligación alguna de sujetarfe
á jurisdicción ni parecer ageno: que el Papa no podía conocer
en aquel asunto meramente temporal: que después de elegidos
los Reyes, estos y sus sucesores tienen todo el derecho y auto-
ridad, y de nadie pueden ser juzgados.
El año 1586 hizo una Pragmática que comprendía Cardenales,.
Obispos, y demás Eclesiásticos. Quejóse Sisto V en consistorio
de que se ofendían los sagrados derechos de la Iglesia: que si no
se exceptuaban de la ley los eclesiásticos, la pondría en el índice
de libros prohibidos, y descomulgaría á Cardenales, Obispos y á
quantos la obedeciesen ; y escribió al Rey una carta muy nota-
ble; mas no le hizo alterar la Pragmática.
Antonio de Herrera, que refiere esta controversia, añade estas
palabras: algunos dixeron, que si se consultara con el Papa y con
el Emperador, fuera mas firme la Pragmática; pero estos no con-
sideran que los Príncipes soberanos atienden á proveer lo que
cumple á sus subditos, sin necesidad de agena consulta: porque
cada uno puede hacer en su dominio á su voluntad; y mas que
todos los Reyes de España en lo tempor.il no reconocen superior.
Entre las fuertes razones que movían el animo de Felipe II
á defender sus derechos libres de la dependencia de Roma, se-
ñala (en carta al Comendador mayor de Castilla D. Luís de Re-
quesens) la confusión y turbación en que se pondrían las cosas
apretándolas deba.ro de censuras y publicándolas en el pueblo; y
HISTORIA DE ESPAÑA. l8l
los grandes inconvenientes, y ocasión de turbar la paz y quietud
pública.
Y .esto lo había aprendido sin duda de lo que sus antecesores
los Reyes de Aragón hicieron, los quales mostraron gran firmeza
en mantener su libertad y dignidad, y en desconcertar los arti-
ficios con que intentaban oprimirla los Romanos.
El Rey D. Ramiro de Aragón año de 1 067 se habia hecho á
si y á sus sucesores, tributarios de la santa Sede; pero no tuvo
efecto su devota promesa, como ni la de D. Pedro II llamado el
Católico.
Este Monarca con deseo de ser favorecido de la Sede Apostólica
en la empresa de las islas de Mallorca y Menorca, fue á coronarse
á Roma por mano de Inocencio III, y ofreció szt Rey no al Apóstol
san Pedro, y al Pontífice, y á sus sucesores, haciéndolo perpetua-
mente censatario de la Iglesia. Pero los Aragoneses se sintieron
muchísimo, porque un reyno que había sido conquistado de los
Moros por el valor de los Reyes, con el ayuda y favor de sus sub-
ditos, y que por el consiguiente era libre, lo hubiese hecho el Rey
tributario ; y así además de hacer varias escrituras de protestos,
en conservación de su derecho para que lo hecho por el Rey no
quedase válido, acordaron de impedir de hecho esto que el Rey
había intentado; y así se juntaron todos en voz de unión, que
fue la primera vez que se había visto; y lo que della resultó fué que
jamás permitieron que el tributo de la Iglesia se pagase... y es-
cusandose el Rey que en lo que había hecho con el Papa solamente
había sido renunciar su derecho y no el del Reyno hicieron tan
grande instancia que hubo de condescender con ellos. Asilo cuenta
Gerónimo Blancas.
Lo mismo que el Reyno en tiempo de D. Pedro, hizo después
•su hijo el Rey D. Jayme. Deseaba este príncipe que Gregorio X
lo coronase en el Concilio General de León; mas 110 quiso el Papa,
dice Zurita, darle la Corona sin que ratificase primero el tribtito
que el Rey D. Pedro su padre había otorgado de dar á la Iglesia;
y pidió que se pagase lo que se debía á la Sede Apostólica desde
aquel tiempo. El Rey envió á decir al Papa, que habiendo él tanto
servido á nuestro Señor y á la Iglesia Romana, mas razón fuera
1 82 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
que el Papa le hiciera otras gracias y mercedes, que pedirle cosa
que era en tan notorio perjuicio de la libertad de sus Rey nos, de
los quales en lo temporal no debía de hacer reconocimiento d nin-
gún Príncipe sobre la tierra: pues él y los Reyes sus antecesores
los ganaron de los Paganos derramando su sangre, y los pusie-
ron debajo de la obediencia de ¿a Iglesia: y que no había ido á la
Corte de Roma para hacerse tributario sino para eximirse y que
mas quería volverse sin recibir la corona que con ella con tanto
perjuicio y diminución de su preeminencia Real.
Con quanta razón cuidasen de conservar su libertad é inde-
pendencia, lo da á entender muy bien el citado Gerónimo Blan-
cas: Y tío fue, dice, esto que hizo este Rey (D. Pedro II) de hacer
tributario su Reyno á la Iglesia, de tan poco momento que no fuese
causa de grandísimas turbaciones, que después se vieron en tiempo
del Rey D. Pedro III, que dixeron de los Franceses: Porque de ai
tomó ocasión el Papa para proceder contra él hasta privallo del
Reyno , diciendo que lo hacía como contra vasallo y subdito de la
Iglesia, dando la investidura del á un hermano del Rey de Fran-
cia, que acompañado del mismo Rey entró muy poderoso á tomar
la posesión con tanta gente, que se escribe que para traer el baga-
ge entraron ochenta mil acémilas. Pero no les fue tan fácil como
se persuadían; porque este nuestro Rey (D. Pedro III) les impidió
la entrada y los desbarató junto á Giróna.
Temiendo estas malas conseqüencias el dicho D. Pedro III,.
por no perjudicarse á si ni á sus sucesores, ni que pareciese que
en recibir la corona de mano de algún Prelado tácitamente apro-
baba el reconocimiento hecho por su abuelo, hizo antes de co-
ronarse protesta de que no entendía recibir la corona de maño
del Arzobispo en nombre de la Iglesia, ni por ella, ni contra ella:
y repitióla el Rey D. Alonso III.
Pero otros Reyes, para quitar toda duda y sombra de preten-
sión, tomaban de sobre el altíír la corona, y ellos mismos se la
ponían. Asi lo hicieron D. Alonso IV, D. Pedro el Ceremonioso,,
D. Juan I, D. Martin y D. Fernando.
Y en la coronación de D. Pedro el Ceremonioso pasó una cosa
muy singular, que el mismo Rey cuenta en su Historia. Estando
HISTORIA DE ESPAÑA. I 83
él y los Obispos para salir de la sacristía á comenzar la fiesta,
el Arzobispo de Zaragoza, revestido como estaba para decir la
Misa, suplicó al Rey que le diese lugar á que delante de todo el
pueblo le pusiese la corona, ó á lo menos le permitiese que se
la aderezase. El Rey que entonces tenía apenas 1 5 años, se halló
confusísimo como él escribe, y lleno de pena de que en el dia
de su mayor gloria y honor se le pidiese cosa en tanto detri-
mento y menoscabo de la dignidad Real: y viendo las instancias
que le hacían, respondió al Arzobispo que norabuena se la ade-
rezase; pero luego al tiempo de la ceremonia, acercándose el
Rey al altar, tomó de sobre él la corona y metiósela sobre la
cabeza, y al Arzobispo dixo que no se la tocase ni aderezase.
Escarmentado pues de las dificultades y dudas que se le ofre-
cieron en su coronación, hizo después en Valencia un ordena-
miento, en que provee á las de sus sucesores. Practicáronlo
quantos Reyes desde entonces se coronaron, y consérvase toda-
vía con este título: De la manera como los Reyes de Aragón se
f aran consagrar, é ellos mismos se coronarán.
Ni fue sola esta la prueba que dio de su independencia. Hacía
guerra al Rey de Mallorca y Menorca, rebelde y tramador de
asechanzas á su vida: reprendióle Clemente VI la empresa, y le
encargó que ajustase con él algunas treguas; mas D. Pedro entre
otras cosas importantes responde al Santo Padre con estas pala-
bras: Porque, como me acuerdo de haber ya escrito á vuestra San-
tidad, no debiendo vuestra clemencia (salvo en todo el respeto y
honor que se le debe) introducirse en question meramente temporal
ni en proceso de mis vasallos, pues per juidicaria no solam. te á mis
regalías sino á las de todos los Reyes y Principes del mundo, es-
candalizaría á todos, disminuiría la potestad Real, e incitaría á
turbulencias, motines, y grandes escándalos; de ninguna juanera
sufriría yo tales atentados: y mas quando ni yo ni los Reyes de
España reconocemos después de Dios superior ninguno en lo tem-
poral.
Estas y otras muchas pruebas de la suprema é independiente
autoridad de nuestros Soberanos debiera haber tenido presentes
el Traductor para no sentar como máxima cierta que desde el
84 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
tiempo de S. Gregorio se había creído que el Papa tiene facultad
de disponer de lo temporal de los Reynos. Debiera haber mirado
no solamente la falsedad y la ninguna legítima aceptación desta
doctrina, sino también los peligros é inconvenientes que della han
nacido siempre, y hemos visto poco hace nacer escandalosamente
de ingenios poco instruidos, mal intencionados y fingida ó su-
persticiosamente piadosos. Y esta consideración debiera también
hacerlo mas cauto, para no pasar por hechos que en esta Histo-
ria se refieren de modo que pueden dar ocasión de abusar
dellos.
En el § 24 y siguientes del libro 46 el Carden. 1 Orsi, Autor,
como dixe, de los 28 §§ primeros deste libro y del tomo 23 pu-
blicado en el año 63, defiende largamente la carta de S. Grego-
rio á Focas; en la qual alaba á Dios de que hubiese quitado el
imperio á Mauricio, y trasladadolo á sus manos. Gloria dice el
Santo (i), in e.vcelsis Deo, el qual, según está escrito, muda los tiem-
pos, y transfiere los reynos: y según el Pro jeta, es señor del reyno
de los hombres, y lo da á quien quiere. Y seg/iu los incomprensi-
bles decretos de Dios omnipotente alterna' el gobierno desta vida
mortal: y mías veces, quaudo hay muchos malos que castigar, es
ensalzado quien por su dureza con el yugo de la tribulación los
oprima, como hemos experimentado cu nuestra larga aflicción.
(1) Pag. 38. Gloria in excelsis Deo... Egli domina secondo che é
scritto in Daniele, nel regno degli nomini, e lo da a chi vuole. E secondo
1' incomprensibile disposizione dell' onnipotente Dio della vita mortale
si alternano le vicende; e talora quando i peccati di molti traggono sopra
di loro i flagelli della divina giustizia, taluno é innalzato, per la cüi du-
rezza gemono i sudditi soto il giógo della tribolazione, come noi abbiamo
sperimentato nella riostra lunga afflizione. Ma talvolta, allorche il mise-
ricordioso Dio si compiace di consolare quei che gemono nell' afflizione,
ei promue taluno alia sommitá del governo, per la cui misericordia e
bontá infonde nel cuor.di tutti la grazia d' un' indicibile contentezza. Di
questa grazzia noi, che di presente ci rallegriamo del vostro innalzamento
all' imperio, speriamo di quanto prima riceverne 1' abbondanza. Dunque
si rallegrino i cielo, ed esulti la tena: e tutto il popólo della repubblica
stato ñnora in una grande afflizione pe' vostri benefici intiussi divenga
ridente e [estoso.
La traducción del cuerpo va según el orignal latino del Santo.
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 85
Otras veces, quando Dios misericordioso determina recrear con
sus favores los ánimos de los tristes, levanta á la cumbre del im-
perio á uno, por cuya misericordia infunde en el animo de todos la
gracia de la alegría y del júbilo. De la abundancia deste alborozo
creemos que seremos colmados los que celebramos que la benignidad
de vuestra piedad haya sido ensalzada al trono. Alégrense los cie-
los, regocíjese la tierra, el pueblo afligidísimo hasta ahora alégrese
de vuestras benignas acciones. Sean comprimidos en el yugo de
vuestro imperio los soberbios ánimos de los enemigos: sean alivia-
dos con vuestra misericordia los atribulados y abatidos corazones
de los subditos.
Estas son las expresiones con que S. Gregorio celebra la de-
posición y muerte de Mauricio, y la coronación de Focas: el
abatimiento de uno de los mejores Emperadores, y la exaltación
de uno de los mas malos. No me meto á examinar si lo hace por
insultar á las cenizas del difunto Mauricio, y adular al recien co-
ronado Focas, como hace Basnage; ni á pesar las razones con
que lo defiende el Cardenal Orsi: no entro á averiguar la justicia
con que el Santo colocó en el oratorio de S. Cesario las imáge-
nes de Focas y de su muger. De Papa tan señalado en doctrina
y santidad, y de sus acciones debo antes callar que por falta
de pulso aventurar mi parecer. Solamente sujetándolo á la sabia
censura de la Academia diré lo que pienso.
Juzgo que el A. declara su apasionado ánimo en el modo con
que defiende la Carta. Escusa á S. Gregorio de que alabe las be-
nignas acciones de Focas, y de que anime el pueblo á que se
alegre con ollas, no habiéndose hasta entonces señalado sino por
la cruel muerto de Mauricio y de su familia, y por algunos do-
nativos hechos á la plebe y soldados que lo aclamaron. Pero de
que á Mauricio (que, según el A., era piísimo y mansuetísimo, y
que si cayó en el yerro de sacrificar doce mil de sus soldados al
furor de un Rey bárbaro, fue porque la divina providencia per-
mite que sus escogidos caygan para que se levanten mas glorio-
sos, como permitió el estrago de Tesalonica para hacer á Teodosio
mas ilustre por su penitencia:) de que á Mauricio, digo, lo llamo
el Santo opresor del pueblo, soberbio enemigo, y á su imperio
1 86 BOLEXÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
yugo de la tribulación, á sus vasallos tristes, atribulados, abati-
dos, afligidísimos: nada habla, nada dice: como si bastase para
que fuese verdadera esta horrible pintura de su gobierno, el que
hubiese hecho una ley que, aunque justa, pareciese al glorioso
Pontífice contraria á la libertad de la Iglesia: y como si el Santo,
quanclo expone al Emperador lo que en ella desaprueba, no usase
del mayor respeto y de las palabras mas obsequiosas.
- En varios lugares desta Historia se introduce á S. Columbano
Abad aconsejando, reprendiendo, y ultrajando Reyes. En una
parte, lib. 46 § 102, rogado de la Reyna Brunequilda que ben-
diga á sus nietos, no quiere. En otra, lib. 46 § 192, convidado
cariñosa y respetuosam. tr á cenar del Rey no acepta, y en agra-
decimiento, cuenta el A. que hizo que á su voz se hiciesen pe-
dazos los vasos y platos, y que los licores y las viandas se des-
perdiciasen. En otra, lib. 46 n. 103, sacado por orden del Rey
de sus dominios, no quiere obedecer, y se vuelve intrepidamenti
al monasterio: v. lib. 46 n. 125. A todo esto da el A. ayre de
zelo y de libertad apostólica, y lo autoriza con milagros.
Se obstina el santo Abad en defender contra los Sínodos la
celebración de la Pascua según la costumbre de la Iglesia de Ir-
landa condenada muchos siglos habia por la Iglesia Universal;
y encarga á sus monjes que perseveren aun á pesar de los Obis-
pos en el uso que del habían aprendido (i). También esta perti-
nacia se escusa lib. 46. § 129 con que eran preocupaciones de
la educación, &c.
Pero quando en el § 1 37 del lib. 46 refiere el A. que el mismo
Santo ganado é informado siniestramente por los Cismáticos de
Istria, escribió al Papa con la fortaleza que acostumbraba: dice (2)
que se deseubre en la carta una santa, ó, por mejor decir una bár-
bara y tosca libertad, con la qual no duda hacerse censor de los
(1) Pag. 177: non dubitó di commendar loro che persistessero, ancora
a dispetto de' vescovi, nell' uso che su di ció avevano da lui appreso.
(2) Pag. 187: si scorge una santa, o per meglio diré una barbara, c
rozza liberta, colla quale non dnbita di farsi il censore d'Papi, di con-
dannare la loro condotta e di ammonirgli i loro pretesi doveri.
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 87
Papas, de condenar su conducta y de advertirles sus pretendidas
obligaciones.
En todo esto se ve la parcialidad del A. que tacha á S. Co-
lumbario de que con tosca y bárbara libertad se atreva á acon-
sejar, censurar, condenar los Papas; y lo alaba de que con la
misma aconseje, vitupere, y desobedezca los Reyes, que también
son vicarios de Dios, y sus imágenes, puestos por él sobre la tie-
rra para regirla en paz y justicia, y que de los vasallos sean aca-
tados, reverenciados, y obedecidos: como si el santo Abad de-
biera hacerse maestro y censor de los Reyes en términos y con
modales que nunca usaron los Pontífices y Obispos, quando por
razón de su ministerio espiritual lo juzgaron ó necesario ú
oportuno.
Debiera también el A. tachar mas el desobedecer á los Obis-
pos y á los Reyes, que el aconsejar y censurar los Papas: y pro-
curar infundir en los subditos de todas clases y condiciones que
leyeren su Historia, el respeto, obediencia y sumisión que se
debe á los Prelados y á los Soberanos. Esto me trae á la memo-
ria aquello de Eusebio: Non probandi sunt historia qui se suam-
que gentcm scmpcr in Capitolio locant; exteros vero et Jiostes suos
sciupcr vituperant.
En el núm.° 96 del lib. 46 refiere que Constantina, viuda de
Mauricio, queriendo solevar el pueblo, y aclamar Emperador á
su hijo Teodosio, huyó de la prisión en que Focas la tenía en-
cerrada, y se refugió en la iglesia mayor de Constantinopla. In-
dignado Focas, dice el A. (1), de este atentado, mandó á sus mi-
nistros que la sacasen por fuei'za del sagrado templo. Pero oponién-
dose fuertemente el Patriarca Ciríaco á un atentado con que pre-
tendía violar la inmunidad eclesiástica, fue preciso que Focas pro-
(1) Pag. 139. Foca sdegnato di questo loro attentato ingiunse a' suoi
ministri di estraerla a forza dal sacro tempio. Ma essendosi il Patriarca
Ciríaco validamente opposto a un attentato, col quale si pretendeva di
violare 1' immunitá ecclesiastica, fu necefsario a Foca di venire a patti, e
di giurare, che per tal motivo non avreble fatto loro soffrire alcuna vio-
lenza.
1 88 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
metiese y jurase que por este motivo no la haría padecer violencia
alguna.
Aquí el A. llama hacer violencia á la Iglesia y quebrantar su
inmunidad, sacar della á Constantina tramadora de rebeliones y
autora de tumultos: y dice que no consiguió Focas el sacarla sin
permiso del Patriarca. No advierte que el privilegio de la inmu-
nidad no es de derecho divino ni natural: que se debió antes á
los Emperadores que á los Pontífices, como dice D. Josef de
Ledesma: que por esto dixo el Rey D. Alonso tratando indivi-
dualmente desta inmunidad local: Previlejos e grandes franquezas
han las ¡iglesias de los Emperadores e Reyes: que el Concilio XII
de Toledo para mandar que ninguno sea osado á sacar de la
iglesia con violencia á los que se acogie7'en, ó residieren en ella,
pone primero el consentimiento del Rey Ervigio. Dando á en-
tender que en su mano estaba el dar valor, ó anular el decreto:
-i
asi como está en la de los Reyes el declarar que los privilegios
y franquezas que conceden, no tienen lugar en ciertas circuns-
tancias. Y sería por cierto cosa dura que los que dan las esen-
ciones, no puedan, quando conviene, quitarlas, ni aun mediando,
como aqui, la quietud y bien público.
Si Pocas prometió no castigar con pena de muerte á Constan-
tina, fue porque se había templado su rigor por la venerable in-
terposición del Patriarca: asi como por la de otros Obispos ó se
salvó la vida de los retraídos al templo, ó se dilató el castigo para
tiempo en que ya hubiesen hecho penitencia; pero siempre reco-
nociendo este beneficio por efecto de la misericordia de los Em-
peradores, como se convence de S. Agustín y de San Am-
brosio.
En el § 83 del lib. 46 dice que el Emperador (i) schabía arro-
gado el derecho de confirmar la elección del Papa. En donde se
tiene por usurpación el justo derecho con que los Emperadores
querían que el Papa, que tenía su silla en sus dominios, fuese
persona de su aprobación y confianza: cosa tan arreglada á razón,
(1) Pag. 120.1.a persona eletta in Pontífice doueva essere approbata
dalT Imperadore, che si era arrógalo ¡] gius <li confermare la elezione.
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 89
que aun hoy se requiere que sea de la de los Soberanos, por las
justísimas causas que expusieron á Felipe II Fr. Diego de Yepes,
y Fr. Gaspar de Córdoba, Confesores de S. M. y Príncipes: el
P. e Acosta, el P. Mro. Fr. Juan Vicente y Monseñor Peña Audi-
tor de Rota, en varios memoriales y consultas. Por esto también
el A. nota en el § 57 del lib. 47 como cosa singular, que las ca-
lamidades de Roma y las revoluciones de Constantinopla movie-
ron al clero y al pueblo á consagrar el Papa sin esperar la con-
firmación de Eraclio.
En el § IIO del lib. 46 (i) dice que la autoridad de los Patriar-
cas de Alejandría era tan grande, que podían publicar leyes, y
poner penas gravísimas á los transgresorcs: que S. Juan Limos-
nero puso la de confiscación de bienes á los que fuesen convencidos
de haber vendido en los mercados públicos con pesos o medidas no
cabales. Aquí debió advertir que si es verdadera esta relación de
Leoncio, solamente por concesión de los Emperadores usaron
los Patriarcas destas facultades, que por ningún otro título lo
podían tener.
En el § 130 del lib. 46 dice, que el Papa Bonifacio IV en una
carta al Rey, clero, y pueblo de Inglaterra (2) amenaza con ex-
comunión á los mismos Reyes sus sucesores si impidieren que en
Cantorberi se conserve el orden monástico. De lo qual se ha de
decir lo mismo que de la Carta de S. Gregorio, que amenaza con
la privación del reyno á los quebrantadores de los privilegios de
Autun.
Y con mayor razón debemos los Españoles defender en este
caso el decoro y esencion de nuestros Monarcas, los quales según
los Concilios Toledanos no solo no eran descomulgados, sino que
(1) Pag. 153. Estendendosi tant' oltrel' autoritá che avevano in questi
tempi i Patriarchi d' Alessandria, ch'era fin loro permesso di publicare
editti, e d' imporre gravissime molte a' trasgressori delle loro leggi, egli
ne volle pubblicare uno, nel qual imponeva la pena della confiscazione
de tutti i beni a coloro, &c.
(2) Pag. 180. Minaccia gli stessi Re suoi successori della pena dell'
anatema, se impediranno ch' in detto luego si conservi 1' ordine mo-
nástico.
I9O BOLETÍN DE LA. REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
hacían que los vasallos que lo habían sido, con solo volver á su
gracia entrasen en la comunión de la Iglesia. Además de que las
necesidades y utilidades della y del Estado han obligado siempre
;i que los Reyes manden la traslación ó extinción de los monas-
terios, según han creído conveniente: é impedirles el uso desta
facultad sería quitarlos una regalía de que siempre han usado
para común provecho.
En el § 95 del libro 46 asegura que no habiendo podido con-
seguir S. Gregorio ni Pelagio II, que los Patriarcas de Constanti-
nopla dejasen el título de Patriarca Ecuménico, Bonifacio III (i)
recurrió á Focas, cuyo decreto, dice el A., aunque emanado de tm
juez incompetente, y de un Principe impío y malvado, tuvo tal
fuerza por respeto á la justa causa que en él se defendía, que los obli-
gó á dejar de usar aquel soberbio título.
Aqui el A. en lugar de callar y disimular á Focas sus defectos,
por haberse portado como verdadero y zeloso protector de la
Iglesia perfeccionando con la poderosa autoridad de su ley lo
que inútilmente habían intentado con su doctrina muchos Pon-
tífices: lo llama juez incompetente, y fuera de propósito Principe
impio y malvado, para que los letóres no se persuadan á que
hizo cosa legítima y buena en favorecer con su poder la disci-
plina: y se disminuya el concepto de lo que pueden los Reyes
en materias eclesiásticas.
En el § 31 del lib. 47 cuenta que estando amenazado el Egipto
de una irrupción de Barbaros, S. Juan Limosnero Patriarca de
Alejandría fue á Constantinopla para mover el ánimo del Empe-
rador Eraclio á socorrer aquella ilustre ciudad; y que habiendo
Eraclio enviado al Patriarca Nicetas para que cuidase de su de-
fensa, este considerando el deplorable estado de la república, y
que era necesario hacer gastos exorbitantes para mantener la
guerra, determinó valerse de las riquezas de la Iglesia. Pero el
(1) Pag. 138. Ebbe questo decreto, sebbene emanato da un giudice in-
competente e da un Principe empio e scelerato, per riguardo alia giusti-
zia della causa che vi si defendeva, tal forza che eostrinse alia per fine
que' Patriarchi a cessare dall' usurparsi quel superbo titolo.
HISTORIA DE ESPAÑA. 191
Santo Patriarca, dice el A., (i) d la primera instancia que le hi-
cieron, protestó altamente que no era justo que los bienes dados á
Christo para alivio de los pobres, cayesen en manos de un Príncipe
terreno; ni se podía hacer esto sin cometer un gravísimo sacrilegio.
En esta narración el A. hace que el Santo se contradiga á si
mismo. ¿Va á la Corte á buscar el socorro y amparo de sus ove-
jas, y niega el que tiene en los tesoros de su Iglesia, que es el
único recurso en tan deplorables circunstancias; y el darlo tiene
por sacrilegio gravísimo? Hace también que contradiga á los sen-
timientos de la Iglesia nuestra madre: la qual dice San Ambro-
sio, tiene el oro no para guardarlo, sino para distribuirlo y socorrer
necesidades. ,¿Pues qué? dice el Santo mas abajo ¿no preguntará el
Señor porque se han llevado á vender tantos cautivos, á quienes
porque no se redimieron dieron muerte los enemigos? Mejor fuera
que guardaras los vasos de los vivientes, que los de metal. Aquellos
son vasos ve?'daderamcnte preciosos, que redimen los hombres de la
muerte. Aquel es verdadero tesoro del Señor, que obra lo que obró
su sangre. Hasta aquí San Ambrosio.
¿Como pues podía el santo Patriarca tener por sacrilegio gra-
vísimo el que cayesen en las manos del Emperador los tesoros
de la Iglesia que necesitaba tomar para defenderla de que los
Bárbaros la saqueasen, abrasasen, y llevasen el clero y pueblo
cautivos, y lo hiciesen apostatar de Christo, y adorar al Sol, como
había amenazado Cosroes á Eraclio? lib. 47 num. 30. Sería mejor
que por un mal entendido respeto se perdiese la provincia, y
con ella la libertad y la Religión Christiana? Muy diversamente
pensaron Eraclio y el Patriarca de Constantinopla, pues antes de
abrir la campaña contra los Persas, viéndose el primero despro-
visto de dinero acuñó la plata y oro de las iglesias y monaste-
rios de Constantinopla, sin resistencia del segundo.
Lo mismo hicieron los señores Reyes Católicos D. Fernando
(1) Pag. 240. II santo Patriarca alia prima istanza che gliene fü fatta,
protesto altamente non essere cosa giusta che i beni donati á Cristo per
sollievo de' poueri, andassero in mano del Principe terreno, né potersi
ció fare senza commettere un gravissimo sacrilegio.
192 boletín de la real academia de la historia.
y D. a Isabel. Xo tenían estos grandes Monarcas dinero para sos-
tener la guerra comenzada, no contra Bárbaros que la hacían
también á la Fe, sino contra el Rey de Portugal; y después de
muchas pláticas habidas sobre las maneras de tenerlo, los del su
Consejo, dice Antonio de Xebrija, dixeron que se debía tomar la
plata de las iglesias. Y que nooviesen esto por cosa nueva ni grave:
porque permitido era quando extrema necesidad (como esta) ocurría
en los rey nos, que se suele tomar no solo la plata, mas los bienes y
las rentas de las iglesias y de las cosas sagradas. Lo qual se avia
hecho muchas veces en otros reynos y provincias: y aun se lee en la
sacra scriptura que para las necesidades que ocurrían en íerusa-
lem, no solamente se tomava el tesoro del templo, mas tomavan los
ornamentos y las limosnas que se ofrecían para la fabrica, y para
las otras obras pías, para remediar á las necesidades que ocurrían
en la tierra. Porque aquel remedio también es para las cosas ecle-
siásticas como para las seglares: porque no padezcan los males y
dcstruiciones que de las guerras se les siguen. Después feuescida
aquella necesidad los buenos Reyes restituían lo que tomavan del
Santuario... El Rey y la Reyna oídas estas razones, parescioles
grave cosa tocar los bienes de las iglesias. Pero considerando su
necesidad, y conoscido que á los prelados y clerecía placería dcllo, ,
acordaivu que se tomásse solamente la meitad de la plata de las
iglesias, y la otra meitad quedasse para el servicio y culto divino,
con obligación que ficicron de la pagar.
En el § 144 del lib. 46 cuenta que San Lupo Arzobispo de
Sens fue siempre del partido del Rey Teodorico, y contrario al
de Clotario: que quando las tropas de este atacaron su ciudad la
defendía dellas; y que quando Clotario, apoderado de todo el
reyno, envió por Presidente de Sens á Farulfo, todos los de la
ciudad fueron a prestarle omenaje, menos el santo Arzobispo: y
que ofendido mucho Farulfo desta omisión, el .Santo (i) le hizo
saber que la obligación de un Obispo era gobernar el pueblo, y ense-
(1) Pag. 196. Fece intendere: che il douere di un Vescovo era di gouer-
nare il popólo e d' insegnare a' Grandi i eomandamenti di Dio, e che to-
caya a Farulfo a venire in persona a ritrovarlo.
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 93
ñar á los Grandes los mandamientos de Dios: y que tocaba á Fa-
rulfo ir en persona á verlo. Las mismas obligaciones tenía S. Am-
brosio, y nunca rehusó ir al palacio de Teodosio, sino quando
con su retiro pensó disponerlo á llorar la miserable carnicería de
Tesalónica.
Si á grandes y á chicos debía san Lupo enseñar los manda-
mientos de Dios, que manda que respetemos la soberana dispo-
sición con que traslada los imperios, y ordena que lo honremos
en nuestros superiores: no sé qué quiere el A. que les enseñe,
contando que no fue con los demás á prestar omenaje á un Go-
bernador que llegaba á tomar posesión de una ciudad recien
conquistada por un Monarca á cuyos intentos se había antes
opuesto vigorosamente.
Otras muchas cosas de esta clase podrían advertirse; pero se
pasan en silencio, para que este juicio no forme un libro. Por
todas ellas se convence que este tom. I.°de la continuación está
escrito con el designio que el mismo Trad. confiesa en su Pre-
facio, de establecer las máximas y sistema de la Corte Romana
en las disputas de jurisdicion entre el Sacerdocio y el Imperio,
aplicando e interpretando diestramente los hechos á favor della.
Pero no puede omitirse lo que el mismo Trad. dice, el qual
no solamente no abandona estas máximas, sino que las apoya, y
contradice á las de nuestra nación y de sus magistrados, y pre-
tende que los lectores las abracen, pues en el Prefacio trahe estas
palabras: «Nuestros Escritores siempre han estado uniformes en
»la mayor y principal parte a favor del modo de pensar de los
^Romanos como lo demuestra el D, r Yermo, que después fue
»Arzobispo de Santiago, en su libro intitulado Defensio Cathedrce
»Saneti Petri: sin que se oponga á esta uniformidad el Itl. mo Abú-
cense ni el docto Castro, como se puede ver en el mencionado
»libro: y fuera agraviar á nuestros mayores no seguir su unifor-
»midad en su modo de pensar». Asi el Trad.
Fácil sería probar que nuestra nación desde que hay memo-
rias de la Iglesia de España, ha sabido unir siempre un sumo
respeto y obediencia á la Silla Apostólica con la mas constante
resistencia á las opiniones de la Corte Romana: lo qual consta de
tomo xlii. 13
194 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
muchos testimonios y Escritores, y señaladamente de los Espa-
ñoles que concurrieron á los Concilios de Constancia, de Basilea,
y de Trento, y no solamente del Ut. rn " Abulense y del docto
Castro.
Es verdad que muchos de nuestros autores han sido de con-
trario parecer; pero á este flaco argumento se satisface con lo
que Antonio de Herrera sobre la fé de otros refiere: «Que una
»nave de mercaderes Cartagineses acaso descubrió en el mar
»Oceáno una isla de increíble fertibilidad, copiosa de rios nave-
»gables, remota de la tierra, camino de muchos dias de navega-
ción; no habitada de hombres sino de fieras: por lo qual se
»quisieron quedar en ella. Y que dando noticia en el Senado de
»Cartago, no permitió que nadie navegase á ella; y para mejor
»prohibirlo mandó matar á los que la habían descubierto.»
Muchos temerosos de castigo semejante no se atrevieron á es-
cribir; y si escribieron, fue infructuoso su trabajo, recogidos y
prohibidos sus libros: con lo qual, como se quejaba Felipe IV de
los autores modernos, apenas se halla ninguno que no favorezca
las opiniones de los Romanos. La misma queja repite Salgado,
que sabía esta verdad por propia experiencia.
Todo el rigor que usan contra quienes contradicen sus máxi-
mas, se convierte por el contrario en dulzura, alabanzas, y pre-
mios de los que las promueven. De lo que ha habido siempre y
tenemos mas pruebas que quisiéramos y fuera justicia.
Destas causas proviene que muchos AA. hayan abrazado y
seguido las opiniones de la Corte de Roma contra la intención de
nuestros Soberanos, que desearon siempre y mandaron que se en-
señen y defiendan los derechos de su Real corona.
Hánoslo enseñado la experiencia en la Bula de la Cena: pues
estando suplicada siglos hace, y mandado que no pasase ni tu-
viese autoridad, no dejaron muchísimos Prelados y Escritores de
defenderla y publicarla contra razón, contra derecho y contra la
obediencia debida al justo mandamiento de superior legítimo.
Por lo qual, asi como á este abuso remedió el Consejo reno-
vando la prohibición, asi también convendría que remediase los
graves daños que nacen de dar licencia para que corran los li-
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 95
bros en que se sientan, aprueban, ó defienden las máximas de la
Corte Romana. Y si el Traductor aprueba en su Prefacio la sen-
tencia que se dio en Roma que no debía permitirse que se im-
primiese la Historia de Fleuri, porque contenía máximas y dis-
cursos opuestos al modo de pensar de los Romanos; tampoco
debe aprobar, ni debemos los Españoles permitir que se publi-
quen libros opuestos á las máximas y derechos de nuestros So-
beranos.
Felipe IV en Cédula al Cardenal de Borja su Embajador en
Roma le dice: De la misma suerte que su Santidad pretende defen-
der su jurisdicion, no ha de querer que la mia quede indefensa,
sino que corra con igualdad; y así diréis á su Santidad que si
mandare recoger los libros que salieren con opiniones favorables á
la jurisdicion seglar, mandaré yo prohibir en mis reynos y seño-
ríos todos los que se escribieren contra mis derechos y preeminen-
cias Reales... y que tenga entendido se liará con efecto.
En vista desto, lá Academia, que tiene su mayor lustre en la
soberana protección y amparo de los Reyes nuestros señores,
resolverá si para la defensa de los derechos de su corona convie-
ne que se publique ó no este tomo I de la Continuación de una
Historia escrita conforme al modo de pensar de los Romanos,
que entre otras cosas apoya Que los Reyes pueden ser depuestos
por el Papa, desobedecidos con título de zelo y libertad apostó-
lica: Que no pueden moderar, ni quitar los Asilos; ni trasladar, ó
extinguir los Monasterios; ni valerse en las necesidades extremas
del Estado del tesoro de las iglesias sin sacrilegio gravísimo: Que
los Patriarcas de Alejandría podían hacer leyes en materias tem-
porales, imponiendo penas pecuniarias.
La Academia determinará si se ha de aprobar que llegue á
manos de todos un libro que dice: Que Mahoma enseñó á los
pueblos que sujetaba, un solo Dios verdadero: Que una imagen
hecha con intención de robar mereció que un Santo, conocién-
dola, la bendijese: Que una limosna mal hecha pesó en la balan-
za de Dios mas que muchos pecados: Que el fruto de un conti-
nuo ilícito comercio es fruto de vida, fruto de las oraciones de
los santos, y prosperidad de la Real familia.
I96 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
[ [emos propuesto lo que hemos advertido acerca de la Instruc-
ción que en orden á la Religión y al Estado da este tomo. Dire-
mos ahora acerca de la Narración, ciñendonos á la sola tra-
ducción.
El señalar los tiempos y los lugares, que pertenece á la Cro-
nología y Geografía, llamadas los dos ojos de la Historia (y que
yo llamaría las dos Antorchas) es tan necesario para informar
bien de los sucesos como lo es la luz para caminar por sendas
ásperas y desconocidas. Por esto el Continuador Italiano ha se-
ñalado cuidadosamente los años á la cabeza de cada pagina;
pero el Traductor en este tomo I de la Continuación se ha des-
cuidado.
Es también de notar la equivocación que padecen el A. y el
Trad. lib. 47 § 84 (i) en decir que egira significa persecución,
quando todos la han entendido siempre y con razón por huida.
En señalar los lugares alguna vez ha sido omiso el Trad. En
el lib. 47 § 149 omite el sitio en que S. Eloy fundó su convento
ó colegio de Niñas, que fue en Paris. Pero las mas veces los ha
señalado, aunque con tanta alteración que casi se desconocen.
A la Iglesia de la Santísima Virgen que llamaban en Constanti-
nopla de las Blaquernas llama de las Balchernas, lib. 46 § 12. A
la ciudad de Laon llama Lion y León lib. 46 § 42, 145. A Turs
unas veces Turón (§ 44 lib. 46:) otras Tour (§ 20 lib. 47.) A
Chalón, Scialon (§ 49 y 131, lib. 46) y Escialon (§ 104, lib. 46).
Por decir la Iglesia de Diocléa, dice: la Iglesia de Oclca, y de
Ocle (§ 54, lib. 46). Del Papa Bonifacio IV dice (lib. 46, § 108),
que (2) era hijo de Juan, Medico de la cmdad de Valeria en Mar si,
en lugar de decir: en el p ais de los Marsos, pues esto dice el Ita-
liano: ne' Marsi. Y aunque no lo dijera, debría no ostante enten-
derse. Porque de la ciudad que antiguamente hubo con silla
episcopal llamada Marsi, y de la que hoy hay en el Abruzo ul-
(1) Pag. 308. Questa época viene da loro chiamata egira, cioé persecu-
zione.
(2) Pag. 150. Bonifacio IV figliuolo di Giovanni medico della cittá di
Valeria ne' Marsi.
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 97
terior, no puede decirse que en ella estuvo la ciudad de Valeria,
sino en el pais de los Marsos pueblos de Italia junto al lago de
Celano, diversos de otros que había en la Gemianía y venció
Cecina, como refiere Tácito. A los Saxonés, y Anglo-Saxones los
nombra Sasoues y SalsoJies: Anglo-sasones, y Anglosalsones
(lib. 46, §§ 4, 84, 85, 87. sigg.) Al monasterio de Luxcuil llama
siempre como en italiano, de Lusonio.
Haciendo mención del Concilio de Huesca, la llama Huesear
añadiendo una letra: hablando de Egara, hoy S. Pedro de Terra-
sa, la llama Egar quitando otra: y á Gerona llama Girona mu-
dando otra; que es notable alteración en ciudades conocidas de
España, y en un solo §, que es el 23 del libr. 47. Refiriendo lo
que el cap. 1 76 del Prado Espiritual de Mosco habla de Asea-
Ion ciudad de Palestina, y de su Obispo Dionisio, la llama Es-
calona (§ 39 y 40, lib. 47). A Rúan, ó Roan llama Roueu (§ 25,
lib. 47).
A la batalla dada junto al lugar cilio de Domicilie (presso alia
térra di Domicilie) la cuenta dada en el pais de Dormeille (§ 47,
lib. 47). En el§ 85 del lib. 47 dicen el A. y el T. que Medina quiere
decir Ciudad del Profeta, significando en arábigo Ciudad solamen-
te;- pues cuando quieren llamarla del Profeta, dicen: Medinah al
Nabi (i). Para decir, que al Concilio de Reims concurrieron en-
tre los Obispos de otras provincias los de las cinco Lugdunen-
ses, dice: Los de las Leonesas (§ 99, lib. 47). A Surges en un
sólo § (que es el loo del lib. 47) llama Burges, Burgués y Bur-
gos. A la plaza del Buey que habia en Constantinopla, llama
en italiano la plaza del Boue (§ 1 1 5, lib. 47): y á la muralla
larga ó grande de la misma ciudad nombra tam. n en italiano
muro longo (§ 1 19, lib. 47).
Lo mismo que he dicho de los nombres de los pueblos y pro-
vincias, debe decirse de la equivocación con que pone los de las
personas. Porque unas veces les da nombres que no tienen, como
el Obispo de Egabra ó Cabra lo (§ 59 del lib. 47) Aniano, quando
(1) Pag. 308. Iatreb chiamata poco dopo Medina, cioé cittá del Pro-
feta.
I98 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
este es el nombre del Diácono Egabrense que en el Concilio II
de Sevilla refirió á los Padres el exceso de su Obispo, de quien
no consta el nombre en el canon 5-° de dicho Concilio, de donde
el A. y el T. lo tomaron equivocado.
Otras veces omite el Traductor los que trahe el original: v.g.
lib. 46, § 8, habla do la señora Gurdia y de su hija Teotista; y el
T. calla el nombre de la última. En el § 29 el original da el
nombre de Godescalco al yerno del Rey Agilulfo; y el T. se lo
quita.
Otras veces los deja en el traje y figura italiana. A Focas, Ni-
cetas, Raquis, Rotaris, Narsetes, llama siempre Foca, Niccta, Ra-
qui, Rotari, Narsete, cotra el genio y costumbre de nuestra len-
gua, que no capa las palabras. Dice Sccondo 6 Secuudino por vSV-
gnudo ó Segundino (§ 32). Fiorentino por Florentino (§ 5°)-
Ottato por Opiato (§ 66). Minóse por Minos (§92). Lupone, Gun-
zone, Adone, y Dadone por Lupon, Gunzon, Adon,y Dadon (§43,
136, 148). S. Eligió por S. Eloy (§ 149).
Otras veces los altera y desfigura; y esto frequéntemente. A
Teofanes llama Teofano (§ 21). A Launoi, Latino gio, y á Maim-
burg, Mariembnrg (§ 44). Citando los Monjes San Martanos, dice
los Monjes de S. Martin (§ 49). A Jaime Folquerio, escritor del
siglo iv, Jacobo Porquerio (§ 79). A Constantino Pogonato llama
Pabonato (§ 74 del lib. 47). Y (§ 1 8 1, lib. 47) al Rey Eurico, En-
rique; y por la raza de los Carlovingios dice de Carlovingio,
como si este fuera el nombre del tronco della.
También se equivoca en la explicación de las dignidades y
cargos antiguos. A quien el original llama Duque ó Capitán Ge-
neral, el Traductor llama Capitán 6 General (§ 5, lib. 46) como
si fueran nombres diversos. Al que nuestros Escritores llaman
Conde Espatario ó de los Espatarios, da el nombre del primero
de los Escuderos (§ 7); y al Curopalata, que es Mayo7'domo Ma-
yor, llama Gefe ó Mayordomo mayor (§ 7), como si Gefe fuera lo
mismo que Mayordomo mayor ó Curopalata. De San Juan Teleo-
nario dice (§35) lib. 47) que huyó porque no lo volviesen á su
primer empico de Sellador de moneda, en lugar de decir: arrenda-
dor ó administrador de rentas Reales; que esto significa Finan-
HISTORIA DE ESPAÑA. 1 99
ziere (i). Al Comandante del Ejército llama Conductor (lib. 47,
§ 1 3 1 ) porque es en italiano Condottier e .
Algunas antigüedades que debiera aclarar, las hace mas desco-
nocidas con las palabras que usa é inventa para explicarlas. Dice
(libro 46, § 115) que Sto. Tomás de Constantinopla fabricó el
gran Triclinio, que de su nombi'e se llamó Tomaite: dejando la
mayor parte de los letores en la necesidad de recurrir al latin
para entender que es Triclinio. Hablando (lib. 47, § 19) de Santa
Sopatra, dice que se celebra su fiesta asi en el Martirologio Ro-
mano, como en los Meneos de los Griegos, en lugar de Menologios:
aunque luego (§ 1 1 5) se arrimó algo mas á la verdad diciendo
Monologio. De la misma Santa dice que es lustre y ornamento de las
tablas eclesiásticas, por de los catálogos de los Santos. Dice el origi-
nal (§ 33) q ue á S. Juan Limosnero regaló un Noble doscientos
mil modios de trigo; y el Trad. sin .tomarse el trabajo de cotejar,
dice en general: doscientas mil medidas: que pueden entenderse
grandes, medianas, pequeñas: v.g. cahíces, fanegas, celemines,
quartillos, ó aludes. Refiere (§ 160, libro 47), que el Rey Sise-
nando por no privarse del vaso de oro que Aecio habia regalado
á Turismundo, dio á Dagoberto doscientos mil sueldos de oro, que
reducidos á nuestra moneda componen cerca de medio millón de
escudos Romanos. En donde llama el Trad. moneda nuestra á la
Romana, dejando los letores en casi la misma obscuridad, pu-
diendo con poca fatiga reducir la moneda de Roma á reales ó
maravedís, ya que no quisiese entrar en la dificultad de reducir
los sueldos de oro.
Pero parece que el Trad. no cuida tanto del bien de su patria
como el Autor del de la suya; porque Jiabiendo este en el § 171,
lib. 47, cotejado la moneda antigua de los Romanos con la mo-
derna de Florencia, en donde escribía, el Traductor por no ata-
rearse á hacer el mismo cotejo reduciendo ó la antigua Romana
ó la Florentina, á la Castellana, deja sin traducir mas de 1 4 li-
neas enteras. En lo cual es muy culpable: porque ademas de no
(1) Pag. 245, nella sua prima carica di Finanziere.
200 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ser fiel en la traducción, deja con este descuido los letores en la
ignorancia del valor de las monedas antiguas: cosa muy necesa-
ria, como él mismo y el Autor confiesan al principio del dicho §,
para entender la gravedad de las penas establecidas en las leyes y
monumentos destos siglos, de que habla. Inútil ha sido para que
el Trad. instruya sus letores, la docta fatiga de muchos naciona-
les que en todos tiempos han escrito con acierto sobre la reduc-
ción de las monedas antiguas. Mayor provecho nos han procu-
rado los mejores traductores nuestros, que no solo no omiten lo
que trahe el texto original, sino que con escrupulosa diligencia
notan ya en el cuerpo de la obra, ya en la margen, quanto puede
aclarar las antigüedades.
En el § 1/3 para explicar la prueba ó examen que se hacia en
aquellos siglos por medio del hierro encendido, usa destas nue-
vas y elegantes palabras: lo aspergiaba (l) con agua bendita... y de-
bía el acusado tomar en la mano el hierro rojo: en lugar de hierro-
enalbado, encendido, hecho ascua, que en italiano es rovente. En el
§ 178, cuyo epígrafe debe ser en castellano Escrituras públicas;
pone Cartas públicas (2). Y hablando en él de las formalidades
con que se celebraban los contratos, dice el original que el com-
prador de una tierra tomaba un puñado della &c. y esto se lla-
maba scotazione de la palabra alemana scot que significa tributo,
y el Traductor deja en su mismo ser italiano el scotazione, como
si no tuviera correspondiente en castellano. En el mismo §, á las
que el original llama manumisiones (3), llama el Traductor Le-
tras de cambio.
Pues de los muchos hechos que en traducción ó se varían, ó se
cuentan al revés de como los trae el original, solo pondré algunos.
Lib. 46, § 3, hablando de una carta de S. Gregorio á Teotista,
dice el original: parece que el Santo supone que esta gloriosa mu-
( 1) Pag. 396, aspergeva il ferro coll'acqua beneik-tta... l'acusato doueva
prendere in mano quel ferro rovente.
(2) Pag. 401. Carte publiche.
(3) P a g- 4° 2 i manumissioni.
HISTORIA DE ESPAÑA.
ger era como directora (i) de espíritu de la Emperatriz. Y el Tra-
ductor: era tan buena como su directora.
§ II, dice el original, que se sospechó que Comenziolo hubiese
de intento sacrificado el ejército (2): y el Traductor deja la cir-
cunftancia de haberlo hecho de intento.
§ 13. San Teodoro profetiza que después de la muerte de Mau-
ricio vendrán más desgracias, que nuestra edad no teme, no ima-
gina (3): y el Trad. dice: que nuestra edad 110 tiene presentes.
§ 15. Hablando Mauricio á su cuñado Filipico (4): he sospe-
chado de tu lealtad, y me has sido persona desagradable; traduce:
y ya me hallo pesaroso.
§ 43. El original (5), la iglesia de Autuu de que era Obispo el
venerable Siagrio, fue la que dio ocasión á S. Gregorio. Y el
Trad.: la iglesia de Autuu dio ocasión á S. Gregorio: dejándose
la importante noticia del Obispo.
§ 44. En lugar de decir que los violadores de un privilegio se-
rán descomulgados, si no procuran hacer condigna penitencia (6);
traduce: continua penitencia, que es pena mas grave.
El § 64, que comienza (7): Víctor que regía ó gobernaba la
iglesia de Palermo; traduce: que reynaba en la iglesia de Palermo.
§ 71 j pintando el deplorable estado de la salud de S.Gregorio,
dice el original (8): ni pudiendo ya la debilidad de su cuerpo re-
sistir á la fuerza del mal, ni vencer la violencia de sus dolores, y
traduce: no pudiendo mas resistir á la debilidad de su cuerpo por
la fuerza del mal, y exceder la violencia de sus dolores.
(1) Pag. 6, Pare, che supponga esser ella come la sua direttrice.
(2) Pag. 20, non senza sospetto d'essere stato a bella posta sacrificato
dallo stesso suo duce.
(3) Pag. 24, dopo di lui sopraverranno molto pui gravi sciagure, che
1' etá nostra non atiende.
(4) Pag. 26, ho sospettato della tua fedeltá, e mi sé stato aplacente.
(5) P a g- 7 1 . I a chiesa d'Autun, della quale era vescovo il venerabile
Siagrio, fu quella &c.
(6) Pag. 73, le lacrime d' una condegna penitenza.
(7) Pag. 99, Vitore, che reggeva la chiesa di Palermo.
(8) Pag. 108, ne potendo omai pui la debolezza del suo corpa resistere
alia forza del male, e superare la violenza de suoi dolori.
202 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
§ 98, dice el original que Focas era el blanco ó el objeto de la
divina venganza (i); y el Traductor: debía ser castigado de la di-
vina justicia.
§ 120, dice el original que (2) Eraclio juntamente con su mu-
ger Eudoxia, á quien antes habia declarado Augusta, fue coro-
nado por Sergio Patriarca de Constantinopla. Y el Tracl. tras-
torna así: fue coronado junto con su muger Eudoxia, á la que an-
tes Sergio Patriarca de Conftantinopla declaró Augusta.
§131, dice el A.: los Lo ngob ardo s por justo juicio de Dios co-
menzaron á padecer quantos males habían ellos causado á la infe-
liz Italia. (3). V el Traductor: empezaron á sufrir todos aquellos
males que cayeron sobre la infeliz Italia.
§ 144, dice el original: vio que las tropas de Clotario venían á
atacar su cuidad ed Seus (4). Y el Traductor: iban á tomar po-
sesión.
Lib. 47, § 17, señalando los primeros que engañó Mahoma y
se empeñaron en defender su doctrina, dice el original: estos fue-
ron Zeid su cunado y primohermano, y Alí, que después fue su
yerno casándose con su hija Fatima (5). Y el Traductor: estos
fueron Zeid su cuñado, y sobrino Alí, &c. en lo que comete la
falta de no poner por primohermano á Zeid, y la de hacer á
Alí su sobrino.
§ 133, explicando la patria y origen del Beato Pipino, dice el
original que los llaman gloria y ornamento délos Teutónicos, sien-
do tal por su linage, y por su nacimiento (6). Y el traductor: sien-
do tal por lengua ge, &c.
§ 169, hablando de las penas el original dice: que si el ofensor
(1) Pag. 140, era divenuto il bersaglio della divina vendetta.
(2) Pag. 165, su corónate, insieme colla sua moglie Eudocia da luí
prima dichiarata Augusta, da Sergio Patriarca di Constantinopnli.
(3) P a 8- I ^°' P er giusto giudicio di Dio cominciarono a soffrire tutti
que'mali che app irtati avevano all' iníelice Italia.
(4) Pag. 196, vidde le truppe di Clotario venire ad attacare la sua cittá
de Sens.
(5) P a 8- 221 - Questi íurono Zeid suo cognato e cugin germano, e Ali,
il quale divenne suo genero eolio sposar suafiglinola Fatima.
(6) Pag. 358, essendo tale per legnaggio, e per nazione.
HISTORIA DE ESPAÑA. 203
era persona libre, debía el ofendido contentarse con la composición
d que sus fuerzas alcanzasen (i). Y el Traductor dice que podía
contentarse: como si le quedase libertad para no hacerlo.
§ 172, dice el original que entre los Bárbaros el absolver, ó-
condenar las personas todo se hacia brevemente, sobre la marcha (2).
Y el Traductor: todo se practicaba estando todos presentes.
§ 163, dice el original que Teodosio y Justiniano /#r¿z formar
sus códigos se valieron del trabajo, ó lo hicieron por obra de los
mejores Jurisconsultos de sus tiempos (3). Y el Trad.: se sirvieron
de las obras de los mejores Jurisconsultos.
§ 173, ayunar y orar tres días (4), traduce: estarse tres dias
ayuno en oración: que es algo mas trabajoso.
Esta libertad del Traductor en alterar los pensamientos del
Original hace esperar, que suelto de la .dura ley de atarse á la
letra, usara de castizas y elegantes expresiones; pero no es así:
toda la obra está ílena de improprias y malas maneras de hablar,
de las que apuntaré algunas.
En la Dedicatoria á su Santidad para decirle con el Original
entre otras cosas, que tina generosa índole, un corazón tierno, un
genio agudo, eran las prendas con que lo adornó la naturaleza (5),
dice: una noble índole, un buen corazón, un ingenio agudo eran
vuestra herencia.
Dice mas abajo (6): la Historia eclesiástica, en la cual tuvisteis
tan grandes adelantamientos.
Para decir como el Autor conoce que no ha puesto primor
alguno por el cual merezca esta obra publicarse, dice: conociendo
(1) Pag. 392, se poi egli era una persona libera:: :doveva l'offeso con-
tentarsi di quella composizione, alia quale le fue forze potevano arrivare.
(2) Pag. 395, si assolveva, o condannava la persona, e tutto si faceva
quasi su due piedi.
(3) P a g- 385, nel compilare i loro codici si erano serviti delle opere
d' migliori Giureconsulti de' loro tempi.
(4) Pag. 396, passare tre giorni in digiuno, e in orazione.
(5) P a &- VI > una nobil índole, un cuor tenero, un spirito pronto, un in-
gegno acuto erano il vostro retaggio.
(6) Pag. xv, la Storia ecclesiastica, nella quale faceste giá si gran pro-
sressi.
204 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
que no he dado á esta obra alguna estimación que ¿a haga dig
na, &c. (i).
En el lib. 46, § I, por decir que San Gregorio habló proféti-
camentc, dice: habló de Profeta (2).
§ 4, á las personas devotas llama personas de bien (3).
§ 6, por les da el parabién, dice: se alegra con ellos; que es ale-
grarse en su compañía (4).
§ 9, por decir: se halló en peligro de morir, dice: se halló en
gran peligro de vida.
§ 13, dice: privados del numero de los vivientes por quitados, ó
muertos.
§ 65, y lib. 47 § 58, tr -ahe jus eclesiástico y jus del asilo, por
derecho.
§ 138, dice que el rio Trebia es célebre por la derrota que en
él consiguió Sempronio de las armas de Aníbal. Conseguir derro-
ta por recibirla.
§ 28, dice que Focas podría tomar una sonora venganza. § 3,
lib. 47, que Dios castigó los bárbaros con tina sonora venganza.
§ 41, lib. 46, castigos sonoros por ruidosa venganza, famosa, &c.
Y § 69, lib, 47 repite la sonora venganza.
§ 62, para decir que S. Gregorio se alegró de que muchos
volviesen á la Iglesia, dice: tuvo gusto... con el retorno que mu-
chos hacían a la Iglesia.
§ 73, en los elogios que S. Isidoro y Paulo Diácono forman
de S. Gregorio, traduce asi entre otras cosas: estuvo tan repleto
de la compunción del temor de Dios: este habitáculo del Espíritu
Santo. Y lib. 47, § 4, repletos de celestial caridad.
§ 120, dice: venía á desmembrar el imperio de sus mas bellas
provincias (5): como si el todo pudiera desmembrarse de las par-
(1) Pag. xvi, conoscendo di non aver dato a quest' opera alcun pregio,
-che la renda degna, &c.
(2) Pag. 2, Parlo il santo Pontefice da Profeta.
(3) Pag. 8, persone dabbene.
(4) Pag. ii, si rallegra con essi.
(5) P a 8- '66, venivá a smembrare dall' impero le piu belle provincie.
HISTORIA DE ESPAÑA. 205
tes: en el lib. 47, § 76, trahe bien: ¿as provincias desmembradas
del imperio.
§ 126, dice: si se quita el enemigo, también se quita la pugna:
por batalla, pelea.
En el libr. 4/ § 37, por una invasión ó irrupción (i) de los
bárbaros dice: una intrusión.
§ 93 1 P or el resumen de su vida dice: el restrito de su vida;
del ristretto italiano.
§ 96, para decir que es difícil que la insinuación (il cenno) de
tm Principe no se ejecute dice: no es difícil que la manifestación
de un Principe no tenga efecto (2).
§ 99, el canon 22 del Concilio de Rems que prohibe á los
Obispos vender los vasos sagrados só pena de la suspensión de
su oficio, lo refiere asi: en el 22 se prohibe á los Obispos la sus-
pensión de su oficio, si vendiesen los vasos sagrados (3).
§ 131, para explicar que á Dagoberto de una cuchillada le
rompieron la celada (4), dice: un golpe de espada le derribó la
celada.
§ 1 36, por mandó qtte le quitasen la vida, dice: mandó que in-
mediatam. u fuese privado del numero de los vivientes (5).
§ 141, ocurrió á la oración, por recurrió (6), y § 149 ocurrían
d su persona, por recurrían (7).
§ 149, para decir que S. Eloy se alimentaba de las sobras ó
relieves de la mesa de los pobres que recogía en su casa (8): se
mantenía con las reliquias que les sobraban.
(1) Pag. 248, un' incursione de' Barban .
(2) Pag. 321, era difficile ch' il cenno di un Principe non íoíse ese-
guito.
(3) P a g- 325, vien proibito a' vescovi sotto pena della sospensioni dal
loro uffizio il venderé i vasi sacri.
(4) Pag. 356, un copo di scimitarra che gli spezzó ía celata.
(5) Pag. 361, comando che fofse incon táñente messo a morte.
(6) Pag. 365, ebbe ricorso alia orazione.
(7) P a g- 37 1 , § 149. avevano a lui ricorso.
(8) § 149, pag. 372, si cibava de' loro avanzi.
20Ó BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
§ ióg, dice: Las leyes que dictó Dracon á los Atenienses, casi
á todo delito añadían pena de muerte', por imponían (i).
§ 172, si tenía el esófago tan largo que lo podía tragar, por
tan ancho (2).
8 175, por decir que las leyes tuvieron que poner remedio,
dice: tuvieron que poner reparos (3).
§ 1 76, trabajar en Dominica, por en Domingo.
Vea pues V. S. I. si podrán los letores sacar fruto de una tra-
ducción en que con tanta frequéncia se alteran y vician los nom-
bres de los lugares, de las personas, de las dignidades y cargos
antiguos: en que las antigüedades que se debían aclarar, se obs-
curecen y hacen por la mala explicación mas desconocidas: en
que se varían los hechos: en que todo se escribe sin elegancia y
sin propiedad de lenguaje: todo con tan, mala ortografía como el
proceso mas desaliñado.
Ni crea la Academia que todos estos defectos son del Ama-
nuense; ni espere que se corregirán por el Impresor, ó por la
revisión del Traductor: porque en los tomos impresos se hallan
los mismos descuidos, como seria fácil el mostrarlo, si no fuera
molesto y prolijo.
Esto es lo que deste tomo 1 de la Continuación de la Historia
del Cardenal ( )rsi se ha entresacado para que la Academia juz-
gue del mérito de la obra, y para que determine su publicación,
(') supresión, con la debida madurez que acostumbra. Madrid y
Octubre 23, de 1 772.
D. Miguel de la Iglesia Castro.
(i) § 169, pag. 391. Le leggi che dettó Dracone a gli Ateniesi, quasi
ad ogni delitto aggiugnevano la pena di morte.
(2) § 172, pag. 397, se egli aveva 1' esófago tanto largo da poterlo in-
ghiottire.
(3) § '75' P a §- 399> v ' dovettero mettere de' ripari.
II.
EPIGRAFÍA ROMANA DE ASTORGA.
Laudable ha sido y ha de ser la instalación de las lápidas
romanas en un local ó Museo público, á cargo y bajo la custodia
de los Municipios, de las ciudades ó villas, donde tan preciados
monumentos se descubrieren. Páginas auténticas y fundamenta-
les de la historia de los pueblos, el que así las conserva instru-
ye á sus moradores, y contribuye poderosamente al mancomu-
nado estudio de nacionales y extranjeros.
El Municipio de Astorga vio tiempo atrás, no sin sentimiento,
cómo no pocas de aquellas preseas monumentales, luego que se
descubrían se trasladaban á León, ó más lejos; y que las más de
aquéllas á las cuales no había cabido la misma suerte, corrían
peligro de menoscabo por estar expuestas al aire libre, algunas
con acceso difícil y conveniente, y todas sin clasificación metó-
dica. El deseo de proveer al resguardo de tan caras prendas de
historia patria las tuvo largo tiempo incrustadas por la parte de
adentro en un paredón, á uno y otro lado de las puertas de en-
trada del paseo público, cuyo nombre de la Sinagoga excita do-
lorosos recuerdos (i). Los más de los propietarios particulares
se retraían de ceder ó depositar las lápidas romanas, para que
así figurasen al descubierto; y los eruditos que daban cuenta de
ellas en país extranjero, por ejemplo el sabio Hübner, no podían
menos de reflejar en sus obras, leídas por todo el mundo, la in-
grata impresión que aquello les producía. Ahora ya es otra cosa.
Las lápidas, decorosamente expuestas en el Museo municipal,
van aumentando su número con los nuevos descubrimientos y
con la espontánea donación, ó depósito de confianza, que hacen
los propietarios de ellas; en términos que hay que reformar por
(i) Véase el tomo vu del Boletín, páginas 149 y 150. No se ha recogi-
do aún, que yo sepa, ningún monumento de la- que fué poderosa aljama
hebrea de NiVilDUN (Astorga).
208 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
varios lados las descripciones, interpretaciones y copias difun-
didas en todo el mundo sabio por el segundo volumen del Cor-
pus inscriptionutn latinarum.
A este nuevo estado se ajusta la Monografía intitulada Epigra-
fía romana de la ciudad de Astorga, que nuestro antiguo corres-
pondiente D. Marcelo Macías ha escrito y publicado en los nueve
números del Boletín de la Comisión de Monumentos históricos y
artísticos de Orense (i) desde el mes de Octubre de 1 901 hasta
el actual de Febrero de 1903. Teniendo á la vista los monumen-
tos originales, ó bien las más auténticas copias de algunos que
se han perdido, el Sr. Macías hace la reseña de 58 inscripciones
romanas, históricas de Astorga, casi todas halladas en esta ciudad,
lia tenido en cuenta todos los escritos de Hübner sobre el asunto;
ha examinado detenidamente en sus propios originales los epí-
grafes que se conservan, notando las dimensiones, cualidad, es-
tado, adornos artísticos y caracteres paleográficos; ha dado inter-
pretación y explicación sobria, clara y razonada de los letreros,
por manera que en adelante el Museo municipal de Astorga posea
sobre este ramo de la historia patria cumplido esclarecimiento.
Una inscripción insigne, que reflejaba el sincretismo del culto
romano-helénico á Júpiter, y del pérsico al Sol invicto Mithras,
en el decurso del siglo ni, se guardaba en el xvn en las casas de
Ayuntamiento de la ciudad, y desapareció en la nueva obra que
se hizo en el siglo siguiente (Hübner, 2634). Tres signos milita-
res; ó quizá tirsos, y dos medias lunas al uno y otro lado del signo
central, esmaltaban el exergo superior de la inscripción:
I(ovi) o(ptimo) m(aximo), \ Solí invicto, Libero | Patri, Genio
praetor(ii), \ O(uintus) Mamil(ius) Capitolinus \ iurid(icus) per
Flaminiam \ et Umbriam ct Piceuum, \ leg(atus) Aug(usti) per
Asturiam ct \ Gallacciam, dux leg(ionis) VII g(eminac) p(iae)
fe(licis), I praef(cctus) acr(arii) Sat(urni), pro sahltc \ sua et
suorum .
Con esta inscripción, lastimosamente extraviada ó perdida, da
principio el Sr. Macías á su reseña epigráfica. Expone discreta-
(1) Números 22 y 30.
epigrafía romana de astorga. 209
mente la significación é importancia de cada uno de sus incisos,
siendo muy de notar la explicación que hace del título de dux
«jefe, ó caudillo del ejército sin mando territorial. Este cargo,
creado á consecuencia de la separación de los dos órdenes civil
y militar, empieza á conferirse en el reinado de Septímio Severo,
y se le encuentra establecido ya de una manera general en el
año 237 (i). El carácter puramente militar de dicho cargo res-
ponde á la genuina significación de dux (d ducendo), jefe ó adalid
que guía al combate. En tiempo de Constantino llamáronse
duces (duques) los jefes militares que mandaban las tropas de una
provincia». Quizá revolviendo los legajos de escrituras que hayan
quedado, relativos á la obra de las casas de Ayuntamiento en el
siglo xviii, se podrá seguir la pista de tan codiciada presa, ave-
riguando el sitio donde fué á parar y se esconde.
No sería menos interesante el indagar el paradero que cupo á
la segunda lápida (Hübner, 2635), que reseña el Sr. Macías, y
que fué redactada en el siglo iv con estilo muy parecido al de la
primera :
I(ovi) o(ptimo) m(aximo) \ [Fab(ius)] Aco(nius) Catullí \ ñus,
vir consii | laris, praeses \ prov(inciae Callcciae, \ pro salute sua
| suorumque \ omnium posuit.
El examen ocular y atentísimo de la tercera (Hübner, 2643),
que se halla en el Museo municipal, y mide 0,85 m. de alto por
0,55 de ancho, ha procurado al Sr. Macías la ocasión de fijar la
lectura del nombre del dedicante de la lápida, Truttedius Cle-
mcns, proc(urator) Asturiae et Gallaeciae, á los Manes de su es-
posa Marrinia Prócula, y de inferir «de la elegancia de los carac-
teres que este epígrafe es probablemente del siglo 1». No indica
Hübner las dimensiones de la cuarta (2642), ni las de la quinta
(2638), que estuvo partida en dos pedazos, empotrados á bas-
tante distancia uno de otro en el paredón del paseo público, y
que ahora se ven convenientemente ajustados en el Museo mu-
nicipal. Ambas inscripciones son asimismo de gran precio; porr
(1) «Lampridio, Alex. 51. — Capitolino, en la Vida de Gordiano III,
habla también de duces honorati.»
TOMO XLII. 14
210 BOLETÍN de la real academia de la historia,
que en la cuarta se menciona Calpurnius Quadratus proc(urator)
Angustí, y en la quinta sale nombrado un saccj'dos Romae ct
Angustí ad I.ucum Aug(usti), flamen provincíac Hispaníae Cite-
rioris, trib(unus) mil(iium) kg(ionis) I Italicae. Por igual tenor,
en las demás que atesora la colección de Hübner, algo halla
siempre el Sr. Macías que retocar ó que añadir de verdadero
aprovechamiento. Véase, por ejemplo, cómo discurre acerca de
los cuatro primeros renglones de la inscripción sexta (Hübner,
2639): O(uiutus) Cumclhis \ Q(uhiti) [f(ilius) F\ab(ia) Cclcr
Brac(ara) \ v(ctcranus) [l\cg(ionis) II Ad(iutricis) h(ic) s(itus)
an(norum) LXXV. «Esta inscripción fué enviada por el insigne
Jovellanos á la .Academia déla Historia (5, 1817, p. xn), y dada
á conocer por D. José Ortiz, de quien la tomó Hübner. Estuvo
en una ventana de la escalera de la cárcel, donde la copió don
Eduardo Saavedra, valiéndose de una escala. Cuando se derribó
la cárcel, D. Andrés Martínez Salazar la vio entre los escombros,
y no contento con copiarla, logró del Alcalde que se la trasla-
dara á la Casa consistorial, donde se conserva (i). Mide 1,40 m.
de alto por 0,54 de ancho, y como se ve en la transcripción que
hemos hecho en vista del original, tiene una ranura que corre de
arriba abajo por el principio de losrenglones, hecha para adaptar
á ella la reja de hierro de la ventana. El ancho de la ranura es,
en todos sus puntos, de 0,052 m., y no hay en ella más espacio
que. para una letra del tamaño de las demás, de donde resulta que
en la línea 3. a debe leerse V • LEG, y no VET • LEG, como lee
Hübner».
«La línea 2. a es la única que ofrece alguna dificultad. El sabio
epigrafista berlinés, en vista de que la tribu de los Bracarenses
era la Ouirina, convierte el BRaC en BRIC, optando por una de
(1) A este ilustre astorgano y al erudito y concienzudo autor de la
Historia de Astorga, D. Matías Rodríguez Diez, mis muy caros amigos, se
debe el que hayan sido trasladadas á las Casas consistoriales las lápidas
que estaban en el paseo público, y que con ellas se guarden algunas otras
que han aparecido después, y que, gracias á la constante solicitud y dili-
gencia del señor Rodríguez, por cuanto pueda ilustrar y enriquecer la his-
toria de dicha ciudad no se han perdido».
epigrafía romana de astorga.
estas dos interpretaciones: Q. f(ilius) Fab(ia) Celer Bri\x(ia)\ ó
Q. f. A\rn(iensi)~\ Celer Bri[x(ello)\, pero es el caso que el epí-
grafe dice clarísimamente AB y BRaC, como leyeron Jovellanos
y Saavedra; y el que la tribu de los Bracarenses fuese la Qui-
rina no es, á nuestro juicio, razón bastante para enmendar la
inscripción en una de las formas que propone Hübner. Sabido
es que en el último siglo de la república, las tribus perdieron el
carácter geográfico, de circunscripción ó domicilio que habían
tenido desde un principio, para tomar el personal hereditario ó
puramente de familia. De aquí que, durante el imperio, la indica-
ción de la tribu no sirviese para otra cosa que para distinguirse
los ciudadanos romanos de los que no lo eran; y por eso tal in-
dicación vino á ser inútil, y muy rara vez se la encuentra en los
monumentos, desde que Caracalla extendió el derecho de ciuda-
danía á todos los habitantes del imperio. Bien pudo suceder,
pues, que Quinto Cumelio Celer fuese bracarense, y sin embar-
go estuviese adscrito á la tribu Fabia, como se declara en el
epígrafe» (i).
«Es de advertir que el poco espacio de la ranura solo con-
siente suplir la F de FAB; la otra F que debía seguir á la 0,
para expresar la filiación de Cumelio, no cabe allí, é indudable-
mente se la omitió al esculpir el epígrafe» (2).
En tan dilatado campo de observación y ejercicio no debe pa-
recer extraño que al Sr. Macías se puedan hacer algunos reparos
de escasa monta; pero que importa señalar, antes que en forma
de libro, con oportunos fotograbados se publique su trabajo tan
meritorio. En las inscripciones 14. a , 18. a , 19. a y 20. a (Hübner,
2656, 2646, 2656 y 2648) salen varios nombres griegos, sobre
los cuales no resplandece el limac /ador et mora de Horacio.
(1) Tampoco repugna, antes bien es cierto, que en varias ciudades de
España, por sucesiva colonización ó reparto de población romana, vieja y
nueva, cupiese doble, y aun triple, afiliación de tribus.
(2) No tengo por indudable la omisión. La primera Fpudo ser de me-
nor tamaño, como lo es la vocal de BRaC en la misma línea. También las
dos e/es pudieron atarse una con otra oponiendo sus dos trazos horizon-
tales y apoyándolos con elegante simetría en el único vertical y común á
las dos.
2 1 2 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
AuSij, 9<xu % uaaTá;, ^o'Swo?, ejcíxXtiois desvirtúan su ortografía; y lo que
peor es, en la 1 8. a Eustomus (VJaToaoc) cojea sonando Eustonus;
y en la 19. a óóo-.vo: (róseo) se expone por el geográfico 'Pooto; (na-
tural de la isla de Rodas). Tampoco apruebo que los nominati-
vos latinos de la 3. a declinación, terminados en o, como Senecio
(inscr. 13. a , Hübner, 2657) so traduzcan en romance, como si
fuesen de la segunda.
Como era justo, el Sr. Macías atiende con singular interés á
las inscripciones relacionadas con los estudios geográficos. La
25. a de su reseña (Hübner, 5662), que afortunadamente se con-
serva en las Casas consistoriales, ofrece un problema de resolu-
ción difícil. Es el cipo funeral de Cayo Pelgo Cámalo, de la
tribu Scaptia, hijo de Lucio, cuyas designaciones llenan con le-
tras grandes, pero no bollas, las tres primeras líneas. En las dos
siguientes está la dificultad. El Sr. Saavedra las copió 'de esta
manera:
/;/,/// VALER *EVEX
IIVI ANLVIHSS'
Hübner así:
4. a VALEREVEX
5. a VI-AN-LVIH-SE
El Sr. Macías atestigua que «en la 4. a aparecen separados
VALER y EVEX, como copió Saavedra, y en la 5- a no se dice
H'S'S como leyó éste, sino H'S'E, como rectificó Hübner, de
donde resulta que no se trata de dos difuntos, sino de uno solo».
Para bien plantear el problema, ya que sobre la lectura tan dis-
cordantes andan los pareceres, es necesario publicar la fotogra-
fía del monumento. Entretanto sospecho que el verdadero sen-
tido sea valer(iensis) ev(ocatus) ex \c\h(orté) VI, an(norum) L VI,
h(ic) s(itus) e(st). La cohorte sería la de los vigiles, ó quizá la
sexta pretoriana, y para sospecharlo me fundo en las inscripcio-
nes 2610, 5232 y 6087 de la colección de Hübner.
Atinado, nuevo y justísimo es el comentario que el Sr. Macías
ha hecho de la inscripción (Hübner, 2647) L(ucins) Cosconius
L(ucü) f(ilius) I Vallaten{s\s) augur \ h(ic) s(itus) e(st). S(it) t(ibi)
epigrafía romana de astorga. 213
t(erra) l(evis). « Vallata-», dice, «patria del augur Lucio Cosconio,
era la mansión más próxima á Astorga, de la calzada que partía
de esta ciudad, dando origen á las vías 32 y 34 del Itinerario de
Antonino; una de las cuales iba á Tarragona y la otra á Burdeos,
ó la Aquitania. Generalmente se la reduce á Villadangos, pue-
blo situado entre Astorga y León, en la carretera que une estas
dos poblaciones; pero en nuestra opinión no debió de estar allí,
sino en Villar de Mazarife ó de Manjarín, como le llaman los
paisanos, donde aún se conservan restos de la calzada romana.
Esta lápida es el único monumento epigráfico en que aparece la
mansión de Vallata.» Por mi parte añadiré, en comprobación
de lo asentado por nuestro docto correspondiente, que pertene-
cen al Ayuntamiento de Chozas de arriba, así Villar de Manjarín
como Vanuncia, y que en este último lugar (mal escrito Vanen-
za) fué probablemente sepultado Cosconio. Once inscripciones
de Astorga y de época romana, desconocidas á los lectores de
Hübner, reseña el Sr. Macías. Estimo que deben reproducirse en
el Boletín académico por el mismo orden con que han sido pu-
blicadas (36. a -43. a , 49. a , 52. a a, b) y el resumen de lo principal
del estudio que ha hecho acerca de ellas nuestro sabio corres-
pondiente.
1.
Rosetón.
Q_« VARIVS
REBVRRIF
MATERNVS
I SEVRRVS
TRANSMIN1
AN-XIIX
H • S • EST .
Es de granito, en buen estado de conservación; alta, 1,30 m.;
ancha, 0,70. La posee D. Leoncio Núñez en su casa de la calle
de la Catedral.
Quinto Vario Materno, hijo de Reburro, y fallecido en edad
214 boletín de la real academia de la historia.
de 1 8 años, fué de la gente de los Seurros, del convento jurídico
de Lugo, y natural de Transminio, lugar situado en el distrito de
aquella gente (Sciirbi de Plinio, Seooppoí de Ptolemeo), cuya va-
riante onomástica se depura por esta inscripción que corrige el
texto vulgar de Plinio. Ptolemeo asignó la ciudad TaXafiívT] por ca-
pital de los Seurros, nombre que se ha supuesto estar viciado, en
razón de que el Itinerario de Antonino coloca entre las estaciones
de Luco Augusti (Lugo) y Ponte Ncviae (paso del río Navia) la
estación de Timalino', mas los que esto creen no han observado
que son muchas las variantes del Itinerario (Timalino, Toma-
lino, Ticoalino, Tunalino), y que el trabajo principal consiste en
escoger y fijar la forma del verdadero nombre. Este parece que
fué Transminium, al otro lado del Miño ú oriente de la cuenca
del mismo río, respecto de la ciudad de Lugo. Esta es la primera
de las inscripciones españolas donde salen nombrados los Scti-
rros, en cuya comarca, y por ventura como capital, quizá debe
incluirse la villa de Sarria.
2.
Rosetón.
B A E B I V S
LATRO • NIG
RI-FVXAMA
IBA RCENS
1S- AN • XIII
HoSoE
«Cipo de granito, procedente de un derrumbamiento de las
murallas sobre el corral de una casa del arrabal de Rectivía. Re-
cogido por el Ayuntamiento fué llevado á las Casas consistoria-
les, donde se conserva. Mide un metro de alto por 0,49 de an-
cho, y el tamaño de las letras es de 0,08.»
Bebió Patrón, hijo de Níger, tenía 13 años de edad cuando
falleció en Astorga.
«La ciudad d<- Uxama Barca estaba en el país de los Autrígo-
epigrafía romana de astorga.
215
ncs (Ptolomeo, 2, 6, 53), y no debe confundirse con la Uxama de
los Arevacos, que figura en el núm. 1 6.°, apellidada por aquel
geógrafo 'Ap-yaTXat ó 'Apyika (2, 6, 56); y en algunas inscripciones
Argcla ó Argelorum, ó Argaela, Argaelorinn.-»
«Los Autrígones eran uno de los grupos ó familias en que se
dividían los Berones, que habitaban al Sudeste de los cántabros.
Estrabón los llama Allótrigas. Eran rivales de los cántabros y
aliados de los romanos, y su defensa fué el pretexto que Roma
buscó para declarar á aquéllos la guerra. Leovigildo dio el nom-
bre de Autrigonia á lo que hoy se llama Cantabria, cuando en el
año 579 dividió á España en nueve provincias. Úxama Barca co-
rresponde al lugar de Osma de Yaldegobia, partido judicial de
Anana, en la provincia de Álava.»
«Este epígrafe es tanto más interesante, cuanto que en la co-
lección de Hübner solo hay otro en que se haga mención de
Úxama Barca, encontrado junto al pueblo de Quintanilla de las
Viñas, cerca de Lara de los Infantes, provincia de Burgos.»
La inscripción de Quintanilla (Hübner, 2854) °t ue estaba em-
potrada en la ermita de Nuestra Señora de las Viñas, debería ser
reconocida por la Comisión de Monumentos de Burgos. Sus co-
pias difieren, pero convienen tanto entre sí como con la nueva
inscripción del nombre geográfico Uxama Ibarca. Con esta for-
ma epigráfica parece que puede rectificarse, ó por lo menos ex-
plicarse la de Ptolemeo: : J;a¡i.a Bápxa.
La raíz Ibar con la significación de vega, valle, ó llanura ribe-
reña, se encuentra en muchos nombres geográficos del país
vasco-navarro.
D M
S V L P I C I O
P L A C I D I N O
AN«LV- SVLPI
CIVS« MESSoR
PATRONO «OPTI
MO • F • C •
2l6 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
«Esta lápida de mármol gris fué encontrada al rebajar la mu-
ralla, con el plausible intento, aún no realizado, de convertirlo en
hermoso paseo desde el jardín hasta el amplio solar del antiguo
castillo. Apareció partida en dos pedazos, uno de los cuales se lo
llevó un labrador del arrabal de San Andrés, y el otro un ve-
cino del de Rectivía. Habiendo visto uno de ellos D. Matías Ro-
dríguez, no solo averiguó el paradero del otro, sino que, con celo
digno del mayor aplauso, procuró que el Ayuntamiento los re-
cogiera y trasladara á la Casa consistorial, donde se conservan.»
«Mide 1,05 m. de alto por 0,66 de ancho; el tamaño de las le-
tras es de 0,07, y los puntos son triangulares. En la parte infe-
rior vense muy bien esculpidos y agrupados con arte un casco
con cimera de crines y cola flotante, dos lanzas y una espada; á
un lado un peto y al otro un escudo, y en los extremos dos ja-
rroncitos, de los que salen sendos tallos ondulantes, formando
sencilla greca de hojas en relieve, que sube por uno y otro lado
del epígrafe hasta la parte superior, hoy mutilada. El casco y el
peto figurados en la lápida indican que Sulpicio Placidino fué jefe
militar; pues solo los centuriones y jefes militares llevaban casco
coronado por un penacho, ó con cimera de crines y colas flotan-
tes; y desde la reorganización del ejército en tiempo de Camilo,
solo algunos jefes usaron la coraza de dos piezas, peto y espaldar;
la de los simples legionarios estaba formada de láminas metáli-
cas, y se llamaba lorica segméntatela
4.
D M
IVNIÁE • BLAESIL
LAE • ANN • XX
IVL1VS' OCVLATI
VS«VXORI«
PIENTISSIMAE
«Pequeña lápida de 0,42 m. de alto por 0,27 de ancho, ex-
traída de la muralla el año 1 895, y conservada en el Ayunta-
EPIGRAFÍA ROMANA DE ASTORGA. 2 I 7
miento. La parte superior afecta la forma de frontón con una
roseta á cada lado.»
Contribuye este epígrafe á fijar la dudosa lectura del epígrafe
5741 de Hübner, que se halló á orillas del río Pilona, y se con-
serva en Villamayor, del partido judicial de Infiesto (Asturias).
TI -1VLIO' VEGETO
SAB1NVS«L1B
«Lápida de mármol, de hermosos caracteres, de la época an-
toniniana. Tiene 0,80 m. de largo por 0,30 de alto, y el tamaño
de las letras es de 0,07. Fué extraída del cimiento de uno de los
cubos de la muralla, y llevada á la Casa consistorial, donde per-
manece.»
Quizá no fué sepulcral, sino puramente honorífica, y dedicada
por el liberto Julio Sabino al pie do la estatua de su patrono,
cuyo prenombre parece que deba leerse Ti(bcrio) mejor que
T(ito).
6.
Rosetón.
D1S • ¡A
T-SEp-MARTIALI
p • SEp- BERVLLA • MARITO
PIENTISSIMO
AN-LXXXV'H-S'E
«Esta lápida fué extraída de la muralla y utilizada para umbral
de una puerta en la planta baja del Seminario. Allí estuvo hasta
hace poco que reparó en ella el docto canónigo D. Antonio Ber-
jón, y con muy plausible acuerdo hizo que se la colocara de la
manera más conveniente en una pared del jardín de dicho esta-
blecimiento. Mide 0,83 m. de alto, por 0,58 de ancho. Sobre el
epígrafe hay un bello rosetón encerrado ontre dos líneas quo si-
2l8 BOLETÍN Dli LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
muían un frontón, adornadas por la parte exterior de rayitas, y
completan el decorado dos hojas como de yedra y dos á modo
de corazones en la parte exterior.»
El Sr. Macías aprovecha la ocasión de advertir acerca del cog-
nombre de Septimia Berulla, cómo éste «se deriva de la voz
griega [fypuXXos», en castellano berilo, pero de género femenino en
griego; y cómo aparece en las inscripciones 2233, 3599 y 6006
de Hübner. La V que precede al nombre Scp(timia) no es pre-
nombre, sino primera letra, ó sigla, de p(osuit).
7.
D M
IVL*
AM-f-MAE
MAT"
SANCTIS
SIMAE MIN
CIRI FIL
«Lápida de mármol que se conserva empotrada en la fachada
de una casa de la calle de San Marcos, del arrabal de San An-
drés, sirviendo de antepecho de una ventana. Mide 0,73 m. de
alto por 0,6l de ancho; decoran la parte superior dos rosetones,
y la inferior está mutilada. Ofrece este epígrafe la particularidad
de que la mayor parte de las aes y emes presentan la misma
forma que tenían en la escritura cursiva, mientras que algunas
otras y las enes llevan en los extremos superiores, achatados, las
rayitas ó cuernecitos con que aparecen frecuentemente adorna-
das, á partir de Diócléciano.»
Compara el Sr. Macías el sobrenombre Anima de la difunta
con otros ejemplos del mismo que se notan en las inscripciones
de Eria y Palencia. Con él pueden relacionarse el éuscaro ama
(madre), el 1 astellano ama (nodriza) y el latino amita (tía); y á
l,i misma idea corresponde el dictado mat(ri) sanctissimac, que
epigrafía romana de astoRga. 219
se atribuyo á Julia Amma, antes de expresar su filiación Miníicii)
Ciri fil(iac). Análogo á este último es el nombre de Minicia
Atta, que se desprende de una lápida sepulcral descubierta en
León (Hübner, 2684, pág. 9 1 3), también quebrada por su parte
inferior, donde seguramente se lee:
d o m s
MINICIE
ATTEANNO
RV XXXI PO
Este letrero leonés, atendida su forma paleográfica, se reduce
al siglo m y iv. Quizá fué cristiano, como el que vamos exami-
nando de Astorga. La cruz marcada en el cuerpo de la inscrip-
ción, ó en la mitad de su frente, caracteriza los antiguos epita-
fio^ cristianos de la región galaica, hallados en San Pedro de
Arcos y en San Eusebio de la Peroja (i). La misma cruz, acom-
pañada más tarde del a y «, ó sustituida por el crismón, califica,
ó mejor dicho cristianiza las siglas D(is) M(anibns) dándoles di-
verso sentido (2) que explican otras, por ejemplo D(eó) M(agno),
B(onac) M(emoriae). Era natural que los primitivos fieles indica-
sen su esperanza de la resurrección final, anunciada por Job y
prometida por Jesucristo, con arreglo á la doctrina del apóstol
San Pablo, en su epístola á los Romanos (xiv, 8): Sive cnim vivi-
mas. Domino vivzmus; sive viorimnr, Domino morimnr. Aclara-
rán la cuestión otras inscripciones, menos dudosas, que real-
mente provengan de la primitiva cristiandad de Astorga, harto
numerosa y floreciente en la segunda mitad del siglo 111.
(1) Boletín, tomo xlii, páginas 136 y 141.
(2) Le Blant, Inscriptions cliréticimes de la Gaulc, núm. 321 B. 361-362,
470 B, etc. Paris, 1856. — Al entrar en prensa este informe recibo carta
del Sr. Macías, fechada en 20 de Febrero, donde atestigua que el signo de
la cruz en la inscripción astorgana no es adventicio, y que su palo de cruz
latina no es perpendicular, sino inclinado hacia la derecha.
220 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
8.
D-M
SIMILIAVGVSTORVM
NOSTRORVERN...
VIXIT- AN • X...
«.D(is) M(anibus). Simili Augustorum nostror(imi) vern\ac. \
Vixit an(nos) X...
«Cipo marmóreo de 0,46 m. de alto por 0,45 de ancho, muti-
lado por la parte inferior, que probablemente contendría el nom-
bre del dedicante. Apareció en el derribo del trozo de muralla
contiguo á la casa de la calle de la Catedral, de mi amigo don
Leoncio Núñez, que la guarda con las otras dos que ya hemos
reseñado. A juzgar por las letras, que son del siglo 111 ó iv, los
Augustos á que se alude en el epígrafe tal vez sean de la época
de la Tetrarquía. Sabido es que se le llamaba vcrua al esclavo
nacido en la casa de su señor.»
El esclavo Símilis nació probablemente en alguna casa ó finca
de la comarca de Astorga, patrimonio de la Casa imperial, admi-
nistrado por el empleado ó dispensador de los Césares entonces
reinantes, el cual erigiría el monumento. Conforme á esta expli-
cación procede la de otro epígrafe de Astorga, reseñado por
Hübner bajo el número 2645: D(is) M(anibus) \ Augustalis \ ser-
vi fide I lissimi \ Ltipianiis Aug(usti) disp(ensator).
9.
Anillo gnóstico de oro con inscripción griega. De este objeto
preciosísimo he dado ya cuenta á la Academia (i).
(1) Boletín, tomo xlii, páginas 80 y 144-153. En la 80, lín. 23, y en la
153, lía. 31, se deslizaron respectivamente <1<>s errores de imprenta: xa
por aa. y cü; por z\:. En la 151, linea 8. a , donde se da el nombre 'AvOtJXioí
por equivalente del número 378, se me pasó el advertir que tampoco es
improbable ■ ra combinación como sería Tó U {¿a É ó la ogdóada), con-
trapuesto al Tó A y Tó Q del Apocalipsis.
epigrafía romana de astorga.
10.
«En 1867, al desembrozar ele orden del Ayuntamiento parte
del alcantarillado romano de la ciudad, aparecieron, entre otros
objetos, una mano colosal de bronce (i), dos pequeños toros, ó
cosa parecida, del mismo metal, en mediano estado de conserva-
ción, un denario de la familia Egnatuleia y monedas de cobre de
algunos emperadores; un ágata de anillo con grabado de lo más
fino, representando un guerrero, y varios fragmentos de vasos
de barro. El Gobernador civil de la provincia (2), que á la sazón
se hallaba en Astorga, se llevó á León los objetos encontrados,
excepto los fragmentos de cerámica, que recogió mi querido
amigo el Sr. Martínez Salazar. En uno de éstos se ve un conejito
muy bien figurado, y en otros dos sendas marcas ó estampillas,
que dicen así:
EXOF'VL /// ANI
Ex of (fiema) de UL{pi]ani.
De la oficina de Ulpiano.
PAT-TR
Otro alfarero de aquel mismo nombre (Ulpiano) aparece en
otra estampilla encontrada en Villafranca de los Barros (Hüb-
ner 6257 216), Fita, B. de la A, t. xxv, p. 55).»
La estampilla, descubierta en Villafranca de los Barros, omite
la preposición ex; la de Astorga, designada por el Sr. Macías con
la letra «b», tiene puntos de semejanza con la de Tarrago-
(1) Compárense los fotograbados de otras manos epigráficas, insertos
en el Boletín académico, tomo x, pág. 242; xm, 329.
(2) D. Manuel María Rodríguez Monge. Su hija y heredera, doña
Carmen, que reside en Madrid (calle de la Flor baja, 2), no conserva nin-
guno de estos objetos; los cuales fueron en buena parte cedidos á D. Ri-
cardo Velázquez Bosco, hoy individuo de número de la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando.
222 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
na (4970 504) T-PÁTERNI y la de Cartagena (6257 193)
P-TER.
Finalmente, con buen acuerdo ha ilustrado el Sr. Macías su
doctísima disertación con un apéndice de seis inscripciones no
inéditas, pero insignes y directamente relacionadas con la ciudad
de Astorga. Da remate ;í este apéndice una noticia, que segura-
monte apreciarán ó tendrán en mucho los continuadores de la
obra inmortal de Ilübner:
«Cuando en el pasado mes de Septiembre (i) me hallaba
en Astorga ocupado en la investigación y estudio de los monu-
mentos epigráficos recientemente descubiertos, mi querido ami-
go, el laureado escritor gijonés y meritísimo jovellanista D. Julio
Somoza, me notició lleno de júbilo dos felicísimos hallazgos lite-
rarios, hechos en Gijón, de extraordinario interés para la epigra-
fía española: el de una copia, sacada en la biblioteca de la Uni-
versidad de Salamanca por Jovcllanos y su secretario D. José
Acevedo Yillarroel, de una obra inédita del insigne obispo de
Segovia (2), D. Diego de Covarrubias de Leyva, titulada Enchiri-
dion (3) — y no citada por Nicolás Antonio ni otros bibliógra-
fos — que contiene un tratado de Epigrafía española con 1 56
epígrafes, y algunas disertaciones sobre varios puntos de erudi-
ción; y el de la mayor parte de los MS. de Jovellanos que se
creían perdidos, y que con otros muchos papeles que le perte-
necieron, estaban arrumbados en un desván.»
«Entre éstos hay un legajo de Lápidas é inscripciones, la ma-
yor parte de Galicia, 12 pertenecientes á Astorga, que mi buen
amigo se apresuró á remitirme. Por fortuna las 12 existen aún,
é indudablemente fueron copiadas del original, puesto que por
aquel entonces ninguna de ellas había sido publicada, siendo muy
extraño que entre dichos epígrafes no figure el de Q. Ciimclins,
(1.) 1902.
(2) Años 1 564- 1 577. Antes lo lué de Ciudad-Rodrigo (1559- 1564).
(3) Ceún indicó que el original del Enchiridion fue encontrado por
Jovcllanos en el Colegio mayor de San Bartolomé de Salamanca.
EL CASTILLO DE VIVERO.
n. 6 de esta colección (i), pues consta que Jovellanos envió
copia de él á la Academia.»
«Las transcripciones á que nos referimos solo difieren en tal
cual letra de las que aquí publicamos; pero en la de Procidus
Tritalicum, n. 16 (2), vense, á manera de siglas rituales, E • M • C,
y allí no hay, ni se conoce que haya habido jamás semejantes
letras. La interesante lápida Memmius Barbaras (3) aparece ya
partida en dos pedazos, y el epígrafe C ■ Pelgus, n. 25 (4), tan
difícil de restaurar con seguridades de acierto, estaba por en-
tonces tan borroso y deteriorado como cuando lo copiaron
Hübner y Saavedra.»
Hübner citó y manejó la obra epigráfica de D. Diego de Co-
varrubias, titulada Enckiridion, y transcrito asimismo por Jove-
llanos (5). Poseía este ejemplar D. Valentín Carderera; y de su
cotejo con el que ha descubierto D. Julio Somoza pueden resul-
tar enseñanzas útiles.
Madrid, 13 de Febrero, 1903.
Fidel Fita.
III.
EL CASTILLO DE VIVERO.
La Comisión provincial de Monumentos de Lugo solicita del
Gobierno que sea declarada monumento nacional una artística
puerta de la villa de Vivero, puerta llamada, sin duda por su as-
pecto, el Castillo.
Consta la construcción de un plano cuadrangular de dos cuer-
(1) Hübner, 2639. La extrañeza puede cesar, dado caso que el legajo
se escribiese antes que Jovellanos hiciese reparo en esta inscripción.
(2) Hübner, 5077.
(3) Hübner, 2638.
(4) Hübner, 5662.
(5) Corpus inscriptionuvi laiinarum, vol. 11, pág. xi, núm. 20. Berlín, 1869.
224 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
pos principales que separa una imposta de molduras, y está flan-
queado por dos cubos á manera de columnillas de ligeras bases
y anillos que rompen un poco la monotonía de su altura. En el
primer cuerpo se abre la puerta, de arco rebajado, con jambas
é intradós de baquetones, y con grandes dovelas de cuña que
contribuyen á hacer más aparente este ingreso sobre el para-
mento general de la muralla, compuesto de no muy perfecta
sillería. En la parte superior de los vanos de este muro, bajo la
imposta horizontal, hay dos escudos de armas que se apoyan en
resaltos de sencillo perfil y que campean entre dos medias co-
lumnillas abalaustradas.
Análoga es la decoración del segundo cuerpo, cuyo centro
llena un gran escudo con las armas imperiales, encuadrado por
una moldura en la base, medias pilastras esculpidas en ambos
lados y acabando en su parte superior por un frontón roto por
cierto busto con corona que sale del tímpano. Cuatro placas con
bustos en relieve completan esta decoración.
Corona toda la obra un antepecho ó barbacana con saeteras,
de la que surgen tres torrecillas cónicas á manera de garitones
volados, cubiertos á su vez por cuerpos cónicos de airosos re-
mates. Seis merlones con saeteras y bustos guerreros en su cima
completan el aspecto militar de la puerta.
Compréndese por esta breve descripción, aun sin advertir que
las labores esculpidas no son de ejecución primorosa, y recono-
ciendo las buenas proporciones del conjunto, que se trata de un
monumento interesante digno de aprecio, y sobre todo de. cui-
dadosa conservación. Pero también se advierte que no es obra
preeminente, ni como defensa militar donde se contengan pro-
blemas de fortificación de singular rareza, ni tampoco modelo
perfecto de arte. No se ve en ella la coexistencia de elementos
arábigos, románicos y bizantinos que la Comisión de Lugo descu-
bre, con entusiasmo que induce á error, y solo domina con ex-
clusivo imperio el carácter propio del Renacimiento español y no
en circunstancias tan extraordinarias que hagan de la puerta del
puente de Vivero obra única ó excepcional.
En otros informes, y con el asentimiento de la Academia, he
EL CASTILLO DE VIVERO.
225
mantenido el criterio de que, aun siendo de efectos casi ilusorios
la declaración de monumento nacional, solo debe hacerse en favor
de aquellos que por sus esclarecidos recuerdos y por sus relevan-
tísimas circunstancias artísticas salen de la linea común. O aquella
declaración honorífica significa algo, tenga ó no transcendencia,
ó es menester escatimarla para atribuirla en casos muy especia-
les, pues si alcanza á los comunes no reportará estimación posi-
tiva ó llegará á ser ineficaz del todo. Aplicando estos principios
al caso presente, la puerta de Vivero no puede obtener dicha
declaración, que todavía no han logrado monumentos de mérito
é importancia muy superiores.
Mas, como según da á entender la Comisión de Lugo, puede
ocurrir que por impulsos de la ignorancia ó- por intereses parti-
culares cualquier mal pensado acuerdo municipal hunda la pi-
queta en aquel artístico monumento, conviene que se encargue
á dicha Comisión de que esté alerta con nunca dormida diligen-
cia para que no se justifiquen sus temores ahora ni después, acu-
diendo en caso de peligro á los medios que la ley establece para
impedir un lamentable desafuero.
Por lo expuesto, tengo la honra de proponer á la Academia:
I.° Que represente al señor Ministro del ramo que no proce-
de la declaración de monumento nacional á favor de la puerta
del puente de Vivero.
2.° Que se estimule el celo de la Comisión de Monumentos
de Lugo para que, empleando los medios que la ley concede,
evite cualquier acuerdo municipal, si se tomase, que perjudique
la conservación íntegra de dicha construcción.
A la Real Academia someto este dictamen para que resuelva
lo más acertado.
Madrid, 27 de Febrero de 1903.
Juan Catalina García.
tomo xlii. 15
VARIEDADES
i.
UN SARCÓFAGO CRISTIANO DEL SIGLO V.
En la colección manuscrita de inscripciones recogidas por el
erudito benedictino P. Juan Sobreyra, que se conserva en la bi-
blioteca de la Real Academia de la Historia, aparece una, inte-
resantísima por muchos conceptos, encontrada cerca de la igle-
sia de San Eusebio de la Peroja, feligresía perteneciente al Ayun-
tamiento de Coles, en esta provincia. Incluyóla Hübner en sus
Inscriptiones Hispauiae christianac , en donde figura con el nú-
mero 137, añadiendo, con referencia al P. Sobreyra, que se
conservaba en casa de D. Francisco Feijóo, señor del Bamio.
Desde fines del siglo xvm, en que debió tener lugar el hallazgo
de este importante monumento, perdióse por completo su me-
moria, hasta que vio la luz en el catálogo del sabio berlinés. Pos-
teriormente, el ilustre académico P. Fidel Fita lo reprodujo en
un notable trabajo que publicó en su número de Diciembre de
1902 el Boletín de la Real Academia de la Historia, en el cual
su autor solicitaba nuestra atención, excitándonos á indagar su
paradero.
No se había perdido, por fortuna, tan curiosísima inscripción,
como otras muchas que han desaparecido para siempre por el
escaso celo que España muestra en conservar estos monumen-
tos, no obstante depender de ellos en gran parte el que algún
día puedan disiparse las nubes que envuelven y ocultan á nues-
tra vista importantes sucesos de su historia. En la casa solariega
del Bamio, donde primero fué recogido y depositado el sarco-
UN SARCÓFAGO CRISTIANO DEL SIGLO V.
227
fago, perseveró hasta que, recientemente , nos hizo generoso do-
nativo de él, para nuestro museo, su actual poseedor el ilustrado
médico y diputado provincial D. Segundo Feijóo Montenegro.
Xo es, como asegura Hübner, una lápida sepulcral, sino un
sarcófago de granito, toscamente labrado, que mide 2,09 m. de
largo por 0,52 m. de ancho y 0,45 m. de profundidad (i). El
hueco interior, ya que no tenga la forma antropoide, tan frecuen-
te en los siglos xi y xu, ofrece, sin embargo, un espacio semicir-
cular para la cabeza. Hacia el lado^de ésta, y en la cara anterior
del sarcófago, hay la inscripción que reproduce el fotograbado
siguiente:
Avito en j" (Cristo}) murió á la edad de 27 años.
Hay, como se ve, entre la copia de Hübner (2) y el original
algunas diferencias, entre ellas el número de años, que es de 27 y
no 37) y la palabra abreviada ANN, que en el epígrafe es ANNI.
Califica Hübner esta inscripción, como es natural, de edad in-
cierta, pero la supone del siglo vm ó quizá más reciente. Aumen-
(1) En carta del 22 de Febrero último me escribe el Sr. Vázquez Núñez
que el sarcófago «no tiene tapa». ¿La tuvo?
(2) No hay que olvidar que es la del P. Sobreyra. Su equivocación en
la lectura del xxvn, hace sospechar si por ventura el IN, que leyó, estaba
entonces tan oscuro é indeciso como ahora. Los trazos remanentes, como
ya lo indiqué (Boletín, t. xlii, p. 142), permiten que se lea f(a)m(u)l(u)s
Ch(risti).
228 'BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
tarín su importancia si así fuese, atendiendo á los escasos que son
los epígrafes sepulcrales de esta época, hecho fácilmente expli-
cable por el estado de honda perturbación de la España cris-
tiana, poco menos que aniquilada por la invasión agarena, y en
continua intranquilidad é incesante guerra con los enemigos de
su fe. Tan escasos son, que en los 535 catalogados por Hübner
no encontramos, salvo algunos epitafios de personajes de alcur-
nia real, más que ocho pertenecientes á los siglos vin y ix.
Ignoramos las razones que hayan movido al sabio epigrafista
á fijar en el siglo vm la fecha en que fué grabada la inscripción
de Avito; pero, sean éstas cuales fueran, tenemos forzosamente
que disentir de sij opinión; y aunque no sea esta la vez primera,
lo hacemos, sin embargo, con el temor consiguiente, por el pro-
fundo respeto que á todos inspira la abrumadora autoridad del
que consagró su vida entera á ilustrar las antigüedades ibéricas.
Sirve de disculpa á nuestra audacia, en primer lugar, que Hüb-
ner no logró ver este monumento ni otro alguno de la provin-
cia, porque la única vez que trató de visitarla en 1 88 1, al llegar
á Orense el día 15 de Septiembre, como preguntara por el ilus-
tre escritor D. Juan Antonio Saco, única persona de la ciudad
con quien entonces sostenía relaciones epistolares, supo la terri-
ble nueva de su fallecimiento, ocurrido aquel mismo día. Suceso
tan triste fué causa de su inmediato regreso, privándole de in-
vestigar nuestras inscripciones, sobre las que hubiera derramado
la viva luz de su claro ingenio.
No tuvo, pues, Hübner más datos á la vista para fundar su
presunción que la copia del epígrafe, tomada de los manuscritos
de Sobreyra. Esto solo, sin embargo, bastó al P. Eita, en su tra-
bajo ya citado, para atribuir al siglo iv ó mediados del v la fecha
de la inscripción. Lo mismo pensamos nosotros, y vamos á ex-
poner las razones que sirven de base á nuestra opinión.
Es ciertamente difícil atribuir, con probabilidades de acierto,
una fecha á las inscripciones que carecen de ella, pero no tanto
que no se pueda por medio de estudios comparativos y lógicas
deducciones llegar á fijarla, las más de las veces con diferencia
de pocos años. Los excelentes trabajos de los insignes epigrafis-
tas cristianos de Rossi y Le Blant, y el método cuyo descubri-
miento es común á ambos, son el más seguro guía para cuantos
quieran dedicarse con provecho á este linaje de estudios.
Lo primero que ocurre al tratarse de epígrafes pertenecientes»
UN SARCÓFAGO CRISTIANO DEL SIGLO V. 229
á los primeros siglos -del Cristianismo es comparar las inscrip-
ciones gentílicas con las cristianas. Las primeras comenzaban
casi siempre con la invocación á los dioses Manes y contenían
los nombres del muerto (praenomen , nomen y cognomen), los
de su padre, edad, profesión, patria y otros muchos detalles. Du-
rante algún tiempo siguieron los cristianos este mismo formula-
rio, pero pronto lo fueron modificando y formándose un estilo
propio en armonía con sus nuevas creencias y modo de ser. Em-
piezan, como es natural, por suprimir la invocación á los Manes,
sustituyéndola por símbolos cristianos, tales como el crismón(l),
el pez místico, el ancla, la paloma, la cruz. Paulatinamente van
desapareciendo casi todas las circunstancias que figuraban en las
leyendas paganas. La patria del cristiano es el cielo; su única
familia, Cristo; sus honores, profesión y condición social, cosas
perecederas que no merecen citarse. Los tres nombres que ge-
neralmente distinguían al ciudadano romano son reemplazados
por uno solo, y éste, con un símbolo que acreditase la fe del
muerto y la indicación de su edad, constituyeron casi en abso-
luto los datos esenciales que figuraban en los epígrafes cristia-
nos hasta el siglo v próximamente.
Desde esta fecha sufren importantes modificaciones. Una de
■ellas es la de señalar la fecha de la muerte, lo que no. se ve nun-
ca en los epitafios de los paganos, por el profundo terror que les
inspiraba el día fatal, mientras que para los fieles, morir era na-
cer en la vida eterna. Desígnase á los muertos con las expresio-
nes famulus Dei, famulus Christi, que vienen á reemplazar á la
■de la condición social, que no existe para el verdadero cristiano,
el cual no es libre ni siervo sino en Cristo, como dijo S. Pablo:
«Qui enim in domino vocatus est servus, libertus est Domini; si-
militer qui liber vocatus est, servus est Christi» (2). Finalmente,
empiezan á usarse las fórmulas: Hic jacet, hic requiescit, requies-
cit in pace, requievit in Domino, recessit, rccessit fide Dci, mor-
tuus est, sepultas est, etc.
Expuestas estas breves consideraciones que hemos creído in-
(i) En una inscripción del año 295 (De Rossi , Tnscriptiones clirisiianac
iirbis Romae, t. 1, n. 20), elay w están disimulados de esta manera: VIRGO
MOR[TjVA ES TVSw ET A | NVLLINO CONS = Virgo mor[t]ua es(t)
Tus Ico) w ct a (A)nullitio C07is(ulibus). — F. F.
(2) Epístola I á los Corintios, cap. 7, v. 22.
230 boletín de la real academia de la historia.
dispensabas, concretémonos al estudio do la inscripción que nos:
ocupa. Desde luego, su misma concisión sirve á la vez para indi-
carnos que su antigüedad es grande, pero no tanto que deba-
mos ir á buscarla más allá del primer tercio del siglo iv. Xo con-
serva ya este epígrafe ninguno de los elementos esenciales en
los del paganismo, los cuales siguieron siendo frecuentes hasta
algún tiempo después de la paz dada á la Iglesia por Constanti-
no el Grande.
Otra indicación reveladora, á nuestro juicio, de gran antigüe-
dad, es el nombre del muerto. Efectivamente, Avitus es un cog-
nomen frecuentísimo en la epigrafía pagana de nuestra penínsu-
la, lo mismo que en gran parte del mundo romano. En la colec-
ción de Hübner (i) encontramos en 66 inscripciones el nombre
de Avitus y en 40 el de Avita ; en cambio puede decirse que es
único el de nuestro sarcófago en los monumentos funerarios de
la España cristiana, pues de dos más que encontramos en Hüb-
ner (2), el uno se presta á distintas interpretaciones, y el otro
figura en una inscripción no sepulcral, que el sabio berlinés juz-
ga pertenecer al siglo iv (3).
Las demás fórmulas que constituyen la esencia de los epitafios
cristianos, y que faltan en éste, acreditan también su remoto ori-
gen. Famulus Dei aparece por primera vez de una manera indu-
bitable en la epigrafía española en el año 466, en una inscrip-
ción de Santa María de la Regla (Hübner, I. H. CH. núm. II3)_
En el mismo año encontramos también por primera vez la fór-
mula rcccssit in pace. Requievit inpace no se halla hasta el 482,
en una inscripción de Medellín (núm. 42). La expresión p/ics mi-
nus, añadida á los años de vida, figura en nuestras lápidas cris-
tianas solamente desde el 504- La indicación del día de la muer-
te, que los cristianos tardaron en llevar á sus inscripciones lapi-
darias, siguiendo en los primeros siglos la costumbre pagana de
no citarla, tampoco la encontramos hasta mucho después de
promediar el siglo v, á no ser en un epígrafe de Mérida, de fines
del siglo iv, en el que á Hübner le parece dudosa la fecha.
(1) Inscripfümes Hispaniae latinae, passim.
(2) Inscríptionum Hispaniae christianarum supplcmentum, 350. 368.
(3) Acerca de 1"- varones ilustres nacidos en Galicia, que llevaron el
nombre de Avito en la segunda mitad del siglo iv y en la primera del v,
discurre extensa y eruditamente el Sr. López Ferreiro en sus Estudios
histó rico-críticos sobre el Priscilianismo (Santiago, 1878). — F. F.
UN SARCÓFAGO CRISTIANO DEL SIGLO V. 23 1
Ninguna de las fórmulas señaladas, ni otras muchas que fuera
ocioso enumerar, figuran en la inscripción de Avitus, siendo,
como son, de uso constante después de las fechas indicadas. Ne-
cesariamente hemos de conjeturar, por lo tanto, que en la épo-
ca en que se grabó no eran aún conocidas dichas fórmulas.
La cruz que figura en la segunda línea, y que reemplazó mu-
chas veces al antiguo crismón en los monumentos que estudiamos,
la tenemos en nuestra epigrafía después de promediar el siglo v.
Este es el detalle. más moderno que encontramos en el epígrafe
sepulcral de Avito.
En el terreno paleográfico pocas enseñanzas podremos dedu-
cir de esta inscripción, ya que lo tosco de la piedra en que está
grabada y las faltas que encontró en su superficie obligaron al
lapidario — no muy hábil tampoco— á colocar irregularmente las
letras y darles tamaños distintos, amén de otras imperfecciones.
Esto no obstante, la forma de los caracteres concuerda en gene-
ral con la de otros monumentos de los siglos iv y v, como puede
verse en la magistral obra de Hübner Exempla scripturae epi-
graplúcae latinae. Compárese nuestra inscripción con algunas de
las épocas citadas, y especialmente con las que llevan los núme-
ros 764 y 769, grabada la primera entre los años 394 y 402, y
la segunda entre 36 1 y 363, y en ellas podrá observarse la se-
mejanza de varias letras, sobre todo las M, N, V, T y R, que
son las más características. La U que se ve en los años de Avito,
sustituyendo á la V generalmente usada, se encuentra, no solo
en inscripciones paganas (Hübner, I. H. L. núm. 601 : M(arito)
SUO— N.° 5729: BOUICIO, TUMVLU), sino también en mu-
chas cristianas, de las que solo citaremos la señalada con el nú-
mero 371 y que se atribuye al siglo iv ó v.
Finalmente, en el terreno gramatical, solo mencionaremos el
cambio de E por I en la palabra FVET, que es frecuentísimo,
no solo en Galicia, donde más predominó, sino en otras regiones
de España: Para no extendernos demasiado, fijémonos solo en
el núm. 2918 (Hübner, I. H. L.), en que se lee POSVET; en el
5393, FECET, y en el 2997, MERENTESSEMO, KARESSE-
MO, FECET.
Resumiendo: la fecha del sarcófago que hemos venido estu-
diando debe fijarse, á nuestro entender, entre la segunda mitad
del siglo iv y la primera del v. No antes, por no conservar la
inscripción ninguno de los caracteres de las paganas: los tres
232 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
nombres, la invocación á los Manes, la indicación de la patria,
de la familia, de la condición social. Tampoco después, por la
ausencia de ciertas fórmulas esenciales en los epígrafes cristia-
nos, desde que estos adquirieron estilo propio, tales como famu-
lus Dei, hic jacet, rcquicscit in pace, la expresión plus minus, apli-
cada á la edad,- y otras. Con estos datos coinciden también los
caracteres paleográficos.
Si quisiéramos concretar más, no encontraríamos quizá argu-
mentos bastantes para ello; así y todo, nuestra opinión es que la
inscripción de Avito pertenece á los primeros años de la quinta
centuria.
Arturo Vázquez Núñez (i).
II.
NUEVAS INSCRIPCIONES DE IBAHERNANDO, CUMBRE
Y SANTA ANA
Publicadas por el inolvidable Dr. Hübner catorce inscripcio-
nes romanas en el tomo xl, páginas 544-46 (Junio 1902) del Bo-
letín de la Real Academia de la Historia, y poco después otras
seis nuevas por nuestro excelente Marqués de Monsalud en el
tomo iv, páginas 285-87 de la Revista de Extremadura, podría
creerse agotado el filón que la epigrafía hispano-romana hallara
en la dehesa de Las Mezquitas, término de Ibahernando, partido
de Trujillo.
Un reciente viaje por aquellos pueblos vecinos arriba indica-
dos nos ha deparado, sin embargo, otras ocho inscripciones más
de dicha época, convenciéndonos de que probablemente quedan
muchas por descubrir en aquellos sitios. No hemos sacado calcos
por falta de tiempo y porque juzgamos preferible la inmediata
traslación de casi todas las piedras graníticas, en que se muestran,
al Museo provincial.
El cogn ornen Norbano que en las citadas inscripciones de Hüb-
(1) Del Boletín de la Comisión provincial de Alojamientos históricos y
artísticos de Orense, Enero-Febrero, 1902.
NUEVAS INSCRIPCIONES DE IBAHERNANDO, CUMBRE Y SANTA ANA. 233
ner se presenta dos veces y otras dos en las del Marqués de Mon-
salud, aparece en otras tres de las ocho que van á ocuparnos,
dato importantísimo para la historia de la comarca norbense.
1) D M S
Q_ CAECL
O CEL I i
D(is) m(anibus) s(acrum). Q(uinto) Caec(i)l(i)p Celi(i) f(ilio).
Dimensiones aproximadas del cipo, 50 era. de alto por 20 de
ancho. Muestra hacia arriba una flor cuadripétala y se encuentra
sobre la pared de un cercado, á pocos metros de la puerta de
una casamata, en el sitio denominado dehesa de Roa ó Roda,
térmimo de la Cumbre, en dirección y hacia la mitad de la distan-
cia entre ésta y Santa Ana. El nombre de Roa es en sí una reve-
lación de la raíz del de Rumies, pueblo del que no dista una legua.
2) Q_V I N T I A
A A A X V E
SERVA • N •
III H«S"STL
Quintia Maxu\iii\e serva an(uorum) III h(ic) s(ita). S(it) t(ibi)
¿(erra) l(evis).
Dimensiones aproximadas 50 era. por 20. Empotrada á regular
altura sobre el muro de la casa núm. 12, calle Vieja de Ibaher-
nando, y coronada por una flor exapétala.
3) ROS • C • F
M«SVA I
Ros(cia) C(aii) f(ilia) Mes(sorina?) v(ixit) a(nno) I.
De grano muy fino. Se halla en la fachada principal del Pala-
cio en Ibahernando. También tiene roseta de seis hojas encima.
4) n o R B A
NVS ■ L • F
R C • S E R
IVS • A • !X
H • S • E • S • T
L
Norbarms L(itcii) f(ilius) R(tt)c(i)scrius(?) a(nnorum) IX, h(ic)
s(itus) e(st). S(it) ¿(erra) l(evis).
Torna á mostrarse el consabido nombre Norbanus, y cualquic-
234 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ra diría, al repetirse tantas veces, que la ciudad Norba no distaba
mucho de aquellos sitios, si Hübner no nos hubiera enseñado su
verdadero emplazamiento junto á Cáceres actual. Sin duda á
una jornada al oriente de Norba existieron, por lo menos, dos
grandes núcleos romanos: uno hacia las Mezquitas, junto á la er-
mita de la Jara y no demasiado lejos de Roda 6 Roa, y otro en-
tre Botija y Salvatierra, aparte del clásico de Santa Cruz. Su
existencia se justifica por dos razones: la de ocupar los tres
puertos principales (estratégicos) de esta sierra y de la de la
Zarza, como pasos desde Medellín á 'a meseta del Tajo y la de
laborear las minas de galena argentífera que de aquella época
datan, á uno y otro lado del río Tamuja, minas cuyos placeres
acaso tengan algo que ver con el nombre de Plaseuzuela, allí
cerca. Nos prometemos investigaciones detenidas sobre dichos
dos núcleos, y es fama que en las inmediaciones de Botija me-
nudean los hallazgos arqueológicos, sobre todo de monedas ro-
manas.
'La piedra en cuestión aparece en el dintel de una puerta de
cierta casa en la calle de la Vuelta (Santa Ana). Dimensiones,
110X20 cm.
5) N ' lx
H-S-E-S-TtL
IVL1VS
F • C •
Es la mitad inferior de un cipo, y su lectura no ofrece dificultad.
6) . L'NAI-VI
D I V S • C
I'-NIC-II
Dimensiones, unos 40 cm. de lado, y acaso sea la parte superior
de la precedente. Yace suelta tapando una portada de cercado
á los Alcázares al SO. y tocando con las casas de Santa Ana.
7) L-NORB
A N V S
I ANC IN
VS • AÍDA
NI ■]' S
ARA • B* F
L(ucius) Norbanus Tanciuus Aeidani f(ilius) S(aluti) ara(m)
b(onum) f(actum).
NUEVAS INSCRIPCIONES DE IBAHERNANDO, CUMBRE Y SANTA ANA. 23?
El giro de esta inscripción votiva es idéntico al de la 4109 de
Hübner.
De estrecho parentesco con las anteriores — y en especial con
las que en Belvís, Brozas, Coria, Casas de Coria, Hoyos, Santa
Cruz, Torre de Don Miguel, Villamesías, Villar del Pedroso y
Badajoz, tienen el nombre de Tancino, según Matías R. Martínez
cita — la espléndida ara tiene unos 90x40 cm., bien labrada, con
zócalo y cornisa y se halla en el muro occidental de la casa vieja
de la dehesa Estragana (?), término de Santa Ana y á unos dos
kilómetros de Las Mezquitas.
8) I • NORBiV
I- Q_VIIV«
•\CI r VA«
AR/ P-V-
T(itus) Norbanus T(iü) f(ilius) Qui(n)tu(s) \Ai\a(e)cina(e) ara
p(osita) v(otum) \s(olvit)~\.
Está hermosamente labrada, pero ya casi ilegible, especial-
mente el cuarto renglón. Queda recogida bajo el establo de di-
cha casa.
No terminaremos este apunte sin mencionar el berraco proto-
histórico que hemos visto emplazado sobre un tajamar del puen-
te de Botija en el Tamuja. De JO cm. de largo por 40 de alto y
30 de grueso, muestra ese imponente tallado propio de las escul-
turas de aquella edad, y no presenta huellas de escritura en ca-
zoletas. Debiera pasar al Museo provincial y publicarse en foto-
grabado.
Logrosán (Cáceres) 11 Febrero 1902.
Mario Roso de Luna,
Correspondiente.
NOTICIAS
Memorial histórico español. Colección de documentos, opúsculos y an-
tigüedades que publica la Real Academia de la Historia, tomo xli. — Re-
laciones topográficas de España. Relaciones de pueblos que pertenecen hoy á
la provincia de Guadalajara , con notas y aumentos de D. Juan Catalina
García , Académico de número. Tomo i. Madrid, 1903. — En 4. , pági-
nas viii -f- 442.
Contiene este volumen, aumentadas y anotadas con exquisita erudición
y discreta sobriedad, 23 relaciones de las que mandó se hiciesen Fe-
lipe II en toda España, y de hecho no se extendieron más allá de Castilla
la Nueva, Murcia, Extremadura y Jaén. Notorio es el mérito é importan-
cia de esta gran colección, que ha permanecido hasta el presente inédita
y ha comenzado á ver la luz pública en el Memorial histórico español. El
ilustre Académico, cronista de la provincia de Guadalajara, á cuyos des-
velos ha confiado la Academia la edición de las relaciones de pueblos,
que hoy pertenecen á la expresada provincia, ha llenado cumplidamente
su cometido. Descartando de las relaciones la superfluidad del estilo no-
tarial que las abruma con su hojarasca, y separando de la paja el grano,
ofrece á los lectores del Memorial el texto correctísimo, lo anota para
esclarecerlo, cuando fuere menester, y añade al pie de cada relación lo
que su ímproba labor en registrar archivos é inspeccionar los monumen-
tos le ha producido para poder completar con datos seguros é imprescin-
dibles la historia de cada pueblo hasta la edad presente. Los compren-
didos en este volumen son los siguientes: 1. Alcocer. — 2. Alhóndiga. — 3.
Alocén. — 4. Archilla. — 5. Atanzón. — 6. Auñón. — 7. Berninches. — 8. Bu-
dia. — 9. Carrascosa de Henares. — 10. Espinosa de Henares. — 11. Fuence-
millán. — 12. Fuentes. — 13. Hiendelaencina. — 14. Jadraque. — 15. Pareja. —
16. Peñalver. — 17. Retuerta (despoblado). — 18. San Andrés del Rey.— 19.
Trillo. — 20. Valdeavellano. — 21. Valdelloso (despoblado). — 22. Valdesaz. —
23. Viana.
NOTICIAS. . 237
índice de pruebas de los Caballeros que han vestido el hábito de Calatrava,
Alcántara y Montesa desde el siglo X VI hasta la fecha, formado por D. Vi-
cente Vignau, Jefe del Archivo histórico nacional, de la Real Academia
de la Historia, y D. Francisco Rafael de Uhagón, Ministro del Tribunal de
las Ordenes, de la Real Academia de la Historia. Madrid, 1903. — En 4. ,
pág. viii -f- 362.
Ha venido este libro á cumplir el compromiso que contrajeron sus au-
tores (cuyos nombres valen por todo encomio) al publicar en 1901 el
índice de Caballeros que han vestido el hábito de Santiago.
i Colón extremeño? — Con este lema ha escrito D. Vicente Paredes, anti-
guo correspondiente de nuestra Academia, una serie de disquisiciones
muy eruditas sobre el origen español y extremeño de la familia de Cris-
tóbal Colón. La conclusión ó remate de tan interesante estudio (1) re-
suelve las siguientes preguntas:
t Por qué causas puede sospecharse que Colón fuera nieto del judío con-
verso D. Pablo, Obispo de Cartagena?
i. a Por lo que indica el cuidado que tuvieron él, sus hijos y herma-
nos en ocultar los nombres de sus padres.
2. a Por el significado oculto de su antefirma y la necesidad que se su-
pone tuvo de ocultar su verdadero apellido.
3. a Porque era muy instruido en los sagrados textos hebraicos.
4. a Porque todo lo quería en nombre de Santa María.
5. a Porque quería ayudar al rey de España á conquistar á Jerusalén ó
conquistarla él, pero juntando el dinero para ello en Genova.
6. a Porque decía que no era él el primer Almirante en su familia.
7. a Por su personalidad física y moral.
8. a Porque siendo de raza judía, hijo de un cristiano de Plasencia,
tienen fácil explicación sus obras y pensamientos.»
Sobre la causa primera sostiene el Sr. Paredes, por vía de conjetura,
que «muchas y muy grandes fueron las razones por las que se callaron
por Colón, sus hermanos é hijos, los nombres de los que dieron el ser al
grande y admirable descubridor de América. En el caso de que la tradi-
ción, nuestras suposiciones y la leyenda fueran ciertas, no se hubiera des-
cubierto el Nuevo Mundo, si hubieran revelado sus nombres ó los pueblos
verdaderos en que nacieron, durante el tiempo en que con tanto afán el
mísero Cristóbal demandaba el auxilio de la magnánima Isabel. Desgra-
ciado, perseguido y maltratado fué después que consiguió su intento; pero
(i) Revista de Extremadura^ núm xnv. Febrero, 1903.
238 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
mucho peor lo hubieran pasado él y sus parientes, si después de conse-
guido hubieran revelado los nombres de sus progenitores.» La caída y
muerte de D. Alvaro de Luna, patrocinador de judíos y conversos, dio
principio á la declarada hostilidad religiosa y política que se suscitó con-
tra ellos. Pocos sobrenadaron; ninguno dejó de resentir el golpe de la
tormentosa catástrofe: rari nantes in giirgiie vasto. Los rayos de la Inqui-
sición acabaron con unos, y el edicto de terrible expatriación alejó á
otros de las playas de su querida España, y aún tiene alejados á sus des-
1 endientes de habla castellana. El nombre de judío quedó infamado, y el
de converso ó cristiano nuevo, tan degradado y repulsivo como nadie lo
ignora; de lo que es buen testigo en Palma de Mallorca el barrio de los
que el vulgo torpe é indocto llama por escarnio xuetas (1).
La causa segunda se corrobora con la autoridad de Fr. Alonso Fernán-
dez, escritor de los Anales de Plasencia, donde refiere la prosapia, méritos
y descendencia del gran rabino Selemóh Haleví, que al bautizarse tomó el
nombre de Pablo de Santa María, por estimar que descendía del linaje
sacerdotal y regio de la Virgen Santísima. Obispo primeramente de Car-
tagena, y de Burgos más tarde, vinculó en sí y en los hijos que había te-
nido antes de su conversión, altísimas dignidades de la Iglesia y del Es-
lado, y singularmente el amor y estudio de las Letras sagradas en que
todos ellos sobresalieron. Cinco hijos tuvo: cuatro varones, D. Gonzalo,
obispo de Plasencia, D. Alonso, obispo de Burgos, D. Pedro y D. Alvaro,
que tomaron todos el apellido de Sania María; y una hembra que fué la
madre de Cristóbal Colón. El cual en su testamento decía: <D. Diego, mi
hijo ó cualquier otro que heredare este Mayorazgo, después de haber he-
redado y estado en posesión de ello, firme de mi firma, la cual es una
X con una S encima, y una M con una A romana encima, y encima una S,
y después una Y griega con una S encima, con sus rayas y vírgulas, como
yo ahora fago, y se parecerá por mis firmas, de las cuales se hallarán mu-
chas, y por esta parecerá».
• S • A • S •
X M Y
Siguiendo la dirección del trazado de esta firma y del pensamiento
que la dictó, parece que el sentido puede ser:
1 .) XS = A'poferenj, léase Christoferens (Cristóbal).
2.) De abajo arriba:
MAS = matris.
De arriba abajo:
SAM = sanetzc. J/ariae.
(i) Es decir, marranos, de xua (tocino) en dialecto mallorquín, del latín s.ts (cerdo).
NOTICIAS. 239
3.) YS = Eljysabeth (Tsabel) sororij.
Y leyéndose YS á la manera hebraica, ó de derecha á izquierda, ó lo
que es lo mismo, de arriba abajo, nos dará la primera y última conso-
nante de la expresión así figurada, como sucede en XS (Christoferens) re-
sultando:
■nbn nabrc
.Selemóh Halevz', nombre hebreo de Pablo de Santa María. < Colón para
que así pareciera por su firma, encarga mucho que á lo último se ponera
una Y griega precisamente y una S encima >. Si quería recordar su
linaje Mesiánico (XS=óebet hammesía/), no podía menos de seña-
lar también cómo se autorizaba este noble título por los dos nombres
que tuvo su abuelo materno. «Leída como hemos propuesto — -dice el se-
ñor Paredes — la firma del inmortal Colón, nos vendría á decir que era
descendiente de Isabel, hermana (ó pariente, cognata) de la madre (de
Jesús") Santa María, y que perteneciendo á la familia de la Madre de Cris-
to, debía apellidarse Santa María como los hijos del converso D. Pablo...
Al entrar Colón en España el año 1485, estaba en todo su esplendor el
rigor de la Inquisición: Torquemada iba á procesar á los obispos de
Avila y Calahorra con el pretexto de descender de linaje de judíos; únase
á todo esto, que el que suponemos pudiera ser su tío, D. Alonso, obispo
de Burgos, por ser hijo de converso había escrito, aunque no lo imprimió,
según hemos dicho, un libro que era muy comentado y leído en defensa
fie los de su clase; esto haría que Colón, como muy previsor, ocultara el
nombre de sus padres durante sus gestiones, para que no fuera impedi-
mento á sus propósitos su procedencia judaica; porque sabido que hu-
biera sido, no solo hubiera originado el fracaso de sus gestiones, sino que
hubiera puesto en peligro su existencia en la Península. Conseguido el
favor de los Reyes Católicos, tampoco podría declarar los nombres de
sus padres, ni decir á qué familia española pertenecía uno de ellos ni el
pueblo en que había residido antes de su emigración; porque en Marzo
del mismo año en que se embarcó para ir á descubrir la América, se pu-
blicó el edicto para expulsar á los judíos, y hubiera sido infamante para
la familia de uno de los dos cónyuges el que se supiera que uno de sus
individuos se había casado con otro de origen judío. Cuando llegó Co-
lón en 1470 á Lisboa ya se recelaba y perseguía y eran mal mirados en la
Península los de la raza judaica; por lo cual, entonces ya trataría de ocul-
tarlo; y para ello, en lugar de llamarse de su apellido de Santa María, le
dejaría envuelto en las cifras de su antefirma, para poder disponer de él
cuando le conviniera, y pudo adoptar el apodo de Colomo que tendría
su padre por haberse encontrado, como hemos dicho, en el ataque ó
reencuentro de la Colomera, aldea cercana de Sevilla.-/
240 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Por igual estilo de seria y discreta investigación va examinando el señor
Paredes las demás causas que figuran en su programa, haciendo particu-
lar hincapié en la 4. a y 5. a : Todo lo quería Colón hacer en nombre de
Santa María; quería ayudar al rey de España á conquistar á Jerusalén, ó
conquistarla él, pero juntando el dinero para ello en Genova .
El Sr. Paredes da remate á su estudio diciendo: «Los expuestos son los
fundamentos que he podido encontrar, de lo que la tradición dice, lo que
dice la guía inglesa y lo que escribió Madoz. De ellos, cada uno admita ó
deseche los que según su juicio sean ó no admisibles. Yo no pretendo
falsificar la Historia, y tendré tanto gusto en verlos completamente refu-
tados, como perfectamente comprobados».
Los estudios lüstóricos y arqueológicos en Cataluña en el siglo X l III se
titula el discurso leído por D. Antonio Elias de Molins el día 8 de Febrero
en la recepción pública en la Real Academia de Buenas Letras de Barce-
lona. Trató en esta oración, preferentemente, de los merecimientos del
P. Jaime Caresmar, dando á luz un catálogo de sus obras. D. Francisco
Carreras y Candí, que contestó en nombre de la Academia, hizo manifes-
tación de los servicios prestados por el Sr. Elias de Molins, con especia-
lidad en la organización y catalogación del Museo Arqueológico de Bar-
celona, y en la publicación del Diccionario biográfico-bibliográfico de escri-
tores y artistas catalanes del siglo XIX.
En la sesión del 6 del corriente, como asistiese á ella ocupando el si-
llón de Académico de número el Excmo. Sr. D. Francisco Silvela, actual
Presidente del Consejo de Ministros, invitó el Sr. Director á los señores
D. Pablo Gil y Gil y D. Pedro Gascón de Gotor, correspondientes en Za-
ragoza, que también se hallaban presentes, á que informasen acerca del
peligro que corre de enajenación y demolición la célebre Casa de la In-
fanta en aquella ciudad y de los medios que se han puesto y pueden po-
nerse en práctica para la conservación y el mejor destino conveniente á
dicho edificio, que atendido su mérito artístico é histórico puede estimarse
como que reúne todas las condiciones de monumento nacional. El Sr. Sil-
vela se manifestó complacido de las declaraciones hechas con perfecto
conocimiento de causa por ambos correspondientes, proponiéndose in-
fluir para que por el Gobierno se arbitren recursos que se apliquen á la
salvación de tan importante edificio y á la instalación en el mismo del
Museo provincial de Zaragoza.
F. F.— C. F. D.
tomo xui. Abril, 1903. cuaderno iv.
BOLETÍN
DE LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
INFORMES
i.
ESTUDIO POLÍTICO MILITAR DEL CONDE DE BARCELONA
RAMÓN BERENGUER III EL GRANDE.
Proponiéndose la distinguida Sociedad barcelonesa Juventud
Conservadora solemnizar de una manera permanente y útil á la
cultura nacional la mayor edad de S. M. el Rey, anunció en I.° de
Febrero de 1902 concurso para premiar los autores de los
mejores trabajos que se presentasen en el plazo de tres meses,
sobre 18 temas de diversos asuntos, principalmente históricos,
políticos, económicos y sociológicos, y á la cabeza, como era na-
tural, uno poético acerca del fausto suceso que motivaba el cer-
tamen. Para cada temase ofrecieron un premio y dos menciones
honoríficas, siendo costeados los premios respectivamente por
S. M. la Reina, SS. AA. RR. los Príncipes de Asturias y la In-
fanta Doña Isabel, y personas eminentes ó patricios celosos de
dentro y fuera de la ciudad de Barcelona.
A excepción de dos temas, para todos los restantes hubo di-
versos y distinguidos competidores, llegando á 55 los trabajos
presentados, que fueron sometidos á un Jurado compuesto de
personas competentes presididas por el Excmo. Sr. D. Manuel I Ju-
ran y Bas, Presidente de la Real Academia de Buenas Letras de
Barcelona, quienes, después de examinarlos detenidamente, solo
TOMO xlii. 16
242 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
encontraron dignos de premio siete. Uno de los que alcanzaron
tan honrosa distinción fué el que versaba sobre el siguiente tema:
Estudio político militar sobre el Conde de Barcelona Ramón Be-
renguer III el Grande^ que compuso un brillante oficial del Cuerpo
de Ingenieros militares, casi recién salido de la Academia de
Guadalajara, D. Joaquín de la Llave y Sierra, el cual "obtuvo, en
competencia con dos trabajos galardonados con menciones hono-
ríficas, el premio ofrecido por el capitán general de Cataluña.
Y habiéndose impreso la Memoria laureada en la referida ciu-
dad por Tobella y Costa en los primeros días del presente año, su
autor, rindiendo natural homenaje á nuestra Corporación, se ha
servido ofrecerla un ejemplar que, por acuerdo de nuestro
dignísimo Director, y con beneplácito de la misma, ha pasado á
informe del que suscribe.
Y á la verdad que el trabajo histórico del Sr. La Llave y Sie-
rra, aunque solo ocupa 91 páginas en 4. español, tiene mucha v
nutrida doctrina por la disposición con que ha sido impreso y
por el estilo conciso y claro con que está redactado.
Su importancia y mérito consisten principalmente en que el
autor no se ha limitado á desempeñar el asunto sobre que ver-
saba el tema, ó sea el estudio histórico militar de! Conde Ramón
Berenguer III, sino que ha querido ampliarlo extraordinariamente
exponiendo, á manera de antecedente, una serie de conocimien-
tos históricos sobre las diversas ramas de la actividad humana
para bosquejar el estado político y social, no solo de Cataluña,
sino de Europa, en la época en que dicho Conde vivió: único ca-
mino que, según declara el Sr. La Llave en la breve introducción,
puede conducir á la concepción exacta y cabal de los hechos
que aquél llevó á cabo, y á encontrar el criterio racional con que
han de ser apreciados y calificados los actos que ejecutó den-
tro y fuera de su propio territorio.
Aplicando el Sr. La Llave su predilecto método de exposición
y crítica histórica al asunto concreto del tema elegido, ha dedi-
cado tres de los cuatro capítulos que comprende su trabajo ¡í la
parte preliminar ó introductiva.
Lleva or epígrafe el primer capítulo: listado social de Cata-
RAMÓN BERENGUER III EL GRANDE. 243
luna en los fines del siglo XI y comienzos del XII, y para desem-
peñar en breve espacio tarea tan abrumadora, trata muy .suma-
riamente de las siguientes materias, en párrafos numerados por
este orden: origen y categorías del régimen feudal en dicha re-
gión, en el resto de la Península y en otros países de Europa;
poder político; legislación, modo de administrar justicia y tribu-
tos; comercio y moneda; Artes, desarrollo intelectual y literario
y Arquitectura. Se propone en el segundo capítulo exponer el
estado militar del mundo, y especialmente el de Cataluña en la
época del nombrado Conde de Barcelona. A este efecto nuestro
joven autor fija su atención singularmente en los siguientes asun-
tos, que son objeto de otros tantos párrafos, demostrando en
ellos indudable competencia : organización y táctica militar y
reclutamiento; armas personales; fortificación y poliorcética; ma-
rina militar, táctica y técnica navales, armas y organización, Y
en el tercer capítulo, y bajo el epígrafe Cronología del mundo me-
diterráneo occidental en el tiempo de Ramón Berengucr el Grande,
pasa revista en sendos párratos muy breves á los siguientes
pueblos: España árabe, Castilla, Aragón, Francia y Estados pon-
tificios, describiendo su respectiva situación política á grandes
rasgos.
Construida, con los materiales históricos enumerados, lo que
pudiéramos llamar figuradamente la plataforma social en que
han de desarrollarse los más importantes acontecimientos de la
vida del Conde de Barcelona, dedica el Sr. La Llave el iv y úl-
timo capítulo de la Memoria premiada, intitulado Historia polí-
tica externa del reinado del Conde Ramón Berenguer III el
Grande, al estudio biográfico de este último, reseñando las prin-
cipales circunstancias concernientes á su persona, desde el trágio i
fin de su padre; las accidentadas vicisitudes del tiempo en que
estuvo bajo tutela; los hechos políticos y militares, terrestres ó
marítimos que llevó á cabo ó en que fué principal actor, inicia-
dor ó director, sin omitir los datos concernientes á sus enlaces
matrimoniales, sucesión y disposición testamentaria, hasta su fa-
llecimiento; concluvendo el estudio biográfico con el juicio que
del príncipe barcelonés ha formado el Sr. La Llave, y que sin
244 boletín de la real academia de la historia.
dejar de sor muy favorable se halla formulado con la austeridad
propia del que aspira á que en sus fallos resplandezca la justicia
por cima de todo otro sentimiento de nuestro corazón, por puro
y noble que sea.
Tal es, en abreviado resumen, la Memoria premiada por la
Juventud Conservadora de Barcelona sobre el Conde Ramón Be-
renguer III. Aun cuando en la parte dedicada al estudio histórico
militar del mismo, que es el asunto propio y peculiar del tema,
el autor se ha limitado, como reconoce con laudable sinceridad,
;í recoger las enseñanzas que brotan de las fuentes de conoci-
miento á que ha acudido, y que, según él, no son tan puras y
abundantes como fuera su deseo, sin preocuparse de aumentar-
las 6 depurarlas, no cabe negar que ha demostrado poseer gran
caudal de conocimientos en diversas disciplinas del saber, adqui-
ridos en edad muy temprana y cuando su actividad cerebral se
hallaba totalmente ocupada en el áspero y complejo aprendizaje
de otras ciencias y artes bien diferentes de aquellas.
• Por eso, el que suscribe, al terminar esta breve reseña de la
.Memoria escrita por el Sr. La Llave, se cree en el deber de
consignar la complacencia que le ha producido su lectura, y
espera que la Academia, participando de ella, alentará con su
aplauso al distinguido oficial de nuestro ejército para que conti-
núe utilizando las singulares facultades con que le dotó la Provi-
dencia y su decidida vocación por el estudio y exposición de la
I [istoria de los pueblos, cuyo acertado desempeño va siendo de
día en día más difícil.
Madrid, 6 de Marzo de 1903.
Bienvenido ( )liver.
LAS ISLAS DE SALOMÓN. 245
II.
RELACIONES DEL DESCUBRIMIENTO DE LAS ISLAS DE SALOMÓN,
TRADUCIDAS AL INGLÉS POR LORD AMHERST DE HACKNEY (i).
Cerca de treinta años han transcurrido desde que el Sr. Amherst
de Hackney se propuso hacer versión inglesa de las narra-
ciones de viajes de Mendaña, con destino á la Sociedad Hakluyt,
hasta que ha salido á luz, y esto, explicado en el prólogo, porque
durante el período de los primeros trabajos fueron apareciendo
ejemplares manuscritos en bibliotecas de Londres, de París, de
Madrid, de Sevilla, y sentido el deseo de obtener copias, de
comprobarlas, de estudiar las variantes y de identificar los nom-
bres primitivos de lugares y cosas con los que actualmente tienen
en las mismas islas , hizo necesario buscar y designar en ellas
personas entendidas que, con los manuscrito.s á la vista, fueran
reconociendo y anotando cuanto pudiera interesar á la curiosi-
dad de nuestros días, todo lo cual realizó el Lord, obteniendo el
concurso de dos almirantes de la marina británica y del coman-
dante de su yacht de recreo, para la estimación de los derrote-
ros; de altos empleados y misioneros para confrontar los datos
de Etnología y de Historia natural ; de especialistas que le pro-
porcionaran fotografías, y al fin de literato conocedor del archi-
piélago, como lo es Mr. Basil Thomson, que diera unidad y con-
junto á la tarea de los traductores.
Con decir que no era esta sencilla, dada la condición de alguno
de los originales, de lectura tan difícil aun para los familiarizados
con la paleografía, que algunas abreviaturas no han podido des-
cifrarse satisfactoriamente, se advierte que el Sr. Amherst de
Hackney no ha perdonado diligencia que condujera á la correc-
(1) «The discovery oí the Solomon islands by Alvaro ele Mendaña in
1568, translated from original spanish manuscripts. Edited with introduc-
tion and notes by Lord Amherst of Hackney and Basil Thomson>. Lon-
don. Printed at the Bedford pres. 1901. 2 vol. 4.
246 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ción y lucimiento de la obra, incluso la de emplear á sus propias
hijas en la labor minuciosa y pesada de la comprobación.
Las relaciones contenidas en los dos tomos con que el Lord
ha favorecido galantemente á esta Academia son seis, que algo
difieren en el texto, pero que no se contradicen, antes bien se
completan en el objetivo de referir él viaje emprendido por
Alvaro de Mendaña.
I )c la primera, redactada, mejor dicho, dictada por Hernán Ga-
llego, piloto mayor de la expedición, se conocen tres ejemplares.
El Dr. Guppi insertó fragmentos traducidos al inglés en su libro
The Salomón Islands.
La segunda, escrita por Pedro Sarmiento, fué copiada por
D.Juan Bautista Muñoz y publicada en español por D. Luís
Torres de Mendoza en la Colección de documentos inéditos de
indias, 1. a serie, tomo v.
La tercera comprende la primera parte del escrito de Men-
daña; la dio á conocer la misma Colección valiéndose de copia
sacada por Muñoz en el Archivo de Simancas, y está falta de
algunas hojas.
La cuarta, segunda parte del mismo, se conserva en la Biblio-
teca de esta Academia, Colección Yelázquez , tomo xxxvi; la
estampó D. Justo Zaragoza en su Historia del descubrimiento de
las regiones Austriales (i), es más breve que la anterior y con-
signa voces de los isleños.
La quinta, anónima, se guarda en la Biblioteca nacional de
París. Es obra de persona ilustrada -y observadora. No ha llegado
á conocimiento del Sr. Amherst de Hackney que, habiéndola
copiado por mi mano, se dio al público acá en el Boletín de la
Sociedad Geográfica de Madrid (2).
1 1 ) Madrid, 1876, tres tomos. Insertó dos relaciones del primer viaje
de Mendaña con noticia de algunas más, impresas ó manuscritas. Dos
existen en el Archivo de Indias, notable la una, aunque incompleta, como
arriba se dice, por haberla escrito Pedro Sarmiento de Gamboa.
(2) Año 1895, tomo xxxvu, páginas 410-426, con titulo de Relación
de lo sucedido en el viaje que hizo Alvaro de Mendaña en la demanda de
la Nueva Guinea, la cual ya estaba descubierta por Tñigo Ortiz de Retes, que
1 on f '/Halólos de la tierra de Nueva España el año de 1544 i 1 567 á 1569).
LAS ISLAS DE SALOMÓN. 247
La sexta es de Gómez H. Catoira (sic) escribano mayor de la
armada y tenedor de los rescates. Encontró el manuscrito don
Pascual de Gayangos entre los del Museo Británico, y por su
amistad con Lord Amherst le asesoró en el reconocimiento y
copia, sin determinar la abreviatura del primer apellido del autor
ni asegurarse que el segundo sea Catoira, Catoira ó Zatoira, que,
en verdad, no parece tener desinencia castellana; D.Juan Bau-
tista Muñoz la extractó para su Colección de documentos, y tam-
bién I). Martín Fernández de Navarrete con destino á la suya.
La séptima y última, que se halla también en el Museo
Británico, dista mucho del interés de cualquiera de las otras,
como puede juzgarse por el título: Particular noticia dada al
capitán Francisco Cadrcs por un indio llamado Chepo, viejo de
115 ó 120 años, acerca de las islas de Salomón, sus nombres, etc.
Siendo en conjunto conocidas entre nosotros, lo que ha de
importar, y fijará sin duda la atención de la Academia, es el jui-
cio crítico que al nuevo compilador inglés merecen, y que am-
pliamente explana en introducción de 85 páginas.
Observa en principio que las islas de Salomón, el más impor-
tante y remoto grupo de los del mar Pacífico, fueron descubier-
tas en 1 568 en expedición despachada por orden del Gobierno
español, que se entretuvo seis meses en el reconocimiento y que
llevó al Perú, de regreso, relaciones tan exactas y detalladas, que
pasados trescientos treinta y tres años es posible por ellas iden-
tificar, bahía por bahía y punta por punta, no obstante lo cual,
aunque no pocas naves fueron destinadas posteriormente á bus-
carlas, se perdieron á la vista de los europeos, al punto de dudar
los geógrafos de- su existencia real y borrarlas de los mapas y
cartas de marear, mientras Carteret y Bougainville no volvieron
á dar con ellas en el siglo xvm , y eso teniendo el archipiélago
ocho islas grandes, en línea casi no interrumpidas de 600 millas.
Quizás no haya en la historia de los descubrimientos caso más
raro y curioso.
De esta historia se vale el autor para reseñar cumplidamente
las navegaciones de los españoles, desde que Vasco Núñez de
Balboa entró por su pie en las aguas del mar del .Sur con el
248 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
estandarte de Castilla, refutando de paso las ligeras aseveraciones
de un marino francés, de haber sido compatriotas suyos los pri-
meros aradores del Pacífico.
Llegando á la jornada objeto de la recapitulación, presenta
bosquejos biográficos de los comandantes y personas de viso:
Mendaña, Gallego, Sarmiento, Ortega, Enríquez, y no pocas
obras españolas ha tenido que consultar á fin de reunir los
datos (I).
Emprende á seguida, en compendio, la narración crítica del
viaje, observando cuanto de notable abarca é ilustrando las refe-
rencias con una carta general del mar Pacífico en que está traza-
da la derrota de los navios en los viajes de ida y vuelta; con
otra carta del archipiélago de Salomón destinada á desarrollarlos
reconocimientos hechos á bordo del bergantín de la escuadra,
y con vistas de las islas, tipos de sus naturales, casas ó barra-
cas, sepulturas, ídolos, embarcaciones, armas, utensilios, en
buenas fototipias. Dedica especial cuidado á la identificación de
lugares y nombres que los españoles les impusieron, así como á
los de la fauna y la flora y á los de las voces indígenas y su co-
rrespondencia, que se leen en las relaciones. Discute las opinio-
nes del Dr. Guppi (2), quien, aun teniendo en cuenta el espíritu
de la época, encontró tachas que poner á la humanidad de los
castellanos, alabándola por su parte, comparándola con laque se
puede considerar en posteriores exploraciones de europeos, sin
excluir las de sus coterráneos, en las jornadas de la Perouse,
Roggewein, Schouten, Surville, Cook, d'Entrccasteaux, Hamil-
(1) Paréceme que, sin embargo, no ha llegado á sus manos un libro
qne pudiera servirle; el Boletín de esta Academia, tomo xxvm, año 1896,
donde se halla el informe que se me encomendó acerca déla publicación
de Sir Clement R. Markham, presidente de la Sociedad Real Geográfica
de Londres y nuestro digno Correspondiente, Narratwes of the voyages
of Pedro Sarmiento de Gamboa to the Straits of Magallam. London. Prin-
ted for the Hakluyt Society, mcccxcv, informe al que agregue docu-
mentos hasta entonces desconocidos, luego ampliados en mi historia de
la Armada española, con los que se deben á investigación de nuestro
difunto compañero Jiménez de la Espada.
2 1 Tiie Solomon Islands.
LAS ISLAS DE SALOMÓN. 249
ton, etc., pensando dejar demostrado que siendo de admirar el
arrojo, la constancia, la destreza, el sufrimiento de los navegan-
tes españoles, se adquiere convicción de que no ha habido
exploradores que hayan hecho tanto ni detallado los descubri-
mientos como ellos lo verificaron en el siglo xvi.
Se ocupa, por final, de los viajes repetidos en el xym, con los
que se consiguió el nuevo encuentro de las islas dudosas, pen-
sando que, si los geógrafos franceses lograron justificar la exis-
tencia é identificar su posición sin más datos que los muy con-
cisos de Cristóbal Suárez de Figueroa (i), es obvio que de ha-
berse publicado las relaciones ahora compiladas en el tiempo en
que fueron escritas, no pasaran dos siglos sin encontrar lo que
con tamaña exactitud estaba descrito.
Tal es, en ligero resumen, la obra con cuyo envío ha obse-
quiado lord Amherst de Hackney á esta Academia, y con la
que divulgará en Inglaterra noticias y apreciaciones que nos
honran.
Estimo no ser ociosa la indicación de semejanza que por las
fototipias de la obra se deducen, entre los naturales de las islas
de Salomón y los bubis de la de Fernando Póo, con estar tan
apartadas unas de otra. Los tipos son bastante parecidos; algunos
tienen asomos de barbas, andan desnudos, cubriendo las partes
sexuales con cierta bolsa á modo de suspensorio, que nada tiene
de común con los aparatos usados con tal fin en casi toda la
Oceanía y en el continente africano; gastan brazaletes en los an-
tebrazos, y consiste la gala principal en un sombrero, cualquiera
que sea la. forma, prefiriendo las europeas. Se nota asimismo mu-
cha semejanza entre los objetos de madera labrada, especial-
mente en utensilios.
Cesáreo Fernández Duro.
'0 En los Hechos de D. García Hurtado de Mendoza.
25O BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
III.
DOS VIAJES REGIOS.
(1679 Y IÓ66).
Es proverbial la magnificencia desplegada por nuestros Reyes
de la Casa de Austria en sus viajes y expediciones. Aun en las
apocas de mayores apuros financieros se gastaban enormes su-
mas con este motivo, no solo por el Estado, sino por las ciuda-
des, A-illas y lugares, y también por los señores y magnates que ó
residían en ellos ó iban acompañando á las Reales personas, ha-
ciendo algunas veces excepción á esta regla Carlos V y Fe-
lipe II.
La relación del viaje hecho en 1 679 por la Reina María Luisa
de Orleahs para casarse con Carlos II de España, publicada re-
cientemente por el distinguido y erudito hispanófilo Mr. H. Leo-
nardon (i), justifica una vez más nuestro aserto.
Existe el original de esta Relación en nuestra Biblioteca Na-
cional, y su autor es D. Joseph Alfonso Guerra y Villegas, que,
según parece, ejercía el cargo de Rey de armas principal, ha-
biendo también desempeñado los de ayuda de la furriera de cá-
mara y aposentador. Su redacción es por todo extremo desorde-
nada, confusa y deficiente, siendo bien extraño que al cabo de
cuarenta años de servicios no conociera bien, ó desconociera por
completo, algunos de los nombres y de los títulos de los más es-
clarecidos personajes que formaban parte de la regia comitiva.
Es, sin embargo, por otros conceptos, interesante y curioso este
documento.
Emprendióse el viaje objeto de esta relación á fines del mes
de Septiembre de 1679. Las personas que en él tomaron parte
pertenecían las más de ellas á la casa de la Reina Madre, y fue-
(1) «Relation du voyage fait en 1679 au devant et a la suite de la Reine
Marie Lmiisc d'Orléans, femme de Charles II.» — Extrait du Bulleiin hispa-
nique de 1902.
DOS VIAJES REGIOS. 25 I
ron enviadas á la frontera de Bidasoa para recibir en ella, y acom-
pañar después hasta encontrar al Rey, á su joven y nueva sobe-
rana. Hija ésta de Monsieur y de la difunta Madame, Enriqueta
de Inglaterra, habíase ya desposado por poderes en Francia con
el monarca español, habiéndose concertado este matrimonio por
instancias de Luís XIY á la terminación de la paz de Ximega. Á
este efecto, el primer plenipotenciario español en ella, Marqués
de los Balbases, pasó de orden de Carlos II á París de embajador
• ■xtraordidario, á fin de concertar este enlace, como lo efectuó,
acompañando después á España á la regia desposada.
Formaban parte del séquito : como Mayordomo mayor, el
Marqués de Astorga y otros dos mayordomos; como Camarera
mayor, la Duquesa de Terranova y cinco damas; el Duque de
< )suna como Caballerizo mayor, acompañado de su yerno el Du-
que de Uceda; de bracero, el hijo del Marqués de Villa-Manri-
que y dos meninos; tres señoras de honor; dos azafatas; tres se-
ñoras en concepto de guarda-mujeres; una dueña de retrete y
cuatro camaristas. De la furriera iban el aposentador mayor y
otros once empleados; de la tapicería, cuatro; de la caba, otros
cuatro; de la panetería, frutería, sausería, cerería y guarda-joyas,
cuatro por cada oficio; del Estado de Damas, cinco; del Estado
de Camaristas, dos; guarda-damas, cuatro caballeros; reposteros
de camas, cuatro; ujieres de saleta, dos; ujieres de vianda, uno;
porteros de cámara, fiambrero, uno; despensero mayor, dos; co-
cineros mayores, dos, y varios ayudas, portadores, mozos de ofi-
cio y entretenidos; busier, uno; escuderos de á pie, cuatro; por-
teros de damas y ayudas, tres; cocinera, una; barrenderas de cá-
mara, dos; enfermera, una; lavanderas, tres: la de cámara, la de
boca y la de estado; monteros de cama, cuatro; panadero de
boca, uno; pastelero, uno, proveedor de la nieve; capellán y li-
mosnero mayor; capellanes de honor, dos, y un ayuda de orato-
rio; caballerizos, dos; furrier, ayuda de caballeriza, uno; correos,
tres, y aposentadores de caminos, dos.
Con esta numerosa comitiva, que fué luego acrecentándose
por diversos motivos, y á la que se agregó luego una buena par-
te del séquito francés que traía la Reina, puede imaginarse el lee-
252 boletín de la real academia de la historia.
tor que no faltarían piques, disgustos, rozamientos, cuchilladas y
lances cómicos y hasta trágicos.
El martes 26 de Septiembre salió todo este acompañamiento
palaciego de Madrid, quedándose á dormir en Alcalá de Hena-
res en el palacio llamado del Cardenal. El autor describe ligera-
mente algunos de los monumentos antiguos, históricos ó arqueo-
lógicos de las poblaciones por donde pasa y las cosas y costum-
bres que más le chocan, refiriendo no pocas fábulas y tradicio-
nes. El 27 en Guadalajara, en el palacio del Duque del Infantado.
El 28 en Hita, donde poco antes de llegar volcó un coche en
que venía una dama de la Reina, quedando bastante maltratada.
Pasando por Jadraque, Paredes, Berlanga, San Esteban de Gor-
maz, Aranda de Duero, donde se recibió orden de S. M. de acor-
tar las jornadas por no salir la Reina de París hasta el 22 de Sep-
tiembre, Gumiel de Mercado y Lerma, llegó la comitiva el vier-
nes á Burgos, no sin haber ocurrido antes otros vuelcos de co-
ches y caído enfermas algunas personas. Siguió aquélla su mar-
cha por Briviesca, Pancorbo, Miranda de Ebro, Vitoria, Salinas,
( )ñate, Zumárraga, Tolosa y Hernani, llegando el lunes 16 de
Octubre á Irún. La lluvia los molestó tanto en estas últimas po-
blaciones, que parecía otro diluvio universal. «Pasamos, dice, em-
barcados á Fuenterrabía, donde vimos el muelle y la fábrica de
los navios, reconociendo su fortaleza, que es muy buena». En
este punto vieron las piezas de artillería ganadas á los franceses
en el famoso sitio de 1638. «El castillo es muy fuerte y capaz...
Xo hay guarnición para defensa por causa de no pagarse á los
soldados y estar desnudos, y no pagarse quince meses há: enfer-
medad antigua de España. — Frente de este mismo lugar está la
ermita por donde bajó el Almirante de Castilla, Marqués de
Mortara y demás señores que dieron con el socorro y batalla
terror á los franceses y valor para resistir á los españoles, que se
hallaban con gran necesidad de todo... Pasamos á Andaya, villa
do Francia, donde nos agasajaron mucho. Es la gente más corte-
sana y limpia que he visto en mi vida... Martes: Fuimos otra vez
á Andaya, lugar muy pulido de Francia, con hermosas casas y
limpieza. I lay tiendas muy ricas de mercaderes, aunque se vende
DOS VIAJES REGIOS. 253
mitad más caro que en España. En esté lugar hicieron algunos
criados de señores y de la familia de S. M. algunas raterías, de
que se pudo originar algún tumulto; mas los franceses cedieron
la razón que les asistía, por no alterar el lugar en tiempo de bo-
das...» «El día / de este mes de Septiembre se dio noticia cómo
el Gobernador y justicia de Fuenterrabía habían dispuesto en el
castillo, que es la casa donde en otras ocasiones se hospedaron
personas Reales, juzgando fuese la casa á ella; y viendo se que-
daba en Irún, después de haber dado sus quejas y representado
su cariño, hubo diferentes desazones; y el alcalde de Fuenterra-
bía fué á la casa de la conferencia, donde se han de hacer las en-
tregas, con vara alta de justicia, dando á entender era de su ju-
risdicción aquella ribera, y saliendo los franceses le quebraron la
vara, maltratándole de palabra, y procurando pasar á la obra,
trató el alcalde de escapar con la vida, dando gracias á Dios».
El día 25 de ( )ctubre por la noche «hubo un huracán tan so-
berbio que se llevó la casa de la conferencia q entregas, que era
toda de madera, con quatro piezas, formada á la orilla de la ría
desde su fundamento. Hase vuelto á hacer nueva, algo más pu-
lida, aunque es cierto es fábrica bien desengañada, pues más.
parece palomar de barajas que casa para depósito de una señora
esposa del mayor monarcha del orbe; y es que sienten mucho
los franceses gastar dinero sin provecho, como ellos dicen... Los
días 2~, 28, 29 y 30 pasaron de Francia muchas familias á ver
el cuarto que se tenía en el palacio de Irún para la Reina nues-
tra señora, y las mugeres vestidas á la francesa en cuerpo y dadas
de la mano con sus maridos. Es cierto que son mugeres hermo-
sas. Usan de gran llaneza; y estos días se entraban hasta donde
estaba la Camarera mayor y se sentaban junto á ella y escudri-
ñaban los trajes de España con notable atención y cuidado, to-
cando y manoteando todo quanto había, sin reservar cosa alguna:
de donde se infiere lo jovial con que se tratan en Francia. — Este
mismo día fué, con orden del [Mayordomo mayor, D. Alonso
Carnero, secretario de Estado, que pasa á Flandes, que está
nombrado para las entregas á San Juan de Luz, donde se ha-
llaba S. M., para saber de cierto si había de ser al otro día 31 de
254 ETIN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Octubre, martes, la función; y se dio aviso se dilataba para el
jueves, creyéndose ora la causa la competencia que so juzgaba
hay entre el Marqués do los Ralbases y el Príncipe de Harcourt,
sobre quién lia de venir á la mano .derecha de S. AI., do que so
originan los grandes gastos que se le siguen al Rey nuestro
señor cada día que so atrasa esta entrega y la necesidad que
padecen los criados, siendo el gasto que hacen grande y en
plata, v la ración se compone de seis reales y medio do vellón.
Dios sobre todo». La citada competencia fué resuelta á favor del
Príncipe de I larcourt, á quien Luís XIV había encargado condu-
cir á la Reina hasta la frontera y acompañarla después hasta el
lugar donde encontrase á Carlos II. Colocóse el Príncipe á la de-
recha de la Reina en el momento de la entrega al Marqués de
Astorga, su mayordomo mayor, salvando la dificultad el de los
Ralbases pasando algunas horas antes á España.
«I.° ido Noviembre) día de Todos Santos, fui á San Juan de
Luz... á ver á la Reina nuestra señora, y habiendo algunos cria-
dos do S. M. españoles, entramos á besar la mano, haciéndonos
gran demostración de cariño y agasajo. Después salió á comer
en público una grande y costosa comida, estando cuantos qui-
sieron presentes muy cerca de S. M. Después fui á ver al Mar-
qués de los Ralbases y pedirlo licencia para hablar á S. M., la
cual pasó á pie desde palacio á una casa particular, acompañada
del Príncipe de 1 larcourt y otros muchos monsiures y señores. Al
^alir de ella di memorial á S. M. y lo envió al punto al Marqués
de los Ralbases. Fué á vísperas dejándose ver muy despacio;
que es cierto iba tan bolla como un ángel. El día antes salió á la
mañana á embarcarse en el muelle que os muy bueno. Había
muchos y grandes bajeles, todos con su artillería de piezas de
hierro, pasado el puente, que es todo de madera, de largo
de 150 pasos... «El día 2 de Noviembre se dio aviso venía S. M.
á la casa de la conferencia, y saliendo el Marqués de Astorga y
la Camarera mayor, las damas -y toda la demás casa en forma;
y después de toda esta prevención y aparato, S. M. despachó
corr o en (pie di.') cuenta había estado indispuesta, siendo, según
se dijo, la causa un vahído de un desconocido (sic) en un dedex».
DOS VIAJES REGIOS. 255
«Este día una embarcación de Fuentérrabía llevaba bandera con
la cruz de Borgoña, lo cual sintieron mucho los franceses, por
haber cuatro días antes preso los de Fuentérrabía las personas
v marineros de una chalupa (por llevar bandera de Francia i el-
los vecinos del lugar de Andava. Y bajando á la marina todos
con escopetas y pistolas, y todas las embarcaciones que llegaban
al puerto las sacaban con una maroma la calle arriba, con tanto
estruendo y alboroto que se temió los soldados de Fuentérrabía
no disparasen artillería y tuviésemos alguna novedad ; con que
se llegaron con escopetas los franceses viendo la chalupa de
Fuentérrabía con determinación de matar á los que venían en
ella y quemarla. Y lo pusieran por obra á no haber un español
que entendía la lengua, y oído el intento se tué corriendo y dio
aviso para que quitasen la bandera, executándolo así, siendo en
la ocasión presente el remedio eficaz para aplacar el fuego que
estaba empezado á encender».— «Yiernes. El día 3 de Noviem-
bre tocaron los clarines de la Camarera mayor al amanecer dando
noticia eran las entregas sin falta, con lo cual se puso toda la
familia de la Casa Real de golilla, habiéndose visto tantas y tan
costosas galas que parece imposible que la ponderación lo exa-
gere, pues el más pobre corrió este día parejas con el rico. Las
libreas del Marqués de Astorga y Duque de Osuna fueron mu-
chas y costosas, unas de bordados de oro y plata, otras de enca-
jes de primorosas labores, no habiéndose visto en España día de .
más lucimiento, coronando esta grandeza los Duques de Osuna,.
Uzeda y Marqués de Astorga. Siguióse á esto para el acompaña-
miento y recibimiento dos compañías de caballos... siendo los
mejores montados que se han visto en la milicia española... Des-
pués que llegaron los coches de palacio con las damas, se que-
daron á la orilla de la ría, y el Mayordomo y la Camarera mayor
de la parte de España, estando la marea llena, cubierta de em-
barcaciones, unas doradas, otras coloradas y otras de diferentes
colores. La de S. M. era de escultura de figuras doradas, y en
medio de ella de la hechura de una cama colgada, cielo y cortinas
de tela pasada de oro encarnada, y las ventanas con vidrieras de
cristal y á las espaldas un escudo de armas de España con su
256 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
corona imperial, y toda la barca en círculo de pinturas de ninfas
en sus atributos. Llevábanla á remolque otras chalupas, y los ma-
rineros vizcaínos todos vestidos con sus casacas de terciopelo
negro y botónos de plata. Iban en otra los caballeros de las tres
provincias de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, con muchas y ricas
galas, vestidos casi á la francesa, sin faltar señora de todas ellas
que viniese embarcada, procurando dejar pobre á Milán con sus
telas pasadas, propio ánimo de la nación española».
«S. M. llegó á la casa de la conferencia á las cinco de la tarde
en su carroza, trayendo consigo á la embajatriz princesa de
Harcourt y su Camarera. Entró con su mascarilla, y habiéndose
apeado entró en la casa de ías entregas, que estaba colgada y
entapizada, donde estaban la mayor parte de la nobleza de Fran-
cia, de hombres y mujeres. Después salió al puente de madera
haciendo ala la compañía de caballos que traía S. AL, aguardando
en él al Mayordomo mayor que pasase, haciendo al mismo tiem-
po salva real la caballería española. Toda la familia de el Mar-
qués le acompañó hasta la conferencia, donde entró con el se-
cretario de Estado D. Alonso Carnero; y habiendo leído los po-
deres que traía de la Magestad Católica del Rey nuestro señor,
y hecha relación de ellos, se sirvió la colación y bebidas que
tenían de la parte de Francia prevenida. Habiéndose concluido
esta función, S. M. despidió los Mariscales de Francia y demás
gente con notable alegría; y saliendo al puente entró en la falúa
Real, y en pasando la ría, parte de España, se le hizo salva real •
por la caballería española, y dando aviso las centinelas que había
puestas en diferentes partes, se disparó la artillería de Fuenterra-
bía, con que S. M. llegó embarcada hasta la iglesia de Irún, donde
la volvió á recibir lá caballería haciendo otra salva. Estábala es-
perando á la puerta el obispo de Pamplona, I). Fr. Pedro Roche,
religioso francisco. Habiendo hecho la ceremonia á S. M., entró
dentro de la iglesia, donde se comenzó el Te Deum ¡audamus, y
echándola la bendición episcopal, dio S. M. gracias, y saliendo se
fué á pié, sin querer entrar en silla ni coche, á palacio, acompa-
ñada de toda su familia española y francesa, llevando la falda la
Duquesa de Terranova, su camarera mayor, iba S. M. con un
DOS VIAJES REGIOS. 257
vestido bordado de oro y guarnecido de diamantes el jubón, los
calados y la media manguilla, y un collar de diamantes y una
joya grande de lo mismo, y muchos clavos, con que entró en pa-
lacio tan galanteada de su belleza que parecía un paraíso, entre
la Marquesa de los Ralbases (i), con un vestido bordado de oro,
llena de diamantes, y una gargantilla de perlas como avellanas
pequeñas, muy iguales, con su hija la Duquesa de San Pedro (2),
todos los extremos de diferentes piedras preciosas, y en medio
de los pechos una joya de una águila imperial muy rica.
»Entraron muchas madamas ricamente vestidas, y seis damas
de la Cámara admirablemente vestidas. Dióse antes de la cena un
gran refresco, participando todos los caballeros de Francia, sien-
do tanta la gente de todos estados que concurrió, que era impo-
sible pasar por las calles. El arcediano de Madrid, que iba por
limosnero mayor de la Reina nuestra Señora, así en la conferen-
cia como en Irún, repartió aqueste día mas de 600 reales de á
ocho arrojándolos.
»Aquesta noche, á la hora de las seis, vino un repostero de
camas francés, con orden de S. M., para reconocer la cama que
se le tenía prevenida, y mandándome llamar el señor Marqués
de los Ralbases, me la dio para que se pusiese la que traía S. M. con
colchones de pluma, la cual se puso, dejando la otra de respeto,
añadiendo á esto el repostero que S. M. había dado esta orden y
le había dicho no se juzgase á desaire ni á poca confianza el que
mandase (esto), sino tan solamente el sosegar bien en ellos, como
tenía de costumbre.
»E1 sábado salió S. M. á misa á la iglesia parroquial de Irún, á
la hora de la una, en la carroza que se llevó de España, llevando
consigo á la Camarera mayor, poniendo al estribo como caballe-
rizo mayor al Duque de ( )suna, pasando á pié ala iglesia; á quien
siguió el Duque de Uceda, vestido maravillosamente á la france-
sa con un vestido bordado cuajado de oro; después el Marqués
(1) D. a Ana Colonna, hija del Condestable de Ñapóles, Marco Antonio
Colonna.
(2) D. a Isabel Spínola.
tomo xlii. 17
258 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
de los Balbases, y en habiendo pasado el coche de S. M., fué
también á pié el Mayordomo mayor, llevando por bracero á Don
Antonio Manrique de Guzmán, su sobrino, hijo mayor del Mar-
qués de Villamanrique, y toda la familia suya de una librea azul
muy rica. Después de haber vuelto á palacio, mandó S. M. la
entrasen á besar la mano las tres provincias de Vizcaya, Álava y
Guipúzcoa, cada una de por sí. Después mandó entrase la Casa
Real á la misma ceremonia, diciéndole el intérprete el oficio de
cada uno.
»A esta misma hora mandó el Mayordomo mayor pasase Don
Juan Clavero, aposentador mayor de palacio, al primer tránsito,
á disponer el hospedaje de S. M., que era la villa de Hernani...
A esta misma hora mandó el Mayordomo entrase á servir con
capa D. Gabriel de Silva, mozo de oficio de la furriera, el más
antiguo, y sirvió la vianda... con que gozó los honores de
ayuda...
»A las ocho de la noche salió S. M. á la pieza grande donde
se sentó en su -silla, y á mí se me mandó servir la almohada, que
toca al tapicero mayor, por no haber quien la sirviese, y junta-
mente serví las de la Camarera mayor y la Señora madama go-
vernante (i), que es viuda y la trae S. M. De este otro lado estu-
vo Madama... (2) y las damas y demás señoras; y de este otro
lado el Duque de Osuna y el Duque de Uceda; y en saliendo
S. M. empezaron á cantar y tocar hasta en número de 38 músi-
cos y dos músicas con gran variedad de instrumentos y clavicor-
dio; y habiendo tocado y cantado, S. M. se entró en su cuarto,
donde mandó se le entrase el clavicordio, lo cual hicimos D. Ga-
briel de Silva, mi compañero y yo; y preguntando á S. M. dónde
mandaba se pusiese, respondió en español con notable gracia:
«Pónganle encima del tocador». S. M. danzó en su Cámara delan-
te de sus damas, y despachó correo para S. M. la Reina Madre,
mandando poner en el sobrescrito: «A la Reina mi Señora y mi
Madre»; de donde se colige, habla muy bien la lengua española.
d 1 Mme de Clérambault, viuda del Mariscal del mismo nombre.
(2) En claro.
DOS VIAJES REGIOS. 259
Salió á cenar en público, hallándose presentes los Duques de
Osuna y Uceda y el Mayordomo mayor; á la mano derecha la
Camarera mayor, y detrás de la silla y arrimadas á ella las da-
mas de la Cámara y el ama que la crió, sirviendo á la mesa la
vianda los meninos, la cual dejaban en manos de las damas, sir-
viendo la copa D. a María Andrés d*e Guzmán, copera, hija del
Marqués de Villamanrique, y de trinchanta D. a Francisca Enrí-
quez de Velasco, hermana del Duque de Uceda, y D. a Manuela
de Velasco su prima, la tocadora y las meninas.
»S. M. parece que estaba disgustada por habérsele perdido un
perrico de falda; y habiendo parecido, cenó, aunque poco. La
causa fué haber un francés, su criado, que la hacía los panecicos,
dicho no le daban harina, y que por esta causa no había dado
más que tres...
»Hubo muchos dulces y bebidas. Quítela mesa y tijera á S. M.
después de haber cenado y le quité la silla. Fué de mucho gusto
para mí lograr esta ocasión, si después de esto hubiera la ración
para comer... Remitió S. M. esta misma noche la bandeja, azafate
redondo de ámbar, guarnecido con grande primor de filigrana y
piedras, al Sr. Duque de Orleans su padre, que es cierto alhaja
digna de tan soberana persona.
»Se me mandó de orden de la Camarera mayor sirviese el
chocolate á tres monsiures de Francia, dejando á cada uno en la
mano la jicara y salva por no tenérsela debajo cuando lo toma-
ban, pues les parece son príncipes en el término del mandar.
A los músicos mandó dar S. M. sesenta doblones, habiéndoles
mandado dar á otros franceses más de 800 rs. de á ocho, con
que íueron beneficiados y contentos. Dióse esta y otras cantida-
des del dinero del Rey nuestro señor.
»E1 domingo 5 de Noviembre salió S. M. delrún en la carroza
que se llevó de Madrid, que es toda de tela verde, toda bordada
de oro, con escudos de Castilla y flores de lis de clavazón, muy
rica, dorada, y sus vidrios cristalinos, dos muy grandes á las tes-
teras y cuatro pequeños á los lados, acompañando á S. M. las
compañías de caballos que van mencionadas, y por todos los
lugares que pasó hasta llegar á Hernani , donde hizo noche , las
2ÓO BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
de infantería de las milicias de naturales provincianos, haciendo
salva con la mosquetería... S. Al. salió á los halcones dé la posada
más de dos horas, dejándose ver de todos, vestida á la francesa,
con un vestido bordado de plata, su sombrero negro con plumas
blancas y una bengala en la mano, que más parecía un valiente
campeón que no señora mujer. Cenó en público S. M. mandando
dejasen entrar en palacio á los monsiures franceses, que ya se
despejaban como se estila en España; con que todo el mundo
entra //asía ¡a cama de S. M., aunque sean lacayos, á todas horas,
con que resultará de esta desorden alguna nueva orden.
»Por la mañana S. M. salió de Hernani á caballo y la tocadora
que tray consigo, que.se llama Madama ele... (i) y la Camarera.
mayor en la puerta de palacio para marchar, y al lado derecho
de S. M. el Marqués de Astorga á caballo, como Mayordomo
mayor, el I >uque ele Osuna se entró con su caballo por entre los
dos, quedándose en medio al lado derecho; de que resultó que
llegando S. M. á Tolosa este mismo día, un cochero de los de
un coche tumbado, embarazó el paso al Marqués de Astorga en
la puerta de palacio, haciendo tanta junta que le obligó el Mar-
qués mandase á un soldado de la guardia le diese de palos, y al
mismo tiempo bajó el Duque de Osuna que estaba en el balcón,
y con el bastoncillo se los dio á los soldados de la guarda, diciendo
no había de consentir se maltratase á ningún criado de la Reina;
y el Marqués cabeceando y montado en cólera (dijo): «Yo tam-
poco he de dar lugar á que se me embarace el paso y se dé
orden para ello siendo Mayordomo mayor, y no Jo he de con-
sentir.* Y á todo esto está presente la Reina, y la Camarera
mayor con su mucha prudencia lo medió de suerte eme por
entonces se apaciguó... Este mismo día quiso el Duque de Osuna
ordenar;! D. Joseph de Salazar, capitán de la caballería que va
de orden de S. M. el Rey nuestro Señor, acompañando á la Reina
nuestra Señora, para que pasase adelante, y no lo quiso hacer,
(n En blanco. Según nota de M. Leonardon, era Mlle. de Grancey,
hija <le] diíunto general «leí mismo título, que servía á la Reina como de
azafata.
DOS VIAJES REGIOS. 2()I
diciendo no podía obedecer á S. E., pues solo la orden del Rey
obedecía y no otra alguna, y marchó adelante.
»Las señoras francesas las desnudan hombres y descalzan,
con que se. ahorran de muchas criadas, dándonos á entender el
estilo y llaneza y la poca malicia con que se sirven.
»E1 arcediano de Madrid, cumpliendo con su sangre y grandes
prendas, procuró que S. Al. esté con gusto, procurando contarla
algunas cosas, de que S. M. gusta mucho, con que se pasa con
alegría algo de las descomodidades del camino.
»Martes, 6. — Vino S. M. á hacer noche á Villafranca. En él
cenó en público S. ¡VL, habiendo antes jugado á los naipes con
algunos franceses y francesas y perdido 6o doblones... Este
mismo día martes un criado do la guarda mayor tuvo unas pala-
bras con un cochero de los coches de Toledo... y después de
haberle tirado al mísero hombre un pistoletazo y faltádole lum-
bre después de ajustado, sacó el espadín y se le atravesó por el
cuerpo...
»S. M. anduvo esta noche muy alegre, probándose chapines
y á veces cayéndose con ellos, que era comedia verla por aque-
lla casa hecha un vivo retrato del Rey nuestro Señor, así en lo
parecido que es el rostro como en la viveza que tiene. Quiera
nuestra fortuna la tenga para darnos á España tantos iníantes que
podamos repartir para otros reinos...
»Miércoles, á 8 de Noviembre. — Vino S. M, á hacer noche á
Villarreal de Zumárraga. Llegó S. M. de noche por haber comido
tarde, diciendo no se sentía buena, preguntando en la mesa
dónde se hallaba el Rey; y esto con tanto cuidado que se presu-
mió era su curiosidad juzgar iba el Rey nuestro Señor siguién-
dola, y que ya la había visto, según el cuidado que llevaba en
v
llegando á palacio, mirando muy despacio no solo su cuarto pero
lo más interior de las piezas apartadas, y habiéndola, dicho
si S. M. gustaba de quedarse aquel día á descansar, respondió
deseaba mucho llegar presto á los ojos del Rey, y que así elixía
el caminar pasando adelante. 1 lubo esta noche música y jugó S. M.
con algunas madamas francesas.
»Jueves, g. — Vino S. Al. á la villa de Oñate...
2Ó2 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
»Este mismo día llegó á encontrar á S. M. el Conde, de Alta-
mira, marqués de Almazán, con recado del Rey nuestro señor.
Iba vestido á la francesa con su vestido todo bordado cuajado
de oro. Las camaristas se quedaron esta noche sin posada por
haber entrado en la que tenían repartida dos damas, siendo de
harto sentimiento para todos se hiciese esta demostración con
criadas tan de adentro de la Reina nra. Señora. Cenó S. M. en
público con grande inmensidad de gente forastera que se halló
presente. Hubo música de franceses cantando y tocando, siendo
tantos los que había que no dejaban servir la vianda, recostán-
dose sobre las mesas sin cortesía ni atención; y todo se tolera
deseando hallar al Rey nro. señor para lograr la execución de
etiquetas... Este día se cree llegó orden del Rey nro. señor para
que el Duque de Osuna pasase adelante. Dícese ha sido por el
disguto que tuvo con el Mayordomo mayor.
» Viernes 10. — Vino S. M. á Salinas, lugar más nombrado por
su cuesta que por su grandeza... Muchas señoras subieron la
cuesta á pié...
»Sábado 1 1. — Venimos á Vitoria, habiendo llovido todo el día,
de forma que S. M. no entró en público por el mal temporal,
ocasionando el que cayesen malas más de 40 personas...
»A1 otro día, que fué domingo, salió S. M. en público á caballo
desde Santa María á palacio, llevando las varas del palio unos
.caballeros...
»A la hora que llegó S. M. la noche antes hubo invención de
fuego con muy buen artificio; después la comedia que dieron
título El jardín de Falerina, estando adornadas así las piezas
donde se representa como el demás cuarto de la Reina de la
tapicería rica que el Rey nro. señor tiene, que se llama de los
Atributos de la Fama... Estaba S. M. vestida á la. francesa, con
muchos diamantes y el pelo puesto á rizos en forma de' guirnal-
da y á trechos muchos clavos de piedras muy preciosas, braza-
letes de lo mismo y una gargantilla de perlas mayores que ave-
llanas gruesas (remito á la vista); con que S. M. hermosa, el
vestido rico, mucha gracia, abundancia de diamantes y mirada
con ojos de españoles, símbolos de lealtad, discurra, el curioso
DOS VIAJES REGIOS. 263
cuál estaría... Quisiéronla dar una almohada y á otra señora
irancesa en aquella misma línea en que se hallaban, y lo contra-
dijo la Mortara, teniendo causas lexítjmas para ello, y le valieron.
Empezóse la loa. Fué muy buena, y á trechos repetían en ella
con música de á cuatro esta redondilla:
Si no naciera
Reina precisa
por sí lo fuera
María Luysa.
»Así no tuviera algunos equívocos, que se pudieron excusar;
que en tocando al menor ápice al solio soberano de los Reyes,
es querer ver executado quien tal hace, lo que con las burlas
tramoya en las veras vuelo... La comedia tuvo su con qué. A los
que la representaron echara yo á galeras, porque no discu-
rren que las comedias las ocasiones en que se dicen las hacen
buenas ó malas. En fin se acabó, y muy gustosa S. M. pasó á su
cuarto, donde pidió la cena á las doce, tocando primero la turba
de músicos galianenses, con que S. M. se fué á recojer á las doce
y media.
»Huvo fiesta de toros en los dos días siguientes: y en el prime-
ro de ellos comedia, la de Pedro de Urdemalas, y fuegos por la
noche. «S. M. se vistió á la española, pero luego al punto se puso
á la francesa... Vino el Marqués de la Vega, mayordomo de la
Reina madre., como embaxador á S. M., con la joya de diaman-
tes y perlas, arracadas, manillas y otras cosas, siendo de tan ex-
cesivo valor, hermosura y grandeza, que solo pudo hallarse en
poder de una Reina de España..;»
»Aquí se supo SS. MM. no iban por Valladolid por ser invier-
no y el tiempo riguroso; aunque se le representó al Rey... los
grandes gastos y prevenciones que tenía hecha la ciudad, se
resolvió había inconveniente.
«Todas las tres provincias desde Miranda de Ebro á la ida y
venida nos fué acompañando, de suerte que todo era besamanos
de síndicos, procuradores generales y diputados, que ya estába-
mos muertos según el acompañamiento, sin hacer otra galante-
264 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE .LA HISTORIA.
ría más que dar lugar á que- nos llevasen un ojo por les mante-
nimientos y en plata, que no pasa la moneda deSegovia, sino es
la calderilla y ochavos gordos...» y se lamenta el autor de la ex-
traordinaria carestía de los comestibles «donde el piadoso lector
puede considerar la piedad de estos lugares, y tan pagados de
su tierra que no hay otra mejor, en medio que siempre está llo-
viendo y no se ve legua de cielo de montuosa que es. Dios me
libre de tierra tan desventurada que á cada instante se enoja y
encapota el cielo con ella...»
Martes (día 14) vino S. M. en litera á Miranda ele Ebro, pri-
mer lugar de Castilla... Miércoles. El martes vino S. M. á la villa
de Pancorbo, y habiéndose sentido indispuesta, recetó un inglés,
doctor químico, que no entiende de medicina, una bebida de
tres onzas de jarabe de adormideras, sin dar cuenta al Mayor-
domo mayor, como es de obligación, ni saberse en la botica,
siendo milagro de la gran misericordia del Señor no quedase
muerta, según lo afirmaron los doctores... y más estando aguar-
dando el achaque , y después tenía una bebida que darla , y
sabiéndolo el Mayordomo y la Camarera, alborotando palacio
entraron al cuarto de la Reina, y reconociendo la bebida, la pro-
bó el Mayordomo mayor y los doctores, hallándola cálida en ter-
cer grado y de tan mal sabor y color, que se presumió alguna
traición; y preguntado qué bebida era y de qué se componía,
respondió no lo quería decir, con que se confirmó la sospecha
por nuestros doctores... Fué forzoso no salir de Pancorbo hasta
el viernes por la mañana... Esta noche S. M." estuvo muy alegre
y nos mostró el jubón rico, que se componía de la joya que la
Reina madre, nuestra señora, le invió, y de la que le había dado
el Sr. Duque de Orliens, su padre, y la que le invió el Rey nues-
tro señor, y otras muchas de diamantes y piedras preciosas, es-
tando tan jovial que fué motivo para que la Marquesa de Mortara
hiciese representación á S. M. de los españoles, suplicándola los
mirase siempre como á buenos vasallos, usando siempre de su
mucha piedad, habiéndolo hecho en otras partes D. Juan de
Yillavicencio... — El viernes: S. M... hizo noche en Briviesca,
lugar del Condestable de Castilla, en un gran palacio suyo... —
DOS VIAJES REGIOS. 265
El sábado se vino á Ouintanapalla... quedándose atascado el coche
de la familia de la Marquesa de Mortara, siendo preciso traer á
las criadas á caballo diferentes personas por venir cerrando la
noche y ser grande la niebla. El consuelo que pudieron tener
era el que los pantanos perdieron el respeto á la persona de S. M.,
pues cayó la litera en que venía dos veces, siendo Dios servido
no se hiciese daño ni espanto...
»Llegó esta noche el Patriarcha de las Indias... (con dos cape-
llanes de honor) con orden del Rey... para llegar primero á dis-
poner todo lo necesario en el oratorio donde á S. M. se le habían
de dar las bendiciones. Con que entre las IO y las II, domingo
por la mañana, llegó S. M., y el Duque de Híjar, Medinaccli y
Condestable en Ouintanapalla, donde se hizo esta ceremonia,
sirviendo el velo el arcediano de Madrid, revalidándose el matri-
monio. Entró S. M. y le salió (á recibir) á la penúltima pieza la
Reina nuestra señora; y se turbó algo, y se fué á poner de rodi-
llas, y el Rey nuestro señor la recibió en los brazos; y acabada
esta función se metieron en el coche, dando el Rey... el mejor lu-
gar á su esposa.
»SS. MM. volvieron á Burgos dentro del coche entrambos...
Así que S. M. llegó á Palacio, se despejó luego. Sin duda no igno-
raba las desórdenes de los franceses, entrando hasta la cama; y
aun en Pancorbo, según el estilo de Francia, un doctor entró y
hizo una untura en parte reservada á persona harto soberana.
Dicen es costumbre usar esta llaneza en Francia; pero yo digo
aquel refrán tan vulgar de: á la tierra que fueres, haz como vieres.
Cesó esta costumbre, reformándola el Rey... con su mucha pru-
dencia.
»E1 lunes por la tarde S. M. la Reina... salió en público, á
caballo, debajo de palio. Fué á la iglesia mayor acompañada de
la Camarera mayor y damas, vestida á la española, tocada en
melena, sombrero de plumas blancas, admirablemente prendida...
Acabada esta función que fué breve, salió S. M. acompañada de
muchos Grandes de España, volviendo á caballo. Llevaba las
varas del palio la ciudad. Estaban las calles entapizadas y colga-
das... Fué S. M. á palacio y se comenzó una invención de luego
2Ó6 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
muy bien dispuesta, con muchas luminarias y luces. Empezóse
la comedia de Eco y Narciso, y no se concluyó por estar S. M.
cansada, aunque se levantó á las diez y media de la mañana. Ha-
biendo pasado á descansar á la misma hora por la noche, y en-
trando por la mañana la primera vez, estaba S. M. y el Rey
nuestro señor sin vestirse; luego pasó á su cuarto, dejándose por
olvido el espadín en la cabecera de la cama de la Reina... con
que entrando mi compañero D. Miguel Vidal le tomó y S. M. al
otro día le rescató por cuatro doblones. No me tocó nada.— Es-
taba el palacio, que es muy grande, todo adornado de las tapi-
cerías ricas del Rey nuestro señor, y entre ellas la de Carlos
.Ouinto y batalla de Túnez y la Goleta: obra sin segunda. — Antes
que la Reina... fuese á la iglesia en público, estuvo en el Con-
vento de las Huelgas, fuera de los muros de esta ciudad... — El
martes fué el Príncipe de Harcourt, de la sangre Real de Fran-
cia, á besar la mano á S. AI. en una muy graciosa carroza, y
grande acompañamiento. A la tarde hizo la misma función el
cabildo... (i). — Esta tarde hubo una muy graciosa mogiganga en
borricos, y los que iban caballeros iban ridiculamente figurados:
unos de gallos, otros de avestruces, otros de papagayos en sus
jaulones y otras mil maravillosas figuras. Por lo horrible rema-
taba la fiesta un carro y dentro una matrona sentada en su silla,
y por sitial dos viejas tan lindas como ella, con sus carátulas de
una vara, con grande alboroto. Después hubo una máscara muy
lucida, aunque no tuvo luces por ser por la tarde. Era de caba-
lleros ciudadanos y gente honrada. Corrieron muchas parejas.
Después acabó la comedia comenzada la noche antes de Eco y
Narciso...
»Miércoles, hubo fiesta de toros en Burgos. Uno de ellos mal-
trató á un archero, y se entretuvo con un alguacil de Corte... Este
día se volvieron á Francia Madama Grancey, deuda de la Reina
nuestra Señora, y el Príncipe de Harcourt. Cierto es harto her-
mosa criatura, desenvuelta y airosa, y montaba á caballo con
(i) El Arzobispo, D. Enrique de Peralta, había fallecido el 20 de
Noviembre.
DOS VIAJES REGIOS. 267
gran valor. Dióscle de ayuda de costa para el camino mil doblo-
nes y otras cosas, y dicen que dos mil ducados de renta en el reino
de Xápoles.
«Jueves, 23 de Noviembre, vinimos á la villa de Lerma, y lle-
gando SS. MM. al entrar por junto á los mesones, siendo más de
las seis de la noche y haciendo muy obscuro, cayó la litera»; y á
no ser tanta la diligencia de los dos caballerizos que iban junto á
ella, la caída hubiera sido mayor. «No se lastimaron cosa, á Dios
gracias... El Rey nuestro señor venía á (la parte de) los caballos,
dando mejor lugar á la Reina nuestra Señora. Todo lo puede el
cariño. Quiera Dios se gocen mil siglos.»
»E1 viernes vinieron SS. MM. á la villa de Aranda de Duero...
Como por ser de patrimonio Real estaba toda la villa llena de lu-
minarias y luces, habiendo gastado dos mil reales en fuegos, y para
el día siguiente diez y seis toros, dando á entender estos vasallos
que, aunque pobres y llenos de tributos, no faltan á la lealtad que
acostumbran...»
En este día y lugar acaba la relación de D. José Guerra, que
ha sido anotada é ilustrada con curiosas noticias por el diligente
investigador Mr. Leonardon, que se propone escribir la historia
de esta desventurada soberana, teniendo ya, según nuestras no-
ticias, muy adelantado su trabajo, para el que ha reunido curio-
sos é interesantes documentos.
Para completar hasta cierto punto el asunto de la anterior re-
lación, nos ha parecido conveniente, á fin de dar una idea de la
despedida que los Reyes y la Corte de Francia dispensaron á la
nueva Reina de España, y del viaje que ésta hizo desde París á
Orleans, publicar á continuación las dos siguientes relaciones,
muy raras y poco conocidas;. y por ser tan culminante el punto
de las entregas y estar tratado por D. José Guerra con obscuri-
dad y deficiencia, añadir otra tercera relación, extractada, por
ser algo difusa, dedicada á este asunto.
Relación verdadera en que se declara y da cuenta de las fiestas
Reales que se han celebrado en 20 de Setiembre des te ano de lójg
2Ó8 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
en la ciudad de París, Corte del Christianísimo Rey de Francia^
por la salida de la Sereníssima señora dona María Luisa de Bor-
dón, dichosa esposa de nuestro invicto Monarca y señor D. Carlos
Segundo, el Pescado, escrita aun caballero desta Corte por un her-
mano suyo asistente en dicha Corte de París (i).
Siempre lio tenido á la Nación Francesa por su generosidad en
grande estimación, porque habiendo precedido los días pasados
el célebre día de los desposorios de nuestro Rey y Señor con la
Sereníssima señora Madamosela Mana Luisa de Borbón, hija del
Sereníssimo señor Duque de Orleans, con la mayor pompa que
se puede discurrir, como escribí á vmd. en carta aparte, hoy es
el día más afortunado que he visto, pues habiéndose determina-
do la ¡ornada para esa Corte, salen los Reyes Christianísimos á
la función más gustosa para SS. MM. que han tenido jamás, acom-
pañando hasta tres leguas desta Corte á nuestra Católica Reina en
un mismo coche, en que van las tres Majestades: á la mano de-
recha, en la testera nuestra Reina, como huéspeda; á la siniestra
la de Francia, y á los caballos el Rey, que como tan capaz y cor-
tés ha cedido el derecho que le dio la naturaleza y la dignidad...
I )ispúsose infinito número de caballerías, que rizando gargotas de
plumas, emulación del viento, en hileras bien ordenadas, con ga-
las sin segundas de inestimable valor, manifestaban al mundo su
i meza. Seguía á este numerosísimo exército todo el aparato y
adorno de la Casa Real de la Reina nuestra Señora, compuesto
de 36 acémilas con reposteros de inestimables telas, con las
armas de España y Francia bordadas de tanto realce de oro, que
parecía se había agotado en ellas todo el de ( Mir. Después entra-
ron otras tantas de su dignísimo Padre el Serenísimo señor Du-
que de ( )rleans, que por lo rico é inmensidad de labores eran
inapreciables. Después, mezclados unos con otros, 48 lacayos de
las dos casas con libreas, aunque de diferentes colores, de costa
incomparable, á quienes precedían otros tantos pajes, de cuyo
vestuario, por lo curioso, sutil y vistoso, no so atreve á decir ni
pronunciar nada la lengua; solo digo que parecía cada uno un
(1) Dos hojas folio, sin pie de imprenta.
DOS VIAJES REGIOS. 269
Narciso. A éstos todos los oficios ele las Casas Reales con los Ma-
yordomos y Caballerizos mayores, que en competencia eclipsa-
ban sus galas el oro de la Arabia y las púrpuras de Tyro. Luego,
como he dicho, las tres personas Reales. Iba nuestra Reina tan
entendida como hermosa, con vestido ala española digno y corres-
pondiente á su dignidad. No quiero decir de las galas de los se-
ñores Reyes de Francia, porque no caben en el guarismo sus
precios. El... Delfín acompañaba después este portentoso aparato,
tal vez en coche, tal vez á caballo, peinando plumas al aire, brio-
so Alarte francés. Cierra esta máquina Real con los... Duques y
Madamoselas de ( )rleans, padres y hermanas de nuestra Reina Ca-
tólica, que su adorno y galas pueden dar envidia á la naturaleza.
Proseguían los Embaxadores de todos los Príncipes de Europa
con infinitas riquezas de vestidos, así en sus personas como en
los criados de sus casas; entre los cuales sobresalían nuestro Mar-
qués de los Balbases y Duque de Pastrana con sus dos hermanos,
que generosos cuanto ricos echaron el resto de su liberalidad.
Contar los Príncipes de la Sangre, referir los Duques, Marqueses,
Condes, Mariscales, Monsiures y demás nobleza que acompaña-
ban esta función, no cabe en la aritmética. Decir lo infinito del
pueblo, la alegría, los vítores á las dos Coronas, no lo puede com-
prender lengua humana. Publicar las carabanas de la Caballería
y los regocijos, assí de los naturales como extranjeros, es inapea-
ble. Manifestar los festines de saraos, comedias, fuegos, artillería,
mosquetería y demás instrumentos bélicos que han hecho las sal-
vas, es imperceptible. Solo digo que parece que Dios obra por
el brazo derecho de su fe nuestra Monarquía española, á quien
debemos rendir infinitas gracias. Mañana 21, proseguimos nues-
tro viaje acompañando S. A. R. hasta Orleans, donde estaremos
uno ú dos días. Están prevenidas grandes fiestas. No se sabe de
cierto si el Serenísimo señor Duque llegará hasta Irün, porque
esto anda muy secreto. De lo que fuere sucediendo daré cuenta
á Vmd., cuya vida guarde nuestro Señor. — París, 20 de Setiem-
bre de 1679.
270 boletín de la real academia de la historia.
Relación diaria verdadera de lo que sucedió en él viaje de la Rey-
na nuestra Señora desde 20 de Setiembre que salió de la corte de
París hasta 25 en que S. M. quedaba en la ciudad de Orlicns (i).
Porque se que á Y. M. y á los que oyeren estas breves pala-
bras les ha de servir de un dulce rato... seré verdadero, como
testigo de vista de lo sucedido en el viaje de nuestra Serenísima
Reina Católica, desde la gran Corte de París, de donde salimos á
20 de Setiembre hasta Orliens, en que se rematan las noticias
que debo dar á v. md., como le prometí en la antecedente, y pro-
seguiré hasta llegar á esa Corte. — Hoy 20, á las tres de la tarde,
llegamos á este parage de Charlé con todas las Casas Reales, don-
de fuimos hospedados con magnificencia nunca imaginada. Es
un lugar moderado, excelente sitio, muy capaces habitaciones,
regalado en extremo de todo género de caza de monte y infini-
ta volatería. Referiré los festines del villanage hechos á los Re-
yes Christianísimos y Reina Católica en breve espacio. Parece
era prevención de -muchos días, pues se vieron un gran número
de instrumentos que parecían una muy bien concertada capilla.
Los disfraces de las danzas pastoriles parecía se habían traslada-
do en los de la Arcadia, con que hubo infinito que admirar y
muchísimo en que paladear el gusto, la risa y la chacota.
A las cuatro y media de la tarde se despidieron las Mages-
tades Christianísimas de nuestra Católica Reina y de su padre,
en que hubo de entrambas partes, entre lágrimas y alegría, accio-
nes de finos amantes. Al despedirse en bien compuestos escua-
drones, hasta seis mil caballos, hicieron mil carabanas militares en
íorma de pelear, disparando sus carabinas y pistolas, que pare-
cía día de juicio, aunque de inmenso gusto, quedando solo para
el acompañamiento hasta Irún cincuenta compañías de á caballo,
la gente más escogida de las Guardas del Rey... Los días 21 y
22 hicimos nuestro viage felicísimamente, saliendo á recibirnos
d<- todos los lugares del paso, que son muchos, con grandes fes-
tines de variedad de danzas y instrumentos, teniendo las calles
muy adornadas de colgaduras que permitía la capacidad de los
Es continuación de la anterior. — 2 hojas fol., sin pie de imprenta.
DOS VIAJES REGIOS. 27 I
pueblos, sembradas de yerbas y flores olorosísimas, y en las ca-
sas con inmensidad de regalos de carnes de todos géneros, ade-
rezadas conforme al gusto de cada uno, frutas y dulces, que pa-
cía no hacer falta los de la Corte por su abundancia. El día 23 á
las diez de la mañana partimos á Satramber, ciudad bastantemen-
te capaz, bien murada y fortificada, á cuya cercanía empozó la
artillería haciendo salvas y alternativamente la mosquetería por
tres veces. Recibió aquella nobilísima ciudad á nuestra Reina,
como si lo fuera de Francia, con infinitos júbilos y vítores á los
dos Monarcas (que si bien han sido las paces tan deseadas por
España, no han sido menos apetecidas por la Francia), acompa-
ñando á S. M. y AA. RR. hasta un suntuoso palacio, capacísimo
para hospedage del mayor Monarca, así en la multitud de las
piezas como en el adorno riquísimo y particular de sus salas. El
Senado ó Ayuntamiento mandó colgar todas las calles por don-
de pasó S. M., que, así las paredes como lo oloroso de las yerbas
y flores, parecía una amenísima primavera. Lo sonoro de los cla-
rines, lo ruidoso -de las caxas, lo armonioso de las chirimías, el
concierto de la variedad de los instrumentos, adormecían los sen-
tidos. Antes de anochecer fueron todos los Monsiures, Caballe-
ros y Madamas de aquella ciudad á besar la mano á S. M. y
SS. AA., en que hubo mucho que ver, porque iban costosísima-
mente vestidos y las Madamas riquísimamente adornadas, aun-
que por lo bellas necesitaban de pocas galas, porque parecían
unos serafines. Hubo grandioso aparato de fuegos de arte ma-
yor y de manos, correspondiendo la mosquetería. Después se
siguió una comedia en francés intitulada El Polifcino, en que tu-
vimos los españoles un rato de grandísimo entretenimiento y el
más gustoso que se puede imaginar, así por los dichos sutilísi-
mos y pronunciados con tan linda gracia, particularmente de las
mugeres, como por lo ridículo de los trages que fueron mu-
chos (i) y á la usanza del reino, que fué el mayor sainete
que he visto. Acabada la comedia con todo género de música,
clarines, tambores y chirimías, se despidió el Ayuntamiento de
(1) Roto el papel como media línea.
272 boletín de la real academia de la historia.
S. M. y \A., y se entraron á cenar. Sentáronse á la mesa S. AI.,
SS. A A. Kl\., las señoras Madamoselas sus hijas, y la señora Du-
quesa di' Montpénsier, hija primogénita del difunto Duque de
Orlicns. Compúsose el banquete de veinte y cuatro platos de va-
rios géneros de aves y de terneras excelentísimas, demás de en-
saladas dispuestas con grandioso artificio, variedad de dulces,
fruta, confitura, que rodaba por los suelos. Y si la mesa de los
amos fué tan autorizada, no fué menos abundante la de la fami-
lia. A- nuestro Marqués de los Balbases, Duque de Pastrana, sus
hermanos, amigos y confidentes, los regalaron con grandísima li-
beralidad y abundancia, y en verdad que no fui yo de los peor
librados.
El día 24 llegamos á la ciudad de Orliens, cabeza de los Es-
tados del Serenísimo Señor Duque (i). Llegamos á la una del
día, saliendo á recibir á S. M. y AA. RR. los Magistrados, ciudad
v demás tribunales con la mayor pompa y ostentación que he
visto. Los vestidos de los Príncipes son de variedad de telas con
guarniciones de oro y plata, de labores exquisitas. Las libreas de
sus casas de felpas de diversos colores, con guarniciones de plata,
unas con encaxes y... (2) las calles colgadas riquísimamente.
Al dar vista á esta ciudad hizo la salva por tres veces la artille-
ría y mosquetería, que es mucha. Había cuatro arcos muy gran-
des, á trechos, adornados con muchas estatuas y pinturas de
perspectiva. En el primero pintados los Reyes de España con
su mote cada uno, y de una mano salían las armas de cada uno
y los géneros del reino ofreciéndoselos á la Reina. Huvo ocho
danzas prodigiosas, entre las cuales había una danza gallega, que
parecía habían nacido en Galicia, A las cuatro de la tarde salió
una mojiganga harto ridicula y digna de ser vista. Al anochecer
aparecieron doce quadrillas de á ocho caballeros con diferentes
vestidos de color muy ricos y briosísimos caballos, con xaezes
de gran valor, en la plaza de palacio, y corrieron máscara con
grandísima destreza. A las 8 de la noche huvo en el salón Real
(1) Sigue la descripción de esta ciudad.
(2) Roto un trozo pequeño del papel.
DOS VIAJES REGIOS. 273
un sarao de Madamas y Monsiures harto bien danzado, en que
entraron cuatro damas de la Reina nuestra señora, con quienes
danzaron el Sr. Duque de Pastrana, sus dos hermanos y el Duque
-de San Pedro, yerno del Sr. Marqués de los Balbases. Y por re-
mate danzó un canario, el de Pastrana, con tanta destreza, que
dejó á todos los circunstantes admirados y aturdidos.
FA día 25 hubo grandísimos festines de músicas y danzas, y á
la tarde una portentosa comedia italiana, intitulada La gran Ce-
nobia, excelentemente representada. A que se siguieron gran-
diosos artificios de fuego que aturdían los sentidos, correspon-
diendo la artillería y mosquetería. Después hubo una concerta-
dísima y celestial música, rematando con un sarao gallardo. Los
regalos han sido muchos; las posadas como para Príncipes, con
gran limpieza de camas y demás ropa. Los gastos son á cuenta
del Rey Christianísimo, que en no molestar á los vasallos es muy
atento y vigilante. Mañana 26, se prosigue nuestro viaje á Espa-
ña. Dios nos le dé tan feliz como hasta aquí, y á Vmd. guarde
como suplico. — -Orliens, 25 de Setiembre de 1 679.
Noticia segunda de las entregas de la Reina nuestra Señora
y primera del viaje de S. M. desde Irún á Madrid, en carta es-
crita de Tolosa á 6 de Noviembre de ióyg (1).
... A 3 del corriente, informado el Excmo. Sr. Marqués de
Astorga que la Reina nuestra Señora estaba en ánimo de venir
á hacer noche en Irún, mediante la solemne ceremonia de sus
Reales Entregas, salió S. E. antes de las doce del día á la ría con
la Corte y su Casa; una y otra tan pomposa y lucida que excedió
á todo lo imaginable en estos requisitos. Al mismo paso fueron
llenándose de todo género de gente, cabalgaduras y carruajes,
los espacios de las orillas del Bidassoa más oportunos á gozar de
la vista de S. M. en su pasaje. Lo propio sucedía en la otra ori-
(1) En la imprenta de Bernardo de Villadiego, impresor de S. M. —
Con privilegio. — 6 hojas, en 4.
tomo xlii. 18
274 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
lia y territorio de Francia, y en la misma corriente bien dilatada
del río, afanando la multitud de barcos de todos portes á fuerza
de velas y remos en ocupar puestos acomodados á su intento.
Pero con porfía que á los innumerables mirones causó diverti-
miento y lástima; pues algunos navichuelos se fueron á pique,
chocando con otros sobre la pretensión del mejor lugar. Lo que
á algunos parecerá increíble á oirlo contar es que ni en agua ni
en tierra sucedió la (más) mínima desazón entre españoles y fran-
ceses, aunque todo estaba mezclado de unos y otros. Lo más que
hubo fueron quejas amorosas de los últimos de que aquella tarde
nos entregaban lo mejor de su reino. En lo demás, todas fueron
recíprocas muestras de hermandad y amistad... Cuatro horas co-
rrieron hasta la que se esperaba; mas no las dejaron contar por
una los varios pasatiempos de bailes, meriendas y otros hechizos
de la vista y del tiempo.
Serían las cuatro cuando al Sr. Marqués de Astorga lo avisa-
ron de parte de S. M. que había venido ya de San Juan de Luz
á la Casa de las Conferencias. A esta noticia mandó S. E. em-
barcar la Corte, y fué obedecido prontamente, aunque sin trope-
lía y en la más decorosa orden, particularmente de las damas,
á quien solicitaban en todos la mayor veneración, los requisitos
de la suma modestia, junta con los extremos del buen aire y de
la riqueza y aseo de las galas.
Entonces tomó el Sr. Marqués su góndola, y llevando al lado-
de ella la góndola Real, apercibida y adornada como para tal Se-
ñora, fueron ambas y las demás del cortejo á tomar tierra en la
isla de los Faisanes... Tampoco me detendré en describir la cir-
cunferencia y situación de la misma isla, ni el edificio que se re-
paró y alhajó en ella para esta ocasión, siendo materiales más
propios de la Relación principal que se habrá de hacer de todos-
estos sucesos.
Entró S. E. en la Casa, donde humillándose á S. M. besó su
Real mano, y cubriéndose inmediatamente después la hizo un
razonamiento, cuya energía halla su más cabal ponderación en la
sangre, dignidad y comprensión del orador. Respondióle nuestra
augusta Reina con inexplicable agrado, llenando de admiración
DOS VIAJES REGIOS. 275
con lo discreto y soberano de las expresiones á todos los qué tu-
vimos suerte de poderlas oir. Pasó consecutivamente el Sr. Mar-
qués á los cumplimientos y ceremonias con la nobleza francesa,
y especialmente con el Excmo. Sr. Príncipe de Harcourt, que por
tantos títulos ha merecido la honra de que el señor Rey Chris-
tianísimo le encargase tan excelsa prenda hasta consignarla, como
sucedió un instante después al Sr. Marqués de Astorga. Leyéron-
se primero los recíprocos poderes de una y otra parte, y puestas
en ejecución las Entregas, en virtud de aquellos instrumentos
acudieron los circunstantes, damas y caballeros, cada uno según
su graduación, á besar la mano á la Reina; los franceses llorando
la cercana separación de su asistencia y los nuestros rebosando
ufanía y contento.
Acabada (permita V. S. que me explique así) esta toma de po-
sesión de nuestra parte y de despedida de la otra, con un mismo
acto de obsequio, salió el Sr. Marqués con S. M., que sirviéndo-
la S. E. se embarcó en la Góndola Real, entre la armonía de
veinte coros de clarines, á cuya suave melodía propagaban cien
ecos en los valles del contorno. Todo conspiró en aumentar y
perfeccionar las circunstancias de tan alegre celebridad. Pareció
había ahorrado el tiempo su más apacible serenidad para gastar-
la toda aquel dichosísimo día. El sitio que por sí abunda de cuan-
to más puede prendar la vista y ofrece el más hermoso paisaje
que sepa fingir la imaginación en el espacio de muchas leguas,
con una mezcla de mar, de ríos, torrentes, árboles, colinas vesti-
das y desnudas, lugares esparcidos en una y otra orilla del Bi-
dassoa, con proporción que casi convence á la naturaleza de ha-
berse dexado guiar del arte, fué teatro á una fiesta que promete
y afianza á España las fiestas más propias de su conveniencia y
deseo; y para ceñirlo todo en los más breves términos, de una
pluma muy calificada que V. S. conoce: fué aquel mar y tierra
ten Paraíso.
Para que durase más la pompa triunfante de la Reina de tan-
tos mares en aquella divertida navegación, iba como de propó-
sito recogiéndose la marea desde que empezaron á moverse los
remos; de suerte que S. M., con toda su Corte, se dexó llevar
276 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
por la ría ahajo antes de poner pie en nuestra orilla. Allí se tra-
bajó al desembarco, y habiendo la Reina pasado de la góndola á
la silla que en el propio paraje se le tenía apercibida, salió el se-
ñor Marqués de Astorga á su lado, á pie, hasta ponerse con
S. M. en palacio...
Con el nuevo aumento de huéspedes que vinieron con S. M.
será Fácil argüir cuan lleno de gente se hallaría Irún aquella no-
che, y cuan bien se logró la disposición económica del Sr. Mar-
qués de Astorga, pues todos quedaron acomodados harto mejor
de lo eme se pudo esperar de lo limitado del lugar. Pero también
es verdad que la casa de S. E. fué la que sirvió más al desahogo,
como quiera que por su representación acudió á ella lo más cali-
ficado de la nobleza francesa, que buena parte halló cubierto,
camas y alhajas muy decentes junto con una espléndida mesa; v
los que menos participaron de la sobrada prevención de su des-
pensa. La misma noche despachó S. E. un extraordinario al Rey
dándole cuenta por mayor de la función de aquel día, y guardan-
do para otro tiempo menos embarazado las particularidades de
ella, pues éranle por entonces tan caros los momentos, que ape-
nas pudo recogerse á las dos de la mañana á un poco de des-
canso, aunque no á dormir, negándole los cuidados de la pesada
carga hasta los mínimos instantes de treguas. Mucho se había
hecho hasta allí, pero faltaba lo más y del mayor aprieto en la
partencia de S. M., resuelta para ayer. Al venir de Madrid,
con los malos tiempos casi continuos que habían roto los cami-
nos, á pesar del trabajo, gasto y aplicación con que las comuni-
dades habían sudado en componerlos, es fácil considerar lo que
padecería el carruaje, y lo dificultoso de reemplazarle, teniendo
á las espaldas la otra jornada del Rey. Añadíase venir el tren de
la Reina más copioso de gente y ropa de lo que estaba previsto;
mas á todo han ocurrido con la mayor eficacia la solicitud y ar-
bitrios de este vigilante ministro.
El sábado madrugó S. E., si madrugar se puede decir de quien
no durmió la noche; y fué á saber cómo S. M. la había pasado, y
anunciarla los buenos días sirviéndola con el almuerzo, en cuyo
retorno recibió nuevas y siempre mayores muestras de agrado.
DOS VIAJES REGIOS. 277
De allí, mientras la Reina acababa de vestirse, fué á visitar á los
Sres. Príncipe y Princesa de Harcourt y á los Sres. Marqués y
Marquesa de los Balbases, disponiendo de camino mucha^ cosas
pertenecientes á aquel día y el siguiente. Acabadas aquellas vi-
sitas, volvió S. E. á Palacio para llevar á la Reina á la Iglesia, no
habiendo querido S. M. oir misa en casa por un reparo bien
exemplar y digno de su augusta piedad: y fué ponderar la dife-
rencia que hay entre ir á pagar el debido obsequio á la Majestad
Divina en su propia casa, ó hacerlo en nuestras mismas habita-
ciones, cuando no hay impedimento legítimo que embarace aque-
lla más solemne demostración. Y nadie negará el que S. M. no
ganase mucho en ella, pues al pasar por las calles la dio el pue-
blo, cuya voz es la de Dios, infinitas bendiciones.
Aquel mismo día festejó el Sr. Marqués de Astorga al señor
Príncipe de Harcourt con un banquete el más suntuoso que se
pueda imaginar. Los convidados fueron cuarenta entre españo-
les y franceses, todos títulos y personas de la primera calidad.
Las viandas se previnieron y sirvieron conforme á los usos de
ambas naciones; y á la verdad, abundó todo lo más raro, ex-
quisito y que más se alaba en España y Francia, así de comidas
como de bebidas y frutas varias, excelentes y bien sazonadas.
Entre tanto número de huéspedes no faltó quien admirase el
ver tanto oro y tanta plata en mesas y aparadores. Las saludes
de SS. MM. Imperiales, Católicas, Christianísimas y Británicas y
de las personas Reales de sus cuatro Casas se celebraron con
repetidos giros y sacrificios de cristales vacíos durante más de
dos horas con satisfacción y regocijo indecible, alentado de las
conversaciones más curiosas y peregrinas y de una música esco-
gida de voces é instrumentos, á más de trompetas, clarines y
timbales, que á cada brindis llenaban los aires de su armonioso
ruido. La Reina todo lo oía con grata apacibilidad, y tampoco
faltó quien para su mayor divertimiento la hiciese penetrar las
noticias de los frecuentes y recíprocos choques de las tazas y
de sus efectos, aunque todos paraban dentro de los límites de
una perfecta y regular alegría.
Ayer executó la Reina nuestra Señora su partida de Irún en
27S BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
litera; y sin alargarme á todas las individualidades de este su-
ceso... solo diré llegamos á hacer noche en Hernani... De Her-
nani hemos llegado esta tarde á Tolosa... S. M. ha gustado de
hacer la jornada de hoy á caballo... Dios guarde á V. S. muchos
años. — De Tolosa á 6 de Noviembre de 1679».
( Continuará.)
A. Rodríguez Villa.
IV.
MANUSCRITOS ARÁBIGOS EN EL ARCHIVO GENERAL DE LA
CORONA DE ARAGÓN.
Allá por los años de 1888, al verificarse la Exposición Univer-
sal de Barcelona, ocurrióme el deseo de estar unos días en
aquella ciudad. En cuanto supo el docto D. Manuel de Bofarull
que yo iba, me preparó una muy agradable sorpresa: presentó-
me á la primera visita que hice al Archivo una caja donde se
guardaban una multitud de pergaminos y papeles arábigos.
Excuso decir que desde aquel momento ya no me acerqué á la
Exposición, sino que desde el amanecer hasta la caída de la tarde,
no hice otra cosa que meterme en un cuarto reservado del Ar-
chivo, para examinar á mi placer la balumba de papeles viejos,
hasta entonces, puede decirse, inexplorados. Lo único que ense-
ñan al público son unos cuantos rollos egipcios, cuya forma ex-
cita la admiración de los curiosos, pero cuyo fondo es de los
menos interesantes.
Pensé (¡ue lo más urgente que debía hacer con aquellos ma-
nuscritos ora su ordenación y clasificación, porque estaban mez-
clados v revueltos sin ningún orden, juntos los de fecha diferente
y los de procedencia más variada. De aquellos cinco ó seis días,
únicos de que podía disponer, salió este catálogo, del cual saqué
dos copias, una para el Sr. Bofarull y otra para mí.
MANUSCRITOS ARÁBIGOS. 279
Por una rápida ojeada comprenderá fácilmente la Academia
el valor histórico de esta mina de documentos. Se conservan casi
todas las comunicaciones diplomáticas que se cruzaron entre los
monarcas y autoridades aragonesas y las potencias musulmanas
en el espacio de sesenta á setenta años, en época memorable,
■durante la cual intervino Aragón en casi todos los asuntos del
Mediterráneo, desde Marruecos hasta los grandes imperios de
Oriente, es decir, desde fines del siglo xm hasta mediados del xiv,
especialmente durante el reinado de Jaime II.
El catálogo, tal como lo hice , no es presentable, ni mucho
menos se puede publicar; está lleno de imperfecciones y aun se
han deslizado errores graves, por la prisa nerviosa con que hube
■de redactarlo, sin tiempo para consultar libros, ni colecciones, ni
nada; es apunte ligero de rápida exploración. Pero si no es obra
cuidadosa y acabada, la creo suficiente para formarse una aproxi-
mada idea de la riqueza que se guarda en aquella preciosa
cajita.
Contiene más de I 50 piezas diplomáticas; la mayor parte co-
municaciones oficiales de Reyes ó Ministros musulmanes, dirigi-
das á los Reyes de Aragón ó á las autoridades aragonesas. La
mitad, aproximadamente, proceden de la Cancillería de los reyes
moros de Granada; otras son de Marruecos, fechadas en Pez y
Tremecén; otras, de Bugía, Túnez y Trípoli; otras, de Oriente,
á saber, Egipto y el imperio Turco; aparte unos pocos documen-
tos de asuntos interiores de los moros valencianos del tiempo de
Jaime el Conquistador y reinados posteriores.
Solo de las relaciones con el reino de Granada se conservan
los originales de siete tratados de paz, algunos de alianza ofensi-
va y defensiva entre ambas potencias contra los castellanos, y
más de 70 cartas de reclamaciones, notas diplomáticas, etc.; de
Marruecos, 38 documentos, es decir, dos tratados y 36 cartas; de
Bugía, Túnez y Trípoli, un tratado y 31 notas diplomáticas; de
Oriente, ocho ó nueve cartas y varios tratados muy extensos; y
otras menudencias, que serían importantes si no hubieran apare-
cido al lado de tan hermosos documentos.
A toda esta riqueza de primer orden puede añadirse otra no
2S0 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
despreciable, á saber, los documentos catalanes que en el misma
archivo se guardan, relacionados con esos asuntos de moros.
El Sr. D. Manuel de Bofarull se había encariñado con la magna
empresa de dar á luz unos y otros, asociándonos los dos para ese
trabajo; y me dijo que pensaba excitar el celo de los Gobiernos
españoles para que ayudasen á publicar esa colección tan intere-
sante para España, como material de estudio de la conducta de
nuestros abuelos con las potencias musulmanas.
Al Sr. de Bofarull y á mí nos pareció entonces temeridad que
un particular ciudadano acometiese solo y sin ayuda la publica-
ción de una obra de la cual seguramente en la Península no se
han de despachar media docena de ejemplares.
Así transcurrieron muchos años, hasta que el pobre D. Ma-
nuel murió sin el gusto de ver siquiera comenzada tamaña em-
presa.
De sentir sería que, enterados los arabistas extranjeros de la
existencia en España de tales tesoros, viniesen á explotarlos. Es
casi seguro que no pasaría mucho tiempo sin que vieran la luz
en cualquier publicación oficial de la multitud de escuelas espe-
ciales dedicadas á esta clase de estudios, instituciones que en esta
tierra, que fué musulmana, no se estilan, ni aun se conciben.
Pero gracias á Dios, tras de nosotros, ya algo viejos y pesimis-
tas, viene juventud más valiente y emprendedora á quien no
arredran las dificultades.
Creo que la Academia se congratulará al saber que un discí-
pulo mío, de los más distinguidos, joven que apenas acaba de
salir de la escuela y ya figura con mucho realce en las oposicio-
nes á la cátedra de lengua árabe de Madrid, D. Ramón García
de Linares, tiene el propósito de ir á Barcelona á sacar copias
fotográficas de todos los documentos de la sección granadina, la
más asequible, interesante y rica, para publicarla después toda
entera.
Tengo la confianza de que, ya que no se pide para tamaña
empresa ayuda oficial ni protección de ninguna clase, no en-
contrará este joven dificultades en aquel Archivo, ni se le dirá
que no están catalogados los documentos, puesto que el catálogo
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA. 28 I
lo hice yo y lo he regalado al personal de aquel .Archivo, y se le
facilitará la tarea ofreciéndole condiciones para sacar las fotogra-
fías, supliendo la buena voluntad del ilustrado jefe D. Francisco
de Bofarull y de los empleados las deficiencias del servicio, ya
que no hay en nuestras bibliotecas local á propósito para impre-
sionar y revelar las placas fotográficas.
Madrid, 27 de Marzo de 1903.
Julián Ribera,
Correspondiente.
V.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA POR VILLAR DEL REY, ALHAMBRA,
VENTA DE LOS SANTOS, CARTAGENA, LOGROÑO Y ORENSE.
Villar del Rey.
Esta villa del partido de Alburquerque, en la provincia de
Badajoz, entra por vez primera en el mapa romano de España,
merced á una lápida votiva, inédita, de la que me ha dado noti-
cias (i) y enviado calcos D. Tomás Romero de Castilla. Mide el
neto del ara, donde está la inscripción, 0,43 m. de alto por 0,27
de ancho.
Desde tiempo inmemorial, este monumento ha permanecido
engastado en una de las paredes de la iglesia parroquial de aque-
lla villa. En sus letras del primer siglo, altas 0,05 5 m., es muy
de notar el empleo de II en lugar de E, que reproducen muchas
lápidas de su época (2).
TIIVSCA
PllTRlll
F • IOVI
V-A-L-S
Teusca Peirei f(ilia) Iovi v(otum) a(nimo) l(ibens) s(olvit).
A Júpiter Teusca, hija de Petreyo, cumplió de buen grado su voto.
(1) Carta de] 7 de Octubre de 1902.
(2) Hübner, pág. 1.180.
282 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
La primera impresión de ánimo que me produjeron los calcos
fué la de leer Tliusca y no Teusca. El nombre Tusca es frecuen-
te en nuestras inscripciones; y la variante de th por / no carece
de ejemplos: Tcmison (5288), Themison (2022); Tetis (157), Tke-
tis (53/, 876, 877). Pero el Sr. Romero de Castilla, á la vista del
ara original, ha leído TIIVSCA, que por más que sea nombre
nuevo en la epigrafía española, tiene segura explicación. Así en
Corao de Asturias (5742) ocurre el nombre femenino Tea, en
Coria el de Máxima Tcia (5307) y en Cáceres el de la gens
Teia (714)- Estimo ser probable que de Tea se derivó Teusca,
sin que sepamos á punto fijo la verdadera significación de estos
nombres. *
En Erejenal de la Sierra, la antigua Ncrtobriga Concordia Ju-
lia sale (976) Petreia, hija de Marco; pero hasta el presente, en
ninguna lápida española se había mostrado el masculino Petrcius,
nombre que tuvo el famoso general, compañero de Afranio, y
acérrimo defensor del partido de Pompeyo en nuestra Penínsu-
la. En su campamento militaban valientes tropas de ástures, vet-
tones y celtíberos, que opuso al de Julio César, en Lérida, como
lo cantó nuestro Lucano (i):
His praeter Latias acies erat impiger Astur,
Vettonesque leves, profugique a gente vetusta
Gallorum, Celtae miscentes nomen Hiberis.
Villar del Rey está situado sobre el río Albarragena, que di-
vide su término del de Alburquerque sobre la derecha del
Guadiana. No lejos se levanta el santuario de Nuestra Seño-
ra de Bótua ó Bótova, donde estuvo, á lo que parece, la man-
sión Budua del itinerario de Antonino, B;¿£oua de Ptolemeo,
Búrdoga del Ravenate. El radical céltico de este nombre geo-
gráfico se puede observar en Burdigala (Burdeos) y en el voca-
blo castellano borda (choza).
(1) Pitar sal, tv; 8-10.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA. 283
Alhambra.
Registra Hübncr cuatro lápidas romanas (3229-323 1 ), pro-
cedentes de esta villa nobilísima, sita al oriente de la provin-
cia de Ciudad Real, entre Villanueva de los Infantes, su capital
de partido, y la famosa Argamasilla de Alba, á la que más que
las ruinas, todavía no exploradas, de la ciudad romana Mnrum,
han hecho célebre las aventuras de D. Quijote, y de su fiel es-
cudero. Sobre la cima de un cerro de color rojo, del que ha to-
mado su nombre arábigo, perdiendo el de Laminiíivi ó Lámini,
descuella Alhambra, dominando por todos lados una fértilísima
vega, que surca el río Azuel, tributario del Guadiana. Equivocó-
se Madoz (i), reduciendo esta villa antiquísima á la mansión Ca-
putfluminis Anae del itinerario de Antonino, que está junto al
nacimiento del Guadiana, cerca de la Osa de Montiel; ni van
más acertados los autores que colocan la ciudad de Lámini en
Fuenllana, fuera de cuyo término (2) y dentro del de Alhambra,
se halló la magnífica inscripción (Hübner, 3228) Lfucius) Livius
■Lupus I Genio mnnici \ pi Laminitani \ loco dato ex \ decreto
Ordi j nis signum \ argcntcíim \ ciim bomo, sita \ pecunia fe-
cit I idemque dedicavit.
Acerca del actual paradero, dimensiones y lectura de las tres
lápidas sobredichas, no poco me han servido las noticias é im-
prontas que he logrado de la buena amistad de D. Perfecto Urra,
tenaz y muy docto promovedor de los adelantos arqueológicos
en Santisteban del Puerto, como bien lo sabe la Academia (3).
En carta del 14 de Diciembre de 1 90 1 me escribió:
«Resultando inútiles todas mis gestiones para obtener impron-
tas de las lápidas de Alhambra, mandé exprofeso á mi maestro
(1) Diccionario geográfico, tomo 1, pág. 600. Madrid, 1848.
(2) Boletín, tomo xxxix, pág. 431; xxx, 258. — A las próximas lagunas
de Ruidera paréceme que alude el nombre de Lamini, cuyo radical célti-
co es comparable al de los vocablos griegos XtfjnQv, V.\x^.
(3) Boletín, tomo xxxviii, páginas 422-424; 463-470; xxxix, 335, 336,
420-431; xl, 81-84, 87.
284 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
de molino D. Juan Pérez con dirección á dicho pueblo para sa-
car los calcos que envío á usted por este correo. Al pedirlas yo
las copiaron de un libro (1) que tienen en el Ayuntamiento»;
libro el cual, por lo mucho que abarca, aprieta poco en el caso
presente, no habiendo consultado el autor las fuentes originales.
«Estos soberbios monumentos estaban tendidos en el suelo entre
porquería, con las inscripciones boca abajo, y nadie 'se ha ocu-
pado hasta ahora, que lo ha hecho mi encargado, de buscar hom-
bres que con palancas las volvieran».
1. — Hübner, 3229.
Pedestal marmóreo con rotura de la cornisa superior. El már-
mol se tomó de la cantera Ballestera, propiedad de los Duques
de Medinaceli, cuyo administrador es el Sr. Urra.
El neto de la inscripción mide 50 cm. de alto por 32 de an-
cho. Letras altas de 4 á 3 cm.
ALLIAE- HA- ué
C A N DID AE
C V R A N T E
LlClNIA'C" F
MACEDONI
CA • M ATRE
COLLEG1VM
ANENSE-MAI
CLIENTES -ET
10 LIBERTI • mu
////ONAE-POS
Alliae M(arci) [f(iliae)] Candidae, curante Lirínia C(ai) /(¿lia) Macedó-
nica matre collegium Atiense mai(us) clientes et liberti \patr\onae posuerunt.
A Alia Cándida, hija de Marco, cuidando de ello su madre Licinia Ma-
cedónica, hija de Cayo, erigieron este monumento, como á patrona, el co-
legio Anense mayor y sus clientes y libertos.
( 1 ) Diccionario histórico geográfico de la provincia de Ciudad Real, por
D. Inocente Hervás y Buendía.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA. 2S5
La lectura del renglón 8, ANENSE'MAI, me parece segura
en vista del calco. El cuerpo colegiado (collegiuní) ó asociación
de la que era patrona Alia Cándida, debía ser muy numeroso,
toda vez que se distinguía en mayor y menor. Sospecho que
tomó su nombre Anense del rio Ana (Guadiana).
2. — Hübner, 3231.
Soberbio pedestal de mármol de la Ballestera, que mide 1,22
metros de alto, y de ancho, por las molduras, 0,60, y por el neto
de la inscripción, 0,40. Letras altas, 0,043.
L • MACEDÓNICA
C-L-S'FILIAE
FLAMINICAE • P
OL-HEDYMELES
PATRÓN AE
O P T I MAE
S-P-P-L-DD-O
L(ichiiae) Macedónica, C(ai) L(icinii) S(perat¿?) filiae, flaminicac p(erpe-
tuac) C(aius) L(icmius) Hedy nieles patronae optimae s(ua) p(ecunia) p(osuü),
l(oco) d(ato) d(ecreto) 0(rdi/üs).
A Licinia Macedónica, hija de Cayo Licinio Sperato, flamínica perpe-
tua, á su óptima patrona, Cayo Licinio Hedímeles hizo labrar á su costa
este monumento en el sitio que le fué dado por decreto de los decu-
riones.
El sobrenombre r,owj.¡.Xr[; (dulce cantor) del dedicante puede
aludir al oficio que acaso tenía en el templo de Roma y Augus-
to, del que era flamínica perpetua Licinia Macedónica.
Este pedestal y el anterior permanecieron en el sitio indicado
por Hübner hasta mediados del año 1901, conviene á saber, «en
la meseta de entrada á la puerta Norte de la iglesia parroquial»;
el primero (Hübner, 3229) á mano izquierda del espectador de
la puerta, subiendo por las gradas de la escalera, y el segundo
(3231) á mano derecha. Erna noche del mes de Mayo ó Junio
del referido año fueron quitados de su sitio por los mozos del
pueblo, y se dejaron boca abajo «á unos ocho metros de la esca-
lera y frente á la puerta, y allí continuaban cuando Pérez los
286 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
calcó», después que hubo volcado y devuelto á la luz del sol las
inscripciones.
3. — Hübner, 3230.
Pedestal de mármol blanco de la Ballestera; alto, 62 cm.; an-
cho, 37. Sigue adosado al lado izquierdo de la puerta boreal de
la iglesia.
p • licinio • p • f
gal-máximo
praefecto
cohortis- ii
gallorvm
e q_v i t a t a e • i n
dacia • tribvno
militvm'leg- vii
clavdiae-piae
fidelisp-licin'vs
l1cinianvs
FRATRI
P(ublio) Licinio P(ublii) f(ilio) Gal(erla) Máximo, pr defecto cohorlis II
Gallorum equitatae in Dacia, tribuno militum leg(ionis) Vil Claitdiac piae
J/dclis, P(ublñis) Licinius Licinianus fratri.
A Publio Licinio Máximo, hijo de Publio, de la tribu Galería, prefecto
de la cohorte segunda ecuestre de los Galos en Dacia, tribuno militar de
la legión séptima Claudia, pía, fiel, erigió este monumento su hermano
Publio Licinio Liciniano.
Dos estatuas de mármol, sacado de la misma cantera, descabe-
zadas, una de varón y otra de mujer, están en la puerta meridio-
nal de la iglesia, tocando con los pies en el suelo y adosadas en
la pared. «Suponen los vecinos del pueblo», me escribió el señor
Urra (i), «que una y otra estatua estuvieron colocadas sobre los
pedestales antedichos»; y si así fué tendríamos los retratos escul-
turales de Licinio Máximo y de una de las dos matronas: Alia
Candiría, ó bien Licinia Macedónica. Espero que, dándose opor-
1 1 I Carta del 6 de Febrero de 1902.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA. 287
tuna ocasión, se haga el examen técnico y obtengamos fotogra-
fías.
Lo cierto es que en los postreros años del siglo xvi, los tres
pedestales y las dos estatuas, según lo refiere (i) quien lo vio, no
sin estropear la copia délas inscripciones: «Alhambra, tierra ber-
meja» dice, «adonde se hallan dos estatuas hermosísimas, que
están á la entrada de la iglesia, y es hombre y mujer, con sus
togas; y quitóles un caballero, pasando por allí, las cabezas y llé-
vaselas, porque no podía llevar las estatuas; tienen inscripcio-
nes...» No cita este autor, como existente en Alhambra, la ins-
cripción, qne pronto veremos en Venta de los Santos; y fué con-
fundida por otros autores posteriores con la dedicada á Licinio
Máximo.
Falta saber cuándo, cómo y en qué sitio se descubrieron los
tres pedestales y las dos estatuas por vez primera, reponer éstas
en su propio lugar, y recobrar, si fuere posible, las cabezas, ave-
riguando quién era el menguado caballero que despojó la noble
villa de Alhambra de sus mejores joyas de arte romano.
Venta de los Santos.
4. — Pedestal de estatua. — Hübner, 3237.
Es de mármol, color rojizo veteado de negro, y sacado de la
cantera Ballestera, como los tres sobredichos de la villa de Al-
hambra. Está roto por sus lados izquierdo é inferior, siendo sus
mayores dimensiones 37 cm. de ancho por 47 de alto y 25 de
grueso. Existía, no há mucho, empotrado en el frontispicio de la
Venta de los Santos, que dio su nombre á la tercera aldea del
antiguo Ayuntamiento de Montizón, elevándose poco más de un
metro sobre el nivel del suelo, á mano derecha de la puerta de
entrada, y sufriendo más de una vez las pedradas de los chicue-
los. El propietario de la venta, D. Antonio Alfaro, lo donó en
(1) Román de la Higuera, Historia eclesiástica de Toledo, tomo 1, li-
bro iv, cap. 3. Códice 34 de la Biblioteca nacional, fol. 174 vuelto, 175
recto.
288 boletín de la real academia de la historia.
I.° de Julio do IQOI, para su mejor conservación, á D. Perfecto
Urra, el cual, pocos días después (i), me describió el calvario por
el que hubo de pasar tan interesante lápida histórica (2).
Por fin, en 21 de Agosto, quedó instalada en el Museo de San-
tisteban.
\P(Úblio) Licinio Liciniano \p\raefccto [c]ohoríis Vil [R] haetorum[e}quita-
tac i n \G\ermania \f\ribuno [milit]iim leg(ionis) XXII [Primig}euiae picc
[Jidclis p/ac fecto. . .
A Publio Licinio Liciniano prefecto de la cohorte séptima ecuestre de
los Rhetos en la Germania, tribuno militar de la legión xxn Primigenia
pía y fiel, prefecto de...
El haberse arrancado este pedestal del sitio que ocupaba en
la Venta de los Santos, ha manifestado el desfalco que ha sufrido
en su espesor ó caras laterales. La faz lateral, á derecha del es-
pectador, contenía una inscripción cuyo neto encuadraban mol-
duras parecidas á las de la faz delantera, aunque más sencillas,
como acontece en el monumento de León (Hübner, 2663), eri-
gido por los ¿quites, ó cuerpos de caballería, de la legión vn Ge-
mina, en honor del emperador Antonino Caracalla. La fecha de
la dedicación, que en este monumento es el día 25 de Septiem-
bre del año 216, debió también marcarse en la cara lateral del
pedestal de Licinio Liciniano.
Tal como hoy se ve, se veía mutilado este insigne monumen-
to en 26 de Mayo de 1599- Lo atestigua el secretario (3) de
1 1 1 Carta del 13 de Julio.
(2) ■ Ayer 112 de Julio) fue arrancada de la antigua venta, y está depo-
sitada en casa de D. José Merino, ilustrado párroco de las tres aldeas,
hasta que convengamos dónde ha de colocarse. Cargada en un mulo la
traían á esta su casa, cuando antes de tocar en Aldeahermosa, hizo el al-
calde pedáneo que la volvieran á Montizón, fundado en que el pueblo se
sublevaba porque se traían la piedra. Tengo para mí que la sublevación
era pretexto, que se habría de pronto desvanecido con untar la mano del
fulano, en lo que no vino bien mi guarda mayor para no sentar preceden-
tes. Quedó, pues, la piedra en depósito en casa del párroco, y ni por pienso
ha de volver adonde primitivamente estuvo, porque allí servía para col-
gar gallos y matarlos á balazos.»
(3) ¿El Maestro Francisco de Medina?
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA.
289
TOMO XLII.
19
29o boletín de la reae academia de la histok ¡a.
I). Rodrigo de Castro, cardonal arzobispo de .Sevilla, en el Diario
que escribió v que se conserva en la biblioteca de nuestra Aca-
demia, titulándolo Jornada del cardenal desde Valencia á Sevilla.
Hice así (i): «Miércoles, 26, después de -oír missa, y de comer,
salió de aquí (2) á las diez, antes de medio día, y fué cinco leguas
más adelante á tener la noche en la Venta de los Sanctos. A la
puerta de la Venta está una piedra antigua quebrada (3). — Jue-
ves, 27, á las siete de la mañana salió de aquí, y passó tres leguas
á comer en la venta de S. Andrés. En un pilar de la ermita, que
está cerca della, ay una piedra antigua quebrada con, estas le-
tras (4)».
No sería extraño, sino muy posible, que en Alhambra haya
comparecido ó se descubra un pedestal cuya inscripción repro-
duzca afortunadamente y complete la de la Venta dé los Santos.
Así en Barcelona, Vich, San Andrés de Llavaneras, Ciudadela
de Menorca y én otros parajes, el riquísimo liberto Licinio Se-
cundo obtuvo innumerables amigos y corporaciones que le dedi-
caron semejantes pedestales y estatuas en testimonio de grati-
tud (5); pero los autores que han colocado el epígrafe de Venta
de los Santos en Alhambra no dicen que lo viesen en esta villa,
donde por cierto no se encuentra. Señalan las mismas dimensio-
nes, letras y cortaduras; y no es verosímil que en dos monumen-
tos de un mismo texto, cuando se labraron, se hubiesen á la vez
marcado el deterioro del tiem.po y la sevicia de los hombres por
idéntico estilo y con igual resultado.
Las piedras viajan; y ninguna precaución es inútil, tratándose
de averiguar el sitio de su primer descubrimiento, cuando son
epigráficas é interesan á los adelantos de la Geografía y de la
Historia. Por esto el Sr. Urra ha prestado un eminente servicio
(1) Colección Salazar, estante 15, grada 3. a , n. 89, doc. 50.
Puebla de Montiel del Príncipe.
(3) Dibuja la inscripción tal como en el fotograbado aparece.
(4) Es el fragmento epigráfico del pedestal erigido por la ciudad de
lingo (Santistcban del Tuerto), al emperador Adriano, hacia el ano 121.
Publiqué su fotograbado en el tomo xxxvin del Boletín, pág. 465.
(5) Boletín, tomo jcxxi, páginas 228 y 229.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA.
291
á nuestro Instituto académico, no solamente con la esmerada
revisión de los cuatro pedestales sobrenombrados y con atender
á su conservación decorosa en Santisteban y en Alhambra, sino
además con asegurarse pericialmente que fueron cortados de una
misma cantera, que harto conoce, por depender ella de su admi-
nistración económica. Está situada la cantera Ballestera sobre las
cimas de Sierra Ventosa, cerca de la divisoria de las provincias
de Ciudad Real y de Jaén y dentro de ésta, enfrente dc.To-
rrectlver, como lo indica la hoja 863 del Mapa topográfico de Es-
paña por el Instituto Geográfico. Corresponde Torrealver proba-
blemente al Castrum ferratum ó Castro ferral que se rindió al
ejército cristiano con las importantes plazas de Baños y Vilches,
á consecuencia de la victoria de las Navas de Tolosa (16 Julio
12 1 2), y le dejó expedito el paso y la retirada para circunvalar
á Baeza, Los alrededores de Torrealver están cubiertos de esco-
riales de las minas de hierro de aquellos parajes, explotadas por
los romanos, visigodos y muslimes. Una vía romana pasando por
este sitio ponía en comunicación la que desde Cazlona (Castillo)
se dirigía á Santisteban (Hugo) y la que al otro lado de la Sierra
iba desde Alhambra (Lamini), siguiendo por la izquierda del
Guadiana sin parar hasta Mérida. Entre Torrealver y la Balles-
tera hay una fuente, en cuya orilla se han recogido monedas
romanas (i), y se espera lograr el feliz hallazgo de inscripcio-
nes votivas.
Entre la Venta de los Santos y Alhambra se ven sobre el
mapa de la provincia de Ciudad Real las villas de Almcdina y
Villanueva de los Infantes. La insigne inscripción de Almedi-
na (2), abierta en el pedestal de la estatua del emperador Anto-
nio Pío en el año 1 46, ya no existe. Fué bárbaramente picada la
faz epigráfica «para formar un tosco dibujo, ó enrejado, de líneas
horizontales y verticales» (3), midiendo el pedestal 93 por 85 era.
Reservo para otro estudio las dos de Villanueva (4) procedentes
(1) Carta del Sr. Urra, fechada en 6 de Agosto de 1901.
(2) Hübner, 3236.
(3) Carta del Sr. Urra, fechada en 14 ce Agosto de 1901.
(4) Hübner 3232, 3235.
292 BOLETÍN de la real academia de la historia.
de Rochafrida, antigua jurisdicción de Alhambra. Su actual
poseedora no permitió á D. Juan Pérez, delegado del Sr. Urra,
que procediese á calcarlas (i). Pretextó la fina atención de enviar
directamente á la Academia los calcos, que vendrán cuando y
si Dios quisiere.
Cartagena.
El busto de mármol amarillo, alto 1 8 cm., hallado en esta ciu-
dad, del que nos dio noticia (2) D. Diego Jiménez de Cisncros,
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me trajo á la memoria otros cuatro bustos de fisonomía y tocado
análogo, pero de mejor arte, (pie se descubrieron en aquella
misma capital de la España Cartaginesa y se conservan en el
Musco provincial de Murcia. Acerca de ellos mediaron en 1 867
las comunicaciones siguientes:
(1) Carta del 7 Enero 1902.
(2) Boletín, tomo xm, pág. 129.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA. 293
i. — Del Director general de Instrucción pública al Gobernador de la
provincia de Murcia (5 Junio).
«Habiendo llegado á noticia de esta Dirección general que al
hacer obras en un pozo del Monte Sacro en Cartagena se han
hallado y extraído del mismo tres bustos de mármol, al parecer
de la época griega ó cartaginesa, que representan, según noticias
adquiridas extraoficialmente, el l.° á Baal ó Moloch, el 2.° á
Venus ó Minerva, y el 3. que tiene dos caras, una acaso la de
Mercurio y la otra la de Ceres, los cuales continúan en poder del
dueño ele la casa, que es un pobre jornalero, así como un pavi-
mento de mármol con un mosaico alrededor, que se han dejado
en el mismo sitio, volviendo á terraplenar, ha acordado que —
poniéndose de acuerdo con la Comisión de Monumentos y con
D. Andrés Alcoladq, Ingeniero de minas y Jefe de ese distrito,
que ha sido la persona por cuya diligencia se ha tenido la noti-
cia — procure V. S. adquirirlos mencionados bustos con el me-
nor gravamen posible, pero debatiendo libremente el precio
con su dueño; al cual propondrá la cesión del terreno necesario
para las excavaciones que hayan de emprenderse, ó en caso de
que no quiera cederlo, tratará V. S. de averiguar las condiciones
con que otorgará permiso para hacerlas, dando cuenta de quedar
cumplido todo y enviando un croquis.»
Lo mismo se ordenó, ponderando y encareciendo la impor-
tancia del encargo, en otra comunicación expedida el día 6 de
Julio.
2. — Del Gobernador de Murcia al Director general de Instrucción pú-
blica (5 de Agosto).
«Tengo el honor de elevar á manos de V. I. (i), para la reso-
lución que crea más conveniente, las adjuntas diligencias practi-
cadas por los individuos de la Comisión de Monumentos históri-
cos y artísticos de esta provincia en unión con D. Andrés Aleo-
lado, Ingeniero Jefe de minas de la misma, en cumplimiento de
las órdenes de V. I. de 5 de Junio y 6 de Julio próximos pasa-
(1) Vuestra Ilustrísima.
2<)4 boletín de la real academia de la historia.
(los, para la adquisición de tres bustos de mármol, ds época an-
tigua, extraídos de un pozo del monte sacro de Cartagena, de
propiedad particular, debiendo manifestara V. I. que, hallándose
esta Comisión conforme con lo acordado por los individuos de
su seno, á quienes delegó para llevar á cabo las gestiones acor-
dadas por esa Superioridad para la referida adquisición y la del
terreno donde se hicieron los descubrimientos, tengo una satis-
ión al encarecer á Y. 1. la importancia de las antigüedades
halladas y de las que, según la opinión muy fundada de personas
inteligentes, deben hallarse sepultadas entre aquellas ruinas ve-
nerandos restos, al parecer, de alguno de los templos en que se dio
culto á los dioses de la antigua ciudad de los Escipiones. En las
mismas diligencias aparecen los presupuestos aproximados, tanto
del coste de los bustos; como de los trabajos de investigación
que sean necesarios, llamando muy particularmente la atención
el noble desinterés del dueño del terreno.»
Esta comunicación y la precedente fueron copiadas y dirigidas
por el Secretario de la Academia D. Pedro Sabau, y por acuer-
do de la misma á D. Aureliano Fernández Guerra (15 de Junio
y 2 de Diciembre), remitiéndosele al propio tiempo «cuatro lámi-
nas fotografiadas y los documentos originales que se mencionan
en la comunicación del Gobernador de Murcia (5 de Agosto),
para que, con la devolución de los mismos, informe á la mayor
brevedad posible lo que juzgue oportuno la Comisión de Anti-
güedades».
Tan excelentes propósitos se frustraron en 1 868 con los tras-
tornos que acarreó la Revolución de Septiembre. En la Junta pú-
blica, que celebró la Academia, cuando amagando la tempestad
se anublaba la faz política de la Nación, notició D. Pedro Sa-
bau (i) los pasos dados y acuerdos tomados por la Corporación
«con el fin de que pueda el Gobierno adquirir tres antiguos bus-
tos de mármol, eme descubrió en dicha ciudad de Cartagena el
(1) Noticia de las Actas de la Real Academia de la Historia, leída en
Junta pública de 7 de Junio de 1868, por D. Pedio Sabau, Académico de
número y Secretario, pág. xin. Madrid, 1868.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA. 295
jornalero Antonio Sánchez (i) al hacer obras en el pozo de su casa,
á cinco metros de profundidad, donde encontró además de Los
bustos, un pavimento de mármoles y mosaicos; los cuales esta-
ba dispuesto á ceder por módico precio», y consentía que en su
casa se hiciesen exploraciones, sin más condición que la de abo-
narle los perjuicios. Con esta ocasión la Academia expuso al Go-
bierno las reglas que aquellas exploraciones, y en general en to-
das las de su clase, deben observarse; y el Gobierno dictó en este
sentido las disposiciones más urgentes y perentorias.»
El número I de esta colección fotográfica es el tipo arcaico y
mucho más bello, que corresponde al encontrado recientemente
en la calle Larga de San Cristóbal y fotografiado por el Sr. Jimé-
nez de Cisneros. La barba de aquél, rizada á la manera asiría, se
hace guedejuda en éste con mayor naturalidad, conserva tan solo
algún indicio del simbólico tocado de la cabeza; y trueca en una
las dos hileras de enroscados rizos que adornan la frente del
adorado numen (2), el cual presumo fuese el Hércules Gaditano
que tuvo aras en Cartagena, como lo prueba la inscripción 3409
de Hübner.
Las fotografías de los cuatro bustos, atesoradas por la Acade-
mia, y que representan los originales á raíz de su descubrimiento,
marcan las dimensiones siguientes:
(1) En las Actas académicas del 6 de Diciembre de 1867 es llamado
J isc Antonio Sánchez, y se dice que su casa estaba situada en la calle del
Cuerno, y que en dicho día la Comisión de Antigüedades leyó su informe,
que fué aprobado.
(2) Véase Müller, Numismatiqtie de rancienn& A/rique, tomo 11, pigims
75 Y 76; ni, 17, 43, 146. Copenhague, 1861 y 1862.
296 .
BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
í.— Alto, 17 cm.
Baal ó Moloch, según se creía en 1867
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA.
297
2. — Alto, 24 cm.
Venus ó Minerva, según se creía en 1867. En la mejilla iz-
quierda el lunar, 6 peca, fué labrado de intento con viva entona-
ción de color morado.
2 9 8
boletín de la real academia de la historia.
3. — AlLo, i/ cm. Es el anverco del 4.
Mercurio, según se creía en 1867.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA.
2(J9
4-— Alto, 17 cm. Es el reverso del 3.
Ceres, según se creía en 186;
300 boletín de la real academia de la historia.
La influencia del arte asirio-caldeo, del que tiene la Academia
en su musco dos modelos originales, traídos de Nínivc por don
Antonio López de Córdoba (i), algo se deja sentir en estos bus-
tos, mejorados por el buen gusto de la Hélade. Este se transluce
también de varios monumentos hallados en Denia, Cádiz, Elche y
Turis (2) y en otros puntos de nuestras costas meridionales, don-
de ha dejado indelebles huellas la civilización oriental, anterior á
la invasión y dominación de los celtogalos (3).
Los cuatro bustos figuraron en la Exposición provincial de Be-
llas Artes, celebrada en Murcia en Septiembre de 1868. Adquiri-
dos para el Musco Arqueológico de esta ciudad están comprendi-
dos bajo el número 13 en la vitrina 3. a del salón principal. En
dicho año procuró su adquisición nuestro doctísimo compañero
1 ). Adolfo Herrera, é hizo excavaciones en el sitio del Monte
Sacro donde se habían hallado, resultando así el encuentro de
varias pinturas murales que donó al Museo Arqueológico Nacio-
nal. Xadie mejor que él podrá reunir todos los datos que la crí-
tica exige para fallar sobre el origen y destino que tuvieron estas
obras de arte cartagenero, que deben compararse á las de los
mejores tipos numismáticos de esta región, indicados por don
Jacobo Zóbel (4). Por de pronto, ya se puede afirmar que los bu-
cles que ciñen la frente á manera de corona ó diadema elegan-
tísima, los rizos de la barba y del cabello son artificiales, y que
(Ir ellos hay que hacer cuenta al investigar cuál es el verdadero
tipo etnológico de las cabelleras vellosas, que distinguen el mo-
netario ibérico.
En lo tocante á la epigrafía romana no deja de tener interés-
a comunicación que hoy recibimos de la Subcomisión de Monu-
mentos de Cartagena. La cual ha recibido en donativo para su
(1) Reproducidos en facsímile y explicados por el Sr. Riaño en el
Boletín, tomo xxvii, págs. 265 y 266.
(2) Boletín, tomo iv, pág. 21; vn, 49; xn, 352 y 353; xxxi, 427-435;
xxxvii, 439.
(3) ídem, tomo xl, págs. 532 y 537.
(4) Estudio histórico de la moneda antigua española, tomo 11, págs. 105
y 106. Madrid, 1880.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA.
301
museo un fragmento de lápida que existía «empotrado en las ta-
pias del arsenal de este departamento». No lo veo registrado por
Hübner. Mide 75 cm. de ancho por 26 de alto. Contiene dos
renglones. En el primero el punto de separación es cuadrado,
destacándose de los vértices de los ángulos rayas simétricas,
como en la piedra ibérica de Ampurias (I). El segundo está bo-
rroso, y á duras penas se dejan ver al principio las letras S\ .
Debió de ser un sillar, que compaginado con otros daría razón
de la obra de algún edificio público:
DEDECVRION
SV
...\l(oco) d(a/o)?] de(creto) decurion(um) su\a p(ecunia) f(aciendum) coi-
r(<wit)\
... habiéndosele dado el lugar por decreto de los dt/curionrs, cuidó de
que á sus expensas se hiciese la obra.
La Subcomisión ha depositado este fragmento en el local do la
Sociedad Económica. Un calco ó una fotografía que nos viniese
resolvería quizá las dudas que abrigo sobre la restitución del ren-
glón segundo.
En sus cartas del 21 y 5 de Marzo últimos, D. Diego Jiménez
de Cisneros nos habla de otros descubrimientos verificados en
Cartagena. Supo que en un sitio de la ciudad, que llaman Ram-
bla abortada se habían encontrado, años atrás, varios objetos
romanos, y entre ellos una lápida, que está empotrada en una
pared de la finca y ha sido vista y dibujada por él en escala
de '/ju- El monumento es un sillar, que descubre la faz anterior
y la posterior, cuya arista mide 1, 20 m. En la faz anterior, cuya
altura es de 24 cm., se desarrollan tres renglones de inscripción
con puntos cuadrangulares.
(1) Boletín, tomo xxxvi, pág. 499.
302 boletín de la reai. academia de la historia.
SEX 'NVMISIVS' L-S- LARIB min/mé
ET «SIGNA «ET- ARAM -FACIVN „inn
COIRAVIT-ET EISDEM-DEDIC iiniu
Sex(tus) Numisius L(iberalis?) s(acrupt) Larib[us] el signa ct ara»; fa-
c/'un | dum \ coiravit el eisdem dedic\avit \ .
Sexto Numisio Libera] ;í los Lares hizo y dedicó e] sagrario, las estatuas
y el ara.
En Tortosa (Hübner, 40631 falleció Lucio Numisio Liberal,
natural de Córcega, que sirvió 1 3 años de soldado en la galera
de tres órdenes de remos, llamada Marte, de la armada pretoria
de Ravena. El mismo cognombre Liberalis cabe pensar que tu-
viese Sexto Numisio, cuyo prenombre no consiente pensar en
un siervo, ó que L ■ S se. explique por L(ucii) s(ervus),
El suplemento de lo que sigue en el primer renglón cabe que
sea Larib(us) Aug(ustalibtis). Con esta inscripción del tiempo
de Augusto se compagina otra del de Tiberio (Hübner 5Q2Q),
que en el año 1875 se descubrió, dentro de los cimientos de la
casa del Sr. Pedreño, junto á la plaza que llaman Puertas de
Murcia: C(aio) Lactilio M(arci) f(ilio) A\paló\ \ duumvir(o)
qiLÍnq(ucnnali), \ Lares Augustales et \ Mcrcurium piscatores \ ct
propolae de pecun(ia) sita /(aciundium c(oiravere) i(idemque)
p(robarunt).
Los objetos hallados en la Rambla antedicha son: clavos y una
fíbula (rota) de bronce; una pesa de plomo piramidal, con ori-
ficio en la cúspide, que pesa unos 45 gramos- anillos de plomo,
que unidos pudieron servir de collares ó brazaletes; una lucerna
de barro basto fracturada; un pedestal de estatua toscamente
labrado; restos de urna cineraria, una tapadera de las misma;
COn esta marca L, y pedacitos de barro cocido, procedentes de
vasijas de diversas formas. Cuando se hizo la excavación se mos-
tró un pozo lleno de huesos humanos y cubierto por una plan-
cha de cobre epigráfica, que ha desaparecido; muchas ánforas
fracturadas, pero algunas en buena conservación, v muchísimas
monedas de bronce, caracterizadas por el busto dejano y la tri-
reme, y ninguna de familia patricia ó consular.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA. 30 }.
Avisa tarrfbién el Sr. Jiménez de Cisneros que siendo, como
es, Secretario de la sección de Ciencias en la Sociedad de Ami-
gos del País, ha rogado al dueño de la nueva lápida que permita
su traslado al museo de dicha Corporación, donde so guardan
otros monumentos cartageneros de la misma estirpo gentilicia,
conviene á saber, el de la liberta Xumisia (Hübner 3489), el de
Cneo Numisio liberto de Cneo (3486) y el de Cavo Numisio
Clemente (3485).
Añade (I) que al gran fragmento do la inscripción del séviro
augusta! Marco Bebió, publicado en el tomo xxxvm del Boletín,
pág. 471, ha de juntarse otro fragmento que ha encontrado en
el mismo sitio, esto es, en el castillo de la Concepción, donde
permanecen visibles «cuatro fustes de pilastras acanaladas y dos
basas de grandes dimensiones. «Estos días he hallado ese trozo,
que tiene de grueso 28 cm,, cortado. diagonalmente para encajar
//íEX'AEMILIVJ-
C-CLGDI;
T"
en el muro del torreón, del cual formaba parto y se ha despren-
dido hace muy poco tiempo. Es de caliza compacta y muy dura,
marmol basto de la localidad, muy abundante aquí y muy usado
por los romanos.»
Puede que muy corea se encuentre el fragmentó, ó fragmentos,
que deben integrar la lectura del que ha recogido el Sr. Jiménez
de Cisneros. La inscripción contuvo probablemente la serie de
varios nombres, propios de varios individuos, quizá maestros do
obra, ó asociados de algún gremio: [S\ex(íus) Aemil'iis ,
C(aius) C¿odizi\s ¡, T(itus) V[alerius? ].
VA segundo nombro se deja adivinar por medio do otra lápida
de Cartagena (Hübner, 346 1 ), donde comparece C(aius) Clodius
Gratko, que dio libertad á su esclavo Panfilo. Por cuatro lápidas
(1) Carta del 3 de Marzo de 1903.
304 BOLETÍN DE L.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
están asimismo representados (Hübner, 3423, 3424, 3509, 35 IQ )
los Emilios y los Valerios de Cartagena.
Finalmente, el Sr. Jiménez de Cisneros envía dibujos de tres
estampillas, las que se marcaron con una punta ó estilete de caña
en el barro, antes de cocerse, de una orza (alta 4, ancha 8 cm.)
encontrada á la profundidad de unos dos metros, al abrirse los
cimientos de la Casa del Ayuntamiento. De estas marcas de le-
tra cursiva, así como de la publicada en el tomo presente del
Boletín, pág. 130, convendrá que se nos envíen ejemplares
fotográficos.
Logroño.
A D. Roque Cillero, catedrático y Secretario del Instituto ge-
neral y técnico de Logroño, he debido calcos y ejemplares foto-
gráficos, algo imperfectos, de las siguientes inscripciones.
I. — Ara encontrada en Varea, dentro del término de la ciudad,
en el paraje donde estuvo la célebre Vareia de Tito Livio y Pu-
nió, Oúapía de Estrabón, Ouápsia de Ptolomeo, Vereia del Itinera-
rio de Antonino. Ara de piedra arenisca, alta 0,34 m.; ancha por
delante y detrás 0, 1 8; ancha en las caras laterales 0,16. Letras
del siglo n, altas 0,022.
I O v i
O'M*
SEMPRo
NÍA • DAT
lovi o(ptimo) m(axinto) Setnpronia da/.
A Júpiter óptimo máximo, Sempronia le hace este don.
El estilo, conciso y elegante, de esta inscripción, se asemeja al
de la consagrada en Lisboa (Hübner, 1 JÓ) á la diosa Concordia:
Concordiae \ sacmm \ M(arcus) Baebius M(arci) f(ilius) \ m(uni-
ceps) tn(unicipií) Felic(itatis) Jul(iae) \ dat.
Es la primera que sale de Varea, donde tantas se ocultan, para
dar fe de vida de aquel grande y postrero emporio de la navega-
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA. 305
ción del Ebro. Pasó inadvertida á Hübner, si bien se publicó (i)
en 1883 y en compañía de la siguiente.
2. — En Murillo de Río Leza. Esta villa, limítrofe de la de Agon-
cillo (2), distante dos leguas al S.-SE. de la ciudad de Logroño
y en la confluencia de los ríos Leza y Jubera, comprende cien-
tro de su término parte del territorio que perteneció á Barbaria-
11a (despoblado de San Martín de Barberana), por donde cruza-
ban la vía imperial de Briviesca á Zaragoza y otras que se inter-
naban desde la derecha del Ebro hacia Atamil y Arnedo. Tres
miliarios del siglo ni (Hübner, 4880-4882), que se conservan en la
iglesia parroquial, y los restos de la calzada imperial que á trechos
se descubren, explican la razón de haberse hallado en Murillo el
ara que nos preocupa; alta 0,52, ancha 0, 22. Letras del siglo 11,
altas 0,035.
MERCVRIo
COA1PETAL!
FL A V IVS
FLAVIA/VS
VETERA^VS
V'S ' L • M.
Mercurio Compciali Flavius Flavianus veteranas v(otum) s(olvit) l(ibens)
ni (e rito).
A Mercurio, que preside á las encrucijadas de los caminos, ha cumplido
de buen grado y lealmente su voto Flavio Flaviano veterano.
En la Memoria de la Biblioteca provincial de Logroño, que pu-
blicó en 1883 D. Mariano Loscertales, dio noticia de la presente
ara y de la- precedente (3), no comprendiendo su sentido y es-
tropeando su lectura (4).
(1) No sin errata del último vocablo, que leyeron PAT.
(2) La más antigua forma que se conoce del nombre de esta población
es Sagoncillo, lo que indica que el romano sería Sagontia ó Sagontiola.
(3) «También hay dos lápidas romanas (en la Biblioteca) que se halla-
ron, según cuentan, una en la referida Varea y otra en el pueblo «le Mu-
rillo de Río Leza; dedicadas la primera á Júpiter, que por su forma debió
servir para los sacrificios, y la segunda á Mercurio para las libaciones.
(4) Leyó la primera así: Jovi \ o. m. | Sem pro \ nia pal. Y así la segun-
da: Mercuri(o) \ (immor)tali \ Flavi s \ Vetcranus \ o. i. m.
tomo xlii. 20
306 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Por otro conducto Iíübncr tuvo conocimiento del ara de Mer-
curio; pero con tan mala suerte como se ve por las indicaciones
imperfectas que pudo recoger:
5810. En Leiva de Logroño.
MERCVRl //////////
////PETALI ////.-///////
I )escripsi ex ectypo a Guerra misso. Fuitne Mercurio competali?
«5811. En Leiva de Logroño; arula alta circiter m. 0,30, lata
0,20, litteris rudibus, altis m. 0,025.
O o
M////NERVE
A R A M A T
LVCVBRVV
C P F
«Descripsi ex ectypo imperfecto, quod Guerrae, a quo accepi,
misit amicus aliquis mihi ignotus, cjui adnotat: «la piedra está de-
teriorada por todas sus caras, ángulos y aristas, y parece que en
la parte superior hay tina concavidad á manera de f ácido; et de
eis quae v. 1 praecedunt: parecen estos signos.
Fortasse: Minerve \ a rain at \ lucu\ni\ Bruv (... ?) \' c(ultores)
p(onendam) f(eccrunt).»
1 [übner, con su claro y certero tino, adivinó bien que en el se-
gundo renglón del ara de Mercurio debía leerse Competali. Sobre
el sitio del descubrimiento estuvo mal informado; pues Leiva, de
la provincia de Logroño, harto lejos está de la. capital, y corres-
ponde á la antigua Libia de Plinio y del Itinerario, 'OXtjSa de Pto-
lemeo. Dentro de su jurisdicción, en el cerro de Herramélhiri, se
descubrió el epígrafe 2907, notable por su valor filológico y geo-
gráfico ( 1 ).
I >e] ara de Minerva, hallada con la de Mercurio en Murillo de
(1) T(ilus) Mflgilius I Rectugem '/(ilus) \ Uxama \ Argaela \ a(nnorum)
XXX j h(ñ v ilus) c(sl).
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA.
307
Río Leza, no se sabe el paradero; pero queda el Sr. Cillero en
averiguarlo.
A tan buen amigo debo la adjunta fotografía de una de las dos
IVUATV
1VUNAÍ
ANXílli I Bl
lYhVVNiHRAVs
SiBiETBL!
F O
308 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
lápidas de Alberite, cuyas copias me envió y publiqué en el
tomo xi. i del Boletín, pág. 533 (1).
En el segundo renglón se ven trabadas la c y la i; y so prolonga
el trazo interior de la V hasta darle figura de E, circunstancia que
importa observar para que no so tomo por O la C postrera de
todo el epígrafe. Más notables que la bella decoración del exer-
go superior son los arcos de puente que están esculpidos ó bos-
quejados en el inferior, y serían los de la vía romana sobre el río
tregua, la cual se dirigía hacia el Oriente en busca de la mansión
de Barbariana (2). Quedan por examinar los tres miliarios de
Agoncillo y las numerosas inscripciones de Tricio, cuya lectura
Hübner se abstuvo de fijar por no tener quien le proporcionase
buenos traslados ó facsímiles.
Orense.
En el Museo provincial de Orense existen dos aras votivas,
cuyos ejemplares fotográficos ha tenido la bondad de proporcio-
narme I) Arturo Vázquez Xúñez. La primera lleva el número 4
y la segunda el 98 en dicho Museo.
I. — Se halló en San Juan de Baños de Bande (Hübner, -530).
Ls de granito. Letras altas 6 cm.; y el espacio en que se com-
prenden mide 38 X 26. Ha publicado y comentado el texto con
exactitud y acierto el Sr. Vázquez Núñez en el Boletín de la
Comisión de Monumentos de Orense (Mayo de 1 898), tomo 1,
pág. 26.
LTn calco le debo asiqaismo de la inscripción de Rasillo <1<- Came-
ros, publicada en el tomo xxm, pág. 367.
121 En «los lápidas sepulcrales de Segovia (Boletín, tomo xm, páginas
313 v 3141 se ve diseñado por el mismo estilo el famoso acueducto de
aquella ciudad. A taha de monumento-, epigráficos que declaren el año
en (|ue fueron labrada- semejantes obras de acueductos y puente-, su
diseño en otros de época determinada permite indagar la que le- con-
viene.
EXCURSIÓN EPIGRÁFICA.
309
NYMFS
B O E L I
VS • RVF
VS • FRO
SALVTE
SVA«V« S
Nymfis Bo&lius Rufus pro salutc sua v(otum) s(olvit).
A las Ninfas. Exvoto de Boelio Rufo por la salud que de ellas obtuvo.
310 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Del nombre Boclius paréceme que son afines Bovius (3/8.
301 1 ), Bovalus (2485 ) y po^Xá-n); (boyero). En otro lugar (i) hablé
de esta lápida.
2. — No la reseña Hübner.
DIANE
FA« SAT
V R N I
N V S o
EXV • P
Dian: Fa(bius) Saturninus ex v(oto) p(osyit).
A Diana. Exvoto de Fabio Saturnino.
Acerca de esto monumento, que publicó por primera vez,,
escribió el Sr. Vázquez Núñez (2):
\ra de granito en perfecto estado de conservación, que mide
0,70 m. de altura por 0,32 de ancho. Alto de las letras 0,06.
Fué descubierta en Febrero de 1 898 por el labrador Antonio
Calviño, en el monte llamado Louredo, inmediato al río Miño,
entre los pueblos de Reza y Freijendo, á unos 3 km. de Órense.
En 28 del citado mes, el vocal de la Comisión de Monumentos
I ). Manuel Hermida, con noticias del hallazgo, se dirigió á dicho
punto acompañado de los señores Macías y Vázquez, habiendo
logrado la adquisición de este precioso monumento, que está hoy
en el Museo provincial.
Los naturales del país aseguran que en Castro Louredo se han
encontrado en varias ocasiones piedras con inscripciones y dibu-
jos, sillares labrados, trozos de armas y otros muchos restos an-
tiguos. .Aún hoy se ven, según dicen, letras y signos grabados
en las peñas.
Madrid, 27 de Marzo de 1903.
FiDEl Fi'l \.
(1) Boletín, tomo xi.i, páginas 497 y 498.
(2) Bol. de la Com. de Mon. de Orense, tomo 1, páginas 31 y 32.
VARIEDADES
INVENTARIO
DE LAS
ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE
QUE POSEE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA (i)
CIVILIZACIONES PRIMITIVAS.— ARTE PREROMANO
OBJETOS INDEFINIDOS
I. — Gran hacha de piedra pulimentada, de una especie de pór-
fido, de corte de doble bisel, convexo, rota en parte.
Largo: 0,225 m -! ancho mayor: 0,075.
2. — Hacha de piedra negruzca, de corte biselado y casi recto,
pulimentada toscamente, rota por el otro extremo.
Se halló en el soto de las Perdices, cerca de Antequera. Regalada por
el académico Sr. Uhagón en Junta de 15 de Diciembre de 1899.
Largo: 0,090 m.; ancho del corte: 0,075.
3. — Hacha de piedra tallada, de corte ancho y convexo.
Procede del origen del río Burbia (Galicia), y la ofreció el académico
Sr. Saavedra en 1 1 de Febrero de 1 898.
Largo: 0,1 17 m.; ancho del corte: 0,096.
4. — Cuchillo de pedernal, algo corvo,, tallado, con tres facetas en
el lomo, despuntado.
Longitud: 0,180 m.
(1) No se incluyen las medallas, monedas é inscripciones, de que se formará inventa-
rios especiales.
J 12 BOLETÍN DE LA REA1 VCADEMIA DE LA HISTORIA.
5. — Hacha de piedra negruzca (diorita?), redondeada, con corte
lado y algo convexo.
Longitud: 0,109 m -'. del corte: 0,050.
.Ira negra (diorita?), con corte biselado y poco
convexo.
I. ngitud: 0,095 m.; «leí corte: 0,034. •
7. — Hacha de piedra negra, pulimentada, roto el mango, con
una ranura en el lomo, aplastada, de corte muy redondeado.
Longitud: 0,114 m.; mayor anchura: 0,070.
S. — Doce hojas de cuchillo do pedernal, algo corvos, algunos
despumados, tallados.
Recogidas en término de Arganda y donadas á la Academia en sesión
de 25 de Septiembre de 1891 por D. Bonifacio de León.
1 adémico Sr. Vilanova publicó un informe en el Boletín de la
Academia, tomo xi.x, con un grabado representando una hoja de
lanza, también de piedra, y un utensilio con muesca: faltan csío>
dOS objetos.
Longitud media de los cuchillos: 0,090 m.
9. — Hoja de lanza, despuntada, de piedra tallada, con dos face-
tas ó chaflanes en el lomo.
Longitud: 0,058 m.; ancho: 0,013.
IO. — Hacha-martillo, pulimentada toscamente, de piedra negra
(diorita: .
I . mgitud: 0,100 m.
II. — Hacha de piedra negra, pulimentada, con corte de doble
bisel algo cóncavo, y con una ranura honda en el lomo.
Largo: 0,053 m.; ancho del corte: 0,052.
12. — Hacha-martillo de piedra, labrada toscamente, con ancho
orificio circular y dos escotaduras laterales.
Largo: 0,067 m -
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DB ARTE. 313
13. — Trozo de una sierra de pedernal, con dos facetas ó biseles
tallados en el lomo.
Remitido por D. Francisco Benito Delgado en 1892.
Longitud: 0,030 m.
14. — Guijarro toscamente pulimentado en forma de punta de
lanza, algo roto.
Procede de la antigua Lancia.
Longitud: 0,067 m.; anchura: 0,038.
15. — Piedra amfibolita (?) prolongada, terminando en punta por
un lado y por otro en corte biselado, con pulimento.
Procede de Lancia.
Longitud: 0,060 m.; anchura del' corte: 0,010.
1
16. — Hoja de lanza de pedernal tallado, planas ambas caras, los
cortes en bisel, está rota.
Se halló en Lorca, distrito rural de Béjar, en la cantera de donde se
sacó piedra para el puente de Lorca.
Largo: 0,105 m -¡ cincho del corte: 0,051.
1 7- — Hacha de piedra pulimentada, de corte biselado y casi
recto, un poco roto en un lado.
Largo: 0,100 m.; ancho del corte: 0,028.
18. — Caja con tres cuchillos, otro pequeñísimo, y cuatro núcleos
de hacha, todos de pedernal á medio tallar: hay, además , un
punzón con agujero roto.
Hallados en Valdocarros (Arganda).
19. — Varios trozos de cuchillos y puntas de lanza de pedernal
tallado, algunos sin concluir el trabajo.
Proceden del mismo lugar.
20. — Una caja que contiene varios trozos de vasija de barro: un
medio disco de piedra y dos guijarros en que se cree ver
la labor del hombre.
Hallados en 1889 en el cerro de los Jarales, frente á la Fuensanta
de Lorca.
314 boletín de la real academia de la historia.
21. — Vaso de barro negro, en forma de catino ó cazuela ancha,
de boca saliente, labrado á mano, con dos zonas horizontales
hechas con adornitos incisos, que conservan en parte un
relleno de yeso. El asiento del vaso adornado está por seis
zonas que forman estrella, de la misma labor, y que parten de
una especie de nimbo liso central. Tiene algunas roturas en
los bordes.
Se halló con los seis siguientes en la estación prehistórica de Ciem-
pozuelos en 1894, y sobre ellos publicó el Boletín de la Academia
un informe en el tomo xxv, páginas 436 y siguientes.
Diámetro de la boca: 0,236 m.; altura: 0,082.
22. — Otro de la misma forma y barro, con dos zonas paralelas
en la boca y vientre, otra en el interior, varias en la parte
convexa del asiento al exterior y cruz con nimbo cóncavo
debajo. La ornamentación es, pues, más rica y conserva casi
todo el relleno de yeso. Está muy rajado y recompuesto.
Diámetro de la boca: 0,235 m -'> altura: 0,081.
.23. — Otro de forma y riqueza ornamental y buena conservación
del relleno decorativo como el anterior, muy bien conservado.
Conserva adherido y en una ganga de arena parte de los hue-
sos del brazo del cadáver con que fué enterrado.
Diámetro de la boca: 0,237 m -> altura: 0,72.
24. — Catino pequeño en 1 forma de taza casi semiesférica , con
zona de labores incisas y rellenas en el exterior de la boca y
cruz con nimbo liso en su parte inferior. También , como
todos, ele barro negro, entero.
Diámetro de la boca: 0,150 m.; altura: 0,062.
25. — Otro de la misma forma que el anterior, con una sola faja
de labores incisas y rellenas de. yeso en el exterior de la boca
y liso lo demás. Resquebrajado , recompuesto y con algunas
roturas <-n los bordes.
Diámetro: 0,141 m.; en la boca: y 0,055.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 315
26. — Olla de vientre semiesferoidal con alta boca caliciforme. El
exterior adornado de fajas de la misma clase y adorno que en
los vasos anteriores. Resquebrajado y algo desportillado en
la boca.
Ancho de la boca: 0,171 m.; alto: 0,130.
2J. — Vaso de barro basto, de forma cilindrica ensanchada en su
parte inferior, con dos asas y tosquísimos toques de pintura
negra.
Alto: 0,168 m.; diámetro de la boca: 0,105.
28. — Dolium ó tinajilla de barro con dos pequeñas asas de eje
horizontal, ventruda, con muchas fajas circulares de color rojo
y algunas indefinidas del mismo color. Rotos el fondo, algunos
bordes de la boca y un asa.
Altura: 0,468 m.; diámetro de la boca: 0,236.
29. — Vaso de barro negro cocido, de forma cilindrica, con estrías
circulares y asiento cónico truncado; un poco roto en la boca.
Alto: 0,106 m.; diámetro de la boca: 0,120.
30. — Parte inferior de un vaso de barro, semiesférico, hecho sin
torno. Tiene dentro una tapadera' que no debe ser suya.
31. — Vaso de barro negruzco y de grano grueso, de ancha boca
y pie estrecho; presenta en éste, y en el arranque del vientre,
dos zonas de círculos concéntricos incisos , rellenos de una
pasta blanca que recuerda la decoración de los cinco vasos
prehistóricos de Ciempozuelos.
Alto: 0,060 m.; diámetro de la boca: 0,095.
32. — Vaso de tosco barro negruzco, cocido, ele borde saliente.
Puede ser prehistórico.
Alto: 0,09 m.; ancho de la boca: 0,08.
33. — Anzuelo de cobre de época desconocida.
Longitud: 0,104 m -
3 l6 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
34. — Broche elíptico de bronce, muy tosco y sin labor de ador-
no, con restos de la aguja.
Eje mayor: 0,033 m -
35. — Punta do lanza con lomo por ambos lados que se ensan-
chan hacia el arranque; éste conserva dos de los tres clavos
que la sujetaban al asta.
Largo: 0.184 m.; ancho en su extremo de arranque: 0,086.
36. — I lacha de bronce, con dos aletas anulares, corte convexo,
roto en un extremo. Quizá no es propiamente hacha, sino
utensilio de minero.
Hallado en las minas de Castillejo, junto á Cangas de Onís, por el in-
geniero D. Enrique Gibandau, quien la ofreció á la Academia
en 1 86 1.
Largo: 0,104 m.
37. — Hacha de bronce, de corte convexo y de dos biseles, con
aristas de resalto en ambos lados y en el arranque las conca-
vidades para sujetarla al mango.
De la misma procedencia que la anterior.
Largo: 0,137 m.
38. — Hacha de bronce, de corte ancho y convexo, lados cón-
cavos, casi planas sus caras.
Se halló en las ruinas de Valeria (Valera de arriba), Cuenca, en 1884.
La regaló á la Academia su individuo de número Sr. Gómez de
Arteche, Junta de 9 de Marzo de 1894.
Largo: 0,170 m.; ancho del corte: 0,095.
39. — Hacha de bronce, análoga á la anterior, pero menos per-
fecta.
Procede del lugar de Moneo, cerca de Cangas de Tineo, donde se
halló en Febrero de 1888. Regalada por el Sr. Gómez de Arteche
en 9 de Marzo de 1894.
Largo: 0,175 m.; ancho del corte: 0,097.
(Continuará.)
El Académico-Anticuario,
Juan Catalina García.
NOTICIAS
Vida intima de Sagas/a. — El Dr. D. Matías Alonso Criado , Correspon-
diente de la Academia y Cónsul general de Chile en la República del
Uruguay, ha dedicado á este Cuerpo literario un artículo histórico con-
tinente de muchos datos hasta ahora desconocidos, que, con el título de
la cabeza, publicó por folletín el diario de Montevideo, El Progreso espa-
ñol, en Febrero de este año. Se ha recibido con aprecio.
Cartas náuticas. — En Egea de los Caballeros se ha descubierto un
atlas compuesto de seis hojas en pergamino, de 0,435-m. >< 0,32 m., firma-
das por Joan Martínez de Messina, cosmographo del Rey nro. segnor. En
ñapóles any 1591.
Bulletin hispanique. Bordeaux. — En el número 1 del tomo v se insertan
los siguientes artículos: La nodriza de Doña Blanca de Castilla, por don
Francisco Simón y Nieto, con facsímile de un privilegio de D. Alfonso el
Noble. — Ate relégala ct Minerva restituía, comedia representada en Alcalá
de Henares en 1539 ó 1540 ante el príncipe D. Felipe, por Mr. Alfred
Morel-Fatio. — Mariano José de Larra, por D. Enrique Piñeyro. — El caste-
llano el America. Fin de una polémica, por D. R. J. Cuervo. — Bibliografía..
por varios críticos. — Sumario de revistas consagradas á los países de len-
guas castellana, catalana y portuguesa.
Partida de bautismo del autor dramático D. Francisco de Leybay Ramírez
de Arellano— «En Málaga, á catorce de Junio de mil seiscientos treinta.
yo el Licenciado Juan Bermúdez, en esta parroquia de Santiago, bauticé
3 l8 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA VE LA HISTORIA.
á Francisco, hijo de Antonio de Leyba y de D. a Catalina Ramírez, su mu-
jer. Fué mi padrino Diego Jiménez de lá Sierra; advertíle el parentesco
espiritual y obligación de enseñarle la doctrina cristiana. = Ldó. Juan
Bermúdez Pineda.=Lorenzo Navarro.
Existe en la parroquia de. Santiago, Libro de Bautizos correspondiente
ida por X. Díaz de Escovar.)
Partida de sepelio del autor dramático í). Francisco de Leyba. — «En diez
v ocho de Febrero de 1667 se sepultó en el convento de Ntra. Sra. de
las Mercedes el cuerpo de I). Francisco de Leyba, Clérigo de Menores
órdenes, y feligrés de esta parroquia del Sr. San Juan. En la calle de Santo
Domingo. No testó. Se le dijo vigilia y misa: Firma Dr. Diego S. Marz.
Truxillo.
Al margen se hace notar, y el entierro lo pidió su cuñado D. Anastasio
de Ayliar.
Parroquia de San Juan, Libro 3. de Defunciones. Folio 25.
Partida de bautismo de la célebre actriz Rita Luna. — «En la ciudad de
Málaga, el primer día del mes de Mayo de mil setecientos y setenta años,
yo Don Pedro Barela, Cura de la Iglesia parroquial del Señor Santiago de
esta ciudad, bautice á Rita Vidal, hija legítima de Alphonso Royo y de
Magdalena dan í 1, su mujer, residentes en esta ciudad: declaró dho. su
Padre no aver tenido otra hija de este nombre, y aseguró con juramt° que
nació el día veinte y ocho del mes de Marzo próximo pasado. Fueron sus
padrinos Manue! y Rita Xaser, su mujer, v. s de esta ciu. d Alos cuales ad-
vertí <■! parentesco espiritual que con su aijada y p. e5 han contraído y la
oblig. " de enseñarle la Doctrina Xptiana: Fueron testigos Antonio Ramí-
rez y Joseph de León, \v de esta ciu. d , que doy fée. — D.Pedro Barela.»
Al margen se añade: Por auto del Señor Provisor, en fecha 1 1 de No-
viembre de i7')i> 5e mandó anotar y borrar en esta partidalo que enella
se manifiesta. Malaga y Xoviembre once de 1786.— -Dr. Xerez.»
La enmjead 1 insistió en borrar el apellido Royo y anteponer al úcAl-
phonso ef nombre de Joaqitin.
IJ expediente para la 'enmienda se incohó á virtud de escrito de Mi-
guel de l'.orja y Espinosa, en nombre de Rita Alfonso. (Primero se puso
Rita Luna y luego se borró en el escrito, pero se nota.) Declaran como
testigos los actores José Gálvez, Joaquín Martínez y Manuel Zambrano. —
((".opiado por N Díaz de Escovar.)
NOTICIAS. 319
Nuevas fuentes históricas de la Inquisición española.
1. — Archivo Histórico Nacional. — Catálogo de las causas contra la íe se-
guidas ante el Tribunal del Santo Oficio de la Inquisición de Toledo y de las
informaciones genealógicas de los pretendientes á oficios del mismo , con un
apéndice en que se detallan los fondos existentes en este Archivo de los
demás tribunales de España , Italia y América. Madrid: Tipografía de la
Revista de Archivos , Bibliotecas y Museos. 1903. En 4. , viii -}- 690 páginas.
La publicación de este libro se debe al Excmo. Sr. D. Vicente Vignau
y Ballester, Jefe del Archivo Histórico Nacional é Individuo de número
de nuestra Academia. El Prólogo dice así:
«El Archivo Histórico Nacional ha logrado reunir todos los papeles
procedentes de las Inquisiciones de España, América é Italia que sobre-
vivieron á la supresión de este Tribunal en 1834, y que se refieren á los
Tribunales de Barcelona, Canarias, Córdoba, Cuenca, Granada, Logroño,
Llerena, Mallorca, Murcia, Santiago de Galicia, Toledo, Valencia, Valla-
dolid y Zaragoza, Lima, México y Cartagena de Indias, en América; y
Palermo y Sacer en Sicilia y Cerdeña respectivamente, faltando solo para
completar esta rica colección los expedientes, causas y libros que perte-
necieron al Consejo Supremo de la misma, y que se conservan en el
Archivo de Simancas.
Desgraciadamente, ya sea por el odio que este Tribunal inspiraba, ya
porque, á diferencia de lo que ocurrió con otros Tribunales y Consejos
suprimidos, se creyera que sus papeles no servían para nada, ello es que
de la mayor parte de las Inquisiciones solo se han salvado los documen-
tos y libros que separaron los comisionados de Hacienda, como son los
pleitos fiscales, cuentas de Receptoría , Depositaría , escrituras de censos,
secuestros y confiscaciones. Son excepción de esta regla los archivos de los
Tribunales de Córdoba, Granada y Sevilla, que contienen buen número
de informaciones genealógicas de los aspirantes á oficios de la Inquisi-
ción; el de Valencia, que conservaba toda su documentación, rescatada
en parte, por una feliz casualidad, del poder de un pirotécnico, cuando
va había destrozado gran cantidad de causas y expedientes; y, por últi-
mo, el de Toledo, que es el más importante de todos, por conservar ínte-
gros sus fondos. La mayor parte de estos papeles se llevaron al Archivo
central de Alcalá de Henares, donde los catalogó el laborioso empleado
del Cuerpo D. Francisco Fresca, muerto recientemente después de haber
vestido algunos años la sotana de la Compañía de Jesús (1). De Alcalá
fueron trasladados estos fondos á este Archivo por Real orden de 10 de
(1) El P. Francisco García Fresca nació en Vitoria, capital de Álava, en 24 de Agosto
de 1831; entró, ya sacerdote, en la Compañía, á 9 de Octubre de 1S80, y falleció en Bur-
gos á 15 de Diciembre de 1894.
320 boletín de la real academia de la historia.
Febrero de 1897, donde los trabajos del P. Fresca han servido de bas<
para la publicación de este Catálogo, que ha aumentado y preparado
liara la impresión el celoso é inteligente oficial D. Miguel Gómez del
Campillo. — Vicente Vignau. — Pobrero de 1903».
Este volumen irá seguido de otros que lo completen y faciliten su
aprovechamiento. Si vinieren al Archivo Histórico Nacional los expe-
dientes, causas y libros que pertenecieron al Consejo Supremo de la In-
quisición, archivados actualmente en Simancas, y la Colección no dejare
nada que desear, ésta será la mejor de su clase en todo el mundo.
2. — Auto de fe and few, by E. N. Adler. Oxford, 1903.
El erudito autor, hermano del Gran Rabino de Inglaterra, ha ofrecido
en donativo á la Academia el primer ejemplar de tan interesante publi-
cación. Divídese en nueve tratados:
I. Materials for the History of the Jews in Spain after the Expulsión.
II. Table of Autos de Fe celebrated in Spain (años 1257-1826).
III. Table of Autos celebrated outside Spain (años 1288- i 821).
IV. Authorities.
V. The Bibliography of J. Mendes dos Remedios.
VI. Tudor England, Spain, and the Jew.
VII. The Story of José Díaz Pimienta.
VIII. Supplementary Table oí Autos de Fe celebrated in Spain (años*
1459-1781).
IX. Table oí Autos celebrated in Portugal and its Colonies (años
1 531-1744).
La obra de Mr. Adler es útilísima. Representa uno de los primeros
pasos que se han dado lealmente para abarcar en todo su conjunto é ín-
tima trabazón la más terrible de las funciones del Santo Oficio, ó sus
Auto. 1 ; de Fe, en el Antiguo y en el Nuevo Mundo.
D. Pelegrín Casades y Gramatres, Director de la Revista de la A:
ción Artístico- Arqueológica Barcelonesa, ha notificado á la Academia el
reciente descubrimiento de varias lápidas romanas de Barcelona, inéditas
é insignes, que en el próximo cuaderno del Boletín verán la luz pública.
F. F.— C. F. D.
tomo xlii. Mayo, 1903. cuaderno v.
BOLETÍN
DE LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
INVENTARIO
DE LAS
ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE
QUE POSEE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
(Continuación) (i).
40. — Hacha de cobre, de corte convexo y lados cóncavos, con
lomo en ambos lados, de doble bisel, con una aleta anular algo
rota en su arranque.
Longitud: 0,194 m.; ancho del corte: 0,053.
41. — Hacha de cobre, de corte convexo y lados cóncavos, bise-
lado el corte, con lomo en ambos lados, de dos aletas anulares,
una rota.
Se halló en el Castro del río Navia, llamado Vilachá. Presentada por
el Sr. Saavedra en sesión de' 1 1 de Febrero de 1898.
Largo: 0,200 m.; ancho del corte: 0,056.
42. — Pico de hierro, de aguja muy prolongada y gran agujero
cilindrico para recibir el mango.
Largo: 0,257.
(1) Véase el número anterior, pág. 311.
tomo xlii. 2I
322 BOLETÍN de i. a real academia de la historia.
43. — Hachuclilla enconada, do corte convexo y con agujero para
enmangarla.
Longitud: 0,212 m.
44. — Tejo de bronco lanceolado, que pudo ser una lanza de fun-
dición imperfecta.
Encontrado en el Norte de la provincia de León, y lo regaló el aca-
démico Sr. Saavedra, quien lo había recibido de D. Dámaso Merino.
Largo: 0,153 m.; mayor anchura: 0,062.
45. — Tosco hierro de chuzo, redondeado y hueco por el lado del
mástil y con cuatro facetas por el extremo agudo, despuntado.
Largo: 0,142 m.
46. — Hachuela de bronce, de corte poco convexo, hueca en la
otra extremidad, con una aleta anular algo rota.
Largo: 0,049 m -*> ancho del corte: 0,034.
47. — Trozo de hoja de lanza ó puñal de hierro, roto por ambas
extremidades.
Largo: 0,042 m.; mayor anchura: 0,021.
48. — Hoja de lanza, de cobre, despuntada, con doble escotadura
en el extremo opuesto.
Largo: 0,065 m.
49. — Punta de punzón de bronce, aplanado, con tres agujeros
redondos y uno alargado en su parte más ancha y arranque
roto, con unas muescas.
Largo: 0,066 m.
50. — Hierro de lanza, de cuatro facetas, con mango y cuerpo
huecos, bastante deteriorado.
Largo: 0,182.
51. — Hoja de lanza, de hierro, con resaltos muy pronunciados
en ambos lomos, muy deteriorado y roto en dos pedazos.
Largo: 0,185.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 323
52. — Planchuela irregular de plomo con unas inscripciones ibé-
ricas hechas á la punta. Tiene una soldadura moderna.
Se halló en una mina de Sierra de Gador (Almería), y lo regaló don
Antonio González Garbín en 1862.
Véase la Noticia de las actas de la Academia, leída en 1868, pág. xvi.
Se grabó en el Boletín de la Academia, tomo xxv.
Longitud mayor: 0,175 m -í altura: 0,101.
*
53- — Planchuela irregular de una pizarra silúrica, rota, con ins-
cripciones ó grafitos en sus dos caras.
Longitud mayor: 0,169 m.; altura mayor: 0,083.
54- — Bastón en el que hay fijos seis clavos y escarpias y tres
grapas de puntas todo de hierro.
Según una nota, estos seis clavos fueron sacados de otros tantos crá-
neos humanos.
55. — Objeto de bronce que consta de tres anillos que arrancan
de los lados* de un triángulo, con una ranura como única labor.
Arte y uso desconocidos.
56. — Anillo de bronce, muy corroído; no se distingue si la placa
tuvo algo grabado.
57. — Cuerpo de una fíbula de bronce, sin guardas ni aguja y for-
mada por una plancha con labores incisas, espigadas en la
parte curva.
Presentado por el P. Fita en 31 de Mayo de 1895.
Longitud: 0,083 m -! ancho de la plancha: 0,021.
58. — Contera de vaina de cuchillo, de hierro, con remate globular.
Longitud: 0,071 m.
59. — Medio cuchillo de cirugía, que conserva íntegro el mango, y
' solo la primera parte de la hoja de un solo corte, de hieiro
todo.
Longitud: 0,052 m.
324 boletín de la real academia de la historia.
6o. — Punta de lanza, do cobre, con escotaduras en su arranque,
dos filos cóncavos y bastante destrozada.
Se halló en 1840 en las ruinas de la antigua Zalia, entre Vélez-Málaga
y Zafarraya.
Longitud: 0,053 m.; mayor anchura: 0,023.
61. — Otra semejante, despuntada, con dos agujeros para sujetarla
á su asta.
De la misma procedencia.
Longitud: 0,034 m.; mayor anchura: 0,032.
62. — Vastago de bronce, más grueso por su centro, y de uso y
época desconocidos.
Longitud: 0,108 m.
63. — Un punzón de bronce y cinco agujas de lo mismo, todas
con su ojo, dos de ellas despuntadas, así como el punzón.
Longitud media: 0,090 m.
64. — Yuguito de hueso muy recortado, con un agujero en la parte
central superior y las dos punteadas. Uso y origen desco-
nocidos.
Longitud: 0,068 m.; altura: 0,017.
65. — Varios restos de aretes, anillos, etc., de bronce, muy dete-
riorados.
Proceden de los campos de Porcuna y se hallaron en 1840.
66. — Hoja ele lanza de bronce.
Largo: 0,181 m.; ancho: 0,037.
*
67. — Torques de oro formado por un tallo de sección cuadrán-
gulas que acaba en dos especies de bellotas, también de oro.
Tiene la forma de semicírculo prolongado.
Diámetro: 0,142 m.; de punta á punta de un extremo: 0,095. Pesa
174 gramos.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 325
68. — Dos grandes aretes de plata, con diente para cerrarlos y
bula que encubre el muelle ó juntura de ambos brazos. De
cada uno pende un vastago cilindrico, algo aplastado, recubier-
to de estrías; de este vastago, y hueca también, sale una bola.
De plata de mala ley.
Regalo del académico D. Vicente de la Fuente.
Diámetro aproximado: 0,052.
69. — Otro igual, más pequeño, sin diente ni bola de la sutura de
ambos brazos: desprendida la bola en que termina. De mala plata.
Diámetro: 0,040 m.
70. — Reproducción en madera de encina, en forma de esfera trun-
cada por sus polos, con esta marca pintada en una sección: ^ £• .
Es reproducción de un objeto de bronce con dichos caracte-
res incrustados en plata y de peso de IÓO gramos, que se halló
á 2 km. de Malpartida; según dictamen del anticuario Sr. Fer-
nández Guerra, el original es un sólido de bronce, esto es, una
pesa del siglo xm, cuyos caracteres equivalen al núm. 58.
Otros creen que son celtibéricos.
La reproducción fué enviada por el Sr. Marqués de Castrofuerte.
Eje: 0,026 m.; diámetro de la sección: 0,024.
71. — Zarcillo de oro, de forma circular y tres anillitas: de la cen-
tral pende otra pieza ovalada, con facetas, en una de las que
hay en relieve filigranado la representación del falo (?).
Presentada por el académico Sr. Fita en 6 de Octubre de 1893 en
nombre del Sr. Thomson. Procede de la antigua Termancia (Soria).
Peso: Dos adarmes.
72. — Huesos humanos y de varios animales y dos trozos de
brechas con huesos recogidos en la cueva prehistórica de
Fresnedón (Cáceres).
Regalo del correspondiente D. Vicente Paredes.
73. — Trozo de una mandíbula humana que conserva cinco dien-
tes y muelas.
326 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
74. — Asta de ciervo fosilificada, con la punta aguzada. Se igno-
ra la procedencia.
Largo: 0,145 m -
75. — Fragmento de una tabla de mármol blanco y en el borde un
animal esculpido que tione la mitad delantera de león y el resto
como de un monstruo marino.
Largo del monstruo: 0,136 m.
76. — Trozo de una tabla de mármol blanco; incrustados en ella,
y do mármoles de colores, aparecen un toro, un ara y encima
una inscripción quo dice <+> £ <b . d b ^ •
Dimensiones: 0,20 m. X °> l 9-
"-■/. — Figura ele bronce, desnuda, con hermosa pátina, imberbe,,
con torques abierto al cuello, de apariencia andrógina, con
una esfera en la mano derecha. Parece ser un ídolo ibérico.
Procede de la testamentaría de Lorichs.
Altura: 0,1 13 m.
78. — Cabrita de bronce, de cabeza y cuernos sin proporciones,,
rota las patas traseras, horadada el lomo por un agujero, qui-
zá para que sirviera colgada como amuleto, ó de emblema
colocada en el extremo de un mástil. Arte bárbaro y pri-
mitivo.
Se halló en Aleas (Guadalajara).
En su mayor altura: 0,046 m. y 0,073 de largo.
79. — Figurita varonil, de bronce, imberbe, con los brazos dobla-
dos en actitud de orar, la cabeza algo levantada: cada pie surge
del extremo de una horquilla de la misma fundición. Quizá de
arte ibérico pero adelantado.
Altura sin la horquilla: 0,081 m.
80. — Estatuita de bronce, de sexo varonil, pero el rostro, los pe-
chos y el pelo recogido parecen femeninos. El brazo izquierdo
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES V OBJETOS DE ARTE. 327
extendido y el derecho doblado, 'y en actitud de fulminar un
manojo de rayos que empuña.
Altura: 0,074.
81. — Figurita de bronce toscamente fundido, de torso aplastado
por ambas faces, extendidos los brazos y las manos, que so
relativamente grandes, ceñida á la cabeza una tenia, y pen-
dientes en la parte posterior unos como rizos. Viste túnica de
cortos brazos, ceñida con cinturón de ancho broche, y rodea
su cuello una franja que se cruza atrás y delante, la que, así
como el cinturón y alguna parte de la túnica, lleva adornos de
circulitos incisos. Arte bárbaro y de muy dudosa autenticidad,
si no es que se ha hecho sobre el vaciado de un objeto autén-
tico y primitivo.
No se conoce el origen.
Altura: 0,067 m -
82. — Busto humano de bronce, de pecho redondeado, con ca-
beza sin pelo ni barba: dobla el brazo izquierdo y la mano, con
solo cuatro dedos, sobre el pecho, y solo tiene la indicación del
muñón del derecho. Está hueco: se dispuso la cabeza de modo
que pudiese ser colgado merced á una hendidura medio tapada
en su centro por una chapita. La parte inferior del busto pre-
senta cuatro orificios, sin duda para que pudiera clavarse en
el extremo de un arma ó astil.. Arte extraordinariamente bár-
baro: las facciones y la división de los dedos apenas indicadas.
Altura: 0,067 m.
83. — ídolo ibérico de bronce, varonil, desnudo, separadas la pier-
nas, aunque en disposición paralela, pegados los brazos al cuer-
po y las manos sobre el vientre, cabeza mal dibujada, con el
cabello recortado y cuello muy grueso. En la espalda un disco
saliente como cabeza de clavo achatada y adherida.
Procede de la testamentaría del Sr. Jiménez Serrano, y se cree que
se halló en la provincia de Jaén.
Altura: 0,084 ni.
328 boletín de la real academia de la historia.
84. — Estatuita de bronce, de sexo indefinible, en forma de placa,
con la cabeza, la indicación de las manos y la de los pies sa-
lientes, cubierta de arriba abajo con un paño entreabierto, un
poco en el pecho y más en el vientre. Arte primitivo y muy
tosco.
Procede de la testamentaría del Sr. Jiménez Serrano, y se cree que
se encontró en la provincia de Jaén.
Altura: 0,064 m.
85. — Figurita de bronce análoga á la anterior, pero menos indi-
cadas las manos: la cabeza manifiestamente cubierta con un
gorro que corresponde á todo el cuero cabelludo, bastante co-
rroída la superficie y con una raya que partiendo del hombro
derecho baja hasta señalar la separación de ambas piernas. No
se sabe de dónde procede.
Altura: 0,071 m.
S6. — Estatuita en bronce muy mutilada, pues ha perdido mano y
parte del brazo derecho, mano izquierda y pierna derecha, lis
varonil, .imberbe, con el tocado rematando en punta, apenas
indicadas las facciones. En el brazo izquierdo una especie de
de manípulo.
Altura: 0,079 m.
87. — Estatuita análoga á la anterior, también varonil, entera: le-
vanta la mano derecha en actitud de arrojar un objeto que
tiene en ella y que está incompleto: en el brazo izquierdo un
paño como trenzado y de remate lanceolado. El arte es mejor
que en la precedente.
Altura: 0,089 m -
88. — Figurita de bronce, varonil, con las partes sexuales exage-
radas, abiertas la piernas, brazos doblados, falto de manos y
pies, mal indicadas las facciones. Arte ibérico, de muy torpe
dibujo y ej'ecución.
Altura: 0,095 m -
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES V OBJETOS DE ARTE. 329
89. — Toro de bronce, al que se rompió el cuerno izquierdo, caído
el rabo hasta el suelo. Descansa sobre un plinto de la misma
fundición y está recorrido á cincel.
Altura: 0,086 m.; anchura mayor: 0,107.
90. — Estatuita ibera ó ibero-fenicia, al parecer de bronco, de mala
fundición, cubierta de pies á cabeza con un manto sin pliegues
que, abierto sobre el pecho, permite ver la túnica interior y
un collar con pendeloco en forma de losange. En las manos,
ocultas bajo el manto, lleva un vaso informe. Los pies, juntos,
salen por bajo del manto.
Se cree hallada en Jumilla. De dudosa autenticidad.
Altura: 0,150 m.
91. — -Estatuita tosca, de bronce, de arte análogo al anterior, pero
sin indicación de brazos ni separación de los pies; el manto so-
bre la cabeza forma, una especie de alta tiara cónica. Mala con-
servación.
Altura: 0,073 m -
92. — Representación en bronce de un cuadrúpedo aplastado so-
bre el suelo, de base plana y superficie superior algo convexa,
extendidas las cuatro patas. En sus extremidades, y en el cen-
tro del cuerpo, tiene en su base siete remates como de clavos.
Arte indefinido y tosco: la cabeza mejor labrada que lo demás.
Longitud: 0,047 m -
93. — Figurita de bronce en forma de caballo, toscamente hecha,
aplanada, con círculos y ánulos incisos en ambos lados. Parece
el adorno de una gran fíbula. Arte primitivo, quizá ibérico.
Altura: 0,043 m -! longitud: 0,054.
94. — Medio torillo de bronce, hecho en sentido longitudinal, de
formas bárbaras. En la cara de la sección ó corte la leyenda
hecha con puntos:
330 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
En el lomo un signo.
Probablemente la figura del toro entero se serró por medio para que
ambas partes, de la que una es ésta, sirviese de tésera de com-
probación.
Regalado á la Academia por el correspondiente en Huete D. Braulio
Ciui jarro.
El anticuario Sr. Fernández Guerra escribió de este y otros objetos
en el Boletín de la Academia, tomo i, páginas 129 y siguientes, y
acompañó una lámina donde se representa este medio torillo.
Altura: 0,03o m.; longitud: 0,057.
95. — Serpiente de cuerpo ondulado, de cabeza plana y con ore-
jas y ancha cola, de bronce. Debió servir para el pasador de
una fíbula, aunque no se advierte por dónde estaba unida al
resto del utensilio.
Escribió de ella el Sr. Fernández Guerra, y la publicó en lámina en
el tomo 1 del Boletín de la Academia, páginas 129 y siguientes.
Fué regalo de D. Braulio Guijarro, correspondiente en Cuenca.
Longitud: 0,071 m.
96. — Cabeza de clavo (?) circular, de bronce, representando una
cabeza de león de frente, rodeada de una serie de puntos. Arte
bárbaro.
Tarragona, 1853.
Diámetro: 0,024 m-
97- — Jabalí de bronce, de tosca forma, dobladas las extremidades
sobre un plinto dividido en cuatro fajas. En su lomo en arista
se levantan los arranques de dos anillas que tuvo. Está roto y
resquebrajado, sobre todo en su parte posterior.
Longitud: 0,220 m.; altura: 0,163.
98. —Silbato de barro cocido en forma de cuadrúpedo, mal mo-
delado: el orificio para. silbar en la cola: cuatro mus «i los lados
y uno en íorma de anillo para colgar en el cuello. Tiene rota
una oreja.
Longitud; 0,100 m.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 33 1
99. — Cordero de barro cocido, de mal arte, rotas las patas. Tie-
ne impresa varias veces esta marca 8.
Longitud: 0,077 m -; sito: 0.032.
IOO. — Relieve en piedra caliza representando medio cuerpo de
mujer desnuda con abundantísima cabellera ó tocado muy
ampuloso. Regalado por rl Sr. Marqués de la Vega de Armijo
en 1902.
Alto: 0,140 m.; ancho: 0,135.
IOI. — Pieza de marfil en forma de tarja redondeada, de dos hojas
separadas por un nervio, ahuecado por detrás, con dos labores
curvilíneas caladas.
Uso y época ignorados.
Altura: 0,059 m.; ancho: 0.041.
PUEBLOS ORIENTALES
102. — Parte superior de una estela de piedra, cuadrangular, no
labrada por detrás: en los lados de la estela, en relieve, los
órganos genitales del hombre y de la mujer, y en el frente un
jeroglífico egipcio. Sobre la estela el busto de una persona
con tope bajo la barbilla y en el pecho el escarabajo sagrado.
Está rota la parte superior de la cabeza.
Arte egipcio.
Altura: 0.263 m -
103. — Largo cuchillo de acero, ligeramente corvo, de un solo
corte, con empuñadura de hueso teñido de verde é incrusta-
ciones metálicas. En un lado de una hoja grabada una inscrip-
ción árabe, con otros adornos, y en el reverso un jarro con
una planta: la empuñadura está damasquinada.
Arte persa.
Longitud: 0.565 m.
332 boletín de la real academia de la historia.
104. — Idolillo egipcio de barro con esmalte verde. En el reverso
un jeroglífico de arriba abajo. Aparece de pie, cruzados los
brazos y con tope bajo la barbilla.
Altura: 0,091 m.
105. — Gran escarabajo egipcio, de piedra verdosa como serpen-
tina. En su base grabada una representación hierática.
Segúa el Sr. Minutoli la adquirió su padre en Egipto.
Eje mayor: 0,064 na.; menor: 0,045.
106.— Grupo de dos estatuillas sentadas en una especie de diván,
en cuyo reverso hay un cartucho con jeroglíficos egipcios gra-
bados.
Donación de la señora de O'Reilly; según nota presentada por la
misma, representan á Pehon, sacerdote de Phtah y Hora, sacerdote
de Ammon, y fueron adquiridos por el Sr. Bernal de O'Reilly en
Egipto.
Autenticidad dudosa.
Altura: 0,1 10 m.; ancho: 0,080.
107. — Tato Dad, comunmente llamado Nilómetro, porque se
dice que era copia de las columnas que servían para medir la
altura de las aguas del Nilo. Es de barro esmaltado con color
verde claro, y tiene un orificio para colgar. Tiene cuatro gra-
dillas y la superior roto un ángulo.
Alto: 0,030 m.
108. — Figurilla egipcia de mujer desnuda, apoyada en una pilas-
trita, sobre un plinto cuadrangular. Le falta desde la cintura
para arriba, y tuvo en la parte posterior un agujero para col-
gar. Es de barro con esmalte de color verde manzana.
Altura: 0,029 m.
109. — -Unos fragmentos de papiro egipcio con letreros.
Regalo del Sr. Minutoli.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. ^ } }
lio. — Escarabajo egipcio, de pasta ó piedra blancuzca, con je-
roglífico grabado en su base.
Regalado por D. Miguel Tenorio, quien lo adquirió en Egipto en 1858.
Eje mayor: 0,017 m -l menor: 0,013 m -
III. — -Trozo de barro con parte de una máscara en relieve, con
tocado parecido al de muchas esculturas egipcias.
Alto: 0,160 m.
112. — Fragmento de tabla de mármol blanzo que representados
figuras humanas, masculina y femenina, entre dos palmeras,
una con fruto, y dos serpientes fantásticas detrás de dichos
árboles: las figuras con trajes egipcios, y encima de ellas pla-
netas y algún signo del Zodíaco, todo inciso y dado de color
negro ó rojizo.
Es regalo del Sr. Hernández Sanahuja, según el cual procede del'
famoso sepulcro que se supone egipcio y fué hallado en Tarragona.
Dimensiones: 0,17 m.Xo,ii5.
113. — Otro trozo de placa de mármol blanco, con figuras de
hombres, animales y monstruos, incisas y pintadas de negro.
Falso como el anterior y de igual procedencia.
Dimensiones: 0,165 m. X °, I0 3-
114. — Un cartón que contiene los objetos siguientes:
I.° Un collar de abalorio de canutillos separados porcuen-
tecillas, de color azul; pende de su centro un escarabajo de
barro que debió estar esmaltado del mismo color.
Dimensiones del escarabajo: 0,06 m. de largo, por 0,035 l ' c ancho.
2.° Otro collar en forma de escala, de abalorios de canu-
tillo.
3. Un collar de cuentas y discos horadados, en número
de 22^ y de loza esmaltada azul.
4. Alas de escarabajo, de la misma materia y agujerea-
das. Arte egipcio.
334 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
i 15. — Medio cuerpo de estatua egipcia en piedra caliza.
Regalado por el Sr. Marqués de la Vega de Armijo en 1902.
Alto: 0,220 m/, ancho: 0,160.
i 16. — Cuadro con marco de un dibujo en colores del juicio del
alma, egipcio: obra moderna.
117. — Trozo de relieve asirio en piedra, mostrando la parte de-
lante de un caballo y parte de un guerrero. Se cree que re-
presenta los caballos del carro de Senacherib.
Fue regalado á la Academia por D. Antonio López de Córdoba en
185 1 y procede de Kouyunjik (Nínive).
Alto: 0,640 m.
118. — Trozo de un relieve asirio que representa dos guerreros.
De la misma procedencia que la anterior, y regalado por el Sr. López
de Córdoba en la fecha expresada.
Altura: 0,630 m.
119. — Trozo de alabastro con una inscripción en caracteres
cuneiformes, dispuesta en cuatro columnas.
De igual procedencia.
En el Boletín de la Academia, tomo xxvn, se publicó la traducción,
asi como tres láminas representando estos tres monumentos asidos.
Largo: 0,580 m.; alto: 0,320.
I 20. — León de biscuit sentado sobre un plinto con inscripciones
cuneiformes grabadas. Es moderno.
Largo: 0,1 16 m.; alto: 0,070.
121. — Hoja lanceolada de piedra, de bordes irregulares y que-
brados, con caracteres cuneiformes grabados. Arte asirio ó
derivado de él.
Lo trajo D. Atlollo Rivadeneyra del sepulcro de David en Susa.
Longitud: 0,1 3 1 m.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 335
122. — Cuatro piedrezuelas, una labrada en esfera, y una cuenta
de ámbar.
Recogidas por D. Miguel Tenorio en Jerusalcn, y regaladas por el
mismo en 1858.
123. — Estatuita varonil de bronce, de arte indostánico. Se levanta
de pie sobre un pedestalillo de formas y molduras oblongas,
que parten de un plinto cuadrado. Cubren su desnudo cuerpo
unos como collares, altos y bajos; en los brazos brazaletes; en
la cabeza una tiara y pendientes anulares en las orejas; en cada
mano un objeto á manera de pebetero. Las piernas dobladas.
Perteneció á la testamentaría del Sr. Jiménez Serrano.
Altura: 0,139 m -
124. — Tantur ó tubo de plata grabado y relevado en toda su su-
perficie con adornos que recuerdan el estilo europeo de la
primera mitad del siglo xvm, modificado por el gusto oriental.
Es de forma de trompa, aunque la boquilla está cerrada por
chapa; junto á la boca más ancha hay fijas tres anillas, y de
una arranca un cordón de seda azul celeste, y de éste arrancan
otros tres de la misma clase un adorno con tres grumos orbi-
culares afiligranados. Del central, que es el mayor, penden ca-
denillas de plata, adornadas de pequeños discos sencillos y ter-
minando en otros mayores afiligranados y calados. Las cade-
nillas de plata en cada pendiente de éstos son 13; hay dos
incompletos y sin disco, y alguno de estos medalloncitos están
rotos.
Según nota presentada por la donante, este objeto lo usaban
las señoras drusas como adorno de la cabeza, acomodado sobre
una almohadilla, inclinado hacia adelante y sujeto con cadena
de plata, de donde se suspendían también los pendientes.
Rodeaba el tatur el velo blanco con que se rebozaban todo el
cuerpo. Las tres borlas de plata afiligranada servían de con-
trapeso á este aparato y descendían hasta la cintura.
Este adorno sirvió á la princesa Haídar, viuda del gobernador druso
del Líbano. Su familia, que vivía en Becfahía, pertenecía á la reli-
gión de los maronitas.
336 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Regalado por Doña Manuela Redondo de Berna] de O'Reilly, por con-
ducto del académico Sr. Arteche, en 26 de Mayo 1899.
Altura del tubo: 0,505 m.; peso: 875 gramos, incluyendo los cordones
de seda.
125. — Cadena de plata para sujetar el tatur á que se refiere la
papeleta anterior. Es de sencillos anilletes enlazados; remata
en dos ganchos con filigrana y una piedra roja cada uno, y de
otras dos cadenillas cuelgan los pendientes circulares, afiligra-
nados y clorados. Del borde de cada uno de ellos cuelgan cinco
cuentas rojas montadas en plata y dos hojuelas cordiformes.
Regalado por la señora de Bernal de O'Reilly en la fecha indicada.
Longitud de la cadena hasta el borde exterior de los pendien-
tes: 0,690 m.; peso: 96 gramos.
126. — Adorno de tocador, de plata. Se compone de un tubo ce-
rrado en sus extremos por medias esferas, en cuyo centro hay
una piedra roja; en el sentido de su eje tiene un cartucho
adornado con seis piedras como las anteriores y una central
que parece ser turquesa, y penden de 61 cinco Golgantes en
forma de lima, en cuyo centro se engasta una piedra ó pasta
verde opaca (falta en una); de su centro cuelga un triángulo
con labores de filigrana, piedras rojas en los ángulos y una
turquesa en el centro; de ambos lados del tubo, y huecos como
él, con espirales ligeramente grabadas, cuelgan otros dos con
cinco planchuelas recortadas en los bordes y colgantes; todo
sujeto con una cadenilla de plata.
Lo usaban las mujeres del pueblo en Siria, y se dice que en
los tubos llevaban mercurio, como antídoto contra el mal de
ojo, ó algodón empapado en esencias olorosas.
Regalado, por conducto del Sr. Gómez de Arteche, por la señora
Doña Manuela Redondo de Bernal de O'Reilly, en 26 de Mayo
de 1899.
Peso: 21 1 gramos.
127. — Medallón ovalado de plata filigranada; el cristal rodeado
de un cerco de filigrana, en el que se engastan ocho imita-
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 337
ciones de diamantes; penden del borde 1 4 colgantes peque-
ños cordiformes y uno central cruciforme, con una pequeña
turquesa en el centro. Pende el medallón de una cadena tam-
bién de plata.
Regalado por la misma señora viuda de O'Reilly en el día mencio-
nado.
Peso: 89 gramos.
128.— Medallón circular de plata afiligranada, biconvexo, liso en
el reverso con una piedra roja engastada en el centro del an-
verso, que forma una tapa fija por charnela; penden del borde
nueve colgantes de formas distintas. Cuelga de una cadena, y
los lados de ésta se unen con otra cadenilla que sostiene una
especie de pasador afiligranado, en forma de media luna, con
dos piedrezuelas engastadas (faltan otras dos) y cuatro colgan-
tillos de filigrana.
Del mismo origen y uso que el anterior y regalado por la misma do-
nante en la fecha expresada.
Peso: 131 g.
129. — Dos pendientes de oro, con chatón y adornos globulares.
Donación de la misma señora, según la que proceden de sarcófagos
antiquísimos de Siria.
El arte de estos objetos es muy antiguo, pero no puede señalarse la
época ó civilización á que corresponden.
Peso: adarme y medio y medio cuarto.
130. — Otros dos pendientes de oro, desiguales, el uno semejante
á los anteriores, el otro más pequeño y sencillo.
De la misma procedencia.
Peso: un adarme y medio cuarto.
131. — Sortija de oro, con un grueso topacio convexo y pulido;
la unión de cada extremo del anillo con la caja de la piedra
representa tres hojas; en la parte exterior del anillo hay ligeras
labores romboidales incisas.
Donación de dicha- señora; según la nota que remitió fue encontrado
tomo xlii. 22
338 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
este objeto en uno de los sarcófagos vecinos de la tumba llamada
del Rey Hiram, cerca de Tiro.
Diámetro aproximado del anillo: 0,025 m -! peso: 5 adarmes y cuarto.
132. — Gorro usado por las mujeres de Bethlen (Judea) y sobre
<■! que llevan cántaros, cestas, leñas y otros objetos. Es circu-
lar, de pana negra, con gruesa armadura; en la parte posterior
de un bordado de estambres, y remata en lo demás en un re-
borde cilindrico. Por delante lleva tres filas de monedas cosi-
das y casi superpuestas y otra de plaquitas mal fundidas, todo
al parecer de plata. Las monedas turcas son en dos filas ma-
yores que en la otra y forman entre las tres el número de 83
y los colgantes el de 30. De dos salientes colgantes ú orejeras
cuelga una cadena ele plata, rematando en broches, y col-
gantes de ella ocho monedas turcas y en el centro un duro
español de Carlos IV, año de 1803.
Donación de la misma Sra. de Bernal de O'Reilly, según la que las
monedas de este adorno ó tocado constituyen la dote dé la porta-
dora, aunque no tiene aplicación económica, ni el marido puede
usar de ella por ningún motivo.
133. — Varios trozos cuadrangulares, hojas de palmera con ins-
cripciones incisas al parecer de escritura malabar.
Regaladas á la Academia por el Sr. Minutoli.
ANTIGÜEDADES AMERICANAS
134. — Hacha de pórfido verdoso ó serpentina, de corte muy
abierto en forma de media luna.
Largo: 0,128 m.; ancho del corte: 0,147 m.
135. — Un cartón en que hay fijas trece puntas de flecha de pie-
dra cuarzosa, talladas y algunas sin concluir de tallar.
Según una indicación de la caja donde estaban, proceden de Colum-
bia y el Maryland 1 Estado-Unidos).
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 339
136. — Un cartón con doce puntas de lanza y de flecha, de rocas
distintas, talladas y alguna sin concluir.
De la misma procedencia.
137. — Un cartón con nueve puntas de lanza de varias clases de
piedra y todas sin concluir.
De la misma procedencia.
138. — Un cartón con nueve núcleos sin concluir de lanzas de
piedra.
De la misma procedencia.
139. — Objeto de piedra verdosa con manchas negras, de forma
de castañuela, pulimentado, con la base cóncava y redondeado
y abiselado en la otra extremidad.
Regalo del P. Fr. Gaspar Tovía, según el que es objeto usado por los
indios abijiras, que viven entre los ríos Ñapo y Curaray (América
meridional). Véase el Boletín de la Academia, tomo xv, pág. 496.
Longitud: 0,070 m.; mayor anchura: 0,042 m.
140. — Boquilla de pipa de piedra veteada de verde, con dos ale-
tas casi triangulares, el tubo redondo. La usan los salvajes ame-
ricanos para fumar.
Donativo del académico D. Antonio Delgado en 1860.
Largo del tubo: 0,074 m.
14 1. — ídolo de barro con barniz negro. Aparece sentado sobre
un objeto cilindrico, apoyadas las manos en las rodillas, con
collar, en la cabeza una especie de diadema de labores acana-
ladas y rematando en dos orejeras circulares con agujero.
Está hueco y tiene varios pequeños orificios: sobre la espalda
un lagarto en relieve, y en las orejeras, asiento y otras partes,
labores incisas de círculos y medios círculos.
Arte mejicano. Autenticidad dudosa. Rotos la mano derecha y el pie
izquierdo.
Altura: 0,320 m.
^40 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
[42. — ídolo de barro cocido y rojizo, con manchas negras pro-
ducidas por el fuego; aparece estar sentado con las manos cru-
zadas sobre las rodillas. El arte es muy tosco; el cráneo y los
carrillos se prolongan en forma de aletas redondeadas; nariz y
barbilla muy salientes.
Arte mejicano. Autenticidad dudosa.
Regalado por la madre ( >rlí, de la Congregación del servicio domes-
ticó, en 25 de Octubre de 1895.
Altura: 0,210 m.
143. — Vaso peruano de barro rojo, de uso desconocido, de forma
humana femenina, con agujeros en ambos lados del cuello y
en el vientre y dos hendiduras en el asiento; tiene rota la
cabe/a.
Altura: o, ¡6o ni.
144. — Una caja que contiene los objetos siguientes, que, según
algunas notas sin autorizar que los acompañe, proceden de Cali-
fornia y de Colombia, y, en efecto, por el carácter de dichos
objetos pertenecen á las antiguas civilizaciones americanas:
1 lacha de piedra pulimentada y biselada de granito.
' )tra más pequeña, biselada y pulimentada de amfibolita.
( )tra más tosca.
< ruijarro pulimentado y que parece un pulidor.
( )tra hacha rota en sus dos extremos.
Cuatro núcleos de hacha á medio tallar de cuarzo.
Punta de lanza de obsidiana.
Dos trozos de roca roja.
Dos puntas de Hecha talladas.
I [acha de corte convexo y cuerpo plano, de cobre.
Dos cazoletas de barro recubierto de pintura blanca con la-
bores de color rojo; tienen mango, representando uno una per-
sona v otro una cabe/a de animal.
I >os pipas de barro con labores sencillas incisas.
Formón de piedra negra; en sus caras tiene grabados ligera-
mente un hombre con arco y varios animales.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 34 1
Tres trozos de palo, que quizá fueron de flecha.
Un trozo de vegetal muy filamentoso.
Varias cortezas de árbol; en dos hay grabado unos animales.
Cuatro zapatos ó escarpines hechos con toscos tejidos y en
mal estado.
Pedazo de red de pescar.
Esterilla con labores de varios colores.
145. — Vaciados de las inscripciones de dos tablas sobre que
apoya sus manos un ídolo que se halló cerca de Trujillo (Perú)
y que posee el Sr. Conde de Guaqui.
Regalo de D. Marcos Jiménez de la Espada.
146. — Maza rústica de madera, de forma cónica, seccionada y
con arranque ó mango.
Hallada con la momia de un guanche en Cananas, desde donde fué
remitida á la Academia.
CIVILIZACIÓN CLASICA.— ARTE HISP ANO-ROMANO.
IMITACIONES CLÁSICAS.
147. — Capitel corintio, de piedra caliza, descantillado.
Alto: 0,280 m.
148. — Varios trozos de piedras con labores, como molduras, me-
dios huevos, imbricaciones, etc.
Proceden del llano de la Consolación.
149. — Dos trozos de revestimento de muro con superficie pin-
tada en zonas azules y rojas y algunas labores blancas de cír-
culos que se cruzan.
150. — Cuadro en que se han incrustado seis trozos de pinturas
murales, romanas, como las anteriores.
«
Alto del marco: 0,295 m -'> ancho: 0,289. •
342 boletín de la real academia de la historia.
151. — Cuadro en que se han incrustado dos trozos de pintura
mural, con dibujos incisos.
Alto del marco: 0,217 m -*> ancho: 0,223.
[52.— Cuadro conteniendo trozos de pintura mural represen-
tando ornatos arquitectónicos, círculos y otras labores toscas.
Alto: 0,590 m.; ancho: 0,590.
153. — Geniecillo con alas, en bronce desnudo; en la mano dere-
cha sostiene una pátera con frutos, y cuelga de la izquierda un
racimo. Descansa sobre un plinto de metal de sección oblonga.
Arte romano de no perfecta ejecución, aunque bien concebido.
Se ignora su procedencia.
Altura, sin la base: 0,058 m.
I 54. — Estatuita en bronce de Júpiter Stator, desnudo, falto de
la mano derecha y de ambas piernas desde las rodillas para
abajo; con la mano izquierda recoge el manto doblado que cae
del hombro. En la espalda derecha tiene un agujero redondo
inscrito en un rehundido cuadrangular.
Se halló en Mantos y lo dio á la Academia su individuo D. Antonio
Delgado.
Altura: 0,144 m -
155- — Figura de bronce, varonil imberbe, desnuda, rotos los.
brazos y las piornas desde las rodillas. En el vientre se ven
tres rayas horizontales.
Altura: 0,139 m -
I 56. — Estatuita de bronce representando á Hércules con barba
y corona de laurel, desnudo; en la diestra extendida muestra
tres objetos indefinibles; con la izquierda empuña la clava y
en el brazo sostiene la piel del león. La base circular de
bronce sobre que se levanta es moderna. Arte romano per-
fecto y de esmerada ejecución.
Procedí- de la testamentaría tic Lorichs.
Altura, sin la peana: 0,080 m.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OEJETOS DE ARTE. 343
157. — -Estatuita de bronce representando á Venus desnuda, ador-
nada la cabeza con una diadema muy desarrollada en forma
de concha ó media flor; con la mano izquierda aprieta sobre
el pecho una poma; apoya la derecha sobre la cabeza de un
niño desnudo, que á su vez tapa las partes pudendas de la
diosa con un ramo sostenido por aquél con la mano derecha.
Ambas figuras se levantan sobre una base de forma redon-
deada y que pertenece á la fundición del grupo.
Según el Sr. Minutoli, procede de las ruinas de Mérida, pero su auten-
ticidad es dudosa.
Altura: 0,091 m.
158. — Estatuita de Mercurio, en bronce, desnudo, con el petaso
y los pies alados, roto el izquierdo y sin la mano derecha;
ialto del caduceo que tuvo en la izquierda y sobre el hombro
un sencillo manto ó clámide recogida. En el brazo izquierdo
tiene pátina rojiza.
Altura: 0,103 m -
I 59- — Busto de bronce, femenino, hueco, elegantemente vestido
de chitón y manto, descubierto el hombro derecho; diadema
en la cabeza, de la que caen bucles sobre los hombros. Parece
una divinidad. De notable arte romano, por su belleza, quizá
helénico.
Procede de las ruinas de Ampurias.
Altura: 0,088 m.
160. — Estatuita en bronce, de Venus púdica; con un paño de
menudos pliegues se tapa las partes pudendas y algo del pe-
cho izquierdo; tiene peinado muy elegante, uno de cuyos
bucles cae sobre el pecho. Está falta del pie derecho, pero en
lo demás muy bien conservada, y el peinado y plegado del
paño hechos con minuciosidad y elegancia. Bello arte romano.
El Sr. Delgado la dio á la Academia, y dicho señoría había adquirido
de D. Antonio María Blanco como procedente de las ruinas de Sa-
gunto.
Altura: 0,124 m.
544 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
iói. — Estatuita de bronce que representa á un actor desnudo y
con el cuerpo muy velludo, á manera de salvaje, con bien tra-
zada máscara, en actitud de correr, apoyándose en el pie de-
recho y Levantado el otro y los brazos extendidos como si
declamar. i.
Altura: 0,090 m.
162. — Figurita en bronce, de mujer, con túnica y pallium; detrás
de los pies parte de un objeto indefinible.
Altura: 0,065 m.
163. — -Figurita de bronce (?) de Mercurio, con petaso de borde
estrecho y alto y con alas, desnudo; cruzan su pecho dos cor-
dones para sostener la clámide que cae sobre el brazo izquierdo;
en la mano de este lado el caduceo y pendiente de la diestra
una bolsa. Tiene á sus pies un animal que parece cordero.
Buen dibujo y poco limpia.
Lo dio á la Academia en 1861 D. José María Pérez Barnueda, según el
cual lo encontró en los desmontes del cerro del Molino de Viento,
en el centro de aquella ciudad.
Altura: 0,067 m -
164. — Figurilla varonil de bronce, rotos los brazos y la pierna
izquierda totalmente desnuda; el peinado en forma de diadema,
hn el pecho muestra una raya incisa de arriba abajo, cortada
por otras dos horizontales; tiene torcida la pierna derecha.
Altura: 0,085 ni.
165. — Figurita varonil de bronce muy corroído; está envuelta en
un palio ó himatión cogido sobre el pecho con la mano diestra
y la izquierda caída á lo largo del cuerpo; parece que con
aquélla sujeta un objeto redondo. Fn la parte superior de la
cabeza tiene un agujerito; falta del pie derecho. El dorso de la
estatuita está aplanado.
Altura: 0,095 ,n -
166. — Estatuita en bronce de un gimnasta, desnudo, con una
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 345
banda para tapar las partes pudendas; unidas las piernas y íijo.s
los pies en el suelo, inclina grandemente la cabeza hacia atrás
y levanta los brazos, ambos mutilados, todo en actitud de dar
salto atrás. Cubre su cabeza un gorro sujeto al cuello por un
cordón.
Altura: 0,076 m.
167. — Estatuita de plata, con pátina ennegrecida, del dios Pan;
terciada sobre parte del pecho una muy corta clámide; con la
diestra muestra la syrinx 6 flauta campestre de seis tubos des-
iguales; con la izquierda sostiene el pedum, cuya vuelta se
apoya en el hombro. De la espalda sale un adorno curvo, que
debió ser para colgar la estatua. Ésta tiene por ojos dos rubíes
tallados, y por consiguiente, puestos modernamente.
Arte clásico, pero, según creo, moderno.
Procede de la testamentaría de Jiménez Serrano.
Altura: 0,105 m - Pesa, con el moderno pedestalillo de bronce sobre
que se levanta, 342 gramos. .
168. — Figurita de bronce de un geniecillo; doblado el brazo iz-
quierdo, cuya mano sostiene un objeto indefinible; con la de-
recha empuña un vaso en forma de alabastrón ó ungüentario.
En la cabeza una diadema alta, y las alas parecen haber estado
unidas á otro objeto, quizá á un vaso. Falto de las piernas
desde más arriba de las rodillas.
Hallado en Tarragona en 1853.
Atura: 0.043 m -
169. — Estatuita de bronce de Mercurio, desnudo, con petaso
alado, la bolsa en la mano derecha, rota la izquierda y el ex-
tremo de la clámide recogido en el brazo del mismo lado. Falto
de ambos pies.
Procede de Ronda la Vieja.
Altura: 0,075 m -
I/O. — Estatuita de bronce dorado, desnuda, sin indicación de
sexo. Representa un niño con la barbilla apoyada sobre las
manos cruzadas, que á su vez se apoyaron sobre un báculo,
^ 4 6 boletín de la real academia de la historia.
que falta, según indica el agujero donde entraba. En la cin-
tura v garganta de los pies lleva armillas de doble aro.
Arte clásico, pero de muy dudosa autenticidad. Más parece moderno.
Altura: 0,070 m.
171. — Estatuita de bronce de actor con máscara, cruzadas las
manos sobre el vientre; falto de ambos pies y quebrantada la
pierna. izquierda. Ciñe la corta túnica un cordón. Está muy
corroído.
Altura: 0,066 m.
172. — Busto de Júpiter Serapis en bronce, barbudo y con el con-
torno de la cabellera recogido en forma de diadema; se levanta
sobre un pequeño pedestal labrado con dibujos incisos; sobre
la corona el moduis.
Altura: 0,057 m.
173. — Remate de bronce, en forma de cabeza de carnero, muy
artística, con adornos de círculos concéntricos incisos. Arte
romano de buena época.
Procede de Bobadilla, y lo regaló el Director de la Academia Si". Mar-
qués de la Vega de Armijo.
Altura: 0,024 m -; largo: 0,040.
I 74. — Adorno de bronce fundido, que representa una cara hu-
mana de frente, con el pelo y largos bucles que cuelgan á
ambos lados en forma de tosco trenzado. Salen de ambos
lados del cráneo y de la parte superior tres topes, el último
roto. El reverso sin labrar. Arte bárbaro, pero con imitación
de una máscara romana.
Altura: 0,050 m.
175. — (h-an dedo humano, de bronce, que sale de una masa in-
formo de plomo, destinada á incrustarse en una fábrica.
R« ¡indo á la Academia por D. Alejandro Millán en 1860. Sirvió para
so-tener una de las inscripciones romanas que hubo en el puente
de Alcántara, y se recogió en 1859 cuando se restauró dicho puente.
Longitud de la falange doblada: 0,035.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OFJETOS DE ARTE. 347
1/6. — Clipeo circular de plata llamado el gran disco de Teodosio.
Representa un pórtico con cuatro columnas acanaladas que
sostienen un frontón; delante un emperador romano, sentado,
de frente, con nimbo; á ambos lados varias figuras humanas,
así como en el exergo. Alrededor la leyenda referente á Teo-
dosio.
Hallado en Almendralejo en 1847. El anticuario de la Academia don
Antonio Delgado imprimió acerca de él una disertación ó memo-
ria, publicada en Madrid, 1849, en 4-°
Tiene de diámetro 32 pulgadas; es de plata de ley de 976 milésimas,
y pesa 533 onzas y 5 ochavas, según el mismo Sr. Delgado. Está
doblado por la mitad y le faltan algunos trozos.
177- — Estatuita varonil de alabastro, de un arte muy perfecto.
Está falta de la cabeza y del brazo y pierna derechos; éste
desde la rodilla y además no tiene el pie siniestro. Con la
mano izquierda saca unos frutos de un saco entreabierto, roto
también en su base. Arte romano, aunque algunos lo creen
del Renacimiento.
Altura: 0,115 m -
178. — Dos cabezas unidas por detrás representando, una el ros-
tro de una joven, cuyos ojos debieron ser incrustados, pen-
dientes de cobre dorado movibles y gorguerín estriado; la otra
es cabeza de lobo, con las concavidades triangulares de los
ojos dispuestas también para recibir una incrustación; la boca
entreabierta. Se asientan estas cabezas ó máscaras huecas en
la extremidad de un tubo semicilíndrico; cerca de la otra ex-
tremidad quedan restos de haber tenido asa. Todo de bronce.
Es diíícil señalar el uso de este singular monumento. El Sr. Amador
de los Ríos, que lo publicó con lámina en el tomo 1 del Boletín de
la Academia, presume que sirvió de caño á una fuente ó baño, lo
que no es seguro, según entiendo. Cuanto al arte á que pertenece,
también con inseguridad, puede llamarse romano ó mejor hispano-
romano.
Hallóse en 1860 con otro igual, que ha desaparecido, en el pago de
Máquiz, término de Menjíbar (Jaén), y lo regaló á la Academia
en 1 86 1 D. Manuel La Chica.
Largo del medio tubo: 0,205 m -; a ^ to c ^ e ^ as cabezas: 0,145.
^S BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
179. — Cabeza dé Lobo de bronce, hueca, con cuello prolongado
semicilíndrico y también hueco, con una gran asa en la cerviz;
la boca, ojos v demás caracteres muy semejante á la cabeza
de lobo del objeto antes descrito.
Fué hallada con otra muy maltratada, pero igual, en el pago
de Máquiz juntamente con la doble cabeza antes descrita. Es-
tudiada en el mismo lugar del. Boletín por el Sr. Amador de
los Ríos, y regalada también por el Sr. La Chica. De arte y uso
muy dudosos.
Longitud mayor: 0,235 m -> altura: 0,124.
180. — Cabeza femenina, de mármol, de buen arte, con peinado
muy elegante, rotos la nariz y los labios.
Altura: 0,252 m.
181. — Relieve en barro cocido, representando un busto de mujer,
de frente, con cabello tendido á ambos lados y dispuesto en
bucles, con collar. Algo roto en sus bordes. Arte romano. Debió
ser una antefija.
Procedente del reconocimiento de la vía romana de Uxama á Augus-
tóbriga, hecho en 1860 por D. Eduardo Saavedra. Regalo del mismo.
Alto: 0,145 m.
182. — Relieve de barro cocido, hueco, representando una divi-
nidad femenina (¿Ceres?), sentada en un ancho sitial, con cabe-
llera partida y una especie de ancho nimbo que remata arriba
por una boca cilindrica; á los lados del cuello dos pequeños
orificios, cuatro más encima de los pies, que descansan sobre
un plinto y asoman bajo la túnica de la figura. El relieve tiene
algunos trozos de pintura obscura y los pechos presentan la
misma circunstancia. Mediano modelado, que es más perfecto
en el rostn >.
Altura: 0,3 1 7 m.
183. — Busto de mármol blanco, serrado por detrás, que repre-
senta una bacante coronada de pámpanos. Algo rota.
Alto: 0,150 m.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. ^49
184. — Cabeza imberbe, en relieve, de pasta ó cera blanca, repre-
sentando á Commodo, y fijada sobre un cristal elíptico á ma-
nera de camafeo. Bastante deteriorada.
Moderno, imitando lo clásico.
185. — Otra, también imberbe, de pasta ó cera blanca, y acomo-
dada sobre un vidrio como la anterior.
186. — Máscara de un fauno (?), en relieve, sobre una piedra ó
pasta gris. La máscara tiene una como diadema de laurel, y los
carrillos son dos hojas de planta.
Hallado en las excavaciones de Tarragona en 1853.
Alto: 0,025 m -; ancho: 0,020.
187. — Máscara de Pan ó sátiro, barbada, sobre un trozo de barro
cóncavo, que debió pertenecer al asa de un vaso.
Se cree que procede de Tarragona.
Altura: 0,058 m.; ancho: 0,035.
188. — Asa de bronce en forma de cabeza de toro, poco labrada,
y que sirvió de asa á un objeto como pátera, lucerna ó acaso
fíbula.
Alto: 0,035 m -
189. — Capitel de pilastra de piedra, representando una máscara
humana, con una especie de diadema de plumas.
Alto: 0.390 m.
190. — Parte anterior de un pie izquierdo de una estatua de ala-
bastro: tiene desprendido el dedo gordo. ¿Arte romano?
Largo: 0,152 m.
191. — Trozo de una antefija de barro cocido, que conserva la
mitad inferior de una máscara femenina.
192. — Busto de uña estatuilla de barro, femenina: de lo alto de
una especie de capecete, que cubre su cabeza, baja una sierpe,.
350 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
cuya cabeza está rota, y rodea el cuello y el pecho. ¿Arte
romano?
Alio: 0,060 m.
193. — Trozo de antefija de barro, representando una cabeza hu-
mana de anciana.
Procede de la vía romana de Uxama á Augustóbriga. Regalo del señor
Saavedra.
Alto: 0,1 10 m.
194.— Otro trozo de antefija de barro cocido, representando una
cabeza de mujer, de frente. De igual procedencia que la
anterior.
Alto: 0,077 m.
195. — Trozo de mármol que parece el borde de un disco, recu-
bierto en la superficie de una greca con hojas y frutos.
Procede de Ampurias.
Largo: 0,225 m -í ancho: 0,09.
196. — Trozo de un relieve en mármol blanco, representando un
rostro, de perfil, con la boca entreabierta, sin ojo y con pelo ri-
zado verticalmente; en el reverso otra cara con oreja de fauno.
Dimensiones: 0,15 m. X 0.13.
197. — Trozo de un relieve en mármol, que solo conserva una
cabeza imberbe y una parte del busto.
Procede de Pueblan ueva (Albuera).
Dimensiones: 0,1 13 m. X 0,085.
198. — Tabla de caliza, pulimentada, rota; en el centro grabado
un como sistema planetario dentro de un semicírculo de sig-
nos también grabados, que parece quieren ser jeroglíficos
egipcios.
Procede de Tarragona, y la regaló el Sr. Hernández Sanahuja. Su fal-
sedad parece notoria.
Largo: 0,34 m.; ancha: 023.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 35 1
199. — Asa de bronce, algo rota, y representando una figura feme-
nina, cuyo cuerpo ciñe una toga de pliegues paralelos.
200. — Pie de mesa, de mármol, rematando en una cabeza de león.
Alto: 0,360 m.
201. — Torso de estatua de mármol, varonil, con un ave bajo el
brazo izquierdo. Se halló en Alcázar del Rey (Cuenca).
Alto: 0,540 m.
202. — Torso de estatua de mármol, varonil.
. Alto: 0,580 m.
203. — Anillo de vidrio negro en forma de camafeo.
Procede de unas excavaciones en Teba.
204. — En talla en vidrio negro y azul, cuya representación no se
distingue.
Dimensiones: 0,008 m. X 0,006.
205. — Piedra grabada en ágata roja, representando un delfín, y
encima un tridente.
Dimensiones: 0,011 m. X 0,010.
206. — Trozo de pasta negra, en forma de camafeo, represen-
tando la cabeza barbada de un viejo.
Fué'del Sr. Minutoli.
207. — Camafeo de vidrio, con pasta blanca para el relieve, figu-
rando una cabeza juvenil con el pelo corto y ensortijado y
mirando á la derecha. Algo roto en los bordes.
Del Sr. Minutoli.
Eje mayor: 0,021 m.; menor: 0,011.
208. — Pasta azul fundida en forma de camafeo, donde se ve la
cabeza de un león, de frente.
Del Sr. Minutoli.
Eje mayor: 0,023 m.; menor: 0,019.
352 boletín de la real academia de la historia.
209. — Camafeo de pasta con la figura de Hércules desnudo, con
la maza al hombro y la piel de león al brazo; está falto casi de
la mitad.
Del Sr. Minutoli.
Altura: 0,034 m.
2IO. — Piedra grabada en cornalina; representa á Psiquis con un
jarrón, sentada, y delante un amorcillo tocando dos flautas
{tibia- pares). Está rota en dos partes y pegada.
Eje mayor: 0,027 m -! menor: 0,021.
211. — Piedra grabada, elíptica, en ónice, con un busto femenino,
mirando á la izquierda, con velo y diadema; algo rota en el
borde.
Eje mayor: 0,015 m.
212.— Cuadro que reproduce en colores un mosaico romano do
Ampurias; hecho y regalado á la Academia por D. Esteban
Paluzie.
213. — Dibujo en tinta del trazado que forman las teselitas del
mosaico anterior, hecho por el mismo Sr. Paluzie.
214. — Varias teselitas de vidrio ó piedra, en su mayoría azules,
que sirvieron para un mosaico.
Se hallaron en Tarragona en 1853.
215. — Varios cubitos ó teselas de piedra, de las que entraban en
la composición de los mosaicos.
2l6. — Cinco trozos pequeños de mosaico con grecas y labores
geométricas.
217. — Cuarenta y cinco ladrillitos romboidales de pavimento
r< imam ».
218. — Tres trozos de mosaico de labor geométrica muy sencilla.
INVENTARIO I)K ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DB ARTE. 353
2 1 g. — Cinco ladrillos do pavimento de forma imbricada, de barro.
220. — Ladrillito romboidal de pavimento.
Largo: 0,098 m.; ancho: 0,049.
221. — Caja con un ladrillito cuadrangular y cuatro romboidales,
desiguales, de los que se usaban en los pavimentos.
Proceden de Villafranca de los Barros.
222. — Ocho ladrillos de pavimento romano para formar una
labor imbricada, como los del número anterior.
223. — Una caja con seis ladrillitos romboidales para pavimento.
224. — Una caja con trozos insignificantes de mosaico, vasijas de
barro, pórfido, etc.
Proceden de las excavaciones de Tarragona.
225. — Fragmento de pizarra azulada con una greca. fio meandros
y otra de rombos encontrados, todo grabado en hueco.
Se cree que procede de Tarragona.
226. — Fragmento do un trozo do pavimento, imitando mármol
do brecha y hecho con comento y piedrezuelas.
Debe proceder de Tarragona.
Su mayor dimensión: 0,210 m.
22"/ .- — Una caja con tros trozos de mosaico, y cuatro do vaso dr
barro, de barniz rojo, con labores hechas con impronta (de los
llamados saguntinos) y un remato do vaso do barro común.
Se encontraron en las ruinas fie Termancia y los regak) el correspon-
diente D. Lorenzo Aguirre en 1887.
228. — Fragmento do mosaico (opus vermicnlatum) de dibujo in-
definido.
Se encontró en Valdeorras (Orense) y lo regaló D. Manuel Herbella
y Pérez en 23 Abril 1897.
Altura: 0,310 m.
tomo xlii. 23
354 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE l.A HISTORIA.
229. — Mosaico romano, con rosetones, tracerías lineales y hojas
(opus vermiculatum >.
Alto: 0,880 m.; anche: 0,880.
230. — Varios trozos y teselitas de vidrio azul, procedentes de un
mosaico.
Encontradas en la huerta de los baños <ie Caldas de Mombuy.
23I. — Mosaico de la misma clase, representando una ánfora ro-
jiza con perfiles negros.
Alto: 0,460 m.; ancho: 0,460.
232. — Cuadro en que se han incrustado varios trozos pequeños
de mosaico romano.
Altura: 0,470 m.; ancho: 0,440.
233. — Cuello y boca rotos, de vidrio irisado, de un frasco ó
ampolla.
Según un papel que tiene dentro, procede de las excavaciones de la
estación de Palencia.
Altura: 0,045 m -
234. — Ampolla de vidrio de base ancha y de forma cónica, con
cuello ancho y prolongado. Contiene una hoja recortada, y en
ella hecha ;i la punta una inscripción en caracteres desconoci-
dos, v en papel aparte una inscripción griega interpretada que
Masdeu refiere á Córdoba (Historia critica de España, tomo v,
inscripción núm. 26).
La hoja v el pape] son exraños á la ampolla.
Altura: 0,100 m.
235. — L ngüentario de vidrio irisado.
Se encontró, en presencia del académico Sr. Fits dentro de una urna
cineraria en Carmona.
Altura: 0,013 m -
236. — Ungüentario de vidrio irisado, con la boca rota.
Altura: 0,081 m.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 355
25J. — Ampolla de vidrio, algo resquebrajada en su cuello. Con-
tiene una cantidad de tierra ó ceniza endurecida y está lacrada
modernamente. El asiento permite que esté en pie.
Altura: 0,1 10 m.
238. — Lucerna de barro bilychnis, con asa de palmeta; en el
centro el busto de Apolo con corona radiada. El asa está
pegada.
La ofreció el académico Sr. Saavedra en Junta de 21 de Junio de 1895.
Diámetro: 0,070 m.; altura: 0,025.
239. — Lámpara ó lucerna de barro, con asa anular y adornada
con labores impresas; en el centro la representación de una
figura femenina con cetro y sentada entre dos animales; el de
la derecha parece un pavo real. (¿Juno?) En el asiento se ve la
marca de fábrica en relieve y círculos concéntricos incisos.
Se descubrió en Tarragona, junto al muelle, y la regaló el Sr. Hernán-
dez Sanahuja en 1861.
Diámetro: 0,084 ni.; altura: 0,030.
240. — Lucerna de barro, rota lamyxa, sin asa. El relieve superior
representa una biga regida por un hombre que empuña un lá-
tigo. En el asiento dos signos incusos.
Diámetro: 0,074 m.; altura: 0,021.
241. — -Cubierta de una lámpara de barro, rota, pero en cuyo
centro se ve en relieve un león devorando un ciervo.
Regalo del Sr. H. Sanahuja en 1861: se encontró en Tarragona en las
excavaciones de 1859.
Anchura mayor: 0,042.
242. — Trozo de barro, probablemente dé una lámpara, donde se
conserva el relieve de la cabeza de Mercurio con el petaso
de alas.
Anchura mayor: 0,033.
jc6 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DF. LA HISTORIA.
243. — Otra de barro, de myxa rota, sin asa, con una concha im-
presa en su cubierta y «los aletas.
Se encontró cerca de Peñafiel en 1876. Regalo de] Sr. Saavedra.
Diámetro: 0,076 m.; altura: 0,033.
244. — Otra de formas redolidas, sencillas, con asa anular.
Diámetro: 0,063 m.; altura: 0,026.
245. — Otra con la myxa rota, asa anular, y un rosetón de doce
hojas impreso en la cubierta.
La donó el Sr. Hernández Sanahuja en 1861, y, según el mismo, se
halló en Tarragona en un sepulcro romano.
Diámetro: 0,072 m.; alto: 0,026.
246. — Otra de formas toscas y sin labores, asa anular, con myxa
muy ancha y un agujerito en el arranque de la misma. En el
asiento A I I
Diámetro: 0,074 m.; alto: 0,041.
247. — Otra de barro negro, en forma de pina, asa circular en su
parte más alta, myxa de boca de hacha y asiento circular.
Recompuesta.
Procede de Tarragona y la donó el mismo Sr. Sanahuja en 1853.
Longitud: 0,125 m.; alto: 0,074.
248. — Otra con la myxa rota, sin asa y un relieve en la cubierta,
figurando un león. En el asiento una T.
Diámetro: 0,056 m.; alto: 0,025.
249. — Otra de labor sencilla, con tres topes en el anillo superior,
roto el fondo de la cubierta y sin asa. Entre los círculos con-
céntricos que adornan e¡ asiento la palabra FORTIS.
Diámetro: 0,056 m.; alto: 0,030.
25°- — Otra do barro, con barniz negro, rotas asa y myxa; en re-
lieve, sobre la cubierta, una especie do grifo marino y un delfín;
en el asiento la marca de fábrica incisa.
Diámetro: 0,072 m.; alto: 0,034.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 357
251. — Otra con restos dé barniz negro, asa de anillo, myxa rota,
con la figura de un perro en relieve corriendo sobre la cu-
bierta. En el asiento una marca.
Diámetro: 0,010 m.; alto: 0,028.
252. — Otra de barro negruzco, myxa de forma de hacha, rota,
asa de anillo, todo de sencilla labor.
Regalo del Sr. Hernández Sanahuja en 1861.
Diámetro: 0,043 m -'> alto: 0,025.
253. — Otra de myxa rota, asa de anillo y con tres círculos de
adornos globulosos formando la orla exterior de la cubierta.
Diámetro: 0,065 m *> alto: 0,025.
254. — Otra con la myxa rota, asa anular y en el centro en re-
lieve una cabeza barbada, mirando á la derecha y con casquete
En el fondo incusa la marca: IVNDRAG.
Hallada en Tarragona. Donativo del Sr. Sanahuja en Octubrr de 1861.
Diámetro: 0,074 m.; alto: 0,028.
255. — Trozo de barro con barniz rojo, de forma como cilindrica,
hueco, Con ocho agujeros á manera de bocas de mecha; pa-
rece, en efecto, una parte de gran lámpara de muchas mechas.
Largo: 0,27 m.
256. — Otra con el asa de anillo rota, rota también la cubierta,
que tuvo relieve y orla exterior de pámpanos y racimos. Marca
de fábrica incusa en el asiento.
Diámetro: 0,076 m.; alto: 0,026.
257. — Otra sin asa, myxa de boca de hacha, con dos aletas re-
cortadas. En el asiento la marca de fábrica incusa.
Diámetro con las aletas: 0,083 m -j alto: 0,028.
258. — Otra de barro con barniz rojo, muy sencilla, con asa agu-
jereada. Está muy recompuesta.
Diámetro: 0,079 m -; altura: 0,027.
¡ 58 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
259. — Otra de barro con barniz rojo, de forma redondeada, pero
alargada-, con tope para asirla; en el fondo de la cubierta una
representación indefinible y orla de flores. En dicha cubierta
dos agujeros.
Diámetro: 0,005 m.; altura: 0,034.
260. — Otra de barro con barniz negro, asa anular. En la cubierta
el relieve de un niño alado asido á una rama de vid; dos agu-
jeros en la tapa y orla de medios huevos. En el asiento tres
caracteres celtibéricos.
Diámetro: 0,069 m.; altura: 0,023.
2ÓI. — Otra de barro de barniz rojo, con la myxa y el asa rotas,
dos agujeros en la tapa y unas hojas de pámpano con dos uvas
y una aleta picuda.
Diámetro: 0,066 m. con la aleta; altura: 0,034.
262. — Otra pequeña y muy sencilla, sin asa.
Regalada por el Académico Sr. Benavides.
Diámetro: 0,050 m.; altura: 0,024.
263. — Otra de myxa larga, asa rota, con una faja exterior en la
cubierta formada por puntos y una oreja ó aleta.
Diámetro: 0,050 m.; alta: 0,023.
2Ó4.— Fusaiola de barro, de forma cónica, agujereada en su eje,
y de base cóncava.
Diámetro: 0,032 m.; altura: 0,015.
265. — Otra semejante, también de barro.
Diámetro; 0,032 m.; altura: 0,020.
266. — Ungüentarlo ó vaso de tocador de vidrio con irisaciones.
Altura: 0,1 15.
267. — Ungüentarlo ó vaso de tocador de vidrio, de boca de gran
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. ^g
reborde, cuello cilindrico muy prolongado y depósito coni-
forme. Está impregnado por dentro de un barro rojizo.
Altura: 0,173 m.
268. — Otro, de barro, roto en la boca.
Descubierto en Tarragona en las excavaciones de la nueva rambla
en 1860.
Alto: 0,080 m.
269. — Otro, de barro, de vientre abultado, con pie.
Según el Sr. Sanahuja, se halló en Tarragona debajo de las ruinas
del templo de Neptuno en el Fuerte Real.
Altura: 0,165 m -
270. — Otro, de barro, de cuerpo abombado, con pie; boca rota.
Se encontró en Puerta de Tierra (Cádiz), en los desmontes del
ferrocarril, en 1855. Lo regaló el académico Sr. Delgado.
Altura: 0,196 m.
271. — Otro, de barro, de forma análoga á la del anterior, rota la
boca, y ahora limada la rotura.
Altura: 0,121 m.
272.— Otro, también con la boca rota y limada.
Altura: 0,090 m.
2J3. — Otro, de barro rojo, de forma de bombillos, con el cuello
alargado, algo roto en su parte inferior.
Altura: 0,165 m.
274. — Otro, de cuello algo acampanado.
Alto: 0,1 17 m.
275. — Otro análogo al anterior.
Alto: 0,098 m.
2/6. — -Cubierta de una lámpara romana de barro, algo rota en el
borde y representando en relieve una cabra.
Regalo del Sr. Paluzie.
Diámetro: 0,070 m.
360 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
2J/. — Otra, de barro, con barniz rojo, bastante rota y que en el
relieve central representa la lucha de 1 lércules y un centauro.
Se cree procede <1<' Tarragona.
278. — [artillo de barro obscuro, con dos asas, de que conser\ :i
una, de boca cónica rota.
Descubierto por el Sr. Sanahuja en Tarragona en 1861 y donado por
el mismo á la Academia en Octubre de dicho año.
Altura: 0,141 m.
279.— Catino de vidrio irisado en buen estado de conservación.
I. o ofreció á la Academia su director el Sr. Marqués de la Vega dé
Armijo en 17 de Mar/o de 1899, y procede de una sepultura des-
cubierta en la Vega de Armijo (Córdoba).
Diámetro de la boca: 0,185 m.
2S0. — Vaso de vidrio irisado, de forma de media esfera prolon-
gada y con boca algo saliente. Adornado de moldurillas cir-
culares y de labores en hueco fusiformes, elípticas y redondas.
Muy roto.
Diámetro de la boca: 0,096 m.; alto: 0,080.
28l. — Urnilla de barro cocido, con tapa, cuadrangular, apoyada
en cuatro pedúnculos. En las dos caras mayores tres ruedas
estampadas con líneas rectas y en las dos caras pequeñas una
sola rueda. El campo de unas y otras adornado de circulitos
con punto central, también estampados. Recompuesta. ¿Arte
romano?
Regalo de la Excma. Sra. Duquesa viuda de Abrantes. Hallada en su
dehesa de Ahin, provincia de Toledo.
Longitud: 0,182 m.; latitud: 0,085 m.; altura: 0,108.
282. — Vaso de barro basto, en forma de bombilios, con asiento y
dos asas, rota la boca estrecha.
Alto: 0,225 m.; diámetro de la base: 0,095.
283. — Vaso de barro basto, casi en forma de aribalo, de cuello
prolongado, boca ensanchada y un asa.
Alto: 0,200 m.; diámetro de la boca: 0,043.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE ARTE. 361
284. — Vaso de barro de forma de ánfora muy alargada, con dos
asas, rota la boca.
Alto: 0,307 m.; diámetro de í;i base: 0,071.
285. — Jarrito de barro rojizo, con una asa, boca sobrepuesta algo
cónica.
Altura: 0,170 m.; diámetro de la boca: 0,027.
286. — Vaso de barro rojo, de boca ancha, con dos asas, ador-
nado el vientre con pezo.nes y en ellos incrustadas unas gui-
jarrillas.
Alto: 0,094 m.; diámetro de la boca: 0,083.
287. — Vaso de barro, de boca ancha y pié estrecho, con tres
asas anulares y una moldura cóncava bajo el reborde de la
boca. El pie roto.
Regalado con los dos siguientes por el correspondiente D. Vicente
Paredes, según el que se encontraron en la Cueva del Castañar de
Ibón.
Alto: 0,104 rn.; diámetro de la boca: 0170.
288. — Catinillo ó cazuelita de barro con el borde y una faja ex-
terior y otra interior pintados de rojo. Recompuesto y roto en
la boca.
Altura: 0,047 m -I diámetro de la boca: 0,1 13.
289.— Otro igual al anterior, sin zonas de color, entero.
Altura: 0,047 m -'> diámetro de la boca: 0,1 13.
290. — Catinillo de barro, con reborde.
De la misma procedencia.
Alto: 0,028 m.; diámetro mayor: 0,102.
291. — Jarrita de barro, en forma de bombilios, con una asa \
boca algo abierta.
Altura: 0,197 m -! diámetro de la boca: 0,050.
362 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
292.— Vaso de barro, de vientre esferoidal, cuello cilindrico y
boca ensanchada, con dos asas y dos zonas do ranuras con-
céntricas.
Según una ñuta que conserva, fué hallado en Tarragona en el Cam-
padoforo, Mayo de 1861 .
Altura: 0,138 m.; diámetro de la boca: 0,058.
293. — Vaso de barro, de forma esferoidal, con cuello corto, boca
rota y dos asas; presenta unas molduras cóncavas en el vien-
tre y zonas concéntricas de ranuras junto al cuello.
Altura: 0,180 m.; diámetro del asiento: 0,074.
294. — Ánfora muy prolongada, de cuerpo de bombilios, con dos
asas, boca de gran reborde.
Altura: 0,552 m.; diámetro de la boca: 0,073.
295. — Anforilla de pie agudo, con dos asas. La boca algo rota.
Altura: 0,325 m.; diámetro tic la boca: 0,094.
29o. — Ánfora de barro, de pie puntiagudo, con dos asas, recu-
bierta de una capa de adherencias tobáceas del sitio donde es-
tuvo enterrada.
Altura: 1 m.; ancho de la boca: 0,150.
297. — Sarta formada por varias cuentas de vidrio horadadas,
blancas y de colores, de varias formas y tamaños.
Se hallaron en Uxama.
298. — L na cajita conteniendo varios trozos de vasos de vidrio,
con incrustaciones de adornos de colores dentro de la masa.
Algunos parece que han sido pulimentados modernamente,
mientras otros han perdido el brillo que tuvieron, pudiendo
observarse en éstos la técnica de esta clase de vidrios, que
suelen llamarse Millefiori.
Casi todos proceden de Tarragona, y fueron regalados por el señoi
Minutoli: alguno procede de Ampurias.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES ,,Y OBJETOS DE ARTE. 363
299. — Fragmento del asiento de un vaso de vidrio, notable por
su irisación argentina y por los resaltos ó nervios que parten
del centro.
300. — Varias piececitas de forma de botones ó discos de vidrio
ó pasta, algunas dentadas. Una de éstas tiene tres caracteres
ibéricos, probablemente hechos modernamente.
Proceden de Tarragona.
301. — Varios trozos de cuello y cuerpo de un vaso de vidrio, di-
color melado, con. irisaciones.
Proceden de Palencia, estación.
302. — Trozo de vidrio azul y sobrepuesta una capa de vidrio
azul más claro, y en ella hecha en relieve con impronta una
cabeza de Medusa. Bastante rota en sus bordes.
Del Sr. Minutoli en 185...
Diámetro: 0,034 m.
303. — Objeto de vidrio, en forma de pedum ó báculo con cayada,
roto en el otro extremo. Uso desconocido.
Procede de Tarragona: regalado por el Sr. H. Sanahuja en 1861.
Longitud: 0,064 m.; grueso: 0,005.
304. — Fragmento de piedra especular.
Procede de las excavaciones de Tarragona, y lo envió el Sr. Sanahuja
en 1861.
305. — -Lámpara de barro, imitando las de metal, sin asa; bien
conservada.
Longitud: 0,085 m -"> diámetro: 0,060.
306. — Fragmento de un vaso de vidrio azul, con tres resaltos; se
pulimentó en parte modernamente para conocer su composi-
ción.
Se halló en las excavaciones de Tarragona, 1853.
Alto: 0,043 m -"> 0,035.
}Ó4 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
307. — Fragmento de un vaso de vidrio, dividido en dos pedazos,
sobre los que se ve en relieve la representación de una cua-
driga; hermosa irisación y arte romano muy perfecto. Es
notable.
Procede de las excavaciones de Tarragona.
Longitud: 0,043 m -
308. — Seis bolas de una substancia azul porosa. Deben ser colo-
res preparados.
Proceden de- las excavaciones de Tarragona en 1853.
30;). — Trozo de vidrio ó cristal de roca opaco, y en él un relieve
redondo con una águila con las alas abiertas. Obra notable.
Se halló en las excavaciones de Tarragona de 1853.
Longitud: 0,030 m.
310. — Esferoide de vidrio de color melado verdoso, con incrus-
taciones de otra parte blanquecina.
Procede de Tarragona.
Alto: 0,015 m.; diámetro: 0,019.
3 I i .— Ánfora basta, de barro cocido, para granos, agua, vino, etc.
Alto: 0,850 m.
312. — Otra semejante.
Altura: 0,930 m.
313. — Pondus de barro, circular, con orificio en el centro.
Procede de las excavaciones de Tarragona.
Diámetro: 0,081 m.
314. — Vasito de barro rojo, en forma de tiriajilla, con asiento
plano y circular y boca ancha.
Alto: 0,058 m.; diámetro de la boca: 0,031.
315. — Otro de la misma clase, de boca muy estrecha.
Alto: 0,040 m.; diámetro del asiento: 0,015.
INVENTARIO I)li ANTIGÜEDADES Y OBJETOS DE /\RTK. 365
316. — Una caja conteniendo varios trozos de vasijas de barro y
vidrio.
Proceden de las cercanías de Peñafiel, y fueron hallados y regalados
á la Academia en 1876, por D. Eduardo Saavedra.
317. — Caja en que se contienen: una teja pequeña de sección
semicircular; trozos de ladrillo y de vasijas en general bastas,
alguna fina y además trozos de pedernal que parecen núcleos
prehistóricos.
Se encontraron en el pago de Valdocarros (Arganda), y los regaló á
la Academia D. Alfonso Benito Al faro.
318. — Pátera de barro rojo común; rota en el borde.
Altura: 0,040 m.; diámetro: 0,185.
319. — Cilindro de piedra algo imperfecto; estuvo agujereado por
su eje, pero se taparon los agujeros con otra piedra.
Eje mayor: 0,190 m.
320. — Teja pequeña, de sección semicircular, algo prolongada;
rota y pegada.
Longitud: 0,173 m.
321. — Cartón con cuatro tro/os de vasija común.
^22. — Tambor ó cilindro do barro cocido, de uso desconocido,
pero quizá perteneció al fuste de una columna.
0,16 m. de diámetro X 0,08 de eje.
323. — Ladrillo de barro cocido, paralelográmico, con inscripcio-
nes latinas de relieve en sus dos lados.
0,29 m. X 0.185.
324.— Teja de barro cocido, bastante rota.
Largo: 0,51 m.
366 BOLETÍN DÉ I \ REAL ACADEMIA DÉ LA HISTORIA.
325.— t Vitrina con gran número de tro/os de la cerámica roja
con barniz, llamada comunmente saguntina; casi todos dios
muestran relieves y ornamentos hechos con estampilla; algu-
nos tienen la marca del alfarero. Proceden de Tarragona, Ca-
latayud, Burgo de Osma, Segovia y otros puntos, y son dona-
ciones de los Sres. Sanahuja, Saavedxa, -Moro y otros.
326. — Pátera romana de barro con barniz rojo del llamado sa-
guntino; desportillada.
Diámetro: 0,147 m.
327. — Otra semejante, también desportillada.
Diámetro: 0,165 rn -
328. — Otra semejante.
Diámetro: 0,167 m -
329. — Pátera de barro muy sencilla.
Diámetro: 0,145 m -
330. — Pie circular de barro y pintado de negro de una vasija.
Diámetro: 0,085 m.
331. — Vasito de barro con pie; tuvo una faja exterior rota en las
partes separadas del vaso.
Se halló en Tarragona.
0,025 m -
332. — Pie circular de un vaso de barro rojizo.
Diámetro: 0,038 m.
333. — Ánforita de barro, desbocada.
Altura: 0,165 m.
334. — Vaso de barro rojizo, de cuello alargado y ensanchado en
la boca.
Alto: o. 1 15 m.
INVENTARIO DE ANTIGÜEDADES V OBJETOS DE ARTE. j6?
335. — Jarrito de barro negro, con boca ensanchada y asa; roto
en la boca.
Se halló en Tarragona y lo donó el Sr. Sanahuja.
Alto: 0,070 m.
336. — Vasito de barro rojo con barniz negro; falto del asa.
Alto: 0,070 m.
337. — Trozo de barro rojo, en cuya superficie convexa hay en
relieve una tosca cabeza. Quizá es prerromano.
Alto: 0,080 m.
338. — Vasito de ancha boca y de barro rojizo con asiento cir-
cular.
Alto: 0,070 m.; diámetro de la boca: 0,071.
339. — Vaso de ancha boca y pie casi cilindrico, con dos asas, ch-
ías que penden unos anillos de barro.
Alto: 0,060 m.; ancho: 0,080.
340. — Pátera pequeña de barro rojizo.
Diámetro: 0,090 m.
341. — Otra semejante.
Diámetro: 0,090 m.
342. — -Otra semejante.
Diámetro: 0,085 m.
343.— Copa ancha de barro, con pie de forma cónica truncada.
Alto: 0,070 m.; ancho de la boca: 0,095.
344.- — Vasito de barro rojo, de pie estrecho y boca muy ancha
y con reborde algo roto. Contiene trigo carbonizado y car-
bones.
Alto: 0,087 m.; diámetro de la boca: 0,090.
j68 BOLETÍN DE l.\ REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
5 J.5. -Jarrito de barro rojizo, de boca elíptica, con pie y un asa.
Alto: 0,075 m -
3 (.6. Catinillo de barro de borde recogido.
Diámetro de la boca: 0,090 m.
347.- -Otro semejante, de borde saliente.
Diámetro de la boca: 0,95 rh.
348. — Vasito de barro rojizo, de borde cilindrico.
Diámetro de la boca: 0,065 m.; alto: 0,035.
349. — Vasito de barro, de boca alargada y en forma de cáliz.
Alto: 0,050 m.; diámetro de la boca: 0,045.
350.— Vaso de barro rojizo, de boca cilindrica, con asa; roto en
el vientre.
Alto: 0,077 m -
351.- Vasito de boca caliciforme, de barro rojizo cocido; roto.
Alto: 0,068 m.; ancho de la boca: 0,073.
352. — Vaso de forma semejante á la del anterior; roto.
Alto: 0,088 m.; diámetro de la boca: 0,075.
353. -—Catinillo de borde saliente y de barro rojizo.
Alto: 0,050 m.; diámetro mayor: 0,070.
554. Vaso de vientre esferoidal, de barro rojizo y falto del
cuello y del asa.
Alto: 0,128 m.
(Continuará.)
El Académico-Anticuario,
Juan Catalina García.
DOS VIAJES REGIOS. 369
INFORMES
1.
DOS VIAJES REGIOS.
( 1 679 y i 666).
(Conclusión) (1).
«En la despedida de la Reina nuestra Señora del Serenísimo
Sr. Duque, su padre, y partida de S. M. de la villa de Amboise,
se quedó la primera parte de la Relación diaria de su viage hasta
llegar las noticias posteriores de su continuación, cuya serie es
la siguiente:
El día 2/ de Setiembre llegó S. M. á dormir de Amboisa á
Mantelán, pequeña villa de la provincia de Turena, donde no
ocurrió cosa digna de contarse.
A 28, habiendo á mediodía pasado el río Creusa en el puerto
de Pila, arribó á la tarde á Chateleraut, villa considerable, á cuyo
ingreso la recibieron el Corregidor, el Deán de la iglesia de Nues-
tra Señora, los Magistrados del Presidial (ó Audiencia) y de la
Elección, y se detuvo allí todo el día.
A 30 llegó á Poitiers, ciudad de las principales de la Corona,
así por su grandeza como por su hermosa situación... Recibieron
á S. M. á la puerta el May re y Esclavines (Corregidor y Regido-
res), y haciéndola primero una elegante oración, la presentaron los
demás el dosel, debajo del cual pasó entre dos hileras de ciudada-
nos armados á las casas de la ciudad, en que la tenían prevenido
el hospedage con la mayor decencia y grandeza; y todo hubiera
corrido con igual satisfacción á no haberlo aguado la misma no-
(1) Véase el número del Boletín correspondiente al mes de Abril.
En la pág. 273 de é!, donde acaba la relación fechada en Orleans á 25 de
Septiembre de 1679, debía haberse colocado la que arriba empieza, que
es continuación del viaje de la Reina desde Orleans hasta la frontera es-
pañola, y que por descuido, que dispensarán los benévolos lectore~ se
omitió.
tomo xlii. 24
37° BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
che la noticia lastimosa de la muerte del Serenísimo señor I )on
Juan i i i.
El día siguiente, primero de Octubre, oyó misa en la iglesia
Catedral, en cuyas gradas el Deán, por estar ausente el Obispo,
asistido de todo el cabildo, la hizo una plática tan atenta como
discreta; y habiendo vuelto á palacio, vinieron á humillarse á las
Reales plantas la Universidad, los Tribunales del Presidial y
Elección, y la Generalidad de los mercaderes. En aquella misma
ciudad dio una muestra bien plausible de su ánimo compasivo
con las personas de mérito, despachando por la posta su proto-
médico, el caballero Talbot, á cuidar de la salud del Conde de
Montagú, teniente general de la provincia de Güiena, luego que
supo se hallaba enfermo en Burdeos.
V 2 prosiguió su camino de Poitiers á Lasiñán, de donde ape-
nas llegada, salió á divertirse en el campo, no dando de sí aquel
lugar en qué mejor entretenerse.
A 3 vino á Mela, y de allí al día siguiente á San Juan de An-
gelí, villa bien nombrada en las historias de las guerras que sus-
citó el Calvinismo en Francia... El Lugarteniente de la Cámara
criminal, que era el magistrado más considerable de ella, aguar-
dó á S. Al. á la puerta con el gremio de los habitantes, y la hizo
una oración bien culta y obsequiosa; después de la cual fué por
medio de dos hileras de borgueses armados á apearse á la abadía
de San Juan, de la Orden de San Benito, á quien debe la villa
sus principios y su nombre. Recibiéronla el Prior y la Comuni-
dad de los religiosos á la puerta de la iglesia; y con todas las ce-
remonias prescritas por el Ritual Romano la condujeron al pie
del altar mayor, de donde después de un rato de oración pasó
al cuarto que la tenían apercibido, y recibió la misma tarde los
cumplimientos de los Ministros Reales, del Presidial y Elección.
A 5 permitió S. M. descansar el earruago , pero sin malograr
su actividad la ocasión de salir por la tarde á buscar algunas lie-
bres que correr, como lo consiguió muy á su gustp.
(i) D. Juan de Austria, hijo natural de Felipe IV, que tanta parte
había tenido en este enlace, falleció el 17 de Setiembre.
DOS VIAJES re<;ios. 571
A 6, temprano, fué al Convento de las Madres religiosas de
Santa Úrsula, que por no haberlas en España no será ocioso
decir profesan un instituto quizá el más útil y aun necesario de
todos los de mugeres que ilustran la Iglesia de Dios; pues á una
vida muy espiritual y exemplar , se ocupan únicamente en la
educación y enseñanza de las niñas, que aprenden, distribuidas
en escuelas regulares, no solamente todo lo que toca á doctrina
y virtudes christianas y más propias de su estado, pero á leer,
escribir, bordar, hacer encajes y todos géneros de manufacturas
de abuja, con subidísimos primores. Oyó, pues, la misa en la
iglesia de aquella Santa casa, y partió para la ciudad de Xaintes,
donde llegó á las tres de la tarde...
A encontrar S. M. salió buen espacio fuera el Marqués de Iar-
nac, lugarteniente del Rey de las provincias de Xaintonge y
Angomez, capitaneando una tropa de cien gentileshombres y
cuarenta guardias á caballo. A la puerta fué recibida por el Co-
rregidor y los ciudadanos y en famosa orden militar que fueron
costeando la Real carroza hasta entrar en el Real Palacio del
Obispo, donde se le tenía apercibida la posada con grande os-
tentación. Allí recibió la misma tarde los cumplimientos del ca-
bildo de la Catedral, del Presidial y Elección. La propia tard<-
llegó el Marqués de Effiat , primer gentilhombre de la Cámara
del Sr. Duque de Orleans, que volvía de Madrid, donde había
estado de parte de S. A. R. con carácter de Enviado Extraordi-
nario á manifestar al Rey nuestro señor su reconocimiento á la
honra de haber S. M. elegido á su Serenísima hija por esposa. El
Marqués la entregó una carta de S. M. que fué recibida como de
tal parte. Las preguntas que se hicieron al portador todas fueron
respondidas muy al nivel de su discreción, y de la inexplicable
satisfacción con que se había apartado de los pies de nuestro in-
comparable Monarca; de suerte que en todo el viaje hasta Bur-
gos, bien se puede decir no habrá tenido nuestra Reina otro
mejor día. La mañana siguiente fué á misa á la Catedral, á cuya
puerta salió á recibirla el Obispo, vestido de pontifical, y la hizo
una excelente plática. A la tarde fué á caza, servida de toda la
nobleza.
372 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
\ 8 fué á dormir ;í Pons, yá 9 al pequeño Niort, ambos luga-
res de poca monta.
A io llegó S. M. á Blaya, fortaleza fabricada en la orilla del
gran río Garona, para embarazar á los navios enemigos el subir
por la ría, que mediante la creciente de la mar tiene fondo bas-
tante para los de mayor porte. Saludóla al (Mitrar todo el nume-
roso bronce de la plaza y de muchos navios que estaban en la
ría, sin que la inmensa perspectiva nunca antes vista de las olas
conmovidas, ni el ruido de más de dos mil cañonazos, ni la tur-
bación del aire, con cuyas nubes peleaban las del humo de los
cañonazos, hiciese más novedad en el ánimo y semblante de
S. M. que si se hubiera criado entre los mayores desconciertos
de los elementos.
Allí desde más arriba que Bórdeos, así de la misma ciudad
como de los lugares que costean á la Garona, había traído la cu-
riosidad de verla llegar, un sinnúmero de embarcaciones de la
gente más cortesana de el país. Mas sobre todo fué loable la
atención con que los jurados de Bórdeos la hicieron aprestar un
barco muy capaz, todo aforrado en damasco carmesí y guarní -
cido de franjas de oro, que en nombre efe aquella ciudad le pre-
sentó Mr. de Ris, intendente ó Veedor general de la Generali-
dad, acompañado de dos de los mismos jurados, para llevar á
S. M. con los principales de su séquito á la misma ciudad, como
sucedió al día siguiente.
Al partir, como al llegar, tronó la artillería de la ciudadela y
navios; y si bien dicen vale su estruendo á despejar el aire y di-
sipar los nublados, no se vio nada semejante en esta ocasión.
Antes al contrario, se opuso la lluvia y el viento con tal porfía á
la navegación, que en más de siete horas á fuerza de remo, ape-
nas se pudieron aguantar las cuatro leguas que hay de Blaya á
Bórdeos. Lo que esta ínclita ciudad sirvió entonces á nuestra
Reina, bien merecía que se alargara el estilo á apuntar algo de
sus grandes preeminencias de antigüedad, riqueza, benignidad
de clima, nobleza, valor, urbanidad de sus naturales y otras do-
tes naturales y adquiridas que la constituyen por una de las más
insignes de el mundo, no que de el reino de Francia... Al des-
DOS VIAJES REGIOS. 373
^embarcar halló S. M. á los Jurados que la aguardaban en su traje
<le ceremonias y la recibieron debajo de un dosel de brocato de
•oro y plata. Bien entendida queda la multitud de gente forastera
y natural y el adorno de las calles y las otras demostraciones
que correspondieron á la primera de la más regular atención, y
todo se ciñe en que no fueron inferiores á las que se hubieran
hecho para las mismas Christianísimas Magestades. El Castillo
Trompeta (así llaman la ciudadela) contribuyó á la celebridad
con tres salvas de toda su artillería, como los navios que estaban
en el puerto. Cuando la Reina tomó su coche, se puso la Ciudad
delante llevando el dosel hasta el palacio del Arzobispo, donde
fué aposentada S. M.... Para que S. M. pudiera honrar á la mis-
ma Ciudad con su Real presencia unos tres días, concurrió el
motivo, aunque bien sensible, del mal tiempo, que apenas fran-
queaba una hora libre de lluvia y fué parte para que se alargara
el plazo hasta el día 18. Mas aquella nobleza y ministros no per-
donaron fineza alguna para suavizar á la Augusta huéspeda el
tedio de la detención, debiéndola los españoles un entrañable
deseo de yerse entre ellos desde el momento que nuestra buena
suerte la destinó y declaró por esposa de nuestro Monarca.
A 12 fué con todas las circunstancias de su grandeza á oir
misa en la iglesia metropolitana de San Andrés, á cuya entrada
el Arzobispo, vestido de pontifical, la dio el agua bendita y de
besar la Cruz, haciéndola consecutivamente una muy respetuosa
oración. De la iglesia volvió á palacio, donde por estar el día
muy turbado, le pasó en conversaciones y visitas del Cabildo,
de los Jurados en forma de ciudad, de la Universidad y de los
Tribunales de Justicia, como también de la principal nobleza de
la provincia. Pero á la noche dio un espléndido sarao á las da-
mas que duró muchas horas.
A 13 oyó misa en la iglesia de los reverendos Padres de la
Compañía de Jesús, que estimaron á S. M. con expresiones de
la mayor veneración la honra de haber fiado su conciencia de
un religioso de la misma Compañía. De alli subió al Castillo
Trompeta, fortaleza de nueva fábrica edificada para escarmiento
de las inquietudes que produjo la menor edad de el Rey Chris-
374 boletín de la real academia de la historia.
tianísimo. Pasó S. M. por toda la circunferencia interior de la
plaza, haciéndose explicar las principales máximas de su regu-
laridad, y hallándose el Conde de Montagú todavía achacoso
en la casa, le hizo la honra de asomarse á la ventana de su apo-
sento y preguntarle por su salud.
El día 14 oyó misa en la iglesia de religiosas de la Visitación
de Nuestra Señora, de el Instituto de San Francisco de Sales, y
.1 la tarde fué á la Cartuja, donde la admitieron en el convento
en virtud de un breve que poco antes de su partencia de la Cor-
te de Francia le había remitido S. S.
A 15, día de Santa Teresa, la llevó su devoción por la maña-
na á las Carmelitas que llaman de el Gran Convento, donde con
gran edificación de la multitud, que á cualquiera parte seguía
sus pasos, asistió á los Oficios divinos. La tarde, por ser algo se-
rena, convidó á S. M. á gozar del campo.
A 16 y 17 se hizo ver á caballo al pueblo á ida y vuelta de la
caza, y ambas noches repitió á las damas el divertimiento de la
conversación y sarao, pero sin que ni uno ni otro valiese á ali-
viarlas el pesar de su partencia cercana.
Desde Bórdeos á Bayona, por el camino más breve de las
Landas, que llaman de Bórdeos y son unos arenales despobla-
dos, menos unos mesones para los pasageros, solo hay 30 leguas;
pero fué forzoso alargarle de ocho ó diez por el otro de las pe-
queñas Landas, para encontrar lugares capaces de alojar tanta
gente, aunque los más bien desiguales, excepto las ciudades de
Castres y 1 )ax.
Al salir de Bórdeos, fué la primera jornada á Castres, que es,
episcopal y harto bien situada... Allí recibió nuestra Reina los
mismos honores que en otros lugares de la misma calidad. Lo
propio se puede decir de Dax, otra ciudad con obispo y presi-
dia!, á mitad del camino de Castres á Bayona, excusándose por
mayor brevedad el hablar de los lugarcillos de por medio.
En Bayona, ciudad que á más de ser episcopal y tener presi-
dia] es fortaleza de frontera, hicieron á S. M. un recibimiento
muy ostentoso y con las circunstancias propias de la mucha su-
posición de la plaza. Allí se aguarda dos días el poder del Señor
DOS VIAJES REGIOS. 375
Rey Chrístianísimo para que de su parte hiciera el señor Príncipe
de Harcurt las entregas; y habiendo llegado, se prosiguió la jor-
nada á San Juan de Luz é Irún, donde á 3 de Noviembre se exe-
cutaron las entregas»...
No solo fué fecundo en curiosas relaciones francesas y españo-
las este aparatoso viaje, sino que también lo fueron todos los ac-
tos principales de este regio enlace, de cuyas relaciones, por su
mucha extensión, no nos es posible ocuparnos aquí. Son, entro
otras, dignas de leerse las siguientes: .
«Descripción de las circunstancias más esenciales de lo suce-
dido en la augusta y célebre función del Desposorio del Rey
nuestro señor Don Carlos segundo con la Sereníssima Real Prin-
cesa Doña Alaría Luisa de Borbón. Executado en el Real Sitio
de Fontanebló á 31 de Agosto deste presente año de 1679. Por
carta de un caballero que se halló presente, escrita á otro desta
Corte á 2 de Setiembre».
«Relación de la fiesta que el Excmo. Sr. Marqués de los Bal-
bases, embajador extraordinario del Rey nuestro señor (Dios le
guarde) á S. M. Christianísima, dio á la Reina nuestra señora
Doña María Luisa de Borbón, en el palacio que S. E. habitaba
en París, á 7 de Setiembre, 1679. — Traducida del francés».
«Descripción de la pompossisima entrada que á 14 de Setiem-
bre del presente año 1 679 hizo el Excmo. Sr. Duque de Pastra-
na y Francavila, Príncipe de Melito, Conde de Saldaña, Marqués
de Argecilla, etc. Pmibajador extraordinario do S. M. al señor
Rey Chrístianísimo. Con los señores Don Gaspar y D. Iosef de
Sandoval Silva y Mendoza, sus hermanos. En carta de un caba-
llero que estuvo presente, escrita deOrleans á 24 de Setiembre».
«Relación de la forma en que salió de esta Corte é imperial
villa de Madrid el Excmo. Sr. Marqués de Velada y Astorga,
Mayordomo mayor de la Reyna nuestra señora D. a María Luisa
de Borbón, á 26 de Setiembre deste año 1679, llevando la Real
Casa de S. M. al viage de Irún por la Reyna nuestra señora».
«Relación de la salida que hizo el Excmo. Sr. Duque de Ossu-
na, del Consejo de Estado de S. M., cavallerizo mayor de la
Reyna nuestra señora D. a María Luisa de Borbón. A 4 deste
376 boletín de la real academia de la historia.
presente mes de Octubre, 1070. De orden de S. M. para venir
sirviendo á la Reyna nuestra señora».
«.Relación de la salida que hizo de esta Corte el señor I). losef
de Silva, gentilhombre de la Cámara y primer cavallerizo del
Rey nuestro señor, en seguimiento de S. M. á recibir la Reyna
nuestra señora D. a María Luisa de Orleans. A 4 de Noviembre
tic 1679».
«Relación muy puntual y verdadera de lo sucedido desde el
día 19 hasta el 23 de Noviembre del presente año 1679 en las
primeras vistas de sus Magestadrs <>I Rey nuestro señor D. Car-
los segundo y la Reyna nuestra señora D. a María Luisa de Bor-
bón (Dios la guarde) en el lugar de Ouintanapalla, y en la en-
trada y fiestas que se les hicieron en la muy noble y muy más
leal ciudad de Burgos. En carta de 22 de Noviembre 1679, es-
crita en la misma ciudad».
«Dichas de Ouintanapalla y glorias de Burgos. Bosquexadas
en carta escrita de Aranda de Duero á 25 de Noviembre
de 1679.»
«Descripción verdadera y puntual de la Real, magestuosa y
pública entrada que hizo la Reyna nuestra señora D. a María Luisa
de Borbón, desde el Real Sitio del Retiro hasta su Real Palacio,
el sábado 1 3 de Knero deste año de 1680, con la explicación de
los arcos y demás adornos de su memorable triunfo.»
«Segunda descripción de la Real entrada que la Reyna nues-
tra señora executó el sábado 13 de Enero deste año de 1680,
con las demás noticias de los días 14, 15, 16 y 1 7 de dicho
mes.»
Noticias del viaje de la Infanta D. a Margarita María, despo-
sada con el Emperador Leopoldo /, desde Madrid hasta Roveredo
(Tirol) en ib 66.
La casualidad de haber encontrado en el Archivo de la Casa
del Lxemo. Sr. Duque de Alburquerque, Marqués de Alcañices,
algunas noticias tan curiosas como poco conocidas sobre este
viaje, que apenas mencionan nuestras historias, al tiempo que me
DOS VIAJES REGIOS. 377
ocupaba del anterior, me ha inducido á insertarlas aquí, como
tan semejantes por su asunto á las antes referidas.
Concertado en los últimos años del reinado de Felipe IV el ca-
samiento de la infanta Margarita María, hija suya y de su se-
gunda muger D. a Mariana de Austria, nacida en 12 de Julio
de 1 65 1, con el emperador Leopoldo I, no pudo» celebrarse
por poderes .hasta el día 25 de Abril de 1 666 (i) en Madrid,
representando á S. M. I. en tan solemne acto el Duque de Me-
dinaeeli, en presencia del rey niño Carlos II y de la Reina Go-
bernadora, con asistencia del Conde de Pethinguen, embajador
imperial, y de los Grandes de la Corte. Recibió al día siguien-
te la imperial consorte repetidos parabienes de toda la fidelidad
española (escribe un autor coetáneo), y de todos los Consejos, y
al mismo tiempo se despidieron de S. A., que les dio á besar su
manó; y el 28 del mismo mes, día designado para la marcha,. se
despidieron las dos Magestades, Madre y Hermano, de la señora
Emperatriz con las demostraciones de ternura y cariño tan natu-
rales en semejantes casos.
Fueron designados para el honorífico empleo de Camarera
Mayor y de Mayordomo mayor, respectivamente, de la Empera-
triz Infanta, hasta que se hiciesen las entregas en los confines del
César, los Duques de Alburquerque. Era la Duquesa de la ilustre
Casa de Armendáriz, Marquesa de Cadreita, tan ponderada por
su belleza como admirada por su discreción y virtudes. D. Fran-
cisco Fernández de la Cueva, octavo Duque de Alburquerque,
era aquel ilustre y animoso magnate que, siendo todavía muy jo-
ven, combatió denodadamente como voluntario en el famoso sitio
de Fuenterrabía de 1638, hallándose «no en la Corte de los Ge-
nerales, sino con una pica en la primera hilera de los escuadro-
nes»; que sirvió luego en Flandes al Rey con una pica; y ascen-
dido allí por su valor y pericia militar al cargo de maestre de
campo de un tercio de infantería, le vistió á su costa; que en la
sangrienta batalla de Chatelet (26 de Mayo de 1 642) escaló una
y otra vez las trincheras enemigas con la espada en la mano al
(1) Había fallecido ya Felipe IV el 17 de Septiembre de 1665.
378 BOLETÍN DE I .A REAL ACADEMIA DK LA HISTORIA.
fronte de su tercio; c|iu ■ desempeñó luego el difícil cargo de Ge-
neral de la Caballería de Milán, y con el mismo pasó á Mandes.
Prisionero estuvo dos veces en Rocroy y se libró con la espada,
escribiendo al Rey: «Ningún día me ha debido tanto servicio
V. M. y ninguno me ha debido menos. mi vida». < )btuvo después
repetidos triunfos sobre los franceses en Cataluña por mar y por
tierra; y elevado al alto ministerio de Virrey de Méjico, lo des-
empeñó con tanto acierto y prudencia, eme su virreinato fué uno
de los más prósperos y brillantes (i). Con posterioridad fué nom-
brado v de nuevo acreditó sus talentos militares, cómo Capitán
general de la armada Real del Océano, y más adelante como
Teniente general de la misma. Hallándose el Duque en la Corte
sirviendo en la Cámara de S. M. y ofreciéndose la jornada de la
Emperatriz D. a Margarita, aceptó el ir sirviéndola hasta las en-
tregas, cuando otros de su alta posición social se excusaron con
diferentes protestos, por las grandes molestias y enormes gastos
que debía ocasionar el viaje; siendo tanto más de agradecer este
servicio en el Duque, cuanto que lo aceptó sin vacilación hallán-
dose enfermo, de suerte que desde la cama salió para asistir á la
jornada, sin reparar en el inminente riesgo de su vida, habiéndo-
le durado su achaque, acaso por esta temeridad, más de un año
después que salió de la Corte; y sin que por esto faltase en el
curso do todo el viaje: á la continua asistencia y servicio de
S. M. Cesárea, y á las múltiples atenciones y cuidados que exi-
gía el numeroso séquito que la acompañaba.
Tan numeroso, como puede verse por la siguiente Memoria de
la familia que el Excmo. Sr. Duque de Alburqucrquc, mi señor ;
sacó de Madrid para la jomada que hizo con la Señora Empera-
triz de Alemania.
Criados. — D.Juan García, capellán; I). Joseph González, ca-
pellán; í). Pedro Fernando de Villarroel, capellán de la Guar-
dia; D. Gabriel Fernández de Madrigal, caballero del hábito de
(1) El />iti///, de Alburquerque en la batalla de Rocroy, por A. Rodríguez
Villa, c Informe en desagravio de tan ilustre procer, presentado ala Real
Academia de la Historia por D. Cesáreo Fernández Duro. Madrid, 1884.
DOS VIAJES REGIOS. 379
Santiago y secretario de S. E.; D. Antonio de Ubilla, del hábito
de Santiago y secretario de cámara; D. Juan Filloretc, del hábito
de Alcántara y secretario de lenguas; D. Juan Vázquez, caballe-
rizo, del hábito de Santiago; D. Alonso de Herrera, mayordomo,
del hábito de Santiago; D. Gonzalo de la Cueva, gentilhombre,
del hábito de San Juan; D. Francisco de la Cueva, gentilhombre,
del hábito de .San Juan; D. Pedro Berrocal, maestresala; D. Agus-
tín de Salazar, gentilhombre; D. Juan de Arévalo, maestresala;
el abad D. Baltasar de Zupicle; D. José de Cambarte, contralor;
Bernardino de la Torre, tesorero.
Paxes. — D. Bernardino de Rivadeneyra, del hábito de San
Juan; D.Francisco de Rivadeneyra, del hábito de San Juan (y
otros veintiséis más, cuyos nombres omitimos en obsequio de la
brevedad).
Ayudas de Cámara. — D. Miguel de Irribarren, oficial de la Se-
cretaría; Diego de Cabrera, ayuda de Cámara y guarda-ropa (y
otros diez más).
Oficios. — Pedro de Echauri, veedor; Juan de Espinosa, veedor;
Antonio de Sierra, botiller; Joseph Garracine, ayudante; dos mo-
zos de botillería; Francisco Carrasco, repostero de plata, y otros
cinco ayudantes y mozos; Jorge Melchor, cocinero, y otros tres
más; dos ayudantes de cocina; dos mozos de cocina; Joseph de
Moya, despensero, y tres ayudantes y mozos; dos trincheros; un
criado de damas; un guarda-ropa; dos mozos de estrado; dos
mozos de retrete, y Juanillo, esclavo.
Caballeriza. — Joseph Hidalgo, cochero mayor; dos sota-coche-
ros; Joseph Pérez, cochero de Cámara; otros tres cocheros; tres
mozos de muías; diez y seis lacayos; catorce mozos de silla.
Esclavos. — Amathe, Trasama, Alí, Buzala y Ayga.
Criadas. — D. a Francisca Rodríguez, dueña; otra dueña; diez y
seis damas; ocho mozas de servicio.
Toda esta comitiva, en la que no se cuentan otros muchos
criados que desempeñaban oficios secundarios y servían á su vez
á otros de más categoría, caminaba por cuenta y gasto del Du-
que de Alburquerque. Así se comprende que solo los gastos de
despensa y repostería, desde que S. E. salió de Madrid el 28 de
j80 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Abril hasta el 2 do Noviembre que ontró en Genova, importa-
sen 2 1 .333 pesos; las raciones, 6.40 1 pesos; los salarios, hasta fin
de Diciembre, 355 pesos; el importe de los carruajes y acemile-
ros, según ajusto y contrato hecho con Juan López, desde Ma-
drid hasta Gandía, 3.208 pesos; por varias compras de telas pre-
ciosas, objetos de plata y gastos extraordinarios satisfechos en
I tenia, Barcelona, Genova y otros puntos, 15.000 pesos, sin con-
tar los aprestos hechos en Madrid de carruajes, caballerías, li-
breas, trajes bordados, etc., etc. I )o suerte que bien puede cal-
cularse aproximadamente, más bien más que menos, que los gas-
tos de esta jornada le importaron al Duque de Alburquerque de
dos millones y medio á tres de reales.
Pasando por Hinojosas y Bonete, y descansando en Gandía,
llegó la regia comitiva á Denia, donde, después de reposar unos
días, embarcó en la armada real de España, á la que escoltaban
las galeras de Malta y las del gran duque de Toscana el 16 de
Julio. Hizo de allí rumbo la armada á Barcelona, adonde llegó
ol 18, acompañada de 27 galeras, siendo recibida con grandes
salvas y festejada todo el tiempo que permaneció en la ciudad
condal (i). En ella cayó levemente indispuesta la Emperatriz In-
ianta, y para prevenir todo sobresalto en la Reina madre la es-
cribió la Duquesa de Alburquerque la siguiente carta, á la que
contestó al margen S. M. — Dice así:
«Señora. — Hoy han llegado á esta ciudad los dos correos que
\ . M. mandó despachar á -los 14 y I 5 del corriente, en que he
recibido las dos respuestas de V. M. á lo que escribí á los 1 1 y
12 del, y en conformidad de mi obligación y de lo que V. M. se
sirve de mandarme estoy continuando en servicio de la señora
Emperatriz con el cuidado y celo que V. M. (sabe), y tengo sin-
gular atención á que S. M. C. estyle en todo las horas naturales
que observaba ahí y que no haya espejo ninguno como V. ¡VI.; y
< 1 i Véase la Verdadera relación de las fiestas y recibimiento que en
Barcelona se hizo ;i la Majestad Cesárea de la Serma. Sra. D. a Margarita
de Austria, emperatriz de Alemania, y juntamente de su embarcación y
acompañamiento . Madrid, 1666.
DOS VIAJES REGIOS. 38 1
puedo asegurar á V. M. que la destemplanza de ayer no la oca-
sionó ninguna causa de que pudiese originarse; esta noche lo ha
pasado tan bien S. M. C, que desde las diez y media hasta hov
á las ocho de la mañana durmió sin dispertar; á esta hora hube
de recordarla, por disposición de los médicos, que habiendo he-
cho junta sobre si se le daría un poco de mana, salió resuelto por
mayor parte de ella dejarse de usarse por si la costumbre que se
espera se encontrase con la evacuación que había de seguirse; con
que se vino á determinar recibiese una ayuda de medesina pur-
gante, con que ha obrado unas duresas que persuaden haber he-
cho provecho el espelerlas, y todo hoy se ha sentido con muy
buena disposición y semblante, esperando en Nuestro Señor que
mañana no ha de corresponder asydente ninguno. Así lo quedo
pidiendo á su Divina Magestad para que se pueda salir de aquí
con la brevedad que cierto conviene. Guarde Dios la C. R. per-
sona de V. M. como la christiandad ha menester. — Barcelona 22
de Julio de 1666 años. — La Duquesa de Alburquerque, Marque-
sa de Cadereyta».
Al margen de la primera cara está la contestación, escrita
también de mano de la Reina, que dice:
«Duquesa: Recibo tu carta con sumo gusto por las buenas no-
ticias que me das de la buena disposición con que se hallaba mi
hija; pido (á) Dios que mañana tendré muy buenas nuevas de no
haber habido correspondencia. Estimo que me escribas de tu
mano, con que podrás todo lo casero decirme más fácilmente
que no por secretario. No dudo del cuidado que pones en la asis-
tencia de mi hija, y yo estoy muy satisfecha á ella. Continuarás
el darme todas las noticias que te pareciere por minutos, que no
tengo otro alivio después que se fué mi hija que ese. Dios te
guarde. — De Madrid á 2/ de Julio, 1666. — Yo la Reina» (i).
Salió S. M. Cesárea de Barcelona el IO de Agosto, repuesta
ya de su indisposición, tomando la escuadra el rumbo de el Fi-
nal, adonde llegó felizmente el día 20 de Agosto.
Esperábala en este puerto D. Luís Guzmán Ponce de León,
(1) Originales en el Archivo del Excmo. Sr. Duque de Alburquerque.
382 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
gobernador del Kstado de Milán, y apenas se descubrió la Capi-
tana Real de España hicieron salvas de artillería y mosquetería
desde el castillo y baluartes de la plaza, á que correspondieron
las galeras del convoy. DesembarcóS. M. Cesárea en una puente
de madera de 200 pasos de longitud, prevenida para este efecto,
v que sobresalía del mar y remataba en un hermoso arco triun-
fal, costosísimamente aderezado, adonde pudo llegar la galera
Real con el costado del tabladillo. Por este puente entró I). Luís
Ponce en la Real y besó la mano á la señora Emperatriz, que le
mandó cubrir de primera clase, como á gobernador y capitán ge-
neral del Estado de Milán.
El desembarco se ejecutó yendo la Magestad Cesárea de la
mano del I hique de Alburquerque, y al pie del arco triunfal
5 la Cruz episcopal que el obispo de Savona tenía en sus ma-
nos, acompañado de toda la clerecía, y montó en una vistosísima
carroza de fábrica extraordinaria, asistida de la Duquesa de Al-
burquerque. Dióse principio al acompañamiento en esta forma.
Iban delante los capitanes y cabos más principales de las mili-
cias del Marquesado del Final, á quienes seguían D. Carlos de
Este, Marqués de burgo Mainicr; el Duque de Avito; el Marqués
de los Balbases, general de la caballería del Estado de Milán;
1 ). Diego Alvarado, gobernador del Final; Frey Juan Galdeano,
bailío de Elbe, general de las siete galeras de la religión de San
luán ele Malta; el duque de Tursis, que lo es de las galeras de la
escuadra de Genova; el Marqués de Yillafranca, de las de Sici-
lia, y el Marqués de Bayona, de las de España. A estos seguían
los dos hermanos del Duque de Alburquerque, los Marqueses de
la Guardia y Povar, mayordomos de semana, el padre confesor,
el capellán mayor y el Cardenal D. Jerónimo Colona; y á lo úl-
timo las damas, que iban delante de la carroza de la persona im-
perial. Marchó la Hmperatriz y su comitiva en esta forma en di-
rección al Burgo, donde se repitieron las salvas hasta llegar á la
iglesia de San Juan, cantándose en ella el Te Dewn en acción de
gracias por la felicidad del viaje. Pasó después S. M. Cesárea al
palacio ducal, que estaba riquísimamente alhajado, viéndose en
magníficas mesas copioso número de viandas, y habiéndose sen-
DOS VIAJES REGIOS. 383
tado la Emperatriz en la mesa del mayor salón, la presentó Don
Luís Ponce de León cantidad de riquísimas joyas, y entre otras
curiosidades se llevaron el aplauso seis cajas de vara y media de
largo y una de ancho, forradas de tela encarnada y plata, tacho-
nadas sobre muy ricos galones de puntas de oro de Milán. Estas
cajas contenían varios dulces de Italia, dispuestos en ellas con
tanto primor y aseo, que merecieron llevarse la vista de los
circunstantes; dos de las cuales envió S. M. Cesárea á la Reina
nuestra Señora en una falúa que al día siguiente salió de vuelta
de Barcelona con aviso de la feliz entrada en el Final.
En este puerto se entretuvo la Emperatriz once días, asistida
y festejada del gobernador del Estado con famosas meriendas y
bebidas extraordinarias, y en ellos recibió los parabienes de dife-
rentes Príncipes, y especialmente de monseñor Turiano, gentil-
hombre del Papa Alejandro VIL
Miércoles, primero día de Setiembre, salió S. M. Cesárea del
Final, acompañada de D. Luís Ponce y de numeroso congreso
de títulos y caballeros italianos que la condujeron aquella noche
á la villa del Caño y el día siguiente á Sping, donde el Marqués
de Palavicino, capitán de las guardas del Duque de Saboya, vi-
sitó á S. M. Ces. en nombre de su Príncipe.
Viernes, 3, se hizo la jornada á Ayguas, y allí fué visitada y
hospedada magníficamente por la Duquesa de Mantua y Monfe-
rrato. El día siguiente se hospedó en el convento de religiosos
dominicanos del Bosco del Figuerol. Domingo, 5> cm Alejandría
de la Palla, en cuya plaza se le hizo á S. M. solemne recibimien-
to. Lunes, 6, en Castelnovo de Scrivia. Martes siguiente, en Vo-
gera. Aquí fué visitada por I). Antonio de Saboya, gobernador
de Villafranca de Niza. El miércoles, 8, hizo jornada á Pavía,
siendo felicitada por un gentilhombre enviado por la Señoría de
Lucca^descansando en aquella ciudad hasta el sábado 1 1 del
mismo mes que se encaminó á la de Milán, si bien con impedi-
mento de la mucha agua que llovió en este y los siguientes
días.
En dicha ciudad entró S. M. de incógnito con cincuenta ca-
rrozas de seis caballos cada una, asistida del Duque de Albur-
384 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
querque, que por entóneos se hallaba muy congojado de cuarta-
nas, y del Gobernador de] Estado, y con ellos fue á dar gracias
;i Píos á la iglesia del Domo, alojándose luego en el palacio du-
cal en tanto que se perfeccionaron los arcos triunfales que para
la entrada en público estaban prevenidos y maltrataron las
aguas.
Esta entrada se celebró miércoles. I 5 de Setiembre, y hu' de
las más ostentosas y graves que se han ejecutado en Italia en
honor de Príncipe Católico, así en nuestros tiempos como en los
antecedentes. Fueron tantos y tan costosos los arcos triunfales y
el adero/o de calles, balcones y ventanas de la ciudad por donde
se celebró esta entrada, que han merecido darse á la estampa (i)
la mayor parte de ellos, delineados en láminas de bronce, para
que de los esmeros con que D. Luís Ponce de León se adelanta
en el servicio de la augustísima Casa de Austria, quede perpetua
memoria en los venideros siglos. Fueron muchos los fuegos arti-
ficiales que esta noche se esparcieron por la vaga región del aire;
v las máquinas y nuevas invenciones que famosos artífices fabri-
caron con el violento artificio de la pólvora, fuera de la entrada
cubierta del castillo, tales y tan extraordinarias, que admiraron
generalmente á los ingenios más relevantes de aquella ciudad,
formando, ya las invencibles águilas del Imperio de Alemania, ya
los incontrastables castillos y leones de Fspaña : festejo que
1 11 No hemos podido encontrar esta Relación impresa y tan primoro-
samente ilustrada como aquí se indica. Un año después, siendo el Duque
de AJburquerque virrey de Sicilia, escribía desde Palermo á D. Diego Za-
pata, ministro de S. M. C. en Milán, en S de Julio de 1667, la siguiente
carta, sumamente importante para aclarar este punto.
Illmo. Sr.— Sr. mío: El Sr. D. Luís Ponce me dice ha pedido á V.S.I. me
remita los papeles de los arcos y demás tiesta-- aue se hicieron á la Señi ira
Emperatriz cuando se halló en esa ciudad. Y por haberse acabado va de
escribir el libro de aquella jornada y no faltar para darle á la imprenta
otra cosa que estos papeles, no puedo dejar de cansar á Y. S. I. suplicán-
dole me l.i- remita con toda brevedad para que salga á luz esta obra, por-
que se ha e< hado va de menos en Madrid y ve Y. S. I. lo que conviene no
-i- deje olvidar nada, de lo que en ella sucedió, para que en lo de adelan-
te se hallen las noticia- necesarias, como le fueron ahora las del Viaje (li-
la Reina nuestra Señora, pues fué el timón 1 on que navegamos en el últi-
mo (le S. M. < ...
DOS VIAJES REGIOS. 385
S. M. Ces. estuvo mirando desde los baluartes del castillo, sir-
viéndola opulenta merienda el castellano, que lo era el muy no-
ble caballero D. Baltasar Mercader. Después de los fuegos se re-
presentó en Palacio una comedia con varias perspectivas y di-
vertimientos de música y saínetes, los cuales continuaron los si-
guientes días.
El viernes 17 de Setiembre, primer aniversario del falleci-
miento de Felipe IV, quiso la Emperatriz que se celebrase el
duelo en la iglesia del Domo, vistiendo S. M., las damas y la no-
bleza de aquel estado, luto de Corte.
Sábado, 18, entró en Milán el Marqués de la Grana á visitar á
S. M. Ces. de parte del Emperador, y la presentó un collar de
diamantes y cantidad de cadenas de oro y ricas joyas. El lunes,
20, hizo esta función el Marqués Alfonso Palavicino, capitán de
las guardas de archeros del Duque de Parma; el día siguiente el
Marqués Silvio Molza, gobernador de la ciudad de Reggio, de
parte del Duque de Módena; el jueves, 23, D. PYancisco de Pal-
ma, en nombre de la república de Lucca; el viernes, 24, el procu-
rador Vallier, embajador de la de Yenecia, ofreciéndola asistirla,
hospedarla y regalarla en nombre de su Príncipe, en los lugares
del Estado veneciano por donde se había de hacer el tránsito á
Alemania. En nombre del Duque de Saboya felicitó y cumpli-
mentó á la Emperatriz el Conde Felipe de Aglie, mayordomo
mayor del Duque, el 24 del mismo mes. Finalmente, el 29 salió
do Milán S. M. Ces., y por un navillo ó canal hizo la primera
jornada en una vistosísima góndola, betunada de verde y bruñida
de oro, con vidrieras de cristal, cortinas y cielo de damasco, y
alfombrada de ricos tapices ajustados á la capacidad del bajel.
Llevaba seis remeros vestidos de damasco verde franjeado de
rica plata, y navegó á la Canomía, villa distante veinte millas de
Milán, donde ya estaban esperando los coches de la comitiva.
Desde aquí se prosiguieron las jornadas por las tierras del Mi-
lanesado hasta entrar en las de Yenecia, siendo todas muy pe-
nosas por las continuas lluvias. En los confines estaban los Em-
bajadores venecianos esperando á la Emperatriz, recibiéndola,
hospedándola y convoyándola con tanta majestad y grandeza
tomo xlii. 25
386 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
como merecía su imperial persona, de quien se despidió I). Luís
Ponce de León, volviéndose á Milán, colmado de honras y fa-
x-ores.
A 8 de ( )ctubre se hizo la jornada á Roveredo, primer lugar
de Trento, y allí fué magestuosamente recibida y agasajada del
Cardenal de Harrac, obispo de aquella ciudad, y del Príncipe de
Díetenreschtein, mayordomo mayor que había de ser de la Em-
peratriz, asistidos de copioso número de Príncipes, caballeros y
milicias de aquellos Estados (1).
Roveredo era el punto designado para verificar las solemnes
entregas, y felizmente existe en el Archivo de los Duques de
Alburquerque la siguiente minuciosa Relación manuscrita, que
contiene interesantísimos detalles de estas ceremonias.
Relación de la entrada de S. M. Cesárea, la Señora Empera-
triz, en el lugar de Roveredo, y de su entrega hecha por el Duque
de Alburquerque, por plenipotencia del Rey y Reyua mies tros se-
ñores, al Cardenal de Harrach y Principe de Dictristain, que la
traían del /imperador.
Domingo, á las cinco de la tarde, llegó S. M. á Roveredo. An-
tes de entrar, estaba de la otra parte del río un escuadrón de in-
fantería que hizo salva. La entrada fué en esta forma. El coche
de respeto iba delante; luego cuatro trompetas del Duque de
Alburquerque con casacas negras y banderolas bordadas de oro.
Tras ellos el coche del mayordomo mayor, en que iba el Duque
á mano derecha; á su lado izquierdo el Marqués de la Guardia,
mayordomo más antiguo; á la proa el Marqués de Pobar, mayor-
domo; al estribo D. Antonio Messia, menino y brazero. Detrás
iba toda la familia del Duque y tres literas suyas. Seguíanse lue-
go dos trompetas de la Señora Emperatriz con sus casacas ne-
gras; luego Pedro de Retana, cochero mayor; luego el coche de
la Señora Emperatriz, en que iba S. Al. Cesárea, y á la proa la
(1) De la relación existente en la Biblioteca de la Real Academia de la
Historia, Papeles de Jesuítas, tomo 173.
DOS VIAJES REGIOS. 387
Duquesa de Alburquerque, camarera mayor; seguían los coches
de las Señoras de honor, Marquesa de Lanzarote y D. a Leonor
Fajardo, guarda mayor; y en el otro iban las damas D. a María de
Toledo, D. a Christina y P. a Melchora Zapata.
Llegóse á Palacio, donde á la puerta de él, de la parte de
adentro, estaban el Cardenal de Llarrach y el Príncipe de Die-
tristain. Apeóse S. M. C; llegó el Cardenal, y haciendo la reve-
rencia y dándole la bienvenida, entregó carta del Sr. Empera-
dor. Luego la hizo reverencia, aunque sin hablar, algo más apar-
tado, el Príncipe de Dietristain. Subió S. M. C. á su cuarto, y
luego se retiraron á sus casas los ministros y criados alemanes;
y aquella noche y día siguiente sirvieron los españoles y la Casa
del Rey nuestro señor, y lo continuaron hasta hacer las en-
tregas.
Lunes por la mañana salió S. M. á misa á la iglesia de San
Marcos con saya entera de velo de peso, blanco, bordada de
torgal de oro y mayates. El vestido de la Duquesa de Albur-
querque de chamelote de color de ala de cuerbo, guarnecido de
encajes de plata y negro. D. a María de Toledo, de chamelote
encarnado con tres guarniciones de plata bordado. D. a Chris-
tina, de tela de oro, verde, guarnecido de lama blanca y tor-
éales de oro bordado. D. a Melchora Zapata, de tela de prima-
vera, con encajes de Yenecia, de plata; el Duque de Alburquer-
que vestido de raso pardo, bordado de bichos de oro y flores de ,
todos géneros de cartulina de plata y enrrejado de filigrana. Su
librea de chamelote verde bordada con torgales de oro y lente-
juelas de oro. Componíase de cien vestidos; treinta pajes; diez
ayudas de cámara; treinta lacayos; seis cocheros; cuatro trompe-
tas; cuatro moros; dos reposteros de estrado; dos mozos de re-
trete; seis litereros; reposteros de plata y de ropa blanca; seis
mozos y los cocineros. El Marqués de la Guardia, su vestido de
ormesí amusco (T), bordado de plata al canto. D. Antonio de
Messia, su vestido de ormesí color de caña, bordado al canto de
plata y negro: la librea de sus criados de paño acanelado guar-
7
(1) Color pardo obscuro.
588 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
nocido do franjas de oro y verde. El Marqués do Pobar do or-
mesí amusco, bordado do hojuelas do plata quajada; y la libroa
de sus criados de terciopelo 'verde guarnecido con fránjasele
oro y plata y plumas blancas y verdes. I). Iñigo Fernández del
Campo, do paño acanelado, bordado al canto de oro y plata; sus
criados, do paño verde, guarnecidos de franjas de oro al canto.
I >. Diego Bonifaz, do rico amusco bordado de plata al canto; y
la librea de sus criados de paño aceitunado, guarnecidos de fran-
jas de terciopelo labrado verde. D. Francisco de Lira, sobreor-
mesí liso azul celeste, todo bordado de plata pasada; la librea de
sus criados de paño verde guarnecido con franjas de plata y oro
al canto. D. Isidro do Ángulo, de paño acabellado, bordado al
canto de plata y oro. Fl Guarda-joyas un vestido de paño amus-
co bordado de plata al canto. El contralor, un vestido de paño
amusco bordado al canto sobre raso plateado, toréales amuscos.
El despensero mayor, D.Juan de Valdivia, de paño amusco bor-
dado de plata al canto. El Sumiller de la caba, un vestido de
paño amusco bordado al canto de torcal de seda verde. D. Pe-
dro Altura, maestro de la Cámara, de paño amusco bordado al
canto de plata. I). Pedro de Yillaroel y de la Cueva, sobrino del
I )uque de Alburquerque, de paño amusco bordado al canto do
plata y oro; 'a do sus criados, de paño amusco y cabos de lama
blanca y botonadura de plata. D. Gabriel de Madrigal, de la Or-
den de Santiago, socrotario de S. M. y del Duque de Albur-
querque, <\c raso amusco bordado al canto de plata pasada. Don
Antonio de l billa, caballero de la Orden de Santiago, secretario
do Cámara del Duque de Alburquerque y oficial de Estado, de
paño amusco guarnecido de encajes de plata. D. Fian Vázquez,
caballero de la Orden de Santiago, caballerizo del Duque de Al-
burquerque, de paño amusco guarnecido de dos franjas de oro al
canto y plumas blancas. I). Pedro Berrocal, un vestido de paño
plateado, guarnecido de encajes de Venocia, grandes, de plata
y oro. D, Agustín de Salazar, gentilhombre de Cámara del Du-
que de Alburquerque, de paño amusco con cabos de plata y oro
bordados. I >. Gonzalo de la Cueva, caballero de la ( )rden de San
Juan, de paño amusco con cabos -bordados de plata y oro. Don
DOS VIAJES REGIOS. 389
Francisco de la Cueva, caballero de la Orden de San Juan, de
paño amusco con cabos bordados de plata y oro (i). Todos es-
tos llevaban cadenas de oro y plata y plumas blancas y encarna-
das. Joseph Gambarte un vestido de paño de Holanda, color
aplomado obscuro, con cabos de raso bordados de plata. Pedro
de Retana, cochero mayor de la Sra. Emperatriz, un vestido de
paño amusco bordado de plata al canto. D. Fernando Maestría,
secretario y oficial mayor de D. Iñigo Fernández del Campo, de
paño amusco, bordado de oro y plata al canto».
Domingo I O de Octubre se celebraron con toda pompa las
entregas. Fué aquí visitada por el Conde de Sbalata, quien de
parte del César la dio la bienvenida y la presentó un cofre en
que le enviaba cadenas de oro y joyas de diamantes, esmeraldas
y rubíes, las cuales mandó S. M. Ces. repartir esta misma noche
á la gente de su familia, así entre la que se había de volver á
Italia y España, como la que había de entrar en Alemania á su
servicio. La Señora Emperatriz fué al otro día conducida por la
mañana á la iglesia de San Marcos de aquella ciudad, y después
de oir misa en su capilla mayor, donde se cantó el Te Deum, sa-
lió á la puerta de la iglesia, y en ella el Duque de Alburquerque,
en nombre del Rey y de la Reina Gobernadora entregó la per-
sona de la señora Emperatriz al Príncipe de Dietrichstein y al
Cardenal de Harrac, nombrados para este efecto por el Empera-
dor de Alemania, los cuales la recibieron con la solemnidad y
(1) Es, por cierto, bien extraño que no se cite para nada á D. Baltasar
de la Cueva, Conde de Castellar, que estaba nombrado Embajador en Ale-
mania, y debía ir acompañando á la Emperatriz, según se deduce del si-
guiente despacho que, original, tenemos á la vista:
«La Reyna Gobernadora. — Illustre Duque de Sermoneta, primo, de la
insigne Orden del Tusson de oro, virrey y capitán general del reino de
Sicilia. A D. Baltasar de la Cueva, Conde de Castellar, he nombrado por
Embaxador en Alemania, y he mandado se le- den doce mil escudos de
ayuda de costa: los quatro mil en esse Reyno, y los ocho mil en el de Ña-
póles, en atención á los gastos que se le recrecen por haber de yr con la
Emperatriz mi hija; y así, os ordeno y mando que los cuatro mil escudos
se los hagáis pagar luego del dinero más prompto que hubiese en ese rey-
no; que así lo tengo por bien. De Madrid á 27 de Febrero de 1666. — Yo,
la Reyna. — Pedro Fernández del Campo de Angulo>.
390 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ceremonias contenidas en las instrucciones que de sus monarcas
llevaban. Después de verificadas las entregas, el Duque de Al-
burquerque, hecha una profundísima cortesía, se despidió de la
Emperatriz, yendo á embarcarse en el Final, convaleciente to-
davía de las cuartanas, en las galeras de Sicilia.
Diez días se entretuvo S. M. Ces. en Roveredo, partiendo el
20 de Octubre, atravesando el Tirol; pasando por la Carintia y
entrando en la Stiria llegó el 23 de Noviembre á Schotenvien,
lugar del Austria interior, doce leguas distante de la Corte de
Viena. Impaciente el César por ver la deseada consorte, tomó
la posta seguido de muy pocos caballeros, y en breve llegó á
Schotenvien, dando aviso secreto al Príncipe de Dietrischtein
de decir á la Emperatriz que habían venido unos caballeros de
Viena á ponerse á sus pies y besarla la mano. Admitióles benig-
namente S. M. á su audiencia, y al llegar al tercero «no pudo
contenerse Amor gigante en los límites estrechos del obsequio;
rompió la voluntad los tímidos grillos del respeto y al aplicar los
labios á aquella adorada mano salió el alma á publicar verdades
de! corazón amante... Quísose arrojar á sus pies la agradecida
esposa á no haberla detenido el César, diciéndole en breves razo-
nas lo que le dictó aquella noble pasión á vistas del anhelado ob-
jeto... De este amable embarazo pendían los dos corazones de los
Augustísimos esposos cuando entró la Condesa de Eril y las da-
mas españolas que traían algunas grandes fuentes ó azafates. En
el uno venía un sombrerillo con un cintillo de riquísimos diaman-
tes, siendo el golpe de una joya de inapreciable valor; traía otra
dama otra gran bandeja con un' cofrecillo de oro lleno de ricos
presentes y raras joyas. Las otras presentaron algunas pirámides
de confitura para refresco y algunos platillos de dulce» (1).
Al día siguiente partió S. M. de Schotenvien y llegó á Naistat,
donde la esperaba la Emperatriz viuda, en cuya compañía partió
á Eberstorf, casa de campo, donde se d< tuvo hasta el 5 de Di-
ciembre, en el que hizo su solemne entrada en \ iena.
El recibimiento que se le hizo en esta ciudad y corte imperial
(1) Vida c imperio de Leopoldo I.
DOS VIAJES REGIOS. 39 1
excede á toda ponderación, y necesitaríamos otro tanto espacio
como el que llevamos ocupado solo para dar de él un pálido re-
flejo. Remitimos al curioso lector á la obra citada, y sobre todo
á las dos Relaciones que llevan por título: «Verdadera relación
de la entrada y recibimiento que sé hizo á la Sra. Emperatriz de
Alemania, D. a Margarita de Austria, en la ciudad de Yiena, en
cinco de Diciembre del año pasado de 1 666, Granada, 1 666. —
II Pomo d'oro, festa teatrale rappresentata in Yienna per l'au-
gustissime nozze della Maesta di Leopoldo e Margherita. Vien-
na, 1668.»
Quedó tan prendada la Emperatriz Infanta de su camarera
mayor la Duquesa de Alburquerque, que conservó con ella toda
su vida cariñosa é íntima correspondencia, de la que copiamos,
siquiera sea como muestra, la siguiente carta ológrafa:
«Duquesa mía de mis ojos: El otro día recibí una carta tuya
que fué para mí de mucho gusto, por saber en ella que tienes
salud. Yo la tengo, á Dios gracias, y me va muy bien en mi pre-
ñado, pues á 24 de éste cumplo siete faltas y siento muy bien la
criatura, aunque hasta que la sintiese me trataron muy mal los
gómitos; pero después que la he sentido no he vuelto á gomitar;
y te estimo mucho los consejos que me das, que bien creo de tu
buena ley serán de todo corazón; mucho siento haya malparido
tu hija y que al Duque no se le hayan quitado las quartanas, y
creo que cuando recibí tu carta estaría ya libre dellas, porque
era de 16 de Abril, y en tanto como ha tardado en venir espero
en Dios se le habrán quitado. Me guelgo mucho que estén tan
lindos tus nietos como me clic^s; que Ana Antonia espero será
muy linda menina de lo que naciere; mucho te estimo el cuida-
do que has tenido de hacerme hacer las telas, que de tu buena
ley siempre lo esperé. Dios te me guarde, Duquesa mía de mis
ojos, como deseo. De Yiena á 20 de Agosto de 1667. — A tu hija
darás muchos recados de mi parte. — Margarita María.»
¡Lástima grande que soberana dotada de tantas gracias, virtu-
des y talento, falleciera prematuramente á los veintidós años de
edad, el día 13 de Marzo de 1673!
A. Rodríguez Villa.
39 2 boletín de la real academia de la historia.
II.
LA EPIGRAFÍA LATINA EN LA PROVINCIA DE ORENSE.
on esto título ha sacado á luz en el tomo i del Boletín de la
L omisión provincial de Monumentos históricos y artísticos di
Orense (i) una muy docta monografía I). Arturo Vázquez Xúñez.
En nuestra provincia», dice (2), «no ha visto el Sr. Hübner
ninguna de las inscripciones que en ella existen, teniendo que va-
lerse exclusivamente de los datos que en nuestros escritores pudo
encontrar, siendo el principal el Sr. Barros Sivelo, que en sus
Antigüedades de Galicia reúne una colección abundante, pero
muy defectuosa, por la precipitación con que llevó á cabo sus
importantes trabajos, tiernos creído, por lo tanto, muy conve-
niente la publicación de un catálogo de las inscripciones latinas
de la provincia de Orense, valiéndonos al efecto de los datos ya
conocidos, y procurando rectificar muchos de ellos por medio
del estudio directo de las lápidas que hemos podido ver en nues-
tras excursiones por la provincia, así como de las que se han ido
recogiendo y figuran ya en el Museo Arqueológico de esta
ciudad.
Para su clasificación nos hemos valido del método más gene-
ralmente adoptado, agrupando las inscripciones en cuatro clases,
cada una con su numeración aparte: 1. a , inscripciones consagra-
das á divinidades; 2. a , honoríficas; 3. a , funerarias; y 4. a , piedras
miliarias.»
Dos lápidas de esta colección están representadas por exce-
lentes fotograbados (3), que con los tres que han visto ya la luz
pública en nuestro Boletín (4) podrán servir de fundamento á
un buen tratado de paleografía Orensana.
(1) Páginas 18-23, 25-33, 46-53, 65-67, 77-83, 98-105, 372-374, 4©6 y 407.
Orense, Marzo 1898-Julio 1901.
(2) Pág. 19.
(3) Los clises me han sido prestados por el Sr. Vázquez Núñez.
(4) Tomo xli, pág. 502; xlii, 227 y 309.
epigrafía latina.
395.
1.
Ara votiva á las célebres burgas de la ciudad de Orense.
Es de granito, alta 83 cm., ancha 45. En 1841 la vio el Sr. Be-
doya «coronando la fuente de la huerta, sobre las burgas, en la
fábrica de curtidos de D. Santiago Sáenz» (i). Hübner la reseñó
'bajo el número 2527. El Sr. Vázquez Núñez nos dice (2) que con
posterioridad alano 1841, «al reedificar con mayores proporcio-
nes D. Santiago Sáenz la fábrica de curtidos citada, colocó la
piedra como coronamiento de una fuente de agua caliente que
hay en la huerta del edificio, poniéndole una cruz por remate.
Allí continuó hasta el mes de Enero de 1 897, en que por dona-
ción do D. a Lucía Cabello Sáenz, pasó al Museo provincial de
Orense, en donde se custodia.»
Xo vio Hübner la piedra original, ni obtuvo impronta de ella,
ni fotografía; por lo cual se excusan las vacilaciones que experi-
mentó, sospechando que en la línea 3. a esté escrito A/baua, y que
en la 4. a deba entenderse el nombre gentilicio Aeboso(cum), que
le recordaba el de uno de las diez ciudades, ó pueblos, que en el
año 79 de la era cristiana contribuyeron á la erección del puen-
te de Chaves (2476): Aquiflavicnses, Aobrigenscs, Bibali, Coclcr-
ni, Equaesi, Interamici, Limici, Acbisoci (var. Nebisoci), Onar-
querni, Tamagani » . Evidentemente no puede admitirse Albausu
ni es fácil compaginar Acboso(cum) con Aebisoci, y mucho menos
con Nebisoci.
El Sr. Vázquez Núñez lee y traduce:
■Nympli/s Calpurnia Aebana Aeboso ex visn v(otam) s(olvit) l(ibens).
Calpurnia Abana Aeboso cumplió gustoso el voto que hiciera bajo [a
inspiración de un sueño á las Ninfas de las aguas.;>
Dos reparos se me ofrecen en presencia del ejemplar fotográ-
fico. En el renglón primero creo que se distingue claramente el
nexo de hei, resultando el dativo arcaico Nympheis, influido por
(1) Boletín, tomo xlii, pág. 156.
(2) Pág. 20.
394 boletín de la reai. academia de la historia.
órense. Lápida de las Burgas.
epigrafía latina. 395
el griego vúfjwpais (i). En el renglón tercero no es cierto que deba
leerse Abana. La última letra de este vocablo podría muy bien
ser ;¿, porque ni tiene el travesano propio de la A, ni los palos
de igual altura. Está debajo de otra N indubitable, y como ella
de tamaño menor. Aseméjase á una J"* (ibérica) inclinada, y á la
N del segundo renglón ; diferenciándose de ésta únicamente en
estar inclinada y en la ondulación alternativa de los ángulos. Así
que prefiero leer los renglones tercero y cuarto de esta manera
Abajina Eboso(cum) , y enlazar la .terminación de Abanna con
las de otros cognombres: Sísanna (2051, 2368), Turciuius (2671),
Bondenna (5274), Uprenna (2160), Aninna (1586), etc. Por lo
tocante á la estructura del gentilicio Eboso, cuyo complemento
natural es Ebosocnm, básteme recordar la sobredicha inscripción
del puente de Chaves y otra de Asturias (5739): Flavns Auledi
f(ilius) Cabarcns gente Beriso. En esta inscripción el vocablo
gente está designado por una o, que también puede interpretarse
por tribu, gentilidad ó centuria indígena (2).
♦ 2.
Hace nueve años, fué descubierto á corta distancia de la Pue-
bla de Tribes, en el predio llamado Sonto do Padrón, cuyo pro-
pietario, D. Juan Gómez Núñez, me facilitó una copia, que expuse
en el tomo xxvm del Boletín (3). En Marzo de 1 897 se trasladó
al Museo provincial de Orense, donde permanece, y lo ha foto-
grafiado el Sr. Vázquez Núñez con el objeto de fijar la lectura y
desvanecer los reparos é incertidumbres que de los traslados
hechos á mano se originan.
(1) Varios ejemplos de semejante anomalía (ei por i) registra Hübner
en la página 1 186.
(2) Otro ejemplo, muy notable, presenta Hübner bajo el número 2601:
Naviae Ancetolu(s) Au?-¿(ensis?) exs j Sesm [aco(rúm)?~\ votum possit, q(uoius)
e(um) c(ompotem) f(ecit). En la inscripción siguiente (2602) el mismo río,
divinizado, se llama Navia Sesmaca. No consta en qué lugar de Galicia las
dos aras aparecieron, pero se puede presumir que sería no lejos de la
Puebla de Tribes, ó cerca del río Navea.
(3) Páginas. 522 y 523. Junio 1896. ■*•
396
BOLETÍN de la real academia de la historia.
ij
epigrafía latina. 397
Es de piedra arenisca, y su tipo de letra corresponde á la se-
cunda mitad del primer siglo. Fracturado por su base, mide
63 cm. de alto por 66 de ancho; permitiendo suponer que fues
un sillar cuadrado, asentado sobre otro de parecidas dimensio-
nes, y coronado por otro, que completasen la exornación v el
epígrafe, de conformidad con el hermoso monumento de Julia
Tíbura (i); así denominada, por haber quizá nacido en la comar-
ca de Tribés.
Rota como está, es de gran valor geográfico la presente ins-
cripción, descubierta en el Sonto do Padrón, dentro del término
de la feligresía de Santa Alaría de Tribes. El paleográfico no lo
es menos. Para fijar la lectura, importa notar los puntos separa-
tivos de los- vocablos, el uso de los nexos y la doble configura-
ción de la H, la X y la Y. Eos ángulos de la N y de la Y ya son
perfectos ó concurrentes en un solo vértice, ya imperfectos ó
truncados por un travesano horizontal. Esta segunda forma de
la N; que se destaca indubitable en el renglón quinto, descubre
en el segundo el nexo de i. ne. Ea primera forma de la N solo
aparece en el renglón tercero, incluyendo el nexo de A para
leerse AN, y distinguirse del nexo AV, que en el renglón segun-
do comparece y se aviene con el nexo VA del renglón cuarto.
Por último, no debo negar que al principio de este mismo ren-
glón la C inversa, ó 3, designativa de la sílaba final del gentilicio
ha de leerse cuvi, ó qnm] porque de ambas lecciones, ó maneras
de escribir, los ejemplos abundan en todo el centro y nordoeste
de España.
POPILL1VS • HI
RSVTVSFLAVINE
ANDIECI • F-LANCI
3 ' D Ó M O • V A
COECI • AN • XXXII
H-S'E
(1) Boletín, tomo xlii, pág. 307.
398 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Popillius Hirsutus Flavi(i) Neandieci f(ilius), Lanciq(um), domo Vacoeci,
an(norum) XXXII, h(ic) s(ilus) c(st).
Popilio Hirsuto, hijo de Flavio Neandieco, de la gente de los Landos y
solar de Vaceco, fallecido en edad de 32 años, aquí yace.
El nombre gentilicio Lanciq(um), que puede pertenecer á di-
versas regiones no poco distantes entre sí (i), aparece distinta-
mente en una inscripción (3088) de Malamoneda, despoblado de
la provincia de Toledo. Lo cierto es que la patria de Popilio
Hirsuto era Vacoecum, ó Vacoccis, ciudad ó población cuya -re-
ducción geográfica, si no hubiere de buscarse cerca del río Vou-
ga (2), tal vez se encontrará en el territorio de la ciudad que
Ptolomeo llama \x-v.:i-(r. (Lanciati), situándola al oriente de
Valdeorras v al occidente de Astorga; lo que nos lleva hacia
Vicósende y Vascois, lugares de San Vicente de Carballeda, á
mano izquierda del río Sil en la provincia de Orense.
La capital de los Tíburi, Teípoupoi, era Nefistápp^a, la Neineto-
briga de los itinerarios de Antonino y del Ravenate. Dos ins-
cripciones ha devuelto á esta comarca el Sr. Vázquez Núñez, y
nos ha dado conocimiento de otra inédita. Citaré sus pala-
bras (3):
- Hübner, 2604.
AELIO SPORO
IVLIVS FLAVINVS
ET ATILIVS ASTVR
H-EX'T
Adió Sporo Julius Flavinas ct Atilius Astur li(crcdes) ex t(esiamenío).
A Elio Sporo erigieron este monumento Julio Flayino y Atilio Astur,
sus herederos testamentarios.
Aunque I tübner la coloca en un lugar incierto de Galicia (4),
se sabe que esta lápida fué descubierta en las inmediaciones del
1 1 1 Hübner, Monumento, linguete ibericae, págs. 234 y 235. Berlín, 1893.
(2) ¿En Viseo?
(3) Tiburi (Tribes) 7 30', 43 o 45'-— Gigurri (Valdeorras) 8 o , 43 o 45'.
-Lanciati 9 20', 43 o 30' '. — Asturica augusta (Astorga) 9 30', 44 o .
(4) Páginas 48, 49 y 373.
EPIGRAFÍA LATINA. 399,
Puente Navea, y estuvo mucho tiempo colocada al lado derecho-
del arco de la capilla de dicho puente. Hoy es propiedad, y se
halla en la casa de la Sra. Marquesa de Trives, en el pueblo del
mismo nombre.
Hübner, 2605.
D o M
AT1LIAE ANNAE
ANNORVM XXI
ATILIVS ASTVR
PATER
D(iis) Mianibus) Atiliae Annae annorum XXI, Attlius Asiur pater.
A los dioses Manes de Atilia Anna de 21 años de edad, puso este monu-
mento su padre Atilio Astur.
Muratori da cuenta de esta inscripción como encontrada en el
pueblo del Quiero, nombre que no tiene ninguna entidad de po-
blación en Galicia. Es de presumir (y así lo cree también Hüb-
ner) que esta inscripción y la anterior hayan sido descubiertas
en un mismo punto, puesto que en ambas se encuentra el nom-
bre de Atilio Astur, como heredero testamentario de Elio Sporo>
en la primera, y como padre de Atilia Anna en la segunda.
Inédita.
/mu /jiiii EVS
/////,// //////////////
MAXIMVS
EX VOTO
Descubierta en el lugar de Santa Alaría de Trives. Hállase co-
locada en una casa, propiedad de D. Darío Rodríguez y otros,
en posición invertida y sirviendo de basa á un puntal de madera
que sostiene el cobertizo de la escalera exterior de dicha casa.
Resulta ilegible en su mayor parte, por habérsela destinado du-
rante largo tiempo á afilar útiles de labranza.»
Hasta aquí el Sr. Vázquez Xúñez. Toda vez que se conservan
en Tribes la primera y la tercera de estas tres lápidas, y además
la miliaria (4854 y 6224) de Puente Navea, importaría recono-
JOO HOLET1N DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
cerlas, indicar sus dimensiones y presentarlas en fotograbado
con el objeto de contribuir al estudio paleográfico y cronoló-
gico de las mismas. I. a tercera, conjeturo que dice:
\Dian e U\sulenius\ Maximus ex voto.
Exvoto de Usulenio Máxime á Diana.
Por lo tocante ;í la primera, la observación que ha hecho el
Sr Vázquez Núñez esclarece y fija la significación del texto de
Muratori, el cual apuntó que el monumento estaba «.in Calaccia
ad Naviam fluvium» . El autor de la designación tradujo «-7V#-
vea por «Navicfs»; y de aquí dimanó el error en que incurrieron
(Van Bermúdez ( [) y < iortés (2). Por último, la segunda, que Mu-
ratori puso «in oppido del Quiero» y hubo de encontrarse y co-
locarse no lejos de la primera, conjeturo que se oculta en -San
Sebastián 'de Piñoiro (3), distante un cuarto de legua de la Puebla
de Tribes.
Con lo dicho creo que bastará para recomendar y alentar los
estudios epigráficos de tan celoso investigador como sabio
maestro.
Madrid, 17 de Abril de 1903.
Fidel Fita.
Navia, villa y cabeza de concejo en el principado de Asturias, con-
finando con Galicia y con el mar Océano por el poniente y por el norte.
Tolomeo la llama Flavionavia y la coloca en la orilla del río Naviluvion v
•en la región de los pesicos. Se descubren en su recinto algunos rastros de
su antigua población, entre los cuales se encontró esta inscripción, AELIO
SPORO etc. Sumario de las antigüedades que hay en España, pág. 203.
Madrid, 1832.
(2) Diccionario geográfico-histo'rico, tomo ni, pág. 270. Madrid, 1836.
El primer copiante del nombre de la localidad escribiría Pineiro;
y de aquí la mudanza en Queiro, y por último en Quiero bajo la pluma de
Muratori fácilmente se explica.
HISTORIA DE LA VILLA DE BAENA. 401
JII.
HISTORIA DE LA VILLA DE BAENA (1).
Honrado por el Excmo. Sr. Director de esta Real Academia
con el encargo de emitir acerca de la enunciada obra el dicta-
men pedido por el Ministerio de Instrucción pública, después de
un detenido estudio y con la desconfianza propia de mis escasos
conocimientos, expongo á tan respetable corporación el juicio
que he llegado á formular.
Es evidente, sin disputa, que aquí estamos llamados á deter-
minar el mérito positivo y absoluto de las obras que se exami-
nan; mas tampoco cabe duda en que las condiciones extrínsecas
de las mismas obras y las peculiares de los autores contribuyen
muchas veces á realzar y hacer más apreciable aquel mérito, ó,
al contrario, al modo que en jurisprudencia las circunstancias ate-
nuantes y agravantes modifican los grados de culpabilidad para
la imposición de las penas.
No es que pretenda yo supeditar en el caso presente á las in-
dicadas condiciones accesorias el valor propio efectivo del libro
de que estoy dando cuenta, y menos que me guíen simpatías
profesionales, por grato que me sea ver á los militares distinguir-
se en todos los ramos del saber; pero me parece oportuno, por
un lado, hacer notorias las cualidades individuales de D. Fran-
cisco Valverde, y por otro señalar la influencia que una pro-
ducción de esta clase puede ejercer en el campo de las letras
españolas.
(r) Escrita por D. Francisco Valverde y Perales, Comandante de la
Guardia civil, Comendador de Isabel la Católica, Correspondiente de la
Real Academia de la Historia, con prólogo de D. Rodrigo Amador de los
Ríos, individuo de número de la Real Academia de Bellas Artes de San
Fernando, etc. Toledo, 1903. Un tomo de xxvi-536 páginas en 4. , ilustra-
do con una vista general de dicha villa, un plano de la misma, un croquis
déla batalla de Munda, 33 grabados representando edificios, monumen-
tos, lápidas, imágenes y objetos artísticos, mas el retrato del autor.
tomo xlii. 26
402 boletín de la real academia de la historia.
En cuanto á lo primero es muy poco lo que resta por decir
después de haber consignado luminosamente en su prólogo el
Sr. Amador de los Ríos los merecimientos del autor, bien cono-
cido en esta casa por sus aficiones históricas y arqueológicas y
por sus trabajos sobre estas materias, á las que ha sacrificado su
reposo, su salud y sus medios materiales, mereciendo por ello con
justicia y aplauso el nombramiento de Correspondiente de esta
Real Academia.
La Historia en sus mayores alcances, amplitud y generalidad,
es una labor sintética y de integración, á la que solo se puede
arribar gradualmente y por tramos sucesivos. Xo se comprende
una verdadera historia universal sin el concurso de las más com-
pletas de todos los países, comparándolas, concordándolas y se-
leccionándolas, si me es permitido expresarme así. Análogo pro-
cedimiento requiere la magna Historia de España que estamos
esperando y se tardará mucho en conseguir, por su grandiosidad
y extensión, por la escasez de elementos parciales constituyen-
tes y por nuestra ingénita inercia y repulsión á las empresas ári-
das y poco lucrativas. Así es que cualquiera libro de la índole de
la Historia de Buena es una piedra más, ó un ladrillo siquiera, para
la erección de nuestro futuro monumento historial, y por tanto
digno de aprecio y atención; mayormente, si viene á roturar como
éste un campo virgen y desatendido hasta el presente, pues no se
conoce otro alguno semejante fuera de las lacónicas reseñas de
los diccionarios geográficos ó las incidentales noticias ligeras do
tratados de otra significación.
Está la obra dedicada «al alcalde y concejales del ilustre Ayun-
tamiento de Baena», en testimonio de agradecimiento por la
protección que han prestado al autor, y la precede el interesan-
te y bien escrito prólogo á que he aludido y que merece ser
consultado. A continuación van dos capítulos especiales, y se-
guidamente, en otros quince, el proceso historial de la villa de
Baena, desde su origen presumible hasta el año de 1 868.
El xvm se consagra á la descripción de los edificios religiosos
y objetos sagrados, artísticos é históricos que encierra. Sigue
una serie de biografías de personas notables tenidas por natura-
HISTORIA DE LA VILLA DE BAENA. 403
les de la villa; después veintidós «apéndices», consistentes en co-
pias de documentos antiguos poco ó nada conocidos, algunos de
ellos muy curiosos; y al fin una lista de los fundadores de aque-
lla Sociedad Económica de Amigos del País, y otra de los corre-
gidores y alcaldes que ha tenido Baena desde 1 591 hasta el co-
rriente año de 1903.
Volviendo á los dos capítulos que he llamado especiales, el
Sr. Valverde emplea casi todo el primero, que también lo es de
la obra, en una digresión acerca de la campaña de Julio César y
de los hijos del gran Pompeyo enlaBética, y particularmente de
la batalla de Munda, «considerando estrechamente unidos aque-
llos sucesos con la historia de Baena, por haberse desarrollado
en parto dentro de lo que hoy forma su término», aunque apar-
tándose algo del objeto del libro (añade), y á pesar de no citarse
para nada á Baniana en los antiguos relatos de dicha guerra.
Con ese motivo discurre sobre la controvertida situación de la
ciudad de Munda, que admite y da por cierto estaba en donde
hoy la población de Montilla, cabeza de su partido en la provin-
cia de Córdoba, á seis leguas de esta capital y cuatro de Baena.
Como quiera que es de alta importancia histórica el descubri-
miento del campo en que César ganó su última batalla, abatiendo
el poder de los Pompeyos con transcendentales consecuencias
para el pueblo romano, y en mi calidad de militar me juzgo obli-
gado á seguir al autor en. este empeño, bien que sin aspirar á la
solución de un tema en que tantos me han precedido bajo dife-
rentes puntos de vista. Pero á fin de no interrumpir el asunto
primordial del presente escrito, trataré de ello en forma de nota
aparte.
El capítulo segundo da á conocer unas cuantas antigüedades
romanas y otras, principalmente inscripciones, las más de ellas
sepulcrales, describiéndolas, comentándolas y consignando su pro-
cedencia y paradero; bien pocas, seguramente, si se atiende á la
abundancia que debe haber ignorada, según el número y catego-
ría de las poblaciones y fortalezas que existieron en aquella tie-
rra, y cuyos restos yacen cubiertos por el suelo cultivado y por
las construcciones modernas; algunas han sido halladas por el se-
404 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE I. A HISTORIA.
ñor Valverde mismo, y de ellas tiene ya noticia la Academia, y
entro las demás figura una muy notable por su singularidad, y
es una cruz simbólica di- fe en nuestro Señor Jesucristo, hecha
de metal fundido, de más de una tercia de altura, y pertenecien-
te al siglo vi ó vil de nuestra era, la que ha adoptado como em-
blema en la portada del libro.
La composición del cuadro es acabada, el dibujo correcto, el
colorido severo, los detalles selectos y relativamente armónico
el marco, que aquí es la parte artística y tipográfica; formando
un conjunto serio, agradable y proporcionado á la importancia
del argumento. Abraza los asuntos convenientes, los distribuye
y enlaza con el debido método y los expone con entera cla-
ridad: omitiendo las nimiedades é insignificancias sin valor, las
consejas y creencias vulgares infundadas y los apasionamien-
tos v parcialidades en que es costumbre incurrir; y emplea,
en fin, un lenguaje natural y persuasivo, exento de alambi-
cados primores y pretenciosa exhibición personal, pero ador-
nado de juiciosa erudición reveladora de sólida cultura inte-
lectual.
Por estos medios el autor se apodera poco á poco del ánimo
del lector, quien va connaturalizándose con las evoluciones de
los tiempos y haciéndose partícipe de los progresos de Baena en
todos los órdenes; interesándose en los sucesos y alternativas en
usos, costumbres, sentimientos religiosos, instrucción , beneficen-
cia, policía, higiene, administración, justicia, agricultura, industria,
Comercio y lemas rasgos característicos que constituyen la vida
social.
La atenta lectura de la obra da á entender las fatigas y des-
velos del autor, BUS viajes y exploraciones, sus registros de archi-
vos y bibliotecas, y los inevitables disgustos, desengaños, con-
trariedades v dispendios; todo en beneficio de la instrucción ge-
neral y particularmente dé los naturales del país, quienes se
apresuran, sin duda, á adquirir el primer libro que los da á co-
nocer al mundo y á sí mismos, si no quieren mostrarse ingratos
é indiferentes á los beneficios de la ilustración.
Por lodo lo dicho conceptúo la Historia de Baena de I). Lran-
MUNDA rOMPEYANA. 405
cisco Valverde como obra de mérito relevante, digna de figurar
en todas las bibliotecas.
La Academia, no obstante, resolverá conforme á su alta sabi-
duría.
Madrid, 17 de Abril de 1903.
Adolfo Carrasco.
IV.
DISQUISICIÓN ACERCA DE LA ANTIGUA CIUDAD
DE MUNDA POMPEYANA (1).
Hasta ahora hay conformidad absoluta en cuanto á la existen-
cia histórica de nuestra Munda, pero se desconoce enteramente
su situación geográfica, dato indispensable para darse cuenta ca-
bal de aquella guerra civil ferocísima en que se derramó tanta
sangre española en ambos bandos, sin que ninguno de éstos se
curase de tamaños sacrificios por parte de quienes de todos mo-
dos habían de ser víctimas. Varias Mundas ha habido en la Pe-
nínsula Ibérica (2), y aun muchas, si se ha de creer al Barón de
I lumboldt, quien sostiene que munda significa monte, que con-
servan los bascos en mendía, mundía y otras voces semejantes;
el caso es acertar con la auténtica é indisputable.
Se admitía generalmente que la Munda en cuestión fué la lla-
mada hoy villa de Monda, de la provincia de Málaga y partido
de Coín, la cual, sin embargo, no coincide en. sus señas topográ-
ficas con la descripción que da Hircio en su Guerra Hispánica.
Esta opinión irreflexiva, hija de resabios eufónicos (por más que
(1) Adjunta al informe sobre la Historia de Baena.
(2) D. Aureliano Fernández Guerra recuerda hasta siete en su Munda
Pompeyana. Sin embargo, López Bustamante, en el Examen de las medallas
atribuidas á Munda, afirma que ninguna de las poquísimas conocidas per-
tenecen á ciudad alguna de este nombre.
40Ó BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
algunos atribuyan etimología arábiga al vocablo Monda), ha pre-
valecido hasta que Pérez Bayer la desvaneció en 1782, demos-
trando que en aquellos contornos no podían evolucionar ni ba-
tirse dos ejércitos tan considerables como los de César y Cneo
Pompeyo, y que las distancias de tal población á otros lugares
que juegan en aquella guerra no conciertan con los tiempos en
que se afirma fueron recorridas por las tropas, esto aparte de no
haberse encontrado por allí ruinas, inscripciones ni vestigios con-
memorativos de Munda. Mas, si bien no pudo tener este empla-
zamiento, menos le conviene el que se inclina á concederle el
mencionado crítico, que es en la villa de Monturque (la antigua
Meruera en la provincia de Córdoba, entre Cabra y Aguilar, á
ocho leguas de la capital), porque en ella no concurren las cir-
cunstancias locales requeridas, aunque no haya la dificultad de
las distancias.
Cortés y López, en su Diccionario geográfico c histórico (1836),
rechaza la designación de Monturque, prefiriendo Montilla á seis
leguas de Córdoba. A este parecer se adhiere el Sr. Valverde en
su Historia de Bacna, y lo puntualiza con ayuda de un croquis
muy expresivo y apoyo de varios estudios modernos de perso-
nas competentes nacionales y extranjeras, explicando plausible-
mente los lances de la batalla.
I). Rafael Atienza y Huertos publicó en 1857 un folleto titula-
do La Munda de los Romanos y su concordancia con la ciudad de
Ronda: Ya se sabe que Ronda pertenece á la provincia de Mala-
nga en sus límites con la de Cádiz y á once leguas de aquella ca-
pital. El autor desecha las proposiciones que habían precedido,
incluso la del Castillo de Víboras en la sierra de este nombre de
la provincia de Jaén, cerca de la de Córdoba, indicada por Fer-
nández de Sousa, y decididamente inaceptable. Reconoce que
Ronda es la antigua Arunda, y dice que este nombre procede de
Munda y luego se convirtió en Ronda. Refiere que allí hay una
enorme piedra, que por su mucho peso no puede haber sido lle-
vada de otra parte, y sirve de brocal á un pozo, en la cual se leen
unos letreros latinos, cuya versión, según D.José VelaLópez, es:
El senado y pueblo romano erigieron esta ara al dios Marte». —
MUNDA POMPEYANA. 407
«El César á la ciudad de Munda. Año I». Y concluye, que la po-
sición elevada, la llanura adyacente, el arroyo que la corta y ac-
cidentes de éste, cuadran con el relato de Hircio (quien no hu-
biera dejado de mencionar, por cierto, el famoso tajo ó cortadu-
ra). Queda en pie lo concerniente á las distancias. Lo único ad-
misible es que Cneo, en el colmo de su desgracia-, acudiera á am-
pararse de aquellas escabrosidades y se ocultara y fuera muerto
en la caverna vecina, todavía denominada de Pompeyo.
Toca ahora el turno á D. José Oliver y Hurtado, quien fué co-
misionado, en 1864, por esta Real Academia, «para explorar el
territorio en que debieron tener efecto los últimos sucesos de la
guerra pompeyana». En cumplimiento, recorrió el Sr. Oliver «las
ruinas, despoblados, accidentes topográficos y todo linaje de an-
tigüedades de que pudo adquirir noticias en los parajes situados
á la banda meridional del río Genil, por la parte en que corre
fronterizo de la sierra, al Xorte de las ciudades de Málaga y Ron-
da», haciendo buen acopio de medallas y objetos artísticos, así
como de noticias históricas y geográficas; pero sin adelantar ni
un paso en el descubrimiento de la anhelada Munda, á lo que no
contribuyó poco la idea preconcebida de que esta ciudad se de-
bía hallar necesariamente en aquel territorio, al Sur y próxima
de Osuna, supuesto que una vez tomada Munda, se revolvieron
sobre Osuna las huestes cesarianas, transportando para expugnar
ésta los aprestos que habían servido en la otra, á causa de estar
Osuna exhausta de arbolado legua y media ó dos en circuito. En
la Memoria que sobre sus gestiones presentó á la Academia con
el título de Viaje arqueológico, etc., declara que todavía no se po-
día fijar el punto deseado, aunque congratulándose, con harta
razón, de que por otros conceptos no habían sido infructuosas
sus discretas investigaciones. Es de notar que no advirtió señales
ni sospechas de Munda en los cerros de la Rosa Alta y del Ace-
buche (de que luego hablaré), no lejanos de la Puebla de Cazalla,
á pesar de la tradición extendida en este vecindario de que las
ruinas que allí se contemplan deben ser las de Munda Pompeya-
na; ni percibió indicios tampoco en el cerro de Cabeza de Repla,
cerca del pueblo de los Corrales, que es donde situó Munda el
408 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
arcediano do Ronda I). Laureano Padilla, cronista del emperador
Carlos V; y renunció, por último, á su pasada propia opinión fa-
vorable á Ronda la vieja, convencido de que ésta os la antigua
Acinippo.
En 1866 dio á luz I). Aureliano Fernández Guerra su Munda
Pompeyana, que no os sino un dictamen sobre la Memoria de
igual título de los Sres. D. José y D. Manuel ( )liver, premiada por
esta Real Academia el año de 1860 en el certamen abierto para
recompensar la mejor «Demostración del sitio que ocupó la céle-
bre ciudad pompeyana de Munda», en la cual Memoria- se opi-
naba que el sitio buscado era el mismo que hoy se llama Ronda
la vieja, según acabo de consignar. El Sr. Fernández Guerra, en
su eruditísimo y sabio escrito, desaprueba esta conclusión, lo mis-
mo que las demás enumeradas, é igualmente la sierra de Estepa,
á que antes se había inclinado, y Mezquitilla sobre el río Corbo-
nes, de la provincia de Sevilla cerca de la de Málaga, que algu-
nos habían indicado; unas por razones geográficas, otras por las
topográficas, y las demás por las históricas, etc. Y sin determi-
nar cuál sea en definitiva, simpatiza con el cerro y contigua lla-
nada de la Rosa Alta, ya dicha, entre Osuna, los Corrales y Ca-
zalla; por ser el punto estratégico y llave de todas las posiciones
de la Bética, cruce de los diversos caminos por los que Poriipe-
yo podía recibir socorros, en donde concurren los accidentes to-
pográficos de rúbrica y el pie forzado de la proximidad de ( )su-
na; item más, por el arraigado convencimiento en dicho señor de
que no podía estar en el ángulo de terreno de la provincia de
Córdoba comprendido entre el Guadalquivir y el Genil.
A fin de poder juzgar desapasionadamente y sin prejuicios, es
menester recordar en breve pero exacto compendio lo que apa-
rece en la Gwrra Hispánica, atribuida á Hircio, que es la fuente
en que Han bebido los autores sucesivos, aunque no habiendo to-
dos digerido bien sus aguas, ciertamente algo turbias.
Julio César desembarcó en Sagunto, y desde aquí en diez días
con sus tropas se puso á marchas forzadas en Obuleo (Porcuna,
en la provincia do Jaén). Cneo, el mayor de los hermanos Pom-
peyos, estaba á la sazón sitiando á Ulia (Montemayor, de la pro-
MUNDA POMPEYANA. 4OC).
vincia y á una jornada de Córdoba), mientras el menor, Sexto,
se mantenía en Córdoba. César, después de haber introducido
un buen refuerzo en Ulia, se dirigió á amenazar á Córdoba, lo-
grando así que Cneo abandonase el sitio de Ulia por ir á soco-
rrer á Córdoba. Entonces César se apartó de esta plaza y em-
prendió el sitio de Attegua (Teba la vieja, á media jornada de
Córdoba y á la derecha del río Salso, hoy Cuadajoz). Cneo le
siguió, yendo á situarse á media legua de Attegua, entre ésta y
Ucubi (ó Lugubi, como le llama Hircio), á la parte opuesta del
expresado río, para desde esta posición incomodar á su contrin-
cante, como lo estuvo haciendo hasta que Attegua se rindió el 1 2
de Febrero del nuevo calendario, año 45 antes de la era cristia-
na. En vista 'de esto Cneo se acogió á los muros de Ucubi , si-
guiéndose repetidos combates y peripecias que no son de mi ob-
jeto. Por fin Cneo Pompeyo abandonó á Ucubi en los primeros
días de Marzo, y fué á establecer su campamento en unos oliva-
res al lado de Ipagro ( Aguilar, entre Montilla y Monturque á
siete leguas de Córdoba).
Aquí comienza la obscuridad de Hircio. Dice que César levan-
tó luego su campo también, después de quemar á Ucubi, y atacó*
seguidamente á Ventisponte (hacia Puente Genil, á orillas del río
de este nombre y nueve leguas de Córdoba), que se entregó,
desde donde, marchando contra Cárnica (que se supone en Car-
cabuey, de la misma provincia de Córdoba y á once leguas de
ésta), «acampó frente á Pompeyo, quien prendió fuego á la plaza
por haberle cerrado sus puertas». E inmediatamente, sin transi-
ción, noticias, referencias ni detalles, añade en concreto: «Ha-
biendo llegado de allí á la llanura de Munda, César acampó en-
frente de Pompeyo, y el día siguiente cuando quería partir, supo
que Pompeyo estaba formado en batalla desde la media noche;»,
y César se determinó á dar el combate, día i/-
A continuación, y antes de relatar la batalla, advierte que
aquel país está lleno de montañas, «como ya había dicho». Cuen-
ta que, terminada la acción, los enemigos se retiraron á Munda
para defenderse en ella, y se procedió á la circunvalación; que
Valerio se salvó en Córdoba con alguna caballería y dio aviso de
4IO boletín de la real academia de la historia.
la rota á Sexto Pompcyo, quien á la primera vigilia de la misma
noche se ausentó de la ciudad. Por otra parte, Cneo Pompeyo,
con algunas fuerzas de caballería é infantería, huyó á Carteya
(Rocadillo en la bahía de Algeciras), donde estaba su escuadra
naval, «á más de 40 Leguas de Córdoba», y sigue narrando los
sucesos de Cneo hasta su muerte. Volviendo á César, refiere que
éste, después de cercada Munda y confiado el'sitio á Fabio Má-
ximo, marchó á Córdoba, que tomó; de ésta á Sevilla, de que
también se apoderó; y luego lo mismo de Asta y de las demás
ciudades que encontró á su paso hasta Cádiz; é intercala que la
cabeza de Cneo le fué presentada al entrar en Sevilla el día 12
de Abril. Más adelante especifica que los contornos de Osuna
estaban talados por disposición de Pompeyo el menor, que se
había encerrado en ella.
Aunque estas cosas son muy sabidas, me ha parecido conve-
niente recordarlas con toda fidelidad para fijar las ideas; y con
el mismo objeto divido los comentaristas modernos de aquellas
guerras en dos grupos bien definidos: el de los que suponen á
Munda situada en la provincia de Córdoba, entre el Guadalqui-
vir y <'l Geríil, y el de los que pretenden que la incógnita ciudad
estaba fuera de la provincia, al otro lado del último de los cita-
dos ríos; y empezaré por el primero de esos grupos, caracteri-
zándole en la hipótesis de Montilla, que defiende y explica el
Sr. Valverde en su Historia de Baena.
Estando todos de acuerdo hasta que Cneo Pompeyo se trasla-
dó á Ipagro (Aguilar) y César levantó su campo é incendió á
Úcubi, de este punto partirán mis reflexiones. Valverde admite
que Cneo permaneció en Ipagro ó sus inmediaciones hasta la
víspera de la batalla. Entretanto César, á juicio del mismo autor,
marchó por donde están Castro del Río y Baena, á contraco-
rriente d'eJ río Marbella; tomó á continuación por la cañada que
separa el monte Horquera de la sierra de Euque, y desembocó
en la llanura de Cabra, llegando hasta Ventisponte; habiendo ro-
deado y dado en todo este trayecto de 90 kilómetros el costado
derecho al enemigo, que era dueño de los montes de dicho lado
y estacionaba en aquellas campiñas de Cabra, Aguilar y Mon-
MUNDA POMPEYANA. 4 I 1
turque. Una vez tomado Ventisponte sin resistencia el 10 de
Marzo, regresó César sin oposición por el mismo camino al aban-
donado Ucubi (Espejo).
Aquí no se sabe qué admirar más, si semejante marcha y con-
tramarcha de flanco de un inmenso ejército con numerosa caba-
llería por parajes tan estrechos y dificultosos, á la vista y alcance
de un adversario fuerte y bien establecido, ó la apatía de ese ad-
versario que lo consiente impasible, y sin más fin aparente que
el de tomar á Ventisponte, y quizá á Cárnica á costa de un pe-
queño desvío, si en efecto estaba en Carcabuey, fortalezas que
nada embarazaban, ni habían embarazado, á no ser que el desig-
nio hubiera sido cortar la retirada á Pompeyo enseñoreándose
del puente, por no ser vadeable el Genil en la estación reinante;
plan increíble, requiriendo tres jornadas penosas, mientras á
Cneo le bastaba una corta para llegar al río, y en todo caso
podía César impedirle el pasaje con solo seguir directamente el
movimiento. Por lo demás, les fué factible acampar uno enfronte
de otro en el tránsito de Ventisponte á Cárruca, en la forma que
Valverde indica en su croquis. Pero, ¿adonde iba César cuando
en los campos de Munda supo los preparativos de Cneo para la
batalla?
Pasadas estas cosas tan inverosímiles que calla Hircio, las sub-
siguientes ya son explicables con arreglo á las distancias y situa-
ciones. En efecto, pudo muy bien saberse en Córdoba la misma
noche el desastre de Pompeyo, vera lo más lógico y natural que
César se echase lo primero sobre dicha capital, como lo era
igualmente que allí encontrase recogidas las legiones de libertos
y prófugos, y la valerosa décimatercia, procedentes del ejército
derrotado, por efecto de la corta distancia; y no lo es menos
que el vencedor siguiera el curso del Guadalquivir y fuera some-
tiendo por su orden Sevilla y las demás ciudades, hasta Cádiz, que
le era adicta, en tanto que simultáneamente Fabio Máximo, en
dirección paralela, iba desde Munda á reducir á Urso (Osuna, de
la provincia de Sevilla); sin que se pueda objetar razonablemente
á esto como obtáculo insuperable la necesidad que hubo de con-
ducir á Urso los pertrechos que habían servido en Munda, aun-
412 BOLETÍN DE LA REAX ACADEMIA DE LA HISTORIA.
que estuviera ésta en Montilla, no existiendo ya entonces ejér-
cito de socorro que lo estorbara. Vese, pues, que en esta hipó-
tesis lo ambiguo y cuestionable es lo relativo á la maniobra de
los cesarianos de ucubi á Ymtisponte y viceversa, toda vez que
las circunstancias del lugar del combate convienen con las señas
que suministra Hircio, según los que han hecho el examen prác-
tico y visual, lo que no sucede en los demás sistemas propuestos.
Ahora vamos al segundo grupo, que reduciré al informe del
Sr. Fernández (hierra, porque resume y rebate las otras opi-
niones y es el menos opuesto á la acabada de considerar. Tomo
el mismo punto de partida, Ipagro. Pompeyo se dirigió desde
aquí á la remota Carteya, pasando por Ventipo (que equipara á
Ventisponte), Márruca (las Marcas) y Urso (Osuna); pero desde
ésta torció á su derecha, como en demanda de Sevilla, y en tér-
mino de Cazalla (Cárula) presentó la batalla á su contrario, pu-
diendo haber sido el sitio fijo del conflicto, al parecer del autor,
el cerro de la Rosa Alta, por los motivos que quedan insinuados.
Esta es la exposición; pasemos ahora á las observaciones.
Seguramente en ese espacio comprendido entre Cárula (Ca/a-
11a, de la provincia de Sevilla) y Ostippo (Teba, de la de Mála-
ga), se hallaba el nudo estratégico de la porción de Hética i i )
del lado izquierdo del Guadalquivir; y si esta parte hubiera sido
una comarca independiente y aislada, allí debía haber habido un
poderoso núcleo de fuerzas para atender á cualquiera de las. ex-
tremidades por donde se presentase una amenaza, para impedir
al enemigo la comunicación entre puntos opuestos y para eva-
dirse ó fraccionarse en caso necesario. Pero la defensa no estaba
así organizada, sino que se acumulaba en Córdoba, posición cen-
tral de toda la Hética, importante por sí misma y por sus enlaces
con las demás principales de la región, y por radicar en el Gua-
dalquivir, mediante el cual se comunicaba fácilmente con la po-
derosa Sevilla y con el mar. Por eso cuando llegó César, todo el
(i) Aunque hasta Octavio no se sancionó la división territorial espa-
ñola de que era una parte la Bútica, ya estaba proyectada en el tiempo
á que me refiero, y se presta muy bien á mis explicaciones.
MUNDA POMPEYANA.
413
grueso de tropas de los Pompcyos se hallaba concentrado en
Córdoba, en cuya provincia se desarrollaron los hechos culmi-
nantes de aquella guerra.
Si se dio la gran batalla en el cerro de la Rosa Alta, fué fortui-
tamente y no de resultas de un plan combinado; pues según la
hipótesis de que me voy haciendo cargo, César caminaba en di-
rección paralela y un poco retrasado de Pompeyo por la dere-
cha de éste (suponiendo que hubiera por donde hacerlo), y cuan-
do Pompeyo cambió de rumbo, pasado Urso, tuvo que cortar la
línea que seguía César, encontrándose ambos ejércitos sin pen-
sarlo. Por cierto que al decir del aludido Oliver, la topografía del
sitio difiere de la señalada por Hircio, á lo que se contesta, que
en veinte siglos todo ha podido variar, allanándose los montes,
cegándose los barrancos, cambiando de curso las aguas, etc.
Remontando de nuevo al principio. ¿Adonde y para qué em-
prendió Cneo tan prolongada caminata á través de toda la Boti-
ca sin haber sido derrotado, dejando abandonada Córdoba á mer-
ced de su enemigo, y con tal aglomeración de gente desmorali-
zada por aquella especie de huida, tan difícil de mantener y mane-
jar que formaba una columna de marcha de leguas de extensión?
Porque si iba á Cartcya quedaba también desamparada Sevilla y
otras plazas, y si lograba asirse de su ya quebrantada escuadra
(insuficiente para embarcar el ejército), nada próspero podía pro-
meterse estando Didio en Cádiz con la de Julio César; y si trata-
ba solo de buscar el apoyo de una plaza fuerte para dar la bata-
lla, no necesitaba ir tan lejos para encontrarla, incluso la misma
de Urso ú Osuna, que se dejó atrás.
Por otra parte, es bien raro que Hircio registre cuidadosamen-
te la traslación del campamento de Pompeyo á unos olivares, y
luego no diga nada del paso del Gcnil ni de la marcha de los dos
ejércitos enemigos casi en contacto hasta la llegada al campo de
batalla. Al describir este campo expresa que, «todo aquel país
está lleno de montañas, como ya había dicho», siendo así que hasta
este momento solo había hablado del territorio de Ucubi, Attcgua
y cercanías en que se habían verificado los sucesos anteriores al
planteamiento del campo de los olivares de Ipagro, y solo de es-
414 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
tos sitios y no de otro alguno manifiesta la montuosidad en va-
rios pasajes de su discurso, por lo cual la observación parece re-
ferirse precisamente á estos sitios nada más. Terminada la bata-
lla, dice que Cneo huyó á Carteya, añadiendo <já más de 40
leguas de Córdoba»; y no se comprende á qué citar la distancia
desde esta ciudad y no desde Munda, que era el punto de origen.
Nótese (pie la distancia á Carteya viene á ser igual desde Córdo-
ba que desde Montilla, la Munda del Sr. Valverde.
Hay más todavía, y es que entre Yentipo y Urso no existía
Curuca (en donde estuvieron fronteros los campos enemigos), y
sí solo Márruca (hoy las Marcas); y como Hircio señala termi-
nantemente Cárnica, se quiere subsanar esta discordancia supo-
niendo que los copiantes de Hircio se equivocaron escribiendo
Cárnica en vez de Márruca.
Concluida la batalla, nada más propio que la fuga del vencido
Cneo con unos pocos á Carteya, cualquiera que fuese la distan-
cia, para ampararse en la escuadra; pero lo demás que se sigue
carece de explicación racional. ¿Cómo desde aquí Sexto Pompe -
yo recibió noticia de la catástrofe á tiempo para marcharse de
( órdoba antes de media noche, previa distribución de riquezas y
preparativos indispensables? ¿Cómo acudieron allí mismo en se-
guida las legiones que habían podido salvarse, y no á Sevilla, que
estaba más á mano, y mejor á la vecina Osuna ú otros lugares
fortificados próximos? ¿Por qué César prefirió ir á tomar á Cór-
doba primero que á Sevilla ú ( )suna, donde pudo coger á Sexto,
que se trasladó aquí desde Córdoba? Y ¿por qué este Sexto fin- á
guarecerse justamente en Osuna estando aún al lado César cir-
cunvalando á Munda? Y ¿cómo no se puso impedimento al sitio
de Munda desde la misma Csuna, que tantas disposiciones de
defensa adoptó después de la batalla? (I). Estos reparos y otros
varios que se podrían hacer son extensivos en mayor escala á
las hipótesis de otras Mundas más lejanas de la provincia de Cór-
doba, ya olvidadas por sus propios autores. A mí me parece que
(1) También se prescinde aquí de Plinio, que coloca á Munda entre
Urso y Ucubi.
MUNDA POMPEYANA.
415
cualquiera mediano militar hubiera obrado muy diferentemente
de como se supone lo hicieron César, Cneo y Sexto en la hipó-
tesis que acabo de considerar.
No abrigo predilección ni antipatía hacia ninguna de las Hun-
das propuestas ni por las que aún no han salido á relucir, máxi-
me no habiendo estudiado las localidades por mí mismo; pero
considero como un tributo debido á la verdad exponer lealmcn-
te las dudas que se ofrezcan en esclarecimiento de los hechos, ya
que las deficiencias de la Guerra Hispánica, atribuida á Hircio,
den lugar á todo género de suposiciones y fantasías, en su mayor
parte ajenas á los principios de la ciencia militar, de que no es
posible prescindir tratándose de una guerra.
Ya redactado este papel, ha venido á parar á mis manos la
Breve reseña de las campañas de Cayo Julio César en España, y
examen crítico de la situación de Munda, por el comandante de
Estado Mayor D. J. M. Sánchez Molero, que se publicó en Ma-
drid el año de 1867, posteriormente á todos los escritos antes
mencionados, y no puedo menos de dedicarla algunas palabras,.
por cierto con satisfacción por su conformidad con mis aprecia-
ciones, como no podía menos de ser, procediendo de los mismos
fundamentos.
Este jefe formó parte de la Comisión que por mandato del
Gobierno, á ruegos del emperador Napoleón III, levantó el plano
de la comarca que fué teatro de la guerra entre César y los Pom-
peyos, y además practicó por cuenta propia repetidos y prolijos
reconocimientos y estudios, dirigidos al objeto que expresa el tí-
tulo de su obra. Las conclusiones son, que Munda no pudo estar
de ningún modo al Sur del Genil, sino á la parte opuesta en la
provincia de Córdoba ó muy cerca de ella; y que aunque no se
puede adoptar todavía la solución de Montilla, es la que hasta
ahora ofrece más probabilidades de certeza.
A. Carrasco.
NOTICIAS
Los monumentos nacionales. — La España moderna , revista de Madrid,
en el tomo correspondiente al mes de Abril inserta un artículo dirigido
al K.xcino. Sr. Ministro de Instrucción pública, por D. Rodrigo Amador
de los Ríos, de la Academia de Bellas Artes de San Fernando, con el tí-
tulo de este epígrafe. Empieza historiando los trabajos de la Comisión
Coi/ral de Monumentos, 'instituida el año 1844 con objeto de velar en las
esferas administrativas por la conservación de cuantos prestasen interés
«n el doble campo del Arte y de la Historia y compuesta con personas de
ilustración reconocida. Reseña los que sucesivamente han merecido la
declaración de Nacionales, hasta el número de ochenta, incluidos en el
catálogo publicado anualmente por las Academias de la Historia y de
San Fernando; los clasifica en cuadros, por períodos históricos, y propone
que modificando la nómina oficial se dividan en tres categorías, de forma
que quede á cargo del Estado la conservación efectiva de los que entren
en la principal, y se asigne á las Diputaciones y Ayuntamientos la de los
componentes de las otras dos, obligando á estas corporaciones á consig-
nar en los referidos presupuestos las cantidades necesarias para atender
práctica y debidamente á una necesidad que tanto importa á la cultura.
Eduardo Cat. — Ha fallecido en Argel el profesor de Historia y Geogra-
fía Eduardo Cat, Correspondiente de la Academia. Entre las obras inte-
resantes de que era autor son de citar: Vie, gloire et Üisgráces de Christo-
pltc Colomh (París, 1882, in-12); Les grandes découvertes maritimes du
>' ![/<• auXVfc siecle (Paris, 1882, in-12); Ckarles-Quint{Pavis, i883,in-i2);
Cu Coin </e l'Alge'rie 1 Paris, 1883, in-12); Les premiéis explorateurs de
l'Ame'rique (Paris, 1883, in-161; Les grands voy ages (Paris; 1883, in-18);
Découvertes el explorátions du XV ÍL au XfXe siecle (Paris, 1884, in-12);
Iissai sur la vie et les ouvrages du chroniqueur Gonzalo de Ayora, suivi de
fragments inédits de sa Cl/ronú/ue (Paris, 1890, gr. in-8); Notice sur la car te
de l'Ogopué (París, 1890, in-8); Précis de l'kistoire de l'Alge'rie francaise
I Alger, 1890, in-16).
En el último número de la Revista de la Asociación Artistico-ÁrqUeológica
Enero-Marzo) ha salido á luz una de las lápidas romanas nuevamente
des< ubiertas en Barcelona, de las que diferimos el hablar para otro cua-
derno del Boletín, por sobra de material en éste.
F. F.-C. F. D.
tomo xlii. Junio, 1903. CUADERNO vi.
BOLETÍN
DE LA
REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA
INFORMES
EMANUELE THERESE.
SU HISTORIA POR LA INFANTA DE ESPAÑA DOÑA MARÍA DE LA PAZ,
PRINCESA LUÍS FERNANDO DE BAVIERA.
Cuando hemos tenido en España tantas Infantas, Reinas y has-
ta Emperatrices que eligieran un monasterio para morada de re-
cogimiento y oración, abandonando los palacios en que habían
nacido y las fiestas y saraos con que se había querido retenerlas
en el siglo, no parece debiera traerse á la memoria de esta Real
Academia la de la hija de un soberano alemán, por ejemplar que
hubiese sido su vida y por meritorios que fueran los servicios
prestados por su padre á la dinastía que hoy rige los destinos de
nuestra patria. Pero media una circunstancia que, no solo reco-
mienda esa conmemoración, sino que parece exigirla, la de que
el autor del escrito en que se ha hecho al público, es otra Prin-
cesa, y esa española, joya tan preciada de nuestra Familia Real,
que se haría verdaderamente lamentable el no comunicar á sus
compatriotas la notabilísima producción de sus privilegiados ta-
lentos.
. Esa producción es la Historia de la Princesa María Ana Caro-
lina, en el claustro Emanuélc Thérese, hija del Elector Maximilia-
no Emanuel de Baviera, y el autor, la Infanta de España María
tomo xlii. 27
4i8 BOLETÍN de la real academia de la historia.
de la Paz, princesa Luís Fernando do Baviera, también herma-
na, ella, de nuestro inolvidable soberano Alfonso XII, é hijo, él,
do otra Infanta, Amelia, viuda del Príncipe Adalberto, todos bien
conocidos y estimadísimos en este país y su corte. Pero es que,
además, la Infanta Paz pasa entre nosotros por poetisa notable,
autora de composiciones que, como la dedicada á la Virgen do
la Almudena, primera que dio á luz con aplauso universal, están
revelando su gran piedad y un patriotismo, sobre todo, que la
hacen doblemente cara á los españoles en general, y á los aman-
tos de las letras en esta tierra que tanto se ha distinguido en su
ejercicio.
Todo eso y el culto que siempre he rendido á las virtudes, á
la hermosura y el talento de tan excelsa princesa, ornato precia-
dísimo do la Corte española, me mueve á ofrecer á esta Real
Academia el juicio de su reciente obra, que el cielo hará no sea
la última, habiéndose ya anunciado que se estaba preparando
otra referente á la Historia de nuestra patria.
La de la Princesa Emanuéle Thérese de Baviera es en extremo
peregrina. Peregrina, sí; y más por lo que puede calcularse que
por lo que se dice en la escrita por la Infanta Paz, atenta solo,
como es natural, á narrar la vida y cualidades de su protagonista.
Una niña en tan alta esfera nacida, de constitución física im-
perfecta, según se dice, enfermiza, por consiguiente, y necesita-
da do cuidados extrardinarios y do medicamentos que admiran,
y con razón, por su número y calidad á la autora del libro, tenía
que inspirar afectuoso interés y grandes preocupaciones para su
porvenir.
Véase con qué gracia, verdaderamente ática, cuéntala Infanta
Paz el estado de salud de la Princesita tros años después de ésta
venir al mundo: desgraciadamente, dice, la pobre niña no go-
zaba dé buena salud. Siendo médico mi marido el Príncipe Luís
Fernando, sea permitido á la mujer de un médico reproducir por
completo el atestado de un doctor de Bruselas <•! 25 de bebrero
de 1699, y en que hace constar su temperamento bilioso y lle-
mático, así como su constitución, que califica de Rackitis». V
después de ir designando minuciosamente la medicación impues-
EMANUELE THERESE. 419
ta por aquel doctor, entre cuyos componentes entra el que llama
polvo católico, destinado á corregir el estado linfático de la infeliz
enferma, añade nuestra egregia compatriota el párrafo siguiente,
con tanto donaire como ingenuidad:
«Cierto que el tratamiento medical de aquel tiempo era muy
diferente del de nuestros días! He preguntado á mi marido qué
es eso de los polvos católicos, y me ha contestado sonriéndose
que ya no existen en la farmacopea moderna».
Pues bien, esa niña, cada vez más delicada, presa frecuente-
mente de la fiebre, de convulsiones, de catarros y, según es de
presumir, de una tristeza muy extraordinaria, va á ser una se-
gunda madre de hermanos menores que ella, su ángel custodio
•en las adversidades de que la política de su patria hace víctima
á toda su familia.
Porque, sobreviniendo en Europa la llamada Guerra de Suce-
sión á la corona de España por el fallecimiento de Carlos II, el
padre de Emamtélc Théresc, el héroe de Buda, de Mohacz y Bel-
grado al servicio de Austria, pero Gobernador desde 1 692 de
nuestros Países Bajos, tomó partido por la Francia, y, de consi-
guiente, por la causa de Felipe V. En un principio, y siendo fa-
vorables las primeras campañas en Italia, Andalucía y Portugal,
nada pudo turbar en Bélgica la marcha de las operaciones bajo
la dirección de Maximiliano Manuel de Baviera, que mandaba el
ejército franco-bávaro-español. Por entonces la Princesa, nacida
en Bruselas el 4 de Agosto de 1696, debía hallarse en Munich
con su madre Theresa Cunegonde, hija del celebérrimo Sobiesky.
Pero poco después, victoriosos de Maximiliano en Hóchstádt,
Marlborough y el Príncipe Eugenio, la Baviera quedó á merced
del Emperador; Munich fué ocupada por los austríacos; la Du-
quesa tuvo que retirarse á Venecia; sus hijos mayores salieron
también desterrados, y solo quedaron en su palacio ducal la Prin-
cesa y dos niños, resultando, como he dicho, Emanuéle Thérése,
<le solos ocho á nueve años, el ángel custodio de sus infelices
hermanos.
Por cierto que los bávaros, queriendo mostrar su lealtad á los
hijos de su Elector, á la manera de como lo habían hecho los
420 boletín de i.a real academia de la historia.
húngaros á María Teresa de Austria, y prorrumpiendo en acla-
maciones parecidas, Antes morir como B avaros que padecer la in-
justicia del Emperador, se sublevaron contra ella, cayendo, em-
pero, vencidos en Sendling y Aidenbach.
La situación de la Princesa, tan niña todavía, cada vez más en-
ferma y hasta en peligro de perder la vista, llegó á hacerse difi-
cilísima, aun bajo la dirección de un aya que, para colmo de con-
trariedades, creía el Elector, según dice nuestra Infanta, poco
propia para desempeñar tal cargo. Y sin ernbargo, de tal modo
se manejó la Princesita con sus dos hermanos, que no mucho
después, en 1706, su padre podía dirigirle consejos como el úl-
timo á que se refiere en una de sus cartas. «No sabríais, la es-
cribe, darme placer mayor hasta que la bondad Divina nos
reúna, que el de hacer todo lo posible para lograr que se os per-
mita escribirme cada semana, ó al menos cada quince días, y que
yo sepa por vos misma cómo estáis vos y vuestros dos queridos
hermanos y cómo empleáis el tiempo. Pensad cu que comenzáis
á tener una edad que no debe emplearse inútilmente».
Esa situación de la Princesa, ya he dicho, dificilísima, se agravó
aún mascón la rota de Villeroi en Ramillier, de Vendóme en
Oudenarde y de Villars, por fin, en Malplaquet, que, aun siendo
ésta la última de las victorias del implacable Marlborough, caído
en desgracia de su soberana, y á pesar de la grandiosa de Feli-
pe Y en Villaviciosa, nos llevaron al ominoso tratado de Utrecht,-
que puso fin á la guerra de Sucesión.
La Infanta Paz nos sigue contando la vida de la protagonista
de su interesante historia, ocupada, ya al tiempo de los prelimi-
nares de Rastatt, en la restauración del palacio y de los jardines
de Nymphcubourg, hoy morada de nuestra egregia compatriota,
lo feliz que hacen presumir su dulcísimo carácter, el amor de su
sabio y simpático marido y la salud de sus hijos, circunstancias
todas que los leales de España consideramos como garantía la
más eficaz de la dicha allí reinante.
Por fin, en I 71 5, los austríacos evacúan Munich y (Mitran los
bávaros entre delirantes aclamaciones de los habitantes que, sin
la intervención de las autoridades, hubieran cubierto de insultos
EMANUÉLE THÉRÉSE. 42 1
y maltratado cruelmente á los que tantos años les- habían abru-
mado con sus atropellos y exacciones. Con eso y con la vuelta
del Elector, la situación de la Princesa cambió completamente,
teniendo que tomar el rango y los traeres de tal Princesa, de que
la habían privado las desgracias que parecían inacabables de su
familia, pero de que, sin embargo, la futura carmelita ne s'en.tira
pas trop mal, como se manifiesta en el hermoso libro á que me
estoy refiriendo, escrito todo él en francés, sin duda para unlver-
salizarlo mejor. Lo que sí conmueve es el cuadro en que se re-
cuerda el recibimiento hecho á la Eléctriz al volver del destierro
en su palacio de Munich, cuadro pintado en el antiguo Museo
Nacional, al que prefiere con todo la Infanta, el que, destinado al
palacio de Schleissheim, se enseña ahora en el nuevo Museo.
Dando su narración por la de un testigo ocular, dice la Infanta:
«Ninguno de ellos (los hijos) podía al principio proferir una pa-
labra. Pero la Electora los reconoció á todos y los designó uno á
'uno con sus nombres, por más que hubiesen cambiado de aspec-
to á tal punto, que solo los ojos de una madre habrían podido
reconocerlos.»
Con ese motivo se extiende la Infanta Paz en recordar cuál
era la educación literaria, escasa en verdad, que entonces se
daba á las señoras, señalando en las cartas de la familia ducal de
Baviera los infinitos errores de ortografía en ellas cometidos, y
añadiendo, así como para disculparlas, este sentidísimo apostro-
fe: «Los padres son á veces ciegos y los príncipes están en ge-
neral más habituados á dejarse engañar; de ahí el que Max Ema-
nuel, hablando de Carlos Alberto á la Reina de Polonia, su sue-
gra, cuando el Príncipe no tema más de siete años, la dijese: le
hacen la minuta de la carta segt'in lo que él manifiesta quererme
decir, pero escribe sin agena ayuda y sin que nadie le lleve la
mano.»
No hay más tampoco, sino que escribía sobre la letra escrita
antes con lápiz.
Pero llega el año de I/l8 en que la Princesa cuenta ya 22
años, y se observa en ella una vocación perfectamente manifies-
ta por la vida del claustro, que, si contrariada al pronto por el
422 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Elector, su padre, y por su abuela la Reina de Polonia, llegó-
por fin á realizarse, tomando el velo en Octubre del año si-
guiente.
Y he aquí un fragmento de la obra de nuestra Infanta en que
muestra sus condiciones de .historiador, como narrador y filó-
sofo.
Al recordar la carta en que la Princesa cuenta á una monja,,
su amiga, las dificultades que se le oponen para contrariar su vo-
cación, se dice:
«Lo que parece haberla hecho una profunda impresión es la
visita de su tío, el Príncipe Constantino (hermano de su madre)
en el otoño de 1718, cuando el Príncipe tenía 38 años y ella 221
la Princesa hace en una carta la descripción muy detallada de su
persona, de su conversación, de sus maneras, y resume sus im-
presiones en las siguientes palabras traducidas del alemán: «es,,
en una palabra, el Príncipe más amable que se puede hallar en el
mundo, y le amo de un modo inaudito.-»
Mientras las demás cartas están cerradas con el escudo de Ba-
viera, ella cierra esa con un sello que representa una columna
coronada por un corazón y á cuyo pie se encuentra un Amorci-
llo rodeado de esta inscripción: constant et fidele.
«¿Habremos encontrado, añade la Infanta Paz, el sentido del
enigma?»
Jacques Xormand dice en su poema «le román de la Mar-
quise»:
Sombra indeleble ó deseo pasajero,
Toda mujer tuvo algo de novela en su vida.
«La respuesta de la religiosa es muy lacónica en ese punto;
solo menciona el hecho de la visita y aprovecha la ocasión para
dirigirla un largo sermón sobre sus deberes, aconsejándola, entre
otras cosas, que no guste tanto de su espejo ni acaricie á su pe-
rro, que cubra bien su garganta y no ría tan alto ni muestre tan-
ta vanidad bailando.
Es de presumir que la monja emplea su influencia en fortale-
cer en la Princesa su proyecto de entrar en el claustro.»
EMANU¿LE THERÉSE. 423
«Pero nadie preguntaba si su corazón había hablado, añade
trasladando un párrafo del escrito de A. Barine, apropiado al
caso: era un tiempo aquel en quedas Princesas aún compren-
dían su papel de tales Princesas, y lo aceptaban sin murmurar
de sus humillaciones, entre las que era sin contradicción la más
penosa la de que no se contase con ellas para nada en su propio
matrimonio y no reclamar su parte en la dicha doméstica.»
«Habíanse forjado también varios proyectos para la Princesa.
En 1 7 14, después de muerta la Reina María Luisa de España, se
trató de un enlace con Felipe V, y el embajador de Baviera,
conde D'Albert, andaba en negociaciones; pero la política de la
Princesa de los Ursinos y del futuro cardenal Alberoni, que fa-
vorecían la candidatura de su compatriota la Princesa de Parma,
desbarató el proyecto bávaro. Es muy probable que no se ha-
blaría de él á nuestra María Ana Carolina. En el otoño del mis-
mo año se quiso disponer otra vez de su mano; el Elector lo
menciona en una carta de Saint Cloud de 19 de Noviembre á la
Reina de Polonia.» Y tras de copiar esa carta, continúa la Infanta:
«Esa alianza con Carlos Felipe (después Elector) le convenía por
razón de Estado para realizar la estrecha unión con la casa Pala-
tina. La abuela se entusiasmó con esa idea y escribió á su nieta:
después de la restauración de la casa á sil primitivo lustre, no
restaba para que se cumplieran todos mis deseos más que el placer
de veros coronada.
Ese pasaje se refiere sin duda á la carta de Max Emanuel; no
está probado, empero, si mediaron serias negociaciones sobre tal
proyecto.
«El deseo de la abuela, el de ver una corona en la cabeza de
su nieta, se realizó, pero al año siguiente y en un sentido más
elevado: el 29 de Octubre de 1/ 1 9, María Ana Carolina tomó
el velo en. el convento de Santa Clara de l'Anger de Munich».
No se dirá que la Infanta Paz carece de condiciones de histo-
riador, ni que la poesía la ofrezca obstáculos á su ejercicio.
La Princesa Ana María Carolina, que en el claustro tomó ol
nombre de Emanuéle Thérese de los propios de sus padres, hubo,
según llevo dicho, de vencer varios y poderosos obstáculos que
424 BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
S ' le opusieron á la realización de su santo y al fin alcanzado pro-
pósito. La Infanta Paz los recuerda detalladamente, ocupando
varias páginas de su interesante libro.
¿Para qué enumerarlos? Al describirlos, hallaríamos nuevos
motivos para admirar la entereza de la Princesa bávara y el ta-
lento <lr la Infanta española, tanto en las excelencias de la narra-
ción, siempre clara y no pocas veces candidamente intenciona-
da, si así puede decirse, como en el estilo correcto, siempre
también, y fluido.
La vida del claustro no es generalmente fecunda en episodios
que exijan narración que importe á la historia; y la de Emanuéle
Thérése, en lo que corresponde á la estancia de la Princesa que
llevó ese nombre, tiene que carecer de esa acción peculiar á la
vida del mundo, más en una corte como la de Baviera y cuando
sus soberanos habían tenido que soportar ausencia tan larga y su
familia separación tan dolorosa. Así es que el libro de la Infanta
Paz, después de describir el convento en que se había recluido
la Princesa, la observancia de sus reglas y las ceremonias que en
él se celebraban, y solo deteniéndose un poco en la de la toma
de hábito de la augusta neófita, como en la de su solemne profe-
sión, pasa á narrar las ocupaciones á que preferentemente se de-
dicaba en los treinta y un años que aún vivió, aunque principal-
mente á la penitencia y la oración.
«El 9 de Octubre de 1750, á las cinco de la mañana, dice
nuestra Infanta, se fué á buscar al Confesor, que le dio la abso-
lución general. La moribunda, por propia iniciativa suya, pidió
el renovar sus votos, que la fueron pronunciados por la Abadesa
y hubo de repetir ella, con lo que oyó en seguida la santa Misa
y comulgó. Se comenzó á recitar las oraciones de los muertos;
ella inclinó la cabeza, que hubo de sostenerle el Padre superior,
y Emanuéle Thcresc dio su último suspiro murmurando: ¡Señor,
en tus manos encomiendo mi espíritu!, entre siete y ocho de la
mañana del 9 de Octubre de 1750, de edad ya de cincuenta y
cuatro años».
A esa relación de la muerte de la Princesa María Ana Caroli-
na, añade la autora de su historia la de sus funerales y el recuen-
EMANUKI.E THERÉSE. 425
.to de las virtudes que la adornaron, manifestando que, si en
cuanto á sus talentos «no estaba á la altura de Madame Luisa de
Francia, con quien no se puede menos de compararla, había
ciertamente merecido la palma celeste, con lo que, y un breví-
simo epílogo, termina la Infanta Paz su interesante libro.
Adórnanlo, como se dice en la portada, dos frontispicios en
colores, cinco láminas fuera de texto y 43 ilustraciones dentro de
él, un cuadro genealógico y dos piezas de música, componiendo
en su total un volumen de 83 páginas, mas la Tabla de nombres
y los Apéndices; todo editado en hermoso papel, con caracteres
de imprenta perfectamente limpios y estampas iluminadas, gra-
badas ó de fototipia, tan elegantes como apropiadas al objeto de
la narración de tan peregrina historia. El retrato en colores de
la Princesa y los grabados del de la misma en los diferentes perío-
dos de su vida hasta el de su muerte; los de sus padres, herma-
nos y parientes próximos están presentados en el libro, dando
perfectamente á conocer el mérito de los originales allí repro-
ducidos; pero con particularidad fijan preferentemente la aten-
ción las láminas que representan el Encuentro de la familia elec-
toral después de su separación, el Concierto de familia en el pala-
cio de Nymphenbourg en ijóo y las de interiores de habitaciones
de aquel y otros edificios en que no se sabe qué admirar más, si
la presumible belleza de los originales ó la perfección fotográfica
de su reproducción. También son notables las dos piezas de mú-
sica; la primera cantada en la profesión de la Princesa, y la se-
gunda en sus funerales.
Es necesario ver y examinar detenidamente el libro á que me
estoy refiriendo, si han de admirarse bastante su lujo, así como
las infinitas bellezas de su esmeradísima edición.
Pero lo que nos toca admirar más, y como españoles ha más
de satisfacernos, es la composición y el texto de ese libro, donde
la Infanta Paz ha vertido las galas de su privilegiada inteligencia,
de su espíritu de observación, de un celo que se revela con
toda claridad en las investigaciones que habrá necesitado hacer
para dar relieve histórico á su narración, y de un gran gusto li-
terario.
42Ó BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
Felicitémonos, pues, de tener en España una dama más que
haga honor á las letras patrias, con tanto mayor lustre para ellas
cuanto más alta es la esfera en que ha de brillar un talento, que
se hace no poco extraordinario en el sexo de quien así lo ex-
hibe.
La Academia hará de este informe el uso que crea más con-
veniente.
Madrid, 8 de Mayo de 1903.
José G. de Artechf.
II.
DISCURSOS DE MEDALLAS Y ANTIGÜEDADES
QUE COMPUSO EL MUY ILUSTRE SEÑOR DON MARTIN DE GURREA Y ARAGÓN, DUQUE
DE V1LLAHERMOSA, CONDE DE RIBAGORZA, SACADOS AHORA Á LUZ POR LA EX-
CELENTÍSIMA SEÑORA DOÑA MARÍA DEL CARMEN ARAGÓN AZLOR, ACTUAL DU-
QUESA DEL MISMO TÍTULO, CON UNA NOTICIA DE LA VIDA Y ESCRITOS DEL
AUTOR, POR DON JOSÉ RAMÓN MÉLIDA, DE LA REAL ACADEMIA DE SAN FERNAN-
DO, BIBLIOTECARIO DE LA CASA DE VILLAHERMOSA. — 1902.
Este es el título del libro publicado recientemente por la
Excma. Sra. Duquesa de Villahermosa, que V. E., con acuerdo
de la Academia, se ha servido mandarme para informe en 6 del
actual, y que adjunto le devuelvo cumplimentado su mandato.
En esto libro, la ilustre dama honra á los suyos, contribuyen-
do al mismo tiempo al esclarecimiento y estudio de la historia
patria en la época de su mayor esplendor, dando con ello prue-
bas de su amor al progreso literario y al arto, pues procura sa-
car ol partido posible de los valiosos documentos y produccio-
nes notables que se conservan en su archivo familiar, haciéndo-
los estampar con la esplendido/ y buen gusto que en el día per-
miten los procedimientos gráficos en sus últimos adelantos, hasta
el punto de poder figurar honrosamente al nivel de las primeras
publicaciones do los países más adelantados.
DISCURSOS DE MEDALLAS Y ANTIGÜEDADES. 427
Y no es solo patente ejemplo de ello la obra en que me
ocupo, sino también las que le han precedido:
Vida de la V. Duquesa Dona Luisa de Borja y Aragón y
del R. P. Tomás Muniesa. Edición impresa en Madrid en 1876.
La Santa Duquesa. Vida y virtudes de la Venerable y Excelen-
tísima señora Doña Luisa de Borja y Aragón, Condesa de Riba-
gorza y Duquesa de Villahermosa, por el R. P. Jaime Xoncll.
Madrid, 1892.
La importancia de estas publicaciones no pasó inadvertida
para la Academia ni para el mundo literario, que rindieron ho-
menaje debido á la ilustrada señora por sus iniciativas en el
desarrollo de los estudios históricos.
La noticia de la vida y escritos de D. Martín de Gurrea, que
precede á sus discursos, obra del competente arqueólogo Don
José Ramón Mélida, ocupa cli páginas de nutrida lectura con 17
láminas en fototipia de medallas y retratos de la familia Gurrea
de Aragón y otras ilustraciones de gran interés artístico.
Pero como el informe que debo dar á la Academia no se re-
fiere á esta parte del libro, me concretaré solo á felicitar al se-
ñor Mélida por el brillante resultado de su activa y penosa in-
vestigación, la acertada crítica de las obras de D. Martín de Gu-
rrea, las noticias biográficas que publica por vez primera y la
erudición de que constantemente hace alarde en el transcurso de
su trabajo.
La labor de D. Martín de Gurrea se divide en dos partes: á la
primera ha puesto el Sr. Mélida este título, precedido del emble-
ma y lema que el autor ostentaba desde su boda con Doña •
Luisa de Borja: «Aquí comienza el libro de los Discursos de Me-
dallas y Antigüedades que compuso el muy ilustre Sr. D. Martín
de Gurrea y Aragón, Duque de Villahermosa, Conde de Riba-
gorza. Fueron sacados del volumen marcado x 1 36 en el depar-
tamento de Manuscritos de la Biblioteca Nacional, y salen á luz
con las medallas que en ellos se declaran, reproducidas de las
del Monetario del Museo Arqueológico Nacional».
Generalmente los numismáticos del siglo xvi solían dar á sus
obras un carácter que distaba mucho de la precisión científica
;j> BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
que después so ha venido observando en los siglos posteriores, y
así vemos que unos se han ocupado exclusivamente en los retra-
tos de emperadores y personajes que ostentan en las medallas y
monedas; otros, del estudio histórico de un período, auxiliándose
muy principalmente de sus acuñaciones; otros, del análisis de los
monumentos arquitectónicos, que desde épocas muy remotas se
se ven en aquéllas, y varios se han dedicado al examen de las
representaciones mitológicas profusamente grabadas en las mo-
nedas de la mayoría de las naciones y pueblos de la antigüedad,
y de las que se ha sacado gran partido, ó al de las costum-
bres, etc., etc.
La apreciación del valor mercantil de las monedas ha sido
también objeto de estudio en todas épocas y ha tenido más
adeptos.
Por lo regular, todos han olvidado detalles, empezando por
uno de los más importantes: el módulo, que solían aumentarlo
mucho dándole el mismo á todas las monedas, para que resulta-
ra la obra más simétrica y hacer más visibles los detalles que in-
teresaban al objeto principal del estudio.
Esta falta de detalles en las descripciones hace imposible la
reconstrucción de toda obra cuando las- monedas á que alude se
han perdido, y así dice muy bien el Sr. Mélida en la pág. cxlii
«que hubiera sido candido buscar las monedas mismas que pose-
yó 1). Martín, y que bastaba buscar los tipos que describe».
Sin embargo, el Sr. Mélida ni aun esto ha conseguido, como
tampoco lo conseguiría nadie por las razones expuestas, por falta
de datos.
De las 90 medallas ó grupos de reducido número que debie-
ran ir repartidas por ios Discursos, solo ha podido encontrar el
Sr. Mélida, con más ó menos fundamento, 5§> y las 3 2 restan-
tes las sustituye con un pequeño corchete, quizá de su in-
vención.
Las medallas que ha encontrado las publica con sus propios
módulos, á pesar de que en la pág. cxxxiv dice: «En cuanto al
texto de los discursos, el copista puso los títulos en capitales,
como nosotros los hemos conservado en- la impresión, y dejó
DISCURSOS DE MEDALLAS Y ANTIGÜEDADES. 429
bajo ellos los claros correspondientes á los dibujos de las meda-
llas que había en el original, cuyos sitios marcó con círculos, pol-
los cuales se echa de ver el propósito de reproducirlas muy au-
mentadas de su tamaño, como fué costumbre de los primeros
numismatas y anticuarios, entre otros Guillermo Choul en su
obra Discours sur la religión des anciens romaines, que don
Martín tomó por modelo de la suya, según declara ál comienzo
de la parte en que trata de las antigüedades.»
Es innegable que ha sido grande la labor del Sr. Mélida para
reconstruir la obra de D. Martín; pero dada la imposibilidad de
hacerlo con toda precisión científica, creemos que debió concre-
tarse á darla á la estampa tal y como la dejara su autor, hasta
con los huecos de las mismas dimensiones, completando el estu-
dio con notas y con cuantas reproducciones de medallas hubi :-
ra tenido por conveniente, en la forma brillante y con la erudi-
ción de que tiene dado pruebas.
En lo que podemos llamar segunda parte de la obra hizo lo
mismo que con la primera, consignándolo también en la portada:
«Antigüedades. Los huecos que dejó el autor para represen-
tarlas han podido llenarse con imágenes de las que mejor con-
vienen con las descripciones.»
Contiene dieciséis discursos, y emplea el mismo procedimien-
to de sustituir con corchetes las láminas de las antigüedades que
no tuvo la fortuna de encontrar.
Y es casualidad que de todas estas antigüedades, tan solo la
estatua de mármol, publicada en fototipia en la pág. 1 15, exis-
tente en el Museo provincial de Zaragoza y antes en el palacio
de Villahermosa del mismo punto, hubiera concordado con el
manuscrito de D. Martín, si no faltara la descripción.
El Sr. Mélida reproduce también en fototipia, pág. 133, otra
estatua muy interesante de mujer de la época romana, sin ca-
beza, existente en el mismo Museo y de la misma procedencia;
pero de ella no se ocupa D. Martín en su manuscrito.
Es cierto que los discursos de D. Martín se refieren más á la
representación que ostentan las medallas, mármoles y objetos
conservados en sus salones, que á la descripción de los mismos
430 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
monumentos; pero aun siendo así, muchos de los detalles que
consigna no se encuentran en las antigüedades suplidas por el
Sr. Mélida, y por eso creemos y repetimos, que de no publicar-
se la obra completa, debió haberse hecho tal y como ha llegado
á nosotros.
I )e todos modos, en ella se patentiza el partido que en el si-
glo xvi sacaban los arqueólogos de sus monedas y antigüedades,
auxiliándose de los clásicos y de los elementos que podían para
sus disertaciones, hechas á veces con demasiada fantasía, pero
siempre con buenos deseos y trabajo. Todas estas disertaciones
y el material que acumularon para su labor han servido después
de baso para formar los grupos de doctrina que costituyen las
ciencias históricas.
Tal es la importancia que en nuestra opinión tiene la obra de
I). Martín y las de su época, obras que, como toda clase de mo-
numentos, por regla general, deben conservarse empleando todos
los medios, pero nunca reconstruirlos, y mucho menos por con-
jeturas para no faltar á la verdad y dar base á la crítica.
La duquesa de Yillahermosa ha prestado á la historia un buen
servicio con su nuevo libro, y bien merece los plácemes de la
Academia. •
Madrid, 30 de Abril de 1903.
Adolfo Herrera.
III.
DON ROSEL DE GRECIA.
' REPRESENTACIÓN TEATRAL EN LA CORTE DE D. FELIPE II.
El correspondiente en Lisboa, Sr. Sousa Viterbo, incansable
investigador del Archivo de la Torre do Tombo, á quien se debe
el hallazgo do muchos documentos curiosos con los que, por se-
ries, ha ¡lustrado la historia patria, acabado descubrir y publicar
DON ROSEL DE GRECIA. 43 I
en archivo histórico portugués dos cartas dirigidas desdé Ma-
drid á D. a Catalina de Austria, hermana del emperador Carlos V,
reina de Portugal, dándole cuenta de ocurrencias íntimas en la
Corte de Castilla.
Según se advierte por el contexto de las mismas cartas, la co-
rrespondencia confidencial debió de ser frecuente, dada la cor-
dialidad de relaciones que se mantenía entre las dos familias rea-
les de la Península, y muchos datos de los que no figuran en los
papeles de cnancillería ni en los de índole cualquiera oficial con-
tendría, prestándole el interés que encierra lo reservado al pú-
blico.
Por de pronto revelan las dos cartas recientemente encontra-
das que no era la Corte de D. Felipe el Prudente tan austera, tan
sombría ni tan inaccesible como generalmente se piensa, al me-
nos durante la vida de la simpática reina D. a Isabel de Francia,
joven, hermosa, inteligente, culta, á quien el pueblo apellidó Prin-
cesa de la Paz. Influyente tal vez para el asiento de la capitali-
dad en Madrid, lo fué, de cierto, en la transformación del alcázar
antiguo en palacio cómodo y decoroso, de modo que en él tu-
vieran aposento las Musas, y salones apropiados las damas y gen-
tiles hombres concurrentes á los saraos, los músicos, los poetas,
los asiduos á las grandes fiestas de Guadalajara y de Toledo que
ella supo trasladar á Monzón á fin de compensar la monotonía de
los negocios de Cortes, y que luego trajo á la villa blasonada del
Oso y el Madroño con el beneplácito de su amante esposo, sub-
yugado por la jovialidad y el atractivo con que de todos se hacía
querer.
Doña Bernarda Coutinha — que así firmó la autora de las car-
tas — en la primera, datada á 8 de Febrero de I 565, refería que,
repetidos los espectáculos de máscaras y muchas invenciones en
las que emulaban la Reina y la hermana del Rey, D. a Juana, prin-
cesa viuda de Portugal, proyectaron la representación de farsas
que excedieran en aparato á las anteriores, y tan á pecho toma-
ron los preparativos las damas de una y otra señora, que discu-
tiendo ante todo la precedencia y forma de las diversiones y apo-
yando con calor femenil las respectivas ideas, dieron á ¡a cues-
432 boletín de la real academia de la historia.
tión importancia suficiente para juzgar que debía resolverla la
autoridad del Rey.
Guardóse I). Felipe de tomar cartas en tan delicado asunto,
dejándolo á la decisión de su mujer y hermana, principales intere-
sadas, y aunque la presión de la crítica y el amor propio no de-
jara de influirlas, lo hicieron sin tardanza, cediendo la Princesa
por ser de menos entidad su plan, puesto que se limitaba á re-
presentación privada á la que no invitaría más que á los servi-
dores de la casa, mientras que á la de la Reina asistiría la Corte
toda, y el aparato había de responder á las mayores exigencias.
Quedó, pues, acordado que el espectáculo que tomaba á cargo
de su dirección D. a Isabel de Yalois consistiera en una farsa de
la historia de D. Rosel de Grecia, y contribuyendo á exornarla
las damas con sus joyas, como pareciera aún poco, se pidieron en
préstamo las del tesoro de la Catedral ele Toledo, enviadas al
efecto en tanto número, que no quedó allí mitra de la que no se
sacase la pedrería. En los trajes gastó la Reina cuatro mil duca-
dos de su bolsa, y el brillo de la función realzó el rey D. Felipe ■
presenciándola detrás de una cortina.
La informante Coutinha incluía en la carta una referencia, qui-
zá argumento de la composición y nota de los personajes que la
representaron, pero el anejo ha desaparecido, y es de sentir, pre-
sumiendo explicara quién fué el autor del arreglo. Arreglo, digo,
en razón á que por las noticias acopiadas por D. Pascual de Ga-
yangos para su estudio de los Liaros de Caballerías, se compren-
de que debía de estar en boga uno de los del fecundísimo autor
de aventuras de la dilatada familia de Amadises, titulado: Parte
tercera de la Ckrónica del muy excelente príncipe D. Florisel de
Niqnea, en la anal se trata de las grandes hazañas de los exce-
dentísimos príncipes don Rogel de Grecia y el segundo Agesilao,
hijos de los exccllcntísimos príncipes don Florisel de Niqnea y don
Falanges de Astra. La qual fué corregida por Feliciano de Silva
de algunos errores que en la traslación que se hizo del griego en
latín por el gran historiador Falistes Campaneo, avia.
Impresa la primera edición en Sevilla en I53<5, fueron apare-
ciendo sucesivamente siete más efi Salamanca, Evora, Lisboa,
DON ROSEL DE GRECIA.
433
Zaragoza, y continuaba en favor la Historia, acabado el siglo, juz-
gando por la plática entre el Caballero de la Triste Figura y el del
Bosque (Don Quijote, Parto i, cap. xxiv), diciendo:
«Y quisiera yo que vuostra merced le hubiera enviado, junto
con Amadis de Gaula, al bueno de Don Rugel de Grecia, que yo
sé que gustara la señora Luscinda mucho do Daraida y Carayá,
y de las discreciones del pastor Darinel y de aquellos admirables
versos de sus bucólicas, cantadas y representadas por él con todo
donaire, discreción y desenvoltura.»
La farsa no está comprendida en el abundoso Catálogo del
teatro antiguo español, de I). Cayetano de la Barrera. (Ma-
drid, 1860.)
Menos se sabe de la que había de representarse en la Cámara
de la Princesa, porque la carta próxima en la que D. a Bernarda
se proponía describirla, no ha parecido hasta ahora.
No ha encontrado tampoco el Sr. Sousa Viterbo indicio algu-
no de la autora, aparte de los que suministran los timbres ó se-
llos de las epístolas mostrando los blasones de los Pereiras y
Henríquez. Presume fundadamente pudiera venir á Castilla como
dama de la Princesa, madre de D. Sebastián, al ser ésta llamada
por el Emperador para regir á España durante su ausencia y la
del príncipe D. Felipe en Inglaterra y Flandes, misión en la que
demostró raras dotes de sagacidad y discreción, gobernando
maravillosamente, al decir de los coetáneos, (i)
Acaso fuera la tal D. a Bernarda allegada ó parienta do don
Cristóbal de Moura, menino favorito de la Princesa, futuro mar-
qués de Castel-Rodrigo, el cual, por conservar entre los suyos
el ilustre apellido de Coutinho, lo dio á la mayor de las hijas que
adelante tuvo, mientras que á otra hizo nombrar D. a María de
Moura. La diferencia de términos de Coutinha y Coutinho no es
objeción que impida admitir el deudo, siendo por falta de fijeza
en los apelativos, costumbre bastante común en la época, que
(1) Don Manuel Serrano y Sanz ha dedicado á esta princesa artíc alo
biográfico en sus Apuntes para una Biblioteca de escritoras españolas, obra
premiada por la Biblioteca nacional. Tomo 1, Madrid, 1903.
TOMO XLII. 28
434 boletín de la reai, academia de la historia.
las hembras concordaran el linaje con el nombre de pila, firman-
do, por ejemplo: Formosella, las de apellido Fcrmoselle; Villa-
faña, las de Villáfañe; Calinda, las de (¿alindo, y así muchas.
Resta observar que en la curiosa mencionada espístola de 8
de Febrero de 1565, D- a Bernarda se hacía eco del rumor pala-
ciego de haber de partir en el mes de Marzo ó poco después la
Reina, á fin de visitar á su madre en Bayona; y en efecto, consta
que, acompañada del Duque de Alba y de otros magnates, em-
prendió la marcha el 8 de Abril en comisión secreta, siendo re-
cibida en la frontera por su hermano el rey Carlos IX de Fran-
cia v por Catalina de Mediéis, madre de ambos, que la hospeda-
ron en la referida ciudad de Bayona.
Negociaron entonces el matrimonio de Carlos IX y de Ma-
dama Margarita su hermana, con la tantas veces nombrada doña
Juana y con el príncipe de España L. Carlos, no llegando á con-
certarlos por la exigencia de los Estados de Flandes como dote
de la Princesa; mas de otro asunto importante se trató: de la re-
presión de la herejía en Francia, conviniendo, según Cabrera
de Córdoba expresa, «en dar á las cabezas de los hugonotes una
víspera siciliana.»
Tan exactas parecen las demás referencias de la carta, sin ex-
ceptuar las que tratan de minuciosidades de la Corte. Así los
embajadores venecianos, como otros diplomáticos de fuera, en su
número el Conde de la Ferriérc, juntaron datos hábilmente utili-
zados por D. Antonio Cánovas del Castillo y D. Alfonso Danvila,
para trazar bosquejos de aquélla en formas que consienten la
sentada apreciación.
Era la princesa D. a Juana señora de natural distinción y elegan-
cia: alta, esbelta, rubia, de espléndida y graciosa hermosura, in-
teligente y enérgica. Con alma de artista, sentía pasión por la
música; tocaba varios instrumentos, ponía letra á las canciones,
v aunque -modesta y un tanto retraída después de su viudez, bri-
llaba y ejercía innegable influencia. Bfantóme la juzgó escribien-
do: «C'estoit une des plus acomplies princesses étrangéres que
j'aye point veues».
Doña Isabel de la Paz, tercera mujer de Felipe II, tenía con
DON ROSEL DE GRECIA. 435
aquélla muchos puntos de semejanza en lo moral: eran también
sus gustos artísticos y literarios; sus dotes sobresalientes, inteli-
gencia, discreción, dulzura, y desde que llegó á España esta-
blecióse entre ambas egregias damas corriente simpática que no
tardó en constituir amistad conservada toda la vida, probable-
mente por influir con la comunidad de ideas el contraste físico
•de las personas y la disparidad en algunas de las aficiones, pues
tenía la de Valois corta estatura, y poseyendo en sumo grado
habilidad con que realzar los encantos de su belleza y majestad,
vestía joyas y trajes de gran valor y nunca se puso dos veces el
mismo en los primeros tiempos del matrimonio (i), al paso que
D. a Juana, constante en el uso de ropaje negro, si bien de seda,
solamente lo adornaba con las tocas de viuda, de crespón blanco,
que terminaban en punta sobre la frente (2).
En las fiestas, á que las dos eran muy afectas, se hacían notar
-considerables diferencias, siendo en las de la Reina muy grande
la ostentación y el concurso, y celebrándose las de D. a Juana á
puerta cerrada en sus habitaciones, y más frecuentemente en
jardines ó casas de campo, adonde acudían los. cantores é instru-
mentistas de la Capilla real con otros que ella mantenía á sueldo,
siendo el espectáculo aliciente principal por sí mismo.
Asociábanse, sin embargo, en las diversiones, especialmente en
los saraos, y la Princesa, madrina en las velaciones de la Reina
y que lo fué también de pila en el bautizo de la infanta Isabel
Clara Eugenia, salía á pasear á caballo con su cuñada, la acom-
pañaba en la mesa cuando las ausencias del Rey consentían al-
guna libertad en la etiqueta y pasaban juntamente largos ratos,
en conversación familiar.
(1) Esto enseña una relación de la época; no obstante, describiendo
D. Manuel Mesonero Romanos el retrato pintado por Juan Pantoja de la
Cruz, expresa haberla representado rubia, de pálido y gracioso semblan-
te, como de unos veinte años, vestida de terciopelo negro y lazos rojos,
con ricas joyas de perlas, rubíes y esmeraldas, y sosteniendo entre las
manos una piel de marta con cabeza y garras de oro.
(2) En el Monasterio de las Descalzas Reales de Madrid 'sé conserva
también retrato de la princesa D. a Juana, su fundadora.
43^ BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
De tan buena conformidad no participaban siempre las res-
pectivas damas, conjunto brillante de distinción celebrado en li-
bros y poesías, como lo hizo Jorge de Montemayor en la Diana
enamorada. Ocurrir solían cuestiones, piques y zarandajas en que
aparecía el antagonismo que, sobre todo entre españolas y fran-
cesas, se mantenía latente, llegando á las veces á preocupar al
Rey.
En tales ocasiones so hacía muy difícil á los cortesanos no per-
der el tino entre las intrigas y complicaciones en que necesaria-
mente tomaban parte las servidumbres distintas de ellas y las-
del príncipe I). Carlos, de D. Juan de Austria, de Alejandro Far-
nesio y de los Archiduques Ernesto y Rodolfo, estantes todos
en Madrid.
Confirmada con estas breves indicaciones la procisión de las
noticias contenidas en la primera carta do D. a Bernarda Couti-
nha, os tiempo de tratar de la segunda, datada á 20 de Diciem-
bre de 1566, si más extensa, no tan estimable en generalidades.
Dirigida, lo mismo que la anterior, á la reina D. a Catalina do
Portugal, tenía por objeto avisarla llegada del obsequio que ésta
había encomendado como portador á uno de sus palafreneros y
dar noticia anticipada de que al regresar conduciría en corres-
pondencia agasajos de la princesa D. a Juana y do la dama escri-
biente.
El recibido consistía en guarniciones, paños finos, ámbar, ben-
juí, cocos, porcelanas de la India, vajilla de madera, mas dospe-
rritas preñadas de mucha estima provistas de camas y colchones
de tafetán. La Princesa partió la dádiva con su hermana, como-
siempre hacía; destinó partos proporcionadas á sus damas y á las
monjas del Convento de Descalzas Reales, que había fundado y
dotado en las casas en que nació, brindando un cachorro nacido
de la perrita á los príncipes de Bohemia. En la remesa devuelta
iban jamones, chorizos, jalea, azucarillos, orejones, con la segu-
ridad de haberse preparado los comestibles en casa con la mayor-
limpieza del mundo y de sor los chorizos castellanos reverendos
— de mal nombre por cierto — tan buenos como las longanizas
portuguesas, que gustaban al Rey y al príncipe D. Carlos; deli-
DON ROSEL DE GRECIA. 437
ciosas menudencias relativas á la moderación de la cocina real.
Nuevas de otra especie insertó D. a Bernarda, cuidadosa de
comunicar las que hacían ruido: una, la de presunción del em-
barazo de Su Majestad, del que sin duda vino al mundo la in-
fanta D. a Catalina; otra, la de haber sido encerrado en prisión
D. Fadrique de Toledo, primogénito del Duque de Alba, por
veleidades ó desmanes amorosos con D. a Magdalena de Guzmán,
la que, protegida por la Reina, al pirecer, presentó demanda de
agravio en que entendía el Presidente del Consejo; tercera, la
marcha del arzobispo de Toledo (Fr. Bartolomé de Carranza),
camino de Cartagena, para embarcar en un galeón y seguir á
Roma, acompañado del arzobispo de Mallorca, obispo de Ciudad
Rodrigo y tres inquisidores por avocar á sí la causa el Papa
.{Pío V). Había dispuesto el Monarca, antes de la partida, que á
su voluntad se facilitase al viajero de las rentas de la mitra lo
gastado, y respondió conceptuosamente, que si era hereje todo
pertenecía á Su Majestad, pero siendo católico el dinero era de
los pobres, y no podía el Rey disponer de él; respuesta que se
comentó en palacio.
Considerando á estas epístolas como complemento de las de
mano de D. Felipe sacadas de la obscuridad por M. Gachard
en 1884, contribuirán al juicio del gran soberano católico, tras-
ladándole desde las más elevadas esferas de la gobernación y la
política, dentro de las cuales comunmente se le mira, á la más
: pequeña de la vida privada.
El Sr. Sousa Viterbo, descubridor de las últimas, piensa «que
-de la colección de las primeras surge la fisonomía del austero
monarca bajo un aspecto inesperado. Desaparece el jefe de la
nación para dejar plaza al jefe de la familia. El Rey, que en el
ejercicio del poder no conoce otra voluntad que la suya abso-
luta, es también padre expansivo y afable que no desdeña des-
cender al trato y conversación de cosas infantiles. Nadie presu-
mía que fuera capaz de humanizarse tanto, lo cual prueba quo
en toda alma hay germen de bondad que un día ú otro rompe,
como flor entre hielo».
Poco distaban de la apreciación los contemporáneos criados
438 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
do su casa, bastante conformes al presentarle modesto, sobrio,,
amante de los allegados, con intensidad de que se tuvo prueba
evidente al ocurrir la muerte de D. a Isabel de Valois, que mucho
le afligió, porque en opinión de su cronista mencionado, Cabrera
de Córdoba, la entereza que admiraba en él el mundo no fué in-
sensible, y más en pérdida de su compañera, amiga y madre de
las hijas tan queridas, que á todos dolió, siendo reina tan moza,
agradable, piadosa y caritativa, y á la princesa D. a Juana con
extremo de instarla á cambiar de vida y recluirse.
Véase ahora el texto de las epístolas escritas por la limpísima
D. a Bernarda Coutinha:
«Señora. — Nao uejo qua cousa nhua que seja boa que nao deseje
en extremo pódelo V. a. uer e ja que ysto nao pode ser me puse
a escreuer alguas cousas das que uejo, a Raynha fez hua farga
da Estoria de don Rosel de grecia de que mando a V. a. hum
papel da maneyra que se fez. gastou a Raynha nela quatro mil
cruzados, porque todos os aderecos de la forao a sua custa, ti-
ramdo a pedraria que as damas levauao por que esa nao fiquou
nhua pessoa de nos na corte a que se nao pedise todas as joyas
que tinhamos, ate se mandaren buscar a ced de toledo, que nao
fiquou pedraria em mitra que ali nao uiese. Esta cousa das mas-
caras se comencou agora a un ano estamdo nos en mongao entro
a Raynha e a pringesa nosa sñora, em que auia muy tas enuen-
goons do hua parte e doutra. agora fez a pringesa nosa sñora hua
e a Raynha quis fazer esta, tinha a pringesa nosa sñora pera
fazer outra e quijera que fora primeyro que a da Raynha. Semtio
a Raynha de maneyra que pedio al Rey que pedise a pringesa
quo a nao fizóse. El Roy so calou quamdo ella aquilb uio foy em-
pesoa a pedir a pringesa nosa sñora que a nao quisese fazer pri-
meyro que a sua. Entre as damas da Raynha e de su altega auia
granules enfadamentos sobro ysto, dozemdo que compria a saude
da Raynha nao so fazer a farga da pringesa nosa sñora primeyro-
(¡ue a sua, a gemte de ca de fora zombauao todos destas ysto-
rias. a pringosa nosa sñora a deixou de fazer, e me mandou cha-
mar pora que uisse a da Raynha, a qua] uiráo todas as sñoras e
DON ROSEL DE GRECIA. 439
homens desta térra. As da pringosa nosa señora nunca as uio
nhua pesoa de fora de su casa-. E el Rey por detras de hua guar-
da porta a uio. estoutra que agora a de fazer nao sey como sera,
eu auisarey a v. a. do que pasar. A Raynha dizem que uay uer
sua may a bayona e que partirá de quinze de margo por diente,
outros dizen que nao podera ser táo presto por que aimda El
Rey nao ten nomeados os que am de yr con ella pera se po-
derem fazer prestes, outros se facem ca prestes pera vn torneo
de a cávalo que se ha de facer o primeyro domingo de margo.
Su altega me faga merce de nao querer que ninguem sayba esta
carta que eu excreuo a V. a. por que se nao sayba logo, qua
noso sñor a uida da V. a. guarde e seu real estado acregemte
como suas creadas desejamos. de madrid a 8 de íeuereyro
de 1565.
Criada de uosa alteza. — D. Bernarda Coutinha.
A' Raynha nosa señora.
(Torre do Tombo. — Corpo Chronologico. Parte 1. a mago 1 07,
doc. 44.)
Sñora. — üuamdo este mogo destribeira... chegou estaua dom
Francisco na cama de hu grande catarro e febre que... pode
fazer o caminho desse Reyno táo a seu salluo pello mao tempo...
fez que shenáo cultasse cinco ou seis febres á algus dias mais sem
sa... a esta causa fiz eu o que lhe vossa Alteza... mandaua que...
me foi apresemtar a princesa ho presemte que lhe vossa Alte-
za... que foi recebido della con muito contentamento porque
alem de tudo seer muito bom, com que muito folgou, a vontade
co lhe vossa Alteza sempre faz merce y stima tanto como he
rezao, as gornigoees erao muito fermosas e muito boas, loguo as
desenuolueo per amte mym e as guabou era estremo, e na ver-
dade ellas erao pera ysso, porque eráo muitas e muito boas.
Com ho ámbar e beijoim folgou em esfremo porque elle muito
bom, e pareceme que partirá co a Emperatriz sua jrma com
quem sempre parte do que lhe vossa Alteza manda, as procella-
: ñas foráo as melhores do mundo. A meu quinhao coube hua du-
zea que me sua Alteza deu e assy hu pedago danbar e duas liuras
440 boletín de la real academia de la historia.
de... A dona Margaidá de Cardona molher de Diz (?) Tristáo,
mandou... ea de procellanas e hu pedago de anbar e quatro Hu-
ras de bejoim c quatro pegas de paño, porque folgando muito co
elle pora as... as achou que era muito mais delgado do que ellas
custumam trazer. dos cocos taobem fiz repartigao assi com dona
Margaidá com todallas criadas de cassa. A louga de pao ystimou
era estremo pe... as freirás, e fallou mil oras na policía de vossa
Alteza. Porem nao bastaua quao íermosa a louga de pao era
senao que jnda... mandou a rregeita de como se auia de lauar
pera ser sempre bramca. as freirás estad as mais contentes do
mundo de terem táo fermosa baixela. tudo vinha muito bem tra^
tado porque este mogo destribeira de vossa Alteza teue muito
bom cuidado do que trouxe, e assi vieram os c^chorinhos. Aqui
em minha cassa lhe fizemos os colchóes do taffeta que vossa
Alteza mandou, e tudo a princesa esteue guabando de quao
pollido vinha. .; em quelles, vinháo leuaráo assy como veo, e com
as camas comcertadas c sua Alteza tomando a bonetinha, come-
gon de querer parir e diante da princesa parió hu filho. mandou
a loguo pera minha cassa onde parió e inda a tenho aqui pera a
mandar como ystier emxuta dos... grande hia ensaboado e aluis-
simo. a princesa folgou muito... dahy a tres dias ho deu aos prín-
cipes de Boemia. A cachorinha negra juda nao parió, ella e
cachorino asy como vos tras a princesa sempre cosiguo e folgou
muito co elles. representey este officio o melhor que pude en
auzencia de dom Francisco, elle fer os outros presentes e dará
rezao disso a vossa Alteza que eu a dou do que fiz. Nao escreuo
a vossa Alteza muitas vezes porque nao sey sea cansad minhas
cartas, mas quando se oíferecerem cousas que obrigue, sempre o
farey co as nouas que qua ouuer principalmente da saude destes
primeipes que he o co que vossa Alteza mais folgara. todos, louua-
do nosso. Spnhor estao com saude. A Rainha se tem presumgáo
que he prenhe e esta muy... que corto e muito despamtar pot^a
os malíes que passou... que ha dir com el Rey a framdes o algua
gemto da térra ero que sera verdade posto que ate guora nao
ha cousa certa, ja vossa Alteza sabera que dom Fadrique filho
do duque dAllua esta preso na... ota de... por dizer dona Mada-
DON ROSEL DE GRECIA. 44 1
nella de Guzmao que he cassada co... elle táobon disse a Kainha
que era verdade que lhe tinha promettido de casar com ella e
que nao casaría com outra nhua... destas pallauras que disse a
Rainha deu ella hu scripto asinado da sua máo, dona Madanella
tem mostrado en juizo umitas cartas de dom Fadrique en que
ñas mais dellas lhe promette o cassamento.el"Rey tem remettido
ho negocio ao presidente de consselho... ella está prosa na sua
poussada, dizem que esperao cada dia semtenga do que sera, A
princesa me mandou estes dous caixoes, hu de oregones e outro
de Lurones bramcos que se me parecese quera cousa pera man-
dar a vossa Alteza lhos mandase de minha parte, que ella por
se... ho nao quería mandar da sua, e porque este mogo destrí-
beira de vossa Alteza no achou aqui estas duas cousas tao pref-
feitas como era rezáo que leuase, íblguey de a princesa me dar
estes pera mandar a vossa Alteza. Aquem da minha miseria
mando hua ca... xur que fiz era minha cassa e aprendí facello
pera o fazer... vossa Alteza quamdo me Deus leuar a essa térra,
e assy hua caixa dasucar rozado espomyado que se qua tem por
cousa muíto boa, e hua panella de gillea que táobem aprendí a
íazer en Vallenca e assy mando a vossa Alteza hua duzea de
queíjos atadeiros despinosa, que nao pude aveer mais, e quatro
chourigos a que qua chamam... pos... e sao elles tao reuerendos
que nao ere quem lhe chama este nome que táobem he vianda
castelhana, vosa Alteza os pode comer se lhe souberem bem,
sem asco, porque se fizeráo era minha cassa co toda limpeza do
mundo, e se folgar co elles mandarlhey mais. Receba vossa
Alteza... mealha pois he presentada com tanto amor como a que
... oí'fereceo no templo, disse-me este mogo destribeira que vossa
Alteza mandara leuase de qua lingoigas: nao sao boas as que
qua fazem. desse Reino as trazem a princesa multas vezes e
folgua muito dellas porque as acha melhores que as de qua;
reparte com el Rey das que lhe trazem, e com o principe, estaña-
do pera cerar esta carta e este mogo destribeira pera partir, me
mandou a princesa dez lacoes e dezoito... e hus poucos que lhe
trouxeráo os frades de Guadclupe. pareciráo me... os lacoes, e
posto que os queijos me nao pareceráo taes, os mando a vossa
442 boletín de la real academia de la historia.
Alteza, porque taobem me pareceo que a temcáo de mos a
princesa mandar devia ser esta, esqueciame de dizer a vossa
Alteza nesta carta que ho arcebispo de Tolledo era partido pera
Roma pera ó papa detreminar sua causa, foise enbarcar a Carta-
yena en hu gualiáo. vao com elle ho arcebispo de Malhorca e o
bispo da Ciudad Rodriguo e tres inquisidores. Antes de sua par-
tida lhe mandou el Rey dizer que lhe dessem a sua vontade o
dinheiro que tinha gastado do seu Arcebispado; respondo lhe ho
arcebispo que se elle hera ereye que tudo era de sua majestade
e se era catholico que o dinheiro era dos pobres que lho nao po-
día dar e... Afirmaráo ysto no Pago e amda amtre gente homra-
da... A vossa Alteza cuya vida noso Senhor por muitos anos
guarde c seu real estado acresente como suas criadas deseyamos.
de Madrid a xx de dezembro de 1566. Criada de vossa Alteza,
dona Bernarda Coutinha.»
(Torre do Tombo. — Gaveta 1 5, Mago 20, n.° 18. — O docu-
mento está bastante lacerado.)
Cesáreo Fernández Duro.
IV.
EL LOAYSA DE EL CELOSO EXTREMEÑO.
Muy digno de la atención que le consagra esta Real Academia
es el estudio histórico presentado por D. Francisco Rodríguez
Marín con el título de El Loaysa de El Celoso extremeño, que
viene señalando un nuevo rumbo al estudio de las Novelas ejem-
plares de Miguel de Cervantes Saavedra.
Desde que salieron á luz aquellas admirables Novelas, han sido
muchos los literatos españoles y extranjeros, algunos de gran
fama, que les han consagrado su atención. Y tal predilección
tiene causa conocida.
El mismo Cervantes, al publicarlas, dijo hablando con el lector
dé su Prólogo: «Solo esto quiero que consideres; que pues yo he
EL CELOSO EXTREMEÑO. 443
» tenido osadía de dirigir estas Novelas al gran Conde de Lemos,
^algún misterio tienen escondido que las levanta». No era nece-
sario tamaño estímulo ni aliciente tan poderoso para despertar
la curiosidad. El extraordinario mérito del libro, su carácter par-
ticular, la índole varia de los argumentos que en él se desenvuel-
ven, contribuyeron también en gran manera al interés de las in-
vestigaciones.
Los apasionados del inmortal escritor ¡que son tantos!, se lan-
zaron con ardor á escudriñar, desmenuzar y analizar los argu-
mentos de las Novelas uno por uno, ansiosos de conocer el
misterio qué tienen escondido, y que sin duda conocía el Conde
de Lemos, en sentir de los investigadores. Unos creyeron en-
contrarlo en los recuerdos de la vida de Cervantes en sus dife-
rentes estados, que con mayor ó menor exactitud notaban en
ellos; otros se fijaron en los sucesos contemporáneos á que se
aludía, con total franqueza ó con meditado disimulo; quién atri-
buía el misterio á los caracteres que juzgaban de personajes co-
nocidos y eran pintados con rasgos magistrales, disfrazándolos
con habilidad; quién, yendo* más al fondo y tomando mejor ca-
mino, se fijaba en la índole misma de aquellas bellísimas narra-
ciones y lo buscaba en la lección moral que de su contexto ge-
neral se desprendía para todos los estados, siendo ellas pintura
exacta de todas las clases sociales y censura de sus vicios.
Han merecido el concepto de poco fundados todos esos jui-
cios y otros muchos emitidos por los curiosos; y aunque nin-
guno de ellos haya sido generalmente aceptado, han contribuido
á que se sostenga vivo el interés, á que se estudien siempre las
Novelas ejemplares, siendo objeto preferente de atención para
los pensadores como para el vulgo, á causa del misterio que
Cervantes declaró haber en ellas.
Historiadores y literatos, biógrafos y críticos, han agotado las
agudezas de su ingenio en la investigación del secreto de las No-
velas. Xo hay una biografía de Cervantes, larga ó corta, en que
no se haga exposición y análisis de sus argumentos, además de
los artículos sueltos especialmente consagrados á su estudio; pero
tanto en unos como en otros se fija señaladamente la atención,
444 boletín de la real academia de la historia.
como hemos dicho, en la indicación de los hechos históricos que
se encuentran, en la verdad de algunos caracteres y en la minu-
ciosa narración de los asuntos, examinándolos críticamente con
mayor ó menor severidad.
Pero la curiosidad no se ha dado por satisfecha, y la crítica
mucho menos. Se desea la exposición ele los procedimientos es-
táticos que nacían en el entendimiento de Cervantes para unir
de una manera natural y agradable el suceso que trataba de na-
rrar con la profunda lección moral que deseaba consignar en su
escrito, y la pintura del estado social que, como síntesis de to-
das, debía resultar para que fueran ejemplares.
Por eso, con gran acierto el Ateneo de Madrid, fijando su aten-
ción en esa curiosidad no satisfecha que dejábanlos diversos jui-
cios sobre las Novelas de Cervantes, las presentó como tema para
un certamen que logró brillante resultado, pues concurrieron
dos Memorias, de las que fueron autores los Sres. D. Julián
Apraiz, catedrático y director del Instituto de Vitoria, y D. Fran-
cisco A. de Icaza, que, aun cuando no alcanzaron á llenar com-
pletamente los deseos de los doctos* jueces del Ateneo, fueron
consideradas de mérito bastante para que entre ambas se divi-
diera el premio y las dos se hayan dado á la estampa.
Muy poco tiempo después, en el mismo año 1901, vio la luz
en Sevilla otro estudio histórico literario, del que por encargo de
la Academia debo ocuparme. Se debe á la pluma del conocido
escritor D. Francisco Rodríguez Marín, que hacía años se afana-
ba en reunir datos y comprobantes para estudiar una de las más
interesantes Novelas ejemplares, bajo un punto de vista nuevo y
completo, y ha logrado presentar un trabajo erudito é interesan-
te digno por muchos conceptos de las mayores alabanzas. Divi-
de el Sr. Rodríguez Marín su libro en tres partes, dando en la
primera cabida á los dos textos que afortunadamente se conser-
van de la novela El Celoso', el primero tal como fué escrito por
Cervantes, probablemente en los años últimos del siglo xvi, y
copiado en su Miscelánea por el licenciado Francisco Pon-as de
la Cámara, é imprimió D. Isidoro Posarte en el núm. 5. del Ga-
binete de lectura española en 1 7/8; y el segundo, corregido y
EL CELOSQ EXTREMEÑO. 445
repasado por el autor, en la edición príncipe de las Novelas, Ma
drid, Juan de la Cuesta, año 1613; facilitando así el conocimien-
to de las notables variantes que entre ambos existen.
En la segunda parte se encuentra los más precioso, lo más
digno de llamar la atención. Ha añadido el Sr. Rodríguez Marín
un capítulo á la historia literaria de nuestra patria, formando con
prolijo estudio y laboriosidad la biografía del poeta Alonso Al-
varez de Soria, del que apenas eran conocidos algunos rasgos
muy ligeros y el fin desgraciado, y que, ilustrada con datos curio-
sísimos y gran erudición, aumenta el caudal histórico de la ciu-
dad de Sevilla en aquella época tan interesante.
Después de tan cumplido estudio, se esfuerza el docto escritor
en la tercera parte en llevar al ánimo de los lectores la convic-
ción que en el suyo abriga, de que Alonso Alvarez de Soria es
el Loaysa de El Celoso extremeño, ó lo que es igual, que Aligue!
de Cervantes tomó por tipo al desventurado poeta para trazar
los rasgos más salientes del carácter del pervertido calavera
que causó la desgracia del anciano Carrizales.
Después de muchas agudezas y de muy sutiles razonamientos,
comprendiendo la dificultad de su intento, dice Rodríguez Marín
con su característico gracejo: «¿Vas columbrando que el infe-
»liz poeta hispalense Alvarez de Soria, cuya biografía tracé en la
»segunda parte del presente estudio, fuese el dechado que Cer-
vantes escogió para pintar, por cierto de mano maestra, su
»Loaysa? ¿Me dices que no?».
Como el trabajo lo merecía, y era punto verdaderamente cu-
rioso, me decidí á indagar la opinión de algunos aficionados de
reputación conocida, antes de consignar la mía, y en todos en-
contré igual juicio: el libro del Sr. Rodríguez Marín es una ver-
dadera joya por su erudición, por su lenguaje, por todas sus con-
diciones literarias; pero en su última parte no convence, no de-
muestra, á pesar de sus esfuerzos y de su ingenio, que Alonso
Alvarez de Soria, poeta y tuerto, sirviera de tipo á Cervantes
para trazar el Loaysa de El Celoso extremeño.
Madrid, 22 de Mayo de 1903.
José María Asensio.
44^ BOLETÍN DE I.A REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
V.
MONUMENTOS ROMANOS DE SAN JUAN DE CAMBA, CÓRDOBA,
LINARES, VILCHES, CARTAGENA, BARCELONA Y TARRASA.
San Juan de Camba.
En la provincia de Orense, diócesis de Astorga, partido judi-
cial de la Puebla de Tribes y ayuntamiento de Castro Caldelas,
de cuyo pueblo dista un cuarto de legua hacia el Sudeste, está
la feligresía de San Juan de Camba, en cuya casa é iglesia parro-
quial veíanse, hace algunos años, dos lápidas romanas insignes (i).
La primera fué por Hübncr (4853 e¿) calificada de miliario, pues-
to sobre la tercera vía de Braga á Astorga, imperando Nerva en
el año 97 de la era cristiana. De aquí tomó pie, ó suficiente mo-
tivo, nuestro sabio compañero, el Sr. Saavedra (2), para reducir
la estación Praesidio del Itinerario de Antonino «á Castro Calde-
las, en el camino que enlaza la vía de Geira con la de Larouco».
Afortunadamente no se ha perdido tan precioso monumento, y
ha sido objeto de nuevas observaciones á D. Arturo Vázquez
Núñez (3).
«Por donación», dice, «del limo. Sr. Obispo de Astorga, pasó
en Mayo de 1897 a l Museo provincial de Orense. Es una piedra
de granito de forma rectangular, que mide 0,78 m . de altura
por 0,58 de ancho. Las letras tienen 0,07 de altura. En la línea 3. a
forman grupo la N y la T. Hübner la coloca entre los milia-
rios, pero en nuestra humilde opinión no debe serlo, puesto que
debajo de la última línea queda un espacio de 25 cm. en blanco,
(1) Ceán Bermúdez, Sumario de las antigüedades romanas que hay en
España, pág. 217. Madrid, 1832.
(2) Discursos leídos ante la Real Academia de la Historia en la recep-.
ción pública de D. Eduardo Saavedra, pág. 162. Madrid, 1863.
(3) Boletín déla Comisión provincial de Monumentos histéricas y artísti-
cos de Orense, tomo 1, pág. 47.
MONUMENTOS ROMANOS.
447
que naturalmente debiera ocupar el número de millas y el punto
hasta donde se contaban, sin que nada de esto exista. Además,
es de observar que en todos los miliarios de Xerva figura su
nombre en nominativo, mientras que aquí está en dativo. Debe
ser, pues, la que nos ocupa una inscripción honorífica, y entre
ellas la colocamos.»
A tan buen amigo he pedido una fotografía, por donde nos
quepa juzgar de la exactitud de sus doctas apreciaciones y do-
tar con un ejemplar de segura época y año determinado la pa-
leografía Orensana.
£' r 't''.\¿*,< ■t'^'^í' ¿''fox V-t'fS,
... ^A,kll^L' ¿fe £ Ltiú A 1 • i v
La piedra es rectangular, y di\'ersa, por consiguiente, de las
miliarias. Está gastadísima, por efecto del humo y do las llamas
que en la cocina de la casa parroquial la corroyeron, rebajando
la profundidad de las letras, deformando las últimas del I.°, 2.°
y 4. renglón, y consumiendo (á mi parecer) los postreros, don-
44$ BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
de quizá se leyó lo mismo que en las inscripciones 2516
y 251;:
CIVITAS
LIMICORVM
Para colmo de desgracia, en balde ha buscado el Sr. Vázquez
Núñr/ en la sacristía de la iglesia parroquial de San Juan de
Camba el ara (2524), mal copiada en el año 1 787 por D. Pedro
Rodrigue/, de esta manera:
ABIA • FELAESVRAFRO
SACRVM
/// OS1TVMC- V-*A VICCISION
Abia ¿I'clacsuraeco? sacrutn \ji\ositum cura Viccisionis.
listaba esta inscripción en la pared de la sacristía, á espaldas
del altar mayor, y quizá no será muy difícil averiguar, si no estu-
viere oculta por espesa capa de cal ó por otro accidente, cómo
y cuándo se trasladó á otro sitio.
El giro gramatical de ésta se aviene con el de otra inscripción,
peor copiada, eme Ceán Bermúdez redujo á Castro Caldelas (i);
pero que Hübner (2 5 51), siguiendo á Muratori, colocó en cierto
problemático Castro de San Cristóbal: «In Castro Sancti Chri-
stophori in Gallaecia». Muratori la copió así de segunda mano:
D-D
CAYCEI • SAC
SACRVM XISIT
XIX-FL'DEDICAVIT
PRO SALVTE SVA ET SVORVM
La copia, que divulgó Ceán Bermúdez, no difiere de ésta sino
(1) Pág. 218.
MONUMENTOS ROMANOS.
449
en suprimir el rasguillo ó nexo de VL en el renglón segundo y
en dar á leer Caveci en lugar de Cauleci.
En los renglones 3. y 4. están visiblemente estropeados los
vocablos XISIT XIX, que fácilmente pudieron tomarse de
POSIT I VM V. Conjeturo que toda la inscripción diría:
D(ibus) d(eabus) Caulecisa?cis sacrum positum V(alerius)
Fl(avus) dedicavit pro salute sua et stionim.
En el mismo paraje (¿Castro Caldelas? ¿Castro de San Cristó-
bal?), donde se halló esta inscripción, se veían además nada me-
nos que seis (2552-2557) de sumo precio para la historia militar
de España. Una de ellas (2553) expresaba la parte que había to-
mado en la erección de un monumento á Júpiter (año 167), en-
tre otros jefes de las tropas que guarnecían la fortaleza, Valerio
Flavo, centurión de la cohorte primera de los gallegos.
A ningún punto de Galicia, por de pronto, me parecen aco-
modarse mejor estas inscripciones militares que á Castro Calde-
las ó Praesidium, centro de la grande arteria estratégica ó vía
nova de Braga á Astorga con su ramal hacia Monforte de Le-
mus, después de cruzar el Sil por Barca de Paredela. Acaso des-
colló Praesidium sobre la altísima cima del Carengo, á cuya
sombra (Caulecisaeco?) se guarece la villa de Castro, asemeján-
dose por esta situación á la de Peña Amaya (Ammaia Patricia),
que descubrió y describió D. Romualdo Moro (i).
Córdoba.
Fragmento marmóreo hallado hace pocos días por D. Rafael
Ramírez de Arellano en la cámara central de los baños árabes
en el campo de los Mártires, al practicarse derribos y excavacio-
nes, que darán á conocer la mazmorra de aquéllos.
Mide 14 cm. de ancho por 7 de alto. Letras del siglo 11, altas,
35 mm. Puntos cuneiformes.
(1) Boletín, tomo xix, páginas 527-531.
TOMO XLII. 29
450 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ORNELI VS
OCALVS,
[T(itus)> C\ornelius [T(iti) l(ibertus)> Cr\ocalus...
Tito Cornelio Crócalo, liberto de Tito...
El cognombre Philocalus puede también suplirse, pero Cro-
calus se ajusta mejor á las condiciones simétricas del renglón que
antecede. Con este fragmento pueden relacionarse los de la ins-
cripción 2217.
Linares.
En carta del 28 de Abril pasado, fachada desde Burdeos,
Mr. Horace Sandars me dice lo siguiente:
«Tengo el gusto de enviarle una impronta de una inscripción
en piedra arenisca, encontrada recientemente, ó hace apenas tres
semanas, cerca de las ruinas de la antigua ciudad de Castillo, y
que es propiedad de D. Marcos Monteagudo, vecino de Linares,
aficionadísimo á la Arqueología. La piedra está conservada cui-
dadosamente por su dueño, el cual me dio, con mucha cortesía,
el permiso de sacar copia y fotografía de ella. La parte que lleva
la inscripción mide 43 cm. de altura por 25 de anchura, y las
letras solamente 3 cm. á excepción del primer renglón, donde
son de mayor tamaño».
En el calco, que á nombre de Mr. Sandars ofrezco á la Acade-
mia, se ven esculpidas serpientes, simbólicas de la diosa de la
venganza, que mi '1 rengíón segundo campean.
La inscripción ha sufrido varios golpes de la herramienta que
la puso de manifiesto, y estragó no solamente el remate de la
primera línea, sino también el principio de la 3. a , 4. a y 5. a El tipo
paleográfico es del tiempo de los Flavios, ó de la segunda mitad
del primer siglo de la era cristiana (i).
(1) Hübner, fixempla scripturae cpi&raphicae latinae, núm. 424-428.
Berlín. 1 H85.
MONUMENTOS ROMANOS.
45 1
•1
lj**.*~*t
DEAE • NEM ///
SI
DEC-FONTEIVS
APOLAVSTVS
CVM • SVIS
V • L • A • S o
Dea Nem[é\si Dec(umus) Fonteius Apolaustus tum suis v(otum) l(ibens)
mo) síolvit.
A la diosa Némesis cumplió ele buen grado el voto, que le había hecho
con sus parientes y allegados, Décumo Fonteyo Apolausto.
Es notable esta lápida, en primer lugar, cuanto al prenomhre
y cognombre del dedicante Fonteyo. Del prenombre Décumus
un ejemplo teníamos en Sevilla (1232). Del cognombre grie-
go Apolaustus (cLno\a.u<TTÓq), equivalente al latín iucundus, no es
tan rara la aparición (968, I/Ó9, 2841, 3/49 a.). En segundo lu-
gar merece observarse que tan solo dos aras consagradas á Né-
mesis en España se habían dado á conocer: una de seguro en
Córdoba (2195) y otra probablemente (i) en Martos (1662).
En Lisboa (253) sale nombrado Nemesio hijo de Telémaco, y
(1) Compárense Corpus inscriptionum lali/iarum, vol. 11, mím. 5474;
vol. vii, números 45 y 46.
452 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
en Évora (5 191) hubo un co'.egio ó corporación que formában-
los Nemesiaci.
El sitio puntual, en donde so ha descubierto el exvoto de Fon-
teyo á la diosa Némesis, se halla fuera del recinto de la antigua
Cástulo, y cerca de la puerta llamada de las Cisternas.
Vilches.
Al calco de tan interesante inscripción acompaña Mr. Sandars,.
y nos ofrece, el de la que lleva el número 325 1 en la colección de
Hübner, y permanece en las casas del Ayuntamiento de La Caroli-
na. Importa fotograbarla, atendidas las variantes ó rectificaciones
que el calco introduce en la edición admitida por Hübner. En los
renglones 2. y 3. leo: \C\eleris f(ilio), d(ecreto) d(cciirionnm) mn-
nic\ipí\ B(lavi) Baesuccitani. En el 7 '.°, fuueris exequias statuam.
Trabada íntimamente con esta grande inscripción geográfica
estuvo la 3252. Acerca del paraje donde se halló y del corte
lastimoso que sufrió á mediados del siglo xvn, Mr. Sandars echa
de menos, no sin justa razón, que Hübner no haya citado á don
Martín Ximeno, cuyo texto (i) dice así: «La Torrecilla es otro
lugar con grandes ruinas de población, media legua de Vilches,
de donde se truxo á esta villa (2) una piedra que por ser muy
grande, fué menester dividirla en dos partes para poder llevarla,
en la cual se lee una antigua inscripción latina, de donde parece
que allí fué el Municipio Flavio Esbaesuccitano.» Siguiendo á
Ximeno, también se equivocó Rus Puerta en la interpretación
del renglón 16, leyendo [M(imicipii)\ Esbaesuccitani, donde hay
que leer \civ\es Baesuccitani] pero su error es claro indicio de
que en aquel tiempo estaba ya resentida ó mellada en parte y
destrozada la piedra. Acertó Ximeno, prevaleciéndose de esta
inscripción y pensando que Bacsucci ha de colocarse en la To-
rrecilla ó en Vilches; Lamini, en Alhambra; Vivatia, en Raeza, y
Tugia, en la torre de Toya, cerca de Cazorla.
(1) Catálogo de los obispos de las iglesias catedrales de la diócesis de
Jaen,pág. 189. Madrid, 1654.
(2) Vilches.
MONUMENTOS ROMANOS.
453
Afirma que la piedra se llevó á Yilches, dividida en dos partes.
Una de ellas, según Rus Puerta, se puso y estaba en el barrio de
San Miguel y la otra en el barrio bajo. Ha procurado Mr. San-
dars indagar el paradero de estos fragmentos, y se dispone á ex-
plorar «las grandes ruinas de población» que junto al arroyo del
Rey deben existir en la Torrecilla. Atendiendo á la inscripción
5091 (i) y á la densidad de pobladores atraídos por la riqueza de
las minas, presume que allí estuvo la ciudad de Baesucci y en
Yilches la de Egelesta.
Cartagena.
No carece de interés la inscripción sepulcral, inédita, de la que
nos envía un dibujo con la noticia de su reciente hallazgo la sub-
comisión de Monumentos de Cartagena (2). La piedra caliza obs-
cura, que encierra el epígrafe dentro de sencillo y elegante mar-
co, es casi cuadrada, midiendo 45 cm. de ancho por 43 de alto.
La forma de las letras, muy parecidas á las de la inscripción 3413,
que se labró igualmente en Cartagena, corresponde á la primera
mitad del siglo m.
A(ulus) Baebius Antioais. Hilanis l(ibertus) fet.it.
Aquí yace Aulo Bebió Antíoco. Su liberto Hílaro le hizo este monu-
mento.
(1) Q(uintus) M[anl]üis Q(uinti) f(ilius) \ Bassus Egelesta \ ñus a[n]-
j7(orum)...
(2) Comunicación del 28 de Abril de 1903, firmada por D. Manuel
Fernández Villamarzo y dirigida á D. Cesáreo Fernández Duro, Secreta-
tario perpetuo de la Academia.
454
BOLETÍN de la real academia de la historia.
Entro los renglones 2.° y 3. se sobreentiende k(ic) s(itus)
e(st). I )e semejante laconismo adolece el epitafio (6030) Sagun-
tino de Cneo Bebió Plácido. En otra inscripción (5927) de Car-
tagena sale también mal escrito Antiocus, notable para demos-
trar el sonido (k) de la ch latina, que perdió la aspiración de su
origen griego y llegó á suprimirla gráficamento.
Barcelona.
En la Revista de la Asociación artístico-arqneológica Barce-
lonesa (i), llevo expuesta mi opinión acerca de una importante
lápida del siglo Augusteo, que-mide 43 era. de alto, 75 de ancho
y 33 de fondo, y ha salido á luz en la parte exterior de la mura-
lla romana hacia la esquina de las calles de Aviñó y Bajada de
San Miguel.
. (1) Núm. 35 (Enero-Marzo, 1903), páginas 61-63. — El clise fotográfico
me ha sido prestado por D. Pclegrín Casades, director de la Revista.
MONUMENTOS ROMANOS.
455
V(iva) Quiniia mulieris liberta Privata sibi et O(avovTt) Q(uinto) Manió
Qfuinti) /(iberio) Modesto contubernali.
Viviendo Quincia Privata liberta de Quincia, hizo labrar este monu-
mento para sí y para su difunto marido Quinto Marcio Modesto, liberto
de Quinto.
Dos libertos de cierta Quincia, que fué quizá la patrona de
Privata, han perpetuado su memoria: Cayo Quincio Micón en
Mataré (i) y Tito Quintio Rufión en Tarragona (2). Un Quinto
Marcio, asimismo, suena en dos lápidas, una de Mataró (3) y otra
de Barcelona (4).
De Quintius se formó el cognombre que aparece en dos lápi-
das barcelonesas:
1) Hübner, 4595.
\Q(uintus) Qicinti?'\us Quintio...
2) No registrada por Hübner. Existe en el Museo .provin-
cial (5); mide 26 cm. de alto por IO de ancho, y está señalada
con el número 393.
QVINTIo
IOVI • Ve
SO • LIB
Quintio Jovi vo(tum) so(lvit) lib(ens).
Quinción á Júpiter, cumplió de buen grado el voto que le había ofre-
cido.
Antes que se mostrase la inscripción funeral de Modesto, ha-
llóse otra (6166) en el mismo paraje, la cual manifiesta no ser
(1) C(aius) Quintius, Q(uintiae) S'everae lib(ertus), Myronus, sevir Augus-
talis. Hübner, 4616.
(2) T(itus) Quinc(tius) mulieris lib(ertus) Rujio. Hübner, 4420.
(3) L(ucius) Marcius Q(uinti) f(ilius) Gal(eria) Optatus, aedilis Tarra-
cone, duumvir Ilurone el duumvir quinquennalis, primus praefectus Asluriae,
tribun(us) militum legionis secundae Augustae, anno(rum) XXX VI in Phrygia
decessit. Hübner, 4616.
(4) Marciae Q(uinli) f(iliae) Gratillae. Hübner, 4580.
(5) Catálogo del Museo provincial de antigüedades de Barcelona, por don
Antonio Elias de Molins, pág. 23. Barcelona, 1888.
45^ BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
privativo de los esclavos el contubernio: Domitia L(uczi) liber-
ta) Aucta I sibi ct \.P(ublió) Fabio Primioni \ contubemali.
Por lo tocante á la explicación de las siglas v y @ básteme
citar una inscripción aquitánica de la ciudad de Auch (i), que
corre parejas con la presente de Barcelona, y dice así:
viv
MARTIALIS • Q_V
ADRATI'F • SIBI «ET
("> MAXIMILLA
E-IVLII'FILIAE- VX
O R I • ET • N ATIS
SVIS
Viv(us) Martialis Quadraii f(ilius) sibi et O(avyjar)) Maximillae, Jalii
f(iliae) uxori et natis suis.
Viviendo Marcial, hijo de Cuadrado, hizo labrar este sepulcro para sí,
para su difunta esposa Maximila, hija de Julio, y para sus propios hijos.
Sin salir de España tenemos en Sagunto dos incripciones fu-
nerales (3914, 6031) que encabeza la sigla V(ivus). Hacia el re-
mate de otra de Barcelona (4586) se declara esa misma sigla con
todas sus letras.
Tres objetos de arte arquitectónico se han descubierto al pro-
pio tiempo y en el mismo sitio que la inscripción funeral de
Privata, conviene á saber: un fragmento de arquitrabe, un pe-
destal con su zócalo y dos fustes ó pedazos de fuste de columna
embebida, muy notables por su decoración crucifera y alusiva
probablemente al crismón (?f) cristiano. Su diámetro mide
56 cm., y la altura de cada uno la sexta parte de 9 diámetros
(5,04 m.), es decir, 84 cm., pudiéndose conjeturar que formaron
parte de, una grandiosa basílica ó de otro edificio público.
Por todo el lienzo meridional de la antigua muralla meridio-
nal de Barcelona, cuya puerta estaba defendida por el castillo, ó
(1) Corpus inscriptionumlalinanim,w\. xm, 474. Berlín, 1899. Compá-
rese la de Luchón, cuyo texto reproduje en el tomo xxv del Boletín,
pág. 286.
MONUMENTOS ROMANOS. 457
castro de Regomir, han aparecido inscripciones y otros monu-
mentos romanos, de los que en diferentes tiempos de la Edad
Media se aprovecharon los restauradores de obra tan importan-
te. Pláceme, á este propósito, traer á colación un documento
inédito, fechado en l.° de Noviembre de 1032, que he visto y
copiado en el archivo de la catedral. Está registrado en el tomo 1
de los Libri Antiquitatum, fol. 146 v., 147 r., y dice así:
Carta qiLod canónica dedit eldesindo turres et muros apud alai-
zinos, ítem castrum regumir et turran ventosam.
In nomine domini Ego Guadallus gratia dei episcopus sánete
sedis barchinonensis una cum caterva cannonicorum meorum
donatores sumus tibí eldesindo.
Certum quidem et manifestum extat onnibus qualiter necessi-
tas oportuna nobis exigit construere muros civitatis barchinone,
eorumque turres murare. Quamobrem donamus tibi fideli nostro
suprascripto eldesindo turres et muros cum aliquid de térra qui
se convertit cum ipsos muros vel turres. Que est hec omnia in
moeniarum ordine eiusdem civitatis barchinone ad meridianam
plagam in locum quem dicunt Alaizinos, qui est inter ipsum
castrum regumirum et ipsa torre ventuosa. Advenit nobis pre-
fata omnia per vocem predicte matris nostre ecclesie vel per
ullasque voces. Que affrontat iamdicta omnia de parte circi in
térra de condam eimo femina, vel de sancti petri, et habet
dextros vn et cubitos 11. De aquilonis in muros eiusdem civitatis
forinsecus et habet dextros vn et cubitos 11. De meridie similiter
et habet dextros vn et médium. De occiduo in térra de condam
iamdicta eimo femina et habet dextros vn et médium. Hos dex-
tros sunt a dextro maiore. Quantum iste affrontaciones includunt
et isti dextri ambiunt sic donamus tibi vel posteritas tua usque in
terciam et quartam generationem ea omnia prelibata abintegre
cum exiis et regressiis earum ad tuum plenissimum proprium et
posteritati tue suprascripte, et de nostro iure in tuo tradimus
dominio et potestate ut facías vel faciant exinde quod volucris
vel voluerint vindendi donandi sen comutandi salvo tamen nego-
cio nostre matris ecclesie prelibate. In eo modo et ordine ut dari
facías per unumquemque annum domino deo et prelibate ecclesie
458 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
libram unam core tu ol poslcritas tua. Et post obitum predicte
posteritati tuo rovortantur prefata omnia bene condirocti in iure
matris nostre ecclesie iamdictc sino ulla inquietudine. Hec omnia
tibí contradimus ut ipsas turres et muros bene eos construas ve!
hedijices. Quod si nos donatores aut aliquis homo utriusquc sexus
contra hanc donacionem venerit pro inrumpendum non hoc
valeat vindicare, set componat aut componamus tibi prenotata
omnia in duplum cum omnem tuam imeliorationem. Et in antea
ista donatio firma permaneat omnique tempore. Actum est hoc
kalendis novembris anno 11 regni henrici regis. -Hf Guadallus ac
si indignus gratia dei episcopus. S tK- Remundus levita. S -Hf bo-
nifilius levita. -Hr Johannes levita. -Hf Sigifredus levita. S -Hí- Dal-
rñatius levita. S -Hf Remundi clerici. Goceíredus presbiter. -Hf S -Hf
Borucius presbiter. S -Hf belli hominis, cognomento geraldus le-
vite, exarator cum litteras superpositas in linea vn ubi dicit sedis.
et sub die et anno profixo.
Dio noticias de esta escritura el P. Flórez (i): «El obispo Gua-
dallo con todos sus canónigos cuidaron de erigir las murallas y
torres de Barcelona, que qon las invasiones de los moros estarían
muy maltratadas, y encargaron la obra á un vasallo suyo llama-
do Eldesindo, que parece tenía en nombre de la iglesia una por-
ción de tierra en confín de las murallas con carga de una libra
de cera, v le dejaron la tierra- por tres ó cuatro generaciones,
después de las cuales debía volver todo bien reparado á poder
de la iglesia.» Y con efecto, no había pasado aún medio siglo,
desdo que e] terrible Almanzor un lunes, 6 de Julio de 985, ha-
bía entrado por asalto la ciudad (2), y no contento con saquear-
la ó incendiarla, la desmanteló y arrasó, dejando hacinados los
escombros que habían de servir para la reconstrucción de los
muros y torreones.
Pero más que Eldesindo , restaurador do una porción de las
murallas de Barcelona en 1032, es acreedor á eterno recuerdo
de la posteridad el magistrado romano que construyó las primi-
(1) España Sagrada, tomo xxix (2. a edición), pág. 221. Madrid, 1859.
(2) Boletín, tomo vn, pág. 192.
MONUMENTOS ROMANOS. 459
tivas. Acaba de revelarnos él mismo su nombre, Cayo Celio,
según aparece de lo que me ha escrito (i) el Sr. Casades:
«Hace unos diez ó doce días, en la montaña de Monjuí y en
su cementerio llamado del Sudoeste, se descubrió una gran lápida,
cuyas letras, profundamente labradas, alcanzan á unos once cen-
tímetros de alto, y cuyos vocablos están divididos por puntos
triangulares.
C • COELIVS • AISI • F
íí • VIR • QVIN ■ JWR
TVRRES • PORTAS •
FAC • COER •
Con ella han sido hallados, en el mismo sitio, cuatro fragmen-
tos de piedra de forma combada, con sendos epígrafes en su
parte convexa, que sin duda se referían á la obra indicada por
la gran lápida, siendo sus letras altas 9 centímetros.
I.°
[¿FA?] DILLVS
2.°
C • IVLIVS'A
3-°
L'LICINIVS" A
4-°
A
Con estos fragmentos se han descubierto asimismo los restos
del molduraje de la parte superior de un entablamento. Cada uno
(1) Carta del 21 de Marzo de 1903.
460 boletín de la real academia de la historia.
de estos bloques, en la parte que tuvo oculta dentro de la cons-
trucción, está señalada con estas letras:
Q VII Q_ V Q_ V
Finalmente se han hallado fragmentos de columna, distinguién-
dose uno de ellos por su fuste y base ática.»
Hasta aquí el Sr. Casados. Xo le ha sido posible hasta ahora
proporcionarme fotografías de tan interesantes inscripciones, ni
el plano de la localidad donde se han descubierto.
La fotografía de la gran lápida nos dirá si algo hay que suplir
ó enmendar en la interpretación que propongo:
C(aius) Coelius, Atisi f(ilius), duumvir quin(quennalis) mur(os) turres
portas fac(iunda) coer(avit).
Cayo Celio, hijo de Atiso, duúmviro quincuenal, cuidó de que se hi-
ciesen los lienzos de las murallas, los torreones y las puertas (de la pre-
sente ciudad).
Semejantes inscripciones del tiempo de la República romana,
antes que Augusto se apoderase de ella, han comparecido en Sa-
gunto (6021 a), Cartagena (3425, 3426, 3427, 3433, 3434), y
Jerez de la Frontera (5405). La inscripción de Cayo Celio, esti-
mo que se vería á la entrada de cada una de las cuatro puertas
del recinto amurallado. Los cuatro fragmentos y los bloques
también epigráficos, recordaban algunos nombres de los (¿a[ed¿-
les\? y ¿qu\aestores?\) que intervinieron en la obra, y tal vez en la
parte de la muralla, ó ele la construcción que les cupo. Básteme
citar á este propósito una inscripción de Cartagena (3426):
M(arcus) Cornelius , M(arci) f(ilius) Gal(crid) Marcellus ,
aug(tir) quinq(utnnalis) rniirum a porta Popillia ad tiirrim pro-
ximam pcd(iim) CXLVI et ultra turr(im) p(edum) VI, d(ecreto)
d(ccuriorum) f(aciundum) c(uravit) ¿(dem)q(tic) p(robavit).
Por ventura la ciudad que amuralló Cayo Celio no es la actual
cuyo centro está en la pla/a de San Jaime sobre la cima del
monte denominado Táber por los documentos de la Edad Media,
sino que es el castro del Puerto, hacia al desagüe del Llobregat,
MONUMENTOS ROMANOS. 46 1
en la falda del Monjuí, donde radica el cementerio del Sudoeste.
Con los nuevos descubrimientos, la historia antigua de Barcelona
ha inaugurado un período de investigación fecundísima.
Tarrasa.
Mosaico de Egara. A los monumentos arqueológicos consis-
tentes en tres inscripciones romanas y una visigótica (i) y otras
de las iglesias de Santa María (excatedral), San Pedro y San Mi-
guel de Tarrasa, en la provincia de Barcelona (2), hay que ¡untar
un mosaico nuevamente encontrado en el cementerio antiguo de
la parroquial de San Pedro. De tan interesante encuentro me ha
dado noticia D. José Soler y Palet (3), correspondiente de nuestra
Academia (4).
«Para construir un panteón, excavóse no ha mucho el suelo
del cementerio, y á la profundidad de dos metros se mostró y
echó á perder una porción de bello mosaico, con el propósito de
enterrar, como se dijo, á un recién finado. Por fortuna han que-
dado trozos, cuya prolongación se oculta debajo de la tierra, que
convendría remover y despejar, no solamente en atención á que
la humedad de aquel suelo es perjudicial á la conservación de los
templos, sino también porque se puede esperar el descubrimien-
to de las sepulturas de los obispos de Egara ó de algunas inscrip-
ciones insignes.»
Madrid, i.°de Mayo de 1903.
Fidel Fita.
(i) Inscriptioncs Hispaniae latinae, núm. 4494, 4495, 6144. — lnscriptio-
nes Hispaniae christianae, núm. 190.
(2) Boletín, tomo xxxiii, páginas 5-79.
(3) Carta del 22 de Abril de 1903.
(4) Ha trasladado á Barcelona su domicilio, calle del Consejo de Cien-
to, núm. 299, piso i.°, puerta i. a
462 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
VI.
DON CIRÍACO M. VIGIL Y SUAREZ-BRAVO.
A i." de Abril de 1903 ha fallecido -en la ciudad de Oviedo
este preclaro hijo suyo, digno de toda alabanza. No allí solo eran
conocidos y apreciados sus méritos literarios; había merecido
elogios de nuestros maestros españoles Fernández Guerra, Ga-
yangos, Cuadrado, y no se los escasearon los hispanófilos Hüb-
ner, Frassinelli, Tailhan, Beer, entre muchos.
Nació D. Ciríaco en Oviedo en 1819; cursó en su Universidad
los estudios de la facultad de Filosofía y Letras, y fué, entonces
y después, alumno siempre premiado en la Escuela Ovetense de
Dibujo v en la de la Academia de Bellas Artes de San Fernan-
do, dirigida por el insigne Madrazo. Protegido por el primer
("onde de Canga-Arguelles, sirvió por breve espacio de tiempo
un modesto empleo en la Dirección de Propiedades del Estado;
desde 1 848 volvió á su país, consagrándose por entero á las in-
vestigaciones históricas y artísticas, afán de toda su vida, que
debió de heredar, toda vez que su abuelo D. Simón y su padre
I). |uan de Dios fueron paleógrafos y genealogistas distinguidos.
Nombrado sucesivamente Archivero de la Diputación y Cro-
nista de Asturias, obtuvo diplomas de correspondiente de las
academias de la Historia y de Bellas Artes, mas el oficial de
Lector titular de letras antiguas, antes de la creación del Cuerpo
Nacional de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios.
La labor ejercitada en el Archivo provincial bastaría para per-
petuar su nombre, consideradas su perseverancia y la inteligen-
cia con que supo organizar aquel conjunto de papeles y dotarlo
de índices y catálogos que pueden servir de modelos; pero no
fué única; tomó á su cargo también la ordenación del Archivo
de la Audiencia del Principado, registró el de la Catedral y otros,
sai ando traslados de diplomas discutidos ó ignorados, en acopio
Itastante para acometer empresas de más aliento, ya que conta-
DON CIRÍACO M. VIGIL Y SUÁREZ-BRAVO. 463
ba con la destreza y facilidad de su mano (en tiempo en que no
se contaba todavía con el auxilio de la fotografía), y podía ¡lus-
trar con delicados dibujos á sus descripciones y aun á las' de ge-
neralidad y de importancia tanta como la publicación de los «Mo-
numentos arquitectónicos de España.»
Habiendo contribuido á fundar en 1 842 El Nalón, primera Re-
vista provincial de donde arranca el renacimiento literario del
país, por sí, contando con el amparo de la Diputación y del Mu-
nicipio, dio á luz la notable obra
Asturias monumental, epigráfica y diplomática, ilustrado con
188 láminas. (Oviedo, Imp. del Hospicio, 2 tomos folio, 1887);
después, la
Colección histérico-diplomática del Ayuntamiento de Oviedo.
(Oviedo, Imp. de Pardo, Gusano y Compañía, 1 888);
Heráldica asturiana y catálogo armorial de España, seguido de
leyes y preceptos, órdenes de Caballería, de la bibliografía del bla-
són y de genealogía del Principado. (Oviedo, 1902);
Noticias biográfico -genealógicas de Pedro Menéndez de Aviles,
adelantado y conquistador de La Florida, continuadas con las de
otros asturianos que figuraron en el descubrimiento y colonización
de las Américas. (Aviles, 1892.)
L uadro sinóptico de senadores y diputados á Cortes, diputados
provinciales y Comisión permanente, Consejeros y Jefes políti-
cas de la provincia. (Oviedo, 1 88 5.)
Ha dejado inéditas, Genealogías de las principales Casas y fa-
milias de Asturias, que son un tesoro de noticias de todas clases.
Durante la prolongada campaña literario-artística pudo de-
clararse á Vigil inválido de la Arqueología, como á los que las
campañas militares producen. En excursión al antiquísimo tem-
plo de Santa Cristina, la máquina del ferrocarril de Lena le cer-
cenó una pierna; mas así como al almirante holandés llamado
Pie de palo por accidente parecido, no impidió la pérdida del
miembro la continuación de su carrera, así también prosiguió
I ). Ciriaco la suya, si con menos expedición, con igual voluntad
y constancia hasta el fin de su vida.
La edad, el trabajo, y más que todo la modestia, la afabilidad
464 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
y la ejemplaridad cristiana, le conquistaron genera] estimación
que ha de poner á su memoria entre la de los beneméritos de la
patria v las de los que más han contribuido al conocimiento de
sus glorias.
El Sr. D. Fermín Canella y Secades, Vicepresidente de la Co-
misión de Monumentos de Oviedo, ha publicado en La Opinión
de . Isturüzs sentida necrología, de la que tomo los datos para este
ligero apunte.
Cesáreo Fernández Duro.
VIL
TAPICES DE LA CORONA DE ESPAÑA.
No fueron, en verdad, hueras palabras ni promesas vanas, an-
tes bien espontáneo ofrecimiento pronta y fielmente cumplido,
el que hiciera ante nosotros nuestro ilustre compañero el Conde
viudo de Valencia de Don Juan, cuando al tomar posesión de su
sillón do académico nos anunciaba en su interesante, ameno y
eruditísimo discurso, que se ocupaba en allegar materiales, in-
quirir noticias y conjuntar datos curiosos y antecedentes disper-
sos que sin aeran de texto, ilustración é historia de la flor de la
tapicería de la Corona de España, maravillosa y sorprendente
colección, no digo superada, ni siquiera igualada por pueblo ni
nación del mundo entero.
En electo, días ha entregó el Conde de Valencia, como dona-
tivo destinado S la Biblioteca de esta docta casa, los dos volúme-
nes en folio apaisado que contienen la reproducción de 135 pa-
ños de los más notables y curiosos de las distintas series que
constituyen el rico tesoro de los 2.000 tapices, aproximadamente,
que pertenecen á la Corona, contando naturalmente en este nú-
mero los grandes, medianos y chicos, sobrepuertas y entre-
paños.
TAPICES DE LA CORONA DE ESPAÑA. 465
El intentar y acometer empresa de tal magnitud é importan-
cia es ya por sí esfuerzo digno de todo encomio; el haberla sa-
bido realizar en la forma y manera con que se ha llevado á
cima, constituye mérito especialísimo y servicio muy señalado
á la historia de este arte suntuario tan extendido y estimado en
los siglos xv, xvi y xvn, y cuyos productos de alto lizo son en el
día buscados con tal afán por Museos, coleccionistas y anticua-
rios, que su valor y precio adquieren, en ocasiones, fabulosas pro-
porciones, á punto tal, que poco tiempo hace pagó por un solo
tapiz un opulento norteamericano (Pierpont Morgan) la enorme
suma de dos millones y medio de francos, y á nuestro mismo
compañero, en su calidad de Vicecomisario general de la última
Exposición Universal de París, se le hicieron serias ofertas por
respetables entidades de abonar un millón y medio de francos
por un solo paño de la serie llamada Conquista de Túnez, por el
que representa la Revista de Barcelona.
Bien merecía, pues, esta espléndida colección de tal manufac-
tura industrial reunida en el lapso de los siglos por encargos,
adquisiciones y herencias de nuestros reyes, el honor de ser re-
producida en estampa, no tanto como exhibición y alarde de lo
que poseemos, sino como documento histórico que indica y que
señala el proceso de la tapicería en la marcha de los tiempos, y
como escuela de enseñanza en donde los artistas pueden estu-
diar con fruto y con provecho, no precisamente los procedimien-
tos mecánicos del alto y bajo lizo, ya conocidos y tal vez perfec-
cionados en el día, pero sí las artes de la composición y del di-
bujo y las mil curiosidades de indumentaria que en ropas, telas,
trajes, armas, paramentos y muebles contienen estos preciosos
é interesantes paños.
Y conviene hacer constar que, si los 135 reproducidos son de
mérito y valor incontestable, quedan todavía un centenar que no
les van á la zaga en grandiosidad 6 importancia, pero cuya re-
producción era imposible, por estar, como están, adosados á los
muros de estancias y salones de nuestro regio Alcázar, constitu-
yendo su más bello y admirado adorno, no prestándose por su
colocación á impresionar las placas fotográficas que han menes-
tomo xlii. 30
466 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
ter de la luz meridiana para que no se pierdan perfiles y de-
talles.
lie aquí el índice de las tapicerías reproducidas en los dos
volumen s publicados:
TOMO I
El Nacimiento de Jesús (i paño).
La misa de San Gregorio el Grande (i paño).
Historia de la Virgen María (4 paños).
Episodios de la historia de la Virgen (2 paños).
Historia de David y Bethsabé (10 paños).
Historia de San Juan Bautista (4 paños).
Episodios de la pasión de Jesucristo (2 paños)
Moralidades (4 paños).
San Jerónimo (1 paño).
Dosel del Emperador Carlos V (3 paños).
La Pasión del Salvador (4 paños).
Los honores (3 paños).
Fundación de Roma (6 paños).
Los actos de los Apóstoles (9 paños).
La Conquista de Túnez (10 paños).
La Conquista de Túnez (paños 10 y 11).
La cena Pascual (1 paño).
La venida del Espíritu Santo (1 paño).
TOMO II
La adoración de los Reyes Magos (1 paño)
Vertumnio y Pomona (6 paños).
Historia de Ahraham (7 paños).
El Apocalipsis de San Juan (8 paños).
Historia de Escipión el Africano (7 paños).
Los siete pecados capitales (6 paños).
ídem id. id. (4 paños).
Mono:- ó grotescos ¡<> paños).
Las tentaciones de San Antonio Abad (4 paños).
Historia de Ciro el Grande (10 paños).
Historia de Diana ó Artemisa (7 paños).
Tapicería del. dormitorio del Rey D. Carlos III (2 paños)
Acompañan á las láminas breves pero substanciosas observa-
ciones y noticias, escritas en español y en francés por el Conde
de Valencia, indicativas de lo más importante que á cada colec-
ción atañe: autor de los cartones, asunto que representan, rótu-
TAPICES DE LA CORONA DE ESPAÑA. 467
los é inscripciones de las cartelas, lugar donde se tejieron los pa-
ños y por quién, personaje que los encargó y vicisitudes é his-
toria de aquellos que la tienen.
Y si esta prolija y pacientísima labor de investigación y de es-
tudio merece plácemes sin tasa para nuestro competente y res-
petable compañero, siéntese al par nuestro amor propio nacio-
nal halagado y satisfecho por lo que respecta á la esmerada es-
crupulosidad, á la intachable fidelidad, al lujo y al buen gusto
con que ha sido ejecutada y presentada obra tan importante y
tan útil, dejando de pagar el acostumbrado tributo á la industria
extranjera, merced á los progresos y adelantos que los señores
Hausser y Menet han introducido en sus talleres y oficinas, mon-
tados hoy á la altura de los mejores de Europa.
La encuademación misma de las tapas, donde campea el im-
perial blasón de Carlos V, exactamente tomado del pendón exis-
tente en la Real Armería, y que es el mismo llevado por el Cé-
sar á la conquista de Túnez, es un modelo de sobria elegancia y
de atinada distinción.
Una vaga, pero gratísima esperanza flota y se vislumbra en las
últimas líneas del Apéndice con que el autor termina su trabajo;
déjasenos esperar que á esta serie de tapicerías flamencas pu-
diera seguir un tomo tercero comprensivo de lo más selecto que
poseemos de la tapicería española, fabricación que implantara en
nuestra patria en el primer tercio del siglo xvm el rey Felipe V,
haciendo venir de Amberes al tapicero Vandergoten y sus hijos,
á cuya habilidad y pericia se deben muchos de los paños que
decoran los sitios reales de El Escorial, El Pardo y el Alcázar de
Sevilla, valiéndose de cartones dibujados por el genial pintor
Goya y Lucientes y por otros artistas de mérito.
Grato ha de ser, lo espero, á esta Real Academia, ahora como
siempre que se presenta justa y propicia ocasión, consignar su
agrado y tributar loanzas á obras que, cual la presente, reúnen á
la importancia histórica la utilidad artística, engalanada por ende
con los primores de una acertada y perfecta ejecución.
Madrid, 29 de Mayo de 1903.
Marqués de Laurencín.
468 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
VIII.
EL EMPERADOR (-ARLOS V Y SU CORTE.
(1522-1539)
Siendo todo cuanto se refiere á la historia del emperador
Carlos V de extraordinario interés, nos ha parecido útil y con-
veniente dar á conocer un códice que posee la Real Academia
de la Historia, donde se encuentran noticias, desconocidas las
unas, que ilustran, amplían y confirman hechos ya conocidos
las otras, y todas de carácter auténtico y fidedigno, como reco-
gidas por un testigo de vista que de continuo asistía en la corte
cesárea y estaba en frecuente trato y comunicación, rio solo con
los más eminentes personajes do ella, sino con el mismo Em-
perador.
Es este precioso códice, tan importante como poco conocido-
y utilizado, un registro de cartas de D. Martín de Salinas, encar-
gado de negocios del infante D. Fernando, hermano del César.
El manuscrito, que forma un volumen de 418 folios de 0,282
de alto por 0,21 de ancho, es de letra del siglo xvi, y contiene
las cartas que Salinas escribía al infante I). Fernando y á su ínti-
mo amigo el tesorero de S. A., Salamanca, dándoles cuenta, no
solo de los negocios, intereses y noticias particulares de que es-
taba encargado, sino también de la vida del Emperador, de los
más notables sucesos que ocurrían en la corte, de los actos y pa-
receres de sus ministros, de lo que pasaba y se murmuraba, y, en
fin, de lo que á modo de gacetilla reflejaba la pública opinión;
todo ello tan galanamente escrito, con tanta discreción, llaneza
y á veces con tal donaire y gracia, que cautiva la atención y des-
pierta su relato vivísimo interés. Las más de las cartas y las más
amenas son las que dirige al tesorero Salamanca. La primera está
fechada en Bruselas á 28 de Abril de 1522, y la última en Lo-
groño á II de Noviembre de 1539- Debía constar esta corres-
pondencia de otros tomos, á los cuales hace á veces referencia
EL EMPERADOR CARLOS V Y SU CORTE. 469
en varias ocasiones, pero no hemos podido averiguar su para-
dero.
Según dice en su primera carta, llegó Salinas á Bruselas «sá-
bado 26 de Abril» de 1 522, donde á la sazón tenía su corte
Carlos V, del que no se separó ya en muchos años. Como el
volumen es muy abultado, las cartas, en general, largas, y la le-
tra y los renglones muy metidos, como buena parte del conte-
nido de estas cartas se refiere á asuntos particulares, á gestiones
económicas, encargos y comisiones de índole privada, sin valor
histórico, solo hemos transcrito los párrafos que realmente lo
tienen para hacer más amena y provechosa su lectura, resultando
su conjunto un libro semejante al de las Relaciones de Cabrera
de Córdoba referentes al reinado de Felipe III. t
Del autor solo he podido averiguar, aparte de lo que él mismo
refiere en sus cartas, que figuraba entre los gentileshombres de
la casa del Emperador en los años de 1520 á 1 53 1 (1). El códice
fué adquirido por compra por la Academia en 1 80 1; y un curio-
so que lo leyó á fines del siglo xvn ó principios del xvm le puso
algunos epígrafes y llamadas en los pasajes más notables. No lo
cita el diligente historiador belga Mr. Gachard en su obra Les
bibliotheqnes de Madrid ct de l ' Escurial.
El viaje del Emperador desde Flandes á Inglaterra en 1 522; su
estancia en aquella corte; su venida á España; el estado lastimoso
de pobreza, carestía y desconcierto político y administrativo en
que la Península se hallaba á causa de la general perturbación
producida por las Comunidades; los medios de gobierno que Car-
los V.empleó para mejorar la situación pública; el descomedido
frenesí que se apoderó de todas las clases sociales de pedir mer-
cedes por pretendidos servicios hechos en ausencia del monar-
ca; las ingeniosas y contundentes respuestas que éste les oponía;
las noticias de las guerras sostenidas en España, en Flandes, en
Italia, en Alemania y otras partes, y muchas otras curiosas noti-
(1) «Etat des arréages das aux personnes de la maison de- l'Empe-
reur, de 1520 á 153 1 . — Voyages des Souverains des Pays-Bas». — Tomein,
pág. 309.
%
470 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
cias que no suden encontrarse en crónicas, historias, biografías
ni en documentos oficiales, y que hoy son tan codiciadas porque
reflejan el estado social, las costumbres, el modo de pensar y
obrar de los ciudadanos todos, están hábilmente tratados en estas
cartas, que seguramente han de contribuir á ilustrar en gran ma-
nera uno de los períodos de más memorable recordación de nues-
tra historia.
Convendría acaso que estas cartas fuesen acompañadas de
abundantes notas para aclarar algunos conceptos y hechos; pero
sobre ser los más de ellos de fácil investigación para el lector eru-
dito, le fatigarían y distraerían de la lectura del texto y resulta-
ría imposible la publicación en nuestro Boletín, por su excesiva
extensión. En este concepto, solo nos atendremos á las más ne-
cesarias. Y como la ortografía de este códice varía, según varía
el copista, hemos preferido seguir, por lo general, la moderna,
menos en los casos que requieran la más estricta exactitud.
A través de esta correspondencia, sobre todo en los primeros
años de ella, se advierte en los párrafos referentes á las relacio-
nes entre Carlos y Fernando cierto desvío y tibieza de afectos
fraternales del primero respecto del segundo, de que más ó me-
nos encubiertamente se queja á veces Martín de Salinas.
Las causas de este desafecto son bien conocidas, pero convie-
ne aquí recordarlas para la mejor explicación de muchos pasajes.
Refiérense unas á la diversa educación de estos Príncipes, á su
apartamiento y falta de trato en su infancia y á sus opuestos ca-
racteres; otras á razones políticas que llegaron á producir entre
ellos profundos recelos y desconfianzas.
Nacido Carlos en los Países Bajos, y educado en la antigua
Corte de Borgoña, cuyo esplendor y fausto antiguos contrasta-
ban ahora con su sencillez y frialdad, por morir el padre en lis-
paña cuando el Príncipe solo contaba seis años de edad, y que-
dar la madre tan trastornada con sus manías, que para nada se
ocupaba de sus hijos, no es-de extrañar el carácter melancólico
y reservado qué le dominó en los primeros años de su juventud.
Los Estados de los Países Bajos ofrecieron la tutela de Carlos al
emperador Maximiliano, cuidado que el abuelo paterno descargó
EL EMPERADOR CARLOS V Y SU CORTE. 47 I
en su hija Margarita, la viuda del malogrado príncipe D. Juan.
Fué constante anhelo de su abuela D. a Isabel la Católica en los
últimos años de su vida, y de su esposo el rey D. Fernando, hasta
que murió, que viniese Carlos á España á educarse á su lado, á
conocer nuestro idioma, gobierno y costumbres, pues que había
con el tiempo de gobernar estos reinos.
Ni D. Felipe, ni Maximiliano, ni D. a Margarita consintieron ja-
más en ello, oponiéndose más tenazmente todavía á tan justa
pretensión los nobles flamencos más influyentes.
¡Cuan otras hubieran sido la suerte de España y la vida políti-
ca del Emperador á haberse éste educado desde sus más tiernos
años al lado de sus abuelos D. Fernando y D. a Isabel, maestros
ambos excelentísimos en el arte de gobernar á su pueblo! No lo
quiso así la divina Providencia, y dirigido por su tía, D. a Marga-
rita, por el príncipe de Chimay y Adriano de Utrech, y pode-
rosamente dominado por Guillermo de Croy, señor de Chiévres,
llegó á la edad de quince años, quedando desde ella emancipado
de la tutela y en posesión absoluta del Gobierno de aquellos paí-
ses. Cuando salió de manos de sus gobernadores y maestros, no
se tenía en general una alta idea de la inteligencia del Archidu-
que, opinión desfavorable que confirmaba su aspecto físico. Des-
tinado á reinar sobre buen número de pueblos diferentes, no co-
nocía más idioma que el francés. No le era familiar la lengua la-
tina, cuyo conocimiento era tan útil en una época en que gene-
ralmente se empleaba en las relaciones diplomáticas; el futuro
rey de Castilla y de Aragón, de Ñapóles y de Sicilia, no hablaba
español ni italiano; el nieto de Maximiliano, para quien su abuelo
ambicionaba la Corona imperial, jamás habló alemán, ni aun pa-
rece que, á pesar de haber nacido en Gante y de haber reco-
mendado Maximiliano á Margarita que aprendiese el thiois, nun-
ca pudo conversar el flamenco (i).
Revelaban al parecer un desarrollo intelectual imperfecto su
boca entreabierta, sus ojos casi inmóviles, la dificultad que ex-
(1) E. Gossart: Notes pour servir a l'hisioire du regne de Charles- Quiñi.
Bruxelles, 1897.
472 boletín de la real academia de la historia.
perimentaba en el habla. Era frío y taciturno, y todos le encon-
traban demasiado sorio para su edad. En las audiencias que daba
á los Embajadores hablaba poco, y cuando lo tenía que hacer
con alguna extensión, se limitaba á repetir una lección aprendi-
da. Generalmente Chiévres ó el Canciller respondían por él, ó se
concretaba á decir que remitiría el asunto á uno de sus minis-
tros. Si de improviso se veía obligado á hablar, retirábase para
conferenciar con ellos la respuesta que había de dar.
Más afortunados los gentileshombres encargados de su educa-
ción física, consiguieron que su discípulo se aficionase apasiona-
damente á toda clase de ejercicios corporales, á las armas, á la
equitación y sobre todo á la caza, conservando durante todo su
reinado las tradiciones de la edad caballeresca, ya por entonces
á punto dr expirar.
En el estudio del arte ele gobernar fué su principal maestro el
Sr. d<- Chiévres, de origen francés, cuya influencia sobre el jo-
ven Príncipe fué tan considerable que por completo anuló la de
los otros consejeros. La autoridad que llegó á adquirir sobre Car-
los le valió el epíteto de altcr rex, con que le designaban los Em-
bajadores venecianos. Por consejo de este ministro empezó ("1
Archiduque á despachar los negocios de Estado, examinando por
sí mismo los despachos que le presentaban, presidiendo los Con-
sejos y haciendo en ellos relación y juicio de los negocios, hasta
que en su presencia se decidían. Esta sujeción, á la que el sobe-
rano gustosamente se sometía, le dio á pesar de sus pocos años
precoz penetración y gravedad. Tan ele su gradóse había some-
tido al ascendiente y predominio -de Guillermo de Croy, que
habiéndole algunos de sus consejeros, y aun su misma tía Mar-
garita, aconsejado que se sustrajera de esta dependencia volun-
taria, tomó por entonces por emblema de su escudo la palabra
Nondum.
Dos partidos poderosos se disputaban, desde la emancipación
del Archiduque, la preponderancia en la Corte. Era cabeza del
uno Margarita, que deseábala alianza inglesa; Chiévres lo era del
otro, tendiendo á eliminar del gobierno á la prudente y animosa
Princesa, y á no escatimar las concesiones á trueque de vivir en
EL EMPERADOR CARLOS V Y SU CORTE. 473
paz con Francia. Vencida en esta contienda política la tía del so-
berano, é irritada con la arrogancia de sus adversarios, que eran
los que habían precipitado la emancipación de Carlos, vióse obli-
gada á escribir la apología de sus actos, que presentó en pleno
Consejo el 20 de Agosto de 1515a su sobrino , siendo leída en
su presencia. Y aunque mereció de éste corteses palabras y pro-
mesas, es lo cierto que siguieron triunfantes el Sr. de Chiévres
y sus amigos en el ánimo del Archiduque (i).
Pasemos ahora la vista á otro cuadro totalmente distinto.
El infante D. Fernando había nacido en Alcalá de Henares el
año 1503; de allí le llevó su abuela la reina D. a Isabel á Sego-
via, y después á Arévalo, para que en esta villa se criase. Dióle
por aya á D. a Isabel de Carvajal, mujer que había sido de San-
cho del Águila, y por médico al Dr. Juan de la Parra, siendo go-
bernadores de su casa sucesivamente los obispos D. Diego Ramí-
rez de Guzmán y D. Antonio de Rojas. A la muerte de la Reina
dispuso D. Fernando el Católico que D. Pedro Núñez de Guz-
mán, clavero de Calatrava, fuese ayo del Infante y gobernador
de su casa, Fr. Alvaro Osorio su maestro, y Sancho de Paredes
su camarero. Durante el breve reinado de D.Felipe y D. a Juana,
para sustraerle de alteraciones y pendencias dispuso su padre
que fuese trasladado a Simancas, donde vivió aposentado en las
casas de la madre del Almirante.
Apenas se supo la muerte de D. Felipe, trató el partido fla-
menco de apoderarse del Infante. El castillo de Simancas estaba
á la sazón al cargo de Diego de Cuéllar, que le tenía por Mr. de
Laxao, á quien el difunto esposo de D. a Juana había hecho mer-
ced de aquella tenencia, una de las más importantes de Castilla.
Con astucia y embustes, los flamencos y sus partidarios se es-
forzaron por llevar al castillo al joven Infante, y merced á la di-
ligencia de Núñez de Guzmán no llegó á caer en su poder, lle-
vándole á Valladolid con las debidas precauciones y en sus bra-
zos el Obispo de Catania, hermano del Clavero, instalándole en
las casas de la Cnancillería. Excusado parece advertir que el de-
(1 ) Th. Juste: <Charles Quint et Marguerite d'Autriche».
474 BOLETÍN DE LA REAL ACADEMIA DE LA HISTORIA.
signio del partido flamenco era llevar al infante á Flandes ábuen
recaudo, á fin de sustraerle de la influencia castelana. Pasó algún
tiempo al lado de su madre, hasta que, vuelto el Rey Católico de
Ñapóles, le llevó casi siempréá su lado, enseñándole con su ejem-
plo y haciéndole asistir á los Consejos y á las audiencias de los
Embajadores, amándole tiernamente todo el tiempo que vivió;
porque el Infante era de linda y graciosa disposición, blanco y
colorado, bien proporcionado, con el cuerpo derecho y bien sa-
•cado, los cabellos rubios, mucho y muy bien puestos, la boca
grosezuela, el rostro lleno, las narices cortas y bien hechas, los
ojos grandes y hermosos, el semblante agradable, que llevaba
las voluntades de todos los que le miraban. Era ingenioso y agudo,
más de lo que su edad pedía, y juntamente con la agudeza era
tanta su memoria, que á cuantos con él trataban, grandes y pe-
queños, excedía en sus agudezas, no livianas como otros niños,
sino de mucho seso y peso. De manera que cuando llegó á la
edad de nueve años ya parecía capaz para dar y recibir consejo.
Era muy sufrido, sabía disimular, inclinado al campo y monte-
rías. Naturalmente era amigo de justicia y de verdad... No era
muy liberal, que en esto y en todas las demás condiciones y en
el gesto y en el andar era un retrato parecido sobremanera de
su abuelo el rey D. Fernando, que por esto le amó tanto el Rey
v tuvo los pensamientos que vemos. Era demás desto amigo de
algunas artes de manos, como pintar, esculpir, y sobre todo de
fundiciones de metal y hacer tiros de artillería y pólvora y dis-
pararlos. 1 lolgaba de que le leyesen crónicas y contasen hechos de
armas... Era muy osado, que casi de nada había miedo... Comía
demasiado. 1 [olgábase de oir locos y de ver y tener aves diver-
sas y animales fieros. No era recio de fuerzas, antes delicado...
Esto <s, dice Sandoval, lo que su maestro Francisco Alvaro es-
cribe del Infante y su niñez.
No es, por tanto, de maravillar que, dado el amor que el Rey
Católico profesaba á su nieto Fernando, le encargase en el testa-
mento que hizo en Burgos en 1512 la gobernación de los reinos
de Castilla v de Aragón, tanto por haberse criado este Infante á
la manera y costumbres de ellos, como por creer que el prínci-
EL EMPERADOR CARLOS V Y SU CORTE.
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pe D. Carlos no vendría ni estaría aquí de asiento para regirlos
y gobernarlos como era menester. Mas cuando cuatro años más
adelante se vio ya el anciano monarca próximo á la muerte, y
llamó á sus más leales consejeros para aconsejarle en aquel tran-
ce final lo que debía proveer, éstos le pusieron de manifiesto el
gravísimo peligro que la paz del reino corría si se obstinaba en
sostener lo dispuesto en su referido testamento. Porque, no obs-
tante ser el Infante tan excelente en virtudes y buenas costum-
bres, que alejaban de él toda sospecha, era de poca edad y ne-
cesitaba, por tanto, ser dirigido y aconsejado por otros, de quie-
nes no se podía tener tanta confianza de su recta intención. De
suerte que, dejando al Infante por Gobernador y á más con los
Maestrazgos, estando ausente el Príncipe y viviendo la reina
Doña Juana, el menor inconveniente era el no venir á España Don
Carlos, porque viendo á su hermano apoderado de los reinos, no
faltaría quien le pusiese tantas dificultades para su venida que
entibiasen su propósito de realizarla, incitando al fin -y á la pos-
tre las vanidades del mundo y el brillo del poder al Infante á ha-
cer lo que no era propio de su condición. Accedió el rey Don
Fernando á lo que le proponían sus consejeros, y casi llorando
mandó que lo ordenasen así en forma testamentaria, procurando
anular de tal suerte el testamento de Burgos, que no quedara de
él la menor huella. «Y en lo de los Maestrazgos, ¿qué me acon-
sejáis?», añadió el Rey. A lo que respondieron que lo mismo
que le habían dicho respecto al gobierno de Castilla y por las
mismas razones. «Verdad es lo que decís, repuso el Rey; pero
mirad que queda muy pobre el Infante». A lo que respondieron
los consejeros que la mayor riqueza queS. A. podía legar al In-
fante era dejarle en buena unión y conformidad con su hermano
mayor D. Carlos, que había de ser el Rey, porque quedando
bien con él siempre libraría mejor, además de que S. A. le podía
dejar en el reino de Ñapóles lo que su voluntad fuere, con lo que
cesaría el inconveniente de los reinos de Castilla y aprovecharía
á la defensa de aquel otro. Conforme á este parecer, mandó en
su postrer testamento al infante D. Fernando 50.OOO ducados
anuales en el reino de Ñapóles. Apenas firmó el católico mo-
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narca el testamento, á toda prisa redactado, y á poco de recibir
la extremaunción, falleció á la media noche siguiente entre la
una y las dos del 23 de Enero de I 5 16.
Este infausto suceso aumentó la sorda agitación q